Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es RMacaroni, yo solo traduzco con su permiso.
Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to RMacaroni. I'm only translating with her permission. ¡Ronnie, te adoro!
Capítulo 51
Oficiales. Somos oficiales, Bella y yo.
Su mano se encuentra en la mía mientras caminamos hacia la práctica. Como si el tiempo no hubiera pasado. Como si el último par de años hubiera durado solo un par de minutos. Como si ella nunca se hubiera ido. Como si ella siempre hubiera sido mía.
Mía.
Así como yo he sido suyo.
Entramos al gimnasio, y siento todos las miradas en mí —en nosotros— pero no me importa.
No desperdiciamos más tiempo. Ya no nos escondemos.
Si los dos últimos años se sienten solo como un par de minutos, las últimas veinticuatro horas no lo hacen.
Fue solo ayer que estábamos aquí por el primer entrenamiento de verano, y había decidido que podía al menos permitirme hacer elevaciones con ella. Quién iba a decir, que no sería capaz de detenerme allí, o de siquiera detenerme. Probablemente fue ingenuo de mi parte pensar que estaría bien solo haciendo elevaciones con ella.
Pero ahora, con su mano en la mía, lo quiero todo.
Estamos de vuelta en el gimnasio, para la práctica número dos, y de una manera, para la segunda oportunidad en todo. Juntos.
Nos dirigimos al fondo y comenzamos a prepararnos para el entrenamiento, ignorando los susurros y los suaves comentarios a nuestro alrededor. A Bella parece importarle tan poco como a mí lo que nuestros compañeros piensen porque sus ojos están llenos de emoción cuando encuentran los míos mientras ella recoge su cabello en una coleta.
Mientras mira, me deshago de mi sudadera, lo cual me deja en una camiseta con mangas recortadas. A ella siempre le ha gustado cuando la uso, y por la manera en que sus ojos inmediatamente bajan por mis brazos, parece que aún le sigue gustando.
Sonrío. Dos personas pueden jugar a esto.
Ella sabe que ha sido pillada cuando levanta la mirada hacia mí. Pero no parece importarle. En cambio, sonríe diabólicamente, dándose la vuelta y dejando caer sus pantalones de chándal, revelando lo que hay debajo—en lo que planea entrenar.
Por favor, Dios, no.
No los pequeños shorts negros.
Va a ser un largo día.
~F~
Para el placer de Jasper, haremos acondicionamiento hoy, lo cual requiere de mancuernas y aparatos.
Bella y yo entrenamos juntos, lado a lado, turnándonos y mostrándole al otro lo que nuestros cuerpos pueden hacer ahora, algunas de ellas cosas que no podíamos hacer antes. Me volví más fuerte, por separado, y ahora, juntos, me siento incluso más fuerte que antes.
Las caricias juguetonas y las miradas cómplices continúan. Lo mantengo tan respetuoso como puedo. Ella dijo anoche que no tengo que ir con cuidado a su alrededor, pero me preocupo. Me preocupa que mirarla de cierta manera —a su cuerpo, en particular— pueda detonar algo.
Me va bien, en gran parte, hasta que nos encontramos frente al espejo, haciendo nuestras repeticiones de curl de bíceps, ella con siete kilogramos y yo con veintidós. Cuando ella termina su primera serie, se agacha, justo frente a mí, para colocar sus pesas en el suelo. Camina alrededor, sacudiendo sus brazos un poco, antes de inclinarse frente a mí, de nuevo, para levantar las pesas.
La primera vez que lo hace, finjo mirar al techo. La segunda vez, simplemente me froto los ojos, apartándome, pensando que quizás, ella no lo esté haciendo a propósito, y simplemente es una feliz y agonizante coincidencia.
La tercera vez, bien podría convertirme en un hombre ciego, mi mirada en cualquier otra parte pero.. rogando a los dioses que me den la fuerza para resistir a esta mujer y sobrevivir a la práctica. La cuarta vez que lo hace, maldigo entre dientes, y cuando ella me observa a través del espejo, una sonrisa culpable aparece en su rostro.
Coincidencia, claro.
—Detente —ruego.
—¿Qué? —Ella finge inocencia, dejando las pesas en el estante y volteando hacia mí.
—Ya sabes qué. —Intento respirar por mi nariz lastimada—. Estás torturándome.
Ella se acerca más, lentamente, y entonces sus dedos se deslizan por mis bíceps, mientras mis manos aún sujetan las mancuernas a mis costados.
—¿Esto es una tortura?
—Cuando estamos aquí, sí.
—Esto es tan sexi —susurra, sus dedos rondando por las venas en mis antebrazos, al parecer perdida en el momento.
—Swan… —Mis brazos tiemblan, mientras otras partes de mí también se despiertan.
Cuando Emmett carraspea a nuestro lado, mi mirada se levanta para verlo mirándome con desaprobación a través del espejo.
—Les diría que busquen un cuarto —comienza—. ¡Pero literalmente acabamos de comenzar!
Con una mano en mi hombro, me aparta de Bella.
—Vamos, Swan —añade en broma—. Deja que mi chico trabaje.
—Em… —advierto.
—Solo agradece que soy yo y no Jasper —dice, tomando las pesas de treinta y cinco del estante—. O él te daría estas en cambio. —Se ubica a mi lado, negando con la cabeza, antes de comenzar a contar sus repeticiones.
Bella se ríe suavemente, ubicándose a mi otro lado. Le sonrío a través del espejo y entonces le echo un vistazo al reloj, deseando que el tiempo se acelerara así podíamos estar a solas de nuevo.
~F~
Después del acondicionamiento, todos almorzamos en el salón, y entonces regresamos para la práctica del equipo. Hacemos pasadas gimnásticas, repasamos pirámides, y elevaciones al final. Estamos prácticamente exhaustos cuando Rosalie nos envía a las duchas.
Soy uno de los primeros en salir, con brazos de gelatina y piernas temblorosas, pero ansioso de terminar el día, solo para encontrar a Rosalie aún en el tatami, pidiéndole a todos que se queden en las gradas. Aparentemente, no hemos terminado aún.
Me siento en los escalones e impacientemente espero a que Bella y el resto de los compañeros salen de los baños y se amontonan a mi alrededor. Tengo esa sensación nerviosa en mi pecho de nuevo, como la que tuve anoche después de dejarla en su apartamento—una presión que se intensificaba con cada paso que daba lejos de ella, y solo se suavizó después de reunirnos esta mañana. Soy mucho mejor lidiando con mi ansiedad ahora, en respirar para tranquilizarme. Pero la tensión está allí. Hasta que la veo salir.
Ella es una de las últimas en salir del vestuario, seguida por Vicky y Jessica. Su cabello está casi seco, cayendo por sus hombros. Se encuentra en un sostén deportivo y shorts, porque, por supuesto.
Sus ojos se fijan en los míos mientras camina directamente hacia mí, y exhalo en alivio.
Ella camina alrededor de nuestros compañeros, tratando de encontrar un lugar a mi lado, pero antes que pueda hacerle lugar, se sienta en mi regazo. Me toma por sorpresa por un instante, y entonces envuelvo mis brazos a su alrededor, asegurándola contra mí. Cuando la escucho exhalar en alivio, me doy cuenta que ella ha estado necesitando mi contacto tanto como yo he necesitado el suyo.
Rosalie comienza a hablar, pero no sé realmente lo que dice. No puedo escuchar las palabras. No con Bella sentada sobre mí, su trasero presionado contra mi entrepierna. Cada pequeño movimiento provoca cosas dentro de mí. He intentado distraerme. He contado y memorizado todas las pecas en la espalda y el hombro de Bella.
Todo ha sido en vano.
Cuando Rosalie termina su discurso, y Bella intenta moverse, sujeto sus caderas con ambas manos en advertencia.
—No puedes levantarte aún.
—¿Por qué? —pregunta con un tono juguetón.
—Sabes por qué. —Dejo caer mi frente en la parte trasera de su cuello, tratando inútilmente de respirar mientras nuestros compañeros se dispersan a nuestro alrededor—. ¿Puedes sentirlo?
Ella gira su cabeza para mirarme, sus ojos nublados, el deseo evidente en su rostro.
—¿Puedes sentirme tú? —pregunta suavemente, y entonces se inclina para susurrarme al oído—. Estoy muy húmeda.
Santo.
Cielo.
Carajo.
—Eh… ¿Hola? —La mirada de Rosalie se encuentra en nosotros cuando Bella se aparta de mí, y levanto la mía. No sé por cuánto tiempo ha estado observando, pero sus brazos están cruzados, mientras sus botas repiquetean en el suelo—. Necesito hablar con Bella.
—Mierda —mascullo entre dientes apretados, y Bella me mira apologéticamente.
—Lo siento —susurra Bella, dolorosamente levantándose de mí.
Mis manos sujetan mis rodillas mientras me inclino hacia adelante, con la esperanza de que nadie pueda ver la exhibición inoportuna dentro de mis shorts.
—¿Estás duro? —Emmett, por supuesto—. ¿En la práctica? —grita con un susurro mientras se sienta a mi lado.
—Cállate. —Gruño, volviendo a respirar—. Estoy luchando por mi vida aquí.
Él se ríe… fuerte. Yo incluso sonrío.
Mierda, estoy feliz.
—Si hay alguien aquí que no tiene derecho a juzgarme, eres tú. —Lo observo brevemente, respirando profundamente.
—¿Juzgarte? —Me da unas palmadas en el hombro—. No te estoy juzgando, bebé. Estoy jodidamente feliz por ti.
~F~
Lo que sea que Rose quería discutir con Bella termina rápidamente, así que caminamos tomados de la mano hacia la casa del lago junto con el resto de nuestros compañeros.
—¿Qué quería?
—Solo que tengamos cuidado. —Bella me mira y sonríe antes de continuar—. No sé si ella está más preocupada por mí… o por ti.
—¿Qué le dijiste?
—Que podemos con esto. —Sonríe, dándole un apretón a mis dedos y levantando nuestras manos entre nosotros.
Podemos con esto.
—¿Nadamos en el lago? —Emmett voltea a mirarnos mientras todos se dirigen al agua.
Mis pies se detienen, mi mano aún unida a la de Bella, haciéndola detenerse también. Bella me mira, medio confundida, medio expectante.
—No quiero nadar —le digo mientras le digo que no a Emmett con una mano detrás de ella.
—¿No?
—No. —La jalo hacia mí, aliviado cuando Em sigue caminando lejos de nosotros con el resto del grupo.
—¿Recuerdas la primera vez que nadamos en este lago? —Se acerca más.
Asiento. Lo hago vagamente.
—Intentabas no mirar mi trasero —dice con una risita.
—Pensé que creías que era gay —logro decir, sin estallar en carcajadas.
—No lo sabía. —Se ríe sinceramente, rodeando mi cuello con sus manos—. Y podrías ser gay y aún gustarte los traseros.
Me río sin restricciones también.
—Estaba tratando de no observar tu trasero. —Mis manos se mueven por su espalda, terminando en su trasero.
—Y ahora tus manos se encuentran allí.
—Has estado provocándome todo el día, Swan. —Mis dedos se hunden en ella, sobre la tela de sus shorts—. Hay mucho que puedo soportar.
—¿Sí? —Se humedece los labios, presionando su cuerpo contra el mío—. ¿Qué vas a hacer al respecto?
Cuando me inclino hacia ella, sus ojos se cierran en respuesta. La levanto hacia mí, asegurándola a mi cintura, con sus piernas envueltas a mi alrededor.
—¿Por qué mejor no te lo muestro?
