Catorce


—Siéntate. —Le ordena la ministra, y Harry tiene un vuelco en las entrañas.

Se sienta entre un silencio sepulcral y espera a que la ministra hable.

De pronto, descubre que Lily tiene la mirada cansada, pero esos ojos que se vieron fieros hace unos minutos descansan y muestran lo que realmente siente por Harry. Preocupación.

—¿Cómo te encuentras? —le pregunta.

Harry se sorprende de que a pesar de que su reelección está al borde del precipicio no está enfadada. Luego recuerda que ella dijo que pasara lo que pasara le apoyaría y entonces exhala aliviado. Sin embargo, no tiene una respuesta clara. Es hasta ahora, que ella ha preguntado, que se detiene a pensar en sí mismo.

¿Qué es lo que siente?

Se detiene a reflexionar.

Por un momento se imagina un mundo donde su madre es una persona común, solo alguien que está allí para apoyarlo. Exactamente lo mismo que ahora, pero Harry puede responder a esa pregunta sin sentir la culpabilidad e incertidumbre de estar arruinando la carrera política de su madre.

Sin embargo, a pesar de que la vida real se acerca levemente a su fantasía, hay algo que lo molesta sobre manera y eso es el hecho de que no quiere hablar de sus sentimientos, revelarle sus miedos y esperanzas a su madre cuando sobre el escritorio está la copia del periódico donde han sido revelados todos y cada uno de sus pensamientos respecto al hombre que ama.

—Yo... —la voz le tiembla y siente miedo, pero carraspea e inhala profundamente por la boca antes de continuar—. No lo sé. No quería que la gente se enterara de esta forma. Quería que tuviéramos la oportunidad de hacerlo con un acuerdo mutuo y bajo nuestros propios términos.

—Escúchame —le dice. Su madre está tan consternada como él. Harry es su hijo, y como madre, por nada del mundo desea que pase por situaciones difíciles, daría cualquier cosa por evitarlo, pero al mismo tiempo, sabe que esto es parte de la vida—. Soy tu madre. Ya era tu madre antes de ser ministra, siempre, todo lo que me resta de vida, seré tu madre. Y cómo tal, mi convicción es apoyarte. Así que, si lo que me dijiste el otro día es verdad, quieres a Draco en serio, para siempre, entonces tienes mi apoyo. No importa lo que suceda con lo demás.

«¿Y qué hay de tu posición como ministra?», piensa Harry, pero parece que Lily puede leer mejor a su hijo de lo que todos creen porque dice:

—No te preocupes por mí, ya sabré que hacer con las elecciones. Tengo todo un equipo de gente que me ayudará con eso.

Harry permanece en silencio.

—¿Y bien? —pregunta Lily—. ¿Es verdad lo que me dijiste sobre Draco?

—Sí —responde—. Es verdad. Lo amo con cada parte de mi ser.

—Bien, entonces cuentas conmigo.


Harry nunca se había reunido con tanto personal. Esta es la primera vez que tiene que lidiar con un montón de personas que le hablan al mismo tiempo. Es absorbente. Ni siquiera ha terminado de responder a un tema cuando ya le están hablando de otro.

Pasan cinco o seis horas y está que ya no puede más. Le duele la cabeza y le arden los ojos. Hermione le recomienda tomar una siesta, porque al fin lo han dejado libre, así que lo acompaña hasta su dormitorio, pero él no puede, necesita saber de Draco, su corazón no puede estar tranquilo sin una respuesta.

Cuando abre la puerta de la habitación para ir en busca de Cedric, James está allí, no dice nada, simplemente se acerca a Harry y lo abraza con fuerza.

Harry se aferra a su padre lo más que puede. Necesita esto, el amor y apoyo de sus padres, porque de otra manera no sabe cómo va a sobrevivir.

—Acabo de volver de una jodida misión y me encuentro con esto —dice James con voz molesta—. Todavía no sé quién es el cabrón que te hizo esto, pero en cuanto sepa, va a conocer lo que somos capaces de hacer los Potter —dice cuando se separa.

Harry ríe sin poder evitarlo.

—Papá, necesito hablar con Draco.

Dice eso y aparece un asistente del ministerio para entregarle su teléfono. Harry se apresura a llamar a Draco, pero el número telefónico está fuera de línea.

Se muerde el labio inferior angustiado.

—¿Qué hago? —se pregunta.

—Veré qué puedo hacer —dice James y le da una palmada en la espalda.

Va a la planta baja, seguramente para buscar algún método de contacto, mientras tanto, Harry vuelve a enviar a Hedwig, quien regresa una hora más tarde sin ninguna noticia.

Al mismo tiempo, sus padres dicen que no han podido contactarse con el personal de los Malfoy.

—Lo están haciendo a propósito —argumenta Cedric—. Siendo una familia tan conservadora, van a querer que Malfoy rompa todo lazo con Harry.

El corazón de Harry tiembla al escuchar eso. Se dice con firmeza que por nada del mundo va a permitir que eso suceda.

Camina como desesperado por la estancia, Cedric resopla. Observa entre la Lily, James, Harry y Hermione antes de decir:

—¿Puedes hacer el favor de sentarte? —parece exasperado—. Vamos a la mansión Malfoy.

Harry suelta un resoplido.

—¿Qué te hace pensar que al llegar nos van a dejar entrar? —le pregunta—. ¿Por qué lo harían?

Cedric suspira cansinamente.

A continuación, saca el teléfono y empieza a marcar un número.

—¿A quién llamas? —pregunta Hermione contrariada.

Cedric le mira brevemente

—A la señorita Greengrass, la asistente personal de Abraxas Malfoy.

—¿Astoria Greengrass? ¿En serio? ¿Por qué te contestaría a ti? —pregunta Harry.

—Porque es mi novia.

Harry voltea a ver a sus padres con expresión sorprendida.

Ellos parecen saberlo, pues no se han inmutado. La única que, de igual manera, parece no saber nada es Hermione, que emite un ligero «oh».

—¿Por qué hasta ahora se te ocurre llamarla?

—Tory —exclama Cedric haciendo caso omiso a la pregunta—. Sé que esta es una petición poco común y que acordamos no hacer uso de este medio para cuestiones laborales, pero necesito un gran favor. En una hora aproximadamente, iré con Harry a la mansión Malfoy. Vamos a hablar con Abraxas o con quien tengamos que hacerlo para acabar con este jodido asunto. —Se queda unos segundos en silencio—, discúlpame, pero de una vez te advierto que insistiré y haré lo sea para hablar con él. —Vuelve a permanecer en silencio, Harry se imagina que la asistente de Abraxas está respondiendo al respecto—. Bien, ahora podrías pasarme a Draco, por favor, no… Tory, sé que no es verdad, por favor. Toma —dice serio.

Lily hace una señal para que todos salgan de allí.

Harry se queda solo y con inseguridad se pega el teléfono a la cara.

Del otro lado se escucha un ruido confuso.

—¿Si?

Es la voz de Draco, se escucha elegante y siseante como siempre, pero temblorosa y confusa, y Harry quiero correr a la mansión y consolarlo.

—Dragón.

Escucha que Draco expulsa el aire.

—Hola, amor. ¿Estás bien? —cuestiona Draco a pesar de que la respuesta puede resultar obvia.

—Estoy bien, ¿tú estás bien? —pregunta Harry sintiendo un nudo en la garganta.

—Lo estoy intentando.

Harry cierra los ojos y exhala. Se siente enfadado.

—¿Qué ha ocurrido?

—Mi madre acaba de volver de su viaje al Congo, pero no ha dicho nada, continúa igual de desconectada que siempre. —Le informa Draco—. Y Astoria dice que el abuelo está muy encabronado, pero que lo está disimulando muy bien. Como un perfecto Malfoy. —Agrega lo último con un tono de sarcasmo—. Pero bueno, qué te puedo decir, aparte de eso, teniendo en cuenta la situación, todo va bien.

—No te preocupes —responde Harry—. Estaré allí en una hora.

Escucha la respiración pausada de Draco. Un minuto de silencio que se hace eterno es interrumpido por las siguientes palabras:

—No me importa que la gente lo sepa.

Y Harry siente que ese nudo en la garganta le quema.

—Draco —empieza—, es...

—No, estoy seguro, totalmente...

—He hablado con mi madre... —agrega Harry.

—Ya sé que no es el momento adecuado... —dice Draco al mismo tiempo.

—¿Querrías...? —Harry tienta las palabras.

—Quiero...

—Espera —interrumpe Harry—. ¿Estamos hablando de lo mismo?

—Creo que sí. ¿Estabas pensando en contar la verdad al mundo?

Harry asiente, aunque Draco no puede verlo.

—Sí —responde con convicción—. Solo si tú estás de acuerdo.

—Sí, lo estoy.

Harry todavía no está convencido.

—¿Estás seguro de que es lo que quieres?

Draco tarda unos minutos en contestar.

—Es un hecho que estaba dentro de mis planes a futuro hacérselo saber a mi familia, cuando yo estuviera listo, pero ahora ya es de conocimiento público. No me queda mucho por hacer. Además, te amo y no quiero ocultarte, fingir que lo nuestro no existe no es una opción.

—Yo también te amo. Te amo muchísimo —dice Harry sintiendo que pierde la respiración—. Y no te preocupes por nada, solo tienes que soportar un poco más, pronto estaré contigo y lo solucionaremos.

—Date prisa, por favor —exhala Draco.

Cuando la llamada termina, Harry sale del despacho, ya solo están Hermione y Cedric.

—Gracias, Cedric, yo...

Cedric niega con la cabeza.

—No tienes nada qué agradecer.

—En serio, no tenías porque haber hecho esto.

—Ya lo sé —dice—. Pero eres mi amigo.


Cuando llegan a la mansión ya pasa del medio día.

Draco le advirtió que la entrada de la mansión estaba abarrotada de periodistas y curiosos, así que abrieron el acceso por red flu de la casa Potter a la mansión.

Harry atraviesa la chimenea, seguido de Cedric. Y a la primera persona que se encuentran es a Pansy. Quien está vestida pulcramente con un vestido formal amarillo. Trae la varita en mano. Harry arquea una ceja al verla.

—Hola —saluda Pansy—. Estoy haciendo guardia, ya sabes, por si llega una visita indeseada que encuentre la manera de burlar el sistema de red flu. En fin, qué bueno que ya estás aquí. Estaba a punto de ir personalmente a buscarte.

Harry sonríe.

—¿Y Draco? —pregunta mientras voltea a ver a Cedric.

—¿Dónde puedo encontrar a la señorita Greengrass? —pregunta a Pansy asomándose por detrás de Harry.

—Ah, ella está en el despacho del señor Abraxas. —Y hace un gesto con la cabeza para indicar la dirección—. Y Draco está en su dormitorio.

Al llegar al dormitorio de Draco. Lo encuentra solo, echado en el sofá, bebiendo directamente de una botella de Berry Ocky Rot, sonríe cuando ve a Harry.

—¡Al fin! —exclama.

Harry va directamente hacia él y le arrebata la botella.

—Ey, eso es mío. —Se queja Draco.

Harry hace caso omiso a su queja. Y en su lugar lo toma en sus brazos.

Draco suspira y permite que Harry lo levante. Envuelve los brazos alrededor del cuello y se aferra a aquel cuerpo firme y cálido. Ahora si, al fin, se siente protegido.

—Lo lamento mucho —dice Harry mientras aferra más los brazos al rededor del torso de Draco—. Todo esto ha sido mi culpa.

Draco se aleja un poco para poder mirarlo a la cara.

—Por supuesto que no. Y no hay nada que lamentar. Yo no lo hago.

Harry sonríe y le besa la frente.

Observa las ojeras y el semblante pálido de Draco. Está preocupado, pero Draco es más fuerte de lo que parece.

—Eres increíble —le dice—. ¿Lo sabías?

Ambos se quedan en el sofá. Draco recostado, con la cabeza en el regazo de Harry, quien le proporciona suaves caricias en el cabello.

Pasan el tiempo conversando de temas ajenos a su situación actual, hasta que Harry recuerda algo que Draco le dijo durante la llamada telefónica.

—¿Y tu madre?

—Ahh... —Draco se remueve para quedar boca arriba y poder mirar a Harry—. Debe estar en su habitación. Sometiéndose a lo que sea que le haya ordenado el abuelo.

Harry no dice nada.

—Hablé con ella cuando llegó. Dijo que tomó un traslador en cuanto recibió la noticia. Asegura que el abuelo está furioso, no tanto por haber confirmado lo que ya sospechaba, sino por la traición del Profeta. Y luego dijo que me quiere mucho y me dio un abrazo.

—Eso está bien ¿no?

Draco niega con la cabeza.

—Le dije que mientras permita que el abuelo me mantenga encerrado, eso no significa nada. —Y Harry únicamente puede proporcionarle suaves caricias para confortarlo, Draco se cubre los ojos con el antebrazo—. Ahora me siento fatal. Fui grosero y desconsiderado.

—Tal vez no del todo —dice Harry—. Amas a tu madre y por eso te sientes mal, pero también es justo que ella haga algo por ti.

—No, fui injusto, ella no tiene culpa de nada.

Harry se contiene de decir más. Narcissa Malfoy no es su madre, así que no conoce los mínimos detalles, los que seguramente ve Draco, y por los cuales no tiene derecho a opinar. Así que se queda callado y continúa acariciando el cuero cabelludo de Draco hasta que este se queda dormido. Harry también quiere dormir, pero aparece Pansy.

—Por más que le pedí que tomara una siesta se resistió —dice ella—. No ha dormido mucho desde que publicaron las fotos de ese hotel en Hogsmeade.

Harry hace una mueca, está preocupado por Draco.

—¿Puedo preguntarte una cosa?

—Sí.

—Sospecho que no me está contando todo —susurra—. Le creo cuando me dice que quiere seguir adelante con esto, que quiere revelar la verdad a todo el mundo, pero hay algo más, algo que no me dice, y me siento ansioso al no saber lo que es.

Pansy permanece de pie en el centro de la estancia, mirando fijamente a Harry.

—La verdad —dice—. Simplemente echa mucho de menos a su padre.

—¿Qué puedo hacer yo ante algo así? —prueba con timidez—. ¿Cómo puedo ayudarlo?

Pansy sonríe un poco de lado. Va hacia la cama y se sienta en una esquina.

—Mmm… —permanece pensativa por un momento—. Es complicado de explicar. Y no sé mucho al respecto, pero te diré lo que recuerdo.

» Draco, él no la pasó nada bien durante el sexto año. Todos saben que el señor Lucius murió y Draco no supo lidiar con el trauma que eso le generó. Su madre se alejó y prácticamente se quedó solo lidiando con su dolor. Lo intentamos, quisimos estar allí para él, pero es un Malfoy y pareciera que es una herencia de familia no querer mostrar tus emociones pase lo que pase. Ahora, cada vez que se enfrenta a una situación que lo sobre pasa, se envuelve en aquellos sentimientos que albergó en ese tiempo.

» A pesar de las apariencias, es un mago que posee un corazón noble y dulce, pero al mismo tiempo, carga con una gran tristeza y dolor. Es quien es por todo el peso que ha cargado desde que nació. Y ahora, él quiere entregarte todo eso a ti. Está dispuesto a hacer algo que antes ni siquiera pasó por su cabeza, por ti. Así que, como su mejor amiga, te pido que lo aceptes, con todos sus defectos y virtudes, con todo ese dolor y tristeza. Que te quedes con él y permanezcas a su lado pase lo que pase.

Harry hace una fusión entre lo que le está revelando Pansy y lo que él mismo vio en aquel sueño del que al final nunca le habló a Draco. Se queda pensando en eso por unos segundos hasta que decide decir:

—Esa es una parte de él que amo. Y sé que no puedo comprender su dolor, pero si él está dispuesto a dar todo de sí... —Toma aire—. Estoy dispuesto a saltar al precipicio por él.

—Pues entonces adelante.


Abraxas Malfoy no se presenta ese día. Al parecer, su viaje de negocios tuvo que extenderse un día más, así que, a la mañana siguiente, cuando Harry despierta abrazando a Draco, se encuentra con más chismes sobre su relación. Lo que le pone los nervios de punta.

Draco no está mejor, pero ya sonríe con más sinceridad y de vez en cuando bromea.

Se dan una ducha y se preparan para recibir a Abraxas.

Cuando bajan al salón principal, lugar donde se llevará a cabo la reunión, ya están allí Cedric y Astoria.

La joven Astoria luce en el dedo anular un bonito anillo de compromiso y Harry se pregunta cómo es que Draco no se enteró de esto antes que él. Como sea, toman asiento donde les indican. Y esperan.

Escuchan un ruido y la mano de Draco va instintivamente a la de Harry, quien le devuelve el apretón sutilmente.

Para alivio de Draco, es solo su madre, quien entra con un gesto neutral, pero sonríe cariñosamente hacia él cuando lo ve.

—Hola, cariño —le dice.

Draco mira a su madre con culpabilidad, sonríe ligeramente.

—Hola, madre —responde—. Te presento a Harry, mi novio.

—Hola —saluda Harry, apresurándose a ofrecer la mano.

Dentro de sus pensamientos, se han considerados novios desde hace mucho tiempo. Pero esta es la primera vez que le ponen, abiertamente, una etiqueta a su relación.

Narcissa lo mira con sus profundos ojos azules, no muestra ninguna emoción, como la perfecta sangre pura que es, pero Harry ya sabe que debajo de esa mirada inquebrantable, hay un cúmulo de emociones esperando por vislumbrarse.

—Gracias por el apoyo que le has brindado a mi hijo —dice correspondiendo al saludo. Y le regala una ligera sonrisa.

Harry se sonroja. ¿Por qué? No tiene ni idea.

—¿Vas a hablar con el abuelo? —pregunta Draco a su madre.

Ella suspira.

—Sí. Y no apelaré al sentimentalismo, eso no funciona con él. Tengo una idea de qué decir.

Draco se sorprende, porque no cree lo que está escuchando.

—¿Apelar?

—Si, esto será una lucha—responde su madre—. Quieres decir la verdad, ¿no es así?

—Mmm... sí, sí quiero. —Tener a Harry a su lado y a su madre al frente le ha hecho tener más esperanza de la que tuvo en toda su vida.

—Entonces hay que intentarlo.

En ese momento se escucha el sonido de la puerta una vez más y esta vez si entra Abraxas Malfoy, vestido con una elegante túnica oscura, en su rostro lleva una expresión pétrea.

Harry ya lo ha visto unas cuantas veces en persona, pero nunca deja de sorprenderlo el parecido que tiene Draco con él en el aspecto físico. Poseen el mismo mentón cuadrado, la altivez y elegancia al caminar y el mismo color de ojos, solo que, en el caso de Draco, transmiten más emociones.

La temperatura del salón desciende significativamente ante la presencia del mago, quien camina directamente al centro del salón, donde pueda ser visible ante todos los presentes.

Mientras esperan, un elfo doméstico llega con un servicio de té y se dispone a preparar una taza al señor Abraxas. Cuando ha terminado, la ofrece y se va. Abraxas toma la taza y bebe despacio.

Harry emite una tos y Astoria le dirige una mirada de advertencia.

—Desde hace algunos meses, —dice Abraxas por fin—, me he involucrado más en el tema relacionado con la tecnología muggle. Me he tornado reticente por mucho tiempo, pero, como se lo había comentado a Draco en alguna ocasión, estoy abierto a conocer más a fondo sobre este tema debido a que es una verdad inminente que ya no podemos ignorar. Los dispositivos que la ministra ha introducido a la sociedad mágica son una fuente de comunicación el cual su uso se ha acrecentado cada vez más. Entonces, en mi búsqueda de conocimiento sobre este tema, conocí a una persona que me habló sobre todas las ventajas y desventajas que tiene y muchas cosas sorprendentes que pueden hacerse, muchas de ellas ni siquiera se las pueden imaginar. ¿Sabían que existe la posibilidad de falsificar información de un dispositivo y hacer creer al mundo entero que es real?

Se hacen unos minutos de silencio.

—De todos modos, creo que todavía no estoy preparado para comprender mucho de eso —sigue diciendo—, pero lo que sí he comprendido claramente, es que se pueden fabricar y divulgar todas las mentiras que uno desee. Es posible crear archivos que nunca han existido y colocarlos en donde son fáciles de encontrar. —Entonces fija la mirada en Draco, quien a cualquier ojo podría parecer inmutable, pero Harry nota la clara tensión que hay en todo su cuerpo, aun si solo lo está viendo de reojo—. Me pregunto, Draco, si eso es lo que está sucediendo con relación a esas indecorosas afirmaciones que están circulando en la sociedad mágica.

Draco se tensa aún más.

Su abuelo le está ofreciendo una cosa: finjamos que esto es una mentira, un engaño para desprestigiar a los Malfoy y tu posición como heredero no será cuestionada.

—Es real —responde Draco con voz calmada—. Absolutamente todo.

Parece que Abraxas no ha reaccionado a la respuesta que claramente no quiere sino fuera por la vena que apenas si se le marca en la frente.

—Muy bien. En ese caso... —y gira sus ojos hacia Harry—. Señor Potter. Si hubiera sabido que estaba saliendo con mi nieto, habría insistido en celebrar un primer encuentro más formal.

—Abuelo...

—No hables, Draco.

—Padre... —dice Narcissa.

El señor Abraxas levanta una mano para impedirle continuar hablando.

—Draco, ya hace algunos años dejé claro que, si mirabas hacia una dirección antinatural, se adoptarían las medidas pertinente. Es absolutamente incomprensible el hecho de que hayas decidido ignorar esa advertencia para involucrarte con este… joven. —Al decir esto, introduce un deje despectivo en el tono cortés con el que estaba hablando, bajo el cual Harry detecta insinuaciones hacia todo lo que él representa, desde su raza hasta su sexualidad—. Se te ordenó que debías esperar indicaciones y mira lo que has hecho. —Ahora sí, mira con absoluto desprecio a Harry—. Está claro que has perdido el juicio. Mi posición continúa siendo la misma: tu papel dentro de esta familia es el de perpetuar nuestro linaje, así como continuar el legado que la familia te ha encomendado, por ello no voy a consentir nada que quede por debajo de lo que es tu obligación como un descendiente de los Malfoy.

Draco baja la mirada, su respiración se ha vuelto más pausada y parpadea repetidamente. Harry está sintiendo una furia contenida, algo que dentro de sí le grita que le diga unas cuantas cosas a Abraxas, pero se contiene, le prometió a Draco que le ayudaría, y empeorar las cosas no va a dirigirlos a donde quieren.

—Padre —dice Narcissa en tono calmado—. ¿No has pensado en considerar otras opciones?

Abraxas la mira con temple frío e inquebrantable.

—¿Qué opciones, Narcissa? Sugiere una opción que no dañe la reputación de tu hijo más de lo que ya está dañada.

—Para empezar, hay que manejar la situación como lo que es. No es un escándalo, como los medios se han empeñado en hacerlo ver, esto es una invasión a la privacidad de la familia, principalmente la intimidad de un joven enamorado. Eso es lo que debemos decirles a los medios y obviamente, convertir a Harry en un pretendiente oficial.

Harry siente un fuerte calor instalarse en su pecho. La declaración de Narcissa, es algo que no esperaba.

—Entonces, ¿tu plan consiste en permitir que Draco se convierta en la vergüenza de la familia? —pregunta Abraxas incrédulo.

Narcissa niega.

—¿De qué vergüenza estás hablando? Solo quiero que mi hijo viva con sinceridad.

Abraxas no se ha dado por vencido. Creyó que la madre de su nieto podía entender todas las dificultades que ese hecho implica, pero lo único que ha obtenido es una gran decepción.

—Draco —dice—, medítalo más a fondo, piensa por un momento, ¿no crees que sería mejor que vivas sin todas las complicaciones que esta absurda relación representa? Poseemos los recursos adecuados para buscarte una esposa y compensarla generosamente.

Draco frunce el ceño, un gesto que al abuelo no le pasa desapercibido, por lo que habla en un tono más severo.

—Entiéndelo, solo intento protegerte. Ya sé que en este momento esto te parece lo más importante, pero lo cierto es que debes pensar en el futuro. ¿Enserio te crees tan fuerte como para soportar toda la clase de acusaciones que recibirás de ahora en adelante? No creas que después de esto la gente se mostrará deseosa de invitarte a eventos de recaudación, mucho menos serás invitado a los pabellones infanti...

—¡DETENTE! —grita Draco enfadado. Todas las miradas se vuelven hacia él. Draco está pálido y conmocionado al oírse gritar, pero continúa—: Estoy harto de que siempre especules sobre escenarios atroces solo para intimidarme y someterme a tu voluntad.

Harry ya no se contiene, después de todo lo que escuchó, le importa un carajo lo que piense o diga Abraxas.

Toma la mano de Draco, quien se sostiene con fuerza al instante.

—¿Qué si va a ser difícil? Por supuesto que lo será —dice Draco—. Y estoy aterrado por eso. Pero no quiero seguir fingiendo ser quien no soy, quiero ser feliz, soy un Malfoy, pero antes soy un ser humano, por eso es que también merezco encontrar mi felicidad.

Abraxas no está para nada convencido.

Narcissa tenía razón.

No se puede apelar al sentimentalismo.

—En fin. —Abraxas vuelve a tomar la taza de té —. Finjamos por un momento que, en efecto, le cuentas la verdad al mundo. Hay algo que has pasado por alto. La obligación de nacimiento que tiene todo Malfoy. La procreación de un heredero con el fin de preservar el linaje. ¿Ya has pensado cómo vas a resolver eso?

Y Harry no lo piensa dos veces antes de decir:

—Hay manera, podemos cumplir con eso.

Draco y el resto de los presentes voltean a verlo.

—¿Quién le ha otorgado el permiso de hablar? —pregunta Abraxas en tono molesto.

Harry no se contiene al responder.

—Yo me lo he otorgado por...

—Señor Potter, le aclaro que usted está presente en este momento solo porque es parte del problema, no porque sea parte de la solución.

—Abuelo... —advierte Draco, pero Abraxas no le permite hablar.

—¿Está pensando en una tontería como la adopción? —continúa reprendiendo a Harry—. Déjeme aclararle otra cosa. La magia de esta mansión es ancestral, tan ancestral como lo es la magia más antigua. Evidentemente usted no lo sabe, pero la mansión sólo aceptará como sucesor a un mago con magia totalmente pura, un mago que sea un verdadero Malfoy.

Qué estupidez, piensa Harry. Obviamente, tiene intención de decir algo al respecto. Él no se caracteriza por ser alguien que se queda callado, pero Draco habla.

—Ya veré qué hacer con respecto al heredero—dice Draco—. Primero quiero decir mi verdad y ver cómo reacciona la gente, porque no sabremos lo que piensan hasta entonces.

Abraxas resopla.

— Draco, tengo setenta y siete años de vida, y, bajo mi experiencia, creo saber cómo piensa la gente. Sé con certeza que...

El sonido de la puerta interrumpe las palabras del abuelo.

Pansy entra y dice con voz agitada:

—Tienen que ver esto... —como bruja criada en una familia de sangre puras, esta acción es totalmente reprobable, pero no puede quedarse callada ante lo que acaba de enterarse.

Lleva consigo un ejemplar de El Quisquilloso, el cual le muestra primero a Draco, pero Harry y Narcissa lo leen claramente.

—El Quisquilloso lanzó un boletín especial esta mañana.

El titular expresa: LLEGAN APOYOS DE TODO EL MUNDO PARA HARRY POTTER Y DRACO MALFOY.

Hay una foto de ellos sentados uno al lado del otro, es del día en que asistieron a la Copa Mundial de Quidditch.

—Y eso no es todo —dice Pansy dando vuelta a la página.

En las siguientes páginas hay fotografías tomadas el día anterior de personas que se aglomeran a las afueras del ministerio y la mansión Malfoy. Algunos llevan letreros de apoyo. También hay fotos de Francia, Alemania y Estados Unidos.

Incluyen una foto de un gran letrero de fuegos artificiales que dice: «Historia, ¿eh?» Junto con las banderas gay y bi.

Esto es descomunal y Harry no tiene idea de qué decir. Sólo mira a Draco, quien le está mirando también con una expresión desconcertada.

Narcissa se pone de pie y se dirige directamente a los ventanales que miran hacia la entrada de la mansión.

—Narcissa... —advierte Abraxas, pero la bruja hace caso omiso y recorre las cortinas con un movimiento de su varita.

Hay mucha gente aglomerada en el exterior. Tal como lo muestra la foto del boletín, pero desde el interior de la mansión, la imagen es mucho más impresionante.

Draco y Harry se acercan con cautela al ventanal.

—Oh, amor mío —dice Narcissa al tiempo que lo atrae para abrazarlo.

Abraxas emite un carraspeo y dice:

—Esto no representa, ni de cerca, la impresión real que tiene la sociedad mágica.

Narcissa resopla exasperada. Algo que sorprende a Draco, porque su madre jamás se mostró molesta con el abuelo. No en todo el tiempo que él lleva de vida.

Deja de abrazar a Draco, se da media vuelta para mirar al abuelo, al mismo tiempo que manipula a Draco con el brazo para ponerlo detrás de ella.

Es un acto instintivo de protección. Pero Draco siente mucha felicidad y orgullo.

—¿En serio te vas a ablandar por unas cuentas personas apoyando esta aberración?

—Primero, el amor que siente mi hijo por este joven NO es una aberración. Y si, por supuesto que me ha conmovido, lo que no significa que soy una persona blanda. Aclarado eso, sé de sobra que hay gente en el Wizengamot, otros sangre puras y tanta gente que no toleran esto. Pero ¿y qué? A quién le importa cuando podemos hacer algo al respecto, cuando se pueden cambiar las cosas. Porque se puede, solo admite que no quieres hacerlo.

—Cómo te atreves, Narcissa—dice Abraxas en tono molesto. Esta vez transmite todas sus emociones sin contemplación. Lo que a Draco le da una idea de qué está realmente furioso.

—Me atrevo como se han atrevido tantos de nuestros antepasados a cometer adulterio, asesinato y toda una serie de actos infames y aun así el único que es juzgado es mi hijo solo porque eligió ser feliz con la persona que ama.

Abraxas frunce el ceño.

—No voy a permitir tal falta de respeto y mucho menos...

—¿Qué tal si lo hablamos con el grupo anti supremacista? Te recuerdo que fueron quienes presionaron hace cinco años para tener a Lily Evans como ministra —replica Narcissa con un brillo desafiante en la mirada—. Estoy segura de que ya están bastante hartos de la vieja guardia.

Esa es una información que Harry y Draco desconocían, por lo cual, están bastante sorprendidos. Eso y la lucha que Narcissa está llevando contra Abraxas.

No es inmediatamente visible, pero se alcanza a vislumbrar un ligero temblor en las manos de Abraxas.

—¿Crees que tu amenaza funcionará?

—No es una amenaza, lo haré, tengo mucha información que compartir con el mundo.

Narcissa gira para mirar a su hijo.

—Lo siento, cariño —dice—, no he sido una buena madre. —Narcissa vuelve a mirar al abuelo—. Draco no es una antigua reliquia familiar. Es una persona, alguien que siente y te juro por la memoria de Lucius, que no permitiré que le hagas lo mismo que a él.

Abraxas observa detenidamente a Harry y a Draco.

Y por fin, se dan cuenta de algo.

Abraxas tiene miedo de lo que ellos representan. La amenaza que sugieren a su estabilidad, a la apariencia y reputación de los Malfoy.

Es notable que lo que Abraxas va a decir a continuación le cuesta, traga saliva y tensa la mandíbula.

—Supongo que no me dejas otra opción más que permitirle a Draco que continúe con este absurdo plan.

—Padre, piensa que has elegido bien, que has tomado la decisión correcta y el trago no será tan amargo.

Abraxas hace una mueca de disgusto, pero no dice más.

Harry y Draco se apresuran a salir ahora que han obtenido la aprobación de Abraxas, gracias a Narcissa.

Draco ha sostenido este gran peso durante toda su vida, quitarse una gran lápida de la espalda le hace notablemente diferente. Sus ojos brillan más y Harry no cree que sea posible amar todavía más esa mirada.

En cuanto las puertas se cierran tras ellos, Draco atrae a Harry para besarlo.

Este beso es dulce, lento y amoroso.

—Te amo —susurra—. Te amo, te amo, te amo.

Al fin, Draco dice aquellas palabras sin miedo, importándole poco que alguien más lo escuche.