Descargo de responsabilidad: Twilight y todos sus personajes pertenecen a Stephenie Meyer, esta espectacular historia es de fanficsR4nerds, yo solamente la traduzco al español con permiso de la autora. ¡Muchas gracias, Ariel, por permitirme traducir al español esta historia XOXO!

Disclaimer: Twilight and all its characters belong to Stephenie Meyer, this spectacular story was written by fanficsR4nerds, I only translate it into Spanish with the author's permission. Thank you so much, Ariel, for allowing me to translate this story into Spanish XOXO!


No encuentro palabras para agradecer el apoyo y ayuda que recibo de Larosaderosas y Sullyfunes01 para que estas traducciones sean coherentes. Sin embargo, todos los errores son míos.


|10|

La esposa del fabricante de ataúdes y el aprendiz de boticario llegaron al pueblo poco antes del anochecer. Los días se hacían cada vez más cortos a medida que se acercaba el otoño. Pronto llegaría el equinoccio y el mundo se sumiría en la oscuridad, preparándose para la hibernación.

Bella les encontró alojamiento en una posada cerca de las afueras del pueblo, y mientras ella regateaba por dos habitaciones, Jasper se ocupó de los caballos y de Bear, asegurándose de que todos estuvieran bien abrevados y alimentados para pasar la noche.

Cuando regresó a la posada, encontró a Bella sentada ante una pequeña mesa de madera, con una gran taza de metal entre las palmas de las manos y los ojos desenfocados mirando al exterior.

—¿Se sabe algo?— preguntó Jasper, deslizándose frente a ella. Ella lo miró y Jasper quedó impresionado por la profundidad de sus ojos. Sintió su preocupación, aunque ella no la expresara demasiado.

—Todavía no—, respondió ella, acercando una jarra a Jasper. Él tomó la cerveza con alegría. —Mañana tendremos que preguntar en el pueblo.

Jasper asintió mientras bebía un gran trago de su jarra.

—No se preocupe, señora—, murmuró, dejando la jarra sobre la mesa. Se limpió la boca con el dorso de la mano. —Encontraremos a su marido.

Hablaba con la seguridad de alguien lo bastante joven como para tener una fe ciega aún.

Bella le dedicó una delgada sonrisa.

La hija del posadero apareció trayéndoles comida caliente, y Jasper se dispuso a comer de inmediato, feliz por la comida. Bella contempló el pollo asado y sintió que se le retorcía el estómago. Estaba demasiado nerviosa para comer.

Ansiaba estar en el pueblo, llamando a las puertas, buscando a su esposo. Deseaba exigir respuestas, saber definitivamente si estaban o no en el camino correcto.

Su marido era un hombre formidable. Haría falta nada menos que una intervención divina para impedir que volviera con ella.

Temía lo que significaba su silencio.

—Debería intentar comer, señora.

Sus pesados ojos se volvieron hacia Jasper, que asentía hacia su plato animándola. —Hemos tenido un día largo, y es probable que lo volvamos a tener mañana.

Ella asintió, acercándose el plato. —Tienes razón—, murmuró en voz baja. No tenía hambre, pero sabía que tenía que reponer fuerzas. No le haría ningún bien a su marido si se desmayaba de hambre.

Comió lo que pudo y, cuando ya no pudo probar bocado, le ofreció el resto a Jasper. Era un muchacho en crecimiento y aceptó encantado más comida.

Comieron en relativo silencio, aunque Jasper hacía comentarios sobre la comida o el entorno cada pocos minutos. Bella le devolvió una leve sonrisa. Podía ver que la señora Masen estaba agobiada por su preocupación y deseaba que hubiera algo que pudiera hacerse para ayudarla.

La puerta de la posada se abrió, trayendo una brisa helada y cuatro nuevos clientes que se sentaron en la barra. Jasper se volvió, oyéndoles pedir una pinta de cerveza.

—Debería ser doble—, se quejó un hombre. —No es noche para contemplaciones sobrias.

Los otros tres hombres se persignaron y maldijeron en voz baja.

—¿Qué hay ahí fuera?—, preguntó el posadero, sirviendo a los hombres sus bebidas.

—Rumores desagradables—, dijo un hombre en el extremo. —Dicen que hay muertos caminando.

Bella se incorporó rápidamente, sus ojos se deslizaron hacia el grupo. —¿Muertos caminando?—, preguntó antes de poder contenerse. Los hombres se volvieron hacia ella en la barra. —¿Cómo que muertos caminando?

Un hombre cogió su cerveza y se sentó en la barra, con los ojos entrecerrados en ella. —¿Y eso qué tiene que ver con una cosita tan bonita como tú?

Sus ojos se entrecerraron. —¿Qué le hace pensar que los muertos caminan?—, volvió a preguntar, con voz uniforme.

El hombre la miró tan fijamente que sintió que la violaba. —Estás haciendo demasiadas preguntas—, gruñó. —Quizá con la boca llena te calles—. Se agarró a sí mismo a través de los pantalones, el significado de su gesto inconfundible. Jasper se puso en pie tan deprisa que su silla rozó el suelo y retrocedió con estrépito.

—¡Ya basta, señor!—, gritó. —¡Exijo una disculpa de inmediato!

Al lado del hombre asqueroso, sus compañeros estaban entre divertidos y mortificados por su comportamiento.

—¿Un cachorrito intentando ladrar para su ama?— El hombre se burló de Jasper. —Corre a casa, cachorrito. Deja esto a los hombres.

El posadero se aclaró la garganta. —Ya, James. Ya es suficiente. No permitiré que hables así a mis clientes.

Todos volvieron su atención hacia él.

La cara de Bella estaba caliente por su ira. No por la forma en que el hombre le habló, porque estaba acostumbrada a los hombres malhablados. No, estaba enfadada porque sabía que, hiciera lo que hiciera, nunca tendría suficiente poder en ese grupo de hombres. Nadie le creería, nadie la tomaría en serio. Era muy probable que nadie la escuchara.

—¿Qué te hace pensar que los muertos caminan?—, volvió a preguntar, con la voz entrecortada por la ira.

Uno de los compañeros del hombre se volvió hacia ella. —La vimos, a la Bruja Muerta, no hace ni una hora.

Bella se quedó helada. Era la segunda vez que oía hablar de la Bruja Muerta. —¿Dónde?

Todos la miraron con recelo. —Cerca del cementerio—, dijo finalmente. —Pero no la encontrarán. Se escabulló en la noche.

Se cruzó de brazos, y a su lado, sus compañeros hicieron lo mismo.

Bella salió por la puerta antes de que nadie pudiera detenerla.