Naruto no me pertenece.

Bueno, tengo un montón de cosas medio escritas, pero escribí este oneshot SasuHina en un impulso, casi que una idea reciclada.

Notas: Básicamente PWP (18). Universo Alterno (mundo actual), amor no correspondido (NaruHina).

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Sentada sobre la mesa, sus piernas abiertas, Hinata hizo un sonido estrangulado, sus caderas implorando porque las moviera hacia adelante en la boca de Sasuke. Una de sus manos, decorada con hermosas uñas pintadas para la ocasión, estaba apoyada contra la superficie lisa de madera lacada de la mesa mientras que su otra mano arañaba el hombro de quien estaba sentado en la lujosa silla estilo presidencial, su agarre en él tan fuerte como si al mismo tiempo quisiera apartarlo.

—N-no —dijo ella pero por instinto, porque quizá alguien entraría por la puerta.

Sasuke Uchiha se veía exquisito en el esmoquin que llevaba puesto, su corbata aflojada y los primeros botones de su camisa blanca abiertos, no disminuían ese atractivo físico que captaba la atención de tantos y que ahora Hinata, tan suertuda como muchos la tildarían, tenía la oportunidad de ver en primera fila.

Sasuke omitió desde luego la negación de los labios de Hinata, sus manos manteniéndose firmes en los muslos de ella, su boca absorbiendo ruidosamente la intimidad de la heredera Hyūga, un clan igual de importante como el Uchiha, sin duda dos miembros nacidos en cuna de oro a los que nadie debería encontrar en tan íntimo escenario, sobre todo si no había lazos ni beneficios sociales o económicos más trascendentales de los cuales sacar provecho.

Aún así Hinata se estremeció y no iba realmente a detener nada, su espalda curvándose un poco hacia atrás teniendo ella que quitar su mano del hombro de Sasuke para ubicarla sobre su boca, para no hacer ruido y prevenir la aterradora idea de alguien usando una llave y entrando a ese amplio estudio, vacio y cerrado para ellos solos, mientras recibía sexo oral de él. Sasuke entonces usó algunos de sus dedos y esa acción, ya una sensación familiar para ella, hizo sentir a su corazón desbocarse, a todo su cuerpo estremecerse hasta que por fin se vio obligada a desplomarse contra la mesa, el cálido resplandor extendiéndose a través de ella mientras mantenía su respiración esperando obtener un segundo más de su orgasmo.

En ese momento de alta gratificación sexual no hubo ninguna clase de pensamientos en su cabeza, Hinata simplemente dejó que su cuerpo bajara de las sensaciones a las que había sido elevada, todo el ruido y todo a su alrededor sin real significado para ella entonces.

Toda preocupación apenas algo borroso en lo más profundo de su mente.

La voz del Uchiha, no obstante, arruinó ese momento.

—Podrías haber venido algunos meses antes a mí, rogarme por que le diera cinco minutos de atención a ella. Quizá así Naruto no habría tenido oportunidad de siquiera pedirle matrimonio, no si me hubieras pedido que me la follara.

"Eso no habría beneficiado a nadie realmente", prefirió Hinata no decir, su respiración calmándose poco a poco antes de permitir verse aún más vulnerable.

Sasuke no la dejó, parándose de la silla e inclinándose ahora hacia ella, sus dos brazos extendidos apoyándose a cada lado de Hinata, una de sus manos incluso agarrando un borde de la mesa hasta que sus nudillos se volvieron blancos.

Hinata reconocía la mirada de él ahora, profunda, altanera, como un depredador sobre su presa.

—Pero quieres la diversión sólo para ti, ¿uh?

Así, en silencio, Hinata evitó soltar cualquier abrupta inhalación aguda en su respiración y darle cualquier respuesta a su señalamiento. A su erróneo señalamiento.

Si pudiese, Hinata sólo querría tener sexo con un único hombre, pero desafortunadamente era el día del matrimonio de Naruto y por tanto, por muy ilógico que sonara, se había permitido —de nuevo— tener sexo con Sasuke, con el padrino de la boda. Quizá un poco de lamentable compadecimiento porque ella no iba a ser quien se vistiera de blanco.

Sasuke chasqueó la lengua ante su obstinado silencio, agarrando la cintura de ella sólo para deslizarla un poco hacia él y ubicarla lo más perfecto posible contra su entrepierna. El ruido de sus pantalones negros siendo desabrochados resonó en el amplio estudio.

Hinata esta vez volvió a hablar.

—Es-espera, Uchiha-san, yo…

—Shh —sólo pronunció él, sus manos deslizándose arriba hasta que cada una agarró un seno de ella, sus pezones aún excitados apuntando al cielo—. Eres la que me invitó a venir aquí, ¿recuerdas?

—No era… n-no era para esto —Hinata se quejó, un ruido entre un gemido y una protesta y las impertinentes ganas de decirle a él que entrara ya en ella.

—¿Sabes? Creo que es mejor si lo hacemos como la última vez —dijo Sasuke, su voz sin duda alguna afectada también por lo que estaban haciendo, por tener el perfecto cuerpo de una mujer a su disposición, ocultos de las docenas de personas que estaban trabajando para ultimar detalles de la celebración, de los familiares de los novios, de los invitados cercanos como lo eran ellos también que se habían presentado más temprano por si había algo en que ayudar; de Naruto quien, aunque no era razonable que se tomara un tiempo para entrar a ese lugar lleno de libros, pequeños cuadros en las paredes, un costosísimo florero como decoración principal al igual que un extenso candelabro de cristal de lujo colgado del techo (y el robusto escritorio en el que Hinata y Sasuke estaban), podría, de todas formas, entrar y verlos.

Hinata tragó saliva, sus ojos puestos sobre las figuras y brillos del candelabro en medio del techo, muy consciente de la dureza de Sasuke y de cómo sus propias caderas estaban empezando a hacer un leve vaivén contra él, el joven hombre esperando por una respuesta de ella.

—S-sí.

Pronto Hinata inhaló cuando sintió una mano de él detrás de su cuello agarrarla con firmeza, y otra a un lado de su cintura para obligarla a bajarse de la mesa y dar medio giro, sus caderas golpeando el borde de madera mientras su cintura se doblaba y su senos envueltos en tela color lavanda se pegaban contra la superficie lisa bajo ella. Sasuke no soltó el agarre que tenía en el bonito cuello de ella, pero la que había puesto en su cintura procuró volver a levantar el ruedo de su vestido para dejar las curvas desnudas de sus glúteos al aire y, en un gesto sorpresivo pero no inusual, Sasuke dio una palmada contra aquella piel.

Hinata no dijo nada, sólo volvió a taparse la boca para no soltar su jadeo de sorpresa.

Así, finalmente Sasuke empezó a entrar en ella, Hinata reflexivamente relajando sus paredes para dejarlo. Un mes había pasado y sentía que había sido entrenada de la mejor manera, ya no más con la sensación de no tener idea de cómo lidiar con el duro miembro de un hombre en sus manos, garganta o vagina.

Cuando Sasuke se hundió por completo en ella, su hinchada punta besando la más profunda calidez, se inclinó más a Hinata para susurrarle.

—Si… no era para esto, ¿entonces qué querías?

Hinata luchó contra su ansia de hacerle saber a Sasuke que se moviera, que retrocediera apenas lo suficiente para volver a penetrarla y repitiera la acción una y otra y otra vez. Por eso no abrió la boca porque en lugar de decirle que lo había llevado ahí en un rincón de esa inmensa mansión para asegurarle que ya no quería más de esos encuentros (que iba a aceptar ser una perdedora), quizá lo que terminase diciéndole era lo bien que se sentía dentro de ella, lo mucho que le gustaba cómo deslizaba su dureza en ella.

Los hombros de Hinata temblaron al paso de los segundos, sus uñas ahora arañando la madera bajo ella.

Sasuke por fin retrocedió, no sin antes decir algo:

—¿Quizá querías un consejo de cómo detener la boda? —Seguidamente empujó sus caderas con fuerzas y se mantuvo un largo segundo hundido en ella, luego volvió a retroceder con lentitud sólo para empujar de nuevo hacia adelante, su peso esta vez más pegado al cuerpo de ella—. ¿O que no quieres más esto? Porque lo dudo.

—N-no… —¿No qué? ¿Realmente no quería seguir con eso? Por supuesto que sí, Hinata quizá no quería admitirlo en voz alta pero sentía haberse vuelto adicta a las ondas convulsivas que nacían desde su entrepierna, al calor que se ubicaba en su vientre, a los espasmos que se apoderaban de ella desde lo más fondo gracias a Sasuke.

"Pero amo a Naruto", pensó a pesar de que por fin movió sus caderas en un gesto para motivar a Sasuke a seguir. "Lo amo, lo amo, lo amo. En serio lo amo—".

Pero quizá ya no era tan cierto.

Sasuke detuvo el movimiento de sus caderas, su miembro enterrado en ella, doloroso e impaciente, quitando su mano del cuello de ella y poniendo ambas manos firmes en las curvas a cada lado de su cuerpo para evitar que ella se moviera a gusto.

—¿Qué?

Lo amo, lo amo, lo amo, esta vez no estuvo en la mente de ella sino que traspasó sus labios en susurros, como un ruego o un hechizo que mágicamente la hiciera desaparecer de ahí y regresar a inicios de ese año, a tiempos cuando el hombre por quien ella había estado desde siempre enamorada aún no había conocido a su supuesto amor de la vida. Regresar los meses a cuando aún poder decir lo amo en voz alta sirviera para algo.

Su ruego entonces cambió:

—Por favor, por favor, U-Uchiha-san —prácticamente lloriqueó ella, con fuerzas llevando sus manos hacia atrás y tratando de deshacer el sólido agarre de Sasuke en sus caderas, consciente de cuánto debía estarle doliendo al hombre que su dureza estuviese quieta dentro de ella, sacudiéndose, retorciéndose cuánto pudiese—. Hazlo, ¿no qui–…? —Hinata ahogó otro lloriqueo—. ¿N-no quiere follarme?

Sasuke por fin reanudó su trabajo de salir y entrar en ella, los brazos de Hinata volviendo a ubicarse a sus lados para aferrarse como pudiese a la mesa, para ofrecer más apoyo mientras ella también se movía acorde a los vaivenes de él, los dedos de sus pies curvándose, su boca salivando, sus ojos nublados puestos en la puerta a varios metros lejos de ella pero sin ser más consciente de que alguien pudiese entrar. Quizá alguien del servicio contratado ya los había escuchado, quizá eran lo suficientemente educados para haber pasado de largo.

En unas horas personas aplaudirían fuerte en el jardín dispuesto para la ceremonia y consecutiva celebración; en unas horas el aspecto de Hinata tenía que volver a ser impoluto, no lo arruinada que ahora debía verse.

Y así, incluso hecha un lío, no era ningún objetivo para ella dañar un día tan feliz e importante, ni siquiera con un escándalo como lo sería que empezaran a rumorear que ella y Sasuke Uchiha estaban teniendo sexo. No, eso no iba a arruinar ninguna etiqueta o protocolo, acabarían pronto; al ritmo que Sasuke había impuesto, le quedaban algunos minutos más a su pequeña aventura.

—Más rápido —dijo ella de todas formas, escuchándolo exhalar en satisfacción mientras los latidos de ella se reducían a un placer que quemaba bajo su piel—. Y… y termina afuera, por favor.

Sasuke chasqueó, a buen tiempo el recordatorio.

Por supuesto, tenía que ser la primera vez que lo hacían sin protección. El gran escándalo terminaría siendo un bebé fuera del matrimonio por si a los costosos anticonceptivos de Hinata le dieran por fallar. (Sasuke por su parte no tenía intención de casarse nunca, y ella… ella ya no sabía si quería hacerlo).

Sasuke sólo gruñó, acelerando sus movimientos, su abdomen tensionado y las venas de sus brazos bajo la oscura tela de su traje sobresaliendo más que antes. Era evidente que le dejaría unas oscuras huellas a la blanca piel de Hinata, ella ahora sofocada y derritiéndose ante la fuerza inquebrantable de sus empujes. Una y otra y otra vez, así hasta que Sasuke pudo sentir un delicioso escozor en los nervios de su dureza, a sus muslos querer tensarse, a la llegada del temblor que tanto perseguía.

—Maldita sea —murmuró él, y sacudió su cabeza abrumado de las sensaciones que sentía pero luego sonrió de medio lado, deslizando una de sus manos bajo el abdomen de Hinata para elevar un poco la parte superior de su cuerpo, pegando la espalda de ella a su pecho, buscando con su boca la oreja de ella—. Tan apretada, si sólo él lo supiera.

La obscena burla no fue para nada mal recibida por ella. Sasuke sintió a sus paredes húmedas contraerse más y a su espalda arquearse. Unos vaivenes más contra ella y pudo sentir el temblor de la liberación de Hinata Hyūga, su orgasmo apoderándose de su cuerpo mientras de nuevo ella misma se tapaba la boca.

La soltó con algo de delicadeza, dejando que sus senos volvieran a pegarse a la madera de la mesa, dejándola sumergirse en la agradable sensación a la que él de nuevo la había llevado. Él siguió, sólo unos momentos más de entrar y salir de ella, de su exquisita calidez, de su apretado interior. Siguiendo usándola durante un poco más.

Luego salió por completo de ella, un ruido largo y bajo atrapado en su garganta al mismo tiempo que por fin sentía el nudo en medio de sus caderas aflojarse, rompiéndose. Así, líquido se derramó contra la palma de Sasuke, espeso y caliente mientras él procuró que no se filtrara entre sus dedos ni goteara por la curva interna hacia su muñeca, su otra mano agarrándose de un borde de la mesa mientras se permitía sentir los estremecimientos dejados por su propio orgasmo, la explosión poco a poco reduciéndose a fuego lento a lo largo de su cuerpo al mismo tiempo que batallaba con réplicas de placer.

Con Hinata siempre era igual, una increíble compatibilidad sexual a pesar de su extremadamente calma frente a otros.

La observó, aún desplomada sobre la mesa mientras volvía al mundo real y trataba de controlar su respiración. Hecha todo un lío, aún más cuando él limpió su pegajosa mano contra la suave tela color lavanda de su vestido, pequeñas y delicadas flores impresas en él.

Sasuke resopló un poco admirando su trabajo, viendo cómo la había dejado mientras volvía a abrochar sus pantalones.

La ayudaría a volver a estar presentable, incluso si tuviese que llamar a una servidora del clan Uchiha que trajese un mejor vestido. Algo más favorecedor, quizá un poco más atrevido, sólo sutilmente, lo justo para que todos pusieran su mirada en ella, incluso el idiota del novio.

Hinata entonces trató de reincorporase, sus codos apoyándose sobre la mesa mientras que con un sonrojo veía a Sasuke. Éste volvió a sonreírle ladeadamente, esta vez a suave, sus oscuros ojos sin vergüenza alguna conectándose con los de ella.

—Quizá… —prosiguió él ganándose otra pequeña inhalación aguda de ella, precavida de lo que fuera que él iba a decir— Quizá te visite esta noche.

No fue dicho con burla ni superioridad, los ojos de Hinata trazaron con lentitud las facciones del rostro de él, sintiendo ella algo en su pecho cuando no vio una pizca de pesar por ella.

Hinata entonces apartó sus ojos de él, sentándose mejor sobre la mesa y girando el cuello hacia atrás para ubicar su mirada en la puerta del estudio. No se escuchaba el ruido de afuera, de las risas de allegados y de las instrucciones compartidas entre el personal de catering o de seguridad.

Hinata de nuevo habló sin volver a verlo.

—¿Qué tal… si vamos ahora?

De inmediato Sasuke se acercó a ella de nuevo, la familiar sensación de tenerlo ubicado entre sus piernas contrastando con la suave mano que agarraba su mentón y la obligaba a encararlo.

Había un brillo especial en los ojos de él, incluso aunque lo que ella acababa de decir fuera una inútil propuesta, realmente absurda: Sasuke era el padrino de la boda, incluso habían una preparadas palabras para él, para confirmar la felicidad de los novios en un genérico discurso.

—Eso lo haría enojar tanto —dijo con suavidad Sasuke.

Hinata cerró los ojos, quizá dejando sentir un poco de regocijo ante la idea de Naruto no pasándola tan bien en su boda; no obstante, sin duda, absurdo.

No sería el único en enojarse. La vergüenza que eso haría pasar a todo invitado con el apellido Uchiha no terminaría siendo algo pasajero, mucho menos una anécdota divertida que contar más adelante. El padrino de la boda del hijo del prominente político Minato Namikaze cancelando su participación a última hora, no contestando su celular. No, inaceptable.

Y, además recordó Hinata, ella no tenía ningún objetivo de dañar un día tan feliz e importante. Incluso si tanto le dolía.

Sacudió entonces la cabeza en negación, deteniéndose para observar a Sasuke.

—Entonces… llévame a casa cuando esto termine.

Con eso Sasuke retrocedió, lentamente mientras llevaba sus manos a sus bolsillos.

—Espera aquí —pronunció sin elaborar más, pisando la fina alfombra bajo sus pies hasta llegar a la puerta, deteniéndose ahí antes de abrirla sólo para acomodar un poco mejor sus vestimentas y cabello. Era más perdonable para él salir con su actual aspecto, algunos quizá simplemente pensarían que había estado con alguna mesera.

—¿E-esperar aquí? —Hinata se bajó de la mesa—. También debería salir, no creo que…

—Te llamaré para que me dejes entrar, y traeré algo mejor para que te pongas. Hay que descartar lo que llevas puesto. —Sus ojos volvieron a verla sólo para bajar su mirada por un segundo a su vestido, haciéndole caer en cuenta a Hinata de su aspecto, quien ubicó de inmediato sus ojos en la suciedad que ahora manchaba su ropa.

Hinata se sonrojó aún más.

—Sólo espera aquí, luego de unas horas continuaremos esto.

Hinata sólo pudo asentir con la cabeza aunque la espalda de Sasuke acababa de desaparecer tras la puerta.

Sí, también podría resultar siendo un buen día —y noche— para ella, lejos de la total amargura con la que ella había despertado.

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Gracias por leer!