Baby Stone.
Capítulo catorce: Tensión en el mundo de piedra.
-¡Primero de junio! Has cumplido exitosamente tu segundo mes de vida. Nada mal, mini-leona.- la mañana del día siguiente, apenas despertar y después de que Tsukiku se alimentara, Senku se la quitó de los brazos y la miró con una gran sonrisa. –Y has avanzado bastante en tu desarrollo a pesar de ser un poco prematura. Realmente nada mal, mocosa.- rió entre dientes.
Ella le contestó con un gimoteo inentendible y bostezó, derritiendo el corazón de Kohaku por millonésima vez mientras volvía a tomarla en brazos.
Permaneció despierta pero soñolienta mientras desayunaban, y solo retuvo a Senku por media hora antes de finalmente dormirse, permitiéndole irse medianamente temprano esta vez.
Kohaku estuvo feliz de hacer abdominales, flexiones y estiramientos mientras su pequeña dormía, pero todavía tenía ganas de hacer un poco más, así que asomó la cabeza por la ventana y al ver a un par de trabajadores pasándose por allí les pidió que por favor llamaran a su hermana o a Yuzuriha si esta estaba desocupada.
Desgraciadamente, parecía que todo el mundo estaba ocupado ese día, incluso Ruri y sus guardias estaban ayudando, lo cual también descalificaba a Jasper de ser niñero.
Antes de que pudiera siquiera pensar en qué hacer, su hija se despertó chillando ruidosamente y de inmediato abandonó toda idea de entrenar, concentrándose en intentar calmarla, un poco paranoica de que volviera a dañar su garganta aunque ya había pasado tiempo desde eso.
Esta vez el llanto siguió mucho tiempo. Rechazó el pecho, no se había hecho ni parecía que tuviera nada extraño, no se calmó ni siquiera cuando comenzó a cantarle, comenzando a desesperarla un poco. ¿Qué podría tener?
Hizo memoria para encontrar la razón de esto en los consejos de las ancianas y de Senku, y de repente la repuesta la golpeó. ¡Gases, debía tener eso de los gases!
Mierda ¿qué era lo que tenía que hacer cuando eso pasará? Ah, sí, los masajes. Con mucho cuidado y suavidad, Senku le había mostrado como hacerlo por las dudas después de enseñarle los masajes relajantes.
Apoyó a su bebita malhumorada en su cuna y la miró con un poco de miedo. Ella era muy fuerte, es verdad que había aprendido a controlar su fuerza bastante bien, en especial con su bebé, pero todavía la ponía muy nerviosa saber que podría lastimarla seriamente sí perdía el control por siquiera un segundo.
Tomando una profunda respiración, muy consciente de que su hija seguía llorando, llevó su mano a su pancita y presionó lo más suavemente posible, haciendo movimientos circulares como Senku le había dicho, siempre cuidadosa de no presionar de más.
Luego de varios minutos haciéndolo, su hija se calmó un poco y Kohaku suspiró aliviada. Sin embargo, después de otro par de minutos, volvió a llorar, todavía peor.
Volvió a intentar hacer lo de los masajes, pero no se calmaba y tenía miedo de lastimarla sí hacía más presión. Desesperada, asomó la cabeza por la ventana y gritó por alguien que la ayudará. Un aldeano cargando madera llegó corriendo y ella le pidió que por favor llamará a Senku, que era una emergencia. El aldeano asintió y rápidamente abandonó su carga y corrió lejos en dirección a la zona de construcción del barco.
Siguió con los masajes mientras esperaba, pero fue inútil. La cargó e intentó mecerla para calmarla un poco, sin resultados.
Senku llegó jadeando pesadamente cuando ella estaba casi llorando con la niña.
-¡Gracias al cielo, Senku! ¡No logró calmarla! Creo que tiene esos dolores por los gases que me dijeron tú y las ancianas.-
Él frunció el ceño y tomó a la bebita en brazos, ella siguió llorando, sin hacerle el menor caso.
-Menos mal que hice un estetoscopio.- recostó a la niña en su cuna y de su bolsillo sacó un extraño artefacto que parecían tres cuerdas conectadas con cosas raras en sus extremos.
-¿Es-qué-cosa?- esa era una palabra demasiado complicada para ella.
-Sirve para que pueda hacer un mejor diagnostico de la auscultación de…- se detuvo, dándose cuenta de que ella no iba a entender eso. –Bueno, básicamente es para escuchar mejor lo que pasa dentro de su cuerpo, cosas como el latido de su corazón y el movimiento de sus órganos y eso.-
-Oh… ¿Y eso es necesario?- preguntó, insegura de sí comprendía de qué estaba hablando o no.
-Necesitó asegurarme que esté llorando de este modo por eso y no por algún otro factor. El llanto incontrolable salido de la nada podría ser signo de alguna enfermedad. La verdad prefiero que tenga cólicos antes que una infección.- se colocó dos de los extremos de esa cosa rara en los oídos y el otro lo colocó en la barriguita de su hija, que se estremeció un poco. –Calma, mocosa, solo será un momento.- estiró su mano libre para acariciar su mejilla.
Se puso serio, presionando el extremo de forma circular en diferentes puntos del estómago de la bebita. Se mantuvo en silencio, probablemente escuchando lo que sea que necesitara escuchar para saber qué pasaba con su hija.
-¿Y bien?- impacientándose un poco, no pudo evitar preguntarle mientras se removía inquieta en su lugar.
-Definitivamente son cólicos.- suspiró, quitándose ese extraño aparato de las orejas. –Debería poder aliviarse después de un tiempo, tal vez los masajes ayuden a mejorarse más rápido, pero tendrá que aguantar esto por ahora.- guardó el aparato y comenzó a hacerle masajes como los que ella había estado haciendo antes, sumado a también flexionar sus piernas y hacer presión.
Su hija siguió llorando desconsolada.
-¿Cuánto más va a seguir así?- preguntó ansiosamente.
-Pues… podría estar así hasta por horas.-
-¡¿Qué?!-
-Tranquila, leona, la asustaras más.- la miró mal. –Es normal. Puede que esto vuelva a pasar mañana y siga así por unos días. En realidad puede que me esté apresurando al llamar a esto cólicos, pero viendo su actitud y que parece no tener nada malo, debe ser eso.- suspiró, frotando su nuca con cansancio. –Escucha, necesitó que te calmes y la cargues, la recuestes sobre tu pecho boca abajo y la reconfortes. Es más apegada a ti así que tienes que ser tú. Te diré lo que necesitas hacer. Puede que esto no la alivie pero la hará sentir más tranquila seguro al diez billones por ciento.- encogió los hombros.
Después de tomar profundas respiraciones, Kohaku tomó a su pequeña e hizo exactamente lo que Senku le dijo. Eso disminuyó los chillidos, pero siguió sollozando, haciéndola sentir muy mal al solo pensar que estuviera sufriendo, aunque intentó mantenerse relajada cuando Senku la regañó y le exigió mantenerse tranquila para calmar a su hija.
Estuvieron más de una hora con ella lloriqueando hasta que finalmente volvió a dormirse, pero todavía conservando mal semblante.
Senku le dijo que técnicamente no podían hacer nada más que esperar hasta que el dolor pasase, y que debían mantenerse calmados para lograr mantenerla tranquila, además de evitar desesperarse y hacer alguna tontería como sacudirla, cosa que podría lastimarla seriamente. Kohaku le aseguró que ella nunca haría eso, él dijo que estaba seguro que no, pero había más casos de los que le gustaba admitir de eso en la época moderna así que quería que lo tuviera bien presente cuando los nervios la estuvieran superando.
El llanto incontrolable volvió por la tarde, y al día siguiente, y se mantuvo por el resto de la semana. Senku casi no pudo trabajar de día, ya que Tsukiku tendía a tener sus ataques por las mañanas y las tardes, así que el pobre terminó trabajando en el barco por las noches, durmiendo apenas un par de horas durante la madrugada.
Afortunadamente, luego de pasada esa terrible semana los ataques disminuyeron muchísimo más, pero por las dos semanas siguientes persistieron de vez en cuando, manteniéndolos a ambos alertas y a Senku de nuevo con problemas de insomnio.
-Por fin se durmió.- después de otro periodo de llanto, Kohaku suspiró aliviada al ver a Senku recostar a su hija en su cuna.
-Esta vez duró menos, esperó que hoy sí me deje trabajar más de día en el barco.- suspiró profundamente, frotando su cuello de manera insistente.
-¿No deberías… quedarte a descansar?- preguntó insegura. Él la miró como si estuviera loca y ella se mordió el labio, frotando sus brazos. –Q-quiero decir, no has estado durmiendo bien últimamente y realmente nadie te dirá nada si te retrasas una o dos horas para dormir un poco más. Así que… solo decía.- apartó la mirada, sintiéndose un poco estúpida de repente.
Ja, no había forma de que Senku la escuchará. Él siempre la criticaba por sobre-esforzarse pero nunca escuchaba a absolutamente nadie cuando le decían que debería bajar el ritmo.
-Ni hablar. Me atrasé demasiado con la construcción del laboratorio, y un mástil se cayó por la tormenta de hace dos semanas y todavía no terminamos de reconstruirlo con mejores materiales, aparte de reforzar el otro, también tengo que…-
-Está bien, está bien. Veté.- rodando los ojos, le dio la espalda.
-Francois está desocupada por hoy, cualquier cosa intenta llamarla a ella antes que a mí. Pero sí sientes que es mejor llamarme a mí, ni lo dudes.- advirtió mientras abría la puerta para marcharse.
Ella solo asintió y él rápidamente se fue.
Kohaku bufó. Hombres. Cuando se muriera de agotamiento escupiría sobre su tumba.
Tsukiku estuvo bien el resto de la mañana, dejándola entrenar un poco y seguir su rutina de siempre con ella, hasta que poco después del mediodía sufrió otro ataque de llanto desesperado. Tal como Senku le dijo, primero llamó a Francois.
La chef rápidamente acudió a su casa y en cuestión de unos pocos minutos con un masaje muy similar al que hacía Senku pero de alguna forma diferente calmó por completo a Tsukiku y la regresó a ser una bebita alegre y sonriente.
-Wow. ¿Segura que no eres una hechicera?- a pesar de que Senku decía que esas tonterías no existían, muchas personas tan habilidosas de la era moderna la hacían dudar de eso.
-Siempre he sido buena con mis manos, eso es todo.- aseguró sonriendo.
-¡Pues eres realmente increíble! Te lo agradezco.-
-No fue nada.- mantuvo su sonrisa amable.
-Ojalá fuera capaz de hacerlo tan bien como tú, pero temó mucho pasarme con mi fuerza.- sonrió nerviosamente. –Senku es mejor que yo en eso. Pobre idiota, está muerto de cansancio por los problemas que nuestra hija ha tenido estas semanas pero cuando tiene la oportunidad se niega a descansar.- se cruzó de brazos, enfurruñada.
-Es un hombre muy ocupado. Es admirable que tenga tiempo para su hija aún con todo lo que trabaja.- comentó la chef mientras mecía a la bebita, durmiéndola lentamente. –Lo vi hoy, parecía bastante tenso. Sus niveles de estrés deben ser altos.-
-No estaría así si no se negara a dormir.- siguió refunfuñando.
-En realidad, esto podría necesitar más que solo las horas adecuadas de sueño.- ese comentario la sorprendió.
-¿Ah? ¿Y qué podría necesitar?- no estaba preocupada por ese bastardo, claro que no. Solo que… tenía curiosidad.
-Bueno, la mayor parte de la tensión ocasionada por el estrés tiende a acumularse en el cuello. Unos buenos masajes en esa zona y los hombros y espaldas sería la solución más simple, rápida y eficaz.-
-Ya veo. ¿Podrías darle uno de esos?- preguntó amablemente.
-Temó que no. Mañana volveré a estar ocupada. Además, tú eres su esposa.- su sonrisa se agrandó un poco al mirarla.
-¿Qué tiene que ver?- pestañeó, aturdida.
-Una vez la pequeña se duerma, te enseñaré como hacerlo correctamente para que puedas ayudarlo.-
-¡¿EHHH?! ¡¿Quieres que yo lo haga?!- se quedó con la boca abierta.
-Claro. Eres su esposa.- dijo naturalmente. –Y por favor mantén tu voz baja.- aunque mantuvo su sonrisa, la miró con un poco de severidad mientras seguía meciendo a su bebita.
-Lo siento.- se disculpó rápidamente. –E-está bien. Apreciaría que me enseñes.- ¿por qué accedió?
No quería contradecir a Francois, eso es todo. Ella los ayudaba demasiado, no se atrevería a exigirle más de lo que estaba dispuesta a ofrecer como ayuda.
Una vez Tsukiku se durmió y la dejaron en su cuna, Francois procedió a explicarle la forma correcta de hacer un masaje para relajar, haciéndole un pequeño masaje a ella para que entendiera el punto mientras explicaba. La verdad se sentía muy bien, aunque no estaba segura de sí podría realizarlo.
Francois la dejó practicar con ella, recomendándole varias veces que controlara su fuerza pero sin estremecerse ni una sola vez cuando apretaba de más en algún punto. Verdaderamente era impresionante.
Luego de casi una hora, Francois le informó que ya era capaz de realizar aunque sea un sencillo y pequeño masaje decente, lo suficiente para que logre relajar al menos un poco a su esposo.
Se despidieron y al poco tiempo de que la chef se fuera Tsukiku despertó lloriqueando por necesitar un cambio de pañal, a lo que de inmediato se puso manos a la obra, todavía repasando en su mente todo lo que acababa de aprender, insegura de sí realmente podría hacerlo o siquiera sí quería hacerlo. Era… un poco incómodo, y tampoco estaba segura de que Senku lo apreciaría.
Pero bueno, Francois se había esforzado en enseñarle, y ella tampoco era de las que se acobardaba.
Cuando Senku llegó casi al anochecer, Tsukiku acababa de dormirse.
-¿Volvió a tener dolores?- preguntó con cansancio, frotando su nuca con fuerza.
-Solo poco después del mediodía, pero Francois la calmó rápidamente.- le respondió.
-Eso es bueno.- estiró los brazos. –Bien, iré a darme una ducha, aprovechando que hice que diseñaran todo un sistema de tuberías…- murmuró mientras se dirigió al baño adjunto a su habitación.
Kohaku solo asintió, preguntándose cuándo sería el momento para sacar el tema de los masajes. ¿O tal vez mejor mantener la boca cerrada y no avergonzarse a sí misma? No, no. ¡No iba a retractarse ahora!
Luego de unos minutos, Senku salió con solo una toalla envuelta alrededor de su cintura mientras se secaba el cabello, cosa que normalmente no le importaba pero esta vez solo sirvió para ponerla incluso más nerviosa.
Pero no iba a acobardarse.
-O-oye, Senku…- lo llamó con voz dudosa.
-¿Hmm?-
Frunció el ceño, pensando como proponerle lo que quería, pero sentía que sí tenía que decirlo probablemente colapsaría por la vergüenza, lo golpearía y saltaría por la ventana… no necesariamente en ese orden.
-Eh… Siéntate en la cama.- sin saber que más decir, simplemente señaló a su cama con rostro severo.
-¿Ah?- alzó una ceja, dejando de lado el secar su cabello por un momento.
Kohaku intentó no distraerse con lo bien que se veía su cabello húmedo por la ducha, dándose una bofetada mental.
-Solo siéntate.- masculló con el rostro rojo. Él no se movió. -¡Ahora, Senku!- comenzando a perder la paciencia, alzó un poco la voz, pero sin olvidar que su hija estaba durmiendo en la habitación de al lado y ya habían removido los materiales aislantes de la pared que conectaba sus habitaciones.
Después de pestañear aturdido por un momento, se sentó en la cama, dándole la espalda pero mirándola por encima del hombro.
Lanzando un gran suspiro para despejar un poco sus nervios, se subió a la cama también y gateó un poco hasta quedar justo detrás de él de rodillas, con su pecho casi tocando su espalda.
Para no tener que lidiar con su mirada interrogante, lo primero que hizo fue tomar los lados de su cabeza y girarlo para que estuviera mirando al frente y no a ella, teniendo cuidado con su fuerza porque seguramente sí se pasaba un poco terminaría rompiéndole el cuello o algo así.
Tomó otra gran respiración y llevó sus manos a su nuca, colocando tres de los dedos de cada mano justo por encima del comienzo de su espalda. Hizo una levísima presión y luego deslizó las manos lentamente hacia arriba y luego hacia los costados siguiendo las líneas de su cuello y de sus hombros, sintiendo su piel cálida todavía ligeramente húmeda por la ducha, permitiéndole deslizarse con muchísima más facilidad.
-O-oye, leona, ¿qué demonios crees que estás…?...-
-Ni una palabra o te romperé el cuello.- siseó entre dientes.
-Sabes, sí este masaje es para aliviar mi estrés de alguna forma, entonces déjame decirte que amenazar con matarme no ayuda mucho.- casi podía sentirlo rodando los ojos aunque estuviera dándole la espalda.
-S-solo cállate… Mantén la boca cerrada y déjame seguir con esto antes de que me arrepienta.- apartó las manos de él por un momento para resistir mejor sus ganas de romperle unos cuantos huesos.
Él no dijo nada y ella volvió a llevar sus manos al mismo lugar de antes, repitiendo el proceso de deslizar sus dedos desde su cuello hasta sus hombros un par de veces.
Senku permaneció tenso, por lo que Kohaku suavizó todavía más sus movimientos, haciéndolo con mucho más cuidado y lentitud, frotando sus pulgares en ciertos puntos que sentía especialmente rígidos como Francois le había indicado, esperando que eso bastara para relajarlo un poco.
Desgraciadamente no funcionó. Hasta parecía más tenso mientras más lo tocara.
¿Temía que lo lastimara? O… ¿Qué tan tenso estaba este hombre? Era realmente preocupante, sin duda debía seguir con el masaje.
Todo él estaba completamente tenso, pero encontró ciertos puntos que se sentían especialmente tensos, tal como Francois le había dicho. Uso los pulgares para amasar esos puntos mientras seguía pasando sus dedos suavemente por su cuello y hombros.
Eventualmente, Senku comenzó a relajarse. Muy ligeramente al principio, pero cada vez iba relajándose más y más bajo sus manos, a lo que ella decidió seguir con los siguientes consejos que la chef le dio ahora que ya se sentía más cómodo con ella, amasando sus hombros, la parte posterior y los lados de su cuello con diferentes movimientos, ya sea solo haciendo una levísima presión o con movimientos circulares. Luego bajó hasta su espalda e hizo movimientos similares en sus omoplatos y con el talón de la palma de su mano entre sus omoplatos, y después también le prestó un poco de atención a la parte posterior de sus brazos, siempre siendo muy cuidadosa de no utilizar demasiado de su fuerza o en vez de ayudarlo terminaría rompiéndole un hueso al pobre diablo.
Aunque le tomó más tiempo del que pensó, luego de que él empezara a relajarse y ella pudiera continuar con las partes más complejas del masaje, poco a poco Senku se fue relajando cada vez más, hasta el punto de parecer hasta disfrutarlo.
El problema comenzó cuando él comenzó a suspirar bajo su toque. Al principio apenas lo registró, ya que estaba empleando el máximo de su concentración en recordar todo lo que Francois le había dicho y además en no pasarse con su fuerza, pero cuando empezó a ser consciente de ellos, un repentino recuerdo de cierta noche en particular se le vino a la mente al captar cierto grado de placer en ese suspiro.
-Aprendes rápido ¿eh, leona?- susurró Senku, jadeando pesadamente.
-D-deja de llamarme así o voy a de-detenerme.- con el rostro completamente enrojecido y su respiración tan frenética como la suya, Kohaku abandonó su tarea por un momento solo para mirarlo mal.
Él se rió entre dientes, solo para sisear cuando ella se apartó completamente, con semblante indignado.
-Bien, bien, lo siento.- casi desesperado, tomó su mano y la jaló de nuevo contra sí, besándola profundamente. –Sigue, Kohaku…- murmuró contra su boca, soltando un gran suspiro cuando ella continuó con su tarea.
Al pensar en todo eso, su rostro se volvió tan caliente como el tungsteno después de ser calentado a la máxima potencia por todo el equipo de la fuerza junto.
Y claro, apretó de más los hombros de Senku.
-¡AGH! ¡Mierda, leona, tenías que arruinar el momento con esa fuerza ridícula tuya!- Senku se apartó de golpe de ella para mirarla con pura irritación, pero el movimiento tan brusco hizo que la toalla alrededor de su cintura se aflojara sin que se diera cuenta.
Kohaku estaba a punto de disculparse, pero entonces la toalla terminó de caerse por completo.
Los dos se congelaron.
Inevitablemente, Kohaku lo miró de arriba a abajo, sorprendiéndose cuando descubrió que todavía era posible ponerse más roja al notar que Senku había estado un poco demasiado emocionado de lo que imaginó con su masaje.
Él estaba…
Antes de que alguno pudiera reaccionar, escucharon el llanto de Tsukiku en la habitación contigua.
No supo sí sentirse aliviada o decepcionada al ver que Senku rápidamente tomaba su toalla y corría de regreso al baño. Ella suspiró, llevándose una mano al pecho y tomándose un segundo para bajar un poco el ardor de su rostro y todo su cuerpo en general antes de correr a la habitación de su hija para calmar su llanto.
Eso fue… incómodo.
Definitivamente nunca trataría de volver a hacer nada bueno por Senku otra vez.
.
Ryusui estaba esperando ansiosamente a que Francois terminara de preparar el delicioso platillo que le pidió mientras trabajaba en uno de sus planos cuando la escuchó suspirar.
De inmediato volteó a verla, abandonando por completo el plano y prestándole su entera atención.
¿Francois suspirando? Extraño, era algo que pasaba muy pocas veces. La última vez que la recordaba suspirando era… ni siquiera estaba seguro. ¿Fue cuando ocurrió ese problema donde su padre y él dejaron de hablarse por unas semanas y él estaba demasiado fuera de control haciendo decisiones estúpidas? No recordaba bien, pero sin duda no era algo común verla tan… pensativa, decaída o incluso frustrada.
-¿Ocurre algo?- volviendo a tomar su plano pero sin estarlo analizando realmente, Ryusui decidió hablar.
-Nada en lo absoluto, Ryusui-sama.- le sonrió con calma, como siempre.
-Pareces diferente desde la semana pasada… ¿Qué pasa? ¿Senku está intentando sobreexplotarte también?- rió divertido al pensar en ese científico tan curioso. Claro que Francois nunca se quejaba de más trabajo, pero ese hombre bien podría llegar a su limite con lo ambicioso que era. Ah… por eso le agradaba. Incluso con sus intenciones de palomita inocente, seguía siendo un buitre.
-En lo absoluto.- volvió a desentenderse. –Sin embargo, sí tanto es su interés, admitiré que hay algo respecto a él que me molesta.-
Ante esas palabras, Ryusui finalmente dejó de pretender que estaba trabajando en el plano.
-¿Y qué podría ser eso?-
Cuando Francois le contó lo que había estado pasando por su mente y su dilema, Ryusui primero se sorprendió, luego se confundió, luego acabó rodando en el suelo de la risa ante la sonrisa divertida de su mayordomo, y después ofreció su ayuda con una brillante idea que Francois aplaudió, felicitándolo por su gran astucia.
Aunque había un problema con su idea que no estaba seguro de cómo resolver y que no pudo comentar con su mayordomo antes de que alguien más solicitara su ayuda y ella lo dejará después de servirle su platillo.
Su idea era brillante, estaba seguro de que funcionaría para acallar las inquietudes de Francois, pero necesitaba ser sutil al respecto o podría arruinarse por completo. Ya había pasado alrededor de un año desde que lo despetrificaron y conocía lo suficientemente bien a Senku para saber que su mente funcionaba muy distinta a la suya. Mientras que él amaría hacer lo que tenía en mente, seguramente el científico le pondría mil peros al asunto.
¿Cómo convencerlo? ¿Cómo?
-…Así que ya tenemos lista toda la infraestructura y gran parte de la superestructura, está casi terminada exceptuando unos detalles, de hecho.- murmuró Senku mientras trazaba garabatos en uno de los planos principales. –El laboratorio está hecho, solo me falta equiparlo, lo que será más difícil de lo que piensan. Debemos dejar el invernadero a lo último, así que no nos preocuparemos por eso de momento, ya que ya hemos preparado la estructura. Todavía no hemos hecho los dormitorios pero no debería ser muy difícil. El resto sería terminar de almacenar y preparar todo lo que llevaremos. Y solo quedaría el casco como lo más importante, y será un verdadero dolor de cabeza hacerlo ya unido al barco. Normalmente se lo construye aparte y luego se lo equipa ¿verdad?- miró a Ryusui, que asintió, ya sin impresionarse por los conocimientos de Senku. –Pero no tenemos los medios necesarios para levantar ni transportar algo de tal peso y tamaño, construirlos nos llevaría muchísimo más tiempo y tal vez el mismo riesgo, así que solo lo haremos así tomando diez billones de precauciones para no arruinarlo. Un solo error y podríamos retrasar la terminación de esta construcción por meses. Será un trabajo infernal, así que debemos preparar bien a nuestra mano de obra. ¿Alguna idea, mentalista?-
Estaban en una reunión los cinco generales, sumados Kaseki y Yuzuriha, para discutir una de las partes más difíciles del barco.
Y no es que a Ryusui no le interesara, pero todavía estaba pensando en qué hacer para solucionar el problema de Francois, no solo porque haría literalmente lo que sea para contentarla, sino porque le parecía muy divertido entrometerse a tal grado en la vida del aclamado rey de la ciencia.
-Bueno, sé que todos al principio pensamos que Tsukiku-chan sería una carga para Senku-chan y eso probablemente nos retrasaría a todos.- Senku le lanzó una mala mirada a Gen por esas palabras. –Oh, vamos, sabes que tú también lo pensaste.- aunque eso era obviamente cierto, él siguió mirándolo mal. –Claramente ahora nadie cree eso, todos la adoramos, tranquilo.- luego de que Senku dejara la mirada asesina, continuó. –Digo esto porque es una motivación excelente para todos los trabajadores, en especial desde que Kohaku-chan la saca a pasear más. Propongo inventar alguna treta de que necesitamos su ayuda para hacer una fiesta de celebración para los cuatro meses de Tsukiku-chan, y que solo lo lograremos si terminan con el casco a tiempo. Eso les dejaría un mes, ya que es en un par de días que cumple los tres meses. ¿Crees que es tiempo suficiente, Senku-chan?-
-Creo que estás esperando demasiado, no hay forma de que terminen ese trabajo en un mes.- el científico miró con incredulidad al mentalista, que solo se carcajeó malvadamente.
-¡No subestimes el poder de la ternura, Senku-chan~! La ternura que te provoca el ver a un bebé o algo que consideres de lo más lindo afecta las mismas áreas del cerebro que el consumo de drogas como cocaína y metanfetamina, ¡es muy poderosa! Nuestra adorable princesita también puede ser útil para el reino de la ciencia incluso sin poder hablar ni caminar, ¡digna hija de sus talentosos papis!-
Gen siguió canturreando mientras Senku rodaba los ojos, pero Ryusui miró al mentalista con ojos entrecerrados. Tal vez ese hombre tan talentoso en el arte de la estafa pudiera ayudarlo con sus planes para contentar a Francois.
Con eso en mente, esperó pacientemente a que hiciera su circo de convencer a todos los trabajadores (cosa que funcionó de maravilla ya que obviamente todos harían lo que sea por la princesita) y se le acercó cuando lo encontró solo bebiendo su refresco.
-¿Me das un poco de eso?- aunque prefería otro tipo de bebidas más saludables y que no le ganarían un regaño de su mayordomo, creyó que era buena forma de iniciar la conversación.
-Claro.- se acercó a su refrigerador y le arrojó una de las tantas botellas que había allí dentro. Él la atrapó fácilmente. -¿Y en qué puedo ayudarte, Ryusui-chan?- parecía ya saber que quería algo, tal como se lo esperó de él.
Sonrió complacido.
-Dime, Asagiri Gen, ¿qué opinas de entrometerte en la vida de los demás?-
Gen le devolvió la sonrisa con el mismo grado de malicia.
-Oh, Ryusui-chan~… ¿Acaso existe algo más divertido que eso?-
Riendo, el capitán chasqueó los dedos y procedió a explicar lo que tenía en mente, y ambos rieron divertidos con solo imaginarlo.
-¿Qué dices? ¿Crees que Senku accederá a tal cosa?-
-Lo haría, pero no sí vamos de frente con la idea, o al menos eso lo pondría muchísimo más alerta.- metió las manos dentro de las mangas al cruzarse de brazos, sonriendo divertido. –La manera de tomarlo desprevenido es hacerlo con muchísima más sutileza, y tal vez incluso así pueda ser capaz de ver a través de nosotros.- Ryusui frunció el ceño. ¿No había manera, entonces? –Sin embargo.- antes de que pudiera preguntar, Gen continuó. –Hay que tener en cuenta que él también es humano, incluso sí ve a través de nuestros planes, podría estar de acuerdo secretamente y usarnos como excusa para justificarse a sí mismo. Muchas personas buscan con qué justificarse cuando desean hacer algo que no quieren o no deben admitir, para eliminar la culpa que sienten contra sus propios ideales u objetivos. Y Senku-chan es leal a sus objetivos, lo que queremos hacer él lo verá como un obstáculo, a pesar de que es el principal interesado. Pero, lo que intentó decir, es que probablemente él, a pesar de saber que es "una trampa", y que es un obstáculo a sus objetivos… A pesar de eso es muy posible que lo desee tanto que de todos modos tome la excusa que le estamos dando y lo haga de todos modos. ¿Entiendes mi punto, Ryusui-chan?-
-Creo que lo entiendo.- era un poco confuso, pero después de pensarlo un momento entendió completamente. –Entonces, ¿qué propones? ¿Cuál sería la excusa?-
-Es muy simple. Solo dile que es para ti.- él alzó una ceja ante eso. ¿No era demasiado obvio? –Sí, sí, es muy, muy probable que vea nuestras verdaderas intenciones, pero piénsalo de este modo: Tú eres el tipo de persona que querría algo como eso ¿no crees? Todos conocemos tu pasado y tu fama, incluso aquí haces alarde de ellos y tienes ese tipo de estilo de vida. Incluso sí ve la mentira, sí realmente lo desea tanto como creo que lo desea, entonces no pondrá ningún pero, será la excusa perfecta para él.- sonrió diabólicamente. –Tú confía en mí. Por lo que dice Francois-chan, es probable que hasta se contenga de saltar de felicidad por tu idea.-
-Eso lo dudó, pero entiendo lo que dices.- rió fuertemente. -¡Muy bien entonces! ¡Mañana mismo se lo diré!-
Y así lo hizo. Cuando Senku estuvo solo trabajando en sus planos, le colocó una mano en el hombro y susurró su pedido en su oído, esperando expectante por cómo reaccionaría ante algo así, y sobre todo cuál sería su respuesta.
Él frunció el ceño, antes de reír entre dientes.
-Pues no es mala idea, y es algo muy sencillo, aunque me tomará un tiempo ya que estoy ocupado con el casco, pero claro. Nunca están de más, teniendo tanta población adolescente y de adultos jóvenes.- encogió los hombros.
Ryusui alzó una ceja. ¿Así de fácil?
-Bien, entonces.- se dio la vuelta para retirarse.
-Sin embargo, olvídate de llevar eso en el barco.- las palabras de Senku lo detuvieron.
-Ni se me había pasado por la cabeza.- rió divertido. -¿Pero a ti sí, verdad?- sonrió burlonamente, muy consciente de que él no era tan estúpido como para no saber las verdaderas intenciones detrás de su pedido.
Senku frunció el ceño profundamente y Ryusui se alejó de allí carcajeándose ruidosamente todo el camino hasta la salida.
.
-¡Primero de julio! ¡Ya has cumplido tu tercer mes de vida! Felicidades por sobrevivir tu primer trimestre, mocosa, realmente impresionante para alguien con mis genes.- apenas Tsukiku se despertó esa mañana, Senku la cargó y comenzó a felicitarla, lo que aparentemente era una costumbre que tendría de ahora en adelante. –Uf, y también estás muy saludable, ya debes pesar más de cinco kilos y medio, aunque todavía no te he pesado esta semana.- con una mueca, volvió a ponerla en la cuna. Sin embargo, ella empezó a lloriquear y estiró los bracitos hacia él. –Agh, maldición, mini-leona, en unos meses olvídate de que pueda cargarte tan seguido.- volvió a tomarla en brazos, pero sentándose en la silla junto a la cuna esta vez.
-Wow… tres meses ya ¿eh?- Kohaku se sentó en uno de los reposabrazos de la silla, mirando a su hijita babear sobre la muñeca de su padre. –Es increíble, en cierto modo parece mucho más tiempo…- y a la vez mucho menos, pero ya estaba más acostumbrada a las sensaciones inexplicables que su bebé ocasionaba en ella.
-Claro que parece mucho más tiempo, con todos los dolores de cabeza que esta pequeña leona provoca. Eres un dolor de muelas, mocosa ¿lo sabías?-
-No le digas eso.- lo regañó Kohaku, aunque riéndose. –Creerá que los dolores de muela son la cosita más adorable del mundo.- bajó de la silla y se arrodilló frente a Senku para regar besos en las mejillas regordetas de su bebé.
-Es una posibilidad, ya que ni siquiera tiene dientes para empezar.- rió entre dientes. –Bueno, ni siquiera entiende una mierda de lo que desvariamos, así que está conversación de entrada no tiene sentido.-
-Oh, cállate.- rodó los ojos. –Tú le hablas tanto como yo.- lo miró acusadoramente.
-Alguien tiene que decirle palabras coherentes para que empiece a desarrollar el lenguaje, porque sí dependiera de ti todo lo que aprendería a decir sería "aww" y "te amo, te amo", o alguna de las tantas cursilerías que le dices todo el tiempo.- señaló secamente.
-¡C-cállate!- sonrojada, se cruzó de brazos y apartó la mirada, pero entonces sintió que ya era hora de que su bebita comiera. –Oh, dámela. Tiene hambre.- estiró los brazos para tomarla.
Aunque con una ceja en alto ya que Tsukiku no había dado el menor indicio de tener hambre, él se la dio, quedándose con la mandíbula por el piso cuando ella realmente comenzó a beber ansiosamente de su pecho apenas bajó su vestido.
-Nunca entenderé cómo demonios haces eso…- murmuró, luciendo un poco perturbado.
-Soy su madre, lo sé todo sobre ella.- dijo orgullosamente.
-Esto no es cuestión de… Agh, olvídalo, ni siquiera sé por qué esperaba algún tipo de respuesta con el mínimo de lógica de tu parte.- rodó los ojos.
Kohaku solo se rió. Esta ya era una conversación típica entre ellos. Ya estaba completamente acostumbrada a la vida con Senku.
Su hija dejó su pecho al verla reírse solo para dedicarle otra de sus hermosas sonrisitas y gimotear algo inentendible, derritiéndola por completo de la ternura. Le dio muchos besos antes de dejarla volver a alimentarse.
Al poco tiempo ella se durmió y Senku pudo irse a trabajar tranquilamente, mientras que ella siguió con su rutina simple de ejercicios que podía realizar en la casa. Como ese día también todos estaban ocupados, no tenía otra opción más que quedarse en casa con su pequeña, cosa que tampoco le molestaba demasiado, además de que Senku creo unas cosas llamadas "pesas" para que entrenara mejor la fuerza de sus brazos.
Tsukiku se despertó luego de menos de dos horas, interrumpiendo su entrenamiento a la mitad, y se quedó despierta casi hasta el mediodía antes de volver a dormirse. Kohaku almorzó y luego siguió con su rutina de ejercicios antes de finalmente cansarse y decidir darse una ducha larga para relajarse un poco luego de tanto esfuerzo. Puede que su entrenamiento fuera simple pero fácil no era.
Acababa de apagar la regadera cuando escuchó a su hija llorar.
De inmediato corrió fuera de la ducha apenas molestándose en tomar una toalla y casi resbalándose llegó a donde ella estaba recostada en su cesto, suspirando aliviada al ver que no le pasaba nada malo. Solo tenía hambre.
Maldijo al ver que solo trajo la toalla que usaba para secarse el cabello, pero ni modo. Se secó todo el cuerpo rápidamente lo mejor que pudo y envolvió la cortísima toalla alrededor de su cintura, quedándole casi como una falda muy corta, luego tomó a su hija y ella de inmediato comenzó a beber de su pecho ansiosamente.
Sonrió mientras se sentaba en su cama, pero luego hizo una mueca cuando gotitas de agua comenzaron a lloverle a su hija en la frente por su cabello todavía demasiado mojado. Lo hizo para atrás lo mejor que pudo, cuidando que las gotas se deslizaran por su cuello en vez de caer sobre su bebita y haciendo una nota mental de secarse el maldito cabello mejor luego.
Luego de un tiempo Tsukiku volvió a dormirse y pudo colocarla de regreso en su cesto, y solo entonces notó que Senku estaba parado en la puerta de su habitación, completamente inmóvil con el rostro en blanco.
Sus miradas se encontraron y los dos se congelaron por completo.
Kohaku no pudo evitar recordar el incidente que tuvieron hace un par de semanas atrás, cuando quiso hacerle masajes, captando que el ambiente entre ellos ahora mismo era muy similar a esa vez luego de que su mente se llenara de recuerdos que no debería de volver a pensar. Ahora se miraban de la misma forma, y era evidente que Senku de nuevo estaba emocionado de verla.
Debería estar buscando algo con lo que cubrirse, pero en lugar de eso estaba luchando con todas sus fuerzas contra las ganas de saltarle encima y repetir una vez más lo que habían prometido nunca repetir. Pero eso sería… eso sería…
-L-lo siento.- antes de que pudiera siquiera terminar de discutir consigo misma, Senku se dio la vuelta y abandonó la habitación sin decir nada más.
-Mierda…- murmuró intentando calmar su respiración, llevando sus manos a tocar sus mejillas en llamas.
¿Qué mierda fue eso? Debía controlarse más a sí misma, no podía dejar que la humillara de nuevo, incluso aunque era evidente que él no estaba teniendo pensamientos muy diferentes a los de ella, teniendo en cuenta la evidencia física, pero aun así…
Sacudió la cabeza y fue a su armario para buscar algo que ponerse, intentando ignorar los latidos desenfrenados de su corazón.
El resto del día estuvieron evitándose como si el otro fuera una enfermedad contagiosa, tomando turnos para cuidar a su hija cada uno por su cuenta y llegando al punto de cenar separados.
Pero a la hora de dormir no pudieron escapar del hecho de que compartían habitación. Al menos la aliviaba que ahora tuvieran camas separadas o no había forma de que pusiera voluntariamente un pie allí.
Tsukiku ahora tendía a dormir más horas durante la noche, despertándose alrededor del amanecer con su apetito renovado, a veces más temprano y a veces más tarde, pero generalmente los dejaba dormir más que antes. La colocaron en su cesto y luego cada uno se dirigió a su propia cama.
No obstante, Kohaku estaba inquieta.
Desde esa tarde no podía apartar a Senku de su mente, no podía dejar de pensar en el modo en el que la miró. Las últimas semanas le fue fácil ignorar lo que pasó entre ellos luego de ese masaje gracias al hecho de que después él no dio ninguna otra señal de que eso haya sido nada más que cosa del momento, pero ahora…
Se revolvió en su cama, apretando las piernas.
No debería pensar en las noches que pasaron juntos, ni siquiera contaban ya que él estaba borracho y ella siendo una estúpida, así que no significaban nada y no debería pensar en ello, menos debería desear…
Gimió, escondiendo el rostro en la almohada. Mierda. De verdad que no podía dejar de pensar en lo fácil que sería simplemente levantarse de su cama y caminar unos pasos hacia la suya y entonces comprobar de una vez por todas sí era verdad sus palabras de que nunca la tocaría estando sobrio, teniendo en cuenta sus reacciones ante ella cuando estaba segura que no bebió nada. Desearía…
-Oye, leona…- se congeló por completo al sentir repentinamente a Senku sentado junto a ella, en su cama, hablándole directamente al oído. –Estoy comenzando a sospechar que intentas seducirme a propósito…- murmuró en voz baja, un poco demasiado cerca de ella, enviando un escalofrío por toda su espalda.
Tragó saliva, volteándose para quedar cara a cara con él, encontrando su mirada nerviosa con su rostro extrañamente serio.
Sí… definitivamente estaba demasiado cerca.
-N-no sé de qué hablas, S-Senku…- susurró con los nervios a flor de piel, casi temblando por lo fácil que sería enredar sus brazos en su cuello ahora y jalarlo hacia abajo y…
-Siempre la víctima inocente del malvado científico loco. Pobre leona.- rió entre dientes, sin alejarse ni un poco de ella.
-Estás confundiéndome.- frunció el ceño.
-No, tú estás confundiéndome.- volvió a mirarla seriamente. -¿Qué pretendes, leona? No creas que puedes engañarme.-
-Ni que quisiera engañarte en nada.- comenzó a enfadarse un poco. –Tú eres el que está sobre mí diciendo cosas raras sin sentido.-
-Oh, ¿entonces digo cosas sin sentido, eh?- sonrió con sequedad. –Eres la víctima inocente otra vez ¿eh? Y que estuvieras retorciéndote como gusano entre tus sabanas mientras gemías mi nombre es de alguna forma u otra mi culpa ¿no es así?- Kohaku se quedó con la boca abierta.
¡¿Qué ella había estado haciendo qué?! Mierda, mierda, ni siquiera se dio cuenta. ¡Pero qué imbécil! No sabía dónde esconder la cara de él ahora mismo.
-L-lo siento…- tartamudeó, sintiendo todo su rostro todavía más rojo. –No m-me di cuenta… no quise… eh…- ni siquiera sabía qué decir. Otra vez se sentía humillada ante él, completamente avergonzada.
-Deja el acto inocente, leona.- a pesar de que había cierta burla en su tono, su mirada era más seria que nunca. –Ambos ya tenemos dieciocho años, somos adultos, somos padres, nuestra mocosa está durmiendo a exactos doscientos veintinueve centímetros de distancia de esta cama, de hecho, y nosotros hemos evitado el tiempo suficiente hablar de nuestra relación ¿no crees?-
-¿Nuestra… relación?- se encogió bajo su mirada.
Sabía que era mucho más fuerte que él y podría quitárselo de encima cuando quisiera, pero la intensidad de sus ojos al verla la hacía sentir simplemente tan… acorralada, expuesta, casi indefensa. Y… completamente loca de deseo por callar sus confusas palabras con un beso. Hace tantas semanas que no lo besaba… hace tanto que apenas lo tocaba.
-Sé exactamente lo que estás pensando, Kohaku.- repentinamente se puso muchísimo más cerca de ella, tanto que sus narices literalmente estaban tocándose ahora. –Sé lo que has estado pensando todo el día, toda esta semana, casi todo el maldito mes.- rió entre dientes, aunque sonaba extrañamente sin aliento. –No me malentiendas, este jueguito tuyo es bastante entretenido, pero ya ha comenzado a ser un fastidio. Decídete de una vez. ¿Respetas la promesa o… respetas lo que realmente quieres?- bajó su mirada directamente a sus labios entreabiertos.
A Kohaku le tomó un momento terminar de procesar y entender el significado de sus palabras. Él lo sabía, sabía lo mucho que lo deseaba ahora mismo y desde hace bastante tiempo, fue muy ingenua al pensar que estaba escondiéndolo bien de él ¡claro que no podría engañarlo nunca! Él siempre estaba diez billones de pasos por delante de ella, en todos los sentidos, pero…
Que supiera lo que ella sentía, no quería decir que sintiera lo mismo. Este era Senku, y él le dijo que nunca la tocaría de no ser porque realmente no estaba siendo él mismo en aquellos momentos, y no sentía alcohol en su aliento así que era imposible que él quisiera lo mismo que ella.
O eso pensaría de no ser porque recordaba perfectamente su reacción física a sus provocaciones involuntarias, y si no quisiera lo mismo… ¿entonces por qué estaba confrontándola ahora? ¿Por qué estaba tan cerca de ella? ¿Por qué la miraba de ese modo?
Él… ¿la deseaba también?
¿Senku… se sentía atraído por ella?
No… eso no tenía sentido. Tenía a muchas chicas interesadas en él, incluidas las chicas más bonitas de la aldea, chicas mucho más bellas que ella, más femeninas, más delicadas y dispuestas a dedicarse enteramente a él. Entonces, ¿por qué demonios estaría interesado en alguien como ella? Era su esposa y todo, durmieron juntos dos veces y todo, pero esas cosas tenían sus "explicaciones lógicas" detrás ¿no es cierto? Entonces él nunca…
Volvió a fijar sus ojos en él, de nuevo quedándose sin aliento por la forma en la que la miraba. Nunca nadie la había mirado así, nunca pudo siquiera soñar que ÉL la miraría así. La miraba como… como sí sintiera exactamente lo mismo que ella.
¿Podría ser solo producto de su imaginación? ¿Estaba viendo lo que ella quería ver? No… estaba segura de lo que tenía frente a sus ojos, y lo que pasó antes entre ellos también era una prueba ¿verdad? Entonces…
¿De verdad le gustaba?
La idea hizo que sus mejillas se salpicaran de rosa. No era un sonrojo profundo producto de sentir una profunda vergüenza ni el ardiente rubor de la excitación, sino un rosa suave y feliz. La idea de gustarle la hacía… tan feliz. Era tan increíble, tan sorprendente, pero parecía ser el caso, eso era lo que el brillo en sus ojos carmesí le decían a gritos lo que él nunca le diría en voz alta.
-Senku…- sonrió, estirando una mano para acariciar su mejilla, sintiendo otra explosión de felicidad en su pecho cuando él se apoyó en su toque. –Yo… yo te…- apoyándose en uno de sus codos, se levantó lentamente de la cama para alcanzar sus labios a tan corta distancia de los suyos. –Yo…- se sentía como en un sueño, casi como si estuviera flotando en el aire, pero era aún mejor que subirse al globo aerostático. –Te…- antes de que pudiera seguir, sus labios se encontraron con los suyos.
Él llevó sus manos a los lados de su rostro y, antes de que el beso pudiera profundizarse, se apartó completamente de ella.
Kohaku se congeló por completo, todavía con una mano extendida, todavía sintiendo su calidez en la punta de sus dedos.
-No.- ya estaba de pie, y retrocediendo cada vez más pasos lejos de la cama. –No puedo.- el brillo en sus ojos había desaparecido por completo, dejando solo su indiferencia fría y calculadora tan normal en él.
Ella lo miró aturdida por un momento, todavía sin terminar de procesar lo que había pasado. Y, cuando finalmente lo entendió, solo pudo sonreír amargamente.
Sonreír. Sonreír porque llorar por ese bastardo no era una opción, no importa que las lágrimas estuvieran tan acumuladas en el borde de sus ojos ardiéndole al punto de que era doloroso que literalmente tuvo que mantener la mirada fija en el techo, cuidando mantenerse completamente quieta para que no se escaparan, para que no se deslizaran por su rostro. Sonreír para no gritarle y reclamarle, porque su hija estaba durmiendo cerca de ellos y no importa que se sintiera como una mierda ahora mismo, no iba a hacer nada que pudiera molestarla. Sonreír para controlar sus emociones intentando estallar de la forma más errática posible.
¿Por qué tuvo que hacer todo ese circo para al final rechazarla? Sí se hubiera mantenido en su cama, con la boca cerrada y lejos de ella, esto no estaría pasando, ella no se estaría sintiendo así.
-Senku…- no llores, no grites, no lo golpees. –Veté…-
Ante su mirada sorprendida, ella siguió sonriéndole, todavía sin moverse, aún conteniendo las lágrimas.
-No planeé esto.- dijo él apresuradamente. –Solo quería… solo quería… hablar.- parecía nervioso, casi sin palabras. Le recordaba mucho a un animal acorralado, a punto de recibir un golpe de su cuchillo.
-Veté, Senku.- repitió con calma. –Veté de mi habitación.- mi bebé está durmiendo, no puedo gritar, no puedo golpearlo.
-Sé que estás molesta ahora.- tragó saliva, alzando sus manos como diciéndole que mantenga la calma a pesar de que ella nunca antes había estado tan tranquila en su vida, tan quieta, exactamente en la misma posición en la que él la dejó, abandonada y sola en su cama. –Hablaremos por la mañana. Pero yo… no pretendía que esto pasará, no quería que nada pasara. Solo…-
-Veté.- repitió.
Mientras más hablaba, más difícil le era controlarse de hacerle daño, de cualquier forma, solo lastimarlo, lastimarlo de alguna forma para que sintiera aunque sea una fracción de esta humillación, esta pena y rencor. Solo un poco, solo insultarlo un poco, solo golpearlo un poco…
No. Mi hija duerme, él no lo vale. Tranquilízate.
Finalmente, él se rindió en pensar otra cosa que decir y abandonó la habitación, echándole una última mirada a su hija antes de cerrar la puerta detrás de él.
Apenas escuchó sus pasos alejarse, finalmente cerró los ojos, ya sin poder soportar el ardor que le quemaba las retinas. Por supuesto, las lágrimas se le escaparon de inmediato, al igual que un pequeño sollozo, pero se cubrió la boca de inmediato y se sentó en la cama, frotando su rostro salvajemente con su otra mano.
Otra vez. Otra vez la dejó en ridículo. ¿Pero qué se podría esperar de él? Honestamente ¿qué había estado esperando?
Los sollozos sacudieron su cuerpo, y las lágrimas siguieron cayendo por más que las limpiara con toda su fuerza, frotando dolorosamente sus ojos y su rostro.
Estaba siendo estúpida, llorando de este modo por ese bastardo… pero es que se sentía tan frustrada… esto no habría pasado sí él no la hubiera provocado. Fue su culpa esta vez, él se acercó, él empezó a decir todas esas cosas raras… ¿solo para esto? Solo para humillarla otra vez. Y cayó como una completa idiota, hasta creyó que…
Un pequeño sollozó ajeno a ella la hizo detener sus pensamientos de golpe. Tsukiku estaba revolviéndose en su cesto, arrugando su carita, con sus ojos entreabiertos.
De inmediato se lanzó a tomarla en brazos. Ella de inmediato se calmó, acurrucándose contra su pecho.
Una sonrisa tiró de sus labios, y solo otras dos solitarias lágrimas se le escaparon antes de esfumarse por completo luego de una profunda respiración.
No intentó volver a ponerla en su cesto, parecía no querer dormir sola esta noche, y honestamente ella tampoco, así que se acomodó en la cama junto a su bebita, cuidando que estuviera cómoda.
Acarició su cabello y sus mejillitas, y se durmió como sí nada, sintiéndose completamente en paz con su hija a su lado.
Se despertó luego de la llegada del amanecer con su lloriqueo descontento que se calmó cuando le dio de beber de su pecho. Después de un tiempo, volvió a dormirse y la colocó en su cesto, donde se quedó contemplándola con una sonrisa suave, con mil cosas corriendo por su mente.
El sol subió un poco más y Kohaku salió de su habitación cargando con su pequeña en su cesto. Bajó a la cocina, sin sorprenderse cuando vio a Senku dormido sentado en una silla con su cabeza sobre la mesa, rodeado de planos.
Dejó el cesto en el suelo cerca de ella y descorrió la silla frente a Senku, que despertó de golpe, con un papel pegado en su frente.
-Kohaku.- apartó el papel rápidamente. –Buenos días…- murmuró con una mirada cautelosa en sus ojos rodeados de profundas ojeras.
Ella le sonrió con dulzura.
-Buenos días, Senku.- estaba siendo tan falsa que ni ella se lo creía, y él tenía sus obvias razones para mirarla como a un bicho raro después de que mostrara ese tipo de actitud, pero siguió con su fachada, aunque era obvio para cualquiera en diez kilómetros a la redonda que sus dientes estaban tan apretados que podría destrozar una piedra entre ellos.
-¿Y entonces qué?- le frunció el ceño, aún cauteloso pero volviendo a usar su tono arrogante de siempre. -¿Ya podemos hablar como seres humanos civilizados o seguirás con tus berrinches?- sonrió burlonamente, aunque la sonrisa no le llegó a los ojos.
-Claro que hablaremos, Senku.- asintió, agrandando su propia sonrisa antes de continuar hablando, disfrutando un poco demasiado borrar la sonrisa de su rostro con sus siguientes palabras. –Quiero el divorcio.-
Continuara...
Holaaaa! :D
Planeaba actualizar esto antes, pero me enfermé bien feo :'v Ya estoy un poco mejor así q finalmente pude terminar esto :3 Ojala q les haya gustado uwu
Quería darle diez billones de gracias por todos sus reviews! Le dan tanta alegría a mi kokoro q ni puedo explicarlo TwT Las amo~ y los amo~ mis hermosos lectores y hermosas lectoras! :'D
De verdad muchas gracias y espero poder actualizar pronto! n.n
COMENTEN! *o*
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
