Advertencias: descripción de escenas sexuales (+18). Este capítulo es prácticamente eso.

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Pasaron dieciséis días hasta la siguiente luna nueva, oscura y grande, y en todos ellos Hinata esperó con anhelo la compañía de Sasuke. No obstante el encuentro no pudo darse, no mientras el sudoroso cuerpo de ella fue retenido por las caricias del Emperador, y la noche se alargó con una distinguida energía varonil del hombre esa vez, quizá buscando por acallar las voces murmurantes de doncellas y ancianos que empezaban a incrementarse en los pasillos del Palacio.

Aún faltando bastante para que el otoño acabase, en algunos días se conmemoraría el registro oficial de la muerte del joven hijo del Emperador. No habría, ciertamente, alguna ceremonia por oficiarse como había sido durante los años anteriores, sin embargo eso no podría nunca detener la miseria en los ojos del Emperador, los silencios o las susurrantes palabras en rincones del Palacio.

Así, no fue por suerte que a la siguiente luna totalmente brillante los ojos de ella y Sasuke volvieron a conectarse. Fue porque su Emperador, herido, no quería ver a nadie.

Había muchas cosas en la garganta de Hinata acumuladas, incluso aunque hubiese manejado de alguna forma escribirlas en papel y compartirlas vía Kakashi Hatake a los demás. Aún así, apenas los brazos de Sasuke la envolvieron, las palabras no salieron de su boca y las lágrimas que ella había acumulado por todo un ciclo de luna se desbordaron en gruesas gotas a lo largo de sus mejillas, su cabeza prácticamente hundida en el pecho de él.

—Shh —murmuró Sasuke contra los azulados cabellos de ella, abrazándola como nunca había hecho con nadie más.

Hinata se sintió cómoda en ese abrazo. Podría creer que un hombre de su tamaño sería un poco torpe o quizá no tan consciente de su propia fuerza, no obstante Sasuke siempre parecía estar muy consciente de cada uno de sus movimiento, incluso esas noches luego de que había arrebatado su virginidad y la confianza había aumentado exponencialmente, los vaivenes de cadera contra ella tan eufóricos pero a la vez sin la más mínima pizca de hacerle daño.

Ahora Sasuke estaba de nuevo con ella y la sensación hizo que todo su interior temblara.

En suaves ahogos Hinata no demoró en exponerle cuánto lo había extrañado y cómo su padre nunca había sido el traidor que tanto habían señalado los demás, que su clan podría haber seguido bendecido en gracias. Mencionó el nombre de Madara con desprecio, por fin saliendo de ella algo de ira contenida, de cómo las cosas podrían haber sido diferentes y que quizá ellos dos podrían haberse conocido en mejores términos. ¿No habría sido eso todo un maravilloso sueño? ¿Habrían sido sólo amigos como ella y Shikamaru o Kiba —los pocos clanes que evidentemente aún mantenían tradicionales lazos con el apellido Hyūga? ¿O también se habrían unido en sagrada unión? Quizá habría sido en un inicio otro matrimonio por conveniencia, la de un joven noble cumpliendo su labor de unir su vida y fortuna con la de otra joven elogiada de buen clan, pero al menos así su matrimonio sería de verdad y ella no estaría ahí complaciendo a otro hombre.

—N-no lo deseo a él —dijo ella con brillantes ojos mirando a los oscuros de él, asegurándole la farsa que cada vez más cometía en la cama del Emperador.

"Lo sé" quiso decir él, sin embargo Sasuke simplemente la besó a cambio de su silencio, su manzana de Adán moviéndose al tragar saliva ante la inevitable alusión de que su esposa dormía con alguien más y ante el sabor de las lágrimas de ella.

La anterior vez, cuando la luna estuvo completamente oscura pero ella no volvió a su habitación durante toda la noche, fue casi que insoportable para Sasuke. Dejó una nota oculta para ella, una que sólo ella podría encontrar en la copia del relicario que Shikamaru le había entregado a Sasuke, una copia exacta a la que Hinata tenia y sólo una vez, recientemente, había podido intercambiar con la que tenía Kakashi siempre en sus bolsillos. Así, esperanzado en que su pequeño escrito no quedaría relegado al olvido, había salido de la poco afortunada visita al Palacio, queriendo no imaginarla en los brazos del Emperador a pesar de que en los siguientes días la idea estuvo tan presente en él que le había dado un irritante dolor de cabeza y terrible humor.

La había extrañado pero ahora la tenía de nuevo en sus brazos, y así, inmersos en la presencia del otro, el beso se profundizó más.

Sasuke deslizó sus manos alrededor de su cara de una gentil forma a pesar de pegar sus labios con más fuerza y afán a los de ella, tiernamente trazando sus dedos a cada lado de su rostro, llevando mechones de cabello detrás de sus orejas. Una sensación de alivio se apoderó de ambos al reconocer la forma de sus bocas —cada borde, cada usual movimiento del otro, la humedad de sus lenguas—. Sasuke entonces enrolló una mano alrededor de la espalda baja de Hinata para guiarla, acercarla más a él mientras daban lentos pasos hasta la cama de ella. La tendría allí, besaría toda su piel sobre la comodidad de una suave superficie y no contra la dureza fría de una pared como hasta ahora lo habían hecho.

Quizá esta vez, indiferentes, podrían gemir mientras todo el Palacio estaba de nuevo en forzado luto.

Sasuke apartó sus labios de ella.

—No sabes lo que he esperado esto, tenerte de nuevo —concluyó él con suavidad.

—Sasuke… —Ella volvió a besarlo, obligándolo a bajar su boca a la de ella, y sonrió en su beso mientras la parte de atrás de sus piernas golpeaban contra su cama y Sasuke la ayudaba a ubicarla allí. Sentía su controlado desespero, sus ansías por ella, y la idea de saber que podía volverlo tan pasional le encantaba. Había aprendido a dejar de ser recatada con él sobre una cama y se lo hizo saber a pesar de la tácita promesa que acaba de hacer él de entrar en ella con acumulado fervor—. Quiero estar arriba, por favor —pidió rompiendo esta vez ella el beso.

—Lo que desees —respondió él decidiendo por darle un suave beso en la frente de ella y permitiendo que Hinata fuese quien lo desvistiera, incluso aunque en retrospectiva era escandaloso para cualquiera ahora que ella supiese tan bien cómo desvestir a un hombre; pero tan igual a como Sasuke había estado comportándose con ella tan tiernamente, Hinata también lo hizo, desabotonando y desenredando toda tela que envolvía el cuerpo de Sasuke con parsimonia, sus dedos trazando cada curva que sentía le era revelada en la oscuridad.

Así, cuando él estuvo totalmente desnudo y ella con sus manos pudo apreciar la longitud de su curvada erección contra un firme estómago, Hinata se montó a horcajadas sobre él, sus rodillas sobre la suavidad de las sábanas y a cada lado de él mientras en un sólo movimiento se quitaba su propia prenda de noche. Sonrió cuando lo escuchó gemir con suavidad y pegar de inmediato su boca a uno de los pezones de ella, y a sus manos aferrarse con firmeza por encima de las caderas de ella.

Ah, Sasuke.

—¿Cómo… cómo se han comportado contigo? —Apartando sus labios y lengua de su pezón, por un momento Sasuke frunció su ceño con su propia pregunta, sólo queriendo escuchar si ella no había encontrado problemas con las personas de la Corte, si la promesa de ser cuidada sólo por ser la favorita del Emperador se cumplía. No quería escuchar, por supuesto, cuánto estaba de interesado Minato Namikaze en ella, si se comportaba rudo o sereno en una cama con ella.

—Te extrañé —susurró Hinata entonces sin querer elaborar en detalles. Y sí que lo había extrañado, era increíble ahora saber cuánto podía soportar por él.

Ella nunca había realmente deseado estar enamorada, no después de su muy juvenil cariño hacia un risueño Naruto de catorce años; o la efímera pero sofocante atracción que el aspecto del Emperador había provocado en ella. Pero mejor que el deseo de estar enamorada hacia alguien era saberse amada y correspondida, y cada vez que se encontraba Sasuke y ella en físico contacto, podía sentir eso de manera tangible, a sus cálidos cuerpos queriéndose y deseándose sin la necesidad de palabras entre ellos. Aún tímida e ignorante de cómo pronunciar las cosas y prometerle a él que era el hombre de su vida, Hinata hallaba complacencia y consuelo en sentir la adoración de él.

Y eso debía ser, ¿por qué otra razón Sasuke estaba allí, deseoso de ver que su expresión se pintara de placer en lugar de lágrimas, hasta que las doradas paredes que los rodeaban y los murmullos de las personas y las traiciones se desvanecieran para ellos?

—L-leí tu nota, esposo m-mío. La que dejaste para mí —dijo ella mientras soltando la intimidad de él, tomaba una de sus fuertes manos y guiaba sus dedos hacia la hendidura entre sus piernas, deteniéndose justo antes de la curva de su hueso púbico. Hinata exhaló complacida de volver a tenerlo así y la palpable forma en que ´le era capaz de quemar su piel con un toque.

Pronto aquella mano se movió en contra de los pliegues íntimos de ella para acariciarlos, y a medida que él lo hizo sin restricción alguna, su pulgar especialmente apretando aquel pequeño e hinchado botón, Hinata naturalmente arqueó su espalda hacia atrás llevando sus manos a agarrarse de cada hombro de él.

Con un suave jadeo Hinata pidió por más.

Era hipnotizante y delirante.

Sasuke entonces la obligó acercarse de nuevo a él para besarla, y Hinata inmediatamente siguió los lánguidos movimientos de la lengua de Sasuke con la suya, entregándose por completo en un beso lento pero firme, terriblemente lento a pesar de sentir dedos entrando en ella de manera lasciva y haciendo que un audible jadeo saliera de los femeninos y voluptuosos labios. Así, Hinata deslizó una de sus manos desde el hombro de él hasta acariciar con lentitud sus pectorales, pasar por sus firmes abdominales y llevarla en medio de ambos cuerpos para volver agarrar la erección de él. El suave movimiento de sus bocas abiertas entonces se convirtió en algo menos coordinado mientras exploraban sin descanso las intimidades del otro.

—Sasuke… —finalmente dijo ella contra los labios de él y empezando a mover sus caderas en un delirante vaivén, su cuerpo haciendo una sinuosa curva hacia adelante y atrás y atrayendo la hinchada punta de él lo más cerca hacia su entrada aunque aún hubiesen aún dedos allí rozando cada increíble nervio. Él sonrió sabiendo que ella lo estaba esperando para que levantara sus caderas y hacerla suya de nuevo.

—Mmm —sólo murmuró Sasuke plantando ahora besos a lo largo de la clavícula de ella, alegre de volver a sentir el placer rodeándolos a ambos mientras sentían el calor de su piel juntos—. Eres tan hermosa —halagó él luego de un silencio contra aquella suave piel en medio de la noche y la oscuridad que los acogía.

Hinata soltó entonces el miembro duro de Sasuke teniendo que apretar sus claros ojos para enfocarse en el agradable cosquilleo que partía desde su entrepierna y bajo vientre hasta empezar a apoderarse de cada extremo de su cuerpo, de cada poro de su piel. Los dedos de Sasuke estaban entrando y saliendo de ella a un particular ritmo.

—S-Sasuke, sigue. Ne-necesito… —Ella misma se interrumpió en temblorosa voz, sus palabras más un ruego desesperado que una posible orden.

Esto era lo correcto, era lo que Hinata antes siempre se había sonrojado cuando escuchaba de los labios de otras enamoradizas mujeres acerca de hacer el amor con un hombre. Era un perfecto balance entre pasión y sentimientos, su corazón queriendo salir de su pecho.

—Quiero… ah, p-por favor…

—¿Me quieres dentro de ti? —comentó entonces él lo obvio, Hinata tan húmeda en su mano que él no pudo evitar sonreír de lado, plasmando unos últimos besos en la piel de ella antes de concentrarse en empezar a entrar en ella, retirando sus dedos y terminando de guiarla hacia su palpitante erección.

Así, Sasuke movió sus manos para agarrar buena parte de los glúteos de su esposa, luego agarrando primero una de sus esbeltas piernas hasta que se extendiera detrás de él, haciendo lo mismo con la otra con delicadeza, ella envolviendo entonces sus brazos alrededor del cuello de él pegando sus perfectos senos al pecho de Sasuke hasta que su mentón se ubicó en el hombro de él y sus talones se enredaron tras la espalda del fuerte noble.

—"Todo bajo mi nombre aún te pertenece" —recitó él lo que había escrito en su nota, la que ella sí había encontrado a pesar de todo, recordándoselo en un susurro que hizo leves cosquillas en el exterior del oído de Hinata y que hizo arder aún más el interior de ambos con agradable calidez, y así por fin la hinchada punta de la dureza de él tocó sin obstáculos la entrada de ella. Al siguiente segundo Sasuke entonces empujó más allá de los pliegues exteriores de Hinata, introduciendo su pene en la apretada sensación que tanto adoraba de ella.

Así, Hinata mordió con suavidad la curvatura de su hombro y Sasuke entonces llevó sus manos a sujetar los glúteos de ella mientras continuaba entrando con lentitud.

De esa forma y cuando no pudo ser más evidente la dulzura con la que la estaba tratando Sasuke, los ojos de Hinata se cerraron con más fuerzas y de nuevo las lágrimas llegaron a ella.

Sentía estar increíblemente feliz. Elegiría soportar toda circunstancia futura por muy difícil que resultara si significaba seguir poder estar conectada con Sasuke de esa manera y a su corazón palpitar tan fuerte que lo sentía en sus oídos.

Con un último empuje, pronto él estuvo lo más profundo en ella y Sasuke gruñó por lo perfecta que se sentía.

—En serio… —murmuró Sasuke sujetando con más fuerzas las caderas de ella—. Nunca antes esto se había sentido tan bien, eres tan perfecta. Déjame saber cómo te hago sentir.

Tan bien. Muévete, p-por favor —rogó ella en un suave lloriqueo—. Te necesito… S-siempre te necesito.

Sin necesidad de decir palabra alguna más, Sasuke retrocedió al mismo tiempo que con sus manos ahora en las caderas de ella, la guió hacia atrás, esto sólo para repetir su empuje y el agarre de ella hacia él. Repitió entonces el proceso, y el grande y sólido miembro de Sasuke estaba volviendo a esculpirla.

La voz de Hinata se quebró entonces en pequeños gemidos sofocados mientras el golpeteo de piel contra piel se profundizó y se hizo más rápido, él entrando y saliendo de ella hasta poder marcarla de nuevo.

—¡Ah! ¡Sasuke! —gimió ella contra la piel de él intentando contener los ruidos que se acumulaban dentro de ella, esta vez sin Sasuke taparle la boca.

Inevitablemente las manos de él la soltaron mientras ella empezó a ser quien se movía según el ritmo que él había implementado, uniendo su parte más íntima a la dureza de él una y otra vez sin cesar. Hinata entonces alejó su sudoroso torso de él, pero aún apoyando sus manos en sus anchos hombros, buscó inclinar levemente sus caderas a un ángulo que provocó en ambos inmensa gratificación. Las manos de Sasuke decidieron entonces acariciar más de su cuerpo, necesitado de sentir más de ella antes de que la oscuridad se terminara. Pasó sus dedos por el abdomen de ella, tenso ahora por moverse encima de él, y luego agarró los senos de ella, desbordantes en sus manos mientras ella se movía.

Sus miradas conectaron, en sus ojos reflejándose el placer que sentían, y con lentitud Sasuke decidió subir una de sus manos, pasando con cariño por el esbelto cuello de Hinata y luego seguir hasta deslizar su pulgar dentro de su boca, dándole algo para morder y evitar cualquier otro posible grito.

Ella no objetó desde luego, moviendo sus labios y usando su lengua para rodear su dedo y después chupar, siempre mirándolo directo a sus ojos, agradecida de poder hacerle sonreír por tales gestos.

Sin embargo de un momento a otro una placentera punzada se hizo lugar en el interior de Hinata, el miembro de él logrando estimular un particular punto entre sus paredes cálidas, haciéndola delirar y cerrar de nuevo sus ojos.

Podía sentirse a sí misma empezando a apretar y contraer alrededor de la dureza de él, sus músculos internos apretando más fuerte con cada golpe. Sasuke volvió a sujetarla de ambos lados de sus caderas, ayudándola a seguir el ritmo cuando los movimientos de ella pasaron a ser más frenéticos.

—Estoy… estoy tan cerca —dijo ella en un corto respiro, su cara contrayéndose mientras lo decía.

—Maldición… Yo también, Hinata. Mírame, por favor. Sólo mírame, abre los ojos.

Ah- dentro de mí. Deja… todo dentro de mí. Sasuke.

En ese momento Sasuke aplicó fuerza en ella con espléndida maniobra y la ubicó sobre la cama quedando ella bocarriba, él encima sin haberse salido de su interior. Hinata lloriqueó con suavidad y se agarró a él de lo que podía mientras Sasuke salió casi que por completo sólo para volver a empujar con vehemencia contra su exquisito calor, seguidamente moviendo sus caderas una y otra vez para crear placentera fricción hasta llevarla al delirio. Hinata sólo pudo susurrar su nombre en incontables veces, la tensión incrementándose hasta que por fin ella entró en una explosión de contracciones, olvidándose casi que de respirar mientras su interior pulsaba alrededor del miembro de Sasuke, la sensación de euforia apoderándose de toda ella, elevándola y dejándola caer al mismo tiempo en un inevitable abismo.

Con Sasuke esto nunca sería falso. Con él, luego de tantos días después de su corta ceremonia de matrimonio y sus impuestos encuentros de intimidad, de compartir sus miedos y deseos, Hinata quería ser lo más sincera con él, mostrarle cómo su cuerpo y mente no podían sentirse más seguros que en los brazos de él.

Cada beso, cada jadeo, cada susurro pronunciando su nombre era la muestra de ello.

Él continuó empujando hacia ella, buscando también por su propio explosivo placer hasta que dando un último empuje lo más profundo en ella, soltó de su boca una mezcla de gutural jadeo y el susurro del nombre de sus esposa casi como un ruego, su miembro llenándola con la espesa evidencia de su orgasmo.

Hinata entonces movió sus manos sobre la espalda de él, ahora resbaladiza con sudor mientras ambos entraban en un estado de total relajación y satisfacción lograda. Él enterró su cabeza en el cuello bajo él negándose a salir de ella aún, contento de cómo Hinata suavemente ahora acariciaba la parte posterior de su cabeza.

—También te necesito siempre —mencionó con suavidad Sasuke a manera de confesión.

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Sasuke procuró no volver a entrar en ella ni tocarla con lujuria, consciente del ruido que se habían permitido hacer y atento a cualquier signo de alarma que pudiese ponerlo en peligro o que evidenciara que ya lo estaban. Se iría un poco antes de los primeros pájaros cantando antes del primer rayo de sol, escabulléndose nuevamente lejos de aquel Palacio y con renovado propósito de llevar al lugar a las cenizas.

Aún así, mantuvo a Hinata abrazada a él mientras ella había caído en dulce sueño luego de hablar un poco más con él, de seguirle diciendo en susurros sobre fantasiosos escenarios de cómo podrían haber sido sus vidas, de cómo las cosas podrían haber sido diferentes. Incluso de cuánto le habría encantado a ella conocer a la familia de él, y de cuánta dicha habría albergado su corazón si Sasuke hubiese un día puesto un pie en territorio Hyūga para empezar un oficial proceso de cortejo.

—¿Pero y si hubiese sido a mi hermano a quien le hubiesen encomendado unir a nuestro clan con el Hyūga?

Hinata entonces arrugó su frente ante lo que obviamente era una burlona pregunta a sus fantasías.

—No, el destino nos habría unido, Sasuke —respondió ella con terquedad.

Hinata quería todo de él, le había susurrado antes de caer dormida y justo antes de él besar de nuevo su frente, aliviando la pequeña arruga que él había infligido con sus palabras. Sí, Hinata ahora quería todo de él, incluso las posibilidades que ya no podrían ser, los delirantes sueños de otras vidas y su nota prometiéndole que lo que estaba a nombre de él —y las cosas que pasarían a ser de su propiedad— eran también de ella.

No obstante en ese momento sus cada vez más pesados ojos no le habían permitido a ella preguntar por Aoda, el animal que él le había regalado; aún así, la sonrisa que quedó en su rostro le aseguró a Sasuke que ella también estaba constantemente recordando a su caballo, la misma bestia que nunca había tolerado bien la cercanía de otras personas aparte de la de Sasuke, pero que ahora esperaba con impaciencia el regreso de su joven ama.

Y Sasuke, desde luego, también la quería de regreso en casa.

Suspiró ahora, reticente de tener que dejarla de nuevo dentro de poco.

—Estoy seguro… —susurró él a la nada— que si se lo hubiese pedido, mi hermano Itachi me habría dejado tenerte —completó él otra fantasiosa idea que ya no podría ser y que Hinata no estaba realmente escuchando—. Y mi madre te habría amado, y mi padre preguntaría siempre por ti.

Luego de eso todo cayó en infinito silencio, la oscuridad aún sirviéndoles de refugio.

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Abriendo sus ojos ante el suave llamado de su nombre, Hinata sonrió cuando identificó primero el olor de él y luego la silueta de Sasuke.

—Me iré dentro de poco —afirmó él mientras acariciaba el mentón de ella. Hinata llevó la palma de su mano para ahuecarla en la mejilla de él.

Ella no se quejó de sus palabras, sabiendo que todo debía seguir como hasta ahora había sido, incluso aunque doliera y ella fuera ahora tan consciente de cómo el amor y el deseo, cuando coincidían en una misma persona, no tenían frontera alguna, era imposible definir dónde terminan.

—Lo entiendo —respondió ella luego de pestañear sus ojos y reincorporarse hacia un abrazo de él.

Se sentía bien, el sólo inhalar en presencia de él, de escuchar su suave latido. Hinata sonrió un poco ante la sensación muy reconfortante ante la cual ella realmente no quería apartarse. Era extraña pero llenadora, como si pudiese por ese momento estar desconectada de lo que estaba pasando a su alrededor, de lo que había contantemente en su cabeza como una traidora ficha dentro de un Palacio dorado. Como si estuviera flotando al margen de todo ellos y no participara, fuese sólo una noble joven cuya única preocupación sería vestirse lindo para su amado en una casa que oliese a arroz cocido al vapor.

Pero habían muchas cosas a su alrededor y la noche se iría tan pronto como el sol comenzara a inclinarse sobre el horizonte, emitiendo un muy suave resplandor de otoño.

Hinata entonces se apartó de él.

—Sasuke, antes de que te vayas… hay algo que quizá pueda ser… ¿importante?

—Dime —dijo él de inmediato, su atención totalmente puesta en ella.

Hinata, aún desnuda, se levantó de la cama y sólo se acobijó con una sábana ante el frío propio de la hora de la estación de otoño en que estaban. Llevó sus pasos hasta arrodillarse en un rincón de su habitación y tomar en sus manos el delgado libro que había tomado tantos días atrás de la biblioteca.

Regresó entonces hacia Sasuke quien no le había quitado la mirada.

—Lo… lo encontré en una de las bibliotecas del Palacio. Mm, quiero decir, en la única a la cual puedo acceder, y… —Hinata dejó de hablar, optando por quedarse en silencio y abriendo el libro en las páginas que ahora reconocía tan bien, que una y otra vez había estado visualizando sin poder entender nada por mucho que las observara detenidamente.

La idea de mostrarlo a alguien como Orochimaru o a cualquiera del Palacio, incluso a algunas de las jóvenes que a veces la acompañaban, o a aquellas que le servían, había sido desechada por Hinata, quizá sólo una corazonada razonando con ella.

Sasuke entonces tomó el libro, de inmediato recordando haber escuchado de la voz de su madre —tanto años antes— relatarle as mismas historias plasmadas entre aquella página. Sin embargo no era sólo escritos literarios lo que había allí.

—¿Qué…? —Sasuke arrugó su ceño.

—De-debe significar algo, ¿no es así? Es la caligrafía de alguien pero… es indescifrable para mí.

Claramente lo era, notas alrededor de algunas de las páginas, o incluso extensos párrafos que se ubicaban por encima de la propia impresión del libro. Sasuke volvió su oscura mirada a Hinata, consciente de la extrañeza reflejada en su rostro.

—Puedo reconocer que está escrito en lengua antigua de Suna.

Hinata lo miró con una mezcla entre admiración y sorpresa, asintiendo levemente con la cabeza y recordando que los hombres en general tenían una educación más intelectual. Probablemente no era del todo una sorpresa que Sasuke supiese que estaba contenido en aquella letras escritas.

—¿Sabes qué dice?

Esta vez Sasuke negó con la cabeza.

—Es antiguo, ya no se usa actualmente, y mi propio conocimiento con Suna y su idioma es bastante limitado… Sólo sé lo que mi padre quiso enseñarnos a mi y a Itachi, mi hermano, por eso puedo reconocer algunos caracteres en común.

Ante aquella mención Hinata no pudo evitar dar una pequeña sonrisa, sólo imaginando a un pequeño Sasuke recibiendo clases.

—No quise preguntarle, um, a alguien más aquí.

—Hiciste bien —aseguró él, no convencido de si era pertinente hablarle a Hinata lo que Shikamaru le había dicho a él hace tiempo, sobre misteriosos planes de Suna montando un centro operativo en un viejo hotel.

Como oposición, habían descartado gracias al paso de los días una posible invasión o inminente peligro

para los habitantes de Konoha o el Palacio. Pero ahora, con algo tan contundente como lo que había en sus manos, las casualidades no podían ser tomadas tan a la ligera.

—¿Puedo llevárselo a Shikamaru? —dijo Sasuke decidiendo por no incluir entre las preocupaciones de Hinata lo que sabían de Suna, ni la probable desaparición de alguien como la embajadora rubia que Hinata había alcanzado a conocer. —¿Crees que no habrá problemas si me lo llevo?

—No –respondió ella. En apariencia, era sólo un libro de cuentos, nada recalcable.

Y así, en el siguiente segundo, los cantos de los pájaros por fin se dieron lugar, volando por entre árboles y el frío viento, anunciando que pronto amanecería.

Sasuke entonces agarró una de las manos de Hinata y la giró para extender su palma hacia arriba, inclinándose él hasta besar la piel allí y subir para dejar otro en su muñeca.

—¿Sabes? —susurró él subiendo sus ojos y sabiendo que Hinata estaba totalmente sonrojada—. Nuestro matrimonio es tan real como el otoño afuera de esta habitación.

Ella sólo respondió a eso con un beso, otro suave y lo más largo posible antes de que él se fuera, reticente esta vez a que saboreara la más mínima lágrima.


¿Saben? Me salió más tierno de lo planeado, y de todas las cosas que he escrito, este es uno de mis capítulos favoritos.