Capítulo 11
POV Fate
Me encontraba en el parque esperando a Reinforce. Me había pedido ayuda para comprarle un bonito regalo a Hayate por su cumpleaños. La chica me había caído bastante bien. Trataba a mi hermana como si fuera lo más valioso que tuviera y, lo cierto era que Hayate no merecía menos. Aún recordaba su cara de felicidad cuando me habló sobre Rein por primera vez.
Flashback
- Fate-chan, estoy muy contenta con el empleo que me consiguió Nanoha-chan. –me contó entusiasmada– La encargada, Linith, es muy agradable. –me sonrió– Y tiene una hija de mi edad. Se llama Reinforce, pero todo el mundo la llama Rein. –sus mejillas se sonrosaron un poco mientras un brillo especial nunca visto antes, aparecía en sus ojos– Creo que nos llevaremos bien y seremos buenas amigas.
Fin Flashback
¿Quién iba a decir que esas dos se enamorarían perdidamente la una de la otra? El destino era caprichoso, pero definitivamente era sabio y traía a nuestras vidas, tarde o temprano, un rayo de esperanza. El rayo de Hayate era Reinforce y viceversa. Pero, ¿y el mío? Suspiré. Quizás mi rayo había sido esta segunda oportunidad de tener una verdadera familia y una vida lejos del dolor. ¿Quién querría a alguien como yo? Nadie querría estar con una persona tan débil que, para evitar más dolor, se trató de suicidar y falló miserablemente incluso en eso. No tenía nada que ofrecer. Exhalé mientras me levantaba del banco, pues Rein por fin había llegado.
- Hola Fate-san. Siento la demora. –negué y le sonreí.
- Hola Rein. No te preocupes. ¿Nos vamos? –sonrió y asintió enérgicamente.
Tomamos el transporte público para ir al centro comercial y recorrimos tienda por tienda buscando el regalo perfecto, como la peli plateada dijo, para mi hermana Hayate. Agotadas, nos sentamos a almorzar y así descansábamos un poco. Reinforce estaba siendo bastante exquisita a la hora de comprar el presente, olvidando que mi castaña hermana prefería otro tipo de regalos, al igual que yo. Habíamos estado viviendo en la calle y nos habían faltado muchas cosas materiales, pero aprendimos darle valor a lo verdaderamente importante: el tiempo. Desde que Lindy nos adoptó, cada vez iba siendo más consciente de que la gente amaba hacer regalos materiales para cualquier cosa: un cumpleaños, un aniversario, unas disculpas… El mundo se había vuelto puramente consumista y habían olvidado lo que realmente importaba. Para Hayate y para mí nada de esto importaba. Nosotras sólo queríamos que nos quisieran y nos dedicaran tiempo de calidad. Ambas habíamos pasado por situaciones en las que el tiempo jugó en nuestra contra. Un día teníamos todo y al siguiente no tuvimos nada. Habíamos perdido a nuestra familia y ya era demasiado tarde para decirles cuánto los queríamos. Ya no podríamos pasar más tiempo con ellos. Ya no habría un "luego se lo digo" o un "luego la llamo" porque ya no estaban. Las personas no sabían priorizar y darle valor a lo importante. ¿Qué importaba lo material si cuando murieras no lo llevarías contigo? Sin embargo, sí llevarías en tu corazón la calidez de haberte sentido amada de la forma más pura y que más llenaba. Hayate y yo queríamos lo que nadie estaba dispuesto a dar: tiempo de calidad y amor. Queríamos lo que se nos había negado y/o quitado. Para nosotras no había nada más importante que pasar tiempo con las personas que amábamos y hacerles saber cuánto las queríamos. Mis pensamientos se vieron interrumpidos al visualizar a una cobriza muy bien conocida por mí. Casi no la había visto desde el día que hice el pastel y su madre la había obligado a ayudarme a recoger. Ahora entendía el motivo. Debía estar ocupada con ese peli azul chico que la acompañaba y la estaba haciendo reír. Desvié la mirada y me centré de nuevo en mi acompañante. Terminamos de comer y entramos en las últimas tiendas que nos quedaban por mirar. La última fue una joyería. Parecía una bastante lujosa, aunque tenía una parte dedicada a los empeños. Reinforce quiso entrar y checar. Estuvimos mirando por las vitrinas hasta que ambas nos detuvimos justo frente a un colgante en forma de cruz dorada.
- Rein, ese colgante. –lo señalé.
- Lo he visto también. –miró hacia la dependienta– ¿Cuánto cuesta este colgante?
- 300 dólares. –abrimos los ojos como platos.
- Es muy caro… –susurró ella.
- Sí, lo es. Encontraremos otra cosa… –murmuré y callé al ver bien el colgante– Rein, no importa el precio, nos llevamos ese colgante. –miré a la dependienta– Nos los llevamos.
- Se lo prepararé ahora mismo. –dijo la chica amablemente.
- ¡Fate-san! ¿Te volviste loca? –me gritó en voz baja– ¡No puedo costearlo!
- Y no lo harás. Tú pagarás lo que pensabas gastarte en el regalo y yo pondré el resto.
- Pero, ¿por qué ese colgante? Sé que es hermoso y que le encantaría, pero… –la detuve.
- Ese colgante era suyo. –abrió los ojos como platos– Lo vendió cuando… cuando… –me callé porque no sabía si la peli plateada conocía esa parte de su pasado.
- ¿Cuando vivisteis en la calle? –me sorprendí, mas no lo mostré. Asentí– ¿Estás segura de que ese es el colgante que ella vendió?
- Muy segura. Lleva una inscripción.
- Aquí lo tienen. Lo hemos limpiado. –asentimos– Deben saber que este colgante es de segunda mano y tiene una inscripción en su reverso. –nos lo mostró y entonces confirmé mis sospechas. Estaba grabado con las iniciales de mi hermana "HY" y un dibujo de un mapache, pues así la llamaba su padre.
- No nos importa. Nos lo llevamos. ¿Podría envolverlo para regalo, por favor? –le pedí y ella asintió.
…
Después de haber gastado toda la mañana y parte de la tarde en buscar el regalo perfecto para Hayate, lo encontramos. Estaba segura de que se pondría muy feliz. Era algo material, pero con mucho significado para ella. Me despedí de Reinforce y caminé un poco por el parque. Ya era tarde y no había prácticamente nadie. Me senté en el columpio y miré hacia el anaranjado cielo mientras me balanceaba. A Nanoha le encantaba observar siempre el cielo. Era lo que más le gustaba en este mundo. Dejé salir una mueca. Lo era hasta que llegó ese chico. Una risa amarga se escapó de mi boca. Pensé que teníamos algo especial. Pensé que ella me miraba con otros ojos, pero estaba equivocada. Me veía como a una simple amiga. Quizás se sintió incómoda en la pastelería cuando la abracé y le dije que la quería. Fue desde ese momento que todo cambió entre nosotras. A pesar de mis intentos por quedar con ella, siempre había un "no puedo" de su parte. Siempre tenía algo que hacer. Las vacaciones de invierno habían llegado y Navidad estaba a la vuelta de la esquina. Le había comprado un bonito colgante que en cuanto lo vi, supe que se vería muy hermoso en ella. Sin embargo, ahora que tenía a ese chico, no era una buena idea que se lo diera. Suspiré. Debería llevarlo a la tienda donde le compramos a Hayate su regalo y venderlo. Al menos así podría recuperar parte del dinero gastado. Me costó cuatro meses de sueldo reunir el dinero, pero estaba segura de lo que hacía. Estaba segura hasta hoy. El verla con ese chico y sus negativas a salir conmigo en esta última semana, me había dado la respuesta. Quizás ya no quería ser más mi amiga. Quizás ya quería relacionarse con los de su clase y no con alguien como yo. Quizás le diera vergüenza que los de su clase supieran que conocía a alguien que trató de suicidarse. Detuve el balanceo. No quería darle más vueltas al asunto ni deprimirme más. Bajé del columpio y me disponía a regresar a casa cuando dos personas me impidieron el paso.
- Vaya, vaya… Pero mira a quien tenemos aquí, Kurt… –me quedé inmóvil.
- Qué sorpresa. –sonrieron de lado y me dio muy mala espina.
- Toda una sorpresa encontrarte aquí y… viva. –habló entre dientes con mirada fría. Di un paso atrás– No, no. No te vas a ir todavía. Tenemos mucho de lo que hablar, ¿verdad Kurt?
- Sí, sí. Mucho de lo que hablar. –ambos se acercaron hacia mí.
- Verás, huérfana estúpida. –seguía acercándose a mí y yo no podía moverme– Por tu culpa, muchas cosas pasaron en el instituto. Comenzaron a burlarse de nosotros y la directora nos expulsó. –negó varias veces– Convertiste mi vida en un infierno, así que ahora voy a enviarte yo al infierno para siempre.
POV Nanoha
Echaba de menos a Fate, pero tenía que poner distancia entre ambas. Si seguía cerca de ella, cometería una locura y todo se estropearía. Ella era demasiado especial para mí. La quería mucho. No, la amaba con todo mi corazón y haría cualquier cosa por ella. Quería ser algo más que una amiga, pero ella jamás me aceptaría. Cada día me costaba más estar cerca de ella y no dejar ver mi amor por ella. Tenía que poner esta distancia entre ambas o se daría cuenta de lo que realmente sentía por ella. Agradecía que mi primo Edgar hubiese venido de visita y me acompañara a comprar un regalo para Hayate y otro para Fate, para navidad. Había sido un día divertido porque mi primo era muy juguetón y le encantaba bromear, aunque pareciera bastante serio. También era un excelente aconsejador y cuando le hablé sobre lo que sucedía, me dio ánimos para que me arriesgara, pero yo no estaba segura. Cuando nos despedimos después de haber pasado el día juntos, me di una vuelta por el parque, pues aún no quería ir a casa y necesitaba pensar un poco más. Todo estaba yendo bien hasta que vi a tres personas cerca de los columpios. Ágilmente reconocí la figura de Fate y una sonrisa automática se dibujó en mi rostro. Una sonrisa que se esfumó en cuanto reconocí a las otras dos personas. Velozmente me acerqué a ello y mi corazón dio un vuelco al escuchar lo que decían. La sangre me hirvió en ese mismo instante.
- Por encima de mi cadáver vas a tocarla, Veyron. –se tensó y ella alzó la mirada rápidamente, suponía que al reconocer mi voz.
- ¿Nanoha? –preguntó confundida.
- Hola, Fate-chan. –le sonreí y me puse a su lado, tomando su mano y sintiendo una enorme calidez en tan solo un segundo– Creo que ya hablamos en su momento. –me dirigí de nuevo a ellos, con una mirada tan fría que haría temblar al hombre más fuerte del mundo– No te quiero cerca de ella. Ni ahora ni nunca.
- Nanoha, Nanoha, Nanoha… –negó el muy idiota– No lo entiendes. Si no es ella, serás tú. Tú tuviste también la culpa de lo que pasó.
- La tuviste tú solo. Ahora lárgate si no quieres que te dé otra paliza como la que te di en su momento. –el peligris comenzó a caminar hacia atrás al ver mi furiosa mirada– Te juro por todos los cielos que esta vez sí te enviaré al hospital y no saldrás de allí en una buena temporada. –gruñó– No me provoques, Veyron. Lárgate y no vuelvas a acercarte a ninguna de nosotras.
- Claro que quedará así. –habló la rubia ahora– Mi hermano es policía y te tiene bajo la mira. Hazme algo a mí, a Nanoha y a mi familia, y él irá a por ti. –amenacé.
- Tú no tienes familia.
- Sí la tengo. Ahora soy Fate T. Harlaown.
- ¿Harlaown? –preguntó confundido.
- ¿La directora te adoptó? –preguntó el peligris y ella asintió muy orgullosa– Mierda, Veyron, vámonos. Yo no pienso meterme en líos con la familia Harlaonw. ¡Adiós! –y salió corriendo.
- ¡Kurt! ¡No seas cobarde! –nos dedicó una última mirada y corrió junto al peligris.
Ambas suspiramos al mismo tiempo, quedándonos en esa posición y sin decir nada. Ella me dio un suave apretón a mi mano y la miré. Me estaba sonriendo levemente.
- Gracias, Nanoha. Gracias por protegerme y cuidarme. –bajó la cabeza– Aunque no era necesario. –soltó mi mano y comenzó a caminar.
- ¿Fate-chan? –me extrañé ante su actitud– ¿Ya te vas?
- Sí, lo siento. Me están esperando. –habló nerviosa, por lo que estaba mintiendo. Corrí para ponerme a su lado y tomé su mano.
- Fate-chan… –definitivamente yo había sido una idiota y alejarla no era la mejor forma. No quería perderla de ninguna forma– Siento mucho no haber quedado últimamente contigo… –me interrumpió.
- No te preocupes, Nanoha. No me debes explicaciones.
- Pero… –volvió a interrumpirme.
- De verdad que no pasa nada. Yo entiendo.
- ¿El qué entiendes? –ladeé la cabeza.
- Que tengas que dedicarle tiempo a tu novio. No te preocupes. –mi corazón me dio un vuelco. Me había visto con mi primo.
- Edgar no es mi novio. –me miró con sorpresa– Es mi primo. Ha venido de visita.
- …
- Fate-chan… de verdad que lo siento. El motivo por el que no quedaba contigo era porque necesitaba pensar. Y necesitaba hacerlo lejos de ti.
- ¿Por qué? –preguntó ladeando la cabeza y con el ceño fruncido.
- … –suspiré antes de tomar valor y seguir el consejo de mi primo– Porque estoy enamorada de ti.
Saizoh: Me alegra de que te gustaran las escenas Nanofei. Poco a poco se fueron acercando hasta que pum, Nanoha se lanzó a la piscina xD Sí, la escena de Ginga y Cinque fue dura, pero vendrá una para compensar ese mal trago :D En cuanto a la escena de Fate diciendo que tienen que pedirle permiso para salir con Hayate, me resultó divertida. Quería que existiera una bonita relación entre Hayate y Fate donde haya bromas y charlas profundas por ambas partes. Por eso es que Fate es chistosa, porque se muestra natural con Hayate. La escena de la harina me pareció divertida y una buena opción para que se acercaran un poco más. ¡Nada más sano que una relación llena de juegos! Siento realmente la demora. ¡Un saludo, Saizoh!
