belles feuilles
Y LLEGASTE TÚ
CAPITULO 3. LOS CINCO
- Le sirvo algo para beber. Leí un pergamino sobre infusiones con flor de durazno, son buenos para fortalecer el corazón.
- Haz aprendido demasiado, mucho más que yo.
- Siempre podré aprender de usted, beba.
- Veamos... Tiene un sabor muy suave y dulce, gracias.
- Dijo que quería hablar sobre mi futuro.
- Así es, me emociona mucho poder hablar de esto contigo.
- Bueno yo también quería mencionarle algo. La siguiente semana tendré el torneo, si me seleccionan podré ser entrenada para ser maestra de Kung Fu.
- Oh, creí que Shifu no llegaría tan lejos con eso, de hecho pensé que había hablado contigo.
- Si, hemos hablado y él está de acuerdo con entrenarme para eso.
- No me refiero a eso. Sabes hace unos meses pensé en qué todas mis chicas han podido ser colocadas en una buena familia. Entonces pensé en ti, ya casi cumples 15 años y estás en buena edad para comprometerte.
- Señora Wan, agradezco que se preocupe por mí pero... no es necesario que yo me comprometa.
- Se que te preocupa que no te acepte una buena familia, no eres muy femenina y delicada que digamos.
-¿Qué?
- No te ofendas linda, es evidente que si no sangraras serías un chico. Qué familia aceptaría a alguien así. Pues mira con mis habilidades de casamentera pude encontrar una familia.
- Señora Wan...
- Es la familia Li, no son los más ricos pero están bien asegurados. Estás cosas que he traído son regalos. No te comprometen en nada, son una muestra de su fortuna y de buenas intenciones contigo.
- Señora Wan, yo he hablado sobre mi futuro con el Maestro Shifu y no hemos tocado este tema porque yo sé lo que quiero y no está en mis planes casarme.
- Yo hablé con Shifu antes de contactar a la familia y el me dio luz verde. Bueno no me dijo que si pero tampoco me dijo que no. Ay mira esta es seda de la India y estos son polvos de arroz para la cara.
- ¿El Maestro Shifu... no se opuso a esto?
- ¿Por qué lo haría? Es una oportunidad única. El hijo es primogénito y heredero. La familia es aficionada al Kung Fu por lo que no se aponen a que tus dones y habilidades sean pelear y esas cosas en lugar de saber cocinar y coser.
- Entonces el desea que yo me case ¿Qué pasará si yo me casó? No podré ser maestra.
- Niña, eso no es importante. Debes casarte para brindarle honor a él como tú padre.
- Él no es mi padre.
- Bueno, es lo más cercano que tienes a uno. Los hijos dan honor a su familia en la guerra y cuidando a su nación y al imperio. Las hojas de casan y tienen hijos, hijos varones. Ese es tu destino. Piénsalo mi niña y dame tu respuesta después. Sabes dónde encontrarme. Gracias por el té.
La señora Wan salió de la habitación donde estábamos cerrando la puerta detrás de ella. No sabía cómo sentirme, decepcionada o traicionada, quizás ambas. Creí que el sería mi Maestro y me guiaría a mi destino, el de ser una Maestra del Kung Fu, ¿Por qué de pronto el deseaba casarme?
- Me mintió.
Sentí las ganas de llorar pero no lo haría, no volvería a llorar. Hablaría con él y aclararía las cosas. Si el deseaba eso para mí me lo diría en la cara y yo buscaría otro Maestro.
Salí de ahí con mi canasto en dirección a la sala de meditación donde el Maestro Oogway deseaba descansar y el Maestro Shifu intentando sacarles respuestas a sus miles de preguntas.
Sentí miedo antes de entrar al lugar. No quería escucharlo decir que no deseaba entrenarme más, y a una semana del torneo. Tantos años de entrenamiento para que él me diga que es mejor que me case.
El miedo se transformó en irá, aquella puerta a mis ojos se veía como una delicada hoja de papel.
- Pasa Moon.
La voz del Maestro Oogway calmo mis emociones, respire profundo y abrí la puerta lo más tranquila posible. Levanté la mirada con valentía y busque los ojos de Shifu, ahí estaba el, confundido ante mi actitud. Por mi mente paso el arrojarle el canasto y reclamarle pero debía controlarme, si debía buscar una explicación lo haría diferente.
- Maestro Oogway, Maestro Shifu. Quiero hablar con ustedes pero en especial con usted Maestro Shifu.
- Estamos ocupados, será en otro momento.
- No Shifu, es el momento adecuado. además para mañana te sentirás peor.
- Que no estoy enfermó, pero si usted considera que es el momento te escuchamos.
- La señora Wan habló conmigo, sobre... Sobre... casarme. Menciono que usted Maestro no se opuso a que ella buscara una familia a la cuál comprometerme y al encontró.
- Vaya que interesante. Creo que es una plática que solo ustedes dos deben tener, yo iré a otro lugar a meditar.
El Maestro Oogway salió del lugar casi huyendo de la situación, espere a que quedáramos solos y el dijera algo pero solo observaba el canasto que sostenía. Lo puse a sus pies y el apartó su mirada.
- Son obsequios de la Familia Li.
Eso lo hizo sorprenderse, apuesto a que el conoce la dichosa familia esa. Entonces sería su idea o solo es una coincidencia.
- Estamos a una semana del torneo y usted...
- Yo no te mencioné nada de esto porque te conozco y se lo mucho que has trabajado para llegar hasta aquí.
- ¿Y por qué no le dijo que no a la señora Wan? Lo considero al no decirle que no lo hiciera.
- Si, por un momento lo considere y no lo descarto.
- ¿Por qué? ¿No confía en mí?
- No solo confío en ti, yo creo en ti. No eres la primera mujer que ha sido entrenada para ser maestra de Kung Fu, todas han tomado el mismo camino, la familia.
- Yo nunca he considerado la familia como una opción para mí y no lo haré más adelante.
- Tienes casi 15 años, ninguna niña de tu edad piensa en casarse por si sola. Habrá un punto de no retorno más adelante.
- ¿Qué quiere decir?
- No tienes por qué pensar en tomar una decisión como esa ahora. Solo piensa en las cosas que están sucediendo ahora. Cómo dijiste en una semana será el torneo y te has preparado años por esto. Concéntrate en eso y nada más.
- ¿Y lo del compromiso?
- El hijo de la familia Li tendrá que buscar a alguien más por el momento. Ante la ley yo soy tu tutor y no autorizo que te comprometas con esa familia ni con ninguna otra a menos de que seas tú quien me lo pida y aun así sería cuando tengas la edad y la madurez adecuadas para tomar una decisión así.
- Gra... gracias, por un momento yo creí...
- Te dije que debías confiar en tu Maestro, yo no sería capaz de venderte o entregarte.
- Ahora lo veo.
- Hay cuatro invitaciones más que aún no han sido llenadas, he escrito está lista de nombres de estudiantes. Ve por ellos y traerlos, con suerte podré ponerlos a tu altura para el torneo. En algo tiene razón el Maestro Oogway, no me siento muy bien. Ve, confío en que lo harás bien.
- Quizás deba ir primero por un doctor.
- Ya he solicitado uno, mañana vendrá.
- Muy bien, mañana partiré y volveré antes del día del torneo.
La pequeña ya adolescente, empaco algo de comida, dinero y el pergamino donde venían los nombres de los estudiantes, pensó en abrirlo para leerlos pero un fuerte dolor en el vientre la hizo doblarse y tirarse al suelo. Era la primera vez que le dolía de esa manera, en cuanto paso el dolor fue hacia su baúl y tomo una compresas de algodón y gasa, de igual forma las deposito en su mochila. Salió del lugar para darse un baño. Antes de salir paso frente a un espejo viejo que tenía en su habitación.
- Quizás deba cortarme el cabello, está demasiado largo, últimamente me molesta con el movimiento y el viento.
Regreso a su escritorio y de un cajón tomo una navaja y salió de ahí directamente a los baños. Gracias a las aguas termales que venían de la montaña tenían agua caliente todo el año. Durante su baño de estuvo a meditar sobre lo ocurrido. Ella sabía que el Maestro Shifu no era su padre y desde un inicio el dejo claro que jamás lo sería, a cambio le ofreció ser su Maestro, aunque era demasiado estricto y muy difícil de complacer, de ese modo le ofrecía cuidado y educación.
- De algún modo lo que dijo me hizo sentir protegida.
Estaba feliz, en una semana sería el torneo, tendría más compañeros y podría darle honor a su Maestro. Sujeto su cabello en una coleta y sin pensarlo dos veces paso la navaja por arriba de la liga. Dejo la navaja junto a la orilla y tomo el manojo de cabello color cobre. Suave y brillante, lo trenzo y volvió a sujetar con otra liga.
- Ya veré qué hago contigo.
Dejo el cabello junto a la navaja y se sumergió completamente en el estanque, no era muy profundo pero más al centro podía nadar sin problemas, solo que el agua caliente le impedía abrir los ojos y ver. Subió a la superficie para respirar, aprovecho para tocar su cabello, había quedado cóncavo, corto en la nuca y largo conforme se acercaba hacia enfrente.
Nado hacia la orilla y se cubrió para salir, el agua caliente le había ayudado a aliviar su malestar. Se vistió paso nuevamente por su huerto, de regreso observó al chico que vende fideos junto a su padre.
Con el paso de los loas había subido demasiado de peso, no podía comprender como una persona se pudiera descuidar tanto, pero envidiaba la relación que tenía con su padre, algunas noches el aroma de los fideos subía hasta su huerto, era delicioso, aunque debido a su estricta dieta jamás podría probarlos.
A la mañana siguiente Shifu no estuvo presente al sonar el Bong por lo que fue a su habitación para avisarle de su partida.
A diferencia del día de ayer, esa mañana el Maestro Shifu realmente se veía muy mal. Su cara estaba casi verde y amarilla, tenía un olor desagradable y una fiebre tan alta que se podría cocinar un huevo en su frente.
- Maestro Shifu solo he venido para avisarle que me marchó ahora mismo.
- Ten cuidado y no me falles
- Entendido Maestro.
La entusiasta adolescente salió casi corriendo a la puerta principal del palacio, ahí se topó con el Maestro Oogway próximo a abrir la puerta.
- Maestro Oogway ¿A dónde va?
- Que sorpresa, te ves muy diferente así. En unos minutos llegará el médico, voy a abrir la puerta para dejarlo entrar.
- Creí que saldría algún lugar. Me preocupaba que el Maestro Shifu se quedará solo.
- No te angusties, por cierto no encontrarás a todos los estudiantes en la academia.
- ¿Enserio? Voy a ver el pergamino.
- Te recomiendo que lo veas llegando a la academia y deberías seguir tu instinto. Los encontrarás cuando los veas, la vida es muy misteriosa.
- Muy... bien... si ese el caso ya me voy.
- Nos vemos mañana.
- ¿Mañana?
- Corre niña se te hace tarde.
- Si Maestro.
Amn.. Algunas veces el Maestro Oogway es muy confuso, mucho más que el Maestro Shifu. En fin debo seguir con mi camino.
Al cruzar la puerta se topó con un hombre bastante bajo, muy bajo de altura, llevaba un botiquín y una caja de acupuntura.
- Hola buen día, soy el medico que fue solicitado.
- Ah si, si, entre por favor, lo esperan adentro.
-Gracias.
Se encontraba bajando las escaleras cuando nuevamente un fuerte dolor en su vientre hizo que perdiera en equilibrio al correr y terminará rodando hacia abajo. Mientras tanto al final de las escaleras un chico cachetón y enorme para su joven edad se encontraba discutiendo con su padre.
- No hijo, no estás entendiendo.
- Papá solo digo que podría hacer algo más que cocinar fideos.
- ¿Algo como qué? Tú serás mi hijo el Chef y estaré muy orgulloso.
- Ah Tal vez sea bueno en otras cosas.
- Bueno veamos qué tan rápido limpias este desorden.
- Bien pensado papá, soy bueno limpiando, serpia un buen conserje.
Dijo el chico apresurándose a escribir en un pergamino.
- Ja, Ja, Ja, ¿Tú conserje? Ni si quiera logro que te des un baño, qué gracioso, deberías ser comediante.
- ¡Comediante! ajá.
- Ajá.. o bailarín.
- Listo, bailarín, tengo mucha gracia.
- ¿Tú gracia? JA... JA me dieron náuseas.
- ¿Necesitas un médico? puedo ser un médico. Conserje, comediante, bailarín, médico, ¡Perfecto! ¿Qué más?
- Y Emperador.
- ¡Oh! ¡¿Si puedo?!
- Sobre todo eso, ve a sacar la basura para que puedas limpiar este desastre.
Aquel chico enrolló su pergamino y salió fuera del restaurante de fideos, antes de que incluso pudiera parpadear, algo o alguien lo derribo, como si de una bala de cañón se tratase . Como pudo se sentó sobando su cabeza. A unos metros de ahí, una chica hacia exactamente lo mismo.
- Le pido una disculpa señor.
- ¿Señor? Oh, no pasa nada.
Menciono el chico ruborizado al ver a detalle aquella chica desconocida para él , se le hacía bastante conocida, en algún lugar la había visto pero no recordaba donde. Se paro rápidamente para ayudarle a levantarse pero aquella chica era demasiado huraña a pesar de que fue ella quien lo arrolló.
- Gracias pero puedo levantarme sola.
- Esta bien, al menos déjame ayudarte con tus cosas.
Aquello la alarmo de inmediato, observo las cosas regadas en el piso y pudo localizar las compresas de algodón y gasa por lo que se apresuró a guardar eso primero y casi casi arrebatar sus objetos personales de las manos de aquel chico.
- No es necesario, gracias pero debo irme.
Se apresuro a guardar todo incluyendo los más importante el pergamino con los nombres de los estudiantes. En cuanto todo estuvo listo salió corriendo de ahí con la cara completamente roja de la vergüenza, corrió y corrió hasta que ya no visualizo las casas del valle. Todo a su alrededor eran árboles y maleza.
- Bien, veamos según el mapa la academia Lee Da debe estar... por... aquí.
La Academia Lee Da estaba a una horas de viaje en algún transporte, por lo que al ir caminando le llevaría casi un día entero, lo cual no era una opción. Todo la bolsita con dinero, debía hacerlo rendir lo más posible. El ferrocarril podría ser una buena opción pero era bastante caro, así que opto por buscar a alguien con carreta que pudiera acercarla lo más posible, por fortuna y a cambio de ayudarle a cargar la carreta con bananos, el dueño acepto llevarla hasta allá. El hombre iba acompañado de su esposa e hijos, cerca de ahí comerciaban para conseguir productos que no se podían sembrar ahí, hacían estos viajes cada semana aproximadamente.
Conforme avanzaban el bosque iba quedando atrás, el camino de tierra paso a ser de piedra hasta llegar hacer de pavimento, las casas de madera pasaron hacer de piedra, de ser grandes y espaciosas a ser mucho más pequeñas y en pequeños edificios, las carretas con animales parecían comenzar a estorbar, en su lugar las calles eran inundadas con automóviles. Incluso la electricidad era señal de que la ciudad era un mundo nuevo, distinto y emocionante.
- Señorita aquí es.
El hombre detuvo la carreta en un portón enorme de madera, sobre este el letrero "Academia Lee Di" sobresaltaba a la vista. Hace unos años había venido un par de veces a ese lugar, pero todo era muy diferente y provincial.
- Muchas Gracias, acepte esto por favor.
Extendió un par de monedas al hombre como agradecimiento, el cual solo miro a su esposa como si buscara su permiso para aceptar el dinero.
- Entonces por favor, lleve una penca de bananos. Eso es demasiado dinero, además usted ayudo a mi esposo e hijos a llenar la carreta.
- De acuerdo. Que tengan un buen viaje.
La familia se reincorporo al tráfico de automóviles hasta perderse entre ellos. Se apresuro a tocar el portón con la fuerza suficiente para ser escuchada y no destruir la madera vieja. Unos segundos después un hombre se asomó para ver quien era. Como la mayoría de los hombres que se encontraban ahí, solo eran musculosos sin técnica queriendo verse rudos, pero eran unos inútiles.
- ¿Qué quieres niñita? Este no es lugar para mujeres, ve con tu mami y ayúdale en la casa.
Aquél comentario le molesto pero debía controlarse o seria acusada por el maestro encargado de la academia con el Maestro Shifu y eso no era lo que ella quería. Podría castigarla prohibiéndole participar en el tornero, perdiendo su oportunidad para ser maestra.
- Vengo del Palacio de Jade, en representación del Maestro Shifu.
- Ah eres su estudiante, la niña que lo acompaña cuando el viene. Entra.
Fue guiada hasta la explanada principal donde los maestros veían a sus estudiantes practicar.
- Maestro Yaoh, le muestro mis respetos.
- ¿Quién eres y que haces aquí?
- Soy la estudiante del Maestro Shifu del Palacio de Jade, vine en representación de mi maestro.
- Ah si, eres la niñita que siempre viene con él, te ves diferente. Dicen que eres como un tigre en combate cuerpo a cuerpo, feroz y fuerte. El Maestro Rhino encontró a alguien parecido ti. Da un paso enfrente Mei Ling.
Todos los estudiantes se detuvieron y entre ellos en la primera fila, se acercó con un paso una chica quizás de su misma edad, por unos segundos sus miradas se cruzaron. Pensó en sus instinto pero al verla no sintió nada más que indiferencia.
- Ella no es.
- ¿Qué dices?
- Decía que he venido en busca de alguien quien deberá acompañarme al Palacio de Jade.
- Así que Shifu ha considerado la lista de estudiantes que le envié, bien, te escuchamos ¿A quién necesitan?
Tomo el pergamino ente sus manos y lo primero que leyó le causo la confusión más grande que ha tenido en su vida. Y más aún cuando aquella letra no era del Maestro Shifu ni del Maestro Oogway.
- ¿Y bien?
- Este… Estoy buscando al ¿Conserje…?
La risa del Maestro Yaoh resonó por todo el lugar. Aproveché para releer todo el pergamino. "Conserje, Comediante, Bailarín, Médico y Emperador" ¿Qué significaba esto? Este no era el pergamino.
- Con qué el conserje, bien, vamos con el conserje.
Me guiaron a un lugar apartado donde provenían ruidos, al entrar a una de las salas de entrenamiento pude ver al chico más delgado que he visto en mi vida, limpiaba el lugar de una forma sorprendente, tenía una gran habilidad para saltar y moverse en el aire.
- Es como un pájaro.
- Es un holgazán soñador. ¡Hey, Grulla! Te buscan.
Cuando el chico se percato de nuestra presencia de inmediato cayó al piso y se cohibió. Se volvió tímido, trataba de esconderse detrás de una escobilla mientras se acercaba a nosotros.
- Dígame Maestro Yaoh.
- Aquí la "señorita" viene a decirte algo.
Al decirme "señorita" con voz sobre exagerada de una imitación de mujer en forma de burla hacia mí no pude evitar girar mi mirada hacia él. No sé exactamente como, pero sé que puedo hacer que de miedo con solo verlos a los ojos. Mi gesto hizo que el Maestro Yaoh palideciera un poco.
- ¿Qué ne… ne… nece… sita de… de… mí?
Aquel chico no podía ni siquiera verme a la cara, en todo momento su mirada parecía ver solo mis pies. Me sentí un poco apenada por él.
- He venido para llevarte conmigo al Palacio de Jade, solo si estás de acuerdo.
La mirada de aquel chico se ilumino y por un instante alzo su mirada pero al toparse con el rostro desafiante del Maestro Rhino volvió a cohibirse. De algún modo le tenia demasiado miedo y era de esperarse, solo él conocía los maltratos que acompañaban sus miserables días en esa academia.
- Gracias… pero… de… bo, debo quedarme… aquí a… limpiar.
- Exacto, verás mi querido amigo Grulla tiene mucho trabajo aquí.
Sospecho que este chico realmente desea venir conmigo y aún más, el desea salir de este lugar. No puedo dejarlo aquí, aún cuando se que esta no es la lista que me dio el Maestro Shifu, además hay algo en mí que me dice que él es el indicado.
- Cuando dije "solo si estás de acuerdo", era únicamente por formalidad, Si estás obligado a venir conmigo y el Maestro Yaoh suponiendo que se negará a eso, no puede hacer nada para evitarlo. Deja eso que estes haciendo y empaca tus cosas, vendrás conmigo.
- Si, Claro, enseguida.
El brillo que anteriormente vi en su cara regreso, a pesar de mi buen juicio que me decía que él no era el estudiante que Shifu necesitaba, mi instinto sabía que sí.
- ¿Hablas enserió? No te lo llevarás a él ¿O sí?
- Duda de la veracidad de mi instrucción, pero le puedo asegurar que es a él a quién necesitamos para a completar mi equipo.
- Como gustes, es todo tuyo.
El Maestro Yaoh salió de la sala de entrenamientos, yo nunca había estado es una, la que tiene el Palacio de Jade continua cerrada, tengo prohibido acercarme a ese lugar. Al estar sola me anime a probar los artefactos la materia simulaban un combate cuerpo a cuerpo, pero de diez contra uno. Me sentía eufórica al moverme por todo el lugar, era como si mis movimientos fueran tan naturales y mis sentidos tuvieran vida propia. Pasados unos minutos salí de ahí un poco agitada, aquel calentamiento me hacía querer seguir entrando, estuve por animarme pero unos aplausos me distrajeron.
- Wow, eso fue impresionante, me da curiosidad saber qué clase de entrenamiento tienes en el Palacio de Jade, este es la sala de entrenamiento de los Maestros, ningún estudiante ha podido permanecer sin un rasguño.
- ¿Eres… Shang?
- Si me recuerdas, tenía miedo de que no recordaras mi cara. ¿Recibiste mis obsequios?
- ¿Qué?
- Oh bueno quizás aún no los recibes, dime ¿Participarás en el Torneo?
- No sé de qué me hablas pero si, participare en el Torneo. Estoy aquí para reunir a mi equipo.
- ¿A quién te llevarás? No creo que te lleves a Grulla.
- ¿Por qué?
- Es un tonto, casi muere el otro día ahí mismo donde estabas. Estábamos haciendo una selección para ver quienes irán al torneo y el idiota se metió ahí sin querer, pero tuvo suerte de principiante y lo cruzo casi tan bien como tú, incluso saco la bandera roja que teníamos que sacar.
- Ya veo, pues si, me lo llevare a él.
- ¿Hablas enserio? Van a salir en el primer encuentro.
- ¿No tienes que ir a entrenar? En lugar de meter tu nariz en asuntos que no te importan.
- Por poco olvido el pésimo carácter que tienes. Solo te advierto que ese tonto te hara perder, pero igual y piernas aún sin él.
Estuve a punto de golpearlo pero aquel chico llegó para interrumpirnos.
- Estoy listo.
- ¿Solo llevarás eso?
- Así es, no puedo ir contigo sin mis herramientas.
Shang se alejó de nosotros burlándose del pobre chico, no soporto que lo trate de esa forma pero ya llegará el momento de demostrarles que se equivocan. Mientras tanto este chico al que llaman Grulla tampoco ayuda mucho que digamos, sus pertenencias era una pequeña mochila con ropa, escobas y jergas, así como otros artículos de limpieza ¿Pero quién soy yo para juzgar sus pertenencias? Es decir, yo me lleve un puñado de arroz del orfanato.
Ambos salimos de la academia, era pasado del medio día así que todavía podía aprovechar la tarde para seguir buscando.
- ¿Cómo te llamas?
- Grulla.
- ¿Ese es tu nombre o tu apodo?
- No tengo nombre como tal y ellos me llaman así, entonces soy Grulla.
- De acuerdo, Grulla. Ahora veamos quién sigue….
- ¡Hola!
Otro chico un poco mayor se acerco a nosotros, se veía bastante andrajoso, pero no parecía ser peligroso, de cualquier forma me puse a la defensiva.
- Tranquilos, yo te vi entrar acá hace rato y vi que guardaste unos bananos ¿Me darías uno? Por favor, no he comido en días.
- ¿No eres el comediante Mono?
- ¿Yo? No amigo me confundes con alguien más.
- No, estoy seguro de que eres tú.
Un comediante, él es comediante.
- Grulla ¿Lo conoces?
- Es un estafador bromista, todos los maestros trataron de atraparlo y entregarlo a las autoridades pertinentes pero nadie pudo, bueno solo el Maestro Oogway pero le dio clemencia y lo dejó ir.
- ¿El Maestro Oogway? Tú, comediante ¿Conociste al Maestro Oogway?
- Bueno si, lo conocí hace unas semanas atrás, el me guio por el buen camino.
- Entonces debes venir conmigo.
Ambos chicos se sorprendieron ante mi comentario, lo importante es que yo no estaba equivocada del todo.
- ¿El Maestro Oogway te envío por mí?
- ¿Cómo dices?
- El Maestro Oogway me dijo antes de irse que una persona me vendría a buscar y me llevaría al Palacio de Jade.
Si lo que este chico decía era cierto, entonces la lista de los estudiantes que tengo es totalmente correcta. Ellos son los que estoy buscando.
- Excelente, entonces debes acompañarnos.
- Oh vaya esto es grandioso, el reconoció mi talento, me presentare en el Palacio de Jade.
- Ambos lo harán, ten come.
Le extendí la penca de bananos que casi devoró en un instante. Grulla no parecía muy convencido de mi decisión pero más tarde se los explicaría cuando estuviéramos todos juntos. Volví a ver el pergamino, seguía el bailarín.
- ¿Conocen a un bailarín?
- Oh, oh, oh, yo conozco varios, Amm… justo ahí.
- Teatro Guanghe. ¿Saben llegar ahí?
- Sí, vamos.
Los tres estuvimos caminando por un buen rato entre las calles de la ciudad hasta que llegamos aquel Teatro, para mi mala suerte estaba cerrado hasta nuevo aviso, debido a que la compañía teatral se encontraba en descanso. Como se hacía de noche comencé a preocuparme por un lugar para dormir. Sabía que podía regresar a la Academia pero eso sería bastante incomodo y no quiero que perciban que pueda necesitarlos.
- ¿Mono cierto?
- Así es.
- ¿Nos dejarías pasar la noche en tu casa?
- Estaría encantado de hacerlo pero… vivo en la calle. Pero se de un lugar donde podemos pasar la noche a un precio muy bajo.
Seguimos caminando con los últimos rayos de luz del sol. No me daba nada de confianza al lugar donde nos llevaba, los callejones eran oscuros y la gente más bien parecían bandidos buscando a quién asustar. Y el primero en ponerse nervioso fue Grulla, opte por colocarle un sombrero de paja que traía entre sus cosas, ocultándole la cara para que al menos no lo vean aterrado de estar ahí.
Llegamos a una vecindad apartada, la puerta era color rojo. Nunca había visto algo así, entramos como si ahí viviéramos de toda la vida, Mono se apresuró a ir con unas mujeres que se encontraban en una esquina del lugar. A lo lejos escuche algo de música alegre y extraña para ser de China.
- Oye, listo tenemos una habitación, solo debes de pagar 6 monedas.
- ¿Seis? De acuerdo voy.
La verdad se me hacía algo caro pagar seis monedas por una habitación pero considerando que dormiríamos 3 personas se me hacía justo.
- Hola, tenga seis monedas.
- No te había visto por aquí antes.
Una de las mujeres bastante mayor y ridículamente vestida como una chiquilla, me cuestiono y me analizó con la mirada.
- Es la primera vez que los traigo mi señora.
- Con que es así, si no fuera por qué eres cliente frecuente no confiaría en ti. Bien chica, ¿Qué clase de mujeres prefieres?
- ¿Cómo dice?
- Si la mujer ¿Con curvas? ¿Cantantes? ¿Bailarinas? ¿Edad?
- ¿Bailarinas?
- Si, justo no hace mucho llegó una chica de más o menos de tu edad. Pero eso te costará tres monedas más y tienes que esperar a que termine su número.
No sabía si aceptar eso, por un momento no tenía claro de lo que estaba yo haciendo. Pero nuevamente mi instinto me decía que debía conocer a esa chica.
- Si está bien. Aquí tiene.
- Puerta 14, la chica está allá, si quieren pueden ir a verla en lo que termina de bailar y deben desocupar el cuarto mañana más tardar a las 8.
Los tres fuimos al lugar donde se escuchaba la música, conforme nos acercábamos los tambores parecían sentirse en nuestro pecho. Sobre un escenario improvisado de madera estaba una chica de cabello largo, negro y ondulado. Su ropa no parecía ser de aquí, era como una especie de falda y una tela que le cubría enfrente pero que al mismo tiempo por la espalda hacia una especie de velo en su cabeza.
Honestamente nunca antes había visto algo tan lindo, ella era muy bella, su baile era único, algunos hombres trataban de interrumpir la, pero de algún modo podía golpearlos sin que se notara mucho, era como si sus movimientos coincidieran cuando aquellos hombres intentaban acercarse. No sabría cómo explicarlo pero ahí en su forma de bailar se escondía el espirito del Kung fu.
La hipnosis que me provocaba se fue interrumpida por el sonido de un golpe, Mono había despostillado parte de una viga de madera con un golpe. Claramente se veía molesto al igual que Grulla.
- ¿Cómo pueden tener a una chica tan joven aquí?
- Te sorprenderías, te aseguro que hay mucho más jóvenes que ella, pero al ser ilegal no estarán a la vista de todos.
- ¿Cómo lo sabes? No, olvídalo. Lo más seguro es que eres consumidor de todo esto. Que asco.
- Oye amigo, los traje aquí por qué una de las mujeres que vive aquí me crío, viví gran parte de mi infancia aquí y por eso que sé que todas las mujeres que trabajan aquí están desde que son niñas o adolescentes y todas están en contra de su voluntad.
- Lo lamento.
Me sentí un poco tonta al no entender exactamente a lo que se referían en su conversación, pero creo que puedo suponer que tiene que ver con todos esos hombres que tratan de tocarla y darle dinero. Unos minutos después aquella chica termino de bailar y fue sustituida por otra mujer un poco más grade que ella. Al irse fue custodiada hasta nosotros por dos hombres quienes nos acompañaron hasta la habitación 14. Había un intento de cama hecho con costales de papas, una mesa y una enorme alfombra bastante sucia.
Aquella chica encendió una lampara que iluminaba un poco el lugar. Nadie decía palabra alguna, solo observamos cada uno de sus movimientos, como si en cualquier momento nos sorprendería con algo inesperado.
- ¿Qué hacen tres niños en este lugar? ¿Quieren vivir su primera experiencia los tres juntos?
- No, solo buscamos un lugar barato donde dormir.
- Si lo imagine. Bueno, en ese caso ustedes dos dormirán abajo en la alfombra y tu chica, puedes dormir en la cama conmigo.
- Oye… tu eres bailarina ¿No?
- Bueno cariño, lo que hice hace rato fue bailar así que sí, soy bailarina.
- Entonces debes venir conmigo al Palacio de Jade.
Lo poco que podía ver de su cara con la poca luz que emanaba la lampara solo reflejaba confusión y asombro.
- ¿Alguien te envió por mí?
- Bueno sí ¿Conoces a alguien del Palacio de Jade?
- Conozco al Maestro Oogway ¿Él te envió por mí?
- Algo así… debes venir con nosotros. Nos iremos mañana temprano.
- ¡No! ¿Estas loca? No me dejaran irme con ustedes y posiblemente a ti tampoco. Debemos huir ahora.
Aquella chica apago la luz y se apresuró abrir una rendija de la puerta.
- Oye ¿Estás segura de que la buscas a ella?
- Si ¿Por?
- Mira a lo que se dedica, el lugar donde estamos ¿No crees que es una señal de que no debemos llevarla?
- Grulla tranquilo, sé que es ella. Tenemos que averiguar cómo salir de aquí.
La chica se apresuró a levantar una parte de la alfombre, de ahí saco un poco de dinero y dos broches para el cabello en forma de flor, los cuales colocó en su cabeza, uno en cada lado.
- Hay un par de guardias a fuera en el pasillo, en unos minutos iran por licor. Ahí aprovecharemos para salir, tendremos que subir por la vigas de madera al techo. De ahí tendremos que movernos por los tejados de las casa vecinas. No hagan ruido.
- ¿Y si no funciona?
- Podemos pelar… ¿Saben pelear?
- ¡Si!
Los tres afirmamos al mismo tiempo. Nos preparamos para salir, para ello los cuatros nos quitamos los zapatos y los guardamos en mi mochila, de ese modo no haríamos tanto ruido en los tejados. Esperamos un poco más de lo previsto, puesto que los guardias no se iban. El sueño comenzaba a pesarme un poco, estaba muy acostumbrada a dormirme a la misma hora siempre y para este momento ya sentía como mis ojos lagrimeaban de sueño.
- Shh… listo. Se han ido, vámonos.
Los tres salimos con pasos rápidos pero silenciosos. A lo lejos se podía escuchar la música y otros ruidos extraños provenientes de las otras habitaciones. Nos dirigimos a las vigas y comenzamos a subir hasta que la chica se detuvo y regreso. Deje que los chicos subieran y me regrese a buscarla. Estaba junto a una habitación diferente. Como alguien se acercaba ambas ingresamos a un almacén.
- ¿Qué estás haciendo? Debemos irnos.
- Espera, hay una amiga que no puedo dejar. Ella duerme en la habitación de al lado.
Dude mucho en si era prudente sacar a la otra chica, pero si no lo hacía quizás ella se quedaría fallaría en llevarla conmigo.
- Esta bien pero debemos ser rápidas.
Las dos esperamos nuevamente a que los guardias se alejaran lo suficiente para no ser descubiertas. Cuando todo estuvo despejado nos cambiamos a la habitación de al lado. Sobre la cama estaba alguien durmiendo. Me quede vigilando la puerta en lo que la despertaba y se alistaban para irse.
- Yin, despierta, soy yo.
- ¿Qué haces?
- Vamos a escapar hoy, ven conmigo.
- ¿Perdiste la cabeza? Nos mataran si nos descubren o peor aún nos van a transferir.
- ¿Quieres seguir aquí? Tengo unos amigos que nos ayudarán a escapar. Nos llevarán al Palacio de Jade.
- ¿Sigues con eso? Nadie vendrá por ti, ese anciano solo te engaño.
- No es así, mira, ella es… bueno no se cuál es su nombre pero vino por mí.
La otra chica me miro con lo poco que se podría ver su cara con la luz de la luna pude interpretar que de algún modo le confirmara lo que sucedía. Solo pude asentir con mi cabeza, aún sin sentirme segura de lo que esta haciendo. Ambas chicas se apresuraron y salimos las tres hacia afuera.
- ¿A dónde van ustedes tres?
Maldición, nos habían atrapado. Los guardias y otros hombres rápidamente llegaron al lugar, mi primer instinto fue a colocar a ambas chicas detrás de mí.
- ¿Quién eres bonita? Esas dos señoritas son nuestra propiedad, no te las puedes llevar.
- Mas te vale que no te metas en asuntos que no te corresponden.
- ¿O qué?
- Oh verás estrellas.
Lance mis ataques derribando a los seis hombres que nos tenían acorraladas.
- Suban, ¡Rápido!
La chica extraña intento subir por la viga de madera pero esta se rompió a la mitad cuando un impacto de balo salió por detrás de mí, eso hizo que la chica saliera huyendo de ahí por los pasillos del lugar.
- ¡Espera no te vayas!
- ¡No! ¡Deja la ir!
Detuve a la bailarina para evitar que saliera detrás de su amiga. En ese momento un trozo de madera estalló en pedazos frente a mí. Mono lo había lanzado para cubrirnos de otro impacto de bala. Mientras tanto Grulla extendió su mano hacia nosotras para subirnos. Sin pensarlo tome a la bailarina de su cintura y tome la mano de Grulla. Cuando subimos Mono desvió los disparos con una vara de bambú que claramente quedó destrozada con los impactos.
- Debemos irnos ahora. Saltemos por los tejados.
Di la orden mientras casi casi tenía que seguir cargando a esta chica. Había comenzado a llorar pidiendo que regresáramos por su amiga o que simplemente que la dejáramos ahí porque ella no sería capaz de abandonar la. Lo único que podíamos hacer era seguir corriendo y saltando entre los tejados de las casas mientras aquellos hombres nos seguían en sus automóviles y en algunas ocasiones nos disparaban. Por mi mente paso en ir a la academia y buscar ayuda pero el escuchar el ferrocarril cerca me dio una idea.
- Debemos llegar a ese ferrocarril.
- No creo que nos dé tiempo comprar un boleto.
- No Grulla, saltaremos hacia los vagones, así los perderemos.
Hace años el Maestro Shifu me había enseñado a correr "correctamente", pero al ver a Mono y Grulla moverse y saltar entre los tejados, me estaba dando cuenta que eso no me serbia para nada. Comencé a correr conforme a mi instinto y pude rebasarlos sin problemas aun cuando llevaba casi cargando a la bailarina.
Mono con ayuda de una antena logró impulsarse desde donde estaba hacia los vagones aunque casi se cae, lo cal pudo ser fatal. De un gran salto Grulla lo siguió cayendo un poco más firme, sin pensarlo tome a la chica en ambos brazos y la lance hacia ellos, cayó sobre Grulla sana y salva. Para este punto aquellos hombres ya se encontraban en la calle que estaba entre el ferrocarril y las ultimas casas donde yo me encontraba corriendo.
La adrenalina no me dejaba recordar las lecciones de Shifu para saltar grandes distancias.
- ¡No lo pienses! Solo salta.
Mono me hacía señales mientras corría al último vagón que se alejaba de nosotros. Solo pude cerrar los ojos y como si fuera un gato me impulse para saltar. Extraño pero me sentí con letargia, como si el mundo quedará en pausa, volví abrir los ojos a tiempo para esquivar unas balas con un giro. Mono se preparaba para extender su mano y tratar de jalarme por si no alcanzaba a caer sobre el vagón, pero aquel giró que hice me dio impulso para caer de pie justo detrás de él, eso hizo que el perdiera el equilibrio y por poco cayera hacía las vías. Lo jale del brazo para evitarlo y vimos juntos como algunos automóviles se detenían conforme nos alejábamos pero otros aún nos seguían, de cualquier forma, la velocidad del ferrocarril era mayor a la de esos automóviles por lo que en cualquier momento los perderíamos.
Fuimos con Grulla y la chica, la cual era abrazada por él. Me sentí un poco mal por no poder ayudar a su amiga a escapar, pero no podía hacer más en ese momento.
- ¿Cómo te llamas?
- Mejor dime ¿Quién demonios son ustedes?
- Él es Mono, él Grulla y yo… Tigresa.
Aquello que dije le provocó una risa burlona. Lejos de molestarme me causo un poco de vergüenza, siendo honesta, no sé porque dije eso.
- No tengo nombre. Todos pueden llamarme como mejor les parezca. Pero siempre han apodado Víbora.
- ¿Puedo preguntar por qué?
- ¿Ustedes me dirán por qué se llaman como animales?
Estaba por hablar cuando Mono tomo la iniciativa mientras abría mi mochila para sacar sus zapatos rotos.
- Bueno lo mío no es nada del otro mundo, mi cara me hace ver como un mono y desde que soy niño la gente me ha tratado como su payaso. Trate de vengarme robándoles en la cara y burlándome de ellos pero no fue hasta que el Maestro Oogway me guío por un camino mejor. Pero al igual que tú no tengo nombre y Mono me gusta.
- Yo soy Grulla por mis patas largas, esta enorme nariz y mi cuerpo que es demasiado delgado. Llegue a la academia Lee Da cuando era un niño, soy huérfano. Cuando el orfanato ya no pudo hacerse cargo de mí ahí fui entregado y trabaje como conserje para ganarme mi techo y mi comida. Todos los de ahí me pusieron grulla por mi aspecto.
Nos quedamos en un largo silencio, cuando se tornó incomodo todos me voltearon a ver, esperando a que contará mi historia.
- Soy Tigresa porque ese es mi estilo de pelea. Es todo.
Los tres chicos se extrañaron al escucharme, pero yo no los conocía y no me sentía cómoda dándoles información personal. La chica se separó del abrazo de Grulla para sacar parte del velo de su cabeza que atravesaba su pecho y abdomen, sobre este estaba el tatuaje de una víbora.
- Mi familia me vendió cuando vieron que su primogénito era una niña. Desde ahí he sido vendida y casada tantas veces que no podría darles un número exacto, la última fue en la India donde me hicieron el tatuaje, como si fuera una vaca me marcaron como parte de ganado, como parte de su propiedad. Tampoco tuve nombre, en todos lados me lo cambiaron y Víbora se ha sido mucho más constante. Entonces soy Víbora.
Víbora volvió a cubrirse, su ropa debía ser de la India puesto que yo nunca he visto nada parecido en China. El silencio regreso pero este ya no era incomodo. Mono aprovecho para repartirnos los zapatos y a mí el pergamino. Por poco lo olvidaba. Lo abrí para leerlo pero de alguna forma se había mojado o algo parecido por que la tinta de la última palabra se veía borrosa.
"Conserje", "Comediante", "Bailarín", "Médico"… y este último que no puedo descifrar que dice y que no recuerdo que decía. El recuerdo de mi antes de caer por las escaleras me hizo darme cuenta de que el Médico ya se encontraba en el Palacio y de hecho fue el Maestro Oogway quien lo recibió. Uno, dos, tres, cuatro… y conmigo somos cinco. No falta nadie para a completar el equipo para el torneo.
- ¿Qué sucede? ¿Te falta alguien?
- Parece que no, está el conserje, comediante, bailarín… el médico se encuentra en el Palacio de Jade, solo queda…
- A ver déjame ver, Amm… yo leo Emperador ¿Tu qué dices Mono?
- Emm… si parece que si Grulla, dice Emperador.
¿Emperador? ¿Yo?
