Capítulo 43
El cielo del mediodía se encontraba encapotado, amenazando con una tormenta de verano que parecía tener su epicentro allí, en la ciudad de Houston.
Sally escuchó de nuevo su móvil sonar mientras conducía hacia la cárcel, y no se molestó en volver a sacarlo del bolso para mirar la pantalla; sabía que era Marty de nuevo intentando localizarla, como había intentado aquella mañana.
Aquel domingo iban a quedar en la oficina del expolicía, quien tenía nuevas iniciativas para seguir la investigación, pero ella había declinado la oferta al poner de excusa el trabajo. Ciertamente la camarera tenía turno de noche, pero su excesivo silencio desde el regreso de Shreveport el martes, y los pretextos para no quedar en otros momentos con los dos hombres, hacían evidente que algo ocurría.
Totalmente consciente de que no podía engañar a Marty, y que aquello iba a parecerle mal, Sally había optado por aislarse hasta pasar aquel mal trago, pero totalmente necesario. No había marcha atrás.
El antiguo vehículo estacionó en el parking de la prisión, haciendo que la mujer se tomara unos segundos antes de prepararse para salir, intentando no pensar en lo que iba a suceder. Después de un último suspiro, la morena salió rauda del coche, directa a la entrada de visitantes.
Tras un largo rato después del papeleo y registros, al fin el funcionariado del edificio dejó a los visitantes entrar en una amplia sala con mesas y sillas metálicas, quedándose varios de ellos en los extremos del lugar. Poco tiempo después, los presos empezaron a entrar en el lugar.
La mujer estaba nerviosa, de pie frente a una de las mesas de una esquina, con la vista clavada en la puerta esperando ver aparecer a Jackson. No tenía ni idea de cómo iba a reaccionar al verla. Quizás no quisiera hablar, negándose a ayudar tras lo sucedido, y eso era algo que no podía permitirse.
De pronto la mente de la chica dejó de trabajar al contemplar al hombre acceder con el ceño fruncido. Quizás no debía recibir muchas visitas, pero era claro que no esperaba aquella en cuanto la expresión de su rostro cambió; no obstante, se aproximó con paso decidido hasta la camarera.
-¿Qué haces tú aquí? ¿Dónde has dejado a tu novio el cincuentón borracho? -Preguntó de forma fría, clavando sus ojos en los de ella. La proximidad hizo que Pinkman contemplara que estaba algo desmejorado desde la última vez que lo había visto, y llevaba el pelo más largo.
-Necesito hablar contigo sobre alguien del pasado. Siéntate y escúchame, por favor, Jackson.
-Estoy aquí por tu culpa, Sally. -Reprochó con un deje de rabia, tratando de no alzar la voz.
-Oye, te dije que no iba contra ti, pero te volviste paranoico y trataste hasta de matarnos. Aun así, si eres sincero ahora conmigo, declararé lo que haga falta para ayudarte en el juicio. No quiero joderte, Jackson, sólo quiero encontrar al asesino de Jessica, al de esa chica con la que estuviste, y de tantas otras… Puede que ellas te den igual y ni siquiera las llegases a querer, pero al menos hazlo por ti mismo y deja que todos ganemos.
Ambos se mantuvieron la mirada unos instantes, hasta que Sally se sentó despacio, sin quitarle ojo al meditabundo hombre. Finalmente, Jackson se sentó frente a ella tras un suspiro, y reclinándose en el asiento habló de forma cansada.
-¿De quién quieres hablar?
Sally sacó de su bolso la fotografía de hacía años, y pasándosela habló.
-El tío de la izquierda, el que está a tu lado. Era amigo tuyo, y no vivía en Shreveport. La policía tiene un retrato robot después de tanto tiempo gracias a las últimas investigaciones. Él es el asesino, el de todas, incluida mi hermana. Necesito que me cuentes todo lo que sepas de él para que al final lo pillen.
El silencio se hizo denso al instante, y la camarera lo utilizó para escudriñar el rostro del hombre. Se sorprendió de encontrar en él aprensión por unos instantes, hasta que arrugó el ceño y empezó a hablar.
-Su nombre es Jeff; creo que se apellidaba Carson o algo similar. Era de Eastwood, vivía allí con su abuela paterna o algo así porque sus padres estaban muertos, apenas los había conocido. Era unos años mayor que nosotros. En realidad no era amigo mío, lo era de Billy, ¿te acuerdas de él?
-¿El que vendía nuestra meta y conseguía los químicos?
-El mismo. Ya en esa época hacían cosas jodidas, y no hablo de droga. Billy me contó historias de Jeff, de cuando salían juntos por ahí de fiesta. Se pasaban con las tías, pero Jeff siempre quería ir más allá, como si estuviera obsesionado. Las violaba y le gustaba hacerles daño físico. Era un tío raro, y por eso traté de no acercarme a él mucho, pero si venía con Billy no podía hacer nada; ya sabes cómo era él. No sé nada más, Sally.
-Vale, gracias. Seguro que será de ayuda. -Respondió la morena tras tomarse unos segundos en asimilar todo, pasándose la mano por el pelo antes de hablar de nuevo. -Cumpliré mi parte del trato cuando llegue el juicio, y hablaré con el que llamas mi novio cincuentón alcohólico, para que todo te sea más favorable; no creo que puedan librarte de algo de cárcel por tus antecedentes, pero te rebajarán la condena bastante. Tengo que irme; gracias otra vez, Jackson.
En cuanto Sally se levantó, dispuesta a irse rauda del lugar, se detuvo al escuchar que el hombre la nombraba. En cuanto se giró para volver a tener contacto visual, Jackson habló con tono serio.
-A pesar de todo, y aunque no lo creas, la muerte de Jessica me jodió también.
Ella no dijo nada, limitándose a asentir con la misma mueca seria, sintiendo como sus ojos se humedecían peligrosamente, por lo cual optó por salir definitivamente del lugar.
Sally salió del coche tras aparcar cerca de su casa, exhausta tras tantas horas de conducción y pensamientos intrusivos acerca de todo lo que había descubierto. No era capaz de apagar la mente por mucho que lo intentara, abstraída totalmente en sus pensamientos. Tal era así que no se dio cuenta de que alguien aparecía tras ella cuando trataba de abrir la puerta.
-Hola.
-Joder, Rust… -Susurró tras un respingo que la hizo girarse, haciendo que sus llaves cayeran al suelo. -¿Qué haces aquí?
-Es evidente que te pasa algo, y como no ibas a venir hoy y Marty está ocupado hasta la noche, he venido a saber en qué andas ahora. Vamos, Pinkman, suéltalo. Has tardado más de dos horas en llegar a casa, y decías que estarías aquí.
Ella suspiró y lo dejó pasar al interior tras abrir finalmente, hablando cuando cerró tras de sí.
-Vengo de Texas; de Houston. -Susurró, centrando sus ojos en los de él, dejando que descubriera la razón, tal y como sabía que haría.
-Has ido a la cárcel a ver a Jackson… ¿por qué?
-Encontré esto recogiendo la casa de mi madre. Fíjate en el tío de la izquierda, el que está al lado de Jackson.
Rust tomó la fotografía de su mano, contemplando lo que decía. No tardó mucho en darse cuenta de que era el tipo que la policía había recreado. El camarero alzó la vista cuando escuchó la voz de la morena.
-Es el asesino, se llama Jeff Carson, y era amigo de un tipo muy cercano a Jackson, por eso he ido a verle. Me ha contado todo lo que sabía sobre él, y le he ofrecido ayudarlo con nuestras declaraciones en el juicio por lo del bar. Siento haberlo hecho sin decirte nada, Rust, pero necesitamos cualquier cosa para ir tras él.
-Está bien, Sally. Tenemos que ir a la comisaria a hablar con Papania. Esto les hará avanzar de una maldita vez.
-Podemos ir ahora si quieres.
-Sí; vamos en mi camioneta; así me aseguraré de que después no vuelves a hacer escapadas tú sola. A Marty no va a gustarle que vuelvas a las andadas.
-Ya… -Murmuró con una leve sonrisa, perdiéndola en cuanto retomó la palabra, buscando los ojos azules del hombre. -No puedo parar, Rust. Cada vez es peor.
-Lo sé, Sally. Por eso estoy aquí.
-Gracias.
El rubio asintió levemente, contemplando como ella se acercaba hasta romper la corta distancia que los separaba, pasando a abrazarlo lentamente en silencio.
