Final imaginario del siglo XIX

En estos tiempos, las personas que poseen extraños poderes provenientes de su cuerpo o incluso de misteriosas y poderosas armas, son conocidas como ladrones, escoria de la humanidad que roba hermosas y valiosas obras de arte, estatuas o joyas de diversos museos de todo el mundo, con la esperanza de reunir los 108 trozos de inocencia perdidos.

OOOOO

FFFFF

-3 horas antes de la llamada a la residencia Noé-.

-En algún lugar de China-.

Cuando Suman Dark se disponía a encontrarse con sus compañeros, fuera del pueblo donde los buscadores, escucharon en días anteriores, rumores de un posible fenómeno hecho por un trozo de inocencia, el viento cambió su dirección de repente.

Cerrando fuertemente los ojos y llevando su brazo derecho a la altura de su rostro, escuchó como susurros, los horribles gritos que dieron sus amigos ladrones antes de morir. Abrió los ojos y vio más allá del campo abierto.

Internándose en la hierba, corrió lo más rápido que pudo, topándose en la orilla de un camino de tierra, una escena que lo congeló de la cabeza a los pies.

Los cuerpos de sus amigos yacían tirados junto al elegante calzado de un hombre de piel pálida, cabello violeta, corto, y ojos negros.

Fumaba un cigarrillo mientras se limpiaba la sangre que le quedó en una parte de su larga gabardina de color beige. Al verla, concluyó que era un detective de la policía de Londres.

Y, para su mala suerte...

-Suman Dark.

...lo conocía, haciéndolo entrar en un estado de pánico indescriptible.

Intentó escapar, refugiándose de nuevo en la alta hierba del campo. No obstante, el individuo fue más rápido, saltando hacia él y aplastándolo.

Suman no podía explicarse cómo era posible eso, hasta que vio, por el rabillo del ojo, que había transformado sus piernas, pareciendo, ahora, las de una bestia fornida, cuyo pelaje era de un brillante y escalofriante color negro.

-P-Por favor... - suplicó. - ...n-n-no quiero morir...

El detective sonrió.

-Si te dejo vivo, ¿Qué me darás a cambio? - preguntó divertido, sacando una bocanada de humo.

-¡L-Lo que sea! ¡S-S-Solo no me mates! - gritó desesperado, con los ojos abiertos como platos. - ¡NO QUIERO MORIR, NO QUIERO MORIR!

-De acuerdo... te dejaré ir... - lo tomó del cuello y lo levantó unos centímetros del campo abierto, obligándolo a sostenerle la mirada. - ...solo si me dices dónde se encuentran los caza recompensas de la orden oscura.

FFFFF

PPPPP

Menomaru, a quien se le adjudicaba el título del guardián de la otra vida, se hallaba parado en medio de un bosque de bambú, junto a sus fieles subordinadas, Ruri y Hari.

Ruri tiene piel pálida, claros ojos violetas, y el cabello azul oscuro, atado en forma de dos moños altos. En la frente porta una magatama azul oscuro.

Y viste un atuendo típico de la antigua China. Un conjunto de blusa de mangas largas y pantalones azul claro. Mallas blancas y zapatos negros.

Sobre el conjunto, lleva una armadura azul rey, con detalles dorados y largos brazaletes, de este último color, sobre sus muñecas.

Hari, por otra parte, tiene piel pálida, ojos y largo cabello violeta claro. Su conjunto de ropas de la antigua China, consiste en un largo vestido blanco, con un pantalón del mismo color debajo de este.

No tiene mallas, pero si posee los mismos zapatos negros que su compañera. Su armadura es color violeta oscuro con detalles dorados.

Tiene un gran brazalete en su brazo derecho color dorado y un par de flores verde menta a los lados de su frente. La magatama en su frente es del mismo color de las flores.

Alrededor de las armaduras de ambas, se encuentra un largo listón blanco amarrado en sus cinturas. Sus orejas son igual de puntiagudas que las de Menomaru, un rasgo bastante característico de los Youkai.

Los tres escuchaban en calma y serenidad el sonido del ambiente, hasta que este fue perturbado por pasos fuertes y firmes. Voltearon a su derecha.

Un muchacho de oscuros cabellos violetas hizo su aparición desde unas escaleras de ladrillos. Como era su costumbre, fumaba un cigarrillo y guardaba sus manos en los bolsillos de su gabardina.

Al verlo aproximarse, el Youkai de cabello azul entrecerró los ojos. Si Tyki Mikk los había reunido en ese punto a los cuatro, significaba que era hora de comenzar la siguiente parte de su plan.

Una obra maestra similar a la que el Conde del milenio ejecutó en el pasado.

Permaneciendo en silencio, les hizo un gesto a las jóvenes, quienes, asintiendo, desaparecieron y aparecieron a los costados del muchacho. Este último, complacido, bufó y sonrió.

Un segundo después, Menomaru levantó y extendió su brazo derecho hacia ellos, transportándolos con uno de sus portales a un lugar diferente.

PPPPP

Un par de horas después del amanecer, con nubes oscuras impidiendo que los rayos del sol iluminaran la gran torre y el bosque a su alrededor, Komui le dio un par de sorbos a su taza de café... solo para darse cuenta de que sabía horrible.

Luego de escupirlo, miró con desdén a Tap; el asistente de Russell, lanzándole todo lo que encontraba sobre la mesa de su escritorio, hasta que, sin querer, lastimó a Reever en la cabeza, ocasionándole un gran chichón que lo hizo gritar con furia.

Komui ya iba a replicar, pero las incesantes alarmas del sistema de conjuros que protegía la orden oscura no se lo permitieron. Sentándose en su gran y cómodo sillón, accionó un botón escondido bajo la mesa del escritorio, desplegando las pantallas holográficas.

Tanto él como sus subordinados, no podían creerlo. Cada conjuro hecho por el cazador Cross Marian estaba deshecho. Lo que significaba que estaban expuestos a un ataque enemigo.

De pronto, y para su gran pesar, su pequeña sospecha se confirmó, cuando la antigua estructura comenzó a temblar, tirando libros y objetos de los muebles cercanos.

Esforzándose por no perder el equilibrio, movió más botones escondidos, quedando perplejo con las presencias que se abrían camino en el vestíbulo. 2 chicas con armaduras de estilo oriental y 1 hombre con una gabardina. Por el color, supo que era miembro de la policía de Londres.

Frunció el ceño. Con la recolección de la inocencia, tan cerca de terminar, era nefasto tener que lidiar con la policía.

Accionó otro botón escondido. De la parte de atrás de un librero; abriéndose por sí solo como una puerta con bisagras al lado izquierdo, salieron varias repisas con armas. Se acercó y tomó dos, lanzándolas por el aire para que Reever y Tap las atraparan.

-¡¿J-Jefe?! - lo llamó su asistente, viéndolo alarmado.

-Avisen a todos que estamos bajo ataque. - ordenó, tomando otra arma y jalando su palanca para accionarla. - Que los buscadores se escondan y que los ladrones disponibles vayan al vestíbulo.

-¡E-Espere...! - pidió Tap, al verlo salir con prisa hacia el pasillo.

Reever maldijo por lo bajo. Y sin tener muchas opciones, tuvo que obedecer a Komui, activando la bocina en todos los lugares de la orden oscura, exceptuando el sitio donde se encontraban sus atacantes.

PPPPP

Kagome abrió despacio sus ojos castaños. Se inclinó hacia adelante y dio un pequeño bostezo en el aire, volteando en todas direcciones para recordar donde estaba.

Entonces, sus ojos se detuvieron en la apacible y agotada silueta de InuYasha. Encontrándose dormido, apoyaba el lado derecho de su cuerpo en la pared, de manera que su cabeza quedara a pocos centímetros de la ventana sellada de aquel cuarto secreto.

Parpadeó atónita y se talló los ojos. Ahora lo recordaba con más claridad. La noche anterior, siendo noche de luna nueva, había perdido sus poderes sobrenaturales. Por ese motivo, siempre procuraba apartarse de todos y esconderse.

No obstante, su insistencia; al querer desentramar los misterios que rodeaban la fotografía que halló en la biblioteca, la llevó a acompañarlo, hasta que ambos se aburrieron de jugar póker. Sonrió. Jugar cartas era divertido.

Y habría estado encantada con despertar a InuYasha y continuar con ello, de no haber sido por el inesperado temblor que la hizo saltar del susto y voltear hacia el techo.

Fue en ese instante que InuYasha abrió sus ojos dorados, dirigiéndolos con seriedad hacia las grietas de los tabiques. Escuchaba disparos y risas que no venían de ninguno de sus conocidos.

Poniéndose de pie, se dirigió a Kagome para tomarla en sus brazos y salir del cuarto secreto.

PPPPP

La situación no estaba a favor de Komui. Lo sabía desde que llegó al vestíbulo cubierto de escombros y nubes de polvo. Aun así, necesitaba distraer a los invasores, todo lo posible, para darle tiempo a los ladrones disponibles de presentarse en el sitio.

Lo que no esperaba, era que los enemigos quebraran sus planes con facilidad, sacándolo a la fuerza de su escondite e hiriéndolo hasta el grado en el que apenas podía mantenerse de pie.
Sangrara de la sien izquierda y le temblaran los brazos al sostener su arma. El cristal derecho de sus lentes estaba roto. Y sus ropas tenían tierra y agujeros.

Las mujeres con las armaduras orientales lo devoraban con la mirada. Ansiaban recibir la orden de ponerle fin a su vida. Sin embargo, de manera imprevista, su oponente fue defendido por un par de bombas con forma de cebolla que, al explotar, las obligaron a retroceder y a taparse sus rostros.

Anonadado, Komui volteó hacia atrás, encontrándose con Lavi, Bookman y Umiko.

-¡¿Se encuentra bien?! - lo interrogó el anciano, poniéndose frente a él, con los jóvenes a sus costados, activando sus armas de inmediato.

Komui asintió, al mismo tiempo que los ojos de los recién llegados observaban los alrededores. Hace 10 minutos que Reever había dado el anuncio por los altavoces, y el nivel de destrucción en el vestíbulo y en el pasillo era increíble.

La gran puerta de madera, que solo podía abrirse con un conjuro impuesto por Cross Marian; al igual que las ventanas, estaba tirada en el suelo, hecha pedazos, con una gran parte de la fachada sobre ella.

Los pilares de concreto y los restos de las pinturas y armaduras antiguas que decoraban el lugar también estaban deshechos. La alfombra fue quemada y el suelo presentaba varios agujeros de tamaños diferentes.

Al detener su vista en ellos, Umiko frunció el ceño.

De pronto, tres siluetas se asomaron desde el interior de la nube de polvo. Al voltear hacia ellas, quedó pasmada con la persona que estaba en el centro. El muchacho de piel pálida, cabello violeta y ojos negros.

Anita-sama tenía razón.

Estaba vivo.

-Vaya, vaya... - fue el primero en romper el hielo, haciendo reír a Ruri y a Hari. - Nunca creí que volveríamos a encontrarnos en estas circunstancias, Umiko.

-Umiko, ¿Lo conoces? - la interrogó Lavi, sosteniendo con fuerza su martillo de tamaño variable.

-Bruno Yamana. - respondió seriamente. - Muchos lo conocen como el cazador de ladrones. - haciendo una pausa, apretó sus puños bajo las mangas de sus ropas. - Es... mi hermano mayor.

Fin del capítulo.


Muchas gracias por seguir leyendo mi historia! TwT Saludos a todos!