Balas perdidas

Por Nochedeinvierno13


Disclaimer: Todo el universo de Canción de Hielo y Fuego es propiedad de George R. R. Martin.

Esta historia participa en el "[Multifandom] Casa de Blanco y Negro 4.0" del Foro "Alas Negras, Palabras Negras".


13

Visenya Strong

5 minutos antes del disparo.

Visenya Strong no quería escuchar la conversación. Ninguna de las dos. Ella, a diferencia de Joffrey, sí necesitaba ir al baño. Había jugado en los viñedos, recogiendo y mordiendo las jugosas uvas que caían al suelo, y tenía las manos sucias.

Pero, al llegar al baño, se encontró con la puerta abierta y escuchó la voz de su madre y de otra mujer. Visenya estuvo a punto de correr hacia ella, pero una pregunta la hizo quedarse estática:

―La niña no es de Harwin, ¿verdad? —Estaba hablando de ella—. Se parece demasiado a ti. ¿Él lo sabe?

Visenya Strong esperó que su madre contestara, que dijera que era una vil mentira e, incluso, fue tan fantasiosa que pensó que la abofetearía. Pero no hizo nada de eso.

―Claro que lo sabe. Visenya es su hija. Eso es lo único que importa.

La niña retrocedió instintivamente y se tapó los oídos.

Eso no podía ser cierto.

Su papá era Harwin Strong. Tenía su apellido. Él le leía cuentos por las noches, le besaba las rodillas cuando tropezaba y le prometía que siempre la protegería.

Antes de darse cuenta, las lágrimas estaban cayendo por sus mejillas. Se sentía triste. Muy, muy triste. No quería volver a la boda, pero tampoco quería quedarse allí, escuchando más verdades dolorosas.

Corrió hacia el lado contrario y subió la escalera. Enseguida se encontró con la biblioteca, la cual no estaba vacía. Otra conversación estaba teniendo lugar allí.

―Sabía que no te atreverías a hacerlo. Eres un cobarde ―dijo un hombre.

―Si lo tocas, te mato, soldato ―dijo Joffrey. Visenya vio que lo amenazaba con los anillos de plata que adornaban sus nudillos―. Vete de una puta vez. ―El hombre desapareció por el final del pasillo―. ¿Estás bien? ―preguntó. El otro chico hizo un gesto con las manos―. Te creo. Vamos a buscarlo.

Visenya se escondió detrás de una estatua en cuanto pasaron por su lado.

Luego, entró en la habitación repleta de libros y vio tirados los audífonos de Joffrey. Junto a ellos había un arma. Un arma de verdad. No como la de juguetes que aparecían en los dibujos animados sino como la que escondía su padre en el armario. Sin saber muy bien la razón, Visenya Strong la tomó en su mano.

Ahora estaba triste y desorientada. Pensó que Joffrey la consolaría. Se suponía que su hermano le diría que era mentira, que Harwin era su verdadero y único padre. Pero Joffrey se había ido con el chico bonito, sin siquiera mirarla.

Caminó por el pasillo, dobló a la derecha y vio una puerta entreabierta. Al mirar hacia el interior, vio un despacho muy arreglado y al hombre que había discutido con Joffrey. Estaba apostado en el balcón con un rifle de asalto.

―Adiós, Strong ―susurró el hombre.

Visenya Strong no lo pensó, solo asumió que la víctima era Jace. Levantó el arma y apuntó. Los dos apretaron el gatillo al mismo tiempo.

Un grito se perdió en el vacío.