Declaimer: Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer. Pero la trama es completamente de mi autoría. A casi 10 años de haber sido publicada por primera vez, regresa mejorada.

Gracias a mi beta Andrea y mi prelectora Ta-Cullen por ayudarme a acomodar las ideas.

Espero que cada una de ustedes se encuentren bien junto con sus familias, y que el leer les ayude a quitar lo que está sucediendo unos minutos de su mente.


7.- Celos

El sábado por la tarde dieron de alta a Evan, al ser una cirugía por laparoscopia los dejaban salir más pronto con un listado de los cuidados en casa, y las curaciones a realizar en los puntos de manera diaria, aquello era lo que le daba un poco más de ansiedad a Bella, pero de nuevo Edward llegó al rescate asegurándole que él se encargaría de ello si eso la tranquilizaba.

Antes de irse a casa de Bella, llegaron a la de Edward por sus cosas ya que se iba a quedar con Evan por petición del niño y a lo que Bella no se negó. Aún con paso lento Evan investigó la casita de su papá, así fue como la bautizó al decir que era pequeña, el apartamento que compró cuando estaban juntos lo vendió y la inmobiliaria de Bella lo compró junto con todo el edificio, pero era algo que no iba a comentar en ese momento.

— Mira, mami. — Le mostró Evan una foto que le estrujó el corazón a Bella, era una foto de Edward y suya, justo el día que se comprometieron, las sonrisas de ambos eran envidiables, en ese momento eran como desconocidos, aquella luz que irradiaban los había abandonado. — Te ves bonita.

— Gracias, cielo, déjala donde la encontraste. — Le pidió Bella, viendo que no se movía lo repitió y lo vio ir a una habitación donde luego salió con Edward que lo llevaba en brazos. — Esme y Carlisle están en tu casa esperándonos.

Le ayudó a Edward con sus cosas para que llevara a Evan firmemente. Esme y Carlisle habían estado fuera de la ciudad por lo que no se enteraron de lo sucedido hasta que llegaron y estaban ansiosos de comprobar que su único nieto estaba en buenas condiciones como Edward les había informado.

Al llegar a casa, sus abuelos ya estaban ahí esperándolo y Evan fue cubierto de atenciones que no le molestaron, pero lo que sí lo hizo enojarse fue saber que no podía comer varias cosas que se le antojaban, pero Esme con su gran sabiduría lo manejó y lo tuvo contento en pocos minutos. Luego de la cena acostaron a Evan que estaba cabeceando en la mesa, Esme prometió volver al día siguiente temprano.

Bella colocó un monitor en la habitación de su hijo para poder escucharlo ya que temía que por el cansancio no lo hiciera con la suficiente claridad. Se preparó un café y se quedó bebiéndolo en la isla de la cocina revisando las noticias en su iPad. Al escuchar unas pisadas levantó el rostro y vio a Edward que se unió a ella.

— Gracias. — Dijo con una sonrisa.

— No debiste esperar, en cuanto ibas al hospital debiste de avisarme y te habrías ahorrado el mal rato.

— No pasaste por mi mente, si tengo que confesar, actué por inercia. — Se aclaró la garganta incomoda. — En mi desesperación recordé que tú podías ayudar, trabajas ahí. Lo siento. Además, había olvidado mi móvil, fue un alivio que Ángela tuviera tu número, no me lo sé de memoria.

— Costumbre. — Admitió Edward tratando de aparentar que no le molestaba cuando sí lo hacía, pero al mismo tiempo comprendía. — Pero no estás más sola en esto, está es la clase de cosas en las que puedo apoyarte.

— Gracias, pero no siempre estarás ahí. — Le dijo encogiéndose de hombros y apagando el iPad.

— No pienso irme a ningún sitio.

Bella apretó los labios. — No vamos a quedarnos en Nueva York, cuando finalice mi trabajo aquí volveremos a Londres.

Aquello fue algo que Edward no se esperaba, creyó que volvía para quedarse y ahora descubría que sus planes eran muy diferentes.

— ¿Cuándo crees que volverán a Londres?

Aquello hizo a Bella morderse suavemente el labio inferior como meditando la respuesta.

— Espero que para enero, así Evan podrá reintegrarse al segundo periodo del ciclo escolar. — Le dijo encogiéndose de hombros.

Aquello no le gustó nada a Edward, eran solo un par de meses.

— Nuestra vida está allá, estar aquí es solo por trabajo y cuando eso termine volveremos a nuestro hogar.

— No puedes hacerlo. — Gruñó molesto y solo vio a Bella enarcar una ceja como pidiendo que la retara para demostrarle que lo haría. Levantó las manos mostrando las palmas pidiendo de esa forma que se relajaran, estaban llegando a ese punto donde nada iba a terminar bien. — Antes de que lo digas, sé que no soy nadie para decirte que hacer con tu vida, pero te llevarás a mi hijo, con quien he comenzado a crear un vínculo y al que quiero en mi vida.

— Podrás visitarlo y tal vez pueda traerlo en vacaciones… — Se detuvo al ver una sonrisa sarcástica en el rostro de Edward y negó. — ¿Qué es lo que quieres entonces?

— Quiero muchas cosas, Isabella, pero ser padre de medio tiempo no es una de ellas. — Soltó suspirando. — ¿Por qué no te defendiste y me obligaste a ver el error que estaba cometiendo?

Bella levantó la vista y lo miró con los ojos entrecerrados, no estaba lista para esa conversación pero como todo lo anterior no era que fuera ocurrir como ella lo esperara.

— Te expliqué cómo sucedieron los hechos, pero tú no quisiste escucharme. Después de todo lo que cambié y lo mucho que te demostraba cuán importante eras para mí, no dudaste ni un segundo en desconfiar y juzgarme. — Le recordó con dientes apretados. — Estabas tan furioso que no vacilaste en destruirme exponiendo mi pasado, recordándome todo aquello de lo que no me enorgullecía, pero que me seguía lacerando.

Edward se llevó las manos al rostro recordando las palabras de Esme cuando lo encaró y le dijo lo decepcionada que se sentía por cómo había actuado en aquella situación.

— Perdí la cabeza y no negaré que lo que quería era lastimarte al grado que me sentía en ese momento. — Confesó avergonzado, Bella notó que era sincero pero eso no hizo que doliera menos el recuerdo.

— Lo realmente doloroso fue darme cuenta que en realidad todo era una mentira, y que no importaba cuanto me esforzara, jamás iba a cambiar la percepción que se tenía de mí. La cruz con la que cargaré. — Se encogió de hombros.

Estiró su mano para tocar las de Bella, pero ella las retiró y negó con la cabeza, en ese momento no podría tolerar su tacto.

— No es una justificación, solo quiero que entiendas que actué así desde el dolor y la ira. Eras la mujer que amaba y sigues siendo la más importante en mi vida. — Frunció el ceño al ver como ella se echaba hacia atrás y su boca se curvaba en una sonrisa sarcástica. — Te busqué, traté de encontrarte por diversos medios, pero nada funcionó.

— Te garantizo que no estaba en los clubs que frecuentabas, ni en los departamentos de tus conquistas y mucho menos junto a Tanya. — Negó con la cabeza haciendo una mueca, no quería hablar de aquello, le dolió ver lo fácil que fue remplazada. — Cuando te llamé aquella última vez, era para contarte de Evan, en el fondo esperaba que me escucharas y al saberlo me pidieras quedarme, duele admitir el nivel enfermizo de mi amor por ti… y solo conseguí que me enviaras al demonio.

— Los hombres no somos demasiado listos. — Confesó apretando los labios. — Pensé erróneamente que así te arrancaría de mi piel, pero nada funcionó, en esos momentos solo podía pensar en ti, recordar todos los momentos que comparti… — se detuvo ante un gesto de Bella.

— Después de todo al final le agradecí a Demetri el demostrarme lo fácil que fue hacerte dudar. — Sonrió con melancolía y de forma inconsciente se acarició el dedo anular donde una vez estuvo un anillo. — La pasamos bien y eso fue todo.

— ¿Cómo puedes pensar de esa forma? Demetri nos separó, lo planeó y lo consiguió.

— Confesó que solo quería una pelea épica, pero no creyó tener tanto poder para separarnos y eso solo fue posible por la desconfianza.

— ¿Y qué querías que pensara? ¡Te vi en esa terraza con él a centímetros! — Apretó los puños recordando aquel instante en que su mundo se desmoronó. — Te apartaba el cabello y te tocó sin que tú protestaras, simplemente no pude esperar a ver su avance y como lo aceptabas gustosa.

Bella apoyó los codos sobre el mármol y sus manos las llevó a la boca sintiendo un nudo en la garganta, le tomó unos segundos poder hablar sin que la voz se le cortara completamente, pero no pudo ocultar sus emociones. Todas aquellas que se había esforzado por mantener en las sombras, era abrumador sentirlas de nuevo, el dolor en el pecho le hizo volver a aquellos días que pasó en su apartamento llorando y convenciéndose de mantener la poca dignidad que le quedaba para no llamarlo.

— Fue algo estúpido. — Lo miró a los ojos. — Tocó el tema de la pésima elección que había hecho contigo y lo que me perdía al dejarlo fuera de juego, le aclaré que sin importar lo que hiciera él no conseguía tener una reacción como lo hacías tú con un simple toque. — Al decir aquello sonrió levemente. — Dijo que me demostraría lo equivocada que estaba y como mi cuerpo me desmentiría, por eso su cercanía, jamás hubiera dejado que me besara eso sería engañarte de verdad y no podría haberlo hecho. — Se encogió de hombros. — Solo fue un juego estúpido que me costó todo.

Edward ya no pudo seguir sentado y se levantó manteniéndose frente a ella, pero murmurando palabras inentendibles por hacerlo muy bajo. Se detuvo y volvió a mirarla, había algo que Bella no descifró, pero le erizó la piel. Sin darle tiempo rodeo la isla y llegó a su lado tomándola de los brazos haciéndola levantarse. La misma electricidad los recorrió a ambos, él sonrió ante su estremecimiento y ella se quedó pasmada.

— ¿Lo sentiste? — Le preguntó con voz aterciopelada erizándole la nuca. — Aún te amo, Bella, nunca dejé de hacerlo y quiero tenerte a ti y nuestro hijo en mi vida.

Bella reaccionó colocando sus palmas en el pecho de Edward para impedir de esa forma su avance donde leyó sus intenciones claras de besarla, sabía que ese sería el peor error.

— No puedo. — Dijo evitando mirarlo.

Edward recordó de inmediato al hombre de la fiesta, para él solo era un rostro, aún no sabía su nombre, pero no le agradaba.

— ¿Es serio lo que tienes con él? ¿Es mejor a lo que teníamos? — Insistió sin soltarla viendo complacido como el cuerpo de Bella reaccionaba ante su tacto y sus palabras.

Sabiendo a quien se refería y como su única tabla de salvación no iba a desmentirlo. Necesitaba espacio para volver a poner sus emociones en control.

— Es de forma diferente, me dio una razón para creer de nuevo en el amor. — Dijo con una sonrisa autentica importándole poco lo cursi que sonaba aquello. — Me acepta como soy y lo amo.

Aquellas dos últimas palabras fueron como un balde de agua helada para Edward que la soltó y no le sorprendió ver como ella se alejaba poniendo unos pasos de distancia. Un gemido se escuchó por el monitor luego de una vocecita pidiendo a su mami. Bella agradeció porque que su hijo interrumpiera ese tenso momento.

— Yo me encargó de Evan, tú puedes descansar en la habitación de invitados, y por favor, mantente alejado. — Pidió saliendo de la cocina llevándose con ella el monitor y yendo a la habitación de su hijo que le pidió recostarse con ella en su cama.

Se lo llevó encontrándose a Edward en el pasillo al entrar a su habitación y solo la observó entrar a la recamara principal y cerrar la puerta como si él no estuviera ahí.

Había arruinado su oportunidad.

Edward se despertó y estiró en la mullida cama, no recordaba haber descansado tan bien en mucho tiempo, contrario a lo que esperaba durmió sin problema. Todo parecía que estaba verdaderamente agotado, estiró la mano para coger su móvil y vio que eran cerca de las once del día, demasiado tiempo en cama. Fue a la habitación de Evan para comprobar si necesitaba algo solo la encontró vacía y la cama hecha, la puerta de la de Bella estaba abierta lo que indicaba que debían de estar en la cocina o la terraza.

Antes de ir a su encuentro tomó una ducha, y dejó la sombra de barba que se mostraba en su rostro al no llevar la maquinilla que usaba diariamente. Los vio en la terraza en uno de los sillones, Evan estaba recostado junto a Bella escuchando atento lo que ella le contaba acariciando su cabello y sonriendo. Esa imagen era muy parecida a la que se colaba en sus pensamientos cuando aún estaba con ella, solo que en lugar de Evan veía a una niña con el cabello largo y del mismo color que el de su madre.

— Te dejamos… — Ángela se detuvo y saltó hacia atrás ante la exclamación de susto de Edward que estaba tan sumido en sus pensamientos que no la escuchó llegar. — Lo siento, solo que te decía que tu desayuno está listo si lo quieres.

— Gracias, ¿eres una ninja? — Aquella pregunta la hizo fruncir el ceño y al comprender a lo que se refería negó.

— En realidad estabas en otro mundo, hice el mismo ruido de siempre. — Dijo moviendo sus zapatos dejando que él percibiera un suave rechinido que no podía pasarse por alto fácilmente.

Edward fue a la cocina y Ángela lo siguió después de ver exactamente que lo había distraído. Ver a Bella con Evan entre sus brazos le dejó claro todo, ambos sufrían y su pasado aún tenía demasiado peso.

Luego de desayunar, Edward se aventuró a reunirse con Evan y Bella, al estar cerca y sin siquiera hablar Bella se giró hacia él, era como si hubiera sentido su presencia, o eso le gustaba pensar. Evan fue feliz de tenerlo ahí con él, le habló de lo que habían hecho mientras él estaba durmiendo y sonrió burlón cuando le dijo que roncaba como oso.

Fue en ese momento cuando alguien se aclaró la garganta y Edward maldijo para sus adentros al ver al recién llegado, Evan gritó de emoción y bajó con cuidado yendo hasta Damian sin correr ya que Bella se lo indicó.

— Hola, enano. — Lo levantó Damian con cuidado. — Tú mami me contó que fuiste muy valiente y por eso tenía que venir a asegurarme de que estabas bien. ¿Tú debes de ser Edward? — Se dirigió a Edward sin acercarse y manteniendo una sonrisa en el rostro.

— Lo soy y el padre de Evan. — Le recordó enarcando una ceja.

— ¿Traes galletas? — Le preguntó Evan a Damian con una amplia sonrisa obteniendo su atención, él era el único que no parecía darse cuenta de la tensión.

— Puede que sí. — Le dijo señalando una caja de tamaño considerable que estaba en la mesa de la sala de estar. — Pero solo podrás comerlas cuando mami diga que es bueno.

— ¿Puedo, mami?

Bella miró a Edward ya que él sabría si era correcto o no, pero lo notó absorto viendo la complicidad que había entre Damian y su hijo.

— ¿Edward? — Lo llamó escuchando un gruñido que decidió ignorar. — ¿Puede comer galletas Oreo?

— Solo una. — Dijo, aunque en teoría podía comer ya varias cosas, no quería arriesgarse aún.

Vio la alegría en la carita de su hijo que le pidió a Damian llevarlo a su obsequio, desde donde estaba notó con la emoción que desenvolvía la caja y como brillaba su carita al ir sacando un par de paquetes de Oreo, unos cuantos chocolates y el grito de júbilo fue al encontrar Legos. Bella se acercó a ellos admirando el botín y levantando los pulgares a Evan que seguía sacando cosas, Edward maldijo por lo bajo al ver a Damian pasar uno de sus brazos alrededor de la cintura de Bella pegándola a él y besando el tope de su cabeza que ella dejó apoyada en su pecho. Le dolió ver la facilidad con la que Damian acaparaba toda la atención, lo feliz que conseguía hacer a Evan y como Bella parecía sentirse segura a su lado.

— ¿Quieres una, papi? — Le preguntó Evan llegando junto a él ofreciéndole una de sus galletas.

— Solo una. — La tomó y la comió más para no desairarlo que por ganas de hacerlo. —Gracias, pequeño.

— Dam, quieres ver mi coche de control remoto. — Más que una pregunta era lo que sucedería, Bella los dejó ir al salón de juegos y se giró a Edward que no quitaba su cara de enfado.

Edward se acercó a ella sin poder contener su enojo, recordando las palabras de Bella la noche anterior donde le dijo que amaba a Damian, pero su cuerpo aún reaccionaba a su tacto, vio una oportunidad que no iba a desaprovechar, no iba a rendirse sin pelear.

— Evan es mi hijo.

— ¿Dije lo contrario? — Preguntó cruzándose de brazos y enarcando una ceja. — Damian forma parte de nuestra vida.

— Y yo estoy ahora en la vida de Evan, tengo derechos sobre mi hijo. — Le dijo entre dientes enfureciendo más notando como Bella rodaba los ojos. — No pienso ir a ningún lado, ni dejar que alguien tome mi lugar y mucho menos ese tipo.

— ¡Dios! Ni siquiera lo conoces.

— Y no me interesa conocerlo. — Le aclaró y apretó los dientes al ver a Evan explicarle como usar el control remoto del coche que él le había regalado.

— Deja de comportarte de forma infantil, si no puedes contener tu mal humor es mejor que te marches. — Le dijo Bella.

— Bien.

Lo vio pasar a su lado, acercarse a Evan poniéndose a su altura y explicándole que se tenía que ir, pero que regresaría más tarde. Con un movimiento de cabeza se despidió de Damian y se marchó. Ante aquello Bella dejó escapar el aire en sus pulmones, acaba de enfrentarse a los celos de Edward para lo que no estaba preparada.

La visita de Damian fue breve, estaba en la ciudad por motivos personales cuando supo de la intervención de Evan al que no pudo dejar de visitar y de ahí se fue al aeropuerto con la promesa de regresar la siguiente semana que tenía otro compromiso en la ciudad.

Edward volvió esa noche solo para asegurarse de que Evan estaba bien y se disculpó por no quedarse a dormir, pero tenía que estar en el hospital, lo que era cierto. Aquello lo hizo ver que debía de modificar sus horarios, había aceptado más responsabilidades con su puesto, pero además siempre estaba disponible para las emergencias porque en realidad su vida era el trabajo, ahora que Evan estaba cerca no quería que su trabajo fuera un limitante y algo que Bella pudiera utilizar como pretexto para seguir con su idea de marcharse de la ciudad, iba a demostrar que al igual que ella podía hacer su prioridad a Evan por lo que merecía quedarse.

El lunes a primera hora Bella estaba alistándose para atender las reuniones del día, Evan se quedaría en casa un par de días más por instrucciones médicas, la sorpresa fue encontrarse a Edward llegando temprano para asegurarse de que Evan estaba bien y tras ducharlo realizó las curaciones.

— ¿No trabajarás hoy? — Inquirió Bella sin poder contener su duda.

— Tomé un permiso para llegar más tarde, quería asegurarme de que este enano estaba bien. Esme llegará dentro de poco como te prometió para cuidarlo junto con Ángela. — Le dijo tratando de no mirarla de forma prolongada.

— Con Esme aquí estaré más tranquila, además espero volver para el mediodía. — Anunció viéndolo asentir.

El timbre se escuchó y casi de inmediato la voz de Esme anunciando su llegada. Evan se removió para que lo ayudaran a bajar de su asiento e ir a su encuentro. Bella presenció como Esme se colocaba de cuclillas y abrazaba a Evan que la llenó de besos. Ladeó la cabeza y un peso se instaló en su pecho ante aquella escena, el cabello de su nuca se erizo al sentir la cercanía de Edward.

— Creo que te llaman. — Fueron las palabras de Edward indicándole el sonido de su móvil.

Bella respondió y se despidió, su momento de marcharse había llegado. Pero antes de hacerlo se colocó a la altura de su hijo y acomodó su cabello con dulzura.

— Recuerda portarte bien con abu Esme y Angie, pedir las cosas por favor y dar las gracias. — Lo besó en las mejillas.

— Sí, mami. — Dijo abrazándola y dejándola ir.

Aquella mañana Bella tuvo una visita inesperada, la recibió muy a su pesar. La hizo esperar unos minutos en lo que terminaba la llamada y al hacerlo se recostó en su silla viendo fijamente a Alice.

— ¿Y bien? — La cuestionó Bella, la trataba con recelo por lo sucedido en la tienda y hace años.

— Solo quería disculparme personalmente por lo sucedido. No fue la mejor manera y juro que nunca fue mi intensión asustar a Evan.

— Algo que sin duda hiciste, pero lo olvidó rápidamente. — Dijo. — Edward es su padre y por eso tiene una relación con Evan, tus padres son los abuelos que cualquier niño debería de tener y son una influencia positiva para él, pero tú…

En su interior Bella se felicitó por las palabras que hicieron mella en su antigua amiga quien al final también le dio la espalda.

— Tienes que saber que también estoy muy arrepentida por haber dudado de ti, si solo hubiera seguido en consejo de Jasper de hablarlo contigo.

Bella que entendió perfectamente a lo que se refería y frunció el ceño.

— El hubiera no existe. — Le recordó. — ¿Pretendes que con tu arrepentimiento se borre todo? Eso no va a suceder, Alice, sé que actué mal, pero me dolió que todos me crucificaran y supe que no importaba lo que dijera, ustedes no lo creerían porque en el fondo su percepción hacia mí no había cambiado. Al final me di cuenta del grave error que cometí, y que no se volverá a repetir. — La miró fijamente. — La gente te abandona, te traiciona…

Alice iba preparada para una pelea, pero no para aquellas palabras tan duras y que ella sintió demasiado personales, porque entendía que al final lo que mandó todo al diablo fue su confesión, lo que creyó ver.

— Sé que no hay nada que diga o haga que pueda cambiar lo sucedido, pero escuché que volverás a Londres, no es justo, Bella, no puedes apartar de nuevo a Edward de Evan.

Bella no pudo ocultar la indignación por tener esa conversación.

— Lo que es una falta de respeto es que te presentes aquí tratando de decirme como dirigir mi vida y la de mi hijo. — Dijo con dureza.

— No es lo que estoy intentando hacer, solo quiero que entiendas que es injusto que ahora que permitiste que uno fuera parte de la vida del otro los separes. — Alice suspiró y se tocó el cabello inquieta, aquella conversación era un callejón sin salida, luego de que las palabras salieran de su boca se dio cuenta del grave error que era hablar de Evan.

— ¿Hablas de separar? — Preguntó enarcando una ceja. — Irónico, ¿no crees?

Ver la incomodidad y el nerviosismo en Alice le caló, por lo que se recordaba continuamente lo sucedido para no doblegarse.

— Si era todo lo que tenías que decir, creo que es momento de que te vayas. — Le indicó queriendo apartarla de su vista. — Y aunque creas que ser hermana de Edward y familiar de Evan te da derecho a opinar, te informo que no es tu asunto y agradecería que en un futuro dejaras que esto lo solucionemos entre Edward y yo.

— De verdad lo siento. — Se disculpó y salió sigilosamente.

Bella se echó hacia atrás quedando completamente recargada en el sillón y con un brazo cubrió sus ojos. Pudo ver el rostro consternado de Alice, era cierto que le dio la espalda y fue el detonante de que todo acabara, pero era injusto que toda la culpa recayera en ella cuando bien sabía que todo era derivado por ocultar algo tan simple dándole armas a Demetri de utilizarlo a su manera.

Unos golpecitos en la puerta la hicieron contener la respiración.

— ¿Estás bien? — Preguntó Megan entrando con el móvil en la mano.

Bella se encogió de hombros.

— Todo sería más sencillo si pudiera odiarlos en realidad. — Confesó apartando el brazo que estaba sobre sus ojos. Notó la mirada de Megan y suspiró. — Más que odiarlos, me hirió el hecho de que luego de todo lo que hice y demostré, me siguieran viendo como la estúpida chica que era cuando me conocieron. Tras la mentira, de la que hay que admitir la parte de mi responsabilidad, les fue muy fácil darme la espalda y sentenciarme aun cuando les dije lo sucedido y se negaron a creerlo. Fue mucho más duro porque venía de personas a las que quería, las que consideraba mi familia, la única familia que conocía.

Se detuvo cuando se le formó un nudo en la garganta. Megan cerró la puerta que continuaba abierta, sirvió un vaso de agua de la mesita auxiliar que estaba en una esquina y se lo entregó a Bella que lo bebió.

— Espero estés lista. Los Abernathy están por llegar.

Aquella mención hizo que todo pensamiento que no fuera en la negociación se apartara, el tiempo se les había terminado.

...


Lamento la demora, perdí la noción del tiempo. Creía que era inicios de semana cuando en realidad era todo lo contrario provocando un gran retraso que haremos junto con mi beta todo lo posible por solucionar dando otro capítulo en unos días.

Bienvenidas a las nuevas y es grandioso seguir leyendo a las que lo vienen siguiendo desde la primera publicación.

Gracias por seguir leyendo y por todos los comentarios que han dejado.

Nos leemos en el siguiente, muy pronto.

TitiC