DISCLAIMER: Los personajes y lugares le pertenecen a Tatsuya Endo. Esta historia participa en el evento TwiYor Valentine Week 2023, organizado por TwiYor Base y va dedicada para Giu Zarpa y QuimeraAngie18.

* Día: 1.

* Palabra/Frase: Primer beso.


SIEMPRE HAY UNA PRIMERA VEZ…


Llueve sobre mojado


Anuncios por altavoz, boletos impresos, maletas empacadas, pasos por doquier: solo eran algunas diligencias que componían las idas y vueltas en el aeropuerto y estas se habían incrementado en la última semana del año, temporada preferida por el público para viajar a donde se les antojara… y también la más recargada para los empleados que atendían sus demandas. No obstante, aquel ritmo no era un problema para Yor, más que acostumbrada a su trabajo, y con ánimo dispuesto, contestó una nueva llamada en su cubículo.

─Buenas tardes, Aerolíneas Berlint. ¿En qué puedo ayudarlo? ─aguardó la respuesta del cliente y luego revisó un folleto de su escritorio─. Eeeh, sí, señor. De hecho, todavía nos quedan paquetes familiares… ¿tiene algún número por el que pueda proporcionarle más información? ─anotó varias cifras con gran rapidez─ Ajá… claro, hay vuelos disponibles a Nielsber. ¡Entonces lo esperamos mañana para que haga la reservación, tenga buen día!

─Uaaah, no sé si pueda aguantar tanto papeleo… ─Camilla bostezó en su pequeña oficina─ ¿alguien terminó?

─¡Casi! ─Sharon levantó la mano─ Debo llenar tres formularios más.

─Quién como tú: a mí me faltan diez, ¡y ni hablar de los horarios que debo registrar! ─Millie enseñó sus hojas con una pose dramática─ ¿Tú, Yor?

─Voy por ahí ─tecleó unos pedidos en su computadora y miró a las tres, sonriente─. ¡Debemos seguir avanzando! Con la mente ocupada, pensaremos menos en el hambre.

─Sí, como tienes taaanta energía ─resopló Camilla, aburrida─. ¿Y si mejor haces el trabajo por mí?

─Inténtalo y te despedirán por ociosa ─la previno Sharon, acomodándose las gafas─. ¿Qué son otros quince minutos de labor?

─El tiempo suficiente para descansar ─en eso, miró a Yor, sarcástica─ y pasar un rato con mi novio, si sabes lo que eso significa…

─Camilla… ─Millie le dio un codazo suave.

─¡Hmp! Ni que hubiera dicho algo malo…

─¡A comer! ─un hombre apareció de repente y estampó sus manos contra la ventanilla, asustando a ambas.

─¡Dominic! ─Camilla reconoció a su enamorado y le tiró una bola de papel, molesta─ ¿Por qué tienes que actuar como un idiota?

─Ay, no seas cruel, ¿sabes cuánto me costó pedir un relevo por diez minutos? ─siguió riéndose y sacó unos papeles guardados dentro de su abrigo─ Y todo para traerlos esto…

─¡¿Boletos?! ─Camilla, Sharon y Millie se acercaron al instante para chequearlos y gritaron al mismo tiempo─ ¡Nuestros pasajes de ida y vuelta!

─Por lo visto, nos adelantarán las vacaciones ─tomó uno de los papeles para entregárselo a Yor, y luego le repartió hamburguesas a cada una.

─¡Efto ef una delifia! ─Camilla habló con la boca llena─ Mmmf… y-yo fabía que eraf un buen hombre…

─¡Y tiene bastante mayonesa! ¡Muchas gracias! ─Millie hizo unas cuantas reverencias, extasiada con el sabor del aperitivo.

─Gracias, también ─Yor sacó una papa al hilo y se la comió primero─. La próxima vez, invitaré yo.

─Descuida, Briar. Además, no es todo ─le guiñó el ojo.

─¡Espera, espera, no me digas! ─Sharon alzó su mano al instante─ ¿Es la fiesta de la que hablaste la otra vez?

─¡Qué buena memoria tienes! ─celebró su acierto─ Nuestros amigos del sector de embarque organizarán una velada por Año Nuevo, ¡y creo que no hace falta decir lo que encontraremos hoy!

─¡Yeeeh! ─se abrazaron las tres amigas, emocionadas por la idea de bailar y tomar cuantas botellas de alcohol les pusieran enfrente, luego Camilla se acercó para darle un apretón por la cintura─ ¡Es la mejor noticia que he recibido en esta semana, gracias, gracias, gracias!

─¡Genial! ─le dio un beso en la frente─ Entonces nos vemos a las siete en el Festakt Club.

─¡Hecho! ─las cuatro chicas lo vieron marcharse al puesto de seguridad del ala oeste y Camilla volteó, meneándose con discreta sensualidad─ Y bien: ¿quién bailará hasta el piso esta noche?

─¡Tengo el vestido perfecto para la ocasión! ─en eso, Millie oyó la alarma del cambio de turno─ ¡Por fin, libres! ¿Nos dará tiempo para arreglarnos?

─Por supuesto, Dominic dijo que fuéramos a las siete… ─Sharon empezó a guardar sus formularios en los cajones de la oficina y al voltear, notó que Yor seguía concentrada en su trabajo─ Oye, ¿no vas a recoger tus cosas?

─¿Eh? ─reaccionó, sin saber cómo excusarse─ P-pues…

─Seguramente no quiere ir, como la vez pasada ─se burló Camilla─. Ni modo, tú te lo pierdes…

─No la escuches ─desestimó Sharon, para sorpresa de la otra chica─. Piénsalo, Briar: no toda tu vida se reduce al trabajo. Te esperamos allá.

Sin decir más, las tres mujeres salieron de sus cubículos y concentradas en elegir qué trajes llevarían para la fiesta, partieron a la salida del ala este; en tanto Yor miraba los boletos de avión que había impreso hace rato, pensativa.

[…]

Nada contrarrestaba mejor la brisa fría de la calle que una ducha de agua caliente con espuma en su departamento. Luego de encender una varita de incienso, Yor se sumergió en la tina y cerrando los ojos, dejó que la tranquilidad y el silencio del atardecer la envolvieran hasta perderse en su propio mundo. No obstante, la realidad volvió a golpearla en el instante que los abrió y recordó las últimas dos horas que pasó con sus colegas, desde el anuncio de la fiesta.

No era la primera vez que la invitaban a divertirse a esos clubes: en todas esas ocasiones, había declinado con gentileza y su actitud huidiza no hizo más que convertirla en el blanco de las críticas y los chismes ridículos hacia su persona. En su rincón solitario, Yor no pudo evitar pensar en el asunto y considerando que llevaba muchos años en la misma situación, concluyó que aquella sensación de temor y desconfianza solo provenía de su propia inseguridad: ¿por qué le costaba tanto abrirse a los demás? ¿Qué había en ella que parecía incomodar a sus amigos? ¿Podía «arreglar su problema»?

─¡Tonterías, Yor! ─se echó un baldazo de agua para quitarse esas ideas─ Así no llegarás a ninguna parte, deja de culpar al mundo por lo que eres: ¡tienes que hacer algo para cambiar! Debes…

La muchacha guardó silencio. Se incorporó en la tina, comprobando que el sol ya se había ocultado, y tras pensarlo un buen rato, sonrió y tomó su toalla para salir rumbo al guardarropa de su habitación, segura de que su vestido negro todavía estaba impecable desde que lo mandó lavar hace dos meses. Tan rápida como en sus días de trabajo, Yor logró arreglarse para la ocasión y cuando el reloj marcó las seis y media de la tarde, llamó a un taxi para que la llevaran hasta el club mencionado por Dominic.

Iluminada por los postes de la avenida, Yor contemplaba la alegría de muchas familias que ya iban adelantando sus celebraciones por Año Nuevo, jugando y bailando por doquier, mientras una ligera llovizna caía sobre la ciudad. Cuando el automóvil la dejó en una esquina cerca del club, Briar celebró haber llegado justo a tiempo y caminó lo más lento posible para disfrutar del aguacero; en ese momento, sintió trastabillar con algo y tuvo que detenerse detrás de una palmera artificial, a la izquierda de la entrada.

─No puede ser ─resopló al ver su taco derecho quebrado─, ¡y justo hoy día! ¿Ahora cómo voy a repararlo…?

─¡Hmp! Te lo dije, no vendrá ─una voz femenina proveniente de la puerta del club la hizo callarse y al reconocer quién era, prestó atención.

─No han pasado ni cinco minutos, exageras ─respondió otra mujer.

─Y te aseguro que no será necesario, Sharon ─replicó Camilla, con clara intención de burlarse─. Yor es una solterona aburrida, como todas las que abundan en su vecindario: solo vive para encerrarse en su casa, usa muy poca ropa moderna y se divierte cada veintinueve de febrero, si es que lo hace…

─¡Es verdad! ─añadió Millie, entre risas─ ¿Te acuerdas que Dominic nos invitó a esquiar en esa fecha? La tonta apenas podía moverse en la pista de hielo por el enorme abrigo que se puso, ¡ja, ja, ja, ja, ja!

─Porque era invierno, ¿o ya lo olvidaron? ─Sharon quiso defenderla a su manera─ Cualquiera habría salido con una colcha encima.

─Nada justifica lo anticuada que lucía ─volvió a burlarse Camilla─. ¿Qué hombre se le va a acercar siendo así?

─Eso no nos importa ─espetó─. Tienes amigos: ayúdala a socializar, ¿no?

─¿Y que los demás nos miren raro por su culpa? ¡Ni loca!

─Si tanto te preocupa Yor, ¿por qué no lo haces tú? ─la desafió Millie.

─No soy quién para solucionar las miserias de otros ─remató Sharon.

─¡Bueno, ya! ─Camilla zanjó el tema─ Le das muchas vueltas al asunto, ¡páganos lo que acordamos!

─¡Cuando pase media hora!

─¡Vaaamos, no seas tacaña! ─Millie soltó una carcajada─ Sabías que era un riesgo apostar por ella, ¡ahora cumple!

─Idiotas ─Sharon sonó molesta y sacó algunos dalcs de su billetera─. No debí seguirles el juego…

Conforme Camilla y Millie reían en la entrada del Festakt Club, Yor seguía oculta tras la enorme maceta, muda y con el puño izquierdo apretado contra su pecho; se percató de que la lluvia había aumentado y agradeció que así fuera, pues de esa manera podía disimular las lágrimas que caían por su rostro.

Cada palabra hiriente arremetía contra ella, clavándose como dagas en su cuerpo y por un segundo, deseó que la tierra se la tragara para no escuchar más de su sarcasmo… hasta que el silencio invadió el exterior, en señal de que Camilla, Millie y Sharon volvieron a ingresar al local. Todavía recostada contra la pared, Yor tembló un poco y ahogó un sollozo con su pañuelo.

─«No te preocupes, Yor. Tómalo de quienes vienen, no pienses más» ─intentó darse valor en silencio y secó su rostro empapado por la llovizna─. «No es la primera vez que pasa, sé fuerte, ¡sé fuerte, por favor! Sé fuerte…».

Pero el nudo en su garganta fue mucho más doloroso e incapaz de reprimir su llanto, Yor mandó al diablo su propio valor y huyó rápidamente, sin más compañía que la lluvia y el dolor de sentirse rechazada. No le importó el tiempo que se demoraría en llegar a su departamento, tampoco su cojera por el taco roto ni los silbidos de ciertos tipos en la calle, y el fuerte viento parecía interponerse en su lenta marcha por la avenida… hasta que después de quince minutos, notó que se había alejado de la urbanización en la que Dominic y sus amigos celebrarían su fiesta.

A su alrededor, solo había tres casas grandes, dos calles anchas que se cruzaban en una intersección y un largo recorrido, sin garantía de que algún automóvil pudiera recogerla. Sobrepuesta a su shock, Yor recapacitó y miró a todas partes, segura de que su frustración le había jugado otra mala pasada; pero su orgullo le impidió regresar a aquella zona más segura y aun con su zapato en mal estado, prefirió seguir su camino. Para ese entonces, la lluvia había arreciado un poco y su pañuelo húmedo ya no le servía de mucho.

─«Deja de culpar al mundo» ─se reprochó por el discurso que se dijo a sí misma, antes de salir de su casa─. ¡Sí, claro! Como si eso remediara las cosas…

─Oiga… ─resonó un murmullo casi inaudible.

─¿A quién quiero engañar? Soy una vergüenza para todos, ni siquiera debería seguir en esta ciudad ─se frotó la nariz, a punto de llorar de nuevo─. Hubiera sido mejor quedarme en casa…

─¡Señorita! ─alguien la llamó y Yor casi perdió el equilibrio, al mismo tiempo que un taxi encendía sus luces delanteras para estacionarse al lado de la acera─ Disculpe, no quise asustarla…

─¿Qué quiere? ¿Q-q-quién es usted? ─cogió su bolso, a modo de defensa.

─Alguien inofensivo, si le preocupa ─un joven dentro del vehículo le habló en tono amable, pero su rostro apenas se veía con claridad, a causa de las gotas de lluvia que empañaban la ventana─. ¡Lo siento! Es que la vi caminar sola y pensé que le había sucedido algo, por eso le pedí al taxista que se detuviera. ¿Se encuentra bien?

─Y-yo… ─parpadeó, confundida, y miró su pie derecho por inercia.

─Eeeh… m-mejor olvídelo ─abrió la puerta del auto y se aproximó al extremo derecho del asiento trasero─. Suba pronto o se enfermará.

─¿Qué? ─Yor retrocedió un poco─ Ni siquiera lo conozco.

─Tampoco yo, pero tendré pesadillas si la abandono aquí ─con cuidado, el hombre tanteó un botón en el techo interno del carro y encendió un foquito, revelando su faz tranquila y sonriente─. Debió ser un día difícil para usted: permítame ayudarla, por favor. Le prometo que no la incomodaré…

Por una razón inexplicable, Briar dejó de sentir frío y se relajó, mientras observaba al muchacho. Tardó en procesar los últimos hechos, especialmente el motivo por el que un desconocido le ofrecía apoyo; cuando se dio cuenta de ello, notó que el joven llevaba mucho tiempo aguardando su respuesta.

─Bueno, ¿qué dice? ─el taxista la sacó de sus pensamientos─ ¿Sube?

─¿Eh? S-sí, lo haré… ─Yor se acercó con timidez a la puerta y luego de que el chico se moviera para darle espacio, se sentó con él en el asiento trasero del taxi y así continuaron su viaje por la carretera.

Durante un buen rato, los ocupantes se mantuvieron en silencio, cada quien sumido en sus pensamientos; aunque Yor no perdía la oportunidad de mirar de reojo al misterioso joven. Amparada por la débil luz del interior, tomó nota mental de sus principales rasgos: cabellos rubios y revueltos que caían sobre su frente en forma de flequillo, piel clara, ojos azules y un cuerpo atlético que, en su postura actual, delataba completa tranquilidad. Dicha visión la sonrojó y rehuyó la mirada en el instante que él giró la cabeza, quizás por la sensación de sentirse observado. En eso, el foquito del techo titiló hasta apagarse y el interior del taxi quedó en penumbras.

─Demonios, otra vez ─refunfuñó el taxista, al volante─. La próxima vez cambiaré de mecánico.

─Descuide, así está mejor ─concilió el chico.

─Como diga ─asintió el conductor y por medio del retrovisor, se dirigió a Yor─. ¿A dónde la llevo, señorita?

─Avenida Golbener, cuadra 14. Resid… ¡achís! ─la interrumpió su propio estornudo─ P-perdón, Residencial Rosette…

─Perfecto, estará allá en siete minutos ─le indicó y no volvió a hablar.

─Tenga ─segundos después, el joven le entregó un pañuelo.

─Muchas gracias ─aceptó la tela y se limpió la nariz, muy avergonzada─. En serio, lamento causarle tantas molestias.

─No tiene que disculparse ─sonrió suavemente─. De hecho, me alegra que haya subido: si se quedaba más tiempo afuera, habría pescado un resfriado.

─Si es que ya no lo tengo ahora ─rio un poco, aspirando su nariz─. Por cierto, ¿qué ruta lleva? Me sentiría mal si retrasa sus planes por mi culpa.

─¡No, no, para nada! ─negó─ ¿Creerá que vamos por el mismo camino? Bajaré diez minutos después de su destino.

─¡Vaya, qué coincidencia! ─celebró─ ¿Se dirige a su casa?

─A un hotel. Alquilé un cuarto en la zona residencial, solo hasta que consiga un apartamento más grande ─se acomodó con más holgura en el asiento trasero─. ¿Y qué hay de usted? ¿Quiso aventurarse sola bajo la lluvia?

─Tal vez ─cabizbaja, disimuló su reciente tristeza con una sonrisa─. Es una larga historia…

─Entiendo ─asintió, nervioso─. Heh… no debí preguntar, ¿verdad?

─¡No, por favor, no piense eso! ─sacudió sus manos, preocupada porque malinterpretara su respuesta─ Es que han pasado tantas cosas esta noche, solo quiero llegar a mi casa a descansar…

─Entonces mi intuición no falló: sí estaba en apuros ─dedujo.

─Digamos que sí ─asintió─. Me salvó, señor…

─Loid Forger ─le extendió la mano.

─Yor Briar, mucho gusto ─correspondió a su gesto, muy contenta.

─Igual ─estrechó su mano y al igual que ella, se miraron de tal manera que incluso el taxista sonrió complacido por el escenario reflejado en el retrovisor; hasta que Loid reaccionó y señaló hacia abajo─. Su pierna…

─¿Qué? ─se soltó de inmediato y se cubrió las rodillas con su bolso, pensando que las había dejado muy expuestas.

─Estaba cojeando hace rato ─recordó─. ¿Acaso se hirió?

─¡Ah, eso! ─Yor flexionó su pierna derecha con mucho cuidado y desató el lazo de su zapato para enseñárselo─ No, es que pisé mal y se quebró el taco.

─Oh, ya veo ─Loid tomó el calzado y pese a la oscuridad del auto, lo examinó detenidamente─. Mmm… por suerte, no se ha roto del todo.

─Qué consuelo ─sacudió la cabeza, resignada─. ¿Piensa hacer algo?

─Bueno, no soy zapatero ─sonrió, mientras abría la mochila que cargaba en su regazo para sacar un rollo blanco y pequeño─; pero le aseguro que esta cosa pega lo que sea.

─¿Cinta adhesiva?

─Esparadrapo ─buscó el corte del inicio y envolvió la rotura del taco varias veces, hasta darle firmeza─. ¡Listo! Si vuelve a caerse, demándeme.

─Necesitaré más que su nombre para ello ─bromeó al colocarse el zapato de nuevo y luego se dio cuenta de lo que dijo─. ¡Espere, no crea que lo estoy acosando! Ni siquiera sé por qué mencioné eso…

─Tranquila ─se sonrojó─, me agradó mucho…

─¿Eh? ─por el gesto del muchacho, supo que él tampoco entendía por qué le respondió así; pero toda esa confusión se esfumó cuando el taxi volvió a parar, esta vez frente a un enorme complejo habitacional.

─Residencial Rosette, señorita ─anunció el taxista─. Son veinte dalcs.

─Hecho ─Loid sacó dinero de su bolsillo.

─Un momento, deténgase ─Yor alzó su mano y sacó su billetera─. Ya me ayudó bastante, no abusaré de su consideración.

─Le dije que no es molestia…

─Insisto ─su voz firme bastó para que Loid se abstuviera de pagar.

─Hmp, tiene carácter ─alabó el taxista, contando los billetes.

─Sin duda ─sonrió Loid, más que satisfecho con su actitud─. Camine con cuidado, hay charcos afuera.

─Eso haré ─abrió la puerta, mas no abandonó el auto deprisa─ y tenga por seguro que no me encontrará desvalida otra vez.

─Que así sea ─tomó su mano para despedirse─. Ha sido un gran placer conocerla, Yor Briar.

─Lo mismo digo, Loid Forger ─sonrió─. Le deseo mucha suerte…

Con mucha delicadeza, la muchacha salió del taxi y agitó su mano, viendo cómo el vehículo se alejaba por la carretera; después, subió hasta el décimo piso del condominio por las escaleras y llegó a su departamento, exhausta y más que asombrada por la resistencia del taco arreglado por Loid.

Quitándose el zapato derecho, contempló el vendaje improvisado con una sonrisa boba y no menos de una vez se sonrojó por la nobleza de aquel joven y su facilidad para hablarle, a tal punto que olvidó todos los comentarios insensibles fuera del club y se tumbó boca arriba en el sillón, muy alegre.

─Loid Forger… ─pronunció su nombre con mucha suavidad y como si despertara de algún sueño, se sentó de golpe y movió la cabeza, ruborizada─ ¡ay, Yor, ya basta! ¡Solo fue un chico agradable, no deberías hacerte ilusiones! No es como si fueras a verlo de nuevo…

«De nuevo»: la remota posibilidad de que aquello pasara aceleró sus latidos y al mismo tiempo, la arrastró al borde del pozo del que tanto quería salir… hasta que el chirrido de su teléfono la sacó de sus pensamientos, con un sobresalto y su inevitable caída al suelo por ello.

─«Tienes cinco llamadas perdidas y un mensaje en la casilla de voz» ─se activó la contestadora.

─Genial… aaay, ¿por qué siempre me pasan estas cosas? ─algo adolorida, Yor se frotó un poco las nalgas y con pereza, se levantó para examinar la pantalla del teléfono, donde figuraba un mismo número─ Oh, es Yuri… qué raro que llame tantas veces seguidas, ¿le habrá pasado algo? ─por un momento, pensó en contestarle; pero optó por teclear un botón amarillo.

─«Hermana, ¿qué tal? Espero que estés bien» ─resonó la grabación del susodicho─. «Imagino que estás trabajando, por eso no me respondes… en fin, solo quería decirte que se acerca el cumpleaños de mamá y ya que te dan vacaciones en estas fechas, sería increíble que vengas a casa para celebrar. Cualquier cosa, me avisas por aquí, ¡cuídate mucho!».

─¡La fiesta de mamá! ─Yor se golpeó la frente con la mano─ Eso será en dos semanas, ¿ahora cómo hago para…? ¡Un segundo! ─de pronto, un recuerdo fugaz vino a su mente y corrió hacia su cuarto─ ¡Claaaro, los boletos de avión!

Briar saltó a la cama y abrió su bolso de trabajo, en busca del sobre que Dominic le había entregado en la tarde; leyó cada condición del permiso de vacaciones otorgado por la aerolínea y debajo de las cláusulas, comprobó que el boleto tenía vigencia de un mes para cuatro vuelos de ida y vuelta. La joven sonrió: ¡después de mucho tiempo, por fin volvería a ver a su familia!

Sin embargo, tal como surgió su arranque de emoción, varias dudas la asaltaron… especialmente, las que se relacionaban a las típicas preguntas sobre su vida actual y el buen futuro que debía alcanzar. La idea de no tener nada que contarle a sus padres y hermano la estremeció al punto de mirar los boletos con incertidumbre, mientras recordaba lo único amable que le dijo Sharon esa tarde.

─ / ─ / ─ / ─

─Piénsalo, Briar: no toda tu vida se reduce al trabajo.

─ / ─ / ─ / ─

Yor no supo si reír por la ironía de aplicar el consejo de alguien que la calumnió horas después, o por la inseguridad que volvía a sabotear sus deseos de ser «más normal»; pero desechó todos los problemas que ella misma se había impuesto, guardó los cuatro boletos en otro bolso y dejó su cama, rumbo a su guardarropa: después de todo, un largo viaje a inicios de invierno requería el uso de prendas adecuadas para la temporada.

[…]

Lunes, cinco de la mañana. Según el itinerario de trabajo, sus tres colegas debían ocupar el turno del mediodía y Yor aprovechó la ausencia del fastidioso trío de mujeres para arribar en el primer vuelo disponible, sin ser vigilada por ellas. Pese a ser de madrugada, la plataforma de recepción no estaba muy vacía, dándole a entender que varios aviones se hallaban listo para despegar y a toda prisa, se acercó a uno de los cubículos para embarcarse.

─Buenos días ─saludó Yor, luego miró el cielo oscuro─ o, mejor dicho, buenas noches, ja, ja…

─Días ─corrigió la agente de viaje, no tan animada.

─Claro, días ─sonrió, diplomática y a la vez avergonzada por su error─. Eeeh, ¿c-cuándo saldrá el primer vuelo de hoy?

─En media hora, señorita ─explicó─. ¿Tiene reservación?

─Algo así ─Yor le entregó su boleto de avión y pasaporte─. Es el canje de la aerolínea por mis vacaciones y deseo usarlo para este recorrido.

─Bien ─lo pasó por una máquina de escaneo y registró su nombre completo─. Entonces, ¿confirma su partida a Luwen, a las 5:30 a.m.?

─Por supuesto ─asintió, contenta─. Aún tengo disponibles los otros tres vuelos, ¿verdad? Es que planeo visitar Nielsber en una semana, ¡tengo tantas ganas de conocer otros lugares para contarle a mi familia…!

─Sí, me imagino ─contestó la secretaria con frialdad, sin absolver su pregunta─. Solo queda un asiento en «Clase Turista». Columna derecha, fila veintisiete, junto a la ventana. ¿No le molesta?

─Donde sea, está bien ─se encogió de hombros.

─Listo ─le entregó su pasaje aprobado con su documento─. Vaya a la balanza para que pesen su equipaje, luego entre a la zona de embarque y haga sellar su pasaporte en «Migraciones». Que tenga buen viaje…

Yor apenas dijo un «sí» y por espacio de quince minutos, cumplió con todo el protocolo establecido en el aeropuerto, hasta que la zona de embarque anunció la próxima partida del vuelo a Luwen. Apenas con dos maletas, la muchacha se unió a la fila de pasajeros y fue la penúltima en subir al avión. Tal como se lo había anunciado la secretaria, el vehículo estaba repleto y tuvo que esforzarse un poco para cruzar el pasillo que conducía a los asientos dobles de la columna derecha.

Cuando llegó a la fila veintisiete, la muchacha se percató de que un hombre de chaqueta azul y pantalón café ocupaba el asiento contiguo, con un sombrero grande que cubría todo su rostro: al verlo recostado e inmóvil, Yor dedujo que el pasajero no había dormido toda la noche y aunque no era tan afecta a compartir su espacio con desconocidos, un extraño sentimiento de compasión hacia él la previno de despertarlo hasta acomodar bien sus maletas.

─Ay, no es cierto ─resopló al notar que la cabina de arriba estaba llena a la mitad con el equipaje de aquel hombre y echó su bolso abierto al hombro para tener las manos libres─. Si arrimo esa mochila, tal vez quepan mis valijas ─quiso moverlo con una mano─. Mmm, ¿no se puede? Basta, Yor, solo hazlo…

Su discreción pasó a segundo plano y empezó a frustrarse con el nulo éxito de su plan, por lo que empujó más seguido y fuerte, golpeando varias veces la pared de la cabina. A punto de rendirse, la mochila finalmente fue movida y, por obra de la inercia, el bolso se balanceó tanto que dejó caer un libro grueso encima del pasajero durmiente.

─¡Santo cielo! ─se horrorizó Yor, al oír el quejido del hombre que se inclinó hacia adelante para frotarse la nariz─ ¡Mil disculpas, señor, no fue mi intención despertarlo así! B-bueno, sí quería avisarle que se moviera un rato, ¡pero no de esa manera! ─divagó, bastante nerviosa─ ¿Se encuentra bien? ¿No le hice ningún daño?

─Rayos ─siseó entre dientes─, t-tenga más cuidado…

Un repentino impulso la movió a aproximarse al extraño y cuando este levantó su rostro, todo quedó en suspenso al igual que ellos, como si el mundo hubiera desaparecido a su alrededor.


N.A.:

¡Buenas noches a todos! Después de un largo tiempo, vuelvo a publicar… bueno, en sí, esta historia la tengo en el tintero desde hace varios meses, pero por temas de trabajo y cierta dificultad para plasmar mis ideas, recién me doy el valor de postearlo :"v (y claaaro, está una apuesta que hice con unas amigas del fandom de Spy x Family, por el regreso de TwiYor en el manga XD).

Y hablando de ellos, me animé a empezar (bastante tarde :"v) el TwiYor Valentine Week con un AU donde Loid y Yor tienen la oportunidad de enamorarse en medio de un viaje sorpresa, muchas casualidades y sobre todo, su inmenso deseo de ser ellos mismos… porque si hay algo que caracteriza a esta bella pareja es la poderosa química que los envuelve, una vez que se encuentran: ¡es que son tan lindos, los amo un montón! :3

Ya que la historia está prevista para ser un long-fic, espero no demorar mucho en publicar los siguientes capítulos, así que solo me queda desearles mucha satisfacción con esta primera parte, que se vienen muchas cosas emocionantes para nuestros tortolitos TwT, ¡muchas gracias por sus lecturas y reviews, que tengan buena suerte! :D