Baby Stone.

Capítulo nueve: Sonrisas en el mundo de piedra.

¿Marcharse con Senku y los demás en la misión de recorrer el mundo para apoderarse del secreto tras la petrificación o quedarse para cuidar de su hija como ella merecía ya que era lo que en el fondo más deseaba?

Kohaku sentía tanta presión al pensar en eso que casi no pudo dormir esa noche. Dejó a Senku solo en su cama y se quedó en la habitación de su pequeña, mirándola dormir, preguntándose sí podría tener más noches como esta o sí pronto solo podría soñarlo.

A la mañana siguiente se despertó cuando una toalla la golpeó en la cara.

-¡Oye!- gritó indignada.

-Ya era hora, leona.- le llegó la voz llena de reproche de Senku antes de que apartara la toalla. -¿Sí sabes lo poco recomendable que es dormir sentada apoyada sobre una cuna si quieres recuperarte, verdad? Y la mocosa está despierta y con hambre.- hizo un gesto hacia la bebita malhumorada en sus brazos, que estaba chupando su pulgar ansiosamente. –Ve a darte una ducha rápida y encárgate, yo también tengo cosas que hacer, ya sabes.- murmuró mientras se retiraba de la habitación sin dedicarle una segunda mirada.

Suspirando profundamente, tomó la toalla y corrió a la ducha, ya ansiosa por cargar a su pequeña. Apenas terminó corrió otra vez en dirección al primer piso donde Senku la esperaba en la entrada de la cocina, con Francois detrás de él.

-Oh, hola, Francois.- la saludó animadamente mientras tomaba a su hija y comenzaba a amantarla sonriéndole tiernamente. -¿Vienes a traer lo que debo comer hoy?-

-En efecto, también traje algunos ingredientes.- alzó una canasta llena a rebosar de vegetales de hoja verde envueltos, frutos secos y algunos trozos de carne. –Todo rico en hierro, por supuesto.-

-Te lo agradezco.- dijeron los dos sinceramente.

-No es nada. También me ofrezco a sostener a la pequeña mientras desayunan.-

Ellos le agradecieron casi llorando de alegría. Francois verdaderamente era un ángel.

Una vez terminaron de desayunar y la chef se marchó, Tsukiku estalló en llanto. Al principio la joven madre pensó que era por extrañar a Francois, pero rápidamente un olor desagradable llegó a su nariz y rápidamente se la entregó a su padre.

-¡Se hizo! ¡Cámbiala!- exigió alejándose un par de pasos.

-Bien, bien.- acercó el bolso que siempre llevaba a todas partes con todo lo que necesitaba para la niña. –Sin embargo, leona, pronto deberé de volver a trabajar en el barco a tiempo completo y ya no podré estar tanto aquí, así que no te salvaras de tener que cambiarla tú.- le sonrió burlonamente ante su mueca de espanto. –Ugh. Es increíble que de algo tan lindo salga algo tan repulsivo. Apestas, mocosa.- se cubrió la nariz con dos dedos mientras retiraba el pañal sucio y lo dejaba a un lado.

Kohaku rió, en parte por ternura y en parte por diversión. Era increíble escuchar a Senku llamar "lindo" a algo, pero bueno, su hija era la cosita más hermosa que habían puesto ante los ojos de nadie, así que era inevitable incluso para él.

Una vez limpia, la pequeña fue regresada a los brazos de su madre y de inmediato comenzó a buscar su pecho.

-¿Otra vez hambre?- rió con gotitas bajando por su sien mientras bajaba su vestido.

-Cuando termines de alimentarla llévala arriba, le daré un baño antes de irme a ver cómo están las cosas con el barco.- bostezó mientras se retiraba por las escaleras, probablemente para preparar todo.

Ella asintió distraídamente, acercándose a una ventana para ver fuera. Habían varias personas dando vueltas por el lugar, teniendo en cuenta que allí estaba el laboratorio y muchas otras cosas científicas, mayormente veía a gente cargando grandes trozos de vidrio y tubos metálicos extraños. Mirándolos, de repente notó algo extraño.

Junto a los pocos arbustos que quedaban cerca de la casa, una sandía muy familiar estaba escondida.

De inmediato sonrió y se dirigió a la puerta de la casa, abriéndola y asomándose fuera.

-¡Suika!- la llamó con voz moderadamente alta.

Su hija solo la miró brevemente antes de volver a succionar sin sobresaltarse mucho, por suerte. Suika, por otro lado, se sobresaltó por completo, saltando de los arbustos con lagrimitas en los ojos.

-Oww, no se suponía que me vieras.- gimoteó haciendo pucheros adorables mientras caminaba hacia ella.

-Oh, lo siento. ¿La gran detective Suika-sama está en una misión importante?- sonrió con emoción, enternecida.

-¡Así es! ¡Pero no puedo decírtelo, es un secreto!-

-En ese caso no me interpondré.- murmuró divertida. –Pero ¿tal vez te gustaría tomarte un descanso y entrar para comer un helado?- sugirió arqueando las cejas. La niña se sonrojó de gusto con solo pensarlo y asintió fervientemente, siguiéndola dentro de la casa. –Aunque tendrás que esperar a que Tsukiku terminé de tomar del pecho para que pueda dejarla con Senku.-

-No me molesta esperar.- aseguró mientras se sentaba en una de las sillas, mirando en todas direcciones. –Wow, no había visto la casa terminada. Quedó muy linda. ¿Te gusta, verdad?-

-Es un poco extraña, pero me gusta mucho.- dijo sinceramente. –Supongo que me acostumbrare con el tiempo.- bueno, sí es que elegía quedarse…

-¿Kohaku-chan? ¿Estás bien? De repente pusiste una cara triste.- la miró preocupada.

-¡C-claro que estoy bien! Solo pensé en… tonterías. No importa. ¿Te gusta más el helado de chocolate o de vainilla?- cambió de tema.

-¿Puede ser ambos?-

-¡Sí, lo que tú quieras!-

-¡Oye, leona!- Senku la llamó bajando por las escaleras. -¿Por qué tardas tanto? ¿La mocosa sigue alimentándose o qué de…? Oh, hola, Suika.- saludó a la niña apenas verla.

-¡Hola!-

-No soy una leona.- lo miró mal. –Y sí, sigue...- bajó la cabeza para mirarla, solo para sorprenderse. –Aww, ya se durmió.- prácticamente se derritió de ternura al verla con sus ojitos cerrados y la boca abierta todavía rodeando su pecho.

-Mierda, pues tendré que despertarla.- suspiró con hastío. –Tengo que irme sí o sí y no puedo dejarla sin su baño. Dámela.- aunque con pena, Kohaku se la entregó, entendiendo su punto.

-¿Vas a sacudirla para que se despierte?- preguntó Suika con pena por la bebita que se veía tan linda durmiendo.

-No.- Senku frunció el ceño duramente. –Nunca debes sacudir a un bebé. Podrías provocarle severo daño cerebral o incluso la muerte.- Kohaku se estremeció, resistiendo el impulso de pedirle que se la devuelva. Las ancianas ya le habían dicho eso, pero oírlo de la boca del científico y con tanta seriedad le provocaba escalofríos. –Oye, mini leona.- le pasó una mano por la mejilla suavemente, dándole ligeros golpecitos con los dedos. -¿Quién te dijo que era la hora de dormir? Despierta de una vez o Suika te robara a tu madre.- ese comentario hizo que Suika, que se quedó temblando con lo dicho anteriormente, riera y volviera a su buen humor de siempre. Kohaku se preguntó sí Senku lo dijo con esa intención o solo fue una afortunada casualidad.

Con otro par de toquecitos en su mejilla y en su nariz, Tsukiku finalmente despertó lloriqueando.

-Dame…- cuando Kohaku quiso agarrarla para calmarla, él se hizo a un lado.

-Tranquila, leona, yo me encargó. Tú quédate con Suika y yo te la traeré pronto.- sin más se fue por las escaleras meciendo a la bebita.

La joven madre resistió el impulso de insistir. Él era su padre, después de todo, y a Tsukiku también le gustaba estar con él así que no tenía por qué meterse en su tiempo juntos como padre e hija.

Con los hombros hundidos, caminó directo al refrigerador y buscó el helado que Senku le mostró ayer.

-Aquí tienes, Suika.- colocó un vaso lleno de helado de vainilla frente a ella, que comió felizmente. -¿Y hay algo en lo que pueda ayudarte con tu nueva misión? ¿O todo es secreto?- le sonrió antes de comer su helado.

-Todo es secreto.- dijo solemnemente, o lo más solemne que podía ser con su barbilla llena de helado. –Pero, me gustaría saber… ¿Cómo han estado Senku y tú con su hija? Ya no los veo tanto como antes.- hizo un lindo puchero.

-Estamos bien… él me ayuda mucho.- contestó sinceramente. –Las cosas son muy difíciles, claro, es duro cuidar un bebé.- sonrió con cansancio. –Aun así la amó muchísimo… y creo que Senku también aunque no lo diga, ya sabes cómo es él.- dijo cariñosamente.

-Se ven cansados.- murmuró con pena.

-Tsukiku se despierta mucho durante la noche. Senku dice que es porque cuando estaba en mi vientre en el día yo me movía y el movimiento la mecía, mientras que en la noche yo me quedaba quieta y ella se ponía más activa, lo cual es cierto porque me pateaba mucho cuando intentaba dormir.- rió. –Así que costara que se acostumbre a dormir en la noche y no durante el día. Y por mientras nosotros tendremos que lidiar con menos horas de sueño.- bostezó, anhelando dormir aunque sabía que eso todavía era una fantasía lejana. –Pero está bien, estamos intentando establecer un horario donde uno pueda ocuparse de sus necesidades mientras el otro duerme. Así que estaremos bien.- o al menos eso esperaba.

-Entonces lo que más quieren… ¿es dormir?- preguntó ladeando la cabeza.

Kohaku encontró su pregunta un poco extraña, pero aun así asintió lentamente.

-Sí, supongo que sí…- en realidad lo que más quería en ese momento era poder quedarse para siempre con su bebita, con Senku apoyándola, pero prefirió no decir eso delante de Suika, después de todo sí elegía irse ella sería otra persona a la que extrañaría, ya que obviamente no podían llevarla tampoco, y eso era deprimente. –D-de cualquier forma… ¿Querrías quedarte a hacerme compañía hoy o todavía tienes que seguir con tu misión?-

-Creo que ya terminé mi misión.- sonrió satisfecha, confundiendo a Kohaku. –Pero sí, me gustaría quedarme. ¿Puedo jugar con Tsukiku-chan?- preguntó emocionada.

-Temó que tendrás que esperar mucho más para eso, pero creo que Senku dijo que había formas de jugar con ella.- recordó llevando un dedo a su barbilla. –Deberíamos ir a preguntarle, supongo. Pero primero terminemos nuestros helados.- se llevó otra gran cucharada a la boca.

Apenas terminar, subieron por las escaleras hasta el baño del segundo piso, cuya puerta estaba entreabierta. Al entrar vieron que la bebé ya estaba bañada y Senku la tenía sobre una manta, dándole masajes en uno de sus piecitos mientras ella chupaba su pulgar.

-¿Ya te impacientaste?- la miró burlonamente. –Tranquila, solo le estoy haciendo un pequeño masaje y luego te la devolveré.-

-No me impaciente.- se cruzó de brazos, frunciendo el ceño. –Vine a preguntarte algo. ¿Y para qué son los masajes? ¿Tiene dolores?- preguntó preocupada, recordando los consejos de las ancianas de hacerle masajes cuando tenga dolores en su pancita.

-No. Está perfectamente bien, solo hago esto porque le gusta.- sonrió suavemente mirando al rostro de su hija, que tenía los ojitos entrecerrados y parecía muy tranquila y relajada. –Además dependiendo del masaje tiene muchos beneficios para ayudar a reforzar sus funciones respiratoria, circulatoria y gastrointestinal, relaja sus músculos y estimula sus movimientos.- agregó, haciendo que tanto la niña como la mujer sintieran gotitas bajando por sus frentes. –Te enseñaré a hacerlo luego. ¿Cuál es tu pregunta?- indagó mientras pasaba al otro piecito de la pequeña.

-B-bueno, Suika estaba hablando respecto a jugar con nuestra bebé y recuerdo que tú me dijiste que…-

-Ah, sí, jugar también es bueno.- la interrumpió, riendo entre dientes. –Aunque no hay muchos juegos para una recién nacida, pero…-

-¿Pero?-

-Podemos hacerle un par de juguetes, supongo.- sonrió misteriosamente. –Por el momento, el simple hecho de hablarle y hacerle gestos debería bastar para entretenerla, sí es que no se asusta.- hizo una mueca, seguramente recordando la aversión de su hija a sus sonrisas maniáticas. –Eres una miedosa ¿lo sabías?- le habló a la bebita, que solo pestañeó.

Después de un par de minutos, el masaje terminó y su hija fue devuelta a los brazos de su madre, que rápidamente besó su frente varias veces.

Senku prometió regresar antes del atardecer y que sí lo necesitaba solo debía mandarlo a llamar y vendría lo más rápido posible, entonces se marchó, dejando solas a la mujer, la niña y la bebita.

Kohaku colocó a Tsukiku en su cesto y le sonrió tiernamente. Ella parecía soñolienta, pero aún no se dormía.

-Acércale tu dedo a su manita.- le dijo a Suika con un guiño.

La niña así lo hizo y la bebita de inmediato cerró su puñito alrededor del dedo de la mayor.

-Ohh…- Suika sonrió encantada, con sus mejillas sonrosadas. –Que linda es.- rió felizmente.

-¿Verdad que sí?- Kohaku estaba que se derretía de ternura por las dos niñitas más lindas del mundo.

Siguieron hablando con la pequeña y haciéndole gestos que ella miraba curiosamente hasta que bostezó y su madre la tomó en brazos para mecerla hasta dormirse. Una vez su hija se durmió, ella también bostezó, sintiendo el efecto del cansancio que sentía acumulándose día tras día. Suika también bostezó, aunque probablemente solo por "contagiarse" al verlas.

-¿Tal vez podríamos tomar una pequeña siesta junto a Tsukiku-chan?- preguntó quitándose su casco-sandia con una sonrisa soñolienta. –Da un poco de sueño verla dormir tan tranquilita…-

-Podríamos… pero ¿segura que no tienes que seguir con tu misión?- alzó una ceja.

-Está bien, estoy muy segura de que ya terminé.- sonrió complacida consigo misma.

Encogiendo los hombros, Kohaku colocó a su hija en el cesto que tenía en su habitación cerca de su cama para asegurarse de oírla si lloraba y después ella y Suika se recostaron sobre las muchas almohadas del gran y cómodo colchón hecho gracias a la ciencia, durmiéndose rápidamente.

.

Ruri llegó a la nueva casa de Senku y Kohaku esperando poder pasar un poco de tiempo con su linda sobrinita, pero al entrar y echar un vistazo la encontró durmiendo profundamente, igual que su madre y la pequeña Suika sobre la cama junto a ella.

Sonrió dulcemente y decidió dejarlas dormir, sin embargo no se marchó. Notó que no habían desempacado y los armarios estaban prácticamente vacíos, así que se dispuso a abrir las bolsas y doblar y guardar todo en secciones separadas. Dejó la ropa de Senku en el lado izquierdo y la de Kohaku en el derecho, también uso algunas de esas "perchas" para colgar ciertos atuendos. Luego encontró la habitación de Tsukiku y al ver que tampoco desempacaron sus cosas repitió su acción de antes, queriendo ayudar lo más posible a los nuevos padres primerizos de la aldea.

La casa no estaba muy desordenada ni sucia, probablemente Senku ya se había encargado de mantener todo limpio ya que parecía muy estricto con la higiene absoluta para donde quiera que llevaran a su hijita, aun así la sacerdotisa decidió ordenar las pocas cosas que parecían fuera de lugar como los vegetales y algunos platos, barrió la poca tierra acumulada en el suelo y se aventuró a los rincones más difíciles para limpiar el polvo. Como ya era mediodía, luego de acabar su limpieza decidió calentar con la estufa a gas que tenían la comida que Francois había dejado para Kohaku siguiendo su dieta estricta en hierro.

Una vez puso la mesa, se dirigió al piso de arriba y colocó una mano suavemente en el hombro de su hermana menor para despertarla. Ella abrió los ojos lentamente y Ruri le sonrió antes de pasar a despertar a la pequeña Suika, que abrió los ojos rápidamente y se sentó, estirando los brazos y dando un pequeño bostezó.

-¿Ruri-nee?- dijeron las dos sorprendidas y soñolientas.

-Calenté tu comida, ya pasa del mediodía y no puedes saltarte ninguna comida, Kohaku, así que baja a almorzar.- ordenó suavemente. –Yo me quedaré con la pequeña mientras terminan, puesto que ya he almorzado.- se sentó frente al cesto.

-Oh, muy bien. Gracias, Ruri-nee, eres la mejor.- le sonrió antes de retirarse junto con Suika después de que ella tomara de regreso su sandía-casco-lentes.

Ruri sonrió felizmente al saber que estaba ayudando un poco a su hermanita con su bebita, luego fijo los ojos en la pequeña y sus ojos se llenaron de ternura.

Era un poco gracioso… desde niña había escuchado la historia de Ishigami Senku, preguntándose si realmente existió, sí es que alguna vez llegaría a escuchar el mensaje que el fundador dejó para él, sí realmente era el salvador de la humanidad como Byakuya-sama creía. Y resulta que su hermana lo trajo a la aldea, ella estuvo casada con él como por dos minutos y él la salvó de la enfermedad que la atormentó tantos años. Ahora era su cuñado y padre de su sobrina, oficialmente un miembro de su familia.

Sonrió divertida, preguntándose qué pensaría el fundador Byakuya sobre esto.

-Es gracioso que sea tu abuelo y tu ancestro al mismo tiempo.- susurró mirando a la bebita dormida. –Bueno, Senku no tiene relación de sangre con su padre, pero sigue siendo su padre y sigue siendo tu abuelo… y tu ancestro muy lejano.- rió, encontrando la situación muy divertida por alguna razón. –Es una pena que nunca puedas conocerlo, pero al menos tenemos un disco con su voz y una hermosa canción.- se llevó un dedo a la barbilla. –Deberíamos hacer que la escuches algún día, a los bebés les gustan la música, según las enseñanzas de tu abuelo en las cien historias.- suspiró, decidiendo callarse antes de emocionarse mucho y hablar tanto que termine despertando a la bebita.

Luego de media hora, las dos chicas menores regresaron a la habitación.

-¿No se despertó?- preguntó la joven madre mirando atentamente a su retoño.

-No. Es muy dormilona.- señaló alegremente. –No se despertó ni cuando comencé a hablarle de su abuelo. Hablando de eso, deberíamos ponerle la canción del disco un día de estos, seguro le encantara.- sugirió emocionada.

-¡Oh, gran idea! Le preguntaré a Senku pronto, supongo.-

Hablaron por un tiempo hasta que Ruri decidió retirarse y Suika se le unió. Ambas se despidieron de Kohaku y abandonaron la casa.

-Por cierto, Ruri-nee, finalmente completé mi misión.- le contó alegremente la niña. -¡Ya sé qué es lo que Senku y Kohaku más quieren!- afirmó.

-Impresionante.- sonrió con las cejas arqueadas. –Espera a que cenemos esta noche en el restaurante de Francois y cuéntanoslo. Así podremos empezar a prepararnos para tener todo listo.- le daba curiosidad saber qué había obtenido Suika, más porque realmente no planeaban obtener nada de esta misión, pero ya deberían haber sabido que con la gran detective Suika siempre se obtenía el éxito.

Cuando se hizo de noche las dos se dirigieron al restaurante de Francois, sorprendiéndose al ver a Senku hablando con Kaseki y Chrome. ¿No debería haber regresado con Kohaku ya?

-…Solo sigan mis planos ¿de acuerdo? Hasta le pedí al mangaka que lo dibujara para que sepan mejor como hacerlo, así que debería de ser diez billones de veces más fácil.- al acercarse más Ruri comenzó a escuchar de qué iba la conversación. –Y Chrome, es muy importante que me consigas rutilo para extraer el titanio y usarlo junto con el hierro después de que hagamos las láminas de aluminio. Yo me encargó de la parte química para obtener el oxido de hierro y el dióxido de titanio, tú consigue el material bruto.-

-No entiendo.- Chrome pestañeó aturdido. –Es un juguete muy lindo el que quieres hacerle a tu hija. ¿Por qué necesitas metales pesados y productos químicos para hacerlo?- él y el viejo Kaseki se veían un poco perturbados.

-Ya lo verán. Simplemente hagan lo que les pido.- rascó su oreja con una mirada irritada.

-Senku. ¿Aun no has regresado con Kohaku?- no pudo evitar preguntar Ruri apenas estuvo a unos pasos de los tres hombres.

-¿Eh? Ah, no. Aún no. Ya voy, solo estaba ocupándome de una pequeña tontería.- se encogió de hombros. –Recuerden, sigan los planos. Sí tienen preguntas, pregunten, pero que no sea delante de Kohaku.-

-Oh, ¿quieres hacerle una sorpresa?- el viejo Kaseki se mostró sorprendido.

-La sorpresa es para Tsukiku, pero probablemente ella se impresione tanto como la mocosa.- rió entre dientes. –Como sea, ya me voy. Mañana iré a trabajar en el barco a eso de las diez de la mañana o después de almorzar, ya veremos.- sin decir más se retiró, sin responder a los saludos de todos deseándole buenas noches.

Francois sirvió la cena y todos se sentaron a comer. Entonces Suika dio los resultados de su misión.

-Lo que más quieren Senku y Kohaku es… ¡dormir!-

-¡¿EHHHHHH?!- soltaron todos, tomados por sorpresa.

-¡JA! No me sorprende.- su padre rió ruidosamente. –Criar a una recién nacida es un trabajo duro, y los primeros meses casi no duermes.- varios ancianos y personas mayores en la aldea asintieron de acuerdo con sus palabras. –Lo máximo que llegas a dormir al día son unas cinco horas.- se estremeció, seguramente recordando sus experiencias con Ruri y Kohaku de bebés.

-Pero sería imposible conseguirles eso ¿verdad?- preguntó Ukyo con una mueca. –Quiero decir, seguro que con gusto muchos querríamos cuidar a la bebé, pero no se la puede alejar mucho tiempo de sus padres ¿o no?-

-Tiene razón. ¿Deberíamos pensar en otra cosa?- indagó Yuzuriha, preocupada.

-En realidad no es imposible.- dijo Francois saliendo de la nada, haciendo a varios estremecerse. –Mientras sepamos brindarle cuidados y tengamos con que alimentarla, podemos cuidarla por una noche. Eso siempre y cuando no extrañe demasiado a sus padres y lloré desconsoladamente.-

-¿Hay alguien con quien tenga la suficiente confianza como para quedarse por horas?- inquirió de nuevo Yuzuriha.

-Según lo que Kohaku me dijo…- Ruri se llevó un dedo a la barbilla, recordando las conversaciones que tuvo con su hermana respecto a la bebita. –Tsukiku es más apegada a ella, su madre, luego a su padre, Senku, y luego es un empate entre yo y Yuzuriha.- compartió una sonrisa con la mujer castaña. -¡Oh, también dijo que Francois tiene una capacidad increíble para calmarla!- recordó.

-Hmm, entonces tú y Yuzuriha podrían turnarse para cuidarla. Y sí empieza a chillar Francois la calmara. ¡Asunto resuelto!- clamó Ryusui chasqueando los dedos.

-No creo que sea tan fácil…- murmuró Ukyo dudoso.

-¡Tonterías, es el plan perfecto!- exclamó muy seguro el avaricioso hombre.

-¿Pero ellos aceptaran eso?- Chrome se mostró escéptico. –Los he visto con su hija y los dos son un poco… posesivos. En especial la gorila.- se estremeció.

-Déjenmelo a mí.- Gen sonrió malvadamente. –Estoy seguro de que lograre que todo resulte bien.- todos lo miraron sospechosamente, pero entonces Francois ofreció postre y la conversación se volcó a otro lado.

Ruri solo esperaba que todo terminara bien para la nueva, pequeña y extraña familia de la aldea.

.

Tsukiku cumplió tres semanas de vida y Senku y Kohaku se sentían más muertos que nunca. Se volvió aún más glotona, lo cual el científico aseguraba era normal, pero ahora en medio de la noche en vez de despertarse por comida cada tres, cuatro o cinco horas se despertaba cada dos horas o incluso menos, y cuando no se despertaba por hambre se despertaba para llorar a gritos, manteniéndolos otra buena hora despiertos hasta que lograban descubrir por qué diablos estaba llorando ahora.

-¿Segura que no quieres comer más?- eran las seis de la mañana y desde las cuatro que estaban despiertos. Claro que Tsukiku no había estado llorando dos horas o ya estaría muerta de preocupación, pero parecía indispuesta a dormirse y hace poco volvió a llorar.

-Ha estado rechazando el pecho la última media hora ¿por qué aceptaría ahora, leona?- murmuró Senku frotando sus sienes. –A ver, dámela.- le extendió los brazos. Kohaku la entregó y ambos se sorprendieron cuando se calmó inmediatamente. –Ah, vaya… ¿Solo quería estar conmigo?- alzó una ceja, incrédulo. –Sí ese es el caso entonces tú ve a dormir, necesitas estar en el mejor estado de salud posible ya que estás amamantando.-

-Ok…- arrastrando los pies, Kohaku dio media vuelta y se alejó un par de pasos, pero entonces el chillido potente y desconsolado volvió a resonar. –Mierda.- volvió sobre sus pasos inmediatamente. -¿Qué sucede, bebé?- preguntó desesperada, intentando hacerle caras graciosas para distraerla y que deje de llorar, pero ella continuó. –Agh, mejor dámela.- él se la dio y, sorpresa, Tsukiku dejó de llorar inmediatamente. –Oh, ¿querías volver con mamá?- sonrió enternecida.

-Al fin se calla. Qué pulmones.- Senku se frotó los oídos, retrocediendo un par de pasos. De pronto, los chillidos volvieron a estallar. -¡Agh! ¡¿Ahora qué?!- gritó en un susurro.

-Bebé, tranquila, por favor.- Kohaku estaba a un pelo de ponerse a llorar con ella. -¡Senku! ¿Qué es lo quiere? ¿No puedes saberlo con ciencia?- lloriqueó meciendo suavemente a la niña, cuidando no ser muy brusca incluso aunque estaba desesperándose como nunca antes en su vida.

-La ciencia es ciencia, no una puta esfera mágica de los milagros.- se frotó sus ojos rojos rodeados de profundas ojeras. –Tal vez deberíamos llamar al mentalista, aunque no creo que tenga muy estudiada la psicología de los bebés.- sonrió secamente.

-¿Qué tal Francois? Ella es muy buena calmándola.- sugirió, ya más que totalmente agotadísima.

-Puede que ayuden, puede que no. Lo cierto es que los bebés son totalmente impredecibles.- se llevó la palma de la mano a la frente, lanzando un gran suspiro. –Ya la has visto, llora y se calma, vuelve a llorar, vuelve a calmarse y entonces llora todavía más fuerte.- se jaló los cabellos apretando fuertemente los dientes, tan sacado de quicio como ella. –Cuando me la diste, pensé…- se calló de pronto.

-¿Qué?- lo miró por debajo de sus parpados pesados.

-¡Eso es!- exclamó triunfante. –Creo que ya sé lo que quiere.- se acercó a ella y la rodeó con sus brazos, pegándolos con sus estómagos casi al ras y su hija en medio de ellos presionada contra sus pechos. Sus chillidos cesaron de pronto. –Ah… así que era eso. Tenía razón.- rió entre dientes.

-¿Qué?- preguntó totalmente perdida. -¿Qué quiere?-

-Solo esto.- los señaló con un movimiento de cabeza. –Nos quiere a los dos. Quiere que estemos con ella juntos.-

-¡Oh!- la miró sorprendida, notando que ahora tenía su pulgarcito en su boca y parecía lista para dormirse finalmente. -¿Solo eso?- en cierto modo parecía demasiado fácil después de horas de sufrimiento.

-Los bebés son tan absurdamente complicados como absurdamente simples.- resopló divertido. –O tal vez simplemente nuestra mocosa ya es demasiado caprichosa. Ja, bromeó, es imposible malcriar a un recién nacido.- rió entre dientes. –Aprovechemos que se está durmiendo y vamos a la cama.-

Fue difícil subir las escaleras los dos sin romper contacto con su hija, pero finalmente lo hicieron y se recostaron en su cómoda cama con su hija ya dormida en medio de ellos, que de inmediato se desplomaron, muertos de cansancio.

Solo una hora después fueron despertados no por su hija, sino por Francois insistiendo en que debía desayunar. Apenas se apartaron de la bebita ella se despertó y empezó a llorar a gritos otra vez.

-Si me permiten, la sostendré mientras comen.- dijo la chef con calma contraria a los dos padres que estaban listos para jalarse los cabellos por frustración.

-Pues inténtalo, pero no sé sí… Oh, se calmó.- apenas Kohaku le entregó el bebé a Francois, ella dejó de llorar y pasó a mirar con curiosidad a la mujer mayordomo, que la mecía suavemente en sus brazos.

-Por favor coman, me encargare.- hizo una pequeña reverencia con la cabeza mientras se sentaba en la cama aun sosteniendo al bebé.

-Gracias…- murmuraron tan impresionados como agradecidos.

-Francois es realmente maravillosa.- murmuró Kohaku un poco más relajada después de llenarse la barriga con el delicioso desayuno que trajo la susodicha.

-Sí, aunque ya debe ponerse a trabajar para llenar nuestras reservas en el barco, así que no podremos abusar mucho de su amabilidad.- masculló Senku, que iba por su tercera taza de café. –Por cierto… Si estás pensando en eso ¿verdad? En la decisión que tomaras.- la miró seriamente.

-Lo estoy pensando.- asintió lentamente. –Aún no… aún no me decido.- sorbió nerviosamente su jugo de frutas.

-Tienes otra semana más. Piénsalo bien.- terminó su café y se puso en pie. –Veamos sí la mocosa se calmó un poco, porque sí va a seguir llorando así todo el día dudo poder ir a trabajar en el barco.- rascó su oído con cansancio.

-Bien.- terminó su jugo y lo siguió hasta su habitación, donde Francois tenía a la pequeña dormida en sus brazos.

-Intente ponerla en su cesto y se despertó inquieta al instante.- informó al verlos.

-Debe gustarle el contacto piel con piel.- supuso Senku. –Aparentemente a los bebés les gusta sentir la calidez y escuchar los latidos del corazón o alguna mierda de esas.- bostezó. –Demonios, planeaba ir a ayudar con el barco hoy, pero estoy tan cansado que no serviría de nada.- rió entre dientes. –Creo que mejor me quedaré a intentar dormir, cosa que dudo lograr porque seguramente la mocosa no tardara en despertar de nuevo.- sus hombros se desplomaron.

-Sí me lo permiten, no me importaría quedarme un par de horas con ella.- ofreció Francois sonriendo amablemente.

Los dos padres la miraron sorprendidos.

-¿Lo harías? Pero…- Kohaku se mostró un poco insegura.

-No es una mala idea… viendo que Tsukiku parece tan cómoda con ella.- murmuró Senku, frotando su barbilla. –Y ya hemos preparado un par de biberones con leche materna por si tiene hambre, así que técnicamente no habría ningún problema. Pero…- apartó la mirada, inseguro.

Francois sonrió, luciendo divertida.

-No tengo ninguna intención de robarles a su bebé, sí eso es lo que les preocupa.- Senku y Kohaku se estremecieron.

-¡Claro que eso no me preocupa!- gritaron a susurros, un poco demasiado a la defensiva.

-Ella estará bien conmigo mientras ustedes descansan un par de horas. Estaré libre hasta las once, ya que el almuerzo se sirve a las doce y media, por lo que podrán dormir un buen par de horas. Una vez despierten se las devolveré y ella seguirá amándolos, son sus padres, después de todo.- dijo mientras se ponía en pie y comenzaba a retirarse de la habitación llevando el bolso con todo lo que la bebé podría necesitar con ella. –Dulces sueños, los despertare sí los necesito.- cerró la puerta suavemente al marcharse aun con sus brazos ocupados por la bebita y el bolso. Realmente era increíble.

-Ni siquiera nos dio una opción al respecto.- murmuró Kohaku con gotitas bajando por su sien.

-Debemos vernos como un par de mierdas para que ofrezca tan amablemente su ayuda y gratuita.- rió Senku frotando su rostro. –Como sea, es un hecho que necesitamos dormir más, en especial tú, que necesitas recuperarte lo antes posible.- volvió a recostarse en la cama. -¿Vienes o qué?-

-Umm… sí.- se recostó a su lado, guardando una distancia considerable. –Bueno… solo serán un par de horas.- bostezó y antes de darse cuenta cayó profundamente dormida, igual que Senku.

Estaban realmente agotados.

Cuando despertó, Senku ya no estaba y Francois le regresó a su bebé diciéndole que él se marchó un poco antes para ir a trabajar en el barco. Después de dejarle su almuerzo listo, la chef también se marchó, dejándola sola con su hija dormida.

Tsukiku se despertó una hora después, justo luego de que terminara de almorzar, llorando pero no por hambre, sino porque había ensuciado su pañal.

Kohaku ya la había cambiado antes una vez, pero con ayuda de Senku, así que estuvo un poco nerviosa mientras la cambiaba sola por primera vez. En realidad fue mucho más fácil de lo que pensó, apestaba a diablos, claro, pero no era tan malo. Podría sobrevivir a hacer eso diariamente. Era su deber como madre, después de todo.

Senku regresó extrañamente temprano ese día cargando un bolso extraño, y en compañía de Chrome, Kaseki y Suika.

-¿La mocosa está dormida?- preguntó al verla en la cocina meciendo su cesto.

-No. He estado intentando que se duerma como por una hora.- hizo una mueca. –Parece malhumorada, pero por suerte no está llorando.- chupaba su pulgar ansiosamente a pesar de que había rechazado el pecho y tenía su pequeño ceño fruncido.

-Excelente, quédense aquí.- mandó mientras se marchaba escaleras arriba llevando ese extraño bolso con él.

-Oh, no había visto a la pequeñita de cerca.- Kaseki se acercó al cesto e inclinó la cabeza para ver a la bebita. –Qué linda, se parece bastante a sus padres.- le acercó su dedo, que ella de inmediato envolvió en una manito como lo hizo antes con Suika.

-Es bastante linda para ser hija de una go…- antes de terminar la frase, Chrome pudo sentir un aura oscura elevarse lentamente desde Kohaku, amenazando con tragarse su alma y engullirla hasta hacerla trizas. –Hija de una… una… mujer tan fuerte y alguien tan feo como Senku, claro, iba a decir eso.- rió tensamente, temblando hasta los huesos.

Eso pareció bastar para que Kohaku lo dejara vivir por ahora, al menos.

-¡Oigan!- llamó Senku desde las escaleras. –Ya es hora, vengan aquí con la mocosa a su cuarto.-

Curiosa, Kohaku tomó a su hija en brazos y lideró el camino hasta la habitación de Tsukiku, donde Senku los esperaba apoyado en la puerta con una sonrisa ladina de las suyas.

-¿Qué pasa? ¿Por qué tanto misterio, Senku?- Kohaku lo miró con ojos entornados.

-Ya lo verás. ¿Recuerdas que me preguntaste sobre juegos para la mocosa? Bueno, dije que le conseguiría juguetes. Y aquí tiene el primero.- abrió la puerta de la habitación de Tsukiku.

Kohaku entró a la habitación y al fijar sus ojos en la cuna jadeó.

Fijado del cabezal de la cuna había un pequeño mástil curvo con cuatro varas fijadas a este por medio de un engranaje raro, pero sus ojos les prestaron más atención a las figuras que colgaban de las varas por algunos trozos de cuerda, girando y produciendo un bajo sonido como de campanas. Las figuras eran un cohete como el de la bandera del reino de la ciencia, un par de estrellas, uno con forma de sol y otro de media luna, y muchas bolas de colores de las cuales solo reconoció dos, una que parecía la tierra y otra que era como el planeta llamado Saturno que Senku le mostró una vez con el telescopio. ¡Y todo tenía puntitos brillantes en todas partes!

-¡Wow! ¡Es increíble, Senku!- sonrió enormemente, luego bajo la mirada hacia Tsukiku, que todavía se veía malhumorada y tenía sus ojitos fijos en el techo. -¿Cómo se llama?-

-Es un móvil para bebés, por supuesto. Es absurdamente fácil de hacer, aunque no tenía mucho tiempo para hacerlo yo mismo y recurrí a la ayuda de mis compañeros artesanos.- sonrió mirando a Chrome y Kaseki, que se veían tan impresionados como Kohaku.

-Sí, nosotros lo hicimos.- murmuró Chrome con la boca abierta. -¡Pero no era así antes! ¡Ahora es más… es más…!...-

-Brillante.- completó Kaseki. –Increíble. ¿Cómo le diste ese brillo a mi creación para la pequeñita? Es realmente impresionante.-

-Es simple brillantina.- Senku rió entre dientes. –La visión del recién nacido no es como la nuestra, su cerebro no está lo suficientemente desarrollado para procesar toda la información que le envían los ojos, así que ven todo borroso. Por lo tanto para llamar su atención debemos presentarle solo objetos brillantes o que contrasten, preferiblemente de colores rojos o blancos y negros. Por eso me desapegué de la realidad y pinte de colores más llamativos los planetas del sistema solar. Excepto Marte y la Tierra. Y llené todo de brillantina.- se acercó a Kohaku y miró a su hija. –Vamos, ponla en su cuna. Quiero estudiar su reacción y saber sí debo o no debo agregar algo para que le resulte más entretenido.-

-Creo que le encantara, sí a mí me fascina.- la joven madre sonrió emocionada mientras se acercaba a la cuna y se inclinaba para depositar allí a su bebé.

-¿Así que para eso querías el titanio, el aluminio y el hierro, aparte de todos esos químicos?- preguntó Chrome sorprendido. –Wow, me sorprende que algo tan bonito salga de tanto trabajo. ¡La brillan-tiene se ve genial!-

Tsukiku pestañeó cuando su madre se alejó después de dejarla en la cuna, pareciendo como si fuera a llorar en cualquier momento, pero entonces sus ojos se fijaron en el móvil.

-Se dice brillantina, idiota.- contestó Senku a las palabras del otro científico. Kohaku se rió y los dos volvieron la vista a su bebé, solo para quedarse sin aliento.

-¿Qué pasa?- Suika se paró de puntitas para ver por encima de los barrotes de la cuna.

Chrome también se acercó y observó con curiosidad a Senku y Kohaku al verlos congelados, sorprendiéndose al ver sus rostros. Ella tenía la cara roja y una sonrisa temblorosa, viéndose como si fuera a llorar en cualquier momento, mientras que él tenía los ojos muy abiertos y brillantes, con cierto tono de rosa en el rostro, lo que le recordaba a cada vez que veía un material raro o empezaban un nuevo proyecto, solo que sus ojos de alguna forma parecían brillar todavía más, tanto como brillaban los de Kohaku. Se extrañó al ver que Suika también se puso así de pronto y miró a la cuna, solo para de repente entenderlo todo.

-¡Oh…!... ¡Está sonriendo!- se inclinó sobre la cuna con una gran sonrisa. En efecto, la pequeñita tenía una pequeña sonrisita desdentada en su rostro regordete. Sus ojos estaban fijos en su nuevo juguete y alzaba los bracitos como sí quisiera alcanzar las figuras brillantes y coloridas en movimiento con sus pequeños deditos. La sonrisa era un poco temblorosa y rápidamente desapareció, pero pronto otra floreció y lanzó un pequeño sonido de felicidad parecido a una risa.

Kohaku colapsó sobre el suelo, prácticamente desmayada de ternura, mientras que Senku se inclinó más sobre la cuna y bajó un poco el móvil, riendo complacido.

-¡Ja, sabía que le gustaría!- exclamó orgullosamente.

-¡Aw, mi bebé!- Kohaku se recompuso y se lanzó a tomar a la pequeña en brazos, llenándole el rostro de besos. -¡Estás sonriendo!- a pesar de verse alejada de su juguete, al ver a su madre tan animada la pequeña volvió a sonreír, ganándose más besos efusivos.

-¿Oh? ¿Esta es la primera vez que sonríe? Que honor.- murmuró el viejo Kaseki afablemente. –Dejar de lado el trabajar en el barco por unos días para concentrarse en esto valió la pena.-

-¡Suika! ¡Llama a Minami para que saque una foto!- pidió Chrome entusiasmado. -¡Yo llamaré a Ruri! ¡Tiene que ver esto!- salió corriendo detrás de la niña-sandía.

Kohaku regresó a Tsukiku a su cuna para verla mirar casi hipnotizada a su nuevo juguete. Miró a Senku, que estaba sonriendo suavemente, y un impulso en ella casi la hace lanzarse a abrazarlo, pero se contuvo y simplemente le sonrió cuando él volteó a verla.

-Gracias por esto, Senku.- dijo sinceramente.

-No me agradezcas.- rascó su oreja con indiferencia, apartando la mirada de ellas. –Es mi hija también, después de todo.-

-Sí…- murmuró en voz baja, de repente dándose cuenta de algo.

Él no quería irse. Él amaba a su hija tanto como ella y no quería tener que dejarla aquí cuando partieran. Pero debían, porque esto era por el futuro de la humanidad, por el futuro de su hija también. Debería haberse dado cuenta antes, de algún modo ya lo suponía pero realmente no reflexionó al respecto. Sí ella estaba sufriendo solo con pensar en dejar a su bebé ¿cómo estaría él que debía dejarla no importa qué? Porque su misión era demasiado importante, por el bien de todos y por el bien de su hija también.

En ese momento, a pesar de las mil dudas que aún corrían por su mente, Kohaku tomó su decisión. Y no había marcha atrás.

Continuara...

Holaaa! :D

Lamento si me tarde un poquito con este cap, quería subirlo antes pero me alargue mucho en cosas q no pensé q me darían tanto trabajo xP Al final tuve q dividir el cap porq ya estaba llegando a las 10 mil palabras y yo dije oieee noooo! Es demasiado xD Igual quedó larguito, este es el cap más extenso del fic hasta ahora owo

Al menos ya tengo parte del próximo cap escrito uwu

Quería darles diez billones de gracias por todos sus hermosos comentarios, favs y follows! Alegran mis días como no tienen idea TTwTT Realmente me motivan a escribir más de este fic! QwQ9 También gracias a los que comentaron Drunk Science, me tenía nerviosa ese fic pero me alegra q les haya gustado tanto 7w7r

Siento q este cap quedó medio aburrido porq las cosas más interesantes se quedaron justo en la parte q no subí x'D Pero si no lo cortaba ahí entonces tendría q seguirle y seguirle y ya me tardaría mucho más en actualizar XP

Bueno, ojala q aun así les haya gustado aunq sea un poquito y los veré pronto con otra actualización, espero! ;D

COMENTEN! *o*

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!