REY DE LOS DEMONIOS

¡Hola! Volví :)

- Lin Lu Lo Li: Es cierto, Kagome confía mucho en Inuyasha. Ahora veremos qué pasará más adelante con Kikyo y por qué actuó de esa forma :3 ¡Nos leemos!

Aquí un nuevo cap. Tuve algo de tiempo y quise aprovechar para subirlo, pero de todas formas también nos vemos el domingo con una nueva actualización.

Me atrevo a decir que por fin este es el capítulo anterior al capítulo uno en donde inició la historia.

¡Qué emoción! ¡Gracias a todos por leer la historia!

Atte. XideVill


Disclaimer: Los personajes de esta historia son de Rumiko Takahashi.


CAPÍTULO 24.

KAGOME

–Kagome.

Retrocedí un paso cuando Inuyasha se apresuró a estar junto a mí.

–¿Qué es todo esto? – dije llena de dolor mientras lo miraba a los ojos y los míos estaban al borde del llanto.

Sentí que me estrujaban el corazón. Antes de entrar la había escuchado decir que le daría los hijos que tal vez yo jamás podría. Lo había visto besando a Kikyo y ahora la veía a ella semidesnuda frente a nosotros.

Sin duda qué otra cosa podía pensar.

–Kikyo vete – ordenó, pero la mujer no obedeció.

Sus ojos estaban puestos sobre mí, me veía como si yo fuera la mujerzuela entre los dos. Pero aquello no era más que lo contrario.

–¿Qué no escuchaste a tu Rey? – dije conteniendo el poco autocontrol que me quedaba – Sal de aquí Kikyo, tengo que hablar con mi esposo.

La mujer se cubrió y antes de salir cambió de expresión a una de desesperación para mirar a Inuyasha.

–Yo no quería hacerlo… – soltó con la voz entrecortada – Me obligaron a hacerlo… Inuyasha por favor, tienes que creerme.

Quiso sujetar su brazo, pero rápidamente él la esquivó.

–Ya hablaremos de esto después Kikyo, ahora sal de aquí por favor.

–Pero…

–Kikyo – la llamé para que entendiera que se fuera.

Me miró y sus ojos parecidos a los míos me miraron con algo que no pude descifrar.

–Sí, Princesa…

–Espera.

La voz de Inuyasha la detuvo antes de que pudiera cruzar la puerta y yo lo miré aun sintiendo las inmensas ganas de salir corriendo de este lugar.

–Ella es tu Reina así que llámala de esa forma sino me veré obligado a tomar medidas necesarias.

Pude ver como el cuerpo de Kikyo se tensaba ante aquella amenaza

–Ah, y por cierto. Creo que está demás decir que ya no serás más la dama de mi esposa.

–Pero Inu…

–¡Yo soy tu rey! – exclamó y sentí la firmeza en su voz –Me merezco el mismo respeto. Ahora vete.

La mujer asintió y antes de irse cerró la puerta con ímpetu. Me separé del cuerpo de Inuyasha y aquello pareció alarmarlo.

–Kag…

–Antes de que digas algo – lo interrumpí – Vine porque Miroku te ha estado buscando, creo que es importante.

–Kagome.

–Eso era todo.

–Espera – me detuvo antes de que pudiera abrir la puerta – La cosas no fueron como piensas.

–¿Así? – dije conteniendo un sollozo –Entonces ¿cómo fueron Inuyasha? Acaso me dirás que no escuché lo que te dijo ¡Dime! Acaso ¿No fue verdad lo que mis ojos vieron?

–Sí – soltó firme.

Un par de lágrimas mojaron mis mejillas. Quise liberarme de sus brazos, pero me lo impidió.

–No voy a negar lo que presenciaste, pero cariño por favor sabes que yo jamás traicionaría tu confianza – Limpió otra lágrima rebelde que adornó mi mejilla – No sé muy bien por qué Kikyo actuó de esa forma, pero lo más seguro es que esos malditos ancianos del consejo la obligaron…

–La estás justificando…

–¡No! – Sus manos se aferraron aún más a mí pensando que me alejaría de él – No la estoy justificando, solo trato de que entiendas que todo esto no fue consentido por mí en ningún momento.

Me mantuve en silencio viéndolo a los ojos mientras sentía el temblor de su cuerpo.

–Yo te amo Kagome y no hay nada en este mundo que me importe más que estar a tu lado. Por favor tienes que creerme – pidió desesperado – Cariño por fav…

–Te creo – afirmé volviendo a sentir una lágrima abandonar mis ojos –Pero eso no quiere decir que no me haya dolido lo que vi.

Sus brazos me rodearon y me dejé llenar de su aroma. No tardé mucho en corresponder aquel abrazo.

–Por favor no llores. Me duele verte triste que soy capaz de matar al que lo provocó.

–No lo hagas – pedí – No quiero que cargues con esa culpa.

Se separó un poco solo para buscar mi mirada.

–¿Por qué eres tan buena?

–¿No te gusta?

–Ese es el problema – bajó su altura para besar mis labios – Me encanta.

Y nuevamente se apoderó de mis labios. Supe que esto no terminaría aquí cuando sentí sus manos subir mi bata y detenerse antes de llegar a mi abdomen.

–¿Quieres que siga? – preguntó en un susurro calmado.

–El día que diga que no, entonces me habrás perdido.

Sonrió y volvió a llenarse de mis labios. Besó mi mentón, mi cuello, bajó a mi clavícula, mi abdomen, bajó más y más. Entonces me retorcí sujetándome como pude.

No supe en qué momento pasamos de la sala de reuniones a la cama de nuestra habitación, pero no desaprovechamos ni un solo segundo de la noche, hasta que llegó la madrugada cuando tuvo que irse y me dejó sola para ir a atender la insistencia de Miroku. Aproveché para dormir un poco más hasta que llegara.

"¿En dónde estaba?

Miré a mi alrededor y aquel lugar no era más que un calabozo. Todo estaba oscuro, pero de pronto el llanto de un bebé llamó mi atención. Giré y me encontré con la imagen de una pobre y mal herida mujer en el suelo sujetando un pequeño bulto entre sus manos.

Por dios… – corrí a su encuentro – ¿Se encuentra bien?

Kagome ¿eres tú? – dijo la mujer mientras que el bebé entre sus manos no dejaba de llorar.

¿Quién es usted? ¿Cómo me conoce?

Traté de verle el rostro y cuando lo conseguí me llevé una mano al pecho.

Esa mujer era Midoriko…

Estaba soñando, era claro que lo estaba haciendo, pero entonces ¿por qué se sentía tan real?

¿Lo conseguiste?

¿De qué habla? – solté sin entender.

¿Conseguiste acabar con Takemaru?

¿Takemaru…?

Mi pobre niña, aún estás confundida – dijo la mujer mientras extendía una de sus manos hacia mí –Tú eres mi reencarnación, tienes mi don y él tiene su fuerza…

¿Él? ¿Hablas de Inuyasha?

La mujer asintió con pesar.

Ambos están condenados a repetir la historia sino acaban pronto con Takemaru.

Takemaru está muerto – dije firme – Murió en manos de Lothar.

Midoriko negó lentamente mientras mecía al bebé.

Takemaru vive y no se detendrá hasta obtener su venganza por haberlo traicionado – Miró a su bebé y le sonrió con tristeza.

Se acercó hacia él y le dejó un beso sobre la frente.

Sé lo mucho que anhelas sentir vida en tu vientre – declaró y me exalté de inmediato – Tómalo.

Me entregó al bebé que aún lloraba y yo dudé un momento en cargarlo entre mis brazos.

Ya no queda mucho tiempo, llévatelo – Lo sujeté y me estremecí cuando su llanto cesó –Te estoy entregando toda mi vida, pero no será por mucho –acarició la cabeza plateada del bebé antes de derramar una lágrima –Mi hijo te hará más fuerte, serás capaz de arrasar con todo a tu paso, pero primero tendrás que conocer el dolor de perder todo lo que amas.

No estoy entendiendo…

Se empezó a escuchar gran bullicio fuera de aquel calabozo y de pronto el fuego pasó a ser parte de nosotras.

¡Tenemos que salir de aquí! – dije parándome y buscando una salida.

Empecé a toser y el bebé volvió a llorar. Lo miré con desesperación e intenté calmarlo, pero era inútil, las llamas nos estaban sofocando.

Kagome…

Miré a Midoriko quien aún enfocaba sus ojos en mí.

Tienes que dar con hombre que usa pelaje de oso – la miré aterrada – Tienes que matar a Naraku…"

–¡Kagome! ¡Kagome despierta!

Abrí los ojos y busqué oxígeno con desesperación.

–Cariño, cariño tranquila.

–Inuyasha… – dije agitada.

–Estás sudando. Tuviste una pesadilla.

De inmediato bajé la mirada y me estremecí al no tener al bebé entre mis manos. Miré a Inuyasha y este pareció notar mi pánico.

–¿Qué soñaste? – No dije nada – Dime ¿qué fue lo que soñaste?

No quería que pensara que mi desesperación por ser madre era la razón de mis pesadillas.

–Vi a Midoriko… – musité casi inaudible – Inuyasha creo que Takemaru es Naraku.

La sorpresa que vi en su mirada me revolvió el estómago.

–¿Estás segura? Pero ¿cómo?

–No sé muy bien, pero en mi sueño Midoriko no dejaba de decir que tenía que acabar con Takemaru pero antes de despertar dijo que matara a Naraku.

Inuyasha se puso de pie y yo lo seguí de inmediato sintiendo un leve mareo al levantarme de golpe.

–Puedo ser una posibilidad – dijo dándome la espalda – Eso explicaría por qué está tras de ti.

–Por mi don, y porque le recuerdo a Midoriko. Entonces tú… — Lo miré aterrada – Inuyasha ¿Qué te dijo Miroku?

Lo vi arrugar la nariz mientras se giraba a verme.

–Planeamos un ataque sorpresa, logramos dar con su paradero. – Lo vi ir en dirección a su ropa – Partiremos hoy en la noche.

–¿Entonces el consejo aceptó?

Detuvo lo que estaba haciendo para soltar un suspiro pesado.

–No. Iré por mi cuenta.

–Inuyasha no por favor.

–Kagome, entiende, pueda que esta sea la última oportunidad que tengamos de acabar con él.

–¡No es así! Es muy peligroso. Todos tus hombres no serán suficientes para pelear contra ese monstruo.

Se acercó a mí y me tomó de las manos.

–Todo está bien, confía en mí.

–Sesshomaru dime ¿Él irá contigo? Me sentiría más segura si él te acompaña.

Su mirada se oscureció.

–No, él no irá. Pero Miroku irá conmigo, y Sango se quedará para protegerte por si algo pasa.

–¿Por si algo pasa? –negué varias veces –Entonces yo también quiero ir contigo, Sí, llévame contigo Inuyasha.

–No Kagome…

–¡¿Por qué no?! Si tú vas entonces yo también.

–¡Tu vida me importa entiende!

–¡¿Y qué hay de la tuya?! – Alcé la voz –Tu vida también es importante, no sabría qué hacer si tú…

El llanto se apoderó de mí impidiendo que continuara. Inuyasha me abrazó tratando de calmar mi angustia.

–Por favor no vayas… – pedí completamente rota – Quédate conmigo…

–Lo haré – Besó mi cabeza –Pero por favor no llores. Me duele verte así.

Me separé de él para mirar sus ojos.

–¿Enserio?

–Sí, me quedaré – afirmó – Ven, descansa un poco más, aún no amanece.

–Está bien – dije ya más calmada – Pero solo si tú también lo haces.

Asintió y ambos volvimos a meternos dentro. Sentí su abrazo alrededor de mi cintura y me dejé vencer por el sueño sabiendo que me encontraba segura junto a él.

Cuando desperté ya era de día y me llevé un gran malestar al no ver a Inuyasha a mi lado. Quité todas las sábanas que me cubrían y me senté de inmediato. La sorpresa aumentó al notar una carta en el lado de Inuyasha. La tomé sintiendo el corazón en la boca.

"Sé que tal vez me odies después de esto, pero decidí no esperar más. Te prometo que volveré a ti antes de que puedas extrañarme. Con todo mi amor. Inuyasha"

Las lágrimas cayeron por mis mejillas mientras arrugaba la hoja y me deshacía de ella. Me había mentido, me había dicho que no iría y ahora solo tenía una su letra en una maldita hoja.

Me levanté sintiendo horribles náuseas por el disgusto. Salí de la habitación en busca de Sango, no tardé mucho en cumplir con mi objetivo cuando la vi de pie en la entrada del palacio, cuando mi amiga me vio sus ojos parecieron reflejar terror.

–¿Qué pasó? – dije sintiendo la angustia crecer dentro de mí.

Vi que Sango veía un punto fijo en especial y me acerqué a ella.

–Sango… ¡Oh dios!

Llevé una mano a la boca para tratar de calmar mi impresión. Miroku estaba muy mal herido y su cuerpo no dejaba de temblar sobre el piso. Rápidamente ordené que lo llevaran dentro y mandé a una muchacha por la perla de mi madre.

–¿Qué ocurrió? – le pregunté a mi amiga –¡Sango! ¡¿Qué pasó?!

Ella negó.

–No lo sé, cuando salí solo se desplomó – dijo al borde del llanto.

Tomé la perla entre mis manos y di unos cuantos rezos, Miroku no tardó en reaccionar y bien lo hizo lo ataqué de preguntas.

–Miroku ¿Dónde está Inuyasha? ¿Qué fue lo que pasó? ¿Está bien? – Guardó silencio – ¡Te exijo que me lo digas o te juro que te dejaré morir!

Sango se tensó a mi lado antes de devolverle la mirada a Miroku.

–Él está…

–¿Sí?

Tosió.

–Él está muerto.

No lo pude resistir, no pude seguir manteniendome de pie y caí estrepitosamente al piso.

–No… Noo… ¡NO! Él no puede… Inuyasha no puede estar muerto ¡No puede!

Continuará...