Todos los personajes que aparecen en este fanfic son propiedad exclusiva de Rumiko Takahashi, pero teniendo en cuenta que no voy a sacar ningún bien económico con esto solo lo hago pura diversión.
El especial de Navidad del Mundo Fanfics Inuyaha y Ranma.
Y
Ranma Fanfics Por Siempre, diciembre sin fin.
Celos y malentendidos.
Al día siguiente en la mañana.
Akane abre sus ojos lentamente solo para llevarse su brazo a la frente y resoplar fuerte.
"¡Uf! Ya es de día, eso significa que tengo que despertar a ése tonto". -se dijo así misma.
Con una mala gana mortal, la chica sale, a duras penas de su cálida y blanda cama para ir al baño.
Ella mira su cara qué reflejaba en el espejo.
"Tengo una cara realmente fea, después de lo que pasó anoche, no he pegado ojo en toda la noche y ahora además tengo que despertar a ese vago, desayunar y empezar a decorar el dojo".
Tras ponérse un simple chándal, salgo del baño resoplando una vez más, supongo que iré así el resto del día.
Camino por el pasillo tan despacio como un caracol hasta llegar frente a la puerta de su habitación.
Deslizo lentamente la puerta y me sorprendo un poco ver su bufón vacío. Y Ranma, ¿dónde está? Más tarde me doy cuenta de que se me ha quedado cara de verdadera tonta cuando me doy cuenta de que llevo demasiado tiempo allí de pie mirando esa cama deshecha.
Bajo al salón y tras dar los buenos días a todos, me doy cuenta de que no está sentado a la mesa.
Sentada en mí lugar de siempre, tomo mí tazón de arroz mientras Kasumi me tiende amablemente una humeante taza de té caliente. La miro... siempre es tan dulce y amable, a veces, me pregunto cómo puede estar siempre tan tranquila, tan plácida... probablemente un don que nuestra madre le transmitió sin duda. Y cuando estoy a punto de terminar mi desayuno, mi hermana Nabiki con mirada inquisitiva observa cada uno de mis movimientos y luego llama la atención de todos con.
"Familia. Si buscan a Ranma, deben saber que se fue temprano esta mañana". -termina la frase con una sonrisa burlona que no creo que cuente toda la historia.
"Yo no le pedí nada, y por lo que a mí respecta puede hacer lo que quiera, ni siquiera me interesa saberlo". -respondi, irritada y fría como el hielo.
"Akane hija, no te enfades de madrugada, habrá tenido sus razones para no decirte nada". -miro a mi padre y juro que si tuviera el don de golpear a la gente con la mirada, ya lo habría reducido a un montón de cenizas.
Sin decir palabra, pongo el tazón sobre la mesa con poca elegancia, oyendo crujir la porcelana, no estoy segura pero quizás lo he roto y de hecho, nada más soltarlo, veo como se desmorona en muchos trocitos... Siento como un calor invade mis mejillas, si pudiera mirarme a la cara sin duda podría competir con un tomate. Como si me hubiera tragado un palo, me levanto y a grandes zancadas me dirijo directamente al dojo.
Pero mira lo que tengo que escuchar.
¡Como si me importara lo que hace! Y luego. ¡mira lo que he hecho! Siempre es culpa de ese idiota... ¡Él es el único culpable!
Abro el almacén y empiezo a recoger las distintas cajas que contienen los adornos navideños, pero todo es inútil aunque intento concentrarme en lo que tengo que hacer, ¡mi mente siempre está en ese idiota!
Qué demonios, ¿cómo se supone que voy a hacer un trabajo decente si no puedo pensar en otra cosa?
¡Basta! ¡Basta ya! Estoy harta, la decoración puede esperar, necesito saber dónde se ha metido ese vago que también debía ayudarme.
Olvidando ponerme el abrigo, salgo a la calle, y la verdad, hace mucho frío, pero no me importa tanto, tengo que, o mejor dicho, quiero saber dónde está, ¡y juro que en cuanto lo vea le doy su merecido! Por idiota.
Camino inquieta por las frías, incluso heladas, calles de la ciudad, hundiendo mis pobres pies en una fina capa de nieve, buscándolo, pero nada.
Estoy helada de frío, tiemblo como una hoja, debo buscar refugio cuanto antes si no quiero correr el riesgo de morir congelada. Mientras observo como mis pobres manos temblorosas adquieren un extraño color rojizo, percibo un aroma atrayente en el aire y alzo la vista para ver el restaurante de Ukyo justo delante de mí, así que decido entrar.
Al abrir la puerta, la veo detrás del mostrador cocinando su okonomiyaki habitual y no quiero decir nada absurdo, pero por la forma en que me mira no parece alegrarse de verme.
"Hola Ukyo". -le digo mientras me acerco al mostrador.
"¿Qué haces aquí?". -ella responde definitivamente molesta.
"¿Me equivoco o te molesta mi presencia?". -le pregunto levantando una ceja.
Cuando está a punto de abrir la boca para responderme, oigo una voz procedente de la parte de atrás.
Una voz masculina para ser exactos.
No quiero equivocarme pero parece ser la de ¡¿Ranma?!
Y ahí está delante de mí con cajas en la mano.
Abro mucho los ojos y él hace lo mismo. Todo a mi alrededor parece haber desaparecido, ya no presto atención a Ukyo, ni a sus clientes sentados en las mesas hablando... mis sentidos están todos centrados sólo en él.
Nos quedamos mirándonos unos segundos sin pronunciar palabra, y cuando veo que deja las cajas para venir hacia mí, salgo corriendo del local.
Corro sin detenerme en ningún momento, ¡qué demonios hacía él allí! ¿La estaba ayudando? ¿Prefería ayudarla a ella a ayudarme a mí? Mil preguntas atormentan mi mente en busca de alguna respuesta.
¡Esta no se la voy a perdonar jamás!
Como pude ser tan tonta, no debí haber ido con Ukyo primer lugar.
¡No quiero volver a ver su presencia! ¡Nunca más! Al llegar a casa, abro la puerta de par en par y encerrándome en el dojo, empiezo a coger los adornos y a colgarlos desordenadamente. Al cabo de un rato.
Me detengo.
Qué estoy haciendo... me pregunto así misma.
Todo es inútil... Miro el desastre que he hecho y me dejo caer lentamente al suelo, llevándome las rodillas al pecho.
¿Qué demonios me pasa? ¿Por qué me siento tan mal? Siempre he dicho que él no me importa... entonces, ¿por qué tengo esta opresión en el pecho?
De repente, el rescate de la puerta me hace dar un respingo, y cuando noto que me mira con cara de preocupación, no puedo evitar sentirme tan terriblemente enfadada que le dirijo una mirada asesina.
"Akane... no es... ¡no es lo que piensas!". -agitando las manos en el aire parece casi asustado.
"No me debes ninguna explicación, no me importa lo que hagas o con quien quieras pasar tu tiempo, pero hazme un favor, ¡a partir de ahora no quiero volver a tener nada que ver contigo!". -lo miro tan mal que de momento lo único que me gustaría hacer es mandarlo al otro lado del mundo.
"Has... has entendido mal, quiero decir... de ése modo". -le veo rascarse y revolverse el pelo nerviosamente como buscando alguna excusa perfecta.
"¡Ranma! ¡Se suponía que hoy ibas a ayudarme con la decoración! Y en vez de eso... preferiste ayudar a tú dulce amiguita". -le digo enojada al notar que levanta la mirada y pone una cara de bastante asqueada mezclado con incredulidad al observar el desastre que hice.
"¡Sí! Tú sólo no puedes hacer más que daño". -susurró mientras se lleva la mano a la nuca, y sin pensarlo demasiado lo saco a patadas del dojo.
"¡Vete con Ukyo, yo puedo sola!". "grito como una auténtica loca sin freno.
Dando un portazo, me quedo sola, mirando a mi alrededor, pensaba que estaba teniendo un día divertido y en cambio se ha convertido en un día horrible.
A estas alturas, ni siquiera me apetece pasar esta Navidad en casa... con él, viéndolo mientras esas tres amiguitas se rozan con él y ése idiota sin un poco de agallas incapaz de ahuyentarlas de él.
¡No quiero volver a ver su fea cara en toda mi vida!
Que elija a una de ellas como novia, yo... ¡no lo quiero más!
Continuará.
¡Feliz lunes a todos!
Claro que sí Arianne Luna la voy a continuar saludos.
