Hola:

Dejo el capítulo dieciséis, donde veremos a la pareja formada por Teneo de Tauro y Serinsa, cada uno tratando de hacer una petición de matrimonio xD


Atención: Todos los personajes de Saint Seiya y Saint Seiya: The Lost Canvas, pertenecen a Masami Kurumada y Shiori Teshirogi respectivamente. La historia es de mi autoría personal, la cual solamente escribí por diversión.


Día 16: Una propuesta casi fallida

[Teneo x Serinsa]

Post Canon, pareja, declaración, romance.

La carreta avanzaba tranquilamente por la calle empedrada. Aquel día el sol brillaba y el clima era agradable en el pueblo de Elliniko. Teneo estaba realizando su visita mensual al orfanato que dirigía Serinsa, para llevar provisiones y ver cómo iban las cosas.

Ya habían pasado diez años desde el fin de la guerra santa, y los tiempos de paz eran notarios. Shion dirigía el Santuario reconstruido, encargándose de todo lo administrativo y de mantener el orden como patriarca. Teneo se había convertido en el primer caballero dorado de la nueva generación y ahora era el guía de los nuevos aspirantes.

Sin embargo, había algo más en la vida del joven santo.

Al llegar al orfanato, fue recibido por varios niños pequeños, que corrieron a saludarlo efusivamente.

—¡Hola señor Teneo! —

—¡Bienvenido señor Tauro! —

—¿Nos trajo miel y pan? —

El muchacho correspondió al saludo y comenzó a bajar las cajas con los suministros, ayudado por los niños más grandes. Todo fue llevado a la gran cocina para que las asistentes se encargaran de guardar todo.

—Disculpe, ¿Dónde está Serinsa? — le preguntó a una de las señoras.

—En su oficina, señor Teneo, estaba algo ocupada con el conteo de las donaciones. —

El santo agradeció para luego marchar al lugar indicado. Cuando llegó, tocó dos veces.

—Adelante— se oyó la voz de Serinsa.

El muchacho ingresó y cerró la puerta detrás de él.

—Hola linda— hizo una enorme sonrisa.

La mujer detrás del escritorio casi brincó de la emoción, levantándose para correr a sus brazos.

—¡Teneo! — lo abrazó con fuerza, para luego besarlo con intensidad. —¡Ya extrañaba verte!, pensé que vendrías la semana pasada. —

—Lamento el retraso, hubo un par de misiones que resolver antes, ya que todavía no puedo mandar a los aspirantes— le acarició la mejilla. —Pero ya estoy aquí, yo también te extrañé mucho. —

Esa era la situación, Teneo y Serinsa tenían una relación de noviazgo desde hace cinco años. Y aunque parecía complicado mantenerse juntos por la distancia y las responsabilidades de ambos, su amor se había mantenido leal y constante.

Shion sabía de esto y lo apoyaba, tanto así, que lo exhortó a pedirle matrimonio desde antes. Sin embargo, el heredero de Hasgard no estaba seguro de dar tan importante paso, por dos cosas: En primera, él era un santo dorado en servicio y eso no terminaría hasta dentro de unas décadas. En segunda, no sabía si Serinsa estaba dispuesta a matrimoniarse, porque ella amaba el orfanato y a los niños.

Sin embargo, hoy sería un día muy particular.

Después de ponerse al tanto de todo y darse un par de besos más, Teneo decidió que era momento de poner las cartas sobre la mesa.

—Serinsa, quiero que hablemos de algo muy importante, que tiene que ver con nuestra relación— la miró a los ojos.

—Comprendo, yo también deseo hablar de eso— aceptó ella. —Es más, quisiera ser yo la que empiece, si me lo permites. —

—Por supuesto, te escucho. —

—Quiero saber que tan dispuesto estás a continuar con nuestro noviazgo, es decir, necesito saber si vamos a dar el siguiente paso y… —

Teneo abrió los ojos en grande, presintiendo lo que diría a continuación, pero, súbitamente, alguien tocó la puerta con demasiada efusividad.

—¡Señorita Serinsa, ya está la comida! — gritó una voz infantil. —¡¿Usted y el señor Tauro vienen a comer?! —

La mujer suspiró y rodó los ojos, aquellos niños eran muy escandalosos a veces.

—En un momento vamos, gracias— respondió y cuando los pasitos se alejaron corriendo, miró de nuevo a su novio. —Perdón, ya no sé qué iba a decirte. —

El santo sonrió, tomando sus manos en un gesto afectuoso.

—Creo saber lo que ibas a preguntarme… ¿Quieres casart…? — no pudo completar la frase, algo lo distrajo.

Serinsa siguió su mirada, volteando hacia sus espaldas. El ventanal de su oficina daba hacia el jardín, ahí había un enorme árbol y en sus ramas, un par de chiquillos los miraban con traviesas sonrisas.

—¡¿Se van a casar?! — preguntó emocionada la niña más grande. —¡Que romántico! —

La pareja se sonrojó visiblemente.

—¡Es de mala educación espiar, ahora, vayan al comedor! — ordenó Serinsa con algo de seriedad.

Los infantes bajaron del árbol, riéndose inocentemente.

—Bien, ahora lo intento yo— continuó la joven. —¿Me ibas a… pedir matrimonio? —

Teneo asintió, rodeando su cintura con ambos brazos.

—Serinsa, quiero que seas mi espos… — un nuevo toquido en la puerta los dejó frustrados.

Esto se había convertido en una propuesta casi fallida. Por más que lo intentaban, parecía que el universo estaba conspirando contra sus intenciones de casamiento.

—Señor Teneo, señorita Serinsa, ya llegó el alcalde para comer con ustedes, ¿Le digo que los espere? — habló una mujer.

Ambos suspiraron resignados, tendrían que dejar las formalidades y romanticismo para después. A fin de cuentas, ambos deseaban unir sus vidas y no era necesario ser tan ceremoniosos.

—Sí, quiero ser tu esposa, Teneo— declaró ella.

—Y yo quiero casarme contigo, Serinsa— confirmó el santo dorado.

Tomándose de la mano, se dieron un beso fugaz y luego caminaron a la salida. Debían ocuparse de otros asuntos antes de matrimoniarse.


Continuará...

Gracias por leer.