belles feuilles

Y LLEGASTE TÚ

CAPITULO 1. EN CASA

Después de la guerra nuestro imperio sufrió el mayor deshonor en toda la historia de nuestro gran imperio pero no nos detuvimos ahí. Poco a poco fuimos recuperándonos y volvimos a ser la gran potencia que alguna vez fuimos, gracias a esto, la población creció a un ritmo preocupante, pronto no habría los recursos necesario para todos. El emperador dicto que se permitiría un hijo por matrimonio, la necesidad y desesperación por dar a luz a un hijo varón que fuera primogénito llevo a una oleada de abandonos de niñas en los orfanatos de toda China.

Con el tiempo aquellas niñas eran compradas para ser esposas, compañeras, amantes, pero casi nunca hijas. En uno de los orfanatos que trataba de aislarse de todos para criar a las niñas como trabajadoras de los campos de arroz llego una pequeña bebe, envuelta en delicadas y finas mantas de seda china, ropas bordadas de oro y un emblema, la figura de un tigre. La noche en la que llego había luna llena por lo que fue nombrada como Moon.

Debido a su extraña vestimenta, inusual entre el resto de las niñas. Decidieron nunca darla en adopción hasta que su verdadera familia decidiera aparecer. Con el paso de los años, aquella niñas se notaba diferente, jamás se enfermaba, a lo cual se le atribuía el posible hecho de que su madre tuvo los cuidados necesario en su embarazo, a diferencia del resto de otras mujeres que trataban de sobrevivir a las crisis económicas del país. Moon creció saludable y fuerte, se convirtió en una niña alegre y amable. Pero todo cambio en su cumpleaños número 7. Cada día que pasaba tenía un aumento alarmante de fuerza física, lo cual implicaba un riesgo latente para el resto de las niñas que vivían con ella, la fueron aislando hasta dejarla completamente encerrada en un pequeña habitación donde solo podía estar parada o sentada.

En varias ocasiones escapaba para robar comida de la cocina, terminando en severas consecuencias para ella, era golpeada y castigada por las mujeres que cuidaban del orfanato. Un rumor se esparció a las provincias más lejanas. Un monstruo, una bruja, un demonio, un espíritu maligno. Algo sumamente peligroso se encontraba en aquel orfanato, a consecuencia de esto disminuyo la compra del arroz y las adopciones en las niñas generando una gran crisis. Estos sucesos de alguna forma llegaron al palacio de Jade.

En una tarde de meditación, un anciano de dudosa longevidad, llamo a su discípulo. El maestro Shifu, un hombre adulto, maestro del kung fu. Hasta hace poco tiempo dirigía a un grupo pequeño de estudiantes para continuar con el legado más antiguo de China. Pero uno de ellos no deseaba compartir nada, deseaba la gloria y el honor y cuando se le fue negado asesino a sangre fría a sus 17 compañeros. Tal acto lo llevo a ser juzgado y por intervención del maestro Shifu no fue condenado a pena de muerte, únicamente estaría encerrado de por vida.

- Maestro ¿Me llamo?

- ¿Conoces la provincia donde un grupo de mujeres siembra el arroz que comemos?

- No maestro.

- Entonces ve con el señor Ping.

- ¿El que vende Fideos? Maestro ¿Qué desea comer?

- No lo sé. Pero ve con él y ve a esa provincia que le surte el arroz.

- ¿Qué se supone que debo hacer ahí maestro?

- Trae contigo el espíritu del Tigre.

Confundido por la petición de su maestro. Shifu emprendió su camino al restaurante del señor Ping. A su corta edad de 20 años adopto a un pequeño bebe regordete, teniéndolo todo para conseguir una buena esposa, el decidió ser padre joven. Claro que los rumores no se hicieron esperar pero al menos él era feliz cuidando de su hijo.

- Maestro Shifu que gran honor, ¿Cuántas ordenes le doy?

- Puede llevarle una orden de fideos sencillos al palacio de Jade, pero necesito algo más de usted.

- ¿En qué puedo ayudarlo?

- Necesito saber de qué provincia viene el arroz con el que prepara la comida.

- ¿Por qué? No me diga que les hizo daño. Le prometo que jamás serviría algo dañino.

- No es eso. Debo ir ahí.

- Bueno, es la provincia de Han Jang. Ese arroz es delicioso, el mejor para salud.

- ¿Sabe algo acerca de un espíritu?

- El rumor vuela ¿No?

- ¿Hay algo cómo eso?

- Si, se dice que las mujeres que siembran y cosechan el arroz son niñas y mujeres del Orfanato de Han Jang. Eso ha sido así por mucho tiempo pero que recientemente tienen encerrado ahí un demonio, un espíritu maligno. Dicen que ha poseído a una de las niñas y que ha lastimado a muchas más. Lo último que supe es que sacrificarían al pobre niña para librarla del demonio.

- ¿Cómo llego ahí?

- No hace mucho se fueron los proveedores si se apresura podrá alcanzarlos y ellos lo llevaran.

- Bien. Gracias, señor Ping.

- Por nada.

Así el maestro Shifu emprendió su camino hacia aquel orfanato. Se preguntaba la razón por la que sería enviado ahí. Él había leído cada libro y pergamino acerca de la historia del kung fu, el espíritu del Tigre era un aliado, nada maligno. Quizás todo este alboroto sería un mal entendido por parte de la gente ignorante. Tal y como el señor Ping lo dijo, alcanzo a los proveedores y amablemente lo llevaron en la camioneta hasta el orfanato. El viaje duro solo unas horas, si hubiera sido a pie tardaría semanas en llegar. En el camino podía divisar los campos de arroz, kilómetros de ellos, parecía como si fueran infinitos.

Al llegar al orfanato el único sonido que se apoderaba del silencio eran las risas y gritos de las niñas. Entro tranquilamente observando cada detalle del lugar y le llamo la atención los rasguños en las caras y brazos de las niñas pero aún más los rasguños en las paredes de piedra y en el suelo.

- ¿Quién es usted?

- Soy el maestro Shifu del palacio de Jade.

- Discúlpeme señor ¿Qué desea?

Sin darle oportunidad de explicar su presencia, al fondo del orfanato se escuchan destrozos y alboroto. Fue siguiendo el ruido hasta llegar a una escotilla en el suelo. Algo furioso, grande y posiblemente peligroso quería salir ahí a toda costa.

La mujer que lo había abordado trato de dar explicaciones sin sentido para impedir que el maestro llegará al autor de tan implacable escándalo.

Abrió la escotilla muy tranquilo, de ahí salió una pequeña niña con el cuerpo cubierto de heridas, raspones y moretones. Trato de huir lejos de ahí pero el maestro Shifu en un solo movimiento la detuvo y la abrazo lo más fuerte que pudo.

¿Cómo una niña tan pequeña y delgada puede tener tanta fuerza?

- Maestro debe meterla al sótano nuevamente, no deje que escape.

El maestro se molestó ante esa petición. Sabía perfectamente que los niños eran maltratados en los orfanatos y estaba en contra de hacer algo así.

- ¡No! Por favor, no me deje ahí adentro.

El maestro Shifu tomo a la pequeña con un brazo y con el otro comenzó a darle cariños en su cabeza. De modo que la pequeña se calmó y se estremeció ante aquella muestra de cariño. Casi de inmediato un fuerte rugido que provino de su estómago hizo que el maestro se confundiera más.

Soltó a la pequeña niña y le indico con sus manos que le ayudará a abrir su mochila. De ahí sacaron un poco de comida que el traía. A la pequeña niña le brillaron los ojos y sin pedir permiso devoro cada migaja.

Mientras esa pequeña parecía perdida en la comida, el maestro la observó, se veía más descuidada que el resto de los niños, no solo por las heridas sino también por la evidente falta de higiene personal. Su conducta también era extraña, se aferraba a la comida con demasiada desesperación como un animal que no ha probado comida en semanas.

Muchos sentimientos se presentaron en el maestro, pero no concordaba esta niña con el resto. ¿Acaso sería está niña el monstruo del que todos hablan? El maestro se percató de que el único ruido que se escuchaba era aquella niña comiendo, el resto se encontraban escondidos observando los a través de las rendijas del papel de arroz de las puertas corredizas de la casa. La mujer que le pidió que la volviera a encerrar ahora sostenía con mucha fuerza un asador. La ignorancia puede hacer muchas cosas con las personas.

- Usted, prepare agua caliente y ropa para esta niña.

- No tengo permitido hacer eso.

- ¿Quién está a cargo?

- Yo señor.

De uno de los cuartos salió una mujer mayor. No parecía intimidarse pero si le aterraba acercarse a la niña.

- Haga lo que le pido, les pagaré y también les compraré varios sacos de arroz.

- Ella es peligrosa señor. Nos ha lastimado a todos, roba nuestra comida, destroza todo lo que toca.

El maestro volvió a observar a la niña que trataba de morder el cuenco de metal. Un material denso que ella de formaba con sus pequeños dientes.

Solo tenía demasiada fuerza, con un buen entrenamiento ella podría tener una vida tranquila y normal.

- Niña ¿Cómo te llamas?

- Moon, era su nombre. Ahora no es más que un demonio.

Aquella niña ni siquiera le mostraba atención a nada que no fuera comida. El hambre y la sed la segaban por completo. Hasta que un voluminoso eructo salió de su boca provocándole algo de gracia al maestro. La pequeña satisfecha comenzó a prestarle atención a su alrededor y de inmediato corrió al sótano para esconderse.

- Señora por favor haga lo que le pido, le pagaré bien y le ayudaré a resolver esto.

El maestro entrego una bolsa con dinero a la mujer para después entrar al sótano, estaba demasiado oscuro. Casi imposible distinguir algo.

- ¡Fuera de aquí! No te acerques o te voy a morder.

El maestro saco una vela y la acercó a una pared de modo que ilumino solo esa parte. Se alcanzaban a ver arañazos. Pero los comenzó a cubrir con figurillas. Con la sombre de sus manos comenzó a hacer algunos animales. Con su fino oído se percató que la niña curiosa se acercaba para ver más de cerca.

- En la pradera junto río Khan corren un par de conejos perseguidos por la inocencia desde la infancia hasta la adultez.

- La inocencia parece una niña y mujer.

- La inocencia tiene a su familia, ella ama núcleo que la mantiene segura. Pero su padre debe ir a la guerra. Inocencia no puede entender que significa guerra. Pero le da miedo perder a su padre. La inocencia se disfraza y se viste con la mentira, para no ser reconocida e ir a la guerra en lugar de su padre.

- Más bien parece un chico.

- En la guerra conoce el Kung Fu.

Apagó la vela para después encender muchas más formando un círculo alrededor de ellos que iluminaba casi todo el lugar. Saco de manga una flauta y mientras tocaba hacia los movimientos que hacían los soldados para entrenar para la guerra.

- Algo pasó, la inocencia dejo de ser la inocencia y se convirtió en mentira, vergüenza y en un gran soldado del imperio. Luchó hasta quedar manchada de rojo volviendo a transformarse en un guerrero victorioso. Cuando quiso regresar a su casa fue descubierta desterrada en deshonra.

- Pero eso no es justo.

- Después de un largo camino llegó a su casa donde su padre y madre la esperaban. Detrás de todo aún pudieron reconocer la inocencia pero sabían que ya no era la misma de antes. Paso su vida en el exilio aprendiendo el verdadero Kung Fu y de ese modo pudo dormir para siempre en paz.

- Señor no dime gusto su historia, pero sus movimientos son impresionantes.

- Es Kung Fu, un arte tan antiguo como el mismo cielo. Te ayudará a controlar tu fuerza. No eres un monstruo, eres una niña con CHI poderoso, yo te enseñaré a controlarlo.

Salieron del lugar donde los esperaban algunas mujeres con palos y herramientas lista para atacar si fuera necesario, ese hecho asustaba demasiado a la niña quien comenzaba a ponerse a la defensiva.

- Moon pareces un gato portando te así a la defensiva y ustedes parecen cavernícolas, hagan sus actividades como normalmente lo hacen yo me haré cargo de ella.

Todas bajaron sus armas y se alejaron del lugar, mientras el maestro fue a dónde estaban los baños. Efectivamente habían preparado agua caliente y preparado ropa para ambos.

- Te ayudaré a lavarte la cabeza, tú harás lo demás, ¿De acuerdo?

- Si.

Sentó a la niña en una roca y con una navaja corto un lazo que detenía su cabello en una coleta. Tenía nudo por todos lados y unos pequeños parásitos que de seguro le causaban mucha comezón, el cabello lo tenía grasoso y maltratado. No tenía idea por dónde comenzar, incluso se le ocurrió raparla completamente.

- Voy a ponerte mucho jabón y a cepillarte, te va a doler porque voy a jalarte un poco, trata de aguantar.

- Si.

Así lo hizo aplicó a infante jabón a su cabeza e iba cepillando y cortando los nudos de su cabello, así por un rato hasta que al fin pudo tener su cabello liso, aunque un poco tusado. Le indico que ahora se bañara completamente y lo mejor que pueda para después cambiarse e ir a dormir.

La niña obedeció sin pero alguno. Mientras ella se aseaba él también lo hizo en un lugar apartado, mientras pensaba en que debería hacer exactamente con esa niña y ¿Cómo encontraría en ese lugar el espíritu del Tigre?

Termino de asearse y vestirse, la niña aún no terminaba así la dejo ahí y fue con la señora mayor para pedirle un lugar donde dormir, el cual amablemente le cedieron.

Cuando la niña salió hecha un camarón él le ayudo aplicarse un bálsamo que le ayudaría a sanar sus heridas y su piel casi lijada por ella al bañarse. La mando a cenar y a dormir en lugar que le prepararon a él. Mientras el pidió hablar con la mujer mayor.

- ¿Por qué quiere saber de dónde viene?

- Supo go que no debe ser muy común que tenga niñas así.

- Bueno no, pero es algo confidencial.

- ¿Qué planes hacer con ella? ¿Desaparecer la? ¿Venderla

- No, nosotras jamás vendemos a las niñas. Estamos en contra de eso y tampoco nos conviene desaparecer la.

- ¿Entonces?

La mujer dudosa fue hacia un baúl donde saco una caja cubierta con una manta. Dentro de encontraba ropa de bebé y un curioso emblema.

- ¿Todo esto es de ella?

- Si, cuando Moon llegó aquí tenía todo esto puesto. Debe ser de una familia rica y vendrán a buscarla algún día.

- ¿Qué se imaginan que dirá su familia si la ven en las condiciones en la que está?

- Ellos entenderían que era lo mejor. Es peligrosa, no tiene autocontrol.

- Basta, ella tiene una fuerza sobre humana pero no significa que sea un monstruo. Yo le ayudaré a que pueda controlar su fuerza para que pueda tener una vida normal.

- Eso sería maravilloso, de ese modo cuando venga su familia no habrá ningún problema. Dígame algo, el maestro Oogway lo ha enviado para ayudarnos ¿Cierto?

- Si él me envió, pero para llevarme a la niña conmigo.

- ¿Por qué? No puede llevársela, la necesitamos, cuando su familia regrese por ella nos recompensara con dinero y saldremos de la pobreza.

- Su familia no vendrá por ella nunca. No se haga falsas historias en su cabeza. Yo la adoptaré.

- Usted sabe quién es familia, por eso se la quiere llevar y cobrar usted el dinero.

- Soy un monje, no me interesa algo tan banal como el dinero. Creo conocer su familia y le puedo asegurar que no le queda nadie.

Esas palabras tenían algo de verdad. El maestro Shifu había leído acerca de la dinastía del tigre y allegados, debido a que aquel estudiante que crío como aún hijo hace tan solo un tiempo atrás. Si ambos pertenecían a aquella familia, ahora estarían solos y sin una adecuada vigilancia letalmente peligrosos. Tiene sentido que el maestro Oogway quisiera tener a la niña cerca.

El maestro Shifu, tomo las cosas de la niña y las introdujo en su maleta, fue directamente a la habitación donde dormía aquella niña hecha una bolita, aferrada a una almohada y la sábana que la cubría. No pudo evitar sentir como su garganta se cerraba y secaba en un instante. Le recordaba a su hijo, le había fallado y ahora se quedaría pudriendo en la oscuridad hasta su muerte.

Tomo asiendo en el suelo recuperándose en la pared. Se podía respirar la humedad del lugar, mezclado con el polvo de arroz y hollin. El único sonido que podía percibir eran las respiraciones de la niña al mismo ritmo que al arrollo que alimentaba los cultivos de arroz.

El maestro Shifu era ya un hombre adulto que había dedicado toda su vida al budismo y el Kung Fu. Su único maestro, el legendario Oogway, quién se decía que tenía el secreto de la vida eterna puesto que parecía imposible e irreal que fuera quien dio vida al mismo Kung Fu por medio del CHI. Incluso el mismo maestro Shifu le cuesta creer tal cosa, aun así no niega que su maestro es muy longevo y sabio.

A la mañana siguiente, el maestro Shifu arreglo todo para llevársela. Sería un problema que viviera en el templo principal puesto que era una mujer y sería algo impuro, pero podría vivir en alguna parte del palacio de jade.

- Moon, despierta.

La pequeña niña roncaba como si de un gato de tratase, no es que fuera una holgazana, más bien parecía que había podido dormir y descansar después de un largo tiempo. Con mucho trabajo y paciencia logró despertarla. Volvió a lavarle la cabeza y tratar de sacarle los piojos con una peineta. Después de un desayuno le dijo que empacada sus cosas porque debían irse. La pequeña niña solo se llevó consigo un puñado de sería dentro de un pañuelo.

Le sorprendió al maestro Shifu aquella acción Pero sin mostrar mayor interés ambos partieron. En el camino le fue enseñando acerca de algo tan básico como la respiración y el caminar correctamente.

- Caminas con los pies chuecos, mira, la punta de tus pies no debe ir al interior. Tampoco tus hombros deben encorvarse hacia dentro.

- Me duele y me canso si camino como usted me dice.

- Es porque tú cuerpo se acostumbró a esa postura y a esa marcha. Pero ya lo corregiremos, ahora continúa y respira por la nariz.

La pequeña niña que refunfuñaba trataba de seguir las indicaciones del maestro Shifu. No entendía mucho de lo que sucedía, pero solo podía dejarse llevar por la amabilidad con la que era tratada. Tampoco era lo que se esperaba al ser adoptada pero era lo mejor que tenía ahora.

Para cuando llegaron a la provincia del Palacio de Jade, la pequeña niña pudo comprender que aquel hombre que la había adoptado no era alguien normal y algo le decía que no tenía intenciones de tratarla como una hija. Durante el camino de imagino como sería su casa, si llegara a tener una madre, un padre o incluso hermanos. Vaya sorpresa que de llevo al descubrir que tenía que subir centenares de escalones para llevar al Palacio de Jade. Al entrar por la enorme puerta de madera de roble se encontró con un enorme patio y más escalones y cuartos. No había nadie.

- Espérame aquí, no te apartes.

- Si.

El maestro Shifu se fue por los escalones dejándola ahí en medio del enorme patio, las piedras de diferente color formaban un enorme círculo en blanco y negro. Nunca había visto ese símbolo, era demasiado extraño para ella. Sin alejarse mucho fue hacia los cuartos que parecían ser almacenes y algunos salones de clases.

Continuo merodeando por el lugar hasta llegar a un lugar que se encontraba cerrado y bloqueado por una cadena de acero. Por una rendija logro ver algunos artefactos extraños cubiertos con mantas y polvo.

- Es la sala de entrenamiento avanzado.

La niña dio un salto hacia atrás del susto llevándose entre sus manos la cadena de acero y parte de la puerta. Eso la asustó mucho más, creyendo que sería reprendida y severamente castigada intento huir. Pero el anciano con el que se había topado la detuvo. Aquel anciano sin mucha fuerza la regreso y la ayudo a calmarse.

- No era mi intención romper eso. Fue un accidente.

- Los accidentes no existen. Déjame ver esos ojos. Vaya que interesante ¿Cuál es tu nombre?

- Moon.

- Moon, tienes un Chi muy poderoso. Pero tenemos que ayudarte a controlar esa fuerza que tienes.

La niña se quedó observando al anciano, apenas podía permanecer algo erguido y abrir los ojos. Era demasiado lento pero de alguna forma podía ser muy ágil. Con su lentitud logró abrir el enorme salón, la luz dejaba ver el abandono del lugar. Sobre unos de los muros había seis caracteres chinos. No los podía leer, jamás había aprendido y mucho menos a escribir.

- El primero está confirmado por Los caracteres de pureza y cielo, significa Grulla. El siguiente está confirmado por Los caracteres de Salud y Tiempo, significa Mantis. Este de aquí se conforma por los caracteres de Alegría y Familia, significa Mono. Este sé conforma por los caracteres de Danza y Tierra, significa Víbora.

- Wow, ¿Cómo puede leer todo esto? Yo solo veo putos garabatos.

- No te preocupes ya aprenderás.

- Y esos dos... ¿Qué significan?.

- El primero son los caracteres de Fuerza y Liderazgo, significan Tigre. Y esté de aquí son los caracteres de Ying y Yang, se combinan con los caracteres de Espíritu y Protector. Juntos significan Guerrero Dragón.

- ¿Qué son todos estos?

- No son lo que son sino quién son.

- Ahí está maestro Oogway. Lo he buscado por todos lados, deme un segundo en lo que encuentro a... ¡Niña! Te dije que no te novieras de dónde te dejé. No puedes estar aquí, vámonos.

- Está bien Shifu.

- Maestro en una mujer, no puede permanecer aquí, es impuro.

- Es lo más puro que pisado este sueño desde hace años. Pero vayamos a otro lugar a platicar.

La pequeña niña salió de aquel lugar siguiendo a ambos maestros, sintiendo una gran curiosidad por esos caracteres. Caminaron hacia lo que parecía ser un comedor y cocina. Ahí el Maestro Shifu le extendió un agua acompañado de pan y Tofu, no era lo más delicioso pero al tener hambre y no le importó.

- Come aquí en lo que hablo con el maestro Oogway.

Ambos maestros salieron y caminaron hasta alejarse los suficiente si. Que pudieran ser interrumpidos.

- Maestro Shifu, esa niña no creo que sea lo que usted busca.

- ¿Entonces por qué la has traído?

- ¿Usted me envió ahí? Además no es como que pueda ir a la prisión e ir por Tai Lung.

- Si hay algo que pudo seguir asegurando es que él no es parte de los y viendo y mucho menos es el Guerrero Dragón.

- Pero ella es una niña, es mujer. Maestro nunca se ha visto que se entrene a una mujer.

- Shifu, el espíritu renace en donde menos lo imaginas. Esa pequeña tiene una fuerza impresionante, le ayudarás a controlar esa fuerza, la vas a educar y criar para que pueda ser una ciudadana normal, lo demás se verá con el tiempo.

- ¿Qué es lo que vamos a ver?

- Yo no sé.

- ¿Dónde va a dormir? Aquí no puede.

- Pregúntale a la señora Wan si se puede quedar con ella. Iré a meditar.

El maestro Oogway con pasos lentos se alejó del Maestro Shifu quien ya se mostraba molesto e irritado. Esta tarea no era la que esperaba, ya había criado otra persona y las cosas no resultaron nada bien. Le inquietaba que la historia se repitiera pero aún más, le atormentaban el alma que no se trataba de su hijo.

Regreso a dónde la niña quien ya había lavado sus platos y limpiado lo que se había ensuciado. Le vio la cara cubierta de polvo y la boca con migajas de pan. Le causó ternura y molestia por sentirse de esa manera.

- Escúchame bien lo que te voy a decir. Este es el Palacio de Jade, aquí vive el maestro Oogway, él nunca debe ser molestado. No vivirás aquí, ahora te llevaré a donde vivirás. Sígueme.

La pequeña nuevamente fue detrás de el con más dudas que antes. Sentía que debía estar agradecida por lo que sea que esté pasando pero no dejaba de pensar en lo normal que hay detrás de una adopción. Llegaron a un parte lejana del palacio muy cerca del pueblo. Era una pequeña casona adornada con un montón de figurillas de barro.

- Señora Wan ¿Se encuentra en casa?

- Maestro Shifu, estoy en el taller. Venga acá.

Ambos entraron al lugar con cuidado de no destruir nada que pudiera romperse. El taller era un amplio lugar con mucha luz, ahí trabajaban el barro, había varias mujeres más de todas las edades. Todas trabajaban mientras cantaban. A la pequeña le recordó el orfanato, antes de que su fuerza se descontrolara, acompañaba a las más grandes a los chicos de arroz y ahí se pasaban las horas de jornada laboral cantando sobre historias de amor y guerra.

- Maestro Shifu bienvenido, veo que regreso de su viaje. Y mire nada más ¿Quién es la criatura?

- Ella es Moon, quiero pedirte que la aceptes aquí con ustedes, yo vendré a entrenarla todos los días.

- ¿Entrenarla? Pero si es una niña, ¿Cómo hace una cosa así?

Aquella mujer no dejaba de hacer muecas extremadamente exageradas, como si hubiera probado el limón más ácido del mundo. No era una mujer muy mayor como el maestro Oogway, pero si se le veían unos cuantos años por arriba de los 40.

- Acércate niña, déjame verte. Que ojos tan lindos tienes, te vamos a educar bien niña. Te buscaremos un buen marido de buena familia ¿Qué son esas cosas de que una niña entrene Kung Fu?

- No le enseñaré Kung Fu. Tiene... Mucha fuerza y debe aprender a controlarla.

- ¿Mucha fuerza dice? Ja, disparates. Moon ¿Ves esto?

- Si.

- Es barro negro de la mejor calidad. Hay que amasar bien duro con un poco de agua para poder trabajarlo. Inténtalo.

La pequeña niña subió las mangas de sus brazos y tomo un trozo de barro. Cómo si de masa de tratase comenzó a deshacer el barro compactado en roca. La señora Wan estaba impresionada, aquellas rocas solían incluso ponerse cortantes y causar muchas heridas si no se dejaba remojando en agua por días.

- De maravilla, puede quedarse.

- Denle de comer en platos de acero o metal, hay que quitarle los piojos de la cabeza, alimentarla bien para que suba de peso, yo haré el resto con ella.

- Amn... Maestro Shifu, ¿De dónde saco está niña? Los hombres mayores buscan esposas así de pequeñas pero usted es un monje ¿Para qué la quiere?

- Señora Wan, no saque conclusiones tan rápido. Son órdenes del maestro Oogway.

- Si usted lo dice. Vamos Moon, te diré donde puedes dormir.

La pequeña se limpió las manos con su ropa y volvió a seguirlos una vez más. Todo eso le estaba cansado mucho y comenzaba a irritar la.

- Aquí podrás dormir, la chica que estaba aquí se casó hace un mes. La preparamos muy bien y ahora vive cómodamente en casa de su sus suegros. Si eres lista también podrás lograrlo, instalaré y después regresa al taller.

La mujer salió de ahí dejando a la pequeña con el maestro Shifu. Ella solo pudo sentirse abandonada al tener que quedarse ahí.

- ¿Por qué me tengo que quedar aquí?

- No puedes venir conmigo.

- Pero cuando nos adoptan nos llevan a vivir con nuestros padres ¿Usted no es mi papá?

- ¡Nunca más vuelvas a preguntar tal cosa! ¡No lo soy y jamás lo seré! ¿Entendiste?

La pequeña sintió como un dolor inmenso le desgarro el pecho, no comprendía, lo que ella sabía no era correcto o al menos no aplicaba para ella. ¿Era porque era monstruo?

Sintió ganas de huir pero algo le decía que su destino era quedarse cerca de él y de ese lugar.

- Contesta ¿Entendiste?

- Si señor.

- Es ¡Si maestro!

- Si maestro.

- Bien. Todas las mañana suena el gong al amanecer, te vas a levantar y limpiar tu cuarto, te irás a lavar, te vistes con ropa limpia, ayudas a preparar el desayuno con las demás y después trabajaras con ellas hasta medio día. Yo llegaré para entrenarte. ¿Me has entendido bien?

- Si maestro.

- Muy bien, nos veremos mañana.

El maestro salió del lugar cerrando la puerta detrás de él. La pequeña aguanto la respiración hasta que ya no escucho sus pasos alejarse. Hasta que ya no pudo más dejo escapar sus sollozos y lágrimas que recorrían sus mejillas.

- Cualquier cosa es mejor que seguir encerrada sin comer. Aunque no me sienta en mi casa.