DISCLAIMER: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer pero todo lo demás es mío.

Grupo de Facebook: Feeling the Reading: Bella Bradshaw

.

🌊 ❤️ 🌊

.

Mi llegada a Londres es mucho menos dramática que en veces anteriores. No hay llantos ni tristezas ni y si… Porque ahora sé que lo que tengo con Edward va hacia delante y se viene conmigo vaya a donde vaya.

Pese a que insistí en que nadie me viniera a recoger, mi madre está esperándome tras la puerta de llegadas.

-Mamá- digo abrazándola.

-Bella, ¡qué bien te veo!- dice mirándome de arriba abajo- ¿estás un poco morena?

-Vivo en España- explico encogiéndome de hombros.

-Ven, vamos a casa- dice intentando coger mi maleta.

-Yo puedo, tranquila, ¿papá?

-A comprar unas cosas para la cena de esta noche.

-¿Vamos a ser muchos?

-Unos diez o así. Vamos al coche, tienes que estar quedándote helada- dice frotando su mano contra mi brazo.

La verdad es que en Londres ya es otoño. Aun no hace frío como tal pero no puedes salir a la calle sin un pantalón largo y una chaqueta.

De camino a casa de mis padres le cuento a mi madre cómo es mi vida en Barcelona.

Una vez estoy en mi antigua habitación escribo a Edward diciéndole que ya he llegado y me invade un antiguo sentimiento, es como hace años cuando volví de Ibiza. Aunque ahora todo es diferente, sin duda hay muchos aspectos que se están repitiendo y el volver a estar en esta casa, en esta habitación hace que esos recuerdos vuelvan con más fuerza que nunca.

Hace años que no duermo en casa de mis padres. Desde que conseguí trabajo en Londres me mudé, al principio a un piso terriblemente pequeño y luego cuando conocí a Leo me mudé a su casa. Si he dormido fuera, siempre lo he hecho en casa de mis amigas.

Justo me acuerdo de escribir por el grupo de whatsapp de las cuatro informándolas de que estoy aquí. Lauren se ha convertido en una amiga a distancia, pues hace casi un año que no la veo pero nos mantenemos al tanto la una de la vida de la otra mediante mensajes.

Me pongo a deshacer la maleta y cuando abro el armario me encuentro ropa de otra vida.

Un trench que pienso usar hoy mismo y que me compré el segundo año de universidad. Puedo recordar llevarlo por las calles de Nantes en mi erasmus.

Unos zapatos de tacón estilo peep toes color nude que estaban de moda en 2010. Recuerdo que solo me los ponía si el plan era ir en taxi hasta la puerta y luego estar sentada. Con casi 13cm de tacón andar con ellos era imposible.

Y al fondo del armario, en una percha, estaba un top blanco de crochet.

Le recuerdo.

Es el top blanco que llevé a Ushuaïa el primer día, el día que conocí a Edward.

Le saco del armario y le miro con detenimiento. Sigue igual.

No puedo evitar intentar probármelo de nuevo. Mi cuerpo no ha cambiado demasiado desde entonces y me debería valer.

Efectivamente me queda tal y como lo recuerdo.

Desde luego no me pega nada llevarlo en Londres pero podría usarlo de nuevo en Ibiza así que lo meto en la maleta.

Para cuando he terminado de colocar la ropa, mi madre me llama avisándome de que ya está la comida.

Cuando bajo veo a mi padre y le felicito animándole a jubilarse, cosa que rechaza.

Ya sé de quién saqué la afición por el trabajo.

Por la tarde salimos a pasear por el barrio encontrándonos a algunos vecinos que hacía tiempo que no veía.

Sé que hay un elefante en medio de nosotros que nadie quiere sacar, el elefante se llama Leo, pero es el cumpleaños de mi padre y no quiero tenerle presente.

La cena es muy amena, vienen algunos amigos de mi padre y cuando yo me subo a dormir, la mayoría aún no se han ido.

Antes de meterme en la cama intercambio algunos whatsapps con Edward y con mis amigas. He quedado con Victoria y con Rose para comer mañana.

Elegimos un restaurante que no quede lejos de sus trabajos para que tarden lo menos posible en llegar.

Cuando salgo de la boca de metro, ellas me estaban esperando allí.

-¡Bella!- me llaman antes de acercarse a saludarme dándome un abrazo.

No me había dado cuenta de cuanto echaba de menos estar las tres juntas.

Antes de que nos traigan la comida nos ponemos al día, sobre todo Rose y yo que es con la que más tiempo llevo sin hablar.

Me enseña fotos de su niña, la cual es igual que Emmet.

Luego me ponen al día de la vida de gente que conocemos, divorcios, cuernos, hijos, bodas…

Hasta que hay un momento de silencio y sé que es el momento.

-Te veo feliz- me dice Rose pinchando un trozo de atún rojo.

-Lo estoy- sonrío mirando al plato- Barcelona me ha hecho crecer no solo profesionalmente si no también personalmente. Me siento muy yo misma allí.

Victoria me mira disimuladamente y Rose la ve.

-¿Solo es Barcelona?- pregunta mirándome fijamente.

Me río porque sé que no tengo escapatoria.

-Hay una persona en mi vida que me hace muy feliz- confieso.

-¿Sí? ¿Un chico español?- pregunta contenta.

-No, en realidad es estadounidense- digo dando un trago a mi vino.

-Mejor, así no tenéis la barrera del idioma por medio. ¿Y cómo os conocisteis?

-Le conocí hace años- confieso mirando a Victoria.

-¿Hace años? ¿Le conocemos?

Asiento.

-Le conocí hace cuatro años, en Ibiza. No sé si te acordarás de él.

Rose me mira fijamente.

-¿El dj no?

-Sí, Edward- sonrío.

Suspira sonoramente.

-No sabía que habíais mantenido el contacto- dice mucho más seria.

-No lo hicimos. No supe nada de él durante años pero el año pasado cuando fuimos a Ibiza por mi despedida nos volvimos a ver.

-Madre mía…- dice llevándose la mano a la frente- que desapareciste dos días.

-Sí.

-¡Pero luego fue tu boda!

-Lo sé.

-¿Mantuviste una relación paralela? ¿Por eso te divorciaste de Leo?

-No. Ni si quiera sé si estamos juntos ahora, he pasado todo este fin de semana en Ibiza con él y hablamos mucho pero no hay nada formal aun. Dejé a Leo porque él no es lo que busco y yo no soy lo que él busca.

-Joder- dice dando un gran trago de vino- ¿tú lo sabías?- le pregunta a Victoria.

-Sabía que había vuelto a verle sí.

-Después de tantos años…- dice con la mirada perdida- Ha pasado mucho agua por el puente pero si después de tanto tiempo volvéis a estar juntos, ¿es porque él es tu persona?

-Creo que sí. Con él es diferente, como con él no ha sido con nadie- confieso.

-¿Ni con Leo?

Niego con la cabeza.

-Me estalla un poco la cabeza la verdad. ¿Y Leo qué dijo?

-No lo sabe.

-¿Cómo que no lo sabe?- pregunta frunciendo el ceño.

Niego con la cabeza.

-Él no sabe nada de Edward. Ni lo que pasó hace años, ni lo que pasó el año pasado ni mucho menos lo de ahora. Solo le conoce de cuando pinchaba en el Linx.

-En algún momento tendrás que hablar con él- me dice Victoria.

-Cuento con ello. De hecho quería hacerlo esta tarde o mañana, necesito el divorcio. Legalmente necesito romper el vínculo con él.

Ambas se miran.

-¿Qué?

-Ha venido a casa algunas veces- me dice Victoria.

-A la mía también- dice Rose.

-¿En serio?- pregunto sorprendida- ¿por qué no me habíais dicho nada?

-Porque tú estabas en Barcelona y no queríamos preocuparte.

-¿Y por qué va?

-A mi casa al principio venía en calidad de amigo, como si siguierais juntos.

-A mí igual, luego ya empezó a preguntar por ti. Y era un poco incómodo porque yo sabía que tú no querías mantener contacto con él.

A mi mente vuelven los recuerdos de las semanas antes de aceptar el trabajo en Barcelona cuando me esperaba fuera de la oficina.

-Siento mucho haberos puesto en esa situación.

-Por eso creo que tienes que hablar con él. Dile que estás con otra persona y a ver si con eso su cabeza hace clic y acepta que lo vuestro se acabó para siempre.

-Prefería mantener el divorcio sin terceras personas. He estado investigando y hay que alegar causas para la separación.

-Divorciarse no es fácil, es un mal trago. Pero si quieres ser feliz tienes que cerrar esa puerta ya- me dice Victoria.

-Lo sé.

Terminamos de comer hablando de temas mucho más banales y quedamos para cenar un día antes de que me vaya.

Cuando vuelvo a casa mis padres no están así que llamo a Edward para hablar con él.

Me cuenta que sigue en Ibiza descansando y preparando el viaje. Que se pasa las mañanas en la playa y las tardes en la piscina de la villa.

Yo le cuento lo que he hecho hoy y cuando la llamada finaliza me quedo con el móvil en la mano.

Voy a contactos y busco el número de Leo.

Se me revuelve el estómago y me sudan las manos tan solo de pensar en volver a hablar con él.

Tras 20 minutos mirando la pantalla del móvil acepto que no tengo valor para llamarle a su número personal y busco en google el de su oficina.

Su secretaria contesta y pido una cita con él mañana por la mañana.

Ceno restos de la cena de ayer frente al televisor y cuando me voy a la cama sé que no voy a poder dormir bien. De hecho me desvelo varias veces por la noche y cuando suena el despertador no me siento descansada.

Hace un día completamente otoñal, está lloviendo y hace aire. Así que me visto con vaqueros y un jersey.

Leo trabaja en el distrito financiero, en el centro de la ciudad. Así que tengo algo más de una hora de trayecto.

Cuando llego a su oficina noto que su secretaria me reconoce pero no me dice nada, después de todo estará al tanto de la separación.

Tengo el estómago revuelto.

Las manos me sudan y están frías.

No puedo evitar mover mi rodilla derecha de arriba abajo.

Y cuando la puerta del despacho se abre, juro que estoy a punto de vomitar.

-Que pase mi mujer- dice su voz desde la puerta.

Me giro a mirarle.

Está serio.

Vestido con un traje azul marino sin chaqueta y con corbata roja.

Me levanto con piernas temblorosas evitando mirarle a la cara.

Paso a su lado y su fragancia me invade.

Me teletransporta a cuando vivía con él.

Me siento en una silla frente a su escritorio y cuando él se sienta frente a mí comienzo a hablar.

-No soy tu mujer Leo-

-Vaya, veo que no vienes a pedir perdón- dice riendo sarcástico- aun así sí eres mi mujer.

-Solo en aspectos legales.

-¿Y qué aspectos hay más importantes que el legal?

-¿El emocional por ejemplo?- le pregunto retóricamente.

-Ya sé que no me quieres y que nunca me has querido.

-Eso no es así, yo sí te he querido, tal vez no como se debe querer a una pareja pero sí como se quiere a alguien a quien aprecias.

-Oh, que me aprecias- se vuelve a reír irónicamente- no se notó el aprecio cuando no me contestabas las llamadas, ni cuando te largaste sin decirme nada.

-Estábamos separados. No es como si un día te hubieras levantado solo en la cama sin saber dónde estaba.

-¿Separados? Una mierda- dice dando un golpe en la mesa.

-Te lo dije antes de irme de casa esa noche- le recuerdo.

-Pensé que ibas a volver.

-Yo fui muy clara- me defiendo.

-Los matrimonios no se acaban así, las relaciones no se acaban así- me reprocha- eres experta en abandonar.

-¿A qué te refieres?

-Cuando las cosas se ponen difíciles abandonas. A mí me dejaste de la noche a la mañana, ¿tu trabajo? Lo dejaste, tu casa, tu coche… pero siempre actúas así. Hace años discutiste con Rose, cortaste relación con ella sin mirar atrás durante meses. Con tus compañeros de tu antiguo trabajo igual. Un día te levantas y decides que ya no quieres saber más de determinadas personas y las eliminas completamente de tu vida sin razón. No eres de fiar.

Por primera vez desde que entré en la oficina me quedo callada.

¿Soy una persona que abandona?

Las palabras de Edward vienen a mi cabeza: No puedo fiarme de ti.

-Muchas noches me he estado preguntando si estabas con otro. ¿Y sabes qué pensamiento era el que me calmaba? Que también le abandonarías, tarde o temprano le harías lo mismo que yo. Se te olvida razonar y solo actúas por impulsos. Nunca podrás tener una relación larga y estable, no tienes madera para ello.

-Cállate- le digo con rencor.

-Lo siento cariño, pero te conozco mejor que tú misma- me guiña un ojo.

Me río irónicamente.

-Tú no sabes nada.

-¿A qué has venido Bella?

-Quiero el divorcio- digo sacando los papeles ya firmados de mi bolso.

Leo rompe a reír como si fuera lo más gracioso del mundo.

Dejo caer los papeles encima de su mesa.

-No voy a firmar- dice parando de reír y mirándome fijamente.

-No voy a volver contigo.

-Lo sé.

-Pues firma.

-Creo que no. Me he informado y tienen que pasar dos años de separación si es de mutuo acuerdo y cinco si no lo es. Y yo no estoy de acuerdo con la separación.

Las lágrimas comienzan a acumularse en mis ojos.

-¿Qué ganas con todo esto?

-Lo he pasado muy mal Bella. Y para ti ha sido todo fácil, es justo que seas tú la que no reciba lo que quiere ahora.

-¿Me castigas no dándome el divorcio?

-Te castigo no dándote lo que quieres así como tú lo hiciste conmigo. Tú me esquivabas, no me diste un cierre y yo no te doy el divorcio por la vía fácil.

-Estupendo, muy maduro.

-Hablamos en cinco años- dice señalando la puerta.

-Eres un cabrón psicópata- digo cogiendo los papeles y dándome la vuelta hacia la puerta.

Antes de salir y sin girarme a mirarle le digo:

-De todos los errores que cometeré en mi vida tú serás siempre el peor. Nunca debí casarme contigo y encontraré la manera de librarme de ti cuanto antes- le aseguro.

-Suerte- me dice antes de que abra la puerta y salga.

Salgo de la oficina dando un portazo y antes de que las puertas del ascensor se cierren estoy llamando a mi abogado.

.

El miércoles por la tarde acudo a la oficina de mi abogado el cual me dice que la situación no es nada favorable para mí y que la opción del divorcio rápido no es viable en mi caso. Que en el mejor de los supuestos Leo recapacitará y la espera será solo de dos años y en el peor de cinco.

Salgo muy contrariada y enfadada de la oficina.

¿Cómo es posible que la ley te obligue a permanecer unida a una persona en pleno siglo XXI?

Esa noche durante la cena les pongo al día a mis padres.

-Es solo un papel, puedes seguir haciendo tu vida aunque legalmente sigas casada, como hasta ahora.

-Pero no quiero, quiero mi libertad. Quiero volver a ser una persona independiente.

-Bueno Leo no ha sido el peor marido del mundo, no creo que vaya a Barcelona a reclamarte nada.

-Solo faltaba- digo irónicamente.

-¿Por qué estás tan enfadada?

-¡Porque quiero cerrar esa etapa ya! No fui yo misma, no sé en qué coño pensaba para casarme.

-En que os queríais- acota mi madre.

-No, que va. Yo nunca he estado enamorada.

Mis padres me miran frunciendo el ceño.

-A mí nunca me dio la sensación de que no os quisierais.

-¿Por qué? ¿Porque veníamos los domingos a comer? Eso que vosotros veíais era tan solo una pequeña ventana de la realidad. Veo a mis amigas felizmente casadas y no encuentro ni una sola similitud con mi matrimonio con Leo.

La mesa se queda en silencio durante varios minutos.

-Entonces confía en que él cambie de opinión- dice mi padre levantándose de la mesa y tocándome el hombro al salir.

Paso una noche horrible.

Repaso la conversación con Leo una y otra vez en mi cabeza.

Me vuelven recuerdos de la boda, recuerdos que hace meses que no pasaban por mi cabeza.

Y su frase diciéndome que no tengo madera para las relaciones y que siempre fracasaré no para de repetirse en mi cabeza.

El jueves estoy hecha un asco.

Cara pálida, ojeras…

Ignoro el móvil, no quiero hablar con nadie y agradezco que mis padres no estén abajo cuando bajo a desayunar.

Salgo a pasear por el barrio y poco a poco los caminos asfaltados se van convirtiendo en caminos de tierra cubiertos por hojas. Sigo el sendero cruzándome con algunos runners hasta que llego al río.

Me paro en la orilla y pienso.

Lo primero que venir a Londres ha sido una mala idea porque no ha servido para nada.

Bueno sí, ha servido para darme de bruces contra la realidad.

Nada queda de la felicidad con la que aterricé desde Ibiza el otro día.

Voy a seguir casada años, atada a él. Seguiré siendo la mujer de Leo Hastings por tiempo indefinido.

Y eso hace que me replantee todo con Edward.

¿Cómo voy a arrastrarle a esta situación? Ya fue bastante malo ocultarle que estaba prometida cuando me acosté con él el año pasado, recuerdo su reacción cuando se enteró, así que no quiero ni imaginarme cómo será cuando le diga que voy a seguir siendo una mujer casada unos años más.

E indistintamente de eso, es injusto para él.

Conocerá a mis padres algún día desde un papel secundario, a mis amigos, a mis vecinos… porque seguiré siendo la mujer de Leo Hastings. Y Edward se merece mucho más.

Y luego las palabras de Leo…

He estado pensando y quizás es cierto que abandono o abandonaba. No es algo que haga premeditadamente, es que cuando un lugar o unas personas ya no me aportan y no me hacen sentir cómoda siento que es momento de decir adiós.

El enfado que tuve con Rosalie hace años fue diferente, nos distanciamos sí, pero ambas estábamos enfadadas. Cuando pasaron los meses y las cosas se calmaron, hablamos y a día de hoy la relación es muy buena.

Con Leo llevaba meses queriendo huir de casa. El trabajo me había permitido ausentarme de mi matrimonio y eso hizo que durase.

Pero con Edward… con Edward ya lo estropee una vez y ahora no quiero perder lo que tenemos, así sea solo amistad, le quiero en mi vida.

No puedo negarme que Leo había metido en mí un temor, el que yo alguna vez pierda el interés en mi relación con Edward y vuelva a abandonar, vuelva a sentirme oprimida dentro de una relación.

No podía imaginar que eso me ocurriese con él pero existía la posibilidad. Las relaciones cambian con los años. También estuve emocionada con Leo al principio.

Mis pensamientos son interrumpidos por mi teléfono sonando.

Es Rose.

-¿Ey sigues en Londres?

-Sí- digo dándome la vuelta y comenzando a caminar hacia casa de mis padres.

-Vente a casa a comer. Estoy teletrabajando, Emmet no está y así ves a Sophia.

Podría intentar negarme pero eso levantaría más interrogantes así que respondo que sí.

Veo que tengo whatsapps de Edward pero no quiero hablar con él hasta que no sepa cómo le voy a explicar todo.

Necesito pensar en esa conversación primero.

Es probable que esa charla sea la última.

Sophia es un amor de bebé.

Risueña y tranquila.

Se duerme en mis brazos después de que Rose le diera de comer.

La mezo unos minutos antes de dejarla en la cuna del salón para ir a comer.

-Oh Rose te has pasado- digo viendo la mesa.

-Tienes que comer cosas de aquí. Ya comerás cosas españolas cuando vuelvas a Barcelona.

Me río mientras me siento en la silla y me sirvo una porción de pastel de carne.

Hablamos un poco sobre su trabajo pero se da cuenta de que no estoy al cien por cien en la conversación.

-¿Qué te pasa?

-Nada- sonrío.

-No me mientas, no soy Victoria pero puedes hablar conmigo.

-Lo sé- suspiro- he estado moviendo lo del divorcio, he hablado con los abogados y con Leo.

-¿Le has visto?

-Sí, por desgracia- digo poniendo mala cara.

Rose frunce el ceño y los labios.

-No quiere ponérmelo fácil, quiere agotar hasta el último minuto. Nos vemos en cinco años me dijo.

-¿En serio? ¿Él quiere estar con una persona que no quiere estar con él? No es muy inteligente.

-Es egoísta, es su forma de devolverme el golpe por haberle dejado.

-Es una putada, pero mañana volverás a ser la Bella de hace cinco días, que vive su vida, es independiente, tiene un par de ovarios y Leo no formará parte de tu día.

-Ya pero sigo casada.

-Pero como si no.

-Pero quiero empezar algo con otra persona.

-Con Edward.

-Sí.

-Puedes hacerlo, nada lo impide.

-¿Y si él no lo acepta? Cuando descubrió que estaba casada se lo tomó fatal.

-Porque te acostaste con él sin decírselo. Habla con él, seguro que no le importa.

-No le va a hacer gracia- digo removiendo el puré de patatas en mi plato.

-Si quiere estar contigo, lo aceptará. No es como si le fueras a ser infiel con Leo. Si queréis construir una relación larga y duradera, este tiempo no va a significar nada a largo plazo.

-Pero nuestra relación, o si llegamos a tenerla, es débil y está empezando, y ahora esto… Es un lastre.

-Habla con él.

-Sí, sí, sí lo voy a hacer. Cuando llegue a Barcelona.

-Casi que mejor llama ahora. Porque te conozco y tu cabeza va muy rápido imaginando situaciones catastrofistas.

-No, en serio, quiero pensar cómo decírselo.

-Sé sincera y ya- me aconseja.

La sonrío y cambiamos de tema.

Victoria nos hace videollamada desde la oficina cuando estamos por el postre.

Aprovecho a despedirme de ambas y recordándoles que pueden venir a Barcelona cuando quieran.

Cuando llego a casa contesto los whatsapps de Edward pero quizás no le pongo la misma emoción que antes. No puedo ocultar que estoy preocupada.

Ceno con mis padres y subo a hacer la maleta.

A la mañana siguiente me levanto demasiado pronto, a las seis.

Estoy cansada pero no puedo dormir más así que me levanto, desayuno y repaso con calma que lleve todo en la maleta.

Mi madre se empeña en llevarme al aeropuerto.

Así que allí es donde tiene lugar la despedida.

Edward me llama cuando estoy a punto de embarcar y no me queda más remedio que cortar la llamada porque no puedo hablar en ese momento.

Llego a Barcelona al medio día.

Nada más poner un pie fuera del avión es como si Londres no existiese.

Aquí hace sol y calor. El blazer que traía puesto me sobra, me la quito y la llevo colgando del brazo.

El camino a casa en taxi se me hace bastante corto en comparación con otras veces.

Mi casa huele a cerrado así que lo primero que hago es subir persianas y abrir ventanas.

Luego deshago la maleta y finalmente cojo el móvil.

No tengo demasiados mensajes y ninguna llamada perdida.

Me siento en el sofá y sé que ha llegado el momento.

Tengo que llamar a Edward y contárselo.

Y aunque espero que lo entienda, si no lo hace, lo aceptaré.

.

🌊 ❤️ 🌊

.

¿Alguien puede decirle a Bella que deje de ignorar a Edward? ¿Qué creéis que pasará ahora? ¿Edward lo entenderá? ¿Perdonará a Bella por haberle estado ignorando estos días? ¿Cómo se solucionará lo del divorcio?

Como ya sabéis review = adelanto, muchas gracias por viajar a Ibiza (Londres) un capítulo más.

La semana que viene no podré actualizar Lo siento pero… la vida adulta es así.

Nos leemos!