Balas perdidas

Por Nochedeinvierno13


Disclaimer: Todo el universo de Canción de Hielo y Fuego es propiedad de George R. R. Martin.

Esta historia participa en el "[Multifandom] Casa de Blanco y Negro 4.0" del Foro "Alas Negras, Palabras Negras".


11

Rhaenyra Targaryen

30 minutos antes del disparo.

Rhaenyra Targaryen llegó al baño porque estaba buscando a Joffrey.

Al no encontrarlo allí, debería haber vuelto al lado de su esposo, pero ¿qué sentido tenía?Harwin apenas le dirigía la palabra. Su matrimonio se estaba derrumbando como un castillo de naipes y no le alcanzaban las manos para impedirlo.

Al mirarse en el espejo ornamentado del tocador, se encontró con un rostro cansado y una sonrisa fingida. Se retocó el maquillaje y el peinado; luego, jugó con sus anillos como cada vez que estaba nerviosa.

Cuando su padre había decidido disolver la mafia, pensó que una vida normal y sin las peripecias del crimen organizado iba a asegurarles un futuro tranquilo y luminoso. Cuán equivocado estaba. Una vida normal era precisamente a lo que Rhaenyra Targaryen no sabía enfrentarse.

Su padre no le había consultado sobre su decisión, pero entendía la razón de su actuar: Viserys temía que, a la hora de su muerte, sus hermanos y ella pelearan por ser el nuevo Capo di tutti capi. Y, probablemente, tenía razón. «Yo hubiera preferido una alianza con Aemond y eso nos habría llevado al desastre», pensó.

―No pensé que aceptarías ―dijo una voz a sus espaldas.

En el espejo se proyectó la imagen de Alicent. Aunque tenían edades similares, su vieja amiga se conservaba mejor que ella. Tenía el pelo caoba recogido en una redecilla y lucía un vestido verde esmeralda. También olía a lavanda.

Ésa era la primera vez que volvían a verse a solas desde que se había marchado de la Fortaleza Roja.

―Era la última voluntad de mi padre, Alicent. No podía ignorarla.

―Es muy noble de tu parte.

―¿Cómo estás tú? ―preguntó―. Su muerte fue algo sorpresiva, por lo que contó Otto.

―La enfermedad estaba siendo dura, pero Viserys era fuerte… pensé que sería eterno.

―Yo también. Tendría que haberme despedido.

Ella se acercó y tomó sus manos entre las suyas. Rhaenyra se estremeció por los recuerdos que ese gesto despertaba.

―No te castigues por eso.

«Me estás mostrando tu mejor cara, Ali. ¿Por qué?»

―Harwin y yo no estamos bien. ―No lo pensó, solo lo soltó a bocarrajo―. Piensa que está boda es una trampa, que nos matarán a todos.

―Qué tontería. Yo jamás te haría daño. ―Parecía hablar con sinceridad―. La niña no es de Harwin, ¿verdad? Se parece demasiado a ti. ―Rhaenyra no contestó, Alicent supo interpretar su silencio―. ¿Él lo sabe?

―Claro que lo sabe. ―Tampoco había podido ocultárselo: Harwin se había hecho una vasectomía en secreto, luego del nacimiento de Joffrey. Ese había sido el principio del declive―. Visenya es su hija. Eso es lo único que importa.

Alicent frunció el ceño. Sus manos le apretaron los antebrazos.

―Nunca vas a cambiar, Rhaenyra. Solo sabes jugar con las personas.

Ella tenía razón.

―Por eso nos separamos en primer lugar, Alicent.

Pensó en el último día de Laena Velaryon, en su hermano Daeron que no hablaba desde entonces y en su huida de la Fortaleza Roja.

Sí.

Definitivamente estaban mejor separadas.