belles feuilles
Y LLEGASTE TÚ
CAPITULO 2. TRABAJO Y DEDICACIÓN
Los días siguientes fueron un gran martirio. Entre regaños, gritos y unas cuantas lágrimas, la pequeña niña había aprendido a comer con palillos, cortar con tijeras el papel china y a colocar piezas de madera en hileras sin romperlas y sin destruir todo su trabajo. Trataba de canalizar su furia y las emociones que sentía al momento de ablandar los trozos de barro compactados. Todas las noches dejaba alrededor de 30kg de barro listo para ser trabajado al día siguiente.
Aunque tenía un lugar para dormir, un lugar en esa mesa para compartir los alimentos con alguien más se sentía vacía y sola. No volvió a tocar el tema de familia con el maestros Shifu, le daba miedo que le gritara nuevamente, pero de todos modos lo hacía como cada día que el venía, no era muy paciente y era demasiado perfeccionista. Era un logro para la pequeña que el maestro Shifu no le gritara más de 10 veces al día.
Sus frases favoritas eran "Otra vez" y "No es suficiente". Si él no podría ser su padre al menos quería mantener lo complacido y brindarle honor y orgullo.
- Todo esto que estoy haciendo, si no es Kung Fu ¿Qué es?
- Todo en la vida es Kung Fu. Pero este entrenamiento es para desarrollar tus habilidades motoras finas.
- He mejorado bastante en eso.
- No, solo no has ido empeorando. Vuelve hacerlo todo otra vez.
Con sus manos hizo surcos de tierra fertilizada y en ellos dormir huequitos con sus dedos, ahí debes depositar tres semillas de moras, al ser tan delicados con una fuerza excesiva estos se hacían casi polvo. Por más que lo intentara en sus puños solo quedaban las semillas astilladas y hechas polvos lo que hacía que su fuerte temperamento saliera a la luz, poco a poco perdió la estabilidad que tanto le había costado equilibrar, tan solo su respiración era demasiado agitada y sentía que el corazón se aceleraba al punto de querer romper todo lo que encontrara en su camino.
- Otra vez, hazlo bien.
- ¡Maldición! eso intento.
- Tranquilízate ahora.
Esas últimas palabras del maestro Shifu le hicieron hervir la sangre, la furia que ella sentía le nublo la mente, arrojo la bolsita de semillas por el aire y corrió hacia la casa de la señora Wan. Tomo las figurillas de barro y comenzó a estrellarlas al piso, la pared, el techo. Destruyo todo lo que pudo hasta que Shifu la tomo de los brazos inmovilizándola, la pequeña evidentemente era mucho más fuerte que el, pero el maestro no requería de fuerza para sujetarla.
- Ay Dios mío ¿Qué sucedió? Maestro Shifu ¿Quién hizo esto?
- Le pagaré por todo los daños, pero siga permitiendo que se quede con usted.
- ¿Cómo? Niña ¿Fuiste tú? ¿Tienes idea de lo que hiciste? No creo, esté es el trabajo de meses de todas nosotras, es lo que nos da de comer, son las medicinas que ocupamos ¿Te hemos tratado mal? Responde.
Todo el sermón que estaba recibiendo hizo que sus ojos se llenaran de lágrimas, puedo sentir el remordimiento al instante, no tenía una idea clara de porque había descargado su furia con las figurillas de barro. Entre sollozos pudo calmarse lo suficiente.
- Lo siento mucho.
Aquel acto de humildad compadeció un poco a la señora Wan quien solo pudo mirarla con un poco de molestia. La pequeña continuo llorando, las pequeñas lagrimas caían sobre las figurillas destrozadas. El maestro Shifu al percibirla más relajada la fue soltando hasta dejarla caer en el piso. No solo la señora Wan se había compadecido de ese acto. La pequeña le recordaba demasiado a su hijo adoptivo, ambos tenían un temperamento, carácter y personalidad similares, pero el hecho de que esta niña sintiera arrepentimiento y pidiera perdón le hizo ver la más grande diferencia entre ambos.
- Ahora deja de llorar, tienes que remediar lo que has hecho. Primero limpiaras, este barro es de buena calidad, puedes hacerlo polvo y remojarlo, así podrá utilizarse de nuevo, no será tan bueno como antes, pero al menos no se perderá toda la productividad.
La pequeña alzo su mirada hacia la señora Wan que le extendía una escoba de ramas secas, asintió y comenzó a limpiar todo el desastre que había en el piso. Shifu solo podía observar cómo había logrado emplear la fuerza necesaria para no romper al contacto la escobilla, algo tan frágil como una rama seca. Saco de su manga otra bolsa con semillas y se la extendió, la pequeña un poco temerosa la tomo y la guardo.
- Mañana, antes de que yo llegue deben estar sembradas todas las semillas. Harás tu rutina de siempre y estarás lista para cuando yo llegue, hay cosas que debo hacer en otro lado y requiero que estés conmigo.
- Si maestro.
Esa noche la pequeña no durmió un segundo, paso toda la noche limpiando, triturando el barro y remojarlo para ser utilizado al día siguiente. Aunque no le tomo toda la noche hacer eso, mientras el resto cenaba pudo escuchar la plática de las mujeres que vivían ahí, "Es un monstruo", "Puede hacernos daño", "Es como un gato feroz, no tiene autocontrol", "Me da mucho miedo", cada uno de los comentarios hacían que su pequeño corazoncito se rompiera en miles de pedazos, ahora entendía que tampoco era bien recibida en ese lugar y aparecer en ningún otro. El resto de la noche se la paso sollozando en silencio, tratando de acurrucarse en una esquina cubriéndose con las mantas.
Antes de que amaneciera la pequeña se levantó y ordeno su habitación, se vistió y fue al arroyo más cercano para conseguir agua fresca. Ahí tuvo una vista perfecta del resto del pueblo, lo que más podía ver era a un padre con su pequeño hijo regordete, preparaban las verduras y fideos que ella suponían usarían para vender, ya que al ser una gran cantidad no serían capaces de comerse todo eso ellos dos. Sintió una gran envidia por ese niño, se veía muy feliz y era parte de una familia que lo amaba. De pronto se sintió observada, se giró en dirección al palacio de Jade, ahí logro ver al maestro Shifu que no dejaba de mirarla, se sintió avergonzada por ello, así que tomo los baldes de agua y se fue corriendo hacia la casa de la señora Wan.
Cuando llego puso a calentar la leche y el agua, puso a calentar los hornos para trabajar el barro y hornear los panes para el desayuno, comida y cena. Aquello no era muy común pero esa semana habría un festival en el pueblo lo cual el día de ayer se había preparado masa para hacer los panes y darse un festín. La culpa regreso al ver las figurillas hechas barro de nuevo, todo eso se vendería el día de hoy y ahora ya no.
- Debo arreglar lo que destruí.
Rápidamente se puso a masar el barro hasta que sur brazos se acalambraron, pero aquel barro había quedado como la masa de los panes. De pronto se escuchó el sonido del Gong, el dulce aroma fue despertando a todas, con el estómago vacío se animaron para desayunar, pan recién orneado, mantequilla, leche, arroz y pescado frescos, fue de las mejores comidas que habían tenido en mucho tiempo. A pesar de llamaron constantemente a la pequeña para que desayunara con ellas, no pudo ceder y solo se limitó a dejar listo los kilos de barro listos para trabajar, los hornos estaban en su punto, por lo que todas con un mejor animo que la noche anterior se dispusieron a trabajar en equipo y volver a realizar los cientos de figurillas, mientras unas moldeaban y creaban la figurilla, el resto las metía en los hornos y vigilaban que estuvieran listas sin quemarse, el resto trataba de irlas pintando y enfriando para estar listas para la tarde.
La pequeña se disculpó ya que debía retirarse, fue sembrar las semillas. Sus manos se habían irritado por todo el contacto con el barro por lo que sentir la tierra negra húmeda le daba alivio en su malestar. Fue algo muy extraño para ella, desde siempre había sentido la tierra pero esta ocasión le parecía algo maravillo percibirla en sus manos, el olor que emanaba le encantaba. Con delicadeza hizo los surcos y los pequeños huequitos, de la bolsita fue tomando de a tres semillas, las deposito en los huequitos y fue cubriéndolas con más tierra fertilizada.
- Lo logré.
La pequeña salto de alegría cuando finalizo su tarea, sin perder más tiempo fue a bañarse y cambiarse para cuando llegara el maestro Shifu. Regreso a su nuevo huerto y espero hasta que el apareció.
- Buenos días, Maestro.
Él se limitó a únicamente responderle con la cabeza el saludo, inspecciono el pequeño huerto y deposito su mano en el hombro de la pequeña. Ese gesto casi insignificante lleno de orgullo a la pequeña quien no podía evitar sonreír.
- Esta tarde recibiremos invitados espéciales, los estudiantes y maestros de la escuela de artes marciales de Lee Da. Permanecerás en todo momento junto a mí, no dirás palabra alguna y solo harás lo que yo te diga.
- Si Maestro.
Ambos fueron hacia el palacio de Jade, todo el mundo parecía ocupado en su propio mundo, claramente había mucho más gente de lo normal y la mayoría ni siquiera se percataba de que ella estuviera ahí. Caminaron hasta llegar a unas habitaciones, ahí el maestro Shifu fue directamente a uno baúles viejos de ropa.
- Si, supongo que si te quedaran. Quítate ese vestido y ponte este uniforme, después te recogerás todo el cabello, también cámbiate esos zapatos por estos. Te espero afuera.
La pequeña se emocionó demasiado por las prendas que le había obsequiado el maestro Shifu, al menos hasta que se percató de que aquello para un niño, pero no le importo demasiado y se vistió. El uniforme era color amarillo con naranja, la tela no era la más suave del mundo pero apostaría que si la más cómoda. Se peino lo mejor que pudo recogiendo todo su cabello y salió de ahí un poco nerviosa por la posible reacción del maestro Shifu.
En cuanto Shifu la vio, fue como ver a su hijo a través de los ojos de la pequeña. Por un momento dejó escapar una sonrisa acompañada de un suspiro, pero al ver la mirada de ilusión de la pequeña se fue apartando de ella dándole la espalda, solo pudo llamarla con su mano.
- Vaya que sorpresa nos acompañara este día.
- Maestro Oogway. Muestra respeto niña.
- Si, Maestro Oogway.
- Al final haces lo que tu destino tiene para ti. Veamos qué cara ponen esos aburridos.
- Maestro Oogway son capaces de tomarlo a loco... un poco más enserio esta vez. Sigo pensando que no es buena idea. Al final respeto su decisión.
- Oh Shifu, tu tomaste la decisión. Vamos pequeña Moon.
Los tres fueron directamente al patio central que queda a la entrada del Palacio de Jade, varias personas del pueblo ya se encontraban ahí en las gradas rodeando el patio. Algunos hombres con trajes extraños se mantenían junto a tambores listos para iniciar lo que fuera que pasaría.
- Moon, te quedaras aquí hasta que te diga que puedas seguirme, quieta y sin decir palabra alguna. Si alguien te dice algo no hagas caso. ¿Has entendido?
- Si Maestro.
Tal y como me lo ordenaron, me fui a un lugar apartado de lo que era un templete colocado a mitad de las escaleras. Podía ver que algunas personas comenzaban a percatarse de mi pero seguí las órdenes del maestro Shifu y permanecí ahí en posición de descanso como un soldado. Momentos después una trompeta sono y los tambores comenzaron a sonar rítmicamente, las puertas del palacio de Jade se abrieron completamente y la gente comenzó a gritar y aplaudir, aclamando algo. De pronto de las escaleras comenzaron a asomarse banderas y estandartes, con kanjis que no podía entender, los hombres que las portaban dieron paso a guerreros que me asustaron un poco, ellos continuaron caminando hasta cruzar el enorme patio hasta subir las escaleras que llegaban a nosotros, hasta ese momento nadie se percató de mí y continué en mi lugar en absoluto silencio.
- Oogway, estas más viejo.
- Maestro Rhino bienvenido, escuche que solo usted pudo venir desde la ciudad de Gongmen.
- Si, el consejo anda ocupado con algunos asuntos. Pero quise ver a los alumnos que pudieran ser elegidos para la academia y quizás algunos para Shifu.
- Me limitare a darle una respuesta Maestro Rhino.
- Shifu no seas amargado.
Aquel era el hombre más grande y musculoso que había visto en toda mi vida, me parecía sorprendente verlo, a lo lejos alcance a escuchar a alguien demasiado emocionado por lo que sucedía frente a mí, busque con la mirada entre las personas hasta que note que aquel escandalo provenía de un puesto de fideos, era aquel niño regordete que había visto en la mañana con su padre. Mis pensamientos fueron interrumpidos por el maestro Oogway quien inició la ceremonia y dio luz verde para ver la demostración de los estudiantes. Me quede maravillada con los movimientos que realizaban, era increíble ver la habilidad de equilibrio y control de sus cuerpos.
Al finalizar aquel hombre grande a quien nombraban el Maestro Rhino eligió entre los aspirantes a los próximos alumnos que entrarían en la academia Lee Da.
- Y bien Shifu, ¿A quién escogerás? solo te advierto que no te dejare alguno de mis muchachos.
- Descuida, no tomare a ninguno como mi alumno.
- ¿De nuevo con eso? oh ya veo, como ya tienes a ese enclenque de ahí. ¿Por qué no dejas que nos demuestre un poco de su habilidad?
- No será necesario.
- Niño acércate.
Aquel hombre me hablaba directamente a mí, solo podía mantener mi mirada hacia enfrente evitando cualquier tipo de contacto con él.
- ¿No me has oído? Que falta de respeto hacia un maestro del Kung Fu, y más aún, al líder del consejo de maestros.
- Basta, ella solo responde a mis órdenes.
- ¿Ella? JA, JA ,JA, Shifu te has superado, es una niña. Ven aquí niñita ¿Cómo es que Shifu te cree superior a cualquiera de ellos?
Él se paró frente a mí, a mi corta altura solo podía llegarle casi a la altura de donde podría estar el ombligo, se agacho hasta verme a los ojos. Comencé a sentir como el miedo me invadía hasta que recordé las lecciones del Maestro Shifu, trate de mantener mi respiración relajada y normal. Además yo siempre he dado miedo, él no me haría sentir mal ni nadie más. Nada me va a asustar, yo voy a asustar. No sé como pero algo en mi cambio ya que el no pudo evitar apartarse de mí.
- Propongo un combate, tu estudiante contra los estudiantes que acabo de elegir.
- Me niego. Maestro Rhino, ella no es mi estudiante, no sabe Kung Fu.
- ¿No es tu estudiante? Esta junto a ti, lleva uniforme y solo te responde a ti. Déjate de tontearías, Maestro Oogway, se lo solicito a usted.
- Concedido, tomemos asiento para observar a detalle el enfrentamiento.
El miedo volvió a mi acompañado de nervios y un poco de ansiedad, yo no podía hacer esos movimientos, me causarían daño, no quería ser lastimada por ellos. El maestro Shifu se acercó a mí y me aparto un momento lejos de la vista de cualquiera.
- Escúchame Moon ¿Recuerdas los movimientos que te enseñe?
- Si Maestro.
- Bien, los usaras para esquivar y evadir, no me gustaría tener diez alumnos con los huesos fracturados.
- ¿Qué? Pero ellos pueden lastimarme a mí.
- Tienes más fuerza que cualquiera aquí, no me preocupo de que te pase algo a ti, más bien me preocupo por ellos.
- Entonces solo esquivar y evadir.
- Así es, trata de que no te tomen del cabello.
- Si maestro.
Regresamos con lo demás, el Maestro Shifu me acompaño hasta el patio con el resto de los estudiantes. El pueblo parecía nervioso y susurraban entre ellos, observe con detenimiento aquellos chicos, eran mucho más grandes que yo, ninguno de ellos me miraba. Me colocaron en medio del patio y el resto de ellos se posiciono alrededor de mi en postura de combate.
Muy bien solo debo esquivar y evadir con los movimientos que Shifu me mostro. Los tambores y la trompeta indicaron el inicio. Respire profundamente para concentrarme, extraño, pero pude percibir el olor de uno de los chicos en el viento que creo con su movimiento, intento atacarme por la espalda, me moví hacia la izquierda lo que ocasiono que él se estrellara con su compañero de enfrente. Los gritos de dos más me alertaron, uno de ellos intento derribarme con un golpe en los pies, solo pude saltar apoyándome de los hombros de su otro compañero el cual fue derribado en lugar mío. No pude pensar mucho la fuerza que utilice por lo que de inmediato se escucharon gritos de dolor del chico que se encontraba en el suelo tratando de sujetar sus hombros. Entendí lo que había sucedido.
- Oye niña, peleas como un gato callejero, deja que te enseñe el verdadero Kung Fu.
Las palabras del chico me molestaron un poco. Una parte de mi me decía que Shifu trataba de decirme que no hiciera lo que por mi mente estaba pasando, pero decidí ignorarlo. Lance el primer ataque con una patada que lo lanzo hacia las puertas del palacio de Jade haciendo que estas retumbaran. Un sentir de confianza creció en mí, a cualquiera que se me acercara terminaba estrellándose en alguna pared o contra el piso hasta que quedamos únicamente el chico más grande y yo.
- Tienes mucha fuerza, pero no tienes técnica.
Fue el único que pudo inmovilizarme por algunos segundos, no se atrevió a intentar golpearme pero si sonreía burlonamente cuando esquivaba mis ataques. Como tal no pude vencerlo, él se separó de mí y me hizo el saludo dando a entender que yo ganaba el combate.
- ¡Eso fue bárbaro!
Aquel grito de un chico hizo que todo el pueblo festejara. Correspondí el saludo, y nos posicionamos frente a los maestros.
- ¿Te rendiste?
- Algo así, no podía dejar que me golpearas o dolería mucho, era más sencillo esquivarte pero fue agotador, mejor así. Me llamó Shang, ¿Tu eres...?
- Yo soy...
- Ahora veo porque la tomaste como tu estudiante, tiene el mismo estilo de pelea que... bueno ya sabes. Bien pequeña Tigresa espero con ansias ver más adelante tu mejora.
- ¿Pequeña Tigresa?
- Yo no me llamo así.
- Pues yo lo haré, fue un gusto, hasta pronto.
Aquel chico se apartó para ayudar a sus compañeros, supongo que los llevarían a un lugar para ser atendidos. Busque al Maestro Shifu, la verdad esperaba verlo con alguna pizca de orgullo pero al encontrar su mirada solo pude ver furia. Me volví a sentir insegura, camine hacia el Maestro Shifu sin verlo a la cara y continúe el resto del día siguiéndolo en silencio. Después de eso lo Maestros tuvieron un festín del cual trataron temas que no alcanzo a comprender, pero me habían permitido acceder al salón de los héroes, ahí se encontraban una gran cantidad de cosas y al final un pequeño estanque que reflejaba un dragón, gire mi cabeza hacia arriba y ahí estaba, parecía de oro y en su boca sostenía un rollo.
- Es el rollo del dragón, quién lo lea se convertirá en el guerrero dragón.
- Maestro Oogway.
- Peleaste muy bien, con un entrenamiento adecuado serás una gran maestra.
- Pero el Maestro Shifu que no puede entrenarme porque soy mujer.
- Si, es muy testarudo. Ese hombre de ahí es el Maestro Rhino, el líder principal del Consejo de Maestros, de algún modo dio luz verde para dejar que Shifu te entrene.
- Maestro Oogway ¿Por qué me trajeron aquí?
- Para que puedas cumplir tu destino y forjarlo a tu manera.
El anciano tomo su cayado, lo extendió hacía en estanque hasta que la punta toco el centro creando ondas que al detenerse dejaban ver con mayor claridad el rollo del dragón. Quizás yo sería ese guerreo y se lo demostraría a Shifu.
Los meses se convirtieron en años, el entrenamiento que esperaba no era el que me había imaginado, incluso, llegamos a ir a esa prestigiosa academia de artes marciales y sentía que el Maestro Shifu solo jugaba conmigo puesto que yo no practicaba ningún movimiento como esos, solo era meditación, respiración, estiramientos, trotar y estudiar mucho, reamente demasiado, todos los pergaminos y libros que debía leer y memorizar eran increíblemente extraños, confusos.
- Desde el inicio.
- Existen seis esferas que componen al ser humano. Entorno, sociedad, familia, cuerpo, mente y alma. Son lo que hacen a la persona un humano.
- ¿Por qué no lo dijiste bien desde el inicio? Continua.
- Cuando una de estas esferas se ve alterada, ocurre un desequilibrio en la armonía de todas las demás ocasionando caos y enfermedad. Maestro Shifu.
- ¿Qué sucede?
- No entiendo lo que leo.
- Debes saber algo para que pueda explicarte. Bien. Han nacido dos niños, uno de ellos aquí en China y otro en la India, las condiciones del clima y años de evolución condicionaran a que ambos niños sean diferentes, en China llegamos a nacer con ojos pequeños y la piel pálida por el frio, en cambio en la India nacen con ojos grandes y la piel morena por el calor. Ese es el entorno de ambos. Aquí y en la India se viven dos sociedades diferentes, las costumbres, las tradiciones y las culturas también lo son, ambas han vividos historias diferentes que le darán identidad ambos niños.
- Entiendo.
- La familia es algo más complejo. Si ambos niños son criados por padre y madre, solo padre o solo madre, con abuelos. Todo eso determina carácter y personalidad en la persona. Es en la familia donde el niño aprende reglas básicas de convivencia, valores y principios.
- ¿Y si yo no tengo familia?
- Aun cuando no se tienen, los más cercanos a ti te enseñaran esas cosas que son importantes para tu desarrollo. Esas tres esferas son externas a ti, las otras tres son internas, no solo son parte de ti, también te hacen ser tú, te convierten en quién eres. El cuerpo es tu mayor santuario, el templo donde reside tu alma, tiene un límite y muere, tu mente alberga tus pensamientos, emociones y se encarga de responder a las diferentes situaciones a través de tu conducta. Por último el alma, supera la muerte y es liberada hacia el universo convirtiéndose en energía. ¿Alguna duda?
- Creo que no.
- Continua recitando.
- Si Maestro. El equilibrio de energía es vital para mantener a la persona...
Todo debía ser leído, memorizado y recitado con cada punto y coma con el que estuviera escrito. Algunos de los pergaminos tenían notas y algunas marcas en tinta roja, como si trataran de resaltar algunas frases o párrafos.
Con el tiempo descubrí para de la historia de este lugar, el palacio de Jade era tan antiguo como el origen del Imperio Chino. Algo más reciente, la tragedia de los 17 alumnos del palacio. Hace unos años el palacio entrenaba a sus propios estudiantes, todos por el Maestro Shifu quién estaba en la búsqueda de los 5 y del legendario Guerrero Dragon, de acuerdo con la profecía que el Maestro Oogway declaro hace años.
Un total de 18 estudiantes se preparaban para el examen único. Solo se puede hacer una vez y hay dos resultados, lo apruebas y te conviertes en maestro o vuelves a casa sin tener otra oportunidad de volverte maestro. De todos los que aplican en el examen solo uno es el que aprueba. Es por eso que hay muy pocos actualmente y la mayoría viejos. Se supone que se realiza un examen al año desde hace unos 10 años que no se realiza.
El único estudiante que queda con vida es el asesino de los otros 17. Tai Lung.
- Veo que te has saltado muchos pergaminos.
- Maestro Oogway. Lo lamento.
- La curiosidad es traicionera algunas veces pero en este caso te ayuda abrir los ojos.
- ¿Puedo preguntar que sucedió?
- Tai Lung llegó al palacio hace unos años cuando era un bebé, fue abandonado aquí y fue Shifu quién lo crío como aún hijo.
- No solo era un estudiante.
- Fue más que eso para Shifu, él es un gran Maestro pero cometió errores al criarlo. Shifu se cegó cuando vio su talento innato para el Kung Fu. Le prometió grandeza y le dijo que su destino era convertirse en el Guerrero Dragón.
- Pero... Usted es quien decide eso ¿No?
- No exactamente. El Guerrero Dragón llegará pero no sé cuándo ni quién será. El plan de Shifu era que Tai Lung se convirtiera en el Guerrero Dragón para poder ser nombrado Maestro y cumplir su propio destino.
- Entonces supongo que le dijo que no.
- Las palabras suelen hacer mucho más que las acciones pero son las acciones las que sellan el destino.
- Eso... ¿Fue un no?
- Vi crecer a ese joven, vi como la oscuridad comenzó a crecer dentro de su alma. No solo él no era el Guerrero Dragón, dar le acceso a técnicas avanzadas y cierto poder haría que destruyera más que así mismo.
- Trataba de protegerlo a él.
- Si, quería salvarlo, recuperarlo, pero no pude ver más allá. Esa noche el devastó el valle y al tratar de tomar el rollo por la fuerza. Sus compañeros, hermanos, trataron de detenerlo y fallaron. Aun viendo a sus estudiantes, niños inocentes pintando de carmín los sueños de este palacio, Shifu no pudo. ¿Cómo destruir al niño que había criado? Lo único que pude hacer fue inmovilizarlo. Ahora está en prisión.
- ¿Por eso el no quiso que lo llamara padre?
- Shifu ve a su hijo en ti. Ambos tienen más en común que haber sido adoptados y entrenados por Shifu. Te recomiendo que sigas avanzando en tus estudios, entender el pasado nos ayuda a comprender el presente y guiarnos hacia el futuro.
- Los interrumpo en algo.
- Shifu, no para nada. Estaba por mandarte a buscar, debo comunicarles algo. He recibido un oficio del comité de Maestros. En la próxima primavera se harán una serie de enfrentamientos para elegir a los próximos candidatos a ser elegidos como Maestros.
- Hace años que no lo hacen ¿Por qué ahora?
- Bueno, hay tiempo para todo, las cosas no se adelantan ni se atrasan, pasan cuando deben de pasar. El Maestro Cocodrilo a enviado 5 invitaciones.
- ¿Cinco? Solo ocuparemos una.
- Debo viajar.
- ¿Qué? Maestro ¿Cuándo viajará?
- Ahora mismo.
- ¿A dónde irá? ¿Cuándo volverá?
- Siempre haces muchas preguntas, déjame en paz. Necesito vacaciones de ti.
- ¿De mí? Maestro, hablo enserio.
- Yo también. Descuida Shifu, entrena a la pequeña niña, recomiendo el estiló del Tigre.
- ¿No puede ser otro? ¿Por qué precisamente ese?
- Nos vemos en unos meses.
Mientras más dudas se aclaraban más interrogantes surgían en mi cabeza y la respuesta estaba en los miles de pergaminos guardados en la biblioteca. Sobre mi escritorio el maestro Oogway depósito el oficio y las invitaciones, una de ellas tenía mi nombre escrito.
- Moon del Palacio de Jade.
Yo no tengo acta de nacimiento ni algún documento que avale mi existencia en el mundo, solo esa invitación.
- ¿Qué haces? Debes seguir estudiando.
- ¿Puedo quedarme con esto?
- Si, es tuya. Escucha, debes tener dudas. Yo también las tengo, pero debes confiar en tu Maestro así como yo debo confiar en el mío. Te entrenaré y guiaré tu camino para que puedas cumplir tu destino.
- Si Maestro.
Cuando llegue aquí tenía cerca de siete años. Ahora estoy cerca de cumplir 14 años. Ha pasado mucho tiempo, ya no era más esa niña con piojos, desnutrida con el temperamento fuera de control. Me convertí en una estudiante de un arte prohibido para las mujeres.
Los cambios se hicieron mucho más evidentes cuando entre a la pubertad. Tuve que fajarme y engañar a mi cuerpo para evitar que esté interviniera en mi entrenamiento. Trabajo duro pero toda la dedicación valió la pena al ver cómo mis músculos se hacían más fuertes, mi velocidad era mucho más aguda y mis reflejos mucho más certeros.
Cuando corría de madrugada podía sentir mi corazón latir tan rápido que sentía que saldría mi pecho. El frío me congelaba la cara, pero amaba eso, esa sensación de sentir que podría morir me hacía sentir viva. Antes de finalizar como cada mañana pasaba a mi pequeño huerto de moras, estaba bastante grande solo que aún no daba flores y por lo tanto aún no daba frutos. Pero no perdería la esperanza, mi pequeño huerto había sobrevivido muchos inviernos y ventiscas.
Después de regar y fertilizar la tierra regresaba al palacio para asearme. Ahora debía estar lista antes del amanecer. Muchas veces el sueño me ganaba y lo que me despertaba era el maestro Shifu. No había gritos ni castigos horribles, solo aún auto castigo de mi parte. Solo con disciplina podría conseguir lo que quería y esa disciplina la lograría trabando duro día con día. Aunque una parte de mi anhelaba un descanso fuera de este palacio.
Después de unos cuantos meses por fin llegó el Maestro Oogway, creí que llegaría con más estudiantes o algo parecido pero no fue así, llegó solo. Extrañaba con hacía molestar al Maestro Shifu.
- Maestro Oogway.
- Pequeña Tigresa, la señora Wan vendrá a platicar contigo. Shifu te ves... Enfermo.
- ¿Yo? Maestro, no lo he visto en meses y eso es lo primero que me dice.
- Deberías ir a descansar y yo también.
- Maestro Oogway, pero yo me siento bien, esperemos por favor.
Deje lo que estaba haciendo para ir en busca de la señora Wan, una vez al mes ella regresaba para ayudarme con algunos asuntos. Como ella no podía ingresar hasta donde yo me encontraba dentro del palacio, debía ir yo a encontrarla al huerto de moras o unas habitaciones lejanas al salón de los héroes.
Tal y como el Maestro Oogway me dijo, la señora Wan venía en camino, la alcance para ayudarle con la enorme canasta que traía consigo.
- Moon, preciosa ¿Cómo supiste que vendría?
- El Maestro Oogway.
- Con que ya regreso. Excelente me angustiaba no poder darle las noticias.
- ¿Noticias?
- Lleguemos al Palacio primero. Hay que hablar sobre tu futuro.
