Declaimer: Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer. Pero la trama es completamente de mi autoría. A casi 10 años de haber sido publicada por primera vez, regresa mejorada.
Gracias a mi beta Andrea y mi prelectora Ta-Cullen por ayudarme a acomodar las ideas.
Espero que cada una de ustedes se encuentren bien junto con sus familias, y que el leer les ayude a quitar lo que está sucediendo unos minutos de su mente.
5.- Evan
Bella comenzó a establecer su rutina en la ciudad. Aunque Ángela acudía diariamente por Evan procuraba comer junto a él escuchando como había transcurrido su día. Generalmente ya no regresaba a la empresa a menos que fuera algo urgente de lo que no pudiera hacerse cargo desde casa.
Continuaba su jornada de trabajo en casa hasta cerca de las ocho, pero hacía tiempo para ayudar a Evan con los deberes vigilando que los hiciera correctamente y no se distrajera.
Había tenido una reunión con su abogado a puerta cerrada al encontrarse a Emmett en el edificio. Pidió mantener el secreto y mantener a Emmett alejado, alegando que se crearía un conflicto pues su hermano era la otra parte implicada.
La semana pasó en un abrir y cerrar de ojos, Charlie continuó buscando otra forma de obtener capital vendiendo algunas propiedades que eran importantes para él, una muestra clara de que estaba desesperado. Bella consiguió hacerse de un par de ellas, lo que sin duda no le sentaría nada bien a su padre al enterarse.
El sábado en lugar de ir a la oficina decidió que pasaría el día con su hijo, le hacían falta algunas cosas así que fueron a uno de los centros comerciales. Lo dejó entrar en una tienda con Ángela mientras atendía una llamada, al resolver el problema volvió con ellos, encontrándose a Evan con una gorra sobre su cabeza demasiado grande, pero que se negaba a dejar.
— Dice que le queda bien. — Anunció Ángela rodando los ojos que mantenía otra idéntica en su mano pero más pequeña. — Esta dice que la siente justa y que no le gusta.
Bella soltó una risita ante aquel razonamiento tan absurdo.
— Ven aquí, cariño. — Pidió Bella inclinándose para que su hijo saliera de entre las prendas.
— ¿Me la compras? — Pidió levantando mucho la cabeza para poder ver a su madre por debajo de la gorra que le cubría al completo sus ojitos.
— Esa es demasiado grande, pero esta es de tu tamaño.
— Esa no me gusta. — Sentenció cruzándose de brazos.
— ¡Es la misma! — Apuntó Bella tratando de no reír. — Ven aquí y te mostraré que no te estoy mintiendo.
— ¿Bella? — Aquella voz cantarina le hizo borrar la sonrisa sintiendo algo helado recorrerle la columna haciéndola levantarse y ver que cerca del mostrador estaban todos los demás. Vio a Alice tratar de mirar donde estaba Evan, pero Bella se movió tratando de ocultarlo.
Evan salió de su escondite levantando su gorra y tirando de la mano de Bella.
— ¿Mami?
— Angie, llévatelo de aquí — Le indicó Bella señalando la puerta cercana.
Ángela que pareció comprender, lo cogió en brazos y fue rumbo a la puerta, pero Evan lanzó un grito.
— ¡Mami! — La llamó con su voz temblando.
— ¡Cierra la tienda! — Demandó Alice.
Las puertas se cerraron y fue una suerte que no hubiera más clientes dentro. Ángela volteó a ver a Bella como preguntando qué debía de hacer, Bella quitó la distancia y abrazó a Evan que estaba llorando asustado. Le acarició la espalda y le susurró palabras suaves al oído pidiéndole tranquilizarse y asegurando que todo estaba bien.
— ¿Es él? — Preguntó Alice entusiasmada de tener ahí a solo unos pasos de distancia a su sobrino.
— No sé a qué te refieres, pero si no quieres una demanda por privación de la libertad, te recomiendo que abras esa maldita puerta en este instante. — Demandó Bella con voz grave sin dejar de acariciar la espalda de su hijo que la abrazaba con fuerza.
— Quiero irme de aquí, mami. — Pidió con voz suave.
Rose se acercó y miró a Evan, después a Bella e hizo un amago de tocarlo, pero Bella retrocedió. Vio como los chicos estaban de piedra, solo Edward no apartaba la vista del cuerpecito que ella mantenía en sus brazos.
— Tenemos que hablar. — Pidió Alice.
— ¿Ahora quieres hacerlo? — Le cuestionó enarcando una ceja con altivez, Alice recordó aquella última llamada y lo cruel que fue. — No lo haré con él aquí.
— ¿No crees que Edward merece conocerlo? — Intervino Rose señalando a su espalda, Bella notó a Edward salir de su trance, levantarse y acortar el espacio.
— Ninguno merece nada. — Le aclaró con rudeza. — ¿Quieren hablar? Hagámoslo, pero quiero que ellos se vayan.
— No es una opción. — Apuntó Rosalie.
Bella cogió su móvil de detrás del bolsillo de su pantalón, pero Rose se lo arrebató con agilidad.
Las puertas se abrieron, tanto Rose como Alice se giraron para ver a Edward que estaba cerca de los controles y vio como Bella le pasaba a su hijo a la chica con la que iba y esta se alejaba.
Evan quería regresar junto a su madre y Bella quería ir con él, pero antes iba a tener que aclarar algunas cosas, Ángela se iba a hacer cargo de su hijo.
Bella se acercó a Rosalie y le arrebató el móvil con rudeza.
— Vamos a tranquilizarnos. — Pidió Jasper que llegó junto a ellas. — ¿Por qué no vamos al cuarto de atrás?
Tomó a Bella con suavidad del brazo y no le sorprendió cuando ella se zafó, pero se dirigió a donde le indicaba. Con rapidez envió un mensaje sin que ninguno de ellos se percatara. Se mantuvo junto a la puerta y Emmett fue el último en entrar, la cerró y se quedó de pie ahí como escudo.
— ¿Y bien? Ya tienen mi atención.
— ¿Por qué me mentiste sobre mi hijo? — Explotó Edward finalmente. — He pasado los últimos días haciéndome a la idea de que no existía y de pronto apareces aquí con él.
— Simple, no te quería cerca de él.
— ¡Es mi hijo! — Exclamó Edward levantando las manos.
— ¿Estás seguro? ¿Ya olvidaste que soy una puta? — Le cuestionó arrastrando las palabras.
Edward se encogió levemente, escuchar aquellas palabras nuevamente y ver la ira con el dolor mezclados en sus ojos castaños le dolió.
— Basta, Bella — pidió con voz más suave.
— Es una copia de Edward. — Señaló Emmett rodando los ojos.
— Es mi hijo, me has privado de estar con él por 5 años. Así que podemos hacer esto por las buenas o por las malas.
Aquello le erizó la piel a Bella, pero no estaba dispuesta a dejar ver el miedo. Se enderezó, cruzó los brazos sobre su pecho y enarcó una ceja.
— ¿Y qué vas a hacer exactamente, Cullen? ¿Demandarme? — Vio a Emmett asentir y eso solo la hizo sonreír. — Espero que no pienses que la firma en la que trabajas se pondrá de su lado, es la mejor del país y justo por eso son mis abogados. ¿A quién crees que elegirán entre tú y yo?
Edward se llevó las manos al rostro y trató de recomponerse, ahí estaba luego de años buscándola y lo único que estaba consiguiendo era que ella se cerrara y sacara las afiladas garras. La estaban amenazando con quitarle lo que ella amaba y Bella era capaz de destrozarlos.
— Esto es solo entre Bella y yo. — Apuntó Edward con firmeza.
— Isabella. — Le recordó.
Las chicas iban a protestar pero se detuvieron ante la mirada severa de Edward. Ellas creían que estaban ayudando al acorralarla, pero era todo lo opuesto y no iba a permitir que se arruinara su oportunidad.
— Solo quiero conocerlo, eso de actuar en tu contra fue solo por el calor del momento. Sería terriblemente egoísta y estúpido tratar de apartarlo de ti. — Explicó acercándose a ella, pero al ver que retrocedía se detuvo. — ¿Cuál es su nombre?
Bella se relajó ligeramente, pero no bajó la guardia. Ellos estaban amenazando lo que más quería en ese mundo.
— Evan.
Escuchar aquel nombre hizo sonreír a Edward.
Unos golpes en la puerta y la manija siendo girada para ser abierta los distrajo.
— ¿Srta. Swan? ¿Está bien? — Una voz ronca se escuchó al otro lado.
— La tirarán si no abren. — Les anunció Bella volviendo a sentirse segura.
Edward apartó a su hermano y quitó el pestillo, de inmediato dos hombres entraron, el primero era el mismo que la había estado vigilando en la fiesta y fue hasta ella.
— ¿Se encuentra bien? ¿Alertamos a las autoridades? — Bella recorrió la habitación y negó. La tomó del brazo y la dirigió a la salida.
— Solo quiero conocer a Evan. — Pidió Edward sintiéndose extraño al pronunciar aquel nombre sabiendo que era el de su hijo.
— Lo harás, pero no hoy. — Sentenció. — Tengo que arreglar el desastre que ocasionaron. — Esto lo dijo mirando a ambas chicas.
— Solo nos asegurábamos que no huyeras, perra egoísta. — Señaló Rosalie, aquello hizo contener el aliento a todos. Rose se golpeó la frente con una mano antes de murmurar un lo siento a Edward.
— Te avisaré cuando, pero serás tú y nadie más. — Le dijo a Edward, se acercó a Rosalie. — Llámame como quieras, pero lo único que estoy haciendo es protegerlo de personas sin una pizca de sentido común. Ambas manténganse alejadas de mi hijo y de mí.
Dio media vuelta y salió de la habitación seguida por dos guardaespaldas. El mensaje se lo envió a Ángela que se encargó de que ellos fueran por Bella. La guiaron a la librería donde estaba Angie con Evan, estaban sentados en un sillón leyendo un nuevo libro. Se acercó a ellos y trató de apartar toda muestra de enojo y sonrió de oreja a oreja.
— Veo que has encontrado un nuevo libro de animales. — Señaló con él en brazos. — ¿Quieres ir a casa?
— Tenía miedo, mami. — Le dijo envolviendo sus bracitos en el cuello de su madre y pegando su mejilla con la de ella.
— Lo siento mucho, cariño, pero recuerda que yo siempre te cuidaré. — Le acarició la espaldita con suavidad. — Esas personas no querían asustarte, solo actuaron de una forma equivocada. Pero todo está bien.
— ¿Podemos ir por helado? — Pidió.
Bella lo vio entrecerrando los ojos y asintió, todo lo que fuera por intentar borrar aquel momento de su mente. Salieron de la librería y fueron hasta el auto, irían a una heladería en otro lado, no quería continuar en ese lugar.
Tras el helado, fueron al Times Square había mucha gente como lo recordaba, pero era un lugar nuevo para su hijo y Ángela. Entraron a las diversas tiendas y se divirtieron en general, Evan iba cansado al regresar a casa casi al anochecer y parecía haber olvidado el incidente, por lo que Bella se felicitó. Luego del baño y la cena, no tuvo ni tiempo de terminar la primera página del libro cuando Evan ya estaba en el mundo de los sueños. Le dejó una lamparita encendida, lo besó en la frente, arropó y salió de forma sigilosa.
Se dejó caer sobre su cama revisando mensajes recibidos, al encontrar uno de Esme en que le pedía llamarla en cuanto pudiera, lo hizo. Hablaron por un rato sobre lo sucedido y como al parecer no había pasado a mayores, solo la tensión del momento que ella incrementó al querer sacarlo de la tienda que descubrió era de Alice y Rosalie, esta última era la que estaba enfocada en la línea infantil lo cual era una sorpresa. Tras pedirle el número del móvil de Edward se despidieron y quedaron de hablar pronto.
Le tomó un largo rato decidirse, Edward ya sabía de la existencia de Evan y solo estaría aplazando lo inevitable, así que, finalmente marcó el número y no fueron más de tres tonos antes de escuchar su voz al otro lado de la línea. Se aclaró la garganta.
— Soy yo, solo para decirte que mañana podremos acordar un encuentro. — Le dijo tratando de sonar impersonal.
— ¿En serio?, ¿mañana? — Preguntó con un nudo en la garganta.
— A menos que cambiaras de opinión.
— ¡No! — Exclamó con énfasis. — Es solo que no esperaba que fuera a ser tan pronto, luego de lo de esta mañana…
— Al parecer no fue algo tan grave, nada que un helado y tarde de distracción no ahuyentara. — Suspiró tan imperceptible que él no la escuchó, estaba siendo tan fácil hablar, que la hizo recordar aquellos viejos tiempos por lo que se obligó a recomponerse.
— ¿Te parece en el parque?
— Será en nuestra casa, creo que el primer encuentro será mejor en privado en un ambiente en el que se sienta seguro. — Miró su reloj, la llamada se había prolongado más de lo esperado. — Mañana a las cuatro, te enviaré la dirección por mensaje. — Se detuvo por un segundo. — Y, Edward, puedes traer contigo un par de chocolates rellenos de crema de cacahuate. Son sus favoritos.
…
Estaba en casa de sus padres cuando recibió la llamada de Bella, tras colgar miró a su padre y sus hermanos que estaban en la habitación.
— Mañana conoceré a Evan. — Dijo con nerviosismo.
Alice se sentó junto a él cogiéndole la mano.
— De verdad lamento mucho lo de esta mañana, actué sin medir las consecuencias en realidad, ojala puedas conseguir que me permita conocerlo también. — Pidió. — Y también a mamá y papá.
Edward asintió y le apretó la mano. Esme que había estado en la planta superior, llegó y se quedó detrás del sillón donde estaba su esposo y puso las manos sobre sus hombros, ninguno dijo nada, solo rogaban que las cosas funcionaran y Edward pudiera obtener una buena relación con su hijo y disculparse con Bella de una buena vez.
Edward solo cenó con ellos y se marchó a casa, quería levantarse temprano para poder ir a comprar los chocolates que le sugirió Bella, el que lo hiciera era una muestra de buena fe, estaba indicándole como ganarse a su hijo del que no conocía lo más mínimo.
Bella le envió la dirección en la madrugada junto con una imagen de una envoltura de los chocolates que le había dicho. Los buscó en línea encontrando los lugares cercanos donde los vendían, esa noche no durmió mucho, estaba impaciente y nervioso al mismo tiempo.
A la hora acordada estaba atravesando la puerta giratoria de cristal al edificio de Bella, se registró y le dieron acceso al elevador privado. Al salir se dirigió a la única puerta y llamó, solo esperó un par de segundos antes de que fuera abierta, una chica del servicio lo hizo pasar y se retiró al escuchar a Bella acercarse. Edward sonrió al verla, aun con ropa casual se veía hermosa, lo que sin duda seguiría extrañando era su larga melena, pero el cabello corto le sentaba bien.
— Llegas a tiempo. — Fue el saludo. — Evan no sabe que vendrías, no estaba del todo segura que lo hicieras al final, así que preferí no entusiasmarlo en vano.
— ¿Él sabe de mí?
— Sabe tu nombre, ha visto algunas fotos, que eres médico y que por trabajo tuvimos que vivir separados. — Le informó. Se cruzó de brazos y lo miró fijamente. — No negaré en confesar que me hubiera encantado que él nunca supiera de ti, pero alguien me convenció de que era un grave error y además él merece saber de dónde proviene. Solo Evan puede tomar la decisión de si te quiere o no en su vida.
— Gracias por esto.
Bella se encogió de hombros como si no fuera algo trascendente, le indicó con la mano una habitación y se encaminó al notar que él no iba a caminar antes que ella.
— Una última cosa antes de que vaya por él. No te atrevas a lastimarlo de ninguna manera o te garantizo que te voy a destruir. — Le advirtió con vehemencia. — Luego tendremos que hablar y establecer algunas reglas. ¿De acuerdo?
— Lo que necesites.
Bella dio media vuelta y fue hasta la habitación de Evan en la que estaba jugando. Al verla llegar le pidió unirse a su juego, pero Bella se sentó junto a él y le acarició el cabello.
— Cariño, hay alguien que ha venido a visitarte.
— ¡Mi abu Esme! — Exclamó alegre, las visitas casi diarias de Esme le encantaban, al verlos juntos Bella comprendió que había sido una buena elección que estuvieran juntos, Esme era cariñosa y le había dado algunos consejos para ayudarla a hacerlo comer cosas que se negaba a probar. Sus consejos le eran demasiado útiles.
Al ver a su madre negar, frunció el ceño y ladeó su cabecita.
— Es papá. — Al pronunciar aquellas palabras Evan abrió los ojos y vio a Ángela que asintió con una sonrisa.
— ¿Mi papi?
— Sí, cariño, él quiere pasar tiempo contigo y ahora que también está en la ciudad quiere saludarte. ¿Vamos?
Evan tomó la mano de su madre y se dejó guiar, al llegar a la sala de juegos se detuvo y se escondió detrás de las piernas de Bella, y se asomó para ver a Edward que dejó lo que traía en sus manos en una mesita y se levantó, caminó hasta ellos y se colocó en cuclillas.
— Hola, Evan. — Lo saludó tratando de controlar su emoción.
No podía negar que era su hijo, era una copia suya excepto por el color de su cabello, lo que lo hacía más perfecto.
— ¿Cariño? — Lo llamó Bella acariciando su cabecita, él alzó la mirada y notó la emoción y el desconcierto. — Él es papá, ¿recuerdas las fotos?
Bella se colocó en cuclillas dejando que se pegara a ella y mantuvo sus brazos envolviéndolo, no lo iba a forzar. Evan parecía en trance y de pronto extendió su manita ligeramente temblorosa, antes de tocar la mejilla de Edward se detuvo y cuando Edward le sonrió finalmente lo tocó.
— ¿Eres mi papi? — Preguntó con timidez e incredulidad.
— Lo soy.
— Sus ojos son como los míos. — Le dijo Evan a Bella con una gran sonrisa por encontrar la similitud que tanto le habían dicho.
— Los tuyos son mucho más bonitos. — Agregó Bella besando el tope de su cabeza.
— ¿Puedo abrazarte? — Le pidió Edward extendiendo sus brazos, Evan solo se acercó a él y envolvió sus bracitos alrededor del cuello de Edward.
Edward se levantó con él en brazos y tuvo que hacer un gran esfuerzo para no llorar, luego de muchos años de estar buscándolo por diferentes medios finalmente ahí lo tenía en sus brazos. Evan le cogió el rostro entre sus manitas y lo vio a los ojos con fascinación.
— ¿Te han dicho que eres el pequeño más guapo?
— Mi mami — la señaló.
— Tiene razón, te traje algo. — Le enseñó una caja azul de tamaño regular.
— ¿Un regalo? No es mi cumpleaños. — Dijo con el cejo fruncido.
Bella sonrió ligeramente, Evan estaba acostumbrado a recibir regalos solo en su cumpleaños, las otras cosas que llegaba a recibir siempre eran cosas que necesitaba y uno que otro premio si se portaba bien.
— No lo es, pero es un día especial. — Dijo Edward, hasta ese momento se dio cuenta que no conocía ese detalle, en realidad no conocía nada de su hijo, pero iba a poner remedio pronto pasando bastante tiempo con él.
— ¿Puedo abrirlo?
— Claro — Lo dejó nuevamente en el suelo, Evan fue hasta la caja e intento bajarla, Edward le ayudo colocándola junto a él, se hincó y comenzó a intentar quitar el papel, Bella supo que era el momento de dejarlos a solas.
— Estaré un rato en el estudio — Le señaló la pared de al lado. — No me decepciones una vez más, Edward. — Le pidió besando la cabecita de su hijo que seguía intentando abrir su regalo y salió sintiendo un peso, en el fondo esperaba más reticencia de parte de Evan, pero por alguna razón al cabo de unos segundos lo recibió como si lo conociera de siempre. ¿Influiría el hecho de que lo conocía en imágenes y le hablaba de él cuando se lo pedía?
Se sentó detrás del escritorio y trató de concentrarse, pero estaba demasiado ocupada tratando de escuchar que era lo que sucedía en la habitación adyacente, trabajar fue en vano. Escuchaba a Evan reír constantemente y no pudo evitar sentir una punzada de dolor.
Edward lo ayudó a abrir el regalo y se felicitó por hacerle caso a Carlisle que le sugirió llevarle ese coche de control remoto. Evan se mantuvo sentado a su lado mientras Edward descubría cómo funcionaba cuando lo consiguió Evan se levantó y pidió el control.
— Mi abu me prometió que me compraría uno igual, tendré que decirle que tú me diste uno. — Parloteo haciendo chocar el auto con una de las patas de la mesita de centro.
— ¿Tu abu?
— Sí, mi abu Carlisle, tu papi. — Dijo apretando los dientes al ver balancearse un jarrón que Edward estabilizó rápidamente. — Él no viene tanto porque trabaja mucho, pero mi abu Esme viene casi todos los días, me hizo galletas de chispas de chocolate ¿Quieres una?
— Ahora no, pequeño. — Dijo con una sonrisa tirante revolviendo su cabello.
Aquella revelación era una traición de sus padres, ellos habían convivido con su hijo desde hace una semana, si sus cálculos eran correctos, y no dijeron nada. Su madre lo había escuchado hablar de cómo se sentía ante la confesión de Bella; cuando ella había estado cerca de Evan. Trató de quitar esos pensamientos de su cabeza, eso no iba a arruinar ese momento con su hijo.
Bella los vio pasar por el pasillo dirigiendo un nuevo auto a control remoto que chocaba constantemente con las cosas.
Invitó a Edward a cenar con ellos y luego hizo que se despidieran para que Evan pudiera tomar un baño e ir a la cama. Ángela se encargó de ducharlo, mientras Bella llevó a Edward a su despacho, el momento de poner algunas cosas en claro había llegado.
— Has hecho un trabajo extraordinario con él, gracias de nuevo por dejarme estar cerca y no ponerlo en mi contra.
— Al final Evan es el que menos debería de sufrir por nuestras diferencias. Tal vez ahora no lo entiende, pero cuando sea mayor comprenderá las razones reales por las que no estás en nuestras vidas. — Sentenció, le indicó una silla frente al escritorio y ella se sentó en la que estaba junto a él. — Seré directa, esto que hago es solo por él no porque realmente te quiera en la vida de mi hijo. Podrás visitarlo un par de días a la semana, siempre en un horario que esté yo, si sales con él te acompañará Ángela y Patrick, uno de nuestros guardaespaldas. El trato entre tú y yo será cordial, pero no creas que seremos amigos.
— ¡Dios, Bella! No me lo voy a robar.
— Son las condiciones. — Indicó en tono serio dándole a entender que no iba a modificar nada. — Por tu trabajo eres una figura medianamente conocida, pero quiero que Evan mantenga un bajo perfil, deseo que pueda vivir su infancia lejos del asedio.
— Ese es más problema tuyo, tú eres la que acapara la atención. — Apuntó lo obvio. — Lo que me lleva a la siguiente pregunta ¿Cómo lo has conseguido?
— Fue fácil el estar en las sombras, pero ahora será más complicado. — Admitió. — Solo quiero que te asegures de tu parte y déjame a mí preocuparme de la mía.
Edward asintió, entrecerró los ojos recordando lo recién descubierto por Evan.
— ¿Cuándo ibas a decirme que mis padres sabían de Evan? ¿Desde cuándo?
Aquello tomó ligeramente desprevenida a Bella, pero no dio muestra alguna de sorpresa, solo se encogió de hombros.
— Por favor, Cullen, deja de actuar como un niño pequeño. — Soltó Bella notando que contenía la respiración.
— ¿Qué deje de actuar como un niño cuando mis padres me traicionaron? Ellos sabían de la existencia de Evan y no dijeron nada…
— Lo conocieron la semana pasada, no dijeron nada porque esa fue la condición para conocerlo. — Le aclaró. — Aceptaron porque sabían que en algún punto te lo diría. Así que si quieres reclamarle a alguien, es a mí.
— Ellos te siguieron el juego…
— Ellos eligieron a su nieto. — Se presionó el puente de la nariz. — No sigas actuando como un idiota haciendo esto más grande de lo que realmente es. — Suspiró. — Evan es mi hijo y por esa razón yo decido quien puede o no estar en su vida. Alice, por ejemplo, no la quiero cerca, no me fio de ella ni de los otros chicos.
— También es mi hijo y los chicos son mi familia. — Le recordó. — El que yo no esté en su vida no fue mi decisión.
— ¿Ya olvidaste la forma en que nos echaste?
— En realidad fue a ti. — Luego de aquello Edward maldijo a sus adentros, las palabras habían salido sin siquiera meditarlas, supo el error cometido al notar como ella fruncía el ceño. — Lo siento…
— Tienes razón, pero Evan es una parte de mí que voy a proteger a cualquier precio. — Se cruzó de brazos. — Las condiciones no son negociables en realidad, acepta o mantente al margen.
Edward se llevó las manos al cabello, estaba frustrado. De verdad se esforzaba para llevar las cosas en calma con Bella, pero ella estaba a la defensiva y él no podía evitar responder de forma mordaz incrementando la fricción.
Edward aunque aún molesto se tranquilizó, él no hubiera tomado una decisión tan diferente a sus padres, aunque eso no evitaba que hablaría con ellos.
— ¿Qué hay de tus padres? — Preguntó más sereno recordando a los Swan.
Bella entrecerró los ojos y negó.
— A ellos pretendo mantenerlos muy lejos de Evan, no saben de su existencia y aunque pronto se los diré, eso no cambiará nada. — Admitió.
Aquello lo intrigaba, Bella se las había ingeniado de tal forma que nadie supiera de Evan, se encargó de desaparecer del radar y crear un imperio en silencio. Sin duda alguna era una mujer que sabía conseguir lo que quería.
— ¿Pero qué tenemos aquí? — Preguntó una voz grave que los hizo girar y a Bella sonreír abiertamente e ir a abrazar al recién llegado.
…
Lamento la demora, aunque se tienen listos los capítulos desde hace tiempo, se hacen modificaciones para conseguir abarcar correctamente cada uno de los detalles.
Gracias por seguir leyendo y por todos los comentarios que han dejado. Esta vez no respondí los reviews, pero lo haré en breve.
Bienvenidas a las nuevas y es grandioso seguir leyendo a las que lo vienen siguiendo desde la primera publicación.
Nos leemos en el siguiente, las sorpresas aun no terminan.
TitiC
