Verlo tan cerca de mí hizo que volviera a ruborizarme. Tomé mi distancia y me puse de pie para salir de la cabina. Hice que fuera Todomatsu quien mostrara la fotografía. No dije nada por un buen tiempo luego de aquello. Fingí que me distraía acomodando un mechón de pelo detrás de mi oreja. Finalmente pudimos reclamar nuestro premio; apenas ganamos unos 5,100 yenes que dividimos entre ambos, y también ganamos una caja llena de chocolates.
Agradecimos y al final nos retiramos.

—Todomatsu… —dije con voz baja pero decidida, si es eso posible.
Estábamos muy callados desde hacía varios minutos, caminando por la acera y a pesar del bullicio de alrededor.
—¿Qué sucede, _? —preguntó. También tenía las mejillas rojas, sin embargo, se le veía tranquilo. De vez en cuando mostraba una ligera sonrisa.
—La foto… Dámela. O rómpela. Haz que desaparezca.
—¿Eh?
—No puede quedar evidencia de dicho suceso, ¿entiendes? Sé que lo haces, así que hay que dejar de arriesgar nuestras vidas.
—¡Oh, claro! Aquí tienes. Haz lo que quieras con esta foto… Me basta con mantener este momento siempre en mi memoria. —Sonrió, no puso objeciones. Qué extraño era Todomatsu a veces.

Tomé la foto con rapidez para no entrar mucho en contacto; mi estómago tenía mariposas, o eso sentía. Verlo me daba nervios todavía. Pasé las yemas de mis dedos por mis labios… Cielos, todavía podía sentirlo. Guardé la fotografía en mi bolsa y ahí dejé el asunto, más tarde decidiría qué sucedería con dicha impresión.
Habíamos estado la primera parte del camino tomados de las manos. Manos que no pude sentir directamente a causa de sus guantes blancos. Sin embargo, ahora íbamos separados. Yo ligeramente por detrás suyo. De vez en cuando lo veía voltear para cerciorarse de que me encontraba junto a él. El tacón de mis zapatos resonaba a su andar.

Revisé mi reloj. Ya había transcurrido poco más de treinta minutos desde que Todomatsu y yo nos habíamos separado del resto. "Hay que buscar a los demás", dije, y emprendí la nueva misión junto a mi acompañante.

No recorrimos demasiado hasta que pude divisar dentro de poco a los cinco chicos caminando juntos. Venían riéndose de algo. ¡Qué milagro! Normalmente suelen pelear cuando uno les quita un ojo de encima por tan solo un minuto. Al vernos a Todomatsu y a mí se dirigieron a nuestra dirección con paso más rápido.

—¡Todomatsu y _! ¿A dónde fueron? Recorrimos las calles por si los encontrábamos, pero no los veíamos. ¡Nos encontramos con algo muy interesante! —exclamó Osomatsu alzando la mano a modo de saludo—. ¿A que sí, Choro-chan?
—Interesante para ella podría ser.
—¿Hum? ¿El qué? —pregunté.
—¡Ven con nosotros! —dijo Osomatsu tomándome del hombro.

Viendo con curiosidad a los demás chicos, lo seguí. A Todomatsu por un tiempo se le vio callado, sin embargo, dentro de poco su personalidad volvió a ser la de siempre.
Al parecer en un sitio estaban regalando dulces a las personas que fueran con disfraces atractivos. En un sentido más amplio de la palabra, sexys. ¡Cielos! ¿El atrevido de Osomatsu pretendía que me ganara esos caramelos para ellos?

—¿Qué? ¡No! —dije cruzándome de brazos y meneando la cabeza de lado a lado. De tan solo pensar que tuviera que mostrarme entre tanta gente me daba vergüenza. No quería bailar o modelar o cualquier tontería como esa… Tan solo quería sentirme bonita con mi ropa.
—¡Por favor, _! —insistió Osomatsu—. Te devolveremos el favor.
—¿Devolverme el favor? ¿Cómo?
Osomatsu hizo una mueca que no supe interpretar.
—¡Son chocolates gratis! Vamos, _. Es solo por esta noche —dijo Jyushimatsu juntando ambas de sus manos como si rezara.
El resto de sus torpes hermanos a excepción de tercero y cuarto hicieron lo mismo.
—¡Por Dios! —exclamé—. ¡Parecen unas criaturas! Bien, maldita sea. Iré.

Todos me dieron palmaditas en los hombros y en la cabeza para animarme a ir. Obviamente no necesitaba de su ánimo, ya estaba decidida a hacerlo. Me dije a mí misma que al fin y al cabo sería solo una noche de diversión a comparación del resto del año. Fui sin ningún problema. El concurso estaba siendo justo en una tienda de comics que antes solíamos frecuentar, por lo que me dio algo de nostalgia. Solo tuve que modelar un poco junto con otras chicas para que nos dieran una calificación y en base a ello ganar nuestro premio. No hubo lugares en realidad, fue un rotundo empate. Caminé con gracia y lentitud por la pasarela que habían preparado en el lugar, adornada con luces de colores y buena música, y salí decidida. Varios chicos y chicas aplaudían a cada concursante, por lo que no podía evitar sonrojarme. De repente pude ver a alguien entre el público que me sacó de mis casillas. Estaba con las mejillas rojas, casi babeando y tomando fotografías de mí y cada una de mis poses.

—¡¿Iyami?! —exclamé. Por instinto intenté cubrirme, aunque de nada servía.

Los chicos al darse cuenta de ello de nuevo se dirigieron a él y entre el público comenzaron a golpearlo, morderlo, pellizcarlo y quién sabe cuántas cosas más.

—¡¿Qué sucede contigo, viejo?! ¡Te partiré la cara!
—¡¿Necesitas que te demos una lección de nuevo?!
—¡Toma esto! ¡Aprenderás a respetar!
—¡Viejo pervertido!
—¡Rápido! ¡Desnúdenlo!
—¡Asesínenlo!

Solo pude oír las voces de los hermanos sin poder distinguir quién decía exactamente qué cosa. Una multitud los envolvió, yo quise ir corriendo hacia ellos, pero las personas de la tienda me llamaron para darme los chocolates que me correspondían. Los deposité en la calabaza que estaba ya casi al tope y me dirigí a mis amigos con prisa.

—¡Muchachos! —exclamé metiéndome entre el gentío—. ¿Qué sucede? ¡Vámonos si ya terminaron! No armen más alboroto por fa…
—¡Oh, _! ¿Estás bien, my dear? —preguntó Karamatsu con preocupación.
—S-Sí…
—¡No te preocupes más, _! ¡Mira la cámara! Está totalmente destruida ahora —dijo Jyushimatsu mientras me mostraba la evidencia.
—¡Y la cara de Iyami también está destruida! —exclamé al ver tan terrorífico escenario.
—Como debe ser —respondió Ichimatsu con su voz monótona.
—¡Cielos! Solo vámonos, chicos.

Y así fue, nos fuimos de ahí mientras que Iyami luego de no entender ni por segunda ocasión la lección, quedara en la banqueta de la calle hecho pedazos, sin ropa y con golpes y arañazos por todas partes. Quizá estaría medio muerto o completamente muerto si yo no los detenía. Vaya, ¡los tipos como él no tienen remedio! Es mejor no prestar atención, supongo.

—¡Por cierto! —interrumpí los pensamientos de los seis—. Aquí tienen. Alcanzan tres barras de chocolate para cada uno… —dije mientras extraía los mismos de mi calabaza.
Todos ellos se miraron unos a otros con el ceño fruncido.
—¡Pero _, no podemos aceptarlo! —exclamó Choromatsu.
—¿Qué?
—¡Sí! ¡De ninguna manera! —añadió Todomatsu mientras me tocaba la mano para detener mis movimientos.
—No hace falta que nos des nada —dijo Osomatsu con decisión.
—¡¿Qué?! ¡Pero si esto fue idea suya! Estábamos aprovechando la situación —dije con exasperación.
—¿Acaso no viste lo que sucedió a causa de ello? —comentó Ichimatsu con ojos de furia (los cuales pude ver por los huecos de la máscara) pero un tono de voz relajado.
—¡Precisamente por ello es que deberían aceptarlos! Esto no habría sucedido si no fuera porque ustedes me… Bueno, no fue culpa de nadie en realidad.
—¡No, _! —Karamatsu extrañamente alzó la voz—. El esfuerzo fue tuyo, sweetie.
—¡Cielos! —dije y solté un suspiro con cansancio. Puse ambas manos en mi cintura, observando con cuidado a cada uno de ellos. Se les veía arrepentidos. A casi todos, excepto a uno.
—¡Yo sí te acepto los chocolates! —dijo un animado Jyushimatsu.
—Así me gusta. —Le di los chocolates.
—¡JYUSHIMATSU! —exclamaron todos al unísono dándole un coscorrón con su ridícula fuerza viril.
—¡¿Qué?! ¡Ella tiene razón, esto no puede ser en vano! No lo habría hecho por cuenta propia…

Los sextillizos se miraron unos con otros. ¡¿Acaso se comunicaban con telepatía otra vez?! Nunca lo sabría. Estuve observándolos por unos segundos hasta que finalmente Osomatsu, con su ridícula sonrisa pícara, dijo:

—Bueno, _, supongo que sí podemos aceptarte algunos chocolates. Je, je…

Puse los ojos en blanco y accedí. ¡Estos hermanos son todos puras palabras!

Pasado el rato nos olvidamos del asunto y finalmente seguimos caminando por la ciudad. Dulces por aquí, dulces por allá… Fue una buena noche. Sin embargo, hubo de nuevo otro evento que terminó llamando la atención de todos, una vez más. ¡Otro concurso de disfraces! Cielos, había tanto que podía suceder durante el resto de la noche. Y, además, en esta ocasión el premio no era solo un montón de dulces de todo tipo, sino que además era una buena cantidad de efectivo y un enorme pay de calabaza, que de verdad era enorme. ¡Eso y una comida gratis a compañía!

—¿Quién se anima? —preguntó Osomatsu con una sonrisa traviesa y de malicia.
—A mí ya no me miren… Estoy exhausta de problemas. —El tan solo recordar el suceso con Iyami o la chica odiosa del penúltimo concurso me ponía ansiosa.
—¡Mi disfraz no es tan bueno! —exclamó Choromatsu.
—¡Yo no quiero ir! —se zafó Todomatsu.
—¡Nai, nai! —Jyushimatsu meneó la cabeza.
—¡Alguien debe ir y no seré yo! —ordenó Osomatsu.
Well, brothers and my pretty girl, si no hay otra opción, seré yo quien acceda a…
—¡Que vaya Ichimacchan! —vociferó el primogénito interrumpiendo al pobre Karamatsu como de costumbre.
—¿Eh? —balbuceó Ichimatsu.
Entonces todos volteamos a ver al mencionado.
—¡Ahora que lo pienso él tiene el disfraz más terrorífico de todos! —dije escudriñándolo inconscientemente con una sonrisa—. ¿Por qué no lo haces, Ichimatsu-kun?
—P-Pero…

Todas las miradas quedaron fijas en él. Casi podía escuchar los latidos de su corazón. Nerviosismo, miedo, pena y emoción…