Hola:

Dejo el capítulo diecisiete, de nuevo otro universo alternativo, donde veremos una travesura involuntaria de Albafica y Pefko, siendo niños todavía :D


Atención: Todos los personajes de Saint Seiya y Saint Seiya: The Lost Canvas, pertenecen a Masami Kurumada y Shiori Teshirogi respectivamente. La historia es de mi autoría personal, la cual solamente escribí por diversión.


Día 17: Desastre en la cocina

Albafica, Pefko, Lugonis.

Universo Alternativo, iniciativa infantil, receta, pastel, Albafica y Pefko tienen 13 y 8 años respectivamente.

Aquella mañana, Albafica llegó temprano a la casa de su tío Luco para encontrarse con Pefko. Su pequeño primo le había pedido que viniera para ayudarle con algo muy importante: Ese día era el cumpleaños de su padre y quería prepararle un pastel con sus propias manos.

Sobraba decir que dicha misión no era tan fácil de llevar a cabo, puesto que ninguno de los chicos sabía cocinar. Luco había ido a trabajar y como eran vacaciones de primavera, Pefko se quedaría en casa. Pero nadie imaginó lo que iba a suceder con ese par de niños sin supervisión adulta.

—No creo que sea buena idea, la receta dice que solamente se necesitan cinco huevos— comentó Albafica, revisando los ingredientes.

—Pero el pastel de ese libro es para una sola persona, así no alcanzará para los demás invitados— dijo Pefko, sacando más huevos de una canasta.

—¿Cuántos quieres usar? —

—Todos— dejó la canasta en la mesa, donde se podían apreciar al menos unos veinte blanquillos.

—De acuerdo, aquí dice que se necesita medio kilo de harina, un litro de leche y… —

Antes de que terminara de leer, Pefko ya había sacado una bolsa de harina y un botellón de leche. Aunado a esto, también agregó un kilo de azúcar, un frasco de vainilla líquida, varios sobres de polvo para hornear y muchas fresas.

—Pefko, esto es demasiado, mi tío Luco se dará cuenta de que faltan cosas en la despensa— señaló Albafica, levemente preocupado.

—No te preocupes, todo es para su pastel de cumpleaños— dijo con total seguridad el chiquillo. —Vamos a mezclar todo junto y usaremos la batidora grande. —

Sobra decir que el desastre en la cocina fue inevitable.

Había cascarón de huevo por todo el piso, algunas yemas rotas en la mesa, azúcar y harina salpicando las paredes, puesto que la batidora la encendieron a su máxima potencia. Luego, la vainilla se les pasó de cantidad, las fresas fueron agregadas con todo y hojitas, los polvos para hornear los echaron al final, generando enormes grumos. El caso era que, aquella masa gigante parecía estar cobrando vida dentro del horno.

—¿Es normal que crezca tanto? — preguntó Pefko.

—En la receta dice que debía aumentar el doble de tamaño, pero… — Albafica tragó saliva despacio. —Esa cosa ya tiene cinco veces su volumen. —

En ese momento, se escuchó la apertura de la puerta principal, alguien había llegado. Los chicos se asomaron al pasillo, encontrándose con Lugonis, quien iba entrando con una caja decorada.

—Hola chicos, no sabía que estaban aquí, pensé que habían ido al parque— saludó el padre de Albafica.

—¿Qué haces aquí papá? —

—Es el cumpleaños de tu tío Luco, así que decidí adelantarme a su llegada y traerle un regalo— depositó la caja en la mesita de la sala, para luego olfatear el aire. —¿Qué se está cocinando?, huele a quemado. —

Albafica y Pefko regresaron corriendo a la cocina, para darse cuenta que la masa se había pegado a las paredes del horno, empezando a quemarse por la temperatura.

—¡Oh, cielos, ¿Qué sucedió aquí?! — interrogó Lugonis al entrar y percatarse del escenario. —¡Luco se va a infartar si ve éste desastre! — apagó el horno de inmediato, observándolos con gesto serio.

Ambos primos se miraron nerviosos, sin saber qué decir o qué hacer, sabían que esto ameritaba un castigo.

—Yo… Yo sólo quería hacerle un pastel a mi papá— declaró Pefko con cara triste.

—¡También es mi culpa, no supe calcular bien la cantidad de ingredientes! — Albafica intervino.

Lugonis suspiró cansadamente.

—Bien, escuchen los dos, vamos a dejar esta conversación para después, primero tenemos que limpiar— se quitó el saco y se arremangó la camisa. —Vayan por escobas, jabón, agua y trapos, yo me encargo del horno y ustedes recogerán todo lo demás, y no se preocupen por el pastel, yo traje uno. —

Albafica y Pefko sonrieron ampliamente.

De inmediato fueron a buscar los enseres de limpieza, debían apresurarse a arreglar todo antes de que Luco regresara del trabajo. Ya después recibirían su regaño.


Continuará...

Gracias por leer.