IV. Inquietud carmesí

Sakura no estuvo preparada para lo que pasó a continuación. El rojo intenso reflejándose en su propia mirada jade. Sin lugar a dudas, los ojos de Sasuke eran impresionantes, no sólo por el profundo carmesí del Sharingan que en ese momento brillaba, sino por la profundidad misma de sus órbitas. Por un momento, ella no pudo apartar la mirada, o más bien no quiso; algo en esos ojos la invitaban a mantener el contacto visual.

Durante la primera valoración que le hizo, había podido observar vagamente sus rasgos; sin lugar a dudas, sus facciones seguían siendo como los recordaba durante su época gennin; solo un poco más maduras. Se dio cuenta con tristeza que cada vez que se encontraban, él se volvía más extraño para ella; como cuando se volvieron a ver en la guarida de Orochimaru. Y una vez más durante la guerra. Seguía siendo él, pero al mismo tiempo se sentía tan diferente.

— Todo en orden. — dijo obligándose a apartar la mirada y regresando a su trabajo. — Parece que el Rinnegan ha sabido coexistir con tu chakra así que dudo que afecte la visión del ojo derecho, pero ante cualquier anomalía no vaciles y ven a revisión.

La pelirosa se alejó del banco en donde su compañero se encontraba y se quitó los guantes para registrar los últimos datos en el expediente. Sasuke desactivó entonces el Sharingan.

— Bien, creo que ya es todo. Por favor, dile a Shizune-san que todo está registrado… debo seguir atendiendo a alguien más.

Después de anunciar esto, la medic-nin se lanzó en dirección a la puerta.

Sasuke se preguntó sí la huida precipitada de la pelirosa había tenido que ver con él activando el Sharingan de imprevisto. Se maldijo por lo bajo, seguramente ella recordaba con amargura el Genjutsu del que fue víctima durante la guerra. Inexplicablemente siempre terminaba usando su poder contra ella y la lastimaba. El Uchiha se preguntó si esto pasaba porque la frialdad y el arrebato era lo único que podía usar como escudo entre ambos.

Se había mantenido alejado de ella desde que había sido liberado precisamente para no tener que enfrentarse a esos ojos verdes. No se sentía digno ni de siquiera saludarle, no después de todo lo que había hecho hasta hace poco. A él no le interesaba si los demás le llegaban a odiar, pero si esa cálida mirada que siempre le regalaba se llegase a perder, entonces ya no habría nadie más que creyera en él.

Muy en el fondo, y aunque le costara aceptarlo, siempre se sintió incómodo ante su presencia, porque ella era la única que podía juzgar sus acciones; su opinión era la única que realmente le importaba. Por eso había sido fácil sentir su mirada jade escudriñándole durante su primer encuentro en el hospital, del mismo modo que sintió su presencia días antes en esa celda. En ambas ella mostró un semblante inquisitivo pero receloso.

Sabía perfectamente de los sentimientos de la pelirosa, esos que siempre le profesó y de los cuáles nunca se sintió avergonzada incluso cuando el Uchiha cayó a su punto más bajo como ser humano; precisamente por eso, y porque él era un ex convicto que no podía ofrecer nada, no quería ni podía darle esperanzas falsas ahora que parecía volver a su sendero. La distancia era el mejor tratamiento para ambos. Ella necesitaba encontrar a alguien más. Alguien digno.

Sin pensarlo más, tomó su capa y se marchó también.

Cuando ya se había internado en las calles que tantas veces había recorrido cuando era niños, Kakashi le interceptó.

— Veo que vienes del hospital, ¿qué tal van los estudios de tu rinnegan?

— Bien

— Supongo que es bueno. ¿Vas rumbo a tu departamento?

— ¿No deberías estar haciendo trabajo de Hokage?. — Cortó con celeridad la charla de su ex maestro. El cabecilla de Konoha no portaba su uniforme oficial y llevaba en sus manos el mismo libro que lo había acompañado toda su juventud.

— Técnicamente sí, pero necesitaba pedirte un favor… uno un tanto peculiar.

El pelinegro frunció el entrecejo. No le gustaba para nada que Kakashi ahora le usara a su antojo aprovechándose de que estaba libre gracias a él.

— Hemos encontrado cuerpos en la frontera noreste, pero ni el equipo de Sunnagakure ni el equipo ANBU de Konoha han encontrado indicio alguno del culpable...

— Y quieres que yo sea quien lo encuentre.

El peliplata sonrió ante la perspicacia de su alumno.

— Algo me dice que el culpable se esconde en la aldea. Por ello necesito a alguien que pueda moverse entre las sombras y pueda reportarme.

Debido a la guerra, Konoha estaba pasando por problemas de personal y los altos mandos no podían simplemente militarizar la aldea sin levantar sospechas con las demás aldeas o entre sus propios habitantes. En los próximos días la aldea se llenaría de personas importantes y a Kakashi no le apetecía cancelar sus visitas por problemas de seguridad interna.

Si los rumores de que hubo asesinatos en la frontera con Sunnagakure se esparcieran, era cuestión de tiempo para que las demás naciones se volvieran recelosas y cerraran toda oportunidad de alianza, sin contar que los señores feudales retirarían su apoyo económico; por eso Kakashi, como nuevo Hokage que era, debía resolver el caso antes de que los exámenes Chunnin se llevaran a cabo.

— Ya hablé con el consejo y están de acuerdo en que te considere para la misión. Tómalo como una forma de ganar puntos a tu favor para tu próximo juicio.

Sasuke sabía que era una oportunidad para librarse de la seguridad que le habían impuesto desde que dejó la prisión, pero le disgustaba de igual manera tener que trabajar bajo el mando de Konoha nuevamente. Aunque Kakashi ahora era el nuevo líder (y además había estado limpiando el nombre de su hermano); y con ello había esperanza en el nuevo sistema que se estaba forjando, eso no borraba el pasado, ese donde la villa fue la única culpable de todo lo que le había sucedido a su clan.

El último descendiente Uchiha apretó la mandíbula en vacilación.


— ¡Debes estar bromeando!.

Tsunade le lanzaba una mirada fulminante al pelinegro, consecuencia del reciente anuncio de su sucesor.

— Aunque la aldea esté pasando por bajas, no me parece correcto que pongas al Uchiha en esto.

— El consejo tendrá que aceptarlo paulatinamente. Además él sigue siendo un shinobi de Konoha.

— Darle libertad para investigar en la aldea me parece una completa estupidez.

No era un secreto que la nieta del primer Hokage no confiara en el Uchiha. Ya lo detestaba con suficiente fuerza por todo lo que había hecho sufrir a su alumna, así que no podía estar más en desacuerdo de verle pasear por las calles de la aldea sin seguridad después de los problemas en los que se vio envuelta la aldea por su pueril carácter.

Al ver que no ganaría la discusión con el hijo del Colmillo Blanco, se dio por vencida y decidió confiar una vez más en el criterio del peliplata, a fin de cuentas, Kakashi nunca hacía nada sin un buen plan de por medio. Se dirigió entonces al último sobreviviente Uchiha.

— Muy bien, entiendo. Pero escúchame bien, muchachito: si vuelves a hacer una estupidez que ponga en riesgo la alianza shinobi o a la aldea, yo seré tu juez en tu próximo juicio. — amenazó. — Y tu. — Se giró nuevamente hacia el Sexto. — Espero que no termines equivocándote, Kakashi.

— Lo espero también — . Contestó el Sexto con una sonrisa.

Antes de dejar la oficina que hasta hace poco fue suya, Tsunade se volvió y le lanzó una advertencia final al pelinegro, una más directa y fría que la anterior:

— Y manténte alejado de Sakura.

Sasuke se sintió incómodo ante esas palabras y se revolvió en su lugar levemente. Ese comentario y la sonrisa tonta de Kakashi disculpándose por la actitud de la Quinta, le hizo preguntarse si había sido buena idea aceptar la oferta.

— Bien, ¿cuál es la información qué tienen? — Cambió de tema súbitamente.


— Sakura-san… etto. ¿Sakura-san?

Haruno había estado tan absorta en sus pensamientos que no se dio cuenta de que había colocado con demasiada fuerza la banda del tensiómetro y lastimaba el brazo de su paciente.

— Lo siento. — Se disculpó inmediatamente avergonzada por su error.

— Has estado muy distraída, ¿todo en orden? — preguntó su acompañante, un chico un poco mayor que ella.

— Perdón, Yoshida-san. — Rápidamente, Sakura corrigió el aparato y comenzó con su tarea en las condiciones idóneas.

— Llámame Maru, por favor. Somos de la misma edad… ¿Crees que después de esto ya pueda usar mi chakra cómo antes?

— Lo más probable es que sigas sin poder realizar Ninjutsu; pero de acuerdo a los últimos resultados los canales de chakra están volviendo a su normalidad.

Al igual que Sasuke, el joven había estado asistiendo al hospital por problemas en el manejo de chakra y desde entonces él y Sakura habían conversado su condición. El joven era hijo de una familia forjadores de las mejores herramientas ninjas de la aldea, pero durante la guerra tuvo que dejar la fragua y alistarse para pelear por la aldea. Ahora que todo había cesado, él tenía que volver al trabajo y mantener a su madre ahora que su padre había muerto en batalla; no podía darse el lujo de dejar de utilizar Ninjutsu. Sakura se preguntó si a pesar de que la guerra concluyó hace casi 6 meses, este tipo de semblanzas seguirían contándose dentro de los siguientes años; también se preguntó si a pesar de todo, ella había corrido con mucha suerte de no haber perdido a ninguno de sus seres queridos; y eso incluía al equipo Siete.

— Bueno, me siento mejor con esa esperanza. Muchas gracias. — El joven se levantó. — Bien, me retiro, debo abrir el taller. Cuando veas a Naruto, agrádecele nuevamente por haberme rescatado ese día, y que esa comida con ramen sigue en pie.

— Claro que sí. — Otro fan, pensó la chica.
En cuanto la habitación se quedó vacía, Sakura soltó un suspiro de derrota.

Toda la tarde había estado pensando en el encuentro con Sasuke. Se sentía molesta conmigo misma por haber huido así del consultorio, y otra parte se sentía enojada con él por hacerle más difícil su trabajo. Sasuke siempre encontraba una manera de saturar su mente.

Tenerlo así de cerca la hizo agobiar. Quería abrazarlo, quería preguntarle si lo habían tratado bien en esa prisión, quería… simplemente saludarle y preguntarle cómo se encontraba.

Decidió que no lograría nada sobrepensando en el asunto así que tomó sus cosas y lo dio como un día.