Balas perdidas

Por Nochedeinvierno13


Disclaimer: Todo el universo de Canción de Hielo y Fuego es propiedad de George R. R. Martin.

Esta historia participa en el "[Multifandom] Casa de Blanco y Negro 4.0" del Foro "Alas Negras, Palabras Negras".


9

Jacaerys Strong

2 horas antes del disparo.

Jacaerys Strong terminó de alistarse en la soledad de una habitación del primer piso.

La estancia era pequeña y se usaba como depósito. Habían encendido un incienso de sándalo para palear el aire viciado. La mayoría de los muebles estaban apilados en un rincón, exceptuando por un espejo de cuerpo completo que descansaba contra la ventana. Miró a través del cristal, buscando a Aegon, pero su tío no estaba por ninguna parte. ¿De verdad le sorprendía que hubiera escapado del acontecimiento? ¿O esperaba que lo entregara gustoso a los brazos de su propia hermana?

Había intentado que se enterara de la noticia por él. Después de todo el tiempo que habían compartido en el O fortuna, un poco de sinceridad era lo menos que merecía. Pero Aegon se había marchado antes de que pudiera decírselo ―estaba seguro de que lo escuchó hablando por teléfono, ¿con Helaena? ¿o con su madre?― y no contestaba sus llamadas desde entonces.

Antes de que su abuelo decidiera retirar sus negocios de la ilegalidad, Jacaerys Strong ya había proyectado cómo sería su vida: su madre iba a ser el nuevo capo, él le serviría como consigliere, su padre sería reafirmado como caporegime de los Strong y Joffrey estudiaría para ser el avvocato. Luke y Visenya servirían como asociados, pues sus dos hermanos eran demasiado buenos e inocentes para el mundo de la mafia.

Pero su vida se desestabilizó cuando Viserys, Capo di tutti capi, tomó la decisión. Ahora Jacaerys debía conformarse con ser un joven de los suburbios que estudiaba empresariales en lugar de ser el próximo jefe de los Targaryen. Su apatía por la vida normal y rutinaria lo había llevado a lanzarse de lleno como candidato para cumplir con la última voluntad de su abuelo. El sentido del deber, de tener expectativas sobre él, en verdad le complacía. Y por eso Aegon nunca lo entendería.

Alguien llamó a la puerta.

Jacaerys Strong no se consideraba una persona supersticiosa. No obstante, cuando vio a Helaena con su vestido de novia, estuvo a punto de cerrarle la puerta en las narices.

―Hola, Jace ―dijo. Su tía lucía tal como él la recordaba―. Me parece que deberíamos hablar antes de compartir el resto de nuestras vidas, ¿no crees?

―Te escucho, tía.

―La condición de la herencia es un asunto bastante engorroso. Aunque todos finjamos que estamos encantados de vernos, no es verdad. Todo ha sido precipitado. Y confuso. ―Hizo una pausa―. Lo que quiero decir es que… sé que estás con Aegon. Y lo entiendo. De verdad lo entiendo. No quiero que nuestra boda interfiera con su felicidad.

―No pensé que sintieras esa devoción por Aegon.

―Es mi hermano. Yo no podría hacer algo para lastimarlo ―aseguró.

Jacaerys experimentó un gran alivio. No tendría que elegir entre el deber o el amor sino que los dos coexistirían sin pérdidas.

Antes de que Helaena se fuera, Jace le tomó la mano y le dijo:

―Si tú tienes a alguien igual de especial…