Baby Stone.

Capítulo doce: Excepciones en el mundo de piedra.

Esa misma noche, una vez recostaron a su hija en su cuna y se encaminaron a su habitación para dormir, Kohaku se encontró con que en realidad todavía seguía molesta por lo que pasó anteriormente entre ellos dos.

Ya no estaba ni por asomo tan enojada como antes, pero aún sentía cierto impulso de darle una bofetada a Senku cada vez que lo veía. Además estaba terriblemente nerviosa por tener que volver a compartir cama con él. Antes no tenía ningún problema porque no recordaba nada y ni en sus sueños más salvajes podría haber imaginado que lo volverían a hacer, pero ahora…

-Oye, leona.- se estremeció de pies a cabeza cuando él le habló de pronto. -¿Te vas a quedar parada en la puerta toda la noche o piensas dormir? Necesitas estar bien descansada sí quieres recuperar fuerza para tu entrenamiento.- bostezó, quitándose su calzado.

-Ah, ehh… claro.- luchando por actuar normal, se encaminó hasta su armario y busco algo más cómodo para dormir, sin embargo, rápidamente se dio cuenta de que no podía prestar atención a lo que tenía delante de ella, su mente estaba enfocada únicamente en el hombre detrás de ella, ya alistándose para dormir despreocupadamente, totalmente ajeno a su dilema. –Yo…- agarrando el primer camisón que encontró frente a ella, volteó con una sonrisa nerviosa hacia el científico. –Iré a cambiarme al pasillo.- antes de que él pudiera decir nada se marchó, cerrando la puerta tras ella.

Normalmente siempre se cambiaba en la habitación, bastaba que él se pusiera de espaldas y le daba igual, y ahora simplemente la incomodaba demasiado el solo pensarlo.

Cuando regresó a la cama ya cambiada, suspiró aliviada al verlo dormido. Menos mal, así sería un poco menos incómodo.

Se acostó a su lado, procurando estar lo más apartada de él posible, y le dio la espalda rápidamente, luchando por no pensar en cosas en las que realmente no debería pensar y dormirse de una vez. Funcionó y pronto estuvo dormida, pero a las pocas horas el llanto de su hija los despertó a ambos.

-Yo voy…- murmuró Senku en medio de un bostezo, levantándose con desgano. –Probablemente solo necesite un cambio de pañal, sí tiene hambre te la traeré.- ella asintió y volvió a dormirse, demasiado cansada para siquiera pensar correctamente. Despertó solo una hora después al escuchar unos pequeños sollozos cercanos. Su hija lloraba. Pensar eso la hizo sentarse de golpe en la cama, viendo a Senku sonreírle con cansancio. –Ahora sí tiene hambre.- le dijo, tendiéndole a su bebita.

-Ya veo.- murmuró mientras bajaba su vestido para darle del pecho, cosa que inmediatamente tranquilizó a la pequeña chillona.

-Intenté darle un biberón pero no lo bebía, así que supuse que simplemente quería a su madre.- suspiró pesadamente, sentándose a su lado. –Por eso tuve que despertarte. Lo siento.- se recostó a su lado, casi muerto en vida.

Kohaku se preguntó sí había dormido desde que se levantó la primera vez que su hija lloró esa noche.

-No te preocupes, para eso estoy.- miró tiernamente a Tsukiku alimentarse.

-Pero no estarás siempre…- esas palabras la hicieron estremecerse, y hasta enfadarse un poco por que rompiera el momento, pero él tenía razón, así que acabó deprimiéndola. –Debe acostumbrarse más al biberón, o solo le dará más problemas a Ruri cuando nos vayamos en un par de meses.- murmuró él con su mirada fija en el techo de la habitación, evitando mirarlas.

-…Sí…- Kohaku solo pudo mirar con tristeza a su hija, levantando su mano libre para acariciar sus mejillas regordetas.

-El barco está avanzando muy bien, estoy muy seguro de que terminaremos a mediados de septiembre o a más tardar octubre sí el ritmo se mantiene.- comentó con voz distante.

-Entiendo… Procuraré recuperar toda mi fuerza para ese momento.- tomó aire para no deprimirse, sin querer transmitirle malos sentimientos a su hija mientras la amamantaba, ya que las ancianas le advirtieron sobre eso. Aunque no sabía sí era verdad… no sonaba muy científico que se diga. Miró a Senku, notándolo somnoliento pero indispuesto a dormirse por el momento, y también se veía muy cansado y tenso. Inevitablemente su mirada se ablandó un poco. Tal vez hablar de ciencia lo haga sentir mejor. –Oye, Senku.-

-¿Qué pasa?- preguntó aún con la mirada fija en el techo.

-Tengo una duda.- eso finalmente lo hizo mirarla, con una ceja en alto. –Las ancianas me comentaron que sí estoy nerviosa, enojada o triste puedo pasarle malos sentimientos a mi bebé a través de la leche materna. ¿Eso es cierto?- se preocupó un poco.

Sí era verdad entonces su hija ahora mismo estaba tomando veneno, puro veneno de furia y rencor hacia su pobre padre.

-Bueno…- él cerró los ojos por un momento, haciendo una mueca. –Algo por el estilo, en realidad…- Kohaku lo miró confundida. –No hay mucho material respecto a esto, se necesitan más estudios, pero se ha demostrado que el cortisol, la hormona del estrés, también pasa a través de la leche materna. En las pruebas realizadas se demuestra que bebés de madres con alto nivel de cortisol en la sangre pueden llegar a presentar comportamientos más nerviosos, asustadizos o ariscos, también dependiendo la edad de los bebés.- bostezó. –Además también influye la percepción del bebé sobre la madre, el modo en el que desarrollan su relación y básicamente diez billones de otros posibles factores. ¿Puedes pasarle tu "negatividad" por el simple hecho de no darle "atención y amor" suficiente al estar estresada o por la leche materna? Se necesitan más estudios para comprobarlo completamente.- alzó un dedo. –Pero en última instancia, el estrés de la madre siempre es peligroso para el buen desarrollo del bebé, así que debemos tratar de evitarlo a toda costa. Por el bien de ambas.- puso una expresión un poco más seria al decir eso último.

-Ya veo.- sonrió levemente, apartando la mirada mientras pensaba en algo. –Esos estudios que necesitan… podrán hacerlos una vez traigamos de regreso la civilización moderna ¿no es cierto?- lo miró emocionada. –Así cuando Chrome y Ruri-nee se casen y tengan a mis sobrinos haya más información sobre la paternidad, maternidad y todo eso ¿verdad?-

-Te estás adelantando un poco, pero sí, eventualmente la ciencia rellenara los huecos en ese campo, al igual que en muchos otros.- sonrió ladinamente. –Después de todo, no solo es cuestión de recuperar la civilización, sino de crear un mundo entero de ciencia.- su sonrisa se agrandó y sus ojos refulgieron a la escasa luz de la luna que se colaba por las ventanas. –Alcanzaremos al viejo mundo y lo superaremos, ya lo dije muchas veces.- aseguró con convicción recubriendo todas y cada una de sus silabas.

-Es cierto, lo dijiste.- ella también sonrió, por un momento olvidando su ira e incomodidad hacia él. –Cuando regresemos victoriosos de la misión de recorrer el mundo, Tsukiku y yo estaremos encantadas de ver eso. ¿Verdad que sí, Tsukiku?- bajo la mirada a su hija, que había dejado de beber del pecho para mirar a su padre con curiosidad mientras hablaba, y al oírla cambió a mirarla a ella.

-Sí… cuando regresemos, finalmente podremos comenzar a traer de regreso la civilización moderna, y podremos mostrarle muchas cosas.- Senku finalmente abandonó su profundo análisis a las líneas de la madera en el techo y se acercó a ellas, bajando su rostro hacia la pequeña, que volteó la cabeza hacia él. –Ella crecerá junto con la civilización científica, verá todo de primera mano. Tienes mucha suerte, mocosa.- estiró una mano hacia su carita, posando el dorso de su dedo índice en su mejilla.

Tsukiku bostezó, removiéndose un poco en los brazos de su madre antes de cerrar los ojos, durmiéndose rápidamente.

Kohaku se mordió el labio para no chillar por la sobrecarga de ternura, mientras que Senku se rió entre dientes, pasando suavemente su dedo índice por la mejilla de su hija antes de apartarse.

-Iré a llevarla a su cuna.- comenzó a levantarse, pero Senku la detuvo levantando una mano.

-Deja que yo lo haga, tú vuelve a dormir. Seguro que no tarda en volver a despertarse con hambre.-

-Oh, de acuerdo.- se encogió de hombros y depositó un beso en la frente de su bebita antes de entregársela a su padre. Él acomodó a la pequeña en sus brazos y se marchó mientras ella se recostaba en la cama mirando a la ventana, permaneciendo despierta, pensando profundamente, hasta que él volvió unos diez minutos después. –Tardaste.- murmuró somnolienta.

El hombre pareció sorprendido de verla despierta, pero rápidamente volvió a su gesto de despreocupación y alzó los hombros.

-Solo me tome mi tiempo. Te dije que duermas ¿o no?- la miró reprobatoriamente.

-Lo siento, es que quería decirte algo.- lo miró seriamente mientras él se sentaba en la cama, dándole la espalda. –No es la gran cosa, pero quería decirlo antes de olvidarlo.- se abrazó a sí misma, luchando contra los nervios que la envolvían.

-¿De qué se trata?-

-Verás… Entiendo que eres muy importante para Tsukiku, y obviamente necesitó tu ayuda para cuidar de ella adecuadamente, pero…- tomó aire, sintiendo su rostro comenzar a arder. –N-no voy a pedirte que dejes la habitación, sé que sería mala idea, pero podrías al menos… ¿podríamos al menos tener camas separadas?- con la cara ya roja como tomate, lo señaló acusadoramente. -¡Y no empieces a burlarte de mí por estar nerviosa, debería ser entendible que estoy incómoda contigo! ¡Ya sé que es ilógico y todo lo que tú quieras, pero no es necesario que me lo restriegues en la cara! ¡Solo…!... ¡¿Podrías hacerme este favor y ya, sin decir nada más?!- pidió gritando a susurros, muy consciente de que su hija estaba en la habitación de al lado durmiendo pacíficamente, pero demasiado alterada para hablar de modo normal con Senku sabiendo su tendencia a sacarla de quicio cada que trataban con este tipo de temas.

Él se quedó en silencio por un momento, todavía dándole la espalda, antes de lanzar una pequeña risa que solo la hizo enfurecer más.

-Tranquila, leona, no pienso burlarme de esa idea.- finalmente volteó a verla con una de sus típicas sonrisas. –De hecho, es de las cosas más inteligentes que has dicho, aunque ya había pensado en eso.- se recostó en la cama, cruzando los brazos detrás de la nuca. –Muy bien entonces, mañana haré que preparen otra cama para esta habitación. No es gran cosa, no necesitas alterarte tanto.- la miró burlonamente.

-O-oh…- pestañeó aturdida. Eso fue más fácil de lo que pensó.

Con ese asunto resuelto, volvió a relajarse en la cama, todavía cuidando estar a una distancia prudente del científico. Pero no pudo evitar estar un poco tensa de todos modos.

-Sí eso es todo entonces ya duérmete de una vez.- la miró con desaprobación. –La mocosa no tardará en despertarnos a gritos otra vez, y necesitas descansar.-

-Ya lo sé.- volteó para mirarlo con el ceño fruncido, luego, repentinamente, algo se le pasó por la cabeza. –Oye, Senku…-

-¿Qué?- contestó con desgano, obviamente cansado.

Kohaku contempló por un momento sí era buena idea hablar o no. Este era Senku, y él le aseguró de forma hasta grosera que no estaba interesado en ella, pero, por otro lado, el idiota también tomó su mejilla esa mañana y pareció a punto de besarla. Puede que solo haya sido otra de sus bromas, pero aun así la hacía mirarlo con más desconfianza de la usual.

-Normalmente no te diría esto, pero viendo lo que pasó esta mañana…- tomó aire, antes de sonreírle demasiado dulcemente. –Senku… sí te atreves a tocarme esta noche, te romperé el cuello.- lo miró con un aura asesina, todavía manteniendo su sonrisa.

Él se estremeció, alejándose rápidamente al otro extremo de la cama, lo más lejos posible de ella.

-No planeaba hacerlo…- murmuró en voz baja, mirándola con los ojos muy abiertos.

-Bien.- contenta con esa respuesta, se giró para dormir de costado dándole la espalda.

Sintió su mirada en su nuca por un momento, antes de que él también le diera la espalda. Ambos permanecieron unos incómodos diez minutos despiertos antes de finalmente caer dormidos.

Despertó extrañamente con los rayos del sol golpeando en su rostro en vez de por el llanto de su hija como le pasaba tanto últimamente, sintiéndose cálida y tranquila. Abrió los ojos lentamente, solo para congelarse por completo al darse cuenta de lo que estaba pasando aquí.

Estaba abrazada a Senku, con sus brazos alrededor de uno de sus brazos y su pierna echada sobre él, totalmente presionada contra su cuerpo. ¡Y lo peor era que en lo que le tomó procesar la situación él se despertó y la miró con una ceja en alto!

-Creí que no querías que te toque, leona.- sonrió lentamente, arrogantemente, convirtiendo el rostro de la mujer en distintas tonalidades de rojo.

-¡C-cállate!- le gritó apartándose de golpe, evitando mirarlo. -¡Y no me digas leona!- agregó mientras se tomaba el rostro desesperadamente, luchando por bajar el rubor de su estúpida cara.

-Sí, sí.- bostezó, estirando los brazos. –Qué extraño que la mocosa nos dejará dormir tanto…- frunció el ceño. –Iré a verla.-

-De acuerdo.- antes de que siquiera acabara de hablar, él ya había salido de la habitación.

Sonrió ante su obvia preocupación y rápidamente se cambió a uno de sus vestidos cómodos para amamantar, luego se dirigió a la habitación de su bebita. Allí Senku estaba apoyado sobre los barrotes de la cuna, sonriendo mientras miraba hacia abajo. Se giró al escucharla entrar.

-Ya estaba despierta cuando entre.- le dijo. –No sé cuánto tiempo, pero se mantuvo relajada mirando su móvil.- Kohaku también se acercó a la cuna y tomó la misma posición que el hombre a su lado, inclinándose para mirar mejor a su pequeña. Ella tenía sus ojitos curiosos en el juguete que su padre le regaló, mientras chupaba su pulgar tranquilamente.

-Aww, mi bebé…- contuvo sus ganas de cargarla, sin querer molestarla ya que se veía tan cómoda. Sin embargo, ella pareció escucharla y desvió su mirada hacia su madre. De inmediato dejó su pulgar y estiró un bracito hacia ella, gorjeando algo adorablemente inentendible. Intentando no morir por la ternura, Kohaku de inmediato se abalanzó a tomarla en brazos, llenándole el rostro de besos antes de bajar su vestido para darle del pecho, a lo que ella comenzó a tomar ansiosamente. –Eso te gusta más que tu pulgar ¿verdad?- le susurró mientras se sentaba en la silla junto a su cuna.

-Es raro que no haya llorado llamándote sí tenía hambre.- comentó Senku, con dos dedos sosteniendo su barbilla.

-¿Lo es? ¿Significa que le pasa algo malo?- se preocupó.

-No, solo me sorprendió.- sonrió despreocupadamente. –Parece que solo se entretuvo con su juguete. Es…- hizo una pausa. –Bueno, no estoy seguro de sí es normal, pero puede ser que ya esté comenzando a mostrar signos de personalidad, aunque también hace falta más investigación sobre este tema y es absurdamente ambiguo y variable, pero lo que sí es diez billones por ciento seguro es que cada bebé es único. Lo que intentó decir es que tal vez es solo cosa suya y no le pasé nada.- rió divertido. –Estoy un poco atrapado aquí, la psicología no es mi fuerte, mucho menos en bebés.- se acercó a ellas y posó su dedo índice en la mejilla de su hija, tal como lo hizo la noche anterior. –Parece que tenemos una mocosa muy curiosa aquí.- sonrió suavemente.

-¡Oh, ya veo!- por una vez entendía lo que Senku quería decir, no entendió todo lo que dijo, pero sí lo que trataba de decir respecto a su bebé. –Entonces será una niña curiosa, tal vez le guste salir a explorar el terreno conmigo, saber los mejores lugares para pescar y subirse a los árboles más altos para ver el paisaje.- sonrió emocionada con las cosas que podría mostrarle cuando sea más grandecita.

-Ehh… sí, es una posibilidad.- la miró divertido. –Aunque yo también era un niño muy curioso…- comentó distraídamente, ahora pasando los dedos por los mechones de cabello blanco-verdoso de la pequeñita.

-Oh.- frunció el ceño. –Bueno, sería genial que le guste la ciencia.- hizo una mueca. –Aunque sí es tan débil como tú seguramente hará que me preocupe mucho…- de verdad le gustaría enseñarle al menos las bases de la caza, la pesca y la lucha, pero sí resultaba ser igualita a su padre seguramente no estaría interesada en nada de eso.

-Tsk, ni que esté completamente indefenso.- Senku hizo una mueca. –No puedo discutir en el lado de fuerza física, pero la ciencia también puede ser usada como arma de supervivencia. Además, deberías tener en cuenta que los tiempos cambiaran. Ya no será primordial tener conocimientos en caza y pesca, la civilización se encargara de proveer y proteger en la mayoría de los ámbitos.- aseguró. –Aunque no estoy tratando de decirte que no deberías enseñarle lo que quieras. Eres su madre, enséñale lo que te venga en gana. Tampoco me molestará que no le guste la ciencia, podría gustarle, o podría gustarle luchar y eso, o bien podría gustarle otra cosa totalmente distinta ajena a nosotros. ¿Quién sabe?- se encogió de hombros, mirando como su dedo índice ahora estaba atrapado en el puñito de su hija.

-Sí… la amaremos como sea.- apoyó su mano sobre la manito libre de su hija que estaba posada en su pecho cerca de su corazón. –Aunque de verdad me gustaría enseñarle a defenderse a sí misma.- agregó riendo nerviosamente.

Él rodó los ojos, aunque sonriendo.

-Te dije que puedes enseñarle lo que quieras, eres su madre, aunque eso no significa que vaya a gustarle necesariamente.- se encogió de hombros.

No dijeron nada más después de eso, simplemente se quedaron mirando a su hija mientras ella lentamente volvía a caer dormida.

Una vez su boca se desprendió del pecho de su madre y su mano sosteniendo el dedo de su padre se relajó, dejándolo ir, finalmente Senku se alejó de ellas y Kohaku volvió a dejar a la pequeña en la cuna.

-¿Qué vas a hacer hoy, por cierto?- preguntó curiosa.

-Iré a trabajar en el barco, por supuesto. Pero solo hasta terminar de construir por completo la cubierta superior e instalar la sala de comunicaciones. Nos faltan solo unos toques para la cubierta superior, pero hay que ser cuidadosos ya que rodea uno de los mástiles y uno de los motores, aparte de que allí instalaremos los timones para manejar el barco. Y debería tomarnos solo un par de horas instalar los dispositivos de comunicación, no es como si tuviéramos que construirlos desde cero. Solo necesitamos…- siguió hablando unos buenos treinta minutos incluso mientras bajaban y mientras se servían y comían su desayuno, haciendo a Kohaku lamentar haberle preguntado. –Entonces, sí decimos que Y es el peso por unidad de longitud, que se supone como constante, y T es la tensión horizontal que aparecerá en los extremos del cable, la obvia solución es que…-

-Senku, no entiendo ni una palabra de lo que estás diciendo.- finalmente sintiendo su cerebro a punto de estallar y sin entender por qué ahora estaba hablando del peso de un cable o lo que sea, Kohaku lo interrumpió. –Solo quiero saber a qué hora regresaras…- le dijo con lagrimitas en los ojos, esperando que esa pregunta no lo conduzca a otro ataque de discursos científicos.

-Ah.- rascó su oído con indiferencia. –Sí me voy ahora, diría que unas dos horas antes del atardecer.-

-Muy bien.- suspiró. –Yo en un rato iré con Ruri-nee para que cuide de Tsukiku mientras entrenó un poco con Jasper y probablemente almuerce allí.-

-Hmm…- a pesar de que ambos ya habían terminado sus desayunos, él se quedó sentado allí como sí no tuviera nada que hacer.

-Ehh… ¿No te irás ya?- alzó una ceja.

-Ah, sí.- se cruzó de brazos. –Solo una cosa…- la miró con ojos entrecerrados. –Ya sabes que sí me necesitas puedes mandarme a llamar, y, por el amor de todos los cielos, no salgas con la niña de noche ni entre las diez y las cuatro de la mañana/tarde, y trata de estar en la casa cuando yo llegue ¿puede ser?- pidió con una ceja temblándole, obviamente todavía resentido por lo que pasó antes entre ellos. –Y cuando digo que puedes mandarme a llamar, es porque puedes mandarme a llamar. No me molesta, no le molesta a nadie, y obviamente nunca preferiría trabajar en vez de cuidar a la mocosa. Así que ni siquiera lo pienses dos veces ¿podrías?- insistió.

Con gotitas bajando por su sien, Kohaku asintió, un poco avergonzada por su comportamiento inmaduro impulsado por su enojo.

-S-sí… lo siento.- sonrió nerviosamente.

-Bien, eso espero.- suspirando, se puso en pie y fue en busca de sus planos. –Entonces nos vemos en la tarde.-

Después de escuchar la puerta cerrarse, Kohaku se relajó en su asiento, soltando un gran suspiro. De verdad que a Senku no le gustó nada que se comportara de esa manera, y con razón. Enojarse no era excusa para mantener a la niña lejos de él, era su padre antes que nada, tan interesado en su bienestar como ella, y debía admitir que hacía un trabajo maravilloso. No podía reprocharle nada como padre, eso sin duda.

Luego de otro par de minutos lamentándose por su comportamiento anterior, finalmente se marchó de la cocina hacia la habitación de su hija. Se sentó cerca de su cuna y la observó un rato, antes de ir a su propia habitación y buscar ropa más adecuada para entrenar para luego darse un baño, preparándose para el largo día que la esperaba.

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-Senku está de mejor humor hoy, qué bueno.- ante el comentario de Chrome, Yuzuriha alzó la vista por un momento de su confección a una de las dos velas de cebadera que necesitaban para el frente del barco. –Estos últimos días estuvo imposible, creí que iba a envenenarme en cualquier momento, pero finalmente está tratándome como siempre: ¡como a un esclavo!- sonrió alegremente.

-Parece que tuvo problemas con su linda Kohaku-chan.- canturreó Gen, que en ese momento se encontraba ayudando a Yuzuriha trenzando cuerda. –Y mi intervención no funcionó como yo quería.- apartó la mirada, con gotitas recorriendo su sien. –Pero seguro que ya todo está bien, vi a Kohaku-chan con Ruri-chan cuando venía aquí y también parece más relajada.-

-Me sorprende que no se hayan matado entre ellos para estas alturas, los dos tienen bastante carácter.-

-No digas eso, Chrome-kun.- Yuzuriha sonrió nerviosamente. –Siempre se han entendido muy bien, al menos desde el tiempo que tengo conociendo a Kohaku-chan. Nunca vi a Senku-kun tan cercano a ninguna otra chica.- sonrió emocionada.

-No estoy seguro de sí la gorila cuenta como chica…- Yuzuriha lo miró reprobatoriamente y él se estremeció, frotando su nuca. –B-bueno, quiero decir que ella siempre ha sido más de juntarse con tipos y esas cosas, además tampoco es muy femenina que se diga…-

-Hay distintos tipos de chica, aunque Kohaku-chan es bastante única.- comentó con una risita mientras volvía a su tejido. –No he tenido mucho tiempo para visitarla a ella y a Tsukiku-chan…- suspiró tristemente.

Había estado tan feliz cuando cargó a Tsukiku por primera vez y ella se quedó tranquila en sus brazos, y últimamente también hasta logró hacerla sonreír, y sin embargo no podía verla tanto por estar ocupada con tareas del barco. Era realmente deprimente, haberse ganado la simpatía de a la que consideraba como su sobrinita y apenas poder verla. Y para colmo no faltaba mucho para que el barco fuera terminado.

Su gesto entristeció al pensar en eso, justo cuando Taiju pasaba cerca del lugar. Por supuesto, él corrió inmediatamente hacia ella.

-¡Yuzuriha!- gritó fuertemente, casi estrellándose contra su telar al llegar de no ser porque se frenó justo a tiempo, acabando en la punta de los dedos de sus pies y tambaleándose un poco hasta que Chrome lo jaló hacia atrás. –Lo siento.- Taiju rió nerviosamente. Ella solo le sonrió con dulzura. -¿Pasa algo? Te veías triste.- la miró preocupado.

La costurera sintió su corazón derretirse inmediatamente. Oh, Taiju… realmente no podía esperar a cuando trajeran la civilización de regreso para que él finalmente pudiera… decirle lo que tenía que decir desde antes que el mundo se petrificara.

-Está bien, Taiju-kun. Solo pensaba en el momento en el que tendremos que partir.- sonrió de forma agridulce. –Es emocionante, claro, pero también es un poco triste por Tsukiku-chan, ya que no podremos llevarla, y seguramente Kohaku-chan también se quedé aquí.- todos parecieron decaídos ante eso, pero entonces…

-¿De qué están hablando aquí?- Senku se apareció de la mismísima nada, sobresaltando a todos los presentes. Ryusui y Kaseki estaban detrás de él. –Chrome, Taiju, les recuerdo que quiero terminar con la cubierta superior hoy, dejen de perder el tiempo.- los regañó.

-Lo siento, Senku, es solo que Yuzuriha estaba un poco triste por tener que partir pronto y no pude evitar preguntarle al respecto.- Taiju se disculpó de inmediato, con cara de niño regañado.

-Ahora que lo mencionan eso también es preocupante, ya que obviamente Kohaku-chan se quedará a cuidar de Tsukiku-chan.- murmuró Gen. –Quiero decir, ella es la guerrera más poderosa del reino de la ciencia, ya que Tsukasa-chan está… incapacitado, y Hyoga-chan es un psicópata. Podrían estar en problemas sí se encuentran con un enemigo muy fuerte en el área de pelea.-

-Es verdad.- Ryusui se llevó una mano a la barbilla. –Después de ella siguen Kinro y Magma ¿no es cierto? Al menos podría intentar entrenarlos para cuando nos vayamos.- sugirió.

-Brillante idea, amo Ryusui.- Francois también se apareció de la mismísima nada para halagar a su jefe, haciendo que todos brincaran en sus lugares.

-Bueno, hay esperanzas con Kinro, pero Magma…- Chrome hizo una mueca. –Él es pura fuerza bruta, dudó mucho que siquiera admita que la gorila es una mejor guerrera que él.-

-En ese caso…-

-Dejen de gastar saliva.- Senku se cruzó de brazos, rodando los ojos. –Kohaku vendrá con nosotros.-

-¡¿EHHHHHHHHHHHHHHHH?!- todos casi se van de espaldas.

-P-p-pero… ¡¿Y Tsukiku-chan?!- Yuzuriha lo miró con la boca abierta, sin poder creer lo que había dicho.

-Ruri cuidará de ella.- masculló con el rostro en blanco.

-O sea que ustedes dos tienen un bebé por irresponsables, y Ruri debe hacerse cargo mientras se largan…- Chrome lo miró con ojos entrecerrados llenos de reproche.

-Cállate, ya hablamos con ella y estuvo de acuerdo.- también lo miró mal.

-Pero… no entiendo.- Yuzuriha seguía en shock. -¿Qué no sería mejor que se quedé con la bebita? Es su madre, y Tsukiku-chan es tan pequeñita.- se llevó las manos al pecho con preocupación.

Los hombros de Senku se desplomaron mientras hacia una mueca.

-Fue decisión de la leona, ella lo pensó por un mes y al final decidió que se marcharía con nosotros. La verdad es que ella podría ser una pieza clave para nuestra victoria, así que no discutiré su decisión aunque no esté de acuerdo.- se encogió de hombros. –Sí tienen más dudas o quejas hablen con ella. Es enteramente por su voluntad, yo no la obligue a nada.- se cruzó de brazos una vez más.

-Bueno… esto es inesperado.- Gen se veía sorprendido. –Hasta a mí me sorprendió, honestamente pensé que se quedaría.-

-Pobre Ruri, teniendo que cuidar a su sobrina mientras esos dos se van de aventura...- Chrome seguía pensando en la sacerdotisa de la aldea.

-Tsk, ni que nos fuéramos de vacaciones al Caribe, idiota.- Senku lo miró irritado.

-¿Qué es cara-be?-

-No importa. Vamos de una vez a seguir trabajando. ¡Tú también ven aquí, grandulón!- llamó a Taiju mientras prácticamente arrastraba por el cuello a Chrome de regreso a la zona de construcción.

Yuzuriha se quedó preocupada por la situación, pero estaba demasiado ocupada como para ir a indagar en el asunto. Ya cuando tuviera un tiempo libre intentaría hablar con Kohaku o Ruri, aparte de ver a su linda sobrinita, que aparentemente muy pronto se quedaría sin sus dos padres.

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Después de un largo día de entrenamiento con Jasper y su padre, Kohaku regresó a su casa agotada cargando con su hija dormida a las cuatro de la tarde aprovechando que el cielo se había nublado un poco.

La recostó en su cesto y de inmediato se echó en su cama, cayendo dormida rápidamente.

Se despertó al sentir un toque en su hombro.

-Oye, leona.- era Senku, mirándola con impaciencia. –Despierta de una vez. La mocosa ensució su pañal y necesitas cambiarla.-

-Mmm… no me digas leona…- se incorporó lentamente, frotando sus ojos. -¿Y por qué no puedes cambiarla tú?- hizo una mueca.

-Taiju y Nikki están esperando afuera para instalar la cama extra que querías, debo ayudarlos para que terminen pronto y vuelvan a trabajar, y no podemos dejar a la niña así, podría dañar su piel.-

-Bien, bien.- bostezando, se levantó de la cama y se dirigió al cesto de su hija, que estaba despierta con rostro malhumorado. Arrugó la nariz al sentir el olor desagradable mientras la tomaba en brazos. –Ugh, bebé, vas a matar a mamá un día de estos…- murmuró con lagrimitas en los ojos mientras se retiraba a la habitación de su hija donde dejó todas sus cosas para cambiarla.

Saludó a Taiju y Nikki en el camino, tomando nota de las maderas y el colchón que estaban cargando bajo los brazos, seguramente listos para armar una cama una vez metieran todos los materiales a la habitación.

Cambió a su hija mientras ella chupaba su pulgarcito, totalmente ajena al sufrimiento por el que estaba pasando. Aunque seguía siendo indescriptiblemente adorable.

Para cuando terminó y le puso un nuevo pañal, volvió a la habitación justo cuando Taiju y Nikki se retiraban, pero ambos se detuvieron a mirar con ternura a Tsukiku y saludarla.

-Oigan ustedes, vuelvan a trabajar.- mandó Senku, a lo que los dos invitados suspiraron y se despidieron, marchándose rápidamente.

-Eso fue rápido.- murmuró sorprendida al entrar y ver la cama ya armada con el colchón encima. Solo le faltaría una sábana y listo.

-Después del infierno que hemos pasado construyendo el barco, una simple cama no es nada.- rió mientras se sentaba en su nueva cama. -¿Me das a la niña?- estiró los brazos.

-¿Por qué?- preguntó curiosa.

Él alzó una ceja.

-¿Necesito una razón? Solo quiero cargarla.-

-Oh.- sintiéndose un poco tonta, rápidamente se acercó para dársela, sentándose a su lado.

-Hola, mocosa. ¿Le diste muchos problemas a tu madre y a tu tía hoy?- bajó su dedo índice hacia la niña, que lo tomó con ambas manos, apenas alcanzando a envolver su dedo con sus puñitos tan pequeños.

-Claro que no. Ella es un ángel.- Kohaku se llevó las manos a las mejillas, derritiéndose de ternura al ver los ojitos de su pequeña desviarse de su padre a su madre según quien hablara. –Se porta muy bien con Ruri-nee.- sonrió, de repente un poco nostálgica. –Estará bien con ella cuando nos vayamos.-

-Sí…- él apartó la mirada, antes de sonreír ladinamente. -¡Pero claro que estará bien! No hay que subestimar a esta pequeña cachorra de leona o desdentada y todo nos morderá. ¿Verdad que sí, Tsukiku?- rió alegremente mientras acercaba su rostro al de la bebita.

Ella murmuró algo inentendible y de repente sonrió otra vez.

Cubriéndose la boca para no asustarla con sus chillidos, Kohaku se derritió completamente en un charco de ternura y, por una vez, Senku no estaba mucho mejor que ella. Él sonrió tiernamente, con un poco de rosa en sus mejillas, sorprendentemente no por algo relacionado a la ciencia esta vez.

-Aww, bebé, definitivamente vas a matarme algún día de estos.- la mujer se inclinó para besar repetidas veces su frente. –Sí no es por tus pañales es por esa carita linda que tienes.- le sonrió casi sin poder contenerse de arrebatársela a Senku de los brazos. En toda respuesta, Tsukiku volvió a sonreír. Esta vez Kohaku sí que colapsó inevitablemente en el suelo. -…Sí… sin duda… va a matarme…- murmuró ya prácticamente convertida en un charco de arcoíris y corazones.

-Acostúmbrate, leona.- Senku rió entre dientes. –Sí nota que nos gusta mucho verla sonreír y le prestamos más atención, va a empezar a hacerlo mucho más seguido… ¿o eso era más adelante?- desvió sus ojos al techo. –Bueno, realmente no importa lo que diga la psicología respecto a los tiempos, ya que es un tema tan variable.-

-No entiendo qué dices, pero creo que me va a dar un ataque si sigue así…- se arrastró patéticamente de regreso a la cama.

-Entonces cuídate cuando esté dormida, sonríe mucho más en esos momentos…-

-¿Ah, sí?- lo miró sorprendida.

-Bueno, sí.- apartó la mirada. –Lo hacía solo unas pocas veces desde que nació, pero últimamente lo hace mucho más. Es un acto reflejo, casi una mueca pero un tanto más compleja, ya que requiere de la coordinación de muchos músculos faciales. Por lo que se sabe empiezan a "sonreír" ya en el vientre materno, alrededor de la semana número treinta de gestación, pero claro que no tiene el mismo significado que este tipo de sonrisas.- bajó la mirada a su hija, que ahora estaba chupando su pulgar. –Ahora podría estar haciéndolo para expresar bienestar, no lo hará como respuesta social sino hasta el segundo o tercer mes de vida… pero, como dije, realmente es demasiado ambiguo como para que pueda afirmarlo abiertamente.-

-Ya veo…- lo miró con una sonrisa alegre, que luego se convirtió en una ligeramente divertida. –Así que… la miras mucho cuando duerme ¿eh, tipo duro?- no pudo evitar restregarle en la cara su comportamiento suave en una especie de venganza por sus burlas de antes.

Él se estremeció, apartando la mirada por un momento antes de volver a mirarla con irritación.

-Cállate, leona. Muchos bebés se ahogan durmiendo, yo solo… estaba siendo precavido.- masculló entre dientes, evitando mirarla de lleno a los ojos.

Ella rió, apoyando su cabeza en su hombro para mirar mejor a su hija, que los estaba mirando con curiosidad.

-Lo siento, lo siento. Tú eres el que sabe ¿verdad?- sonrió con altanería. –Aw, mírala, parece que piensa que somos unos raritos.- rió más al ver a su hija pestañear, casi pareciendo aturdida.

-No parece, definitivamente lo piensa. En especial tú.-

-¡Oye!- lo miró mal, solo para que él fuera quien riera ahora.

-Ya, ya.- negó con la cabeza. –Vamos. Vamos a darle un baño antes de que le dé sueño otra vez.-

-De acuerdo.-

Ambos se pusieron de pie y la llevaron al cuarto de baño, preparando todo mientras ella se chupaba el pulgar. Era la primera vez que la bañaban juntos, y ella parecía disfrutar de la atención, más cuando terminaron de bañarla y secarla y Senku le mostró como hacerle masajes, y en medio de todo eso le hablaban, arrancándole algunos de esos lindos ruiditos que hacía y otro par de sonrisas hermosas.

Kohaku había sonreído tanto que el rostro literalmente le dolía para cuando su bebita ya estuvo completamente aseada y de nuevo en sus brazos con ojitos soñolientos, lista para dormir mientras bebía de su pecho.

-Eh, leona… ¿puedo preguntar de dónde salió tanta carne en nuestro refrigerador?- Senku asomó la cabeza desde la cocina pocos minutos después de que le dijera que iría a preparar la cena.

-Es el venado que nos regalaron en la fiesta de hace unos días, Francois lo dejó preparado para cocinar, quitándole la piel, descuartizándolo y eso.- sonrió, ya sintiendo la boca hecha agua, con ansias de probar ese excelente ejemplar.

-Ahh… ya veo.- se vio un poco verde, por alguna razón. –Diablos, ha pasado un tiempo desde la última vez que comí venado…- volvió a la cocina arrastrando los pies.

Una vez él se fue, Kohaku volvió su atención a su pequeña, que estaba tomando tranquilamente del pecho y se veía cansada, aunque todavía sin dormirse.

Recordando lo que le dijo su hermana, empezó a tararear suavemente la canción de la Diva Lillian, paseándose por toda la sala ya que normalmente el movimiento funcionaba para mecerla.

Al principio Tsukiku solo la miró con curiosidad, pero poco a poco sus ojitos se fueron cerrando hasta que finalmente cayó dormida. Aun así ella siguió tarareando y paseándose por la sala otro rato, continuando arrullándola hasta que por el rabillo del ojo captó el cabello ridículamente grande de Senku.

Se congeló por completo al verlo apoyado en el marco de la puerta que daba a la cocina con una sonrisa divertida. Su rostro se volvió completamente rojo por la vergüenza. ¿Cuánto tiempo llevaba mirándola?

-Ya está lista la cena.- fue todo lo que dijo él, antes de internarse de regreso a la cocina.

Con el rostro en llamas, Kohaku fue a llevar a su hija a su cesto y luego volvió a bajar justo a tiempo para cuando el científico acabó de servir la cena, que olía deliciosa.

Mientras comían, repentinamente comenzó a llover, solo una ligera llovizna pero que probablemente empeoraría en cualquier momento, juzgando por el viento que cada vez soplaba más fuerte.

Le preguntó a Senku qué pasaría con el barco, pero él le aseguró que ya tenían un procedimiento para proteger los materiales sensibles a una tormenta y como había gente trabajando hasta de noche seguramente ya habrían protegido todo.

Terminaron de comer y, cuando iban a lavar los platos, un trueno muy fuerte resonó con furia en lo que el golpeteó de las gotas de lluvia contra el techo y las paredes empeoraba, al igual que el viento. Eso no los habría alarmado de no ser por lo que pasó luego.

Tsukiku lanzó un fuerte chillido, pero no de esos que lanzaba cuando acababa de despertar y tenía hambre o necesitaba un cambio de pañal o solo quería que la carguen, ella… parecía asustada.

De repente se escuchó otro fuerte chillido y Kohaku finalmente reaccionó, prácticamente saltando por las escaleras para llegar más rápido con su hija, que ahora lanzaba un chillido tras otro, agitando sus bracitos frenéticamente.

No perdió tiempo y la tomó en brazos, y al verla pareció calmarse un poco, pero entonces un rayo brilló fuera de la ventana, seguido de otro trueno. Incluso más fuerte que antes, Tsukiku volvió a gritar, y no se detuvo, chillando desesperada ignorando por completo sus intentos por calmarla.

Senku llegó y la tomó en brazos para intentar calmarla, pero no importa lo que hicieran o dijeran, ella siguió llorando, tan fuerte y desesperadamente que Kohaku empezó a llorar también, frustrada por no poder hacer nada por calmarla.

-¿Qué le pasa? ¿Qué tiene? ¿Es por la tormenta?- preguntó frenéticamente, acariciándole el rostro y dándole palmaditas en la espalda para tratar de calmarla, sin éxito.

-Debió asustarse por los truenos, y no vernos aquí solo empeoró las cosas.- chasqueó la lengua, y luego maldijo cuando otro trueno se hizo oír. El chillido de Tsukiku esta vez fue más agudo, más asustado, mientras escondía su rostro en el pecho de su padre, apretando su ropa en su puñito. Kohaku pudo sentir que literalmente se le partía el corazón, y ya tenía el rostro empapado en lágrimas a este punto. –Mierda, leona, no llores tú también. ¡Me pones más nervioso!- le gritó en un susurro, con sudor recorriendo su frente.

-P-perdón…- intentó secarse las lágrimas con una mano, mientras que con la otra frotaba la espalda de su pequeña.

-Tengo una idea. Arranca un pedazo de tu colchón, lo usaremos como tapones de oídos para que esas mierdas de ondas de choque de los putos rayos dejen de fastidiarnos la vida. También vamos abajo, quizá allí no se escuche tan putamente fuerte.- gruñó entre dientes, sosteniendo protectoramente a Tsukiku contra su pecho mientras marchaba fuera de la habitación hacia la cocina.

Después de tirar de las sábanas y arrancar un trozo del colchón, Kohaku lo siguió.

Tsukiku siguió llorando desconsoladamente y, cuando otro trueno resonó, incluso se estremeció. Sí los truenos fueran algún ser físico, Kohaku ya lo habría molido a golpes.

-Aquí tienes.- le tendió a Senku el trozo del colchón que arrancó.

-Esperó que esta mierda sirva.- con dos dedos cortó un pequeño trozó y lo colocó en una oreja de la pequeña, luego cortó otro trozo del mismo tamaño e hizo lo mismo en la otra oreja. –Debería servir al menos para amortiguar el sonido, se hacían y comerciaban tapones hechos a base de espuma viscoelástica en el mundo moderno. Debería servir.- ambos miraron atentamente a su hija, pero ella siguió llorando.

Cuando otro trueno resonó, no se estremeció, pero siguió llorando.

-¿No funcionan?- preguntó con los ojos todavía ardiéndole por las lágrimas.

-Sí funcionan…- hizo una mueca. –Ya no escucha los truenos, pero sigue asustada. Mierda, mierda y la gran mierda.- volvió a intentar mecerla. –Mierda con las putas tormentas.- siguió maldiciendo entre dientes mientras intentaba calmarla.

-Creo que la pondrás nerviosa sí sigues así…- ella podría ser la que estaba llorando, pero Senku estaba mucho más frustrado y alterado. –Dámela.- suspirando, él se la entregó.

Kohaku intentó ofrecerle el pecho, pero no parecía interesada, así que solo la meció intentando tararearle.

-A ese volumen no te escuchara con los tapones, idiota…- comentó Senku secamente, parado cerca de ellas, observando atentamente las reacciones de su hija.

Haciendo una mueca, Kohaku decidió comenzar a cantarle la canción de Lillian, aunque avergonzada de que el científico estuviera viéndola, pero mucho más desesperada por encontrar una forma de calmar a su bebé antes de que los tres acaben llorando aquí. Empezó dudosa y con voz más baja de la que pretendía, pero cuando cobró fuerza, su pequeña la miró con curiosidad, aún sollozando.

Cobrando más valor, cantó más fuerte y con más ánimos. Los sollozos de Tsukiku finalmente disminuyeron, pero siguió con la cara roja y los labios temblorosos hasta que Kohaku le sonrió, intentando cantar con un tono más alegre para transmitirle que todo estaba bien. Finalmente, su bebita se llevó un pulgar a la boca y pareció relajarse un poco.

Senku suspiró aliviado y se acercó a ella para acariciarle el rostro, sonriéndole suavemente. Tsukiku lo miró brevemente, antes de volver su entera atención a su madre. Al poco tiempo, sus ojos volvieron a cerrarse lentamente.

Kohaku bajó la voz gradualmente hasta verla completamente dormida, solo entonces se detuvo y lanzó un gran suspiro.

-Gracias al cielo…- sonrió bajando la cabeza para besar su carita. –Me iba a dar algo sí seguía llorando así…-

-A mí iba a darme algo sí seguías cantando.- Senku sonrió burlonamente. Ella le lanzó una mirada asesina. –Bromeó, bromeó. No estuviste nada mal, de hecho. Buena voz, solo que desafinas un poco.-

-No pedí tu opinión.- le sacó la lengua, luego miró por la ventana. –Al menos ahora la lluvia se calmó un poco.-

-Le quitaré los tapones, no quiero que sus oídos se irriten por exceso de uso.- retiró los trocitos del colchón.

-¿Pero y si vuelven los truenos?- miró con desconfianza al nublado cielo nocturno a través de la ventana.

-Será mejor tenerla en la habitación con nosotros…- rascó su oído con irritación. –Hay discrepancia respecto a sí se debería dormir o no en la misma cama con un bebé. Generalmente me inclinó a que no, no deberíamos, pero sí se despierta sola por otra de esas mierdas volverá a llorar desesperadamente, y el estrés tampoco es bueno para ella.-

-Estaría bien hacer una excepción… solo por hoy.- sonrió suavemente, abrazando a su hija contra su pecho, sin querer soltarla en toda la noche o mejor dicho nunca, para ser sincera.

-Muy bien… solo por hoy…- sonrió cansinamente.

Los dos fueron a su habitación y Kohaku se recostó cuidadosamente en su cama, acomodando con mucho cuidado a su hijita a su lado. Senku se sentó en su cama, mirando con preocupación a la pequeña.

Ella lo miró por un momento, antes de sonreír.

-Oye, Senku… ¿Qué tal si duermes con nosotras?- él la miró con los ojos muy abiertos.

-¿Ah?- alzó una ceja. –Creí que te sentías demasiado incómoda conmigo.- señaló secamente.

-Sí, pero… estaría bien hacer una excepción… solo por hoy…- sonrió tímidamente, sabiendo que iba a sentirse como una tonta sí él la rechazaba ahora, pero preparada para eso.

-Hmm…- pareció pensarlo por un momento, antes de sonreír. –Muy bien… solo por hoy…- se levantó de su nueva cama y se dirigió hacia la de ella.

Se recostaron cada uno en un extremo de la cama, con Tsukiku en medio de ellos.

-Buenas noches, Senku.- susurró soñolienta, estirando una mano para tomar una de las manitos de su bebita.

-Buenas noches… Kohaku.- él estiró su brazo por encima de la cabeza de su hija.

Cuando ella cerró los ojos y comenzó a dormirse, sintió sus dedos rozar su mejilla, pero el contacto no la sobresaltó, todo lo contrario. Se apoyó más en su tacto y él no se apartó. Incluso cuando abrió los ojos y lo vio despierto, mirándola, ninguno de los dos se apartó.

Ambos cerraron los ojos, durmiéndose lentamente, sin decir nada, sin pensar nada, solo disfrutando de la presencia del otro y de su hija, de su familia.

Continuara...

Holaaaa! :D

No planeaba actualizar tan pronto, pero es que... sus comentarios son tan hermosos, me inspiran mucho TTwTT Espero q estén orgullosos, por su culpa me estoy retrasando con mis actualizaciones a mi otro fandom e.e Okno xD

Ojala q este cap les haya gustado... fue medio de relleno porq no quería alargarlo más y decidí dejarlo ahí xP Igual ojala q les haya gustado QwQ

De verdad muchas gracias por todo su apoyo! Me hacen muy, muy feliz :'D

Los amo~

COMENTEN! *o*

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!