Mientras oscurecía, el sol ocultándose con su rojo vivo veraniego detrás del horizonte, los primos y los invitados a la fiesta de Albus se reunieron alrededor de la fogata que se había prendido en el jardín. El inicio de la noche era perfecto, suave, la brisa soplando y empapando cuidadosamente la piel de Rose. Después de lo que parecían años, por fin había podido estar entre los brazos de Scorpius otra vez. Por fin había podido sentirse ingrávida, amada, inequívoca. Durante unos minutos, que habían parecido tan largos como la vida misma, Rose había estado precisamente en aquel lugar al que verdaderamente pertenecía.

Albus no preguntó cuando los vio escabullirse por ahí. Prefería, de verdad, no hacerlo. Pero algo en su corazón se sintió en paz al ver a su prima y mejor amiga tan tranquila, después de haber visto aquella expresión avergonzada que marcaba sus ojos en la reunión familiar. Le dolía pensar que la familia, no sus primos pero sí los tíos, tías y abuelos, la hacían sentir tan inadecuada. Albus amaba profundamente a Rose, igual que a Scorpius, y no quería que nadie los hiciera sufrir. Como si no hubiesen tenido suficiente durante el año pasado.

Debía admitir que la relación de Rose y su mejor amigo tenía ciertas ventajas para él. Por ejemplo, James, Lily y algunos de sus otros parientes, que antes habían sido un tanto reacios a aceptar su amistad con Scorpius, ahora interactuaban con él, e incluso Albus podría decir que se llevaban bien. Aquello había mejorado enormemente su propia relación con sus hermanos, pues durante el verano Scorpius había ido bastantes veces a su casa a pasar el rato, sin que su propia familia tuviese el habitual recelo de antes.

En pocas palabras, Albus tenía la esperanza de que las aguas se calmaran poco a poco. Incluso si su tío Ron era tan necio como sus padres decían, sabía que la tía Hermione lo pondría en su lugar pronto. Es decir, si la tía Hermione lograba salir del shock inicial que le había provocado la noticia.

Su reacción era algo que Albus aún no entendía. Era inquietante que, siendo la más racional de los tres amigos, la tía Hermione de pronto se quedara callada ante el injusto trato de silencio y enojo que el tío Ron le estaba dando a Rose. Albus habría pensado que la sorpresa inicial habría pasado pronto, pero parecía que Hermione era la más tensa de todos. En definitiva estaba siendo un año demasiado estresante, con los días pasando largos y casi inacabables, y la sensación de estar alerta como una constante.

Había otra cosa que Albus reflexionaba. Hacía un año, justo poco tiempo después de su fiesta de cumpleaños, su hermana Lily casi se había fugado con Lorcan Scamander, el hijo de la tía Luna, que había resultado ser un completo patán. Hasta la fecha, seguía prófugo. Por supuesto, nadie se atrevió a culpar a la tía Luna o a su esposo Rolf por ello. Lo que realmente removía a Albus era la reacción de la familia.

Al encontrar a Lily, sola y sin dinero por las calles de Inglaterra muggle, demasiado avergonzada para atreverse a volver a casa, la familia la había acogido inmediatamente. Todo el mundo había culpado de la situación a la confusión y enamoramiento propios de la edad de Lily. Le habían permitido ser una adolescente confundida que simplemente se había equivocado. Y sin molestas peleas o incómodos interrogatorios, Lily había vuelto al clan Weasley-Potter tan fácil como se había marchado. Albus estaba aliviado y feliz por ello, claro. Ella era su hermana, después de todo. Sin embargo, en ocasiones se preguntaba por qué Rose no podía tener el mismo trato. Por qué Scorpius no podía tener aquella misma misericordia. Sólo los primos Weasley sabían que el novio de su prima había sido tremendamente afectado emocionalmente por aquella pérdida. Dentro del imaginario de los adultos, era Rose la que estaba siendo utilizada, Rose la desvalida que era demasiado ingenua para ver la manipulación detrás de las acciones de Malfoy. Como si sólo lograran verla a través de la vergüenza y la pena, y no con compasión y amor.

La compasión, había aprendido Albus durante el último año, no tenía nada que ver con sentirse superior a alguien que la está pasando mal. La compasión tenía que ver con amar y lograr sentir lo que el otro siente. Y eso, definitivamente, era lo que él sentía por aquellas personas que tanto quería.

Por eso, verlos ahí, acurrucados en el círculo alrededor del fuego, serenos y contemplativos por primera vez en mucho tiempo, lo alegró en sobremedida.

Tal vez, sólo quizá, tenía que ver también que Albus estaba un poco borracho.

Quiso que Rose se quedara. Por eso, cuando el tío Ron llegó a las doce de la noche para llevarse a sus primos, Albus reunió su mejor actitud sobria y le pidió, prácticamente rogó, que permitiera que Rose y Hugo se quedaran. Sólo por esa noche, dijo. Prometió que todos se comportarían.

Tío Ron, sin embargo, se puso rojo, lanzó una mirada furibunda y molesta a Scorpius, como si hubiera visto algo sumamente desagradable (y eso que el chico se había quedado lejos de Al mientras hablaba con Ron) y decidió que Hugo podía quedarse si así lo deseaba. Rose, por el contrario, debía ir a casa.

—Sabes muy bien que tu prima tiene prohibido quedarse fuera de casa, Albus. —Añadió al final, ignorando el hecho de que algunas personas que se encontraban cerca escuchaban, y también sin ver a Rose a los ojos. Ignorando la forma en que a ella se le ponía cristalina la mirada, con las lágrimas al borde de las pestañas. No lloraba por el hecho de que no se le permitiera quedarse aquella noche, Albus lo sabía. La actitud de su padre hacia ella, que lo adoraba, le encajaba espinas en el corazón. —Espero que hayas tenido una tarde divertida. Tu tía envía saludos. Es hora de irnos, Rose.

Hugo, no dispuesto a ser parte de la humillación a la que se estaba sometiendo a su hermana, decidió volver a casa también. Y cuando Rose se fue, Albus miró a Scorpius y vio la angustia en su rostro. Aún parecía pensar que era sumamente culpable por privar a Rose del amor y el entendimiento de su propia familia. Y Albus no sabía cuánto tiempo la culpa sería soportable para Scorpius.

Decidido a ver a sus mejores amigos de nuevo con aquella expresión de paz en sus rostros, Albus decidió que debía hacer algo al respecto. Aprovechando que su madre había hablado con sus tíos para que permitieran que Rose visitara a sus primos durante las vacaciones, Albus perfeccionó un plan. Escribió a Rose diciéndole los detalles de éste. Durante una semana, él y Lily se quedarían solos en casa, pues sus padres salían de viaje para festejar su aniversario. Por supuesto que aquello no lo sabían los demás Weasley. El viaje era una sorpresa de parte de su papá para su mamá, así que ni siquiera se lo había contado a Ron o a Hermione, para que no hubiera forma de arruinar aquella sorpresa.

De tal manera que, con el apoyo de Lily, Albus se permitió invitar a Rose, fingiendo ante sus tíos que sus padres, por supuesto, estarían ahí. Y contándole todo el plan, escribió a Scorpius. Sería lindo tener una pijamada, pensó. Hacía tanto que no pasaban una tarde los tres juntos…

Por supuesto que fingió que no se daba cuenta de que Rose y Scorpius, durante la semana que se quedaron en la casa de los Potter, se escabullían al jardín todas las noches.