Nota del autor Si jugaste el juego original quizás ya lo notaste, pero cambié un poco la historia. El motivo, hacer que el encuentro de Poo con el grupo sea más orgánico que en el juego.
Seré honesto, Poo nunca ha sido mi personaje favorito, entre otras cosas porque se integró bastante tarde en la historia. Y me siento un poco inseguro de trabajar con su personaje. Sin embargo, quiero darle un buen desarrollo sin forzar su crecimiento, y quiero que su integración al grupo influya en las acciones y forma de pensar de los otros tres niños. Apesar de todo, le he dado las motivaciones más personales para luchar contra Giygas.


Como un rayo el vigilante salió corriendo del lugar llamando a seguridad.

Sin atorarme en detalles le conté a Jeff cómo habíamos sido atacados por un starman.

«No entiendo ―dijo Paula mientras con horror se acercaba a ver el cadáver―, anteriormente mi escudo había detenido el ataque de un starman, ¿cómo es que ahora lo logró atravesar?».

«Eso es porque el escudo psíquico no es lo suficientemente rápido como para detener un rayo PSI o un trueno PSI ―dijo Yi-si-ki―. Poo, por lo visto las técnicas cuerpo a cuerpo que te enseñé no funcionarán para enfrentarte a estos enemigos. Paula, tienes un poder impresionante, no lo contengas en batalla. Ness, si el enemigo se protege con un escudo psíquico sigue atacando hasta que este se rompa».

«Quien se cree este viejo» pensé.

«Estoy confundido ―expresó Jeff― ¿Quién es este señor y cómo es que se conocen?».

Eso me hizo recordar que con tanta acción no habíamos tenido el tiempo de presentarnos formalmente.

Ambos nos saludaron con una reverencia a la que respondimos de la misma manera. Por cierto, el alumno de Yi-si-ki realmente se llamaba Poo.

«Espera, ¿ese es tu nombre?» pregunté tras una risilla nasal.

«Sí, ¿por?» contestó él en un tono serio.

«No, por nada, solo, se me hizo un poco gracioso».

Lo que dije claramente lo molestó y no se contuvo en expresármelo en su tono de voz. «Poo era el nombre de mi abuelo, así como muchos de mis ancestros».

Antes de que siquiera pudiera disculparme un teléfono empezó a sonar, era el clásico ringtone de NOKIA, así que no podía ser mi teléfono receptor marca Apple Kid. Más bien se trataba del teléfono celular del profesor Fork que sonaba desde el bolsillo derecho de sus pantalones.

No se me ocurrió mejor cosa que agarrarlo.

«Es mejor no tocar nada» dijo Yi-si-ki.

Ignoré la advertencia y respondí el teléfono.

«¿Bueno?».

«Hola Fork, (suspiro), que bueno que al fin contesta, eh, ¿sí eres tú? Tu voz suena algo rara».

Mis amigos me hacían señas para que cortara la conversación. Pero eso solo llamaría más la atención. ¿Cómo decirle a alguien que la persona a la que llamó está muerta y que uno solo contestó por imprudencia?

«Em Sí, soy yo ―dije intentando engruesar mi voz―, es solo que agarré un catarro, cof, cof, ¿Qué sucede?».

«¿Ya terminó la restauración de la tablilla?».

«Mmm, ¿quién desea saber?».

«¿Cómo que quién desea saber? Tu colega, Samuel Spoon, ¿me estas tomando el pelo? Escucha, la revista Fourside Times me está presionando, les mandé una copia de las fotos, pero dicen que no van a publicar nada hasta que se les informe de que se trata la escritura sobre ella».

«Oh, sí, creo que está siendo más difícil de lo que… Espere, ¿dijo fotos?».

«Sí, pero yo solo necesito que te apresures».

«¿Y esas fotos son lo suficientemente claras para saber que decía-dice la tablilla?».

«Pues claro, pero ¿qué no se supone que para eso habías viajado a Summers? ¿Para analizar la tablilla por tu cuenta? Escucha amigo, sabes que te tengo en alta estima, pero tengo la cuerda al cuello, todo el equipo confía en ti, pero si no hay avances dentro del plazo fijado me temo que tendremos que llamar a otro epigrafista».

Un guardia entró a la habitación acompañado del vigilante.

«Te llamo después» dije intentando esconder mi hiperventilación.

Click.

Metí el teléfono del profesor Spoon en mi bolsillo.

El guardia era grande y musculoso, su piel oscura lo hacía parecer el tronco de un árbol, a pesar de que se trataba de un simple guardia de seguridad su tamaño habría hecho al orgulloso capitán Strong mostrar respeto. Por el color de su cabello asumo que en ese entonces estaba entrando en la tercera edad, pero los años no pesaban sobre esa ancha espalda y gruesos brazos que apenas cabían a través de sus mangas. Llevaba un bigote en forma de arco y un uniforme gris. Una tarjeta de identificación puesta sobre uno de sus pectorales llevaba escrito: «Patrice Chêne», así que asumí que ese era su nombre.

Nos quedamos en silencio.

El guardia se acercó al cuerpo, pero no lo tocó. Posteriormente sacó su radio y le dijo a quién estuviera del otro lado que revisara las cámaras y que llamara a la policía para reportar el homicidio.

«¿Estamos en problemas?» preguntó Jeff.

«Nosotros no hicimos nada ―Farfullé con desesperación―, tiene que creernos».

«La calma es tu mejor aliado joven Ness» dijo Yi-si-ki.

«Deje de decirme que hacer» susurré molesto mientras caminaba fuera de la habitación.

Chêne nos llevó a todos a la oficina de seguridad, donde nos esperaba un joven hombre de uniforme muy inquieto ante el informe de homicidio. Este mismo hombre era el opuesto perfecto de Chêne en apariencia, y por lo visto él solo se limitaba a seguir órdenes.

Ambos se pusieron a revisar las cámaras. En la pantalla se ve al Profesor Fork revisando cuidadosamente la tablilla todavía intacta. Entonces, estática. Chêne adelantó la videograbación hasta lograr ver algo más. Mientras tanto en una segunda cámara se observa la sala de exhibición sobre la pirámide. Aquí aparece nuestro grupo, el cual se fue desintegrando poco a poco, comenzando por el señor Yi-si-ki y Poo, siguiéndolos Paula y finalmente yo. Todos yéndonos por el mismo pasillo. Cuando finalmente hubo una vista de la sala donde se encontraba el profesor Fork esto fue lo que se vio: Una habitación que parecía haber sido arrasada por un tornado, dos adultos y tres niños juntos a un cadáver.

Chêne guardó silencio mientras permanecía en dirección hacia las cámaras, aunque con la cabeza agachada, mirando fijamente el escritorio en el que apoyaba firmemente sus manos conectadas a dos gruesos robles que tenía por brazos.

«Oh, ahora van a querer echarnos la culpa, ¿no?» exclamé a la defensiva.

Paula me da un codazo en un costado para hacerme callar.

Chêne siguió mirando un poco más.

«¿Por qué tienes tú ese teléfono?» preguntó confundido el guardia habiendo girado su cabeza sobre uno de sus hombros después de haber presenciado el acto de mi mano tentona.

En menos de un segundo saqué el celular del profesor Fork de mi bolsillo y en mi mano se lo extendí al guardia del bigote en arco mientras mantenía en mi rostro una sonrisa de preocupación.

El hombre lo toma a la vez que me regala un bufido de toro.

«¿Es usted responsable de este niño?» le preguntó Chêne a Yi-si-ki.

El viejo me mira y después de unos segundos responde: «Supongo que tengo que decir que sí».

No, eso no era cierto, pero esta vez decidí reservarme cualquier comentario.

«¿Y no lo corrigió al tocar algo que no era suyo?».

Yi-si-ki suelta una risa mostrando una hilera incompleta de dientes desgastados por la edad. «La mejor corrección es cosechar los frutos de sus propias acciones. Por la mirada en su rostro veo que ahora lo está lamentando».

Me hervía la sangre, pero no podía negar que eso ultimo que dijo era verdad.

Chêne se une a Yi-si-ki a mirarme. «Sí, bueno, veamos que hace ahora cuando la policía encuentre sus huellas en la evidencia».

El guardia tenía razón, era mi fin, una vez más todo el peso de la ley iba caer sobre mi (relativamente) inocente cabeza. Eso era lo que querían los alienígenas, ¿no? Primero quisieron inculparme de iniciar un incendio y ahora de haber cometido un asesinato, lo cual es mucho peor. Es muy probable que el starman ni siquiera haya tocado al profesor Fork cuando lo mató y su propio cuerpo se desintegró una vez derrotado para eliminar cualquier evidencia, por lo que no podía presentar pruebas de mi inocencia, pero yo era inocente, solo era alguien que había estado en el lugar equivocado durante en el momento equivocado, todo por seguir a…

«El viejo, él fue el que nos metió en todo esto» exclamé mientras señalaba con mi dedo al individuo despues de levantándome de mi asiento.

Durante mi reacción Paula me jaló de la camisa para hacerme sentar nuevamente.

Instantáneamente de lo que dije, Poo se levantó de su asiento en defensa de su maestro. «No le hables así, ―dijo―. Él no los metió en nada, ustedes nos siguieron, y si quieres usar la cobardía de echarle la culpa a alguien más puedes empezar con ella, ―señala a Paula―, que fue la primera en seguirnos».

Paula me suelta ante la acusación.

Yi-si-ki expresa un comando que devuelve a Poo a su asiento.

Caminé hacia Poo y me planté a milésimas de sus pies muy furioso. «¡No te metas con mis amigos!» dije agitando el índice delante de él.

Con sorprendente facilidad Chêne me levantó y me devolvió atrás para posteriormente ponerse en medio de los dos. «¡Ya estuvo bueno!» dijo él.

Regresé a mi posición de niño inocente y supliqué: «Fue un error, por favor no nos entregue a la policía».

Nadie te está entregando a la policía.

Me quedo en silencio.

Chêne me empuja lentamente para hacerme sentar, después se para en un ángulo en el que todos lo podamos ver de frente. Entonces nos dice: «Todos ustedes estuvieron en la habitación del accidente (se le hace un nudo en su garganta al pronunciar esta última palabra) durante el tiempo que fallaron las cámaras…».

«No fue nuestra culpa» exclamé.

El guardia Chêne me mira para decirme sin usar una sola palabra: No he terminado.

«Sea lo que hayan visto le servirá a los oficiales si se lo cuentan. De esa manera ellos llegarán al fondo más rápido, ¿creen que puedan ayudarnos en eso?» preguntó con una voz menos firme.

Cada uno afirma a su manera.

«Bien, probablemente la policía quiera hablar únicamente con los adultos en cuestión, pero será mejor que cada uno prepare en silencio qué dirán».

«Espere ―dijo Paula―, el hombre del turbante también estuvo en el incidente, ¿por qué a él no lo trajeron con nosotros?».

Excelente observación.

«Él trabaja en el museo, no puede ir a ningún lado sin que nos enteremos, de hecho, en estos momentos voy a hacerle unas cuantas preguntas» dijo agregando un tono analítico al hacer esta última declaración. Cómo si pudiera leer mis pensamientos, mientras se apoyaba en la perilla de la puerta con su brazo completamente extendido, agregó: «No se sientan cómo en una prisión, si les da hambre pueden decirle a mi compañero que les invite algo de la maquina dispensadora».

«Ah, claro, como si mi sueldo me permitiera comprarme algo a mí mismo» replicó el hombre.

Chêne cerró la puerta.

El guardia, al cual llamaremos Delgado por no recordar su nombre real, se acercó con una sonrisa de emoción a Yi-si-ki. «Usted parece ser maestro de artes marciales» dijo él.

Yi-si-ki se limitó a asentar con la cabeza.

«No quiero alardear, pero practiqué Karate una temporada».

Nadie en la habitación reaccionó ante tal declaración.

Con un poco más de nerviosismo el hombre intentó mantener la conversación. «En una profesión como la mía es importante saber defenderse, ¿no cree?».

«Con que estudiaste artes marciales, ¿no?» dijo Yi-si-ki mientras acariciaba su barba.

Delgado agitó su cabeza de arriba abajo tan rápido como un pájaro carpintero.

«Ya veo, ¿por qué no me haces una demostración de lo que sabes hacer?».

«¿En serio?» exclamó Delgado en un gallo de emoción.

«Sí, pero creo que será mejor que tú y yo vallamos a un espacio menos cerrado para…».

«¡Vamos al pasillo!».

Yi-si-ki se levantó de su asiento y cruzó la entrada de la oficina siguiendo a Delgado, antes de cerrar la puerta nos regaló una ligera sonrisa.

«¿El viejo está intentando escapar?» pregunté indignado.

«¡Mi maestro jamás haría eso! ―protesta Poo― Tu comportamiento es vergonzoso, ¿en tu cultura no te enseñaron a respetar a los mayores?».

«¿Sabes lo que en mi cultura significa Poo?» respondí.

Recibo un golpe detrás de mi nuca.

«Gracias» dice Poo.

«Fue un placer» contesta Paula sin ningún remordimiento por lo que acababa de hacer, de hecho, hasta demostraba cierto orgullo en su actitud mientras acomodaba sus rodillas y manos como una dama. Una dama muy violenta.

Teniéndonos a todos callados Paula prosiguió: «Ahora, en vez de estar buscando culpables entre nosotros ¿por qué no nos centramos el auténtico culpable?».

«El starman» pienso en voz alta.

«Poo, ¿por qué esa tablilla era tan importante?» preguntó Paula.

«Ustedes aún no han respondido mi pregunta ¿cómo es que poseen PSI?» dijo Poo.

«No lo se, ¿herencia? ―dijo Paula en un tono sarcástico―. No es algo que pedimos tener, pero ahora se el por qué los tengo, voy a proteger a mi planeta con ellos porque si no lo hago solo son una maldición para mí y los que me rodean».

Hubo silencio petrificante.

Aun con todos los ojos sobre ella, Paula no apartó la mirada antes que Poo.

«Esa actitud es muy noble» dijo Poo con el suficiente respeto como para esconder sus ojos.

Paula apoya sus codos en sus rodillas y dice: «Hagamos esto, tú nos dices lo que sabes y nosotros hacemos lo mismo».

Poo suelta un suspiro, entonces comienza a hablar: «Hace una luna un invasor semejante al que enfrentamos hoy apareció en nuestras tierras, estaba buscando algo. A pesar que le pedimos pacíficamente que revelara sus intenciones este se mostró hostil. Nuestro pueblo es pacifico debido a que hace siglos no entrabamos en guerra, por lo que nuestro único luchador era el rey de Dalam. Él se enfrentó al invasor, pero fue vencido. Dalam lloró su perdida una semana. No conforme con quitarnos a nuestro monarca el invasor se llevó como botín reliquias que habían pertenecido a la familia real durante generaciones. Investigamos qué podría significar ese ataque y descubrimos que nos enfrentábamos a una antigua fuerza enemiga, proveniente de un lugar fuera de este mundo. Como heredero a la corona es mi deber tomar el papel del defensor de mi pueblo y enfrentar a ese mal».

«¿Corona?» pregunté yo.

Poo asiente.

«¿Entonces eres u-un príncipe?» dijo Paula.

«Príncipe de Dalam» contestó, como si la revelación que acabara de hacer fuera lo más casual del mundo.

¿Y como debíamos reaccionar al descubrir esta información? Jeff no lo pensó mucho y flexiono todo su torso en reverencia mientras pronunciaba un veloz susurro: Alteza.

Poo prosiguió: «Los antiguos scarabies parecen haberse enfrentado a este enemigo, por lo que lo conocen mejor que nosotros mismos».

«Entonces Giygas es más antiguo de lo que imaginábamos» dije yo.

«Sí, y aparentemente está intentando borrar cualquier registro sobre él» mencionó Paula.

«¿Así que ustedes lo conocen? ¿Que saben sobre él?» cuestionó Poo con expectación.

«Que es un extraterrestre muy poderoso» respondí.

«Y tiene el poder de influir en la mente de las personas con malos pensamientos» continuó Paula.

«¿Qué hay de su ejército? ¿Es grande?».

Paula y yo nos encogimos de hombros mientras meneaba cada uno su cabeza.

«Sin la información de la tablilla no hay mucho que podamos hacer» dijo Poo.

A pesar de los rostros decaídos de todos en esa habitación, sabía que no todo estaba perdido.

Se escuchaban sirenas a lo lejos.

Di un suspiro y comencé a hablar: «Cuando contesté el teléfono del profesor Fork un tal profesor Spoon me dijo que tenía fotografías de la tablilla, pero por lo que entendí él está en Fourside».

Al oír esto los ojos de los tres se iluminaron. Paula incluso dio un aplauso mudo mientras sonreía de alivio.

«Entonces tenemos que ir a Fourside» dijo ella mirando a Poo.

«¿Tenemos?» dijimos Poo y yo al unísono.

«Sí, tenemos, ―reafirmó Paula―, si estamos luchando contra el mismo enemigo lo mejor es permanecer unidos. Además ―. Paula me mira regalándome una sonrisa.― el último puesto de elegido todavía está disponible.

Como si mi mente hubiera desbloqueado algo que mi orgullo había mantenido encadenado vino a mi memoria lo que Tala Ramah había dicho en el desierto.

«Poo es el cuarto elegido» declaré.

Me levanté por última vez de mi asiento, me paré frente a Poo y adopté mi pose más seria antes de hablar. «Somos los únicos capaces de derrotar a esta fuerza maligna, ¿Estas con nosotros?». Extendí una de mis manos.

Poo se levanta, me devuelve una mirada seria, y quizá era solo mi imaginación, pero al momento de estrecharnos las manos sentí un ligero choque eléctrico que erizó los bellos de mi mano.

«Y así el equipo que enfrentará a la oscuridad está completo» dijo Yi-si-ki.

«¿De dónde salió él?» farfulló Jeff, y con razón.

El anciano había aparecido en una explosión de humo.

«La puerta estaba abierta ¿sabe?» dije yo.

«Le gusta hacer entradas dramáticas» dijo Poo.

«¿Que le pasó al guardia que debería estar vigilándonos?» preguntó Paula.

«El sigue dando patadas y puñetazos al aire» contestó el viejo.

«Ahora, lo entiendo, la cosa importante que vinimos a buscar no fue la tablilla, sino los aliados contra los invasores de los que me habló». Este fue el razonamiento de Poo.

Aunque una parte de mí quería concordar con Poo: Creer que lo que estaba escrito en esa tablilla no era tan importante, la forma en la que Yi-si-ki dejó caer la mirada me decía que la afirmación de Poo no era cierta del todo.

«El ataque en esa sala no estaba previsto ―dijo Yi-si-ki―, la información en esa tablilla sin duda era importante considerando que alguien murió al descifrarla, pero estas en lo correcto al decir que la principal razón por la que te traje aquí es para hacerte conocer a tu nuevo equipo».

«Está bien, pero si crees que por ser un príncipe puedes darnos ordenes…».

«Oh, por eso puedes estar tranquilo joven Ness, tú seguiras siendo el líder».

Abrí mi boca y fui formando una mueca burlona mientras miraba de reojo a Poo.

El joven se veía aterrado, como si hubiera visto su futura muerte en las palabras de su maestro.

Poo pronunció unas palabras en su idioma natal pero por su tono de voz era claro que estaba protestando.

Yi-si-ki reprendió a su alumno.

Poo me miró de frente de manera estoica y entonces hizo lo que menos esperaba, de hecho incluso me hizo retroceder un paso: Dobló una rodilla delante de mí.

«Ness, soy tu siervo, te seguiré a donde vallas, solo prométeme que me ayudaras a traer paz a mi tierra».

Cuando terminé de procesar lo que estaba pasando exclamé suavemente: «Cool». Pero se suponía que debía dar una respuesta, ¿no? «Yoooo lo prometo» contesté.

«A ver, ―dijo Paula haciéndome a un lado y parándose en mi lugar,― aquí nadie es siervo de nadie, hemos llegado muy lejos trabajando juntos, y eso es lo que nos dará la victoria(Ella esbozó una sonrisa al decir esta ultima frase)».

«¿Espere un segundo ―dije yo a Yi-si-ki―, Si su objetivo fue reunirnos desde un inicio, porque no solo nos lo dijo cuando nos vimos por primera vez llegando al museo?».

«Joven Ness, ¿lo habrías aceptado si te lo hubiera dicho?».

Estaba a punto de decir que sí, procurando sonar sarcástico, pero sabía en mi interior que eso no era cierto. Me había acostumbrado a mi pequeño grupo. Quiero decir, en mi cabeza, tres se había convertido un numero perfecto. No importa a que dirección de mis hombros mirara iba a tener la misma cantidad de amigos, lo que me hacía sentir un equilibrio interno. Tres fue el número que se requirió para liberar a una ciudad metropolitana del control de una fuerza maligna y tres era el numero en el que confiaba para salvar a la tierra, tenía todo mi sistema semifuncional en mi cabeza. Borrar ese tres y remplazarlo por un cuatro significaba comenzar de nuevo, adaptarme a un cambio después de estar tan acostumbrado a hacer las cosas.

Por otro lado, mi instinto me estaba manteniendo alerta sobre la presencia del enemigo, y cualquier persona que se intentara acercar más de lo normal a nosotros podía ser un sospechoso. No teníamos ninguna razón para confiar en Yi-si-ki ni en Poo. Se que mis amigos me trataban de paranoico, pero al final, ¿no tuve razón? ¿no encontramos a un starman en ese mismo museo? Un starman que de no ser por nuestras habilidades psíquicas nos pudo haber dejado igual que el profesor Fork.

Ser un niño puede ser una desventaja al tratar con adultos, eso ya lo había comprobado para este punto de mi aventura. Pero también tiene sus ventajas, como librarse de ciertas responsabilidades cuando vas en compañía de alguien mayor. Tal como dijo Chêne, los policías prefirieron tomar el testimonio de Yi-si-ki en lugar de un grupo de niños que no son lo suficientemente grandes como para haber procesado bien toda la información. Por primera vez en largo tiempo los oficiales no fijaron su atención sobre mí, es más, hasta hicieron como si no pudieran verme. No saben cuánto agradecía eso.

Aunque, canté victoria muy pronto. Uno de los oficiales me abordó para saber quién le había hablado al profesor Fork y para qué.