Contenido: Contenido: Yaoi, oneshot, intento de romance, humor, fluff, algo de drama, etc. Parte de la serie #Flufftober2023 propuesto por la página "Es de fanfics". Universo Alterno donde Aizou no es idol pero Yuujirou sí.

Pareja: AiYuu (Shibasaki Aizou x Someya Yuujirou)

Disclaimer:

Hikari: Tengo mil y una cosas de decir sobre este fanfic, pero me las ahorraré para las notas finales, por lo mientras, disfruten el fanfic más largo de este Flufftober 2023. Ya saben lo de siempre, ni LIP×LIP, ni sus canciones o personajes me pertenecen, todo es propiedad de HoneyWorks. Espero que disfruten la lectura.

o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o

#Flufftober2023, 23 – Conociendo a mi ídolo

Aizou sintió un tic atacar su ceja cuando su pie derecho pisó el terreno de aquella escuela. Las risitas de un grupo de chicas taladraron de horrenda forma sus tímpanos y, a pesar de ni siquiera ser el centro de atención de las féminas, ver sus caras sonrientes fue suficiente para que el rubio sintiera un malestar en la base de su estómago.

Con la espalda encorvada y a paso veloz, Aizou ni siquiera pretendía levantar su vista del suelo en su rápido camino hacia su aula. Tanta era su prisa que no se percató cuando al entrar después de deslizar la puerta del salón, chocó con una joven, más bajita que él, con tanta fuerza que la pobre terminó casi estampándose en el suelo, de no ser solo porque logró conservar el equilibrio mientras daba algunos patéticos saltitos.

-No te quedes parada en la entrada- fue su nada amigable línea en lugar de una disculpa adecuada. La chica desalineada y de gruesas cejas palideció ante su evidente mal humor y terminó asintiendo de forma temblorosa.

Acomodando su maletín sobre su hombro, el rubio vio la lista de asientos y, luego de asegurarse de donde se sentaría, maldijo con todo su ser el despreciable destino que le dictaba haberse inscrito en aquel instituto en primer lugar.

A tan solo dos asientos de donde él debía estar, reconoció un semblante que definitivamente no esperaba volver a ver, y solo empeoró de manera exponencial su pésimo humor, al punto de en verdad querer lanzar todo por la borda y largarse de una vez por todas.

Sintiendo su amargada mirada, el joven Someya alzó su rostro para verlo. Sus ojos arrogantes solo duraron un par de segundos antes de esbozar la típica cara de príncipe por la que la mayoría del alumnado seguramente le conocía. Una ola de grititos que pretendían ser suaves salió de las chicas del salón cuando el peliazul ladeó su cabeza y cerraba con cordialidad ambos ojos.

-Mucho gusto, soy Someya. Espero que nos llevemos bien- fue su respuesta cordial a la hostilidad de Aizou que tuvo que hacer uso de todo su autocontrol para no estampar su puño directo a su asquerosa sonrisa.

Sin contestar, inmediatamente se dio la vuelta solo para darse cuenta que a sus espaldas la misma chica temblorosa de antes esperaba poder pasar a su asiento… que estaba justo atrás del suyo.

¿Que podría ser peor que asistir a la misma escuela que tu terrible hermano mayor? Simple, el tener que compartir aula con el chico que odiabas de manera injustificada pero que funcionaba para ser el centro de todos tus males.

Uno de los idols más famosos de Japón, Someya Yuujirou, mejor conocido como Romeo, se sentaba a escasos metros con su desesperante mascara de príncipe.

El que fue el rival de Aizou durante las audiciones que se llevaron a cabo durante su último año de secundaria.

El que ganó la oportunidad de pararse en el escenario en el lugar de Aizou.

El que tuvo la oportunidad que el rubio no pudo tomar.

"La vida es una puta mierda".

o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o

Durante su tercer año de secundaria, Shibasaki Aizou se inscribió en las audiciones para idols de la agencia Moebius. Fue en la segunda prueba que Aizou conoció a cierto chico de cabello azul. Arrogante, pretensioso, fastidioso y por encima de todo… malditamente talentoso.

Su manera de cantar, el nivel de interpretación y su actuación en aquel pequeño minuto y medio que duró su prueba de canto fue suficiente para que sobresaliera de los demás aspirantes.

Y aunque no quisiera sonar demasiado pretensioso, Aizou sabía que él no se había quedado atrás. Era claro que sus pasos de baile y su canto fueron lo suficientemente buenos para llamar la atención de al menos dos de los miembros de FT4, que fungían de jueces durante esa audición.

Al terminar, intercambió algunas palabras ofensivas con el chico, y a pesar de que a esas alturas aun desconocía detalles como su nombre o apellido, estaba claro que el rubio no quería volver a toparse con ese chico.

Y aunque no lo hizo, las cosas solamente se encaminaron al peor de los escenarios.

El día en que recibió un mensaje de texto avisándole que había aprobado con éxito la segunda etapa, juró poder saborear la victoria en la punta de su lengua.

Llegó el día de la cita. Trató de vestirse lo más casual posible, algo no demasiado ostentoso pero lo suficientemente presentable para que no lo descalificaran por algo tan banal como el Outfit que decidió aquel día.

Dispuesto a salir de su apartamento, poco le importó que ni su madre ni su hermano mayor se encontraran dentro de casa, ya que aquello era simplemente lo usual. Se detuvo en la entrada, poniéndose su calzado deportivo cuando el teléfono de la casa resonó con fuerza.

Uno, dos, tres, cuatro timbrados seguidos y Aizou estaba comprometido a dejarlo sonar sin siquiera acercarse al maldito aparato. Sin embargo, para cuando puso la mano sobre la perilla de la puerta principal, la contestadora automática respondió en su lugar.

- ¡Callen a esa hija de puta! ¡Nadie contesta en su maldita casa! - se alcanzó a escuchar un enorme grito de un hombre, bastante enfurecido, a través de la línea- ¡No sé quién sea el estúpido que viva con esta mujer, pero más les vale venir por ella si no quieren problemas! - Aizou sintió un escalofrío correr por toda su espalda ante la amenazante advertencia.

Negó con su cabeza, queriendo olvidar lo escuchado y al fin dirigirse a donde debía. Abrió la puerta y para cuando dio el primer paso hacia el exterior, una voz que arrastraba las palabras sonó de fondo en la llamada.

Una voz que conocía perfectamente bien.

-Aizouuuu, Keeeeeeennnn ¿Dónde están? ¡Su mami quiere darles un fuerte abrazo! - los gritos de varias personas interrumpieron el parloteo de la mujer claramente ebria. El sonido de cosas cayéndose y hasta un objeto de vidrio destrozándose en pedazos fue lo siguiente en ser escuchado.

- ¡Detengan a esta puta de una vez por todas! - el mismo hombre del inicio gritó la dirección de un motel que reconoció perfectamente Aizou, ya que no habían sido pocas las veces que el rubio tuvo que ir a recoger a su desobligada madre.

Finalmente, la llamada se cortó, dejando solo algunos largos timbrados antes de que al fin terminara el proceso la grabadora.

Mordiéndose el labio, Aizou trataba de convencerse a sí mismo que aquello no era su problema. Que su madre podría valerse por sí misma y que si ella había decidido emborracharse y acostarse con algún hombre que seguramente la dejó abandonada en ese motel barato. Por loque no era su culpa.

Tenía una cita a la que debía ir.

Una audición que podría cambiar por completo su vida, su futuro.

Que él no tenía la culpa por los deslices de su estúpida madre.

Merecía poder cambiar. Merecía tener la oportunidad de ser algo diferente.

Y, aun así, reteniendo las lágrimas de furia justo al borde de sus párpados, Aizou salió corriendo del departamento donde vivía y, una vez que se encontraba en la planta baja, sus pies lo condujeron hacia el camino de la izquierda… justo sentido contrario a donde quedaba la agencia de Moebius.

Aquel importante día, Aizou no pudo ir a la última audición de idol.

o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o

Su madre, por supuesto, jamás se lo agradeció. Cuando la mayor parte del alcohol salió de su sistema, la mujer cambió por completo su estado semi maternal y cariñosa, al típico de actitud con resaca y furia. Poniendo de pretexto su dolor de cabeza, no logró ni siquiera escuchar las quejas de su hijo menor cuando él trató de recriminarle por lo sucedido.

Todo había terminado.

O al menos eso creía el rubio hasta algunos meses después, cuando de regreso a casa después de la escuela, vio en el cruce más famoso de Shibuya, un comercial de unos dulces nuevos… protagonizados por quien, decían, sería la próxima estrella idol.

Aizou casi cae sobre su propio peso al reconocer la cara del chico de la pantalla.

De cabello azul y ojos similares, enorme y principesca sonrisa. Bailando y cantando mientras guiñaba un ojo y le robaba un grito eufórico a más de una.

-Someya Yuujirou…- alcanzó a escuchar el nombre del idol novato que parecía resplandecer.

Si, era exactamente el mismo joven que conoció aquel día. El que brilló como nadie por su hilarante actuación sobre el escenario.

Contra el que perdió por el simple hecho de no haber podido asistir a la última prueba.

Aizou oprimía tan fuerte sus puños que no tardó en sentir dolor, pero aquella sensación no era ni siquiera comparable a la furia que crecía con avidez dentro de su ser.

En lugar de regresar a casa, Aizou salió corriendo hacia el lugar que consideraba su sitio secreto, un rincón de un parque donde poca gente transitaba.

Sabiéndose solo, el rubio subió la pequeña colina y, sosteniéndose del barandal que lo perimetraba, soltó un enorme grito de frustración. Su garganta ardía y el aire salía explosivamente de sus pulmones, al punto de sentir cierta asfixia.

Para cuando la tos le hizo doblarse, tratando de recuperar entre jadeos el aire perdido, se percató de lo que se había ocasionado. Trató de hablar después de algunos minutos, pero el ardor era sencillamente insufrible.

Cantar fue algo aún más imposible.

Así como pasó alguna vez en la infancia, Aizou a partir de ese día no pudo recuperar la voz suficiente para soltar cualquier melodía.

Ya ni siquiera era capaz de cantar otra vez.

o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o

Aizou se maldijo a sí mismo internamente justo después de ponerse los gruesos audífonos sobre sus orejas, teniéndose que morder sus labios cuando la música comenzó. Sin embargo, a pesar de su obvio gesto de disgusto, su dedo nunca pulsó la pantalla para pausar la música que comenzaba a resonar justo hacia sus tímpanos. Mientras pasaban los segundos, el gesto se fue suavizando y, de manera inconsciente, su mirada fija se mantuvo en un lugar específico manteniendo su completa atención en los sonidos, las notas, la melodía… en la terriblemente abrumadora que era la voz que cantaba.

Siendo un acto bastante masoquista, en algún momento Aizou forjó una adicción hacia el trabajo de Someya Yuujirou, si, el mismo chico que había decidido convertir en el causante de sus fallos artísticos. Escuchándolo primeramente solo con intenciones para criticarlo, ni siquiera el propio Shibasaki podría decir cuándo fue que se convirtió más en un fan tóxico que estaba verdaderamente cautivado por su voz.

Su baile dejaba mucho que desear, a su propia opinión, pocos movimientos que probablemente eran reducidos por sus delgaduchos brazos y débiles piernas. Él podría agregar pasos más abiertos y rápidos, pero era claro que el joven debía ser de constitución más delgada que la suya. Aun así, en cuanto a trabajo vocal, sinceramente no podía ni siquiera encontrar una sola falla.

Era miserablemente perfecto.

-Maldita sea…- sintiendo la rabia subir por su garganta, cuando finalizó la canción, se quitó con desespero los audífonos, tratando de controlar su intenso ritmo cardiaco.

¿Estaba emocionado o enojado? ¿Frustrado o conmovido?

No sabía ponerlo ni siquiera en sus propias palabras, pero llegados a este punto era claro que tenía una fijación bastante insana por cualquier cosa que involucrara a Yuujirou.

Soltando un suspiro, que más bien pareció alguna especie de gruñido, Aizou se tragó una maldición cuando notó la hora del reloj despertador. Llevaba varias horas de insomnio hasta que finalmente las manecillas le indicaron que era la hora para comenzar a prepararse si es que deseaba llegar temprano a la escuela.

Treinta minutos fueron suficientes para salir de ese horrendo hogar y comenzar con su recorrido habitual, del cual, trataba de apaciguar los ruidos citadinos nuevamente reproduciendo en un bucle aparentemente infinito esa nueva canción.

Yuujirou acababa de sacar un nuevo sencillo, así que, tras la tonta excusa de querer encontrarle algún fallo, para cuando la escuela se encontraba en su campo de visión, el rubio ya se había encargado de memorizar prácticamente toda la letra.

En silencio, y sin dirigirle la palabra a alguno de sus compañeros, manteniendo siempre su ceño fruncido y su cara de pocos amigos, Shibasaki se sentó en su asiento dentro del aula correspondiente, no sin antes dirigirle una mirada amargada al joven de cabellos azules, siempre rodeado por escandalosas chicas que no parecían poder cansarse de su terrible habito de rodear al idol, quien mantenía siempre una sonrisa cautivadora en su rostro.

"¿Éstas odiosas no se cansan?", se preguntaba mientras acomodaba su maletín a un lado de su pupitre.

Afortunadamente para el rubio, las campanadas no tardaron en sonar y, a su vez, la puerta corrediza dejó pasar la presencia de su profesor de literatura japonesa que les daba los buenos días.

o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o

- ¿Quieres jugar un partido de baloncesto? Invitaremos a algunos chicos de la clase de al lado- un joven de cabello castaño, del cual ni siquiera recordaba su nombre, comenzó a hablarle al rubio apenas las campanas del almuerzo dejaron de resonar.

-No, gracias. Voy a almorzar solo- contestó con cierto tono cortante. A pesar de no sentir realmente desagrado por ninguno de sus compañeros en particular (y, además, preferir tenerse que involucrar mejor con hombres que con cualquier mujer), Aizou no tenía el mínimo interés de cualquier actividad que tuviese que ver con socializar dentro de esa escuela. El simple hecho de asistir a la misma que su hermano y, peor aún, del idol con el que para bien o para mal se encontraba obsesionado, ya era bastante duro para él como para concentrarse en tratar de formar amigos.

El chico de la invitación solo asintió con cierta incomodidad, volteando a ver a sus amigos a sus espaldas que negaban con una sonrisa forzada y se hundían de hombros.

- ¿Que haremos? Nos falta un miembro…- mientras rebuscaba la caja de almuerzo entre sus cosas, Aizou no pudo evitar escuchar aquella conversación ajena- ¿Invitamos a Someya?

-Imposible- contestó rápidamente el otro chico, en un murmuro mal disimulado- Es un idol, no parece que esté interesado en ninguno de nosotros, para empezar- los demás asintieron con desgane justo al momento en que el rubio al fin salía al pasillo, con dirección al lugar solitario que había encontrado dentro de la escuela, perfecto para tener un poco de paz durante la hora del almuerzo.

Mientras avanzaba sobre sus pasos, el barbullo de los estudiantes se iba acallando poco a poco. Al fin, poco después, Aizou llegó a unas solitarias escaleras traseras del edificio de laboratorios que se encontraba al fondo de todo el campus. Subió únicamente medio piso, hasta el primer descanso de los peldaños, para ocultar su presencia en caso de que alguien pudiese pasar por el lugar, aunque era poco probable.

Soltó un suspiro enorme cuando al fin disfrutó un poco de silencio absoluto. Abrió su caja de almuerzo, tomó sus palillos y, aun así, no pudo comer el primer bocado antes de que su perfecta calma se viera perturbada.

-Bien, tengo exactamente 10 minutos- habló para sí mismo cierto chico antes de mirar su reloj de muñeca. Aizou levantó levemente la mirada hacia el pequeño pedazo libre entre pasillos, solamente para arrepentirse inmediatamente después. Presuroso ocultó su presencia detrás del muro de las escaleras, afortunadamente el otro chico ni siquiera parecía haberse percatado.

Con mucho mayor cuidado y sigilo, Aizou volvió a alzar su cabeza, solo lo suficiente para notar al joven Yuujirou que dejaba a un lado su ostentosa caja de almuerzo en el suelo, bastante pegada a uno de los extremos, mientras él se quitaba la chaqueta escolar y se remangaba las mangas de la camisa. Sacó de uno de los bolsillos de su pantalón un par de audífonos inalámbricos y los colocaba dentro de sus orejas.

Aizou alzó una ceja, claramente intrigado al notar cómo el pie izquierdo de Someya marcaba el ritmo de lo que supuso sería la canción que estaría escuchando.

Cuando alzó la mirada, esbozando una enorme sonrisa, Aizou sintió un abrumador escalofrío recorrerle toda la espina dorsal, sintiendo que hasta la brisa que sopló con fuerza venia del propio Yuujirou.

Por supuesto notó el cambio.

Movía ambas piernas, daba giros, alzaba uno de sus brazos mientras el otro se mantenía con esfuerzo frente a su boca, sonreía y movía la boca a pesar de no soltar palabra alguna.

Después de casi un minuto entero de pasos ensayados, el joven paró en seco, soltó una palabra inentendible entre dientes y se colocó nuevamente en su posición inicial, preparándose nuevamente para comenzar con la rutina.

Una. Dos. Cinco, Diez veces.

Aizou en algún momento había preferido recargar su barbilla para evitar agotarse y mirar hacia abajo más cómodamente. Dejando de lado momentáneamente la preocupación por verse descubierto más guiado por su curiosidad.

Aun así, el ruido de la alarma del teléfono de Yuujirou fue suficientemente imprevisto para que el rubio tratara de ocultarse nuevamente de inmediato. Cuando notó que la música cesaba, nuevamente decidió echar una última mirada.

Someya sacaba de una pequeña bolsita una toalla para limpiar su rostro repleto de sudor. Jadeaba y parecía realmente exhausto y agitado. Tomó un sorbo de una botella y, finalmente, se dejó caer en al lado de su almuerzo. Segundos después, con una espalda recata y excelentes modales, Yuujirou comenzó a degustar sus alimentos con cierta prisa.

Tras ello, Aizou también se percató que él no había comido nada así que, maldiciéndose a sí mismo por dejarse distraer de aquella manera, nuevamente retomó su primera postura para, ahora sí, dirigir los palillos con el primer bocado a su boca.

"¿Ensayando en la escuela? ¿Es que acaso no puede hacerlo en su agencia o en su casa? Que fastidio tener que soportarlo aquí también…", pensaba, masticando con fuerza como si se tratara de alguna clase de bestia.

No tardando ni tres minutos en terminar, acomodó en el mejor de los silencios sus cosas antes de escabullirse escalones abajo, siempre tratando de ocultarse perfectamente.

La última imagen que sus ojos dorados percibieron fue a Yuujirou soltando un enorme suspiro mientras seguía degustando su almuerzo.

o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o

El tener una compañía no deseada durante el almuerzo rápidamente se convirtió en un hábito no muy agradable para Aizou. Desde aquel día en que vio a Yuujirou ensayar en lo que él había adoptado como su rincón secreto, el peliazul, creyéndose solo, decidió tomar aquel lugar como perfecta pista de ensayo. Y, aunque fácilmente el rubio podría simplemente cambiar de sitio siempre se encontraba maldiciéndose a sí mismo al notar el ansia de la espera para ver durante los descansos al joven idol.

Por supuesto, tras varias semanas de estarlo observando, notó que aquella coreografía se trataba de una inédita, él se había encargado de ver cada uno de los espectáculos de Yuujirou, al punto de que, a pesar de no escuchar la música, sabía perfectamente que esos pasos eran nuevos, además de que eso sería la razón principal por la que Yuujirou tendría que practicarlos.

Poco a poco iba avanzando en la coreografía, los pasos aumentan y los movimientos se coordinaban, pero era claro que había partes en que Yuujirou presentaba algunos problemas. Sin embargo, sin oír las indicaciones de quien podría estarle enseñando, era difícil saber qué es lo que estaba fallando.

Y pasados varios días, por fin Someya Yuujirou no se presentó en la escuela.

El profesor Akechi, el de literatura y el tutor encargado de su clase, les comunicó a todos que el joven no podría asistir debido a cuestiones laborales (y de las cuales, por cierto, tenía permiso por parte de la escuela) así que probablemente no lo verían el resto de la semana.

Queriendo autoconvencerse que aquel sentimiento que crecía dentro de su pecho no era desilusión, sino más bien alivio, Aizou se fue con cierto inconformismo a su lugar oculto durante la hora del almuerzo. Era estúpido, pero mudamente esperaba que de alguna mágica forma el otro se presentara como cada día…

Por supuesto, eso claro que no pasó.

Una vez que la caja de almuerzo estaba vacía, y cerciorándose varias veces que se encontraba completamente solo y ningún alumno deambulaba por las cercanías, se sintió en libertad de bajar de su asiento y pararse justo donde su compañero lo hacía cada día.

Volvió a girar hacia ambos lados antes de marcar con el pie un ritmo que se había terminado memorizando, adoptando la postura que tuvo que ver decenas de veces y replicar de manera perfecta los pasos que ahora estaban grabados dentro de su mente. A pesar de no tener una pista de ayuda, estaba claro que el cuerpo de Aizou podía replicar fácilmente las imágenes que tanto vio durante los últimos días.

Sin embargo, al hacerlo con su propio cuerpo notó que en varias partes no estaba del todo seguro sobre si estaba en lo correcto, especialmente notó ciertas incongruencias en el flujo de movimientos si es que se esmeraba a seguir al pie de la letra los endebles movimientos que hacia Yuujirou.

"Supongo que aquí… él lo hace así, pero ¿debería ser de esta otra forma?", no podía evitar preguntarse mientras balanceaba su peso sobre sus pies, tratando de recrear clases de baile que obviamente no eran para él.

Aizou se paró en seco cuando las campanadas resonaron con intensidad. Tomó rápidamente sus cosas y fue de regreso por el camino hacia el aula, sintiendo su corazón latir con fuerza… supuso que debido al ejercicio recién realizado.

Aun así, esas extrañas palpitaciones no dejaron de hacer retumbar el resto de su cuerpo aun cuando la hora de salida se vio reflejada en el reloj de la pared. Con unas inconvenientes ansias de salir de ahí, Aizou corrió apenas el profesor dio terminada su clase, ante las miradas confundidas de varios de sus compañeros.

Salió del edificio, pero no por ello fue directo a la casa que se supone era su hogar, en cambio, giró varias calles después del instituto Sakuragaoka, en dirección al parque donde solía irse a resguardar cuando las preocupaciones comenzaban a ahogarlo… a aquel lugar al que dejó de ir luego de aquella tarde en que perdió nuevamente su voz.

Otra vez, a uno de los que comenzaban a acumularse como lugares secretos.

Cuando llegó, con la respiración entrecortada, no perdió el tiempo y, dejando caer su maletín escolar y su saco del uniforme, volvió a ponerse en el centro, recuperando la postura de Yuujirou y marcando el compás.

Cuando lo hizo, al fin su estridente corazón dejo de sonar tan terrible como las últimas horas, y aunque su fuerte sonido seguía causándole molestia en su pecho, una sensación de liberación recorrió cada centímetro de su piel.

Un giro, un pequeño salto, un juego de pies, la mano balanceándose a su lado.

En un pequeño desliz mental, sintió como si una presencia humana estuviese junto a él, interpretando un baile similar al suyo, y aunque sus ojos se desviaron para tratar de descubrir la identidad imaginaria, tuvo que convencer a su propia mente que aquello solo se trataba de una insulsa imaginación suya.

o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o

Aizou no pudo evitar fruncir el ceño cuando al siguiente lunes los gritos de chicas locas volvían a sonar a sus espaldas ante la presencia del idol más popular de la escuela. Mirando hacia atrás disimuladamente, ignorando la cara de susto de Suzumi (como se apellidaba la chica patata, la misma que había empujado el primer día de clases), de manera directa y sorpresiva, ambos pares de ojos se cruzaron, provocando un saltito en el rubio quien regresó su mira hacia el frente.

Yuujirou, dejando atrás su fachada de príncipe, marcó la intriga en su gesto por leves segundos antes de continuar con la aburrida conversación con sus fans.

Las clases continuaron con normalidad, o en realidad no tanto para Shibasaki quien solo podía pensar en lo tonto que se veía a sí mismo en los recuerdos bailando la coreografía de Yuujirou. "Me pregunto si hoy también practicará... aunque eso no es de mi incumbencia", pensaba, tratando de prestar, aunque fuese un poco a la palabrería del profesor.

Las horas pasaron y para cuando llegó la hora indicada, Aizou ni siquiera dio una mirada hacia atrás antes de salir corriendo del aula hacia las escaleras solitarias. Una vez ahí, ni siquiera trató de abrir su almuerzo para fingir tener la necesidad de comer, sino que, en completo silencio, esperó pacientemente antes de que unos amortiguados pasos se hicieron sonar desde la parte de abajo.

Alzando la cabeza levemente, se mordió el labio inferior cuando reconoció a la distancia la rutina del idol, dejando su cajita a un lado antes de poner el cronometro en su teléfono celular para luego comenzar a adquirir su postura de práctica.

Cuando supuso que la música daba inicio, el cuerpo de Yuujirou se movía con mayor fluidez comparada a la de los días pasados, haciéndole pensar que tal vez, durante estos días de ausencia, había aprovechado para extender su práctica. Sin embargo, luego de casi dos minutos de intensos pasos, Aizou tuvo que reprimir un gruñido al notar que Yuujirou volvía a caer en error con cierto giro y movimiento de pies.

El joven, también notando su propio desliz, se detuvo antes de fruncir el ceño y regresar a la pose inicial.

Luego de cuatro veces seguidas, volvió a tropezar en la misma parte, Aizou se ocultó nuevamente para zarandear sus propias piernas, hundiendo su rostro entre sus palmas para no dejar salir el grito de frustración que tanto quería salir de su garganta.

Cansado y tal vez cegado por su propia frustración, ni siquiera pensó en las consecuencias que tendrían sus actos luego de levantarse y, a paso seguro y con la espalda recta, dirigirse hacia donde estaba el chico. Brincó los últimos escalones, haciendo ruido con su caída y llamando por completo la atención del joven quien pareció sorprendido al verlo acercarse con una mirada llena de resentimiento.

- ¡Estás haciendo todo mal! ¿¡Cómo es que sigues equivocándote!?- gritó, sin siquiera ofrecer cualquier tipo de explicación, mientras lo apuntaba con su dedo índice.

Yuujirou, alzando una ceja y ocultando la mitad de su rostro detrás de la toalla pareció pensativo sobre cómo responder.

- ¿Shibasaki… kun? - a Aizou le molestó aquel tono con que lo nombró, como si le hubiese costado trabajo recordarlo- ¿De qué estás hablando? Es más, ¿qué haces tú…?

"Este idiota, ni siquiera se tomó las molestias en tratar de recordarme", sintió una venita de su frente palpitar, pero decidió que tal vez ese asunto lo dejaría para después.

-Llevas semanas practicando este estúpido baile y no sabes lo frustrante que es verte equivocar una y otra vez en lo mismo- un tic molesto fue ahora sobre el ojo de Yuujirou, quien lo miraba severamente. Aizou, colocándose a su lado, decidió explicarse mejor de manera práctica- Se supone que debes dar un giro y cambiar tu peso de la pierna derecha a la izquierda.

Mientras hablaba, haciéndolo en cámara lenta, Aizou ponía en práctica sus comentarios, no queriendo alardear cuando notó la sorpresa plasmada en el más bajo, completamente confundido por lo que acababa de ver, es más, tuvo que dar un paso atrás para aun guardar el equilibrio robado por la sorpresa.

-Y terminar con un brazo arriba y el hombro levemente alzado- soltó un suspiro antes de regresar nuevamente a su postura normal- ¿¡qué tan difícil es eso?!

- ¿Cómo mierdas sabes todo esto? - la intensa mirada hizo trastabillar levemente al rubio, que no quería verse afectado por el otro pero que realmente no esperaba esa clase de reacción- Eh, ya veo, ¿eres un maldito acosador, tal vez? - más que una pregunta, aquello pareció una afirmación burlesca que pretendía sacarlo de sus cabales.

- ¡Por supuesto que no! ¡Tú eres el maldito escandaloso que llegó a perturbar mi lugar secreto! – recriminó mientras alzaba la voz- ¿Sabes lo fastidioso que es que interrumpan tu tranquilidad con terribles prácticas de baile? Dios, eres pésimo. ¿Nunca has bailado en tu vida? Eres un maldito idol, a estas alturas deberías ya haberlo dominado.

Los últimos comentarios no parecieron bien recibidos, ya que Yuujirou dejó caer con agresividad su toalla antes de acercarse a Shibasaki.

- ¿Y tú que mierda vas a saber? ¡Claro que sé bailar! No hables sobre práctica cuando es claro que no me conoces de nada. ¿Has practicado una danza de kabuki por más de 10 horas seguidas? Si no sabes lo que es entrenar duro mejor ahórrate tus estúpidas palabras- Aizou parpadeó varias veces al no poder terminar de comprender que el chico que decía ser el mismo Romeo para sus Julietas era quien le estaba gritando tan fuertemente justo en la cara.

De ser posible, habría jurado ver la máscara de príncipe resbalar de su rostro solo para descubrir a un adolescente de su misma edad demasiado alterado.

Sonrió de medio lado al notar esta faceta que jamás habría imaginado ver en sus numerosas actuaciones.

-Entonces, en lugar de estarte quejando como un gatito llorón, más te vale aprender de una buena vez- Yuujirou no comprendió aquellas palabras y aun menos las acciones subsecuentes. Con toda la naturalidad del mundo, y como si su enojo se hubiese esfumado de un momento a otro, Aizou se posicionó detrás de él, tomándolo de sus espaldas y forzando a sus hombros a irse para atrás, en una postura un tanto incómoda.

-Partes de aquí. Utilizando esta pierna como pilar de apoyo, vas a girar sobre tu propio eje hasta dar una vuelta completa- entre las explicaciones, Aizou se sintió con la libertad de palmear su cuerpo. Desde su espalda, cintura, hombros, brazos y un par de palmaditas sobre sus muslos. Yuujirou, demasiado mareado por el cambio repentino de la conversación, solo se dejó guiar por las incomprensibles instrucciones del más alto hasta dar dicha vuelta.

-Suavemente, cambiarás el peso hacia este lado- sus manos sobre su cintura- dejarás balancear el pie libre así- una sola detrás de su rodilla- Y darás dos pequeños saltos- sus dedos enredándose entre los suyos- Después de esto, no sé qué sigue, así que el resto es problema tuyo.

Para cuando hubieron terminado, Yuujirou seguía demasiado ensimismado, parpadeando por lo que parecía haber sido una ilusión demasiado complicada por entender, antes de percatarse que Aizou ya no lo sostenía más, y lo miraba otra vez con desdén a su lado.

- ¿Que mierda quieres? - fue su preguntada nada amistosa, después un breve silencio.

-Lo que quiero es que aprendas de una vez por todas para que te largues y pueda tomar mi almuerzo en paz- fue su hostil respuesta.

Sin que Yuujirou pudiese contestar algo más, las campanadas resonaron con intensidad, el propio peliazul volteó a ver sorprendido la pantalla de su teléfono celular percatándose que su usual alarma había sonado pero que él no había reparado en ella. El almuerzo daba su fin y ninguno de ellos se atrevió a probar bocado alguno. Aun así, sin quejarse sobre ello (no al menos en voz alta) ambos recogieron sus cosas y regresaron, sin intercambiar ningún comentario más, de vuelta al salón de clases.

o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o

Ninguno podría explicar con detalles la línea de acontecimientos cuestionables que los llevaron a donde se encontraban ahora mismo. Pero de alguna manera, Aizou se había convertido en el acompañante secreto y ayudante de ensayos personal de Yuujirou.

Durante todo el día, los chicos continuaban sin dirigirse palabra alguna, ni siquiera un saludo cordial entre ellos era común. Y, aun así, a pesar de todo, sin falta durante cada almuerzo hicieron una promesa muda de verse en aquel rincón solitario de la escuela junto a los laboratorios de ciencias.

En algún momento del que Aizou no quiso reflejar la emoción de su rostro fue cuando al fin Yuujirou se atrevió a prestarle uno de sus audífonos a Shibasaki para que escuchara la canción de fondo que acompañaba a la coreografía. Efectivamente, como ya lo suponía el rubio, se trataba de un nuevo tema, un sencillo que seguramente ningún otro fan hubiese podido escuchar en condiciones normales.

(Bueno, a él no le gustaba autonombrarse fan de Yuujirou, así que las condiciones eran diferentes).

Por lo general, Aizou explicaba desde su asiento en el escalón alguna opinión o sugerencia para Yuujirou mientras comía de manera lenta, fingiendo mayor interés en sus verduras que en la danza del compañero, aunque disimuladamente, aventaba miradas fortuitas para aprender los pasos que poco a poco Someya agregaba cada día al baile.

Jamás volvió a tocar alguna parte del cuerpo de Yuujirou tan abiertamente como el primer día.

Y eso en parte, aligeraba un poco el nerviosismo del peliazul, al mismo tiempo que lo desconcertaba, aunque se permitía autoconvencerse que el hecho no había sido de gran importancia, para empezar.

-Oye- luego de la corta práctica, Yuujirou se quedaba a comer a un lado del rubio, a pesar de que el primero ya hasta había guardado su caja de almuerzo- ¿Cuál de estos atuendos te parece más ideal para una chica?

Con los palillos sobre sus labios, pensando profundamente Yuujirou le extendió la revista de moda femenina que tenía entre sus manos. A pesar de la confusa pregunta, simplemente se hundió de hombros y acercó su rostro para ver mejor la página. Notó varias combinaciones de faldas, vestidos, blusas y zapatos para chicas adolescentes, aunque ninguno llamó especialmente su atención.

-Supongo que… ¿este? - parecía más una pregunta a una afirmación. Levantó su rostro para ver la reacción de su compañero, aunque detuvo todo movimiento ya que, al hacerlo, su propia cara quedó a tan solo algunos centímetros de la ajena, provocando que hasta ambas narices se rozaran levemente.

Intentó fingir que aquello no le había hecho sentir un terrible cosquilleo en la nuca.

- ¿Y por qué lo preguntas? - "no me tembló la voz, ¿cierto?"- Si te consigues una novia, seguro le causarás un paro cardiaco a más de una fan.

- ¿Que tonterías dices? - irguiendo su espalda, regresó la revista sobre su regazo, distanciándose del rubio mientras tomaba otro pedazo de comida- Sería estúpido tener novia siendo idol, destruiría mi carrera.

"Lo sé… hay personas estúpidas en este mundo que creen que por ser famoso estas exento de lo que es común para los demás", pensó, sin atreverse a compartir sus ideas en voz alta "Es por eso también que las mujeres son tan insoportables".

-Es para… una chica que quiere vestirse mejor. Parece que tiene una amiga que en la infancia que le dijo que no le sentaban bien los vestidos, así que estamos viendo la posibilidad de demostrarle lo equivocada que esta.

Aizou soltó un largo "mmmm" sin saber que más decir al respecto, claramente desinteresado por ayudar al idol. Yuujirou tampoco insistió, así que siguió pasando las hojas mientras terminaba su almuerzo.

-Entonces si se trata de una chica.

-Claro que lo es- respondió sin verle a los ojos.

"Si. Siempre es sobre chicas…".

La relación que llevaban ambos chicos era muy compleja como para poder describirla en palabras. No se hablaban entre clases ni tampoco daban señales de siquiera conocer el nombre del otro (bueno, al menos en el caso de Aizou, ya que todos por ley conocían al famoso Someya Yuujirou). Por lo que seguramente más de uno quedaría sorprendido al notar la cercanía que ambos compartían por esos cortos 30 minutos a diario mientras comían juntos.

A veces, se permitían intercambiar temas banales de interés, como la revista de moda, los próximos eventos en el calendario de Yuujirou, los hobbies musicales de Aizou… pero nada demasiado detallado que pudiese delatar cualquier cosa demasiado personal.

Pasadas tres semanas, Aizou no supo ocultar su sorpresa cuando Yuujirou le extendía un boleto mientras trataba de desviar la mirada.

-Supongo que puedes ir, después de todo me ayudaste un poco a practicar- fue la manera más amable que Someya encontró para poder invitarlo. No esperó ni siquiera a que el más alto tomara por sí solo el boleto, ya que lo tomó de las manos y lo dejó sobre sus palmas- Será el fin de semana, por si no tienes nada mejor que hacer.

Aizou parpadeó un poco antes de caer nuevamente en la realidad. Sus manos temblorosas tomaron el boleto y lo dobló con desinterés para guardarlo en su bolsillo de su uniforme.

-No te aseguro mi asistencia, ya veré que hacer.

-Ah, ya- igual de desinteresado, ambos se sentaron en silencio.

Aizou, sin embargo, no podía dejar de pensar en el papel que percibía entre sus ropas. Tal vez demasiado conmocionado como para pensar en el sabor de la comida por tener la mente tan dispersa. Debía admitir que, a pesar de tener el conocimiento de toda la vida de idol de Yuujirou, jamás había asistido a ninguno de sus eventos en vivo.

El tiempo juntos fluyó en completo silencio durante la presencia de ambos.

o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o

"Solo vine porque no quería estar encerrado casa con ese par de locos…", pensaba para sí mismo Aizou, mientras trataba de ocultar su melena rubia y su rostro masculino para evitar llamar la atención de todo ese grupo de féminas que inundaban el lugar.

Cuando las puertas del recinto al fin se abrieron, prefirió hacerse un lado para hacerlas pasar con tal de no terminar envuelto en una estampida humana. Afortunadamente, los asientos eran enumerados así que no tuvo mayor problema para ocupar su lugar. A pesar de encontrarse en primera fila, era claro que se encontraba en un extremo, seguramente por la curvatura del recinto era probable que cualquiera que se parara sobre el escenario no pudiese alcanzar a verlo "Al menos, no tendré que soportar la vergüenza de que me vea aquí" pensó, tomando asiento en la butaca.

Repetidas veces estuvo a punto de abandonar la misión, completamente hastiado por los gritos eufóricos de las fans, a pesar de todo, el rubio logró aguantar lo suficiente hasta que las luces se apagaron, dejando alumbrado únicamente el escenario. Segundos después, el joven Romeo salió con una expectante sonrisa.

"Vaya actuación más mala", sonreía y saludaba a las chicas del público, por supuesto, en un gesto demasiado surreal para ser verdadero.

Y finalmente, empezó la música

De manera inmediata, Aizou reconoció aquella melodía como la música que estuvieron escuchando durante los recesos. La ola de fans lo ensordecieron temporalmente mientras Yuujirou comenzaba con su actuación.

Ya había analizado previamente la letra, una tonta canción acerca de sus "Julietas" como solía llamarlas, agradeciéndoles por sus ánimos, cartas y muestras de afecto. Una letra que decía solo estar por y para ellas.

"Menuda tontería".

A pesar de mostrarse desinteresado y con un aire de aburrimiento, Aizou prestó suma atención a los movimientos del peliazul, especialmente al llegar a la parte que tantas veces le enseñó.

Un giro. Un juego de pies. El hombro y el brazo arriba.

Una encantadora sonrisa.

"Perfecto".

Al notar ese revoloteo de orgullo, rápidamente negó con la cabeza, tratando de ahuyentar aquellos elogios mudos que le dedicó a Someya luego de ver aquel efímero momento.

o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o

Aizou aun no creía que, a pesar de haber pasado ya el concierto, los hábitos a medio día siguieran con Yuujirou. No siempre era de práctica de baile, sin embargo, el más bajo no parecía ni siquiera dudar en comentarle alguno que otro detalle sobre su trabajo. Cosas como las actividades de su agenda, los planes de nuevas canciones, sus próximas giras… cosas que no cualquier fan promedio podría saber eran sencillamente sueltas por la poca cuidadosa lengua de Someya, quien ni siquiera parecía alterado por lo que podría ser una gran fuga de información.

Todo aquello era pasable, algo con lo que el rubio podía lidiar al menos externamente sin dejar ver su emoción contenida en el interior. O al menos eso creía hasta que cierta tarde Yuujirou lo llamó.

-Por cierto, Aizou- comentó indiferente, mientras parecía no querer despegar la mirada de la pantalla de su celular- Me llegó un mensaje de mi mánager.

"Aizou".

Era la primera vez que lo nombraba. Sin honoríficos, sin pronombres indiferentes.

Sin siquiera llamarlo por su apellido.

Solo su nombre.

De haber podido, se hubiese quedado absorto ante tal cosa de no haber sido porque el peliazul se preparaba para soltar algo aún más impactante.

-Participaré- alzó su celular, para que él también pudiese leerlo- El Countdown Live de este año.

En cualquier otro momento, esa sonrisa arrogante le hubiese molestado, pero ni siquiera el amargado Aizou pudo esconder el brillo que recorrió sus pupilas ante tal noticia.

Sostuvo entre sus manos, leyendo el mensaje que correspondía a lo escuchado. Nervioso y sintiendo que el aire ya no entraba correctamente hasta sus pulmones

Supuso que el sonrojo que sentía arder en sus mejillas era por la asfixia y no por algo más.

- ¡Estas bromeando! ¡Realmente…! ¡Realmente!- recorría sus ojos y, segundos después, regañándose por haber sido tan abierto, fingió toser mientras le regresaba el dispositivo a su compañero, que no parecía dejar de lado aquella sonrisa altanera- Quiero decir… vaya, felicidades supongo. Aunque no es la gran cosa.

-Tal vez tenga que faltar algunos días para prepararme- fue su respuesta, luchando por no soltar un comentario ofensivo o burlesco- Aunque seguramente el profesor Akechi terminará obligándome a tomar clases de regularización.

-El siempre correcto Someya Yuujirou tomando clases de regularización- soltó una pequeña risita- necesito ver eso.

La conversación continuó avanzando entre comentarios perspicaces y burlas mal disimuladas, pero ninguna lo suficientemente grande para terminar de encender la mecha de cualquiera de los dos.

Al término del descanso, fueron las campanadas, como todos los días, las que les indicaron que era el momento de regresar.

o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o

Es a veces increíble cómo la emoción y las expectativas respecto a algo que te gusta es suficiente para quitarte horas de sueño, y aun así no sentir ni siquiera un gramo de cansancio en tu cuerpo. O al menos eso le sucedía a Aizou, quien juraba no haber pegado ojo la noche pasada más de tan solo 40 minutos, mientras trataba de no sentir esa electrizante emoción al no poder despejar el pensamiento del Countdown Live y la imagen de Yuujirou cantando sobre el escenario.

A mitad de la noche, cansado de tratar de mentirse a sí mismo, se levantó hacia el escritorio de su habitación solo para escribir en una libreta los cálculos de cuánto dinero necesitaría para conseguir un boleto de entrada.

No por Yuujirou, no. De todos modos, también sabía que grupos famosos como FT4 también asistirían, además de otros artistas de su agrado.

No por Yuujirou.

O, mejor dicho, no solamente por él.

El sol al fin aclaró el cielo oscurecido, y a pesar de mantener aun su mente ocupada, se alistó y recorrió su memorizado camino hacia la escuela.

Aun así, en medio de toda esa euforia, no podía evitar a veces sentir esos pequeños bajones de adrenalina, jugarretas terribles de su cerebro por hacerle fantasear lo que él mismo estuviese pasando si tan solo aquel día hubiese asistido a la última etapa de la audición.

"Si me hubiera convertido en idol en lugar de él… ¿yo también hubiese podido ganarme el puesto en ese concierto?".

Lo peor de todo, era no poder contestar afirmativamente ni siquiera para sí mismo.

"¿Y si… hubiese podido convertirme en idol junto con él?".

"Imposible, era una audición en solitario".

"Ni en mis más locos sueños hubiese podido ocurrir algo así".

"Pero…".

Un extraño ambiente, lleno de murmullos y cuchicheos fueron lo suficientemente molestos para que Aizou despejara toda aquella maraña de pensamientos pesimistas, arqueando una de sus cejas al notar el deprimente y misterioso tensión entre los estudiantes.

Sin dirigirle la palabra a nadie (como era lo habitual) recorrió los pasillos hacia su salón, tratando de escuchar las pláticas ajenas que se cruzaban en su camino, pero sin entender más allá de palabras y frases entrecortadas.

Su atención se posó en las personas aglomeradas en un tablón de anuncios, después de subir las escaleras, a escasos metros de la puerta de su aula. Empujado por la curiosidad, alzó la cabeza tratando de mirar también lo que todos veían.

Y la impresión al fin se vio reflejada en sus pupilas

Ahí, pegadas entre los anuncios y otras hojas publicitarias, varias fotos revelaban las identidades de dos personas que no parecían estar enteradas de estar siendo retratadas. Un chico y una chica.

Él de cabello azul, fleco asimétrico, ojos brillantes y preciosa sonrisa. Ella de enormes cejas, cabello desalineado y gestos infantiles.

"¿Son Yuujirou y…Suzumi?" pensó, presa del pánico al imaginar las situaciones que estarían sucediendo durante la toma de esas fotos. Una en lo que parecía una tienda departamental, en el festival deportivo, detrás de la escuela… y a pesar de ser tan diferentes entre ellas compartían un aire similar.

"Parece que se conocen bien… demasiado bien".

El sonido de las cámaras de los teléfonos lo desconcertó al punto de dar algunos pasos hacia atrás, dejando libre a algunos que lo empujaban levemente también para tomar algunas fotos. Gracias a ello es que notó la presencia de una chica, pequeña y temblorosa, al extremo del grupo.

-Por favor… no hagan eso…- con sus manos casi en frente de su cara, las palabras de ella no parecían llegar a los oídos del resto, quienes poco a poco notaron su presencia. Unos soltando risitas mal disimuladas, otros murmurando groserías y otros insultos a oídos de supuestamente sus amigos.

Sintiéndose incómodo y fuera de lugar, la escapada estratégica de Aizou se vio interrumpida cuando el agudo saludo de otra chica, compañera también de clases, se alzó entre los cuchicheos. Su mirada furiosa no tardó en aparecer y aunque logró hacerse paso hasta el tablón, gritar y arrancar con violencia las fotos, nadie pareció arrepentido de lo sucedido.

La pequeña Suzumi seguía temblando.

Para cuando todos se encontraban dentro del aula, Aizou dobló aún más su espalda, recostándose sobre su propio pupitre, cuando un grupo de chicas se acercó con aires de grandeza hacia su compañera del asiento trasero. Hablaron (o más bien, amenazaron o advirtieron) mientras buscaban respuestas de la propia boca de la chica patata.

"¿Que mierda está pasando? ¿Yuujirou la conoce? Para empezar, ¿por qué existen esas fotos? Mierda… las mujeres realmente son un fastidio" hasta él cerró los ojos cuando una de ellas dejó caer ambas palmas de manera precipitada sobre el pupitre ajeno "demonios, lo haces sonar como si fuese solo tuyo, maldita zorra…".

-Buenos días- la voz que tanto conocía al fin se hizo presente en el lugar y, empujado por sus propios instintos, Aizou irguió su espalda y también giró hacia atrás. El silencio sepulcral que se hizo no tenía comparación- Si que están animados desde temprano, oí lo de las fotos hace unos momentos.

Sonreía.

Fatídica y molesta, pero como siempre, su estúpida sonrisa tatuada en su rostro, haciéndolo ver como un glamuroso príncipe que no tiene nada que ocultar.

"Mentiroso."

"Si a mí me contaba todo, ¿cómo es que jamás oí nada acerca de su amistad con Suzumi?".

"¿O es que son más que amigos y por ello no puede decirlo?".

Apretó con fuerza ambos puños, no queriendo fruncir de manera más obvia su ceño.

De la manera más patética y conveniente posible, Aizou recordó las fotos pegadas en el tablón, aquella que estaba en la parte de arriba. Suzumi vistiendo ropa demasiado femenina, muy contraria a la imagen que una chica del club de atletismo provinciana como lo era ella podría usar en cualquier día.

Y recordó haber visto aquella ropa en algún otro lado. Claro, aquel conjunto estaba en una de las imágenes de una revista de moda para chicas que alguna vez hizo mención Yuujirou durante un almuerzo.

Y la incertidumbre de las chicas comenzó a ser contagiada hacia el mismo Aizou. Aunque no tenía razón, ni argumentos, ni excusas.

Simplemente la inseguridad lo ahogó al punto de formarle un nudo en la garganta, arrebatándole la capacidad de producir cualquier tipo de sonido.

"¿Realmente ellos son…?".

- ¿Que está pasando aquí? - preguntó con valentía una de las chicas.

- ¿Acaso Suzumi es tu novia? - continuó otra.

El pequeño silencio fue algo que se le hizo demasiado eterno.

-Por supuesto que no- contestó, dejando resplandecer aún más su ingenua sonrisa- ¿De verdad creen que podría salir con alguien ahora?

Su sencilla pregunta hizo que cualquier chica no pudiese poner en duda la afirmación. Se vieron entre ellas antes de que la campana hiciera eco por toda la escuela, seguida por la presencia del profesor deslizando la puerta corrediza.

Aizou no dirigió su mirada al frente hasta que Yuujirou tomó asiento, soltando un suspiro mudo mientras parecía hacerse cada vez más pequeño. Suzumi, en un estado similar, tenía los ojos brillosos como si estuviese a punto de soltarse a llorar.

"Gente de mierda".

"Y yo también…".

o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o

No le debió parecer raro que, durante aquel almuerzo, Yuujirou no se presentara al rincón de siempre. A pesar de esperarlo por casi 10 minutos sin comenzar a degustar sus alimentos, Aizou terminó rindiéndose ante el gruñido de su estómago al resignarse ante su soledad.

"¿Estará con ella ahora mismo?", pretendía dejar de pensar en cualquier cosa que tuviese que ver con el incidente, pero sus pensamientos siempre regresaban al recuerdo de aquellas fotos, de las caras de ambos luego de que ahuyentaran a las fans del salón.

De lo desconcertado que parecía Yuujirou.

-Ah, que terrible día ha sido este- por poco la comida que estaba dentro de su boca se convierte en la responsable de ahogar al pobre Aizou luego de escuchar cierta compañía a su lado. Tomando agua rápidamente (pero claro, sin parecer demasiado alarmante) ve a lujo de detalle a Yuujirou sentándose a su lado, con el rostro afligido y su cabello algo desordenado.

-Creí que estarías escapándote de todos- "y de mí también, de paso".

-Es lo que hago. Las fans enojadas o heridas son la peor jaqueca de mi vida- abrió la caja del almuerzo, algo deprimido al pensar que probablemente no le daría el tiempo suficiente para terminarse todo.

- ¿Ah, sí? - contestó, apoyando ambas manos sobre el suelo e inclinando su espalda para ver de mejor manera el lienzo azul que se abría por sobre sus cabezas. Sin poder encontrar las palabras indicadas, o la mejor manera de comenzar la conversación, los ojos dorados de Aizou gustaban de pasear de un lado a otro mientras se mordía contantemente los labios inferiores, abriendo y cerrando la boca como si de un pez fuera del agua se tratase.

-Quieres preguntar, ¿no? - fue el cortante diálogo de Someya lo que lo paralizó- Qué clase de relación tengo con Suzumi.

-P-Por supuesto que no- se cruzó de brazos- No es de mi incumbencia.

Un lánguido "mmmm" soltó el peliazul ante tal comentario tan poco original. Abrió nuevamente la boca, pero el fin del receso fue el sonido que interrumpió la corta platica. Resignado, Yuujirou acomodó sus pertenencias antes de levantarse de su lugar, todo siempre a la mirada expectante de Aizou.

-Debo solucionar todo lo de hoy. Después te enterarás, eres mi fan de todas maneras- lo último lo dijo más en tono de broma que con seriedad, cosa que solo resultó en pintar de suave carmín el rostro del rubio quien, por cierto, se levantó precitadamente con la boca abierta y señalándolo con uno de sus dedos.

- ¡Y UNA MIERDA! ¡YA QUISIERAS QUE YO FUESE TU FAN! - gritó, sin importarle la posibilidad de atraer la atención de cualquiera que pudiese estar merodeando por ahí.

-Pero si fuiste al concierto- Se defendió, mostrando media sonrisa- Prestaste atención a toda la coreografía.

- ¡Eso fue por que…! - a cada palabra dicha, el color del rostro de Aizou solo se acentuaba cada vez más. Sin encontrar las palabras con las cuales defenderse, solamente soltó un pisotón luego de que Yuujirou le enseñara con sorna su lengua, como si se tratara de un niño pequeño que acabase de hacer una travesura inofensiva.

Sin pensarlo demasiado, el resto del día los pensamientos sobre cualquier conexión que pudiese tener Yuujirou con Suzumi Hiyori fueron fácilmente reemplazados por cómo pudo haberse enterado el idol que efectivamente Aizou había asistido a aquel concierto, sin saber que éste sería el ultimo día en que vería al peliazul dentro de los muros de la escuela en un buen tiempo.

No fue al siguiente. Y luego de ese tampoco.

Los rumores de Yuujirou con un supuesto amorío fueron calmándose con el paso del tiempo, al igual que las jugarretas acosadoras que tenía que enfrentar la joven de gruesas cejas.

Pero a pesar de todo, para Aizou el hecho de no oír la voz de Yuujirou más allá que por medio de unos simples auriculares comenzaba a rayar en lo angustiante.

Trató de cantar una línea, sin embargo, la voz salió de su garganta sonó más como un ronquido que como una melodía.

"Es cierto… aun no puedo cantar…".

o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o

Para Shibasaki Aizou, después de dos semanas de ausencia del idol de su salón de clases, las cosas se estaban tornando abrumadoramente normales. A pesar de ser palpable la ausencia de la imagen pública adolescente más famosa de la escuela, al menos con sus faltas se evitaba el cotidiano griterío por parte de las fans que solían rodear los pupitres en cada oportunidad posible.

Suzumi parecía también llevarlo con mayor calma, al principio era evidente lo decaída que estaba, pero al verla más sonriente y rodeada por dos amigas, Aizou ni siquiera sintió el interés por saber que más podría estar pasando dentro de la cabeza de esa chica patata. Hundiéndose de hombros y disfrutando su soledad, se dispuso a seguir tomando nota de las clases plasmadas en la pizarra.

Entre aburrimiento combinado con cotidianeidad, al fin las clases dieron terminaron un día más. Supuso que, como la mayoría de los días, pasaría un par de horas en el parque antes de regresar a casa, solo para enterarse que nuevamente estaría solo por la ausencia de su hermano y madre.

"Mejor solo que mal acompañado…", tomando su maletín por debajo de su brazo, se dirigió a la entrada de la escuela, disfrutando la música que salía por los audífonos que cargaba en cada una de las orejas.

Dos calles completas desde que salió del instituto un sospechoso automóvil color negro, de vidrios polarizados y placas especiales, comenzó a acercársele lentamente desde atrás. A pesar de percatarse de ello, Aizou fingió no haberlo hecho, mientras trataba de acelerar el paso, sintiendo gran desconfianza por el extraño comportamiento.

Decidiendo cuando era el momento correcto para comenzar a correr, tomando una gran bocanada de aire, un grito le impidió empezar su huida.

-Aizou- una voz que conocía perfectamente.

Aun sin darle completamente créditos a sus sentidos, esperó a que el auto al fin se detuviera a su lado, y el vidrio de uno de los asientos traseros bajara con lentitud.

-Deja tu estúpida paranoia y sube rápido- fue el saludo de Yuujirou, mientras reacomodaba la boina que cubría la mayor parte de su cabello.

- ¿Ah? ¿Pero que mier…? - iba a comenzar el interrogatorio, sin embargo, la cansada mirada del otro le cortó la inspiración de continuar hablando. Aun inseguro de su propia seguridad, no le quedó otra más que rodear el automóvil y subirse por la puerta contraria.

Una vez arriba, el transporte recuperó su velocidad normal. Aizou trató de sentarse lo más correcto posible mientras al mismo tiempo, inspeccionaba a la persona del volante. Entre sus vagos recuerdos de la audición, reconoció a aquella mujer de cabello largo y enormes lentes. Aun con aquel ángulo supo que su cara no se mostraba del todo segura, denotando cierto nerviosismo por la manera en que se mordía el labio.

- ¿A dónde carajos vamos? - preguntó con cautela, colocando su maletín escolar sobre sus piernas.

-A la agencia Moebius- contestó sin dudar el idol- Hay algo que debo mostrarte- apoyó su codo en el vidrio del auto, apoyando así también su barbilla sobre su propio puño mientras demostraba mayor interés por la calle que regresarle la mirada a su compañero de clases.

Sin saber por dónde empezar a exponer todas sus preguntas, Aizou se limitó solamente a guardar silencio.

No fue un trayecto largo. Poco más de 20 minutos de viaje y el automóvil se detuvo con las intermitentes encendidas justo frente a las puertas principales de un edificio de puertas de cristal. Sintiendo cierto hormigueo en la base de su estómago, Aizou siguió sin decir palabra, a pesar de la mirada insegura de la mujer.

-Una hora. Ni más ni menos. Nos meteremos en problemas si alguien lo descubre…

-No tardaremos, entonces- hizo un ademán con su mano antes de continuar. Aizou simplemente se limitó a dar una fugaz y silenciosa reverencia antes de seguir a pasos rápidos al otro.

Una vez adentro, tal vez demasiado tarde para ya simplemente mencionarlo, Aizou comenzó a retractarse de lo que fuera que estuviese haciendo. "Puedo meterme en serios problemas…".

- ¿A dónde mierdas vamos? - Preguntó, tratando de sonar más seguro de lo que se sentía- ¿Qué es eso de solo una hora?

-Al salón de prácticas- contestó, ignorando por completo la segunda pregunta mientras presionaba el botón del elevador. Cuando las puertas abrieron su expresión dejó en claro que no tenía la paciencia necesaria para que Aizou dudara así que, en una orden muda, al rubio no le dejó otra opción que simplemente volver a seguirlo.

Cuando las puertas nuevamente se abrieron, al notar la indecisión del rubio, Someya no dudó en tomarlo de la mano para arrastrarlo hacia la sala destinada. Aizou dio un pequeño saltito al notar una mano más pequeña jalándolo, pero no encontró motivo real para apartarla.

Cuando llegaron al lugar destinado, un cuarto con tres de las cuatro paredes recubiertas por inmensos espejos. Yuujirou lo dejó al centro y comenzó a inspeccionarlo de arriba hacia abajo para luego solo arrebatarle de manera no demasiado amable su maletín escolar para dejarlo al lado de la puerta.

- ¿Está bien "Non Fantasy"? - comenzó a deslizar su dedo sobre la pantalla de su celular, leyendo rápidamente la lista de reproducción- ¿O "Romeo" sería una mejor opción?

- ¿Pero que…? Ni loco voy a cantar tus horrendas y cursis canciones- sintiendo un tic atacando su ojo derecho, Aizou dio algunos pasos hacia atrás- ¿de qué se trata toda esta mierda? Faltas días enteros a la escuela y de repente me secuestras para traerme a este lugar sin explicación alguna.

Yuujirou, quien, a pesar de comprender el comentario, parecía no querer dar contexto de la situación, sin embargo, al notar la importancia terminó dando un fuerte suspiro, como si Aizou fuese demasiado tonto para no poder comprender la situación, cosa que, por cierto, fastidió bastante al rubio.

-Necesito que cantes, y de paso un poco de baile tampoco estaría mal- fue su cortante respuesta- No sé acerca de las estúpidas razones por las que no llegaste a la última etapa de audición, pero está claro que podrías ser idol, y si te sigo viendo desperdiciar tu talento de forma tan tonta, creo que realmente terminaré golpeándote justo a la mitad de la cara. Así que, te guste o no, me darás evidencia suficiente para que yo pueda probar que puedes llegar más lejos.

Sin tapujos, Yuujirou contestó aquello más como una advertencia que como alguna explicación. Tal vez era la forma tan repentina o su pésima manera de justificar sus acciones, pero Aizou no se sentía capaz de comprender si quiera las primeras palabras que salieron de su boca.

Parpadeando varias veces dio otro paso hacia atrás.

- ¿Esto que tiene que ver con Suzumi? - fue la primera y más tonta pregunta que pudo formular, solo para ver en primera fila como la cara de Yuujirou se asqueaba por completo.

- ¿Quién dijo algo sobre ella? - se cruzó de brazos, tratando de no explotar ahí mismo- ¿O es que siguen hablando de nosotros en la escuela? - okey, con lo segundo un deje de preocupación se rebeló ante él, aunque era realmente fue mínimo.

-No. No realmente…- queriendo concentrarse en el tema inicial, Shibasaki repitió las palabras que antes había escuchado, hasta que se percató de algo que volvió a desconectar su pobre cerebro.

-Ella solo fue una aprendiz de mánager. No lo podía decir porque no me involucraba solamente a mí, mi mánager y la presidenta…

A pesar de estar recibiendo las respuestas que tanto le estuvieron consumiendo, Aizou era incapaz de salir de aquel bucle de pensamientos.

"No sé acerca de las estúpidas razones por las que no llegaste a la última etapa de audición".

"Él… me recuerda?".

-¡De todas maneras!- la forma en que elevó su voz fue suficiente para traerlo de vuelta a la realidad, afortunadamente Yuujirou no parecía consciente de que Aizou no le había estado escuchando desde hace algunos minutos- No puedo permitirme perder contra ti, ni siquiera en esto- dando grandes pasos no fue difícil que Yuujirou acortara la distancia, tomando con fuerza la mano de Aizou y obligándolo a doblar sus dedos para endurecer su puño, acercándolo a su boca, como si estuviese simulando el sostener un micrófono.

Lo miró con tal determinación que lo único que logró hacer Shibasaki fue tragar duramente.

-Ese día… el día de la última audición, la presidenta me dejó en claro que pretendía aceptarnos a ambos. A ti y mi- Yuujirou bajó la cabeza, haciendo incapaz poderle ver el rostro- Pero al ver que tú no habías asistido y que no podían contactar contigo… simplemente porque tú no viniste… solo por eso pude debutar como idol único.

Yuujirou alzó abruptamente la cabeza y, al contrario de hace unos momentos, sus ojos resplandecían con intensidad, con esa clase de brillo intenso de ojos que solo están aguantando para no soltar las primeras lagrimas… ¿de furia? ¿De frustración? No lo podía describir con exactitud.

-Y de repente, te encuentro en mi salón, como un estúpido don nadie, ¡solo para recalcar que eres mejor que yo en muchas cosas, me ayudaste a mejorar en cosas que yo solo no habría…! - cerró su propia boca, no queriendo continuar con el que sería su más patético discurso.

Aizou dio otro paso hacia atrás, mirando con sorpresa aun su propio puño.

¿Por qué? ¿Como es que estaba ocurriendo todo aquello?

Lo que creyó perdido, lo que pensó que jamás volvería a estar al alcance de sus manos… todo sencillamente estaba ocurriendo demasiado rápido, tanto que no podía terminar de procesarlo.

- ¡Conviértete en un maldito idol y demuestra lo que tienes! ¡Te venceré en el mismo escenario! - lo apuntó con su dedo, a pesar de sentir como todo su cuerpo temblaba.

Para Yuujirou era difícil entender el por qué Aizou parecía demasiado absorto, ensimismado en sí mismo de no comprender algo tan simple como aquello. ¿Por qué no solo cantaba? ¿Sabía cuánto tiempo y esfuerzos le tomó tratar de convencer a los encargados para darle una segunda oportunidad? ¿Cuánto estuvo investigando para llegar a la posibilidad de darle el lugar de su compañero que debió haber estado desde el principio?

Por supuesto que no lo sabía. Es más, probablemente ni siquiera se lo imaginaba y no le gustaría que se enterara. Pero en aquellos momentos, donde la contrariedad de su cerebro sonaba más lógica que cualquier idea racional, para Yuujirou era claro lo que debía hacer el rubio.

-No puedo…- después de tanto, esa fueron sus primeras palabras, dejando paralizado al peliazul- No puedo cantar. Desde hace casi un año…

-Fui un idiota por tratar de creer en ti…- su voz sonó calmada, casi seca- Eres un cobarde que siempre encuentra cualquier excusa para no tomar los riesgos- tomó una enorme bocanada de aire, separando hasta sus pies para tratar de verse aún más autoritario- ¿Quieres cantar sí o no?

Aizou entrecerró sus ojos, sin comprender todo ello.

Lo quería.

Necesitaba tomar esta segunda oportunidad.

Esas ansias de estar con él en un mismo lugar. Cantar juntos, actuar, tener que aguantar su estúpida actitud.

Dios, como odiaba el simple hecho de pensar en que podrían ser amigos. No lo quería. No.

Pero, ¿por qué si lo aborrecía tanto es que anhelaba llegar a su lado?

-Si…. Pero…

- ¡Entonces hazlo! - Tal vez guiado más por su enojo que por su intento de entender el verdadero significado, fue que Yuujirou decidió recurrir a algo que no era normal en él: la violencia.

Aun si no fuese demasiado fuerte Yuujirou golpeó con parte de su cuerpo el estómago de Aizou, sacándole una bocanada de aire. El rubio pretendía cuestionarlo, pero el más bajo siguió presionando con fuerza su abdomen.

- ¡Deja salir tu estúpida voz! ¡Grita, maldita sea! - Aizou observó nuevamente su puño, y a pesar de sentir cierto dolor e incomodidad en aquella posición, su voz rasposa comenzó a fluir desde su garganta hasta el exterior.

-Después de todo, el amor es el sentimiento más fuerte…- lento, apenas elevando un poco la voz- No ocultes lo que te apasiona…

-Tal vez no seas bueno en eso, pero es un pequeño desafío ¡así que hagamos esto felizmente! - la voz de Yuujirou le hizo compañía en la siguiente estrofa.

Y las palabras continuaban saliendo, poco a poco de manera más melódica.

Era curioso, como una canción que siempre había escuchado como un solo ahora era cantada por dos voces.

Le encantaba. Porque a cada sílaba, a cada palabra y frase… su voz cobraba vida, muy poco a poco, siendo tirada por la fuerza de Yuujirou.

Esas ataduras que sentía en el pecho, la asfixia continua… cada vez eran más soportables conforme pasaban los segundos.

"Es aquí. Es aquí. Es aquí. Junto a él. Junto a este terrible, arrogante y amargado chico.".

"Solo quiero quedarme aquí".

o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o

-Entonces… ¿practicaremos y tendré una prueba frente a la presidente y otros encargados? - trató de sonar seguro de sí mismo, mientras abría una botella de rosca. Yuujirou, notando como temblaban sus manos, decidió no hacer más complicada la situación.

-Si. Después de ver nuestra actuación, ellos decidirán si te aceptan como idol. Tampoco es un hecho que nos conviertan en una unidad, para empezar- secó su rostro con una toalla, a pesar de haberse limpiado la mayor parte del sudor- Tendremos que practicar una nueva canción y baile que hicieron especialmente para dos personas. En el peor de los casos, habremos perdido el tiempo y jamás saldrá al público.

-Supongo entonces que debemos tomar el reto- hundiéndose de hombros, Aizou al fin ladeó la cabeza, pudiendo ver de frente al otro- ¿Se supone que es aquí donde debo agradecerte o alguna tontería como esa?

-Oh, por favor, no- hizo una mueca de asco al oír la simple sugerencia- No hice esto por ti. Necesito demostrarme que no eres la gran cosa como para haber pensado que podías ser mi compañero.

A pesar de no ser un comentario demasiado inspirador, Aizou sonrió levemente, captando quizás la indirecta que ocultaban aquellas palabras.

Estaba resguardando toda aquella ola de emociones, muy dentro de su corazón, cuando un peso extra se recargó desde su hombro. Al tratar de voltear solo pudo ver cómo Yuujirou cerraba con lentitud ambos ojos mientras decidía hacer descansar su cabeza sobre Aizou.

- ¿Pero que…?

-Quédate quieto. ¿Sabes la cantidad de trabajo que he tenido estos días? Ni te atrevas a despertarme.

Aizou no encontró las palabras suficientes para negarse ante tal capricho. Cuando notó pequeños suspiros pausados, en señal de que el peliazul había sucumbido en un sueño, se permitió sacar el aire que estuvo reteniendo, pero ni así, el acelerado pulso de su corazón se vio disminuido.

Al voltear para tratar de verlo, una fragancia, probablemente su champo, inundó su nariz, haciéndolo querer apartarse al instante, pero reteniéndolo al imaginar que, si lo hacía, el joven idol caería ante la gravedad contra la suela de madera.

Su hombro tembló ante el peso, pero no se movió ni un centímetro de aquel lugar.

Quiso recordar y darles sentido a todas aquellas tormentas de emociones que siempre lo aturdían cuando estaba junto con Yuujirou. La felicidad infinita cuando cantó junto con él. Lo divertido que eran los almuerzos. La calma en los tramos silenciosos.

Lo enojado que estuvo al pensar en la posibilidad de que él tuviera una relación con una chica.

Lo humillante que fue identificarse con las fans que estaban ansiosas de respuestas.

¿Por qué? ¿Por qué sentía tanto interés por alguien de quien no quería admitir ser fan? ¿Por qué tanta expectativa cuando tuvo acceso a datos que no cualquiera pudiese obtener como él?

¿Por qué tantos nervios cuando sus cuerpos, ya sean sus manos o como ahora, sus rostros, estaban a tan poca distancia, le provocaban tales estremecimientos?

¿Por qué tenía que ser si o si Someya Yuujirou?

Aizou utilizó su mano para abanicarse a sí mismo, sintiendo que la temperatura se había elevado de golpe y que era gracias a eso que sentía su rostro arder.

Algo dentro de sí le decía que, por su propio bien, aun no debía encontrar las respuestas a todas esas inquietudes.

o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o

Hikari: Como dije al inicio, este fanfic es el mas largo del reto y por ende el último que estoy escribiendo (ya tengo los correspondientes hasta el 31 de octubre), además de que en realidad pudo haber sido mas largo. La premisa de este fanfic la escribí en cerca de 20 páginas de Word aproximadamente en el mes de mayo, pero no lo terminé, sin embargo, luego de leer el tema de este día, quería readaptar todo ese progreso para que quedara perfecto…pero el archivo se dañó y perdí no solo el progreso, sino la inspiración. Solo tomé la idea base y reescribí todo, a mi parecer el primer borrador era mejor pero ya a estas alturas no hay nada mas que hacer, aun así, estoy conforme con el resultado. Las buenas noticias es que al fin con este escrito le doy fin al Flufftober y puedo irme a llorar por la BajiFuyu week xD, así que, por lo mientras, yo me despido. ¡Bye bye-perowna!