Baby Stone.
Capítulo veinticinco: Lágrimas en el mundo de piedra.
Kohaku, Amaryllis y Ginro se sentaron incómodamente en el suelo de una de las chozas cercanas palacio, escuchando a la anciana que las educaba para ser "adecuadas" para el Cabeza.
Era increíblemente aburrido y Kohaku estaba a muy poco de dormirse, pero en su lugar decidió pensar en su estrategia para ver al Soyuz en la noche, con tal de no dormirse y ganarse otro regaño de la anciana.
Ahora que había encontrado el Soyuz, dependía de ella conseguir el platino para Senku, así él podría revivir a sus amigos y estarían un paso más cerca de recuperar el barco para así hablarle a la Aldea y saber con certeza que su hija estaba bien.
Mientras caminaba fuera junto a las demás chicas del harem para practicar su postura con cuencos llenos de agua, observó cuidadosamente la vegetación que rodeaba el lugar, ya planeando su escape nocturno. Se iría cuando todos estuvieran dormidos. Ya había pasado las dos noches anteriores observando las rutinas de los guardias, así que le sería fácil escabullirse entre los árboles.
Apenas tuviera la oportunidad le diría a Amaryllis del plan para que no se alertaran por su falta y mantuviera al idiota de Ginro en silencio así…
-Ugh.- casi tira el cuenco con agua cuando una sensación familiar la invadió.
-¿Qué sucede, Kohaku-chan?- Amaryllis la miró preocupada.
-Nada, es solo que…- cascaditas empezaron a rodar por sus mejillas. —Mi bebé tiene hambre.- lloriqueó, deprimida.
-¿Eh? ¿Cómo puedes saberlo?-
-Si ella lo dice debe ser verdad. Kohaku-chan siempre tiene razón cuando se trata de Tsukiku-chan.- murmuró Ginro con gotitas corriendo por su sien.
-Ja, soy su madre, claramente lo sé todo sobre mi bebé.- alzó la barbilla orgullosamente, de nuevo casi tirando el cuenco sobre su cabeza. —Por eso sé que está bien, pero eso no quita que me preocupe…- susurró por lo bajo, apretando los puños.
-¿Qué estarán susurrando estas bellas mujeres?- Kohaku y sus amigos jadearon cuando de pronto Mozu se apareció delante de ellos, inclinando su cabeza hacia abajo, a pocos centímetros del rostro espantado de Kohaku.
-Eso no te in…-
-¡Eh, no es nada!- Amaryllis se lanzó a abrazar a Kohaku para que se callara y no los metiera en problemas. —Solo son temas de chicas, es un poco vergonzoso de admitir en voz alta…- se llevó una mano a la boca, con una postura tímida que Mozu observó con interés.
-Ya veo. ¿Eso es cierto, Kohaku-chan?- la miró de una forma repulsiva.
Quería golpearlo, pero debía ser cuidadosa. Tenía una misión que cumplir.
-Hmm.- asintió a regañadientes.
-¿Qué sucede aquí?- Ibara se apareció de pronto. -¿No estarás queriendo seducir a estas jovencitas, verdad, Mozu? Sabes que primero serán del Cabeza.- lo miró de forma amenazante.
Mozu perdió la sonrisita arrogante por un segundo, antes de encoger los hombros y reír traviesamente.
-Claro que no. Soy muy consciente de que son propiedad del Cabeza.- dio media vuelta y se alejó a paso lento.
Ibara asintió complacido y fijó sus ojos en Amaryllis, luego se quedó mirando más tiempo a Ginro hasta que finalmente sus ojos aterrizaron en Kohaku, que se estremeció con asco al ver cómo miraba directamente a su pecho.
Se quedó mirándola un poco más antes de finalmente sonreír y retirarse.
Kohaku pudo respirar tranquila.
En la noche, después de que todas se fueran a dormir, Kohaku informó a Amaryllis de su plan y se escabulló para lograr echar el primer vistazo.
Antes de saltar a los árboles como ya tenía planeado, se quitó el relicario del cuello y lo ató bien a su muñeca, sin querer perderlo de ningún modo. Entonces saltó hacia los árboles.
Llego hasta el centro del árbol y allí se topó con la nave soyuz, el cofre del tesoro que dejó el padre de Senku.
Allí mismo yacía la piedra mágica que salvaría a toda la humanidad de la petrificación … el platino.
Kohaku llevó sus manos a la nave lentamente, solo para congelarse cuando está se rompió con el simple toque de sus dedos.
¡¿Era tan frágil?!
Bueno… probablemente ni siquiera los increíbles conocimientos de la civilización moderna podrían haber preparado a esta nave para soportar miles y miles de años… pero ¿qué hay con su contenido?
El platino debía seguir allí ¿cierto?
Terminó de romper la superficie que alguna vez fue del más duro metal y se sorprendió al encontrar el interior del soyuz recubierto de piedra.
Se sorprendió por un momento, hasta que recordó que el disco del padre de Senku también había estado preservado con un material similar.
Ella fue quien sacó el disco en esa ocasión, pero obviamente no podría hacer eso allí en plena base enemiga. La descubrirían de inmediato.
-Tsk…- arrugó su frente profundamente. —Está justo frente a mis ojos… el tesoro científico que puede salvar a todos en el barco y a la humanidad ¡y no puedo conseguirlo!- apretó los puños.
El platino era la clave de todo. Lo necesitaban para salvar a todos y así poder recuperar el barco y volver a casa o al menos llamar para asegurarse de que su pequeña bebé estuviera bien.
Y Kohaku, con toda la frustración del mundo, tuvo que volver a su habitación con los demás y esperar más aves de papel para poder darle este mensaje a Senku.
Él seguramente tendría una solución científica para esto. ¡Lo sabía! ¡Confiaba diez billones por ciento en que Senku podría encontrar una forma de conseguir el platino sin arruinar la misión para apoderarse del arma petrificadora!
Y, tal como esperó, Senku realmente tuvo una solución. De hecho ni siquiera tuvo que decirle de su problema, de algún modo él lo supo y le envió todo lo que necesitaba para romper silenciosamente la piedra.
También le envió instrucciones muy detalladas de cómo usar todo en una carta.
¡Contamos con tu poder, el poder de la leona Kohaku!
Gruñó por lo bajo al ver como terminaba la carta. Bien que ya no le molestaba tanto que la llamara leona, ¡pero no tenía por qué decírselo todo el tiempo!
Como sea, lo regañaría después.
Le pidió a Amaryllis y Ginro que distrajeran a los guardias y se concentró en perforar el hormigón lo más rápido posible, sabiendo que la maldita anciana no tardaría en llamarla para más lecciones de modales, luego siguió todas las indicaciones de Senku e insertó los productos químicos que había enviado en los agujeros que había hecho con las herramientas que le envió.
Le dijo que el proceso tardaría horas, así que volvió a guardar todas las herramientas y envió los "coche-ratas" de nuevo con Suika para no dejar rastros, luego volvió justo a tiempo para que la maldita anciana la regañara por deambular otra vez.
Hizo una mueca al sentir los ojos de los guardias en su cuerpo.
Esperaba que esta misión no durara mucho más… sin duda no iba a tolerar que ninguno de esos hombres repugnantes le pusieran una sola mano encima.
Cuando cayó la noche volvió a escabullirse en el centro del árbol esperando que ya hubiera explotado, pero llegó justo a tiempo para ver la piedra comenzar a quebrarse hasta finalmente hacerse pedazos.
¡Lo consiguieron, lograron abrir el cofre del tesoro con el poder de la ciencia!
-Diez billones de puntos para mí…- sonrió suavemente.
Se inclinó, comenzando a revolver entre los escombros. Allí debía estar el platino, como decía en las cien historias que contaba Ruri, ¡esta era su oportunidad de conseguir el tesoro que salvaría a la humanidad!
No pudo evitar preguntarse cómo sería aquel tesoro… ¿sería muy grande? ¿Haría mucho ruido al sacarlo? ¿Cuánto tiempo le tomaría encontrarlo entre esos escombros y cómo se lo llevaría a Senku sin que nadie sospeche?
Mientras pensaba en eso, un sonido estridente la hizo estremecerse por completo, pero también llenó su mente de una inmensa cantidad de miedo y nerviosismo.
¿E-eso no fue… el tesoro… verdad? ¿No pudo romperse tan fácil… cierto?
Nah… ¡seguramente estaría bien! ¡Diez billones por ciento seguro de que tenía que ser otra cosa! ¿O acaso pasar tanto tiempo con Senku le había pegado su mala suerte?
Cuando apartó gran parte de los escombros y vio que el contenido del interior de la nave no era más que arena, jodida común y simplona arena, creyó firmemente que ella tenía peor suerte que su esposo, y eso solo se reforzó al ver que los guardias se alertaron por el sonido y comenzaron a encaminarse hasta el lugar.
Maldijo y, justo cuando estaba a punto de huír, se detuvo.
Esperen…
Probablemente hubiera… alguna especie de valor en esa arena.
¿No es eso lo que Senku siempre hacía? Tomaba una piedra cualquiera del suelo en ese mundo primitivo y le daba una utilidad asombrosa usando la ciencia. Esa era una de las cosas que más admiraba de él. Y él probablemente podría ver el valor en esa arena.
No había tiempo para pensarlo más. Los guardias estaban cada vez más cerca y sí siquiera la veían estaría perdida.
Rápidamente juntó toda la arena, colocándola en su ropa usando su ropa para contenerla antes de brincar hacia una rama más arriba, camuflándose con las hojas para que no la vieran mientras protegía esa arena que probablemente tendría algún valor para Senku. Después de todo, aunque fuera solo arena, con ella se podría hacer ciencia, y Kohaku era la mayor protectora del reino de la ciencia en este momento.
Escapó sigilosamente y rápidamente tomó una de las coche-ratas que no había devuelto y llenó el compartimiento de esta con la arena que encontró.
Escribió una rápida nota para Senku y esperó a ver a Suika a la mañana siguiente antes de enviar el tesoro con ella.
Deseó desde el fondo de su corazón que fuera el tesoro que Senku estaba esperando, el tesoro que los dejaría un paso más cerca de salvarlos a todos, recuperar el barco y… poder volver a casa.
.
¿Qué haría Byakuya?
Al pensar en su padre, Senku solo podía imaginarlo sonriéndole y con una fe inquebrantable en que podría salvar a toda la humanidad de la petrificación, como el deseó en vida.
Casi podía verlo sonriéndole… podía verlo tan claramente que no pudo evitar sonreír también.
Quería lograr lo que su padre deseaba, quería ser el tipo de hombre que respetaría, el tipo de hombre en el que valió la pena depositar su fe.
El platino era para salvar a la humanidad… Sin embargo, si su padre supiera de su nieta… ¿estaría de acuerdo en que usará el platino para garantizar la seguridad de Tsukiku? Era difícil de decir, Senku mismo no deseaba llegar a esos extremos pero…
¿Qué debería hacer?
El día siguiente a cuando le envió la bomba silenciosa a Kohaku, Suika llegó con un coche-rata de parte del equipo de espionaje.
Leyó la nota adjunta:
Senku, casi me descubren, pero logré escapar a tiempo con el contenido que había dentro de la nave espacial soyuz.
Para mí solo se ve como simple arena ¡pero estoy segura de que tú le darás algún uso con la ciencia! Espero que así sea, que este sea el tesoro que tu padre te ha dejado.
Ojalá que esto nos deje un paso más cerca de completar la misión y volver a casa.
Él sonrió suavemente al leer la nota. Esa leona… aunque habían pasado un par de días separados, ya la estaba echando de menos.
Sin embargo, no había tiempo de pensar en eso.
Rápidamente se concentró en el botín que su esposa pudo conseguir. ¡Oro en polvo!
Había estado esperando algún anillo… collar o algo así… pero el hecho de que viniera en polvo significaba que…
Debió haberlo reunido él mismo junto a su equipo. Probablemente en aquel pequeño río de la isla que vieron al llegar...
Rió entre dientes, examinando con emoción la arena con una lupa.
-En el oro en polvo, dependiendo del área, en porcentajes ridículamente pequeños a veces hay mezclado…- revolviendo entre el oro, no tardó en encontrar el tesoro que tanto ansiaba. -¡Platino!-
Todos se sorprendieron de que fuera un grano tan pequeño, pero Senku ya estaba bastante agradecido con eso, aunque le hubiera gustado al menos lo suficiente para cubrir la yema del dedo, y cuando expresó ese pensamiento en voz alta Suika de inmediato quiso correr a buscar más, pero Senku le dijo que era inutil.
-¿Pero por qué?-
-Te debes preguntar qué tan raro es el platino.- sonrió divertido mientras seguía examinando el polvo con su lupa. —Por cada tonelada de corteza terrestre hay solo un 0,001% gramos de valor. Estoy inmensamente agradecido solo con ese simple grano.- después de decir eso, rió al encontrar otro par de granos. —Matándote a ti mismo de esfuerzo paseándote por el río, tomaría algunas décadas…- calló cuando encontró más granos de platinos… y más granos… y todavía más granos… tantos que casi podrían cubrir la palma de su mano…
-¿Poco a poco...?...- Suika abrió mucho la boca. -¿Poco a poco ir encontrando trocitos?...-
-Para reunir tanta cantidad…- Gen abrió mucho los ojos. -¿Cuántas décadas habrá...?...-
Senku sintió su boca caer levemente mientras miraba fijamente al platino.
Sabía, por lo que Ruri le contó, que Byakuya fue el último de los astronautas en morir.
Así que… ¿cuánto? ¿Cuánto tiempo habría pasado reuniendo esto él solo? ¿Cuántos años? ¿Hasta que edad?
Ese maldito viejo terco y testarudo…
Conociéndolo, él no habría dejado que nada le detuviera. Ni las súplicas de los otros hijos que tuvo, ni la lluvia ni el frío… ni el cansancio ni la edad…
Conociendo a su padre, sí él creía que eso podría ayudarlo y contribuir a salvar a la humanidad, Byakuya habría dado todo de sí para reunir esos materiales. Hasta el último momento… a pesar de todo…
Y… Senku no pudo evitar preguntarse sí, en ese mismo río, Byakuya habría dado hasta su último aliento en esta ayuda para él y para la humanidad.
Hace tantos miles de años…
Pudo sentir un nudo apretarle la garganta por un momento, aunque solo fuera una posibilidad… solo imaginar a su padre en esa situación era…
-Senku-chan.- la voz de Gen lo hizo obligarse a contenerse y volver a la realidad, a su presente, a ese mundo de piedra en el que ya desde hace milenios no quedaba nada de Ishigami Byakuya... —Tú contaste los segundos, todo aquel tiempo mientras tu padre seguía reuniendo estos materiales… durante varias décadas.- sonrió suavemente. —Ustedes realmente son iguales.-
Dándose una bofetada mental para apartar los pensamientos pesimistas, Senku sonrió.
Esto de salvar a la humanidad era un trabajo en equipo, tanto de Senku y Kohaku como de Gen, Suika y Soyuz y todos sus amigos petrificados esperando a ser salvados, y sobre todo también era trabajo en equipo con Byakuya. Todo era gracias a él, salvarían a la humanidad juntos como equipo, como padre e hijo…
-Bueno, no es como si estuviéramos conectados por la sangre…- rió entre dientes, aunque… seguía siendo su padre.
-¿Qué significa que no están conectados por la sangre? ¿No era tu padre como tú eres padre de Tsukiku-chan?- Suika pareció confundida.
Senku miró al techo de la cueva por un momento.
-Todo lo que Byakuya me dijo fue… que yo era el hijo de un buen amigo. No me importó no conocer los detalles y no tenía ningún interés en saberlo.- desde que tenía memoria, siempre tuvo a Byakuya y él siempre fue suficiente. Siempre se consideraron padre e hijo y a Senku nunca le importó nada más que eso. —Ese tipo de cosas no importa.- volvió la vista al frente, con ojos brillantes al recordar esos buenos momentos de su pasado.
No le importaba que Byakuya no fuera su padre de sangre, ellos siempre tuvieron un lazo que iba más allá de eso. Él fue quien lo crió, él era su padre y punto.
Byakuya era su ejemplo a seguir… quería darle aunque sea un poco de todo lo que él le dio a su hija.
Quería criarla… y que algún día ella se sintiera orgullosa de los recuerdos que forjaran juntos. Y para eso, agradecía mucho toda la ayuda que su padre le dejó.
-Sí… no tiene ninguna importancia.- Gen, Suika y Soyuz lo miraron comprensivamente. -Después de todo, están conectados. No importa cómo lo mires.- Gen sonrió mientras lo veía tomar el platino y apretarlo en su puño por un momento. —La dedicación de Byakuya y como nunca se rindió… es algo que definitivamente has heredado de él.-
Senku sonrió ferozmente mientras vertía los granos de platino en un tubo de ensayo.
Ya fue suficiente de este circo emocional. ¡Era hora de la ciencia!
-Sí… Y eso es algo de lo que estoy realmente agradecido. ¡Orgullosamente haré uso de las décadas de esfuerzo que invertiste, Byakuya!- llevó el tubo de ensayo con el platino a su boca y tomó varios tubos de ensayo con diversos materiales para ponerse a trabajar lo más rápido posible. -¡Pongámonos manos a la obra! ¡Ahora van a presenciar el nacimiento de la máquina generadora de fórmula de despetrificacion infinita!-
Lo había decidido. Haría una sola arma y ya, pero solo la usaría sí era realmente necesario… La prioridad era salvar a la humanidad.
Confiaría en Ruri y en sus amigos que se quedaron en Japón. Ellos habían prometido cuidar de su hija y él se las había confiado. Ahora solo le quedaba tener fe, igual que Kohaku e igual que Byakuya… tendría fe en que todo saldría bien.
Ahora se concentraría en la máquina para hacer ácido nítrico infinito. Así podría estar un paso más cerca de calmar sus dudas recuperando el barco… y para ello debía robar el arma petrificadora con un dron.
Eso significaría que, por supuesto, ¡necesitarían a Kaseki!
Había mucho trabajo que hacer, y ahora no era el momento para pensar en sus sentimientos… ya luego tendría espacio para eso. Algún día…
.
Varias horas después de que enviara el platino a Senku con Suika, Kohaku y sus amigos fueron sorprendidos cuando Ibara llamó a todas las mujeres del harem, y se sorprendieron todavía más al ver la estatua de Ryusui atada a un árbol.
Solo verlo hizo enfadar a Kohaku, pero solo apretó los puños y miró furiosamente a Ibara.
-¡Escúchenme todas! Tengo muy malas noticias para ustedes. Alguna de todas las presentes aquí… podría ser una intrusa.- Kohaku se estremeció. —Y eso significa que ahora tenemos que hacer salir a esa persona. Si no son amigas de la estatua de este hombre…- señaló a Ryusui. —Entonces no deberían tener ningún problema en destruir su estatua ¿verdad?-
Una por una, las chicas se formaron para hacer pedazos la estatua de Ryusui, y Amaryllis tuvo que abrazarse a Kohaku para mantenerla tranquila en su lugar en lo que Ginro le recordaba que incluso romper la estatua no significaba matar a Ryusui, podrían reconstruirlo y salvarlo con el líquido de despetrificacion.
Aunque sabía eso, todavía la molestaba tener que ver algo así…
Justo en ese momento, un ave de papel pasó por encima de su cabeza.
Disimuladamente la tomó en sus manos, fingiendo acariciar el ave cuando un guardia la miró sospechosamente.
Con mucha cautela, leyó lo que traía escrito y abrió mucho los ojos al descubrir el plan de Senku. Brillante y retorcido, típico de su esposo.
Cuando llegó su turno de romper la estatua, de inmediato le estrelló un rodillazo en la cabeza, seguido de una lluvia de puñetazos repartidos en lugares estratégicos, siempre siendo muy cuidadosa en romper a su amigo limpiamente en piezas grandes, tal como su marido deseaba para así revivirlo con el líquido de despetrificación que obtuvieron. ¡La arena sí resulto ser el tesoro que buscaban, después de todo!
Amaryllis se disculpó por el desastre y juntó todas las piezas, afortunadamente, así pudieron enviar todas las piezas poco a poco utilizando los coche-ratas.
Kohaku sonrió mientras lo empacaba en los compartimientos, imaginando que ese capitán arrogante probablemente estaría feliz por estar a punto de ser el primer humano en ser revivido dos veces.
Luego de eso pudo ver a Ibara marcharse probablemente en dirección al barco y también recibió una carta de Senku diciéndoles que luego de revivir a Ryusui harían todo lo posible por rescatar las piezas de Kaseki y los demás que estaban en el fondo del mar para así ejecutar su plan de robar el arma petrificadora.
Lo siento mucho, tendrás que resistir allí un poco más. Esta misión todavía no termina.
Ella simplemente sonrió, confiando plenamente en que él lograría todo lo que se propusiera con la ciencia de su lado.
El resto del día pasó tranquilo, más lecciones de modales y luego pudieron cenar e irse a sus habitaciones a dormir.
Una vez Amaryllis y Ginro se durmieron, ella sacó el relicario de su cuello y lo abrió, observando allí el rostro sonriente de su hermosa hija.
Como la extrañaba…
Quería más que cualquier cosa el volver a tenerla entre sus brazos…
La verdad es que no estaba diez billones por ciento segura de que estaba bien… Sentía que estaba a salvo pero… en su corazón de madre, también sentía que algo no estaba bien. Cada vez que pensaba en su hija, sentía que ella la necesitaba desesperadamente y la sensación la llenaba de temor y ansias de correr a buscarla.
Tal vez podría ignorar mejor ese mal presentimiento si hubiera al menos podido confirmar que ella ahora estaba a salvo con su tía, pero el hecho de que realmente no podía asegurarlo la hacía sentir mucho peor.
Extrañaba tanto… tanto, tanto a su bebé.
Llevó una mano a su pecho al sentir una vez más esa intensa sensación de que su hijita la necesitaba. Lo sentía pero no podía hacer nada al respecto… solo esperar que ella estuviera segura con Ruri.
Una lágrima se deslizó por su mejilla mientras miraba la foto del relicario.
Espera un poco más, bebé. Mamá volverá pronto.
.
Tsukiku no dejaba de llorar.
Estos últimos días habían sido difíciles sin sus padres aquí, pero Ruri había logrado calmarla gracias a la ayuda de Jasper.
Sin embargo, esa noche en particular, la pequeña simplemente parecía incapaz de dejar de llorar. No había rechazado el biberón y se durmió tranquila, pero después de cierta hora se despertó chillando desconsoladamente y no se había calmado desde entonces.
Ruri y sus guardias estaban comenzando a desesperarse, tanto que llamaron a Minami y Mirai para que los ayudaran a pesar de que era casi medianoche y la niña estaba bastante soñolienta.
-¿Qué pasa, Tsukihime-chan?- Minami la estaba cargando ahora, meciéndola suavemente en su intento de calmarla.
-Creo que extraña a sus padres…- murmuró Mirai tristemente.
-Obviamente extraña a sus padres.- Turquoise se veía muy estresada. -¿Pero qué se supone que podemos hacer al respecto? No contestan por más que llamemos.-
-¿No han probado poniendo la canción de Lillian? Kohaku-chan decía que eso la calma.-
-Lo intentamos. No funcionó.- Ruri negó con la cabeza. —En realidad se calmó por un momento, pero luego volvió a llorar y peor…- suspiró con pena.
-Intentaré calmarla de nuevo.- sin saber qué más hacer, Jasper se acercó a Minami para que le diera a la bebita.
Ruri miró con tristeza el rostro arrugado de su sobrinita, que no dejaba de gimotear y llorar, mirando de un lado a otro, seguramente buscando a sus padres.
Desearía saber cómo actuar ahora mismo…
Senku y Kohaku habían confiado en ella para cuidar de su Tsukiku y no podía fallarles.
Ni siquiera había pasado una semana y ya parecía una misión imposible el cuidar de la bebita. Ella simplemente extrañaba demasiado a sus padres, sentía su falta, y Ruri y los demás no sabían qué hacer para resolverlo.
-¿Qué es esto?- de repente la pregunta de Mirai hizo a todos voltear hacia ella, que estaba junto a la cuna, sosteniendo el dije del relicario que estaba colgado de uno de las columnas de este.
-Oh, ese es el relicario que Ryusui y Gen hicieron para Tsukihime-chan.- Minami sonrió con nostalgia.
Mirai abrió el relicario con curiosidad y de pronto, el llanto cesó.
Esta vez todas las miradas cayeron en Tsukiku, que estaba mirando en dirección a la pre-adolescente, con sus ojos fijos en el relicario.
La bebita extendió un bracito hacia el collar, gimoteando algo inentendible.
-Mamá… papá…- dijo de pronto entre tantos gimoteos, haciendo que todos los mayores sintieran su corazón apretujarse con pena.
Sin decir nada, Mirai se acercó a la bebita a paso lento, acercando más el relicario a sus ojos.
Tsukiku extendió un brazo hacia las fotos, sin tocarlas, pareciendo un poco confundida mientras balbuceaba sin parar.
-¡Oh, parece que las fotos la calman!- Minami se esperanzó de haber encontrado una solución. -¡Debe haber más por aquí!- corrió fuera de la habitación de la niña, volviendo al poco tiempo con el álbum de fotografías que había hecho para Senku y Kohaku y Tsukiku.
Abrió el álbum y pasó varias páginas hasta encontrar unas fotos decentes de los padres de la pequeña. De inmediato dio vuelta el álbum y le enseñó las fotos.
Tsukiku estiró sus manitas hacia las fotos, gimoteando sin parar.
Todavía no había vuelto a sonreír pero al menos ya no estaba llorando. Eso era bueno ¿cierto?
Al ver el gran interés de la niñita en las fotos, Minami le acercó el álbum y Tsukiku llegó a rozar con sus deditos la foto donde su madre y su padre estaban durmiendo juntos con ella en medio. Sin embargo, al tocar el rostro de sus padres en la foto, ella volvió a hacer pucheros y las lágrimas volvieron a caer por sus mejillas mientras comenzaba a sollozar una vez más, esta vez no a gritos, pero con una desilusión tan palpable que Ruri sintió su corazón hacerse trizas por completo.
-Oh, pequeña…- se acercó a ella y la tomó en brazos, abrazándola contra su pecho y acariciando su espalda mientras seguía llorando. —Lo siento mucho… Ellos no están aquí.- sus propios ojos se llenaron de lágrimas. La apartó un poco y la miró directo a los ojos. —Pero volverán. Papá y mamá volverán por ti.-
Extrañamente, su sobrinita dejó de sollozar al devolverle la mirada y escucharla.
-¿Papá… mamá?- las lágrimitas seguían deslizándose por su carita, pero pareció tranquilizarse un poco.
-Sí, cariño. Mamá y papá volverán.- le sonrió con dulzura mientras seguía mirándola fijamente a los ojos.
Con sus ojitos fijos en los ojos de su tía, ojos tan azules como los suyos propios y los de su madre, Tsukiku le estiró los brazos y Ruri sonrió felizmente mientras volvía a abrazarla, casi muriendo de ternura al sentir sus bracitos envolverse alrededor de su cuello. Le palmeó la espalda mientras tarareaba la canción de Lillian, meciéndola suavemente.
Todos los presentes sonrieron y empezaron a retirarse lentamente de la habitación, dejando solas a tía y sobrina.
Luego de un tiempo, finalmente Tsukiku se quedó dormida y Ruri suspiró aliviada.
Desearía poder hablar con su hermana y su cuñado ahora mismo… aunque sea decirles unas pocas palabras para que pudieran tener tranquilidad…
Kohaku, Senku-san… esperó que estén bien, sanos y salvos y trabajando duro por el bien de la humanidad. Yo daré mi mejor esfuerzo por cuidar de su bebé mientras no estén aquí.
Por favor, no se preocupen.
Donde sea que estuvieran, Ruri les deseaba lo mejor. Y que algún día pudieran regresar a salvo a casa.
.
Al día siguiente, Kohaku despertó un poco más tranquila.
Seguía extrañando muchísimo a su linda bebita, pero por alguna razón su pecho se sintió más ligero al pensar en ella esa mañana.
Recibieron su última clase de modales ese día, cosa que la habría alegrado de no ser porque eso significaba que seguramente pronto empezarían a llamar mujeres para convertirse en la diversión del Cabeza de la isla.
-Recuerden comportarse cuando sean llamadas por el Cabeza. Todas pasarán una noche con él ¡y será mejor que no le causen problemas o ya saben lo que les pasará! Después de que entretengan al Cabeza, los otros guardias podrán hacer uso de ustedes a su antojo mientras tengan el permiso del ministro Ibara. ¡Ni se les ocurra quejarse o ya saben lo que les espera!-
Kohaku apretó los puños, mirando de reojo a todas las chicas que la rodeaban, algunas parecían a punto de llorar.
Esperaba que pudieran hacer algo por ellas antes de tener que irse de regreso a Japón.
-Esta fue su última lección, a partir de mañana o quizás hoy mismo el Cabeza llamará a alguna de ustedes para entretenerlo. ¡Más les vale comportarse! Muy bien ahora, ¡retírense!-
Kohaku, Amaryllis y Ginro se marcharon de inmediato, murmurando entre ellos.
-¿Cuánto más tiempo tendremos que estar aquí? Odio este lugar ¡no quiero seguir aquí!- se quejó Ginro con lagrimitas en los ojos.
-Deja de quejarte, llamarás la atención.- Kohaku lo miró ceñuda. —Estaremos aquí todo el tiempo que haga falta, debemos esperar las órdenes de Senku.-
-¿Tú no puedes dar la orden también? Como una orden de retirada y eso… Eres la esposa del jefe de nuestra aldea así que serías como la jefa ¿no?...-
-Ni sueñes que te daré una excusa para que huyas, Ginro.- sonrió con los dientes apretados.
Él siguió quejándose todo el camino hasta sus habitaciones.
Kohaku estuvo atenta por horas a los alrededores, vigilando por sí Suika se acercaba o enviaban más aves de papel o coche-ratas, lista para saltar en la primera oportunidad.
Sin embargo, lo que llegó fue la maldita anciana irritante, mirándolas con esa repugnante mirada que dejaba en claro que para ella no eran más que objetos que serían utilizados al antojo de seres todavía más repugnantes.
-Felicidades, una de ustedes ha sido seleccionada para entretener al Cabeza hoy.- los tres se estremecieron de inmediato.
-¿Q-quién?- preguntó temerosa Amaryllis.
-La chica rubia.- señaló hacia Ginro.
-¡¿YO?!- él de inmediato quiso escapar de la ventana pero Kohaku, que estaba detrás de él, de inmediato lo sostuvo de los brazos. Ese maldito idiota no se escaparía.
-No, tú no.- los tres se congelaron en su sitio. —La otra chica rubia. Te llamabas Kohaku ¿no es cierto? Felicidades, tendrás el honor de complacer al Cabeza esta noche. Apenas se ponga el sol deberás acudir a él. Y no llegues tarde.- sin más que decir se marchó.
Kohaku se quedó con los ojos muy abiertos, antes de sonreír, extrañando a sus amigos.
-¡JA! ¡Esta es nuestra oportunidad!- sonrió ferozmente. —Sí tomó a su preciado Cabeza como rehén, no podrán petrificarme y podremos escapar de aquí de una vez. Tal vez hasta estén dispuestos a darnos el arma petrificadora y el barco a cambio de su vida.- rió por lo bajo, ya comenzando a planear su victoria.
Ginro y Amaryllis la observaron con gotitas bajando por sus frentes.
-Eh… Kohaku-chan… creo que tanto pasar tiempo con Senku te ha contagiado lo aterradora…- Ginro estaba temblando un poco.
-Cállate, al menos no tienes que ir tú. Eso es bueno, yo terminaré esta misión de una vez por todas.- probablemente debería decirle a Senku su plan… pero sin Suika a la vista sería inutil enviar un ave de papel que nadie recibiría. —Sabré qué hacer cuando llegué el momento.-
-Ten mucho cuidado, Kohaku-chan.- Amaryllis la miró preocupada. —Podrían petrificarte o…-
-Estaré bien, no te preocupes por mí.- sonrió confiada. —Sabré manejarme, solo tengo que pretender que voy a acostarme con el tipo y luego ¡pondré un cuchillo en su garganta y él será la clave de nuestra victoría!-
Una vez más, Ginro y Amaryllis la miraron con más gotitas en sus frentes.
-¿Sí que eres directa, eh?- suspiraron profundamente.
Una vez cayó la noche, Kohaku ajustó el cuchillo oculto atado a su muslo, colgó la piña/bomba apestosa que Senku le había dado de su muslo, ocultándola lo mejor que podía con los pliegues de su vestido y se dispuso a marcharse a ver por fin al tal Cabeza.
-¿Segura que no quieres que te acompañemos?- Amaryllis estaba muy preocupada.
-¡Ja, no tienen que preocuparse!- sonrió ladinamente. —Tengan fe, esta misión se acabará esta misma noche. Pronto tendré toda la situación bajo control.- aseguró muy segura.
-Espero que sí, Kohaku-chan… Espero que sí…-
Tomó aire y subió todo el camino hasta los aposentos del cabeza, pero faltando todavía una buena parte, de pronto se encontró con una cara familiar y muy molesta.
-Mozu.- frunció el ceño. -¿Qué quieres?-
Él sonrió, bajando de la rama del árbol en la que había estado y sonriéndole de una forma que le daba nauseas.
-Me entristeció mucho que hayas sido seleccionada para entretener al Cabeza, dulce Kohaku-chan…- se acercó a ella a paso lento, mirándola de arriba a abajo. —Debes estar maldiciendo tu suerte… teniendo que complacer a un hombre viejo cuando podrías estar con alguien como yo…- llevó una mano a su mejilla, intentando acariciarla.
Más que asqueada, ella rápidamente retrocedió.
-Lo repetiré… ¿Qué demonios quieres?- frunció el ceño profundamente.
-Qué impaciente… Me preguntó sí lo serás también en… otros ámbitos.- rió por lo bajo, solo logrando asquearla más. —Sabes… sí realmente no quieres tener que estar con ese vejestorio hoy, yo puedo salvarte…- se acercó mucho a ella, casi rozando su nariz con la suya. —Solo tienes que acceder a dar un pequeño paseo conmigo y… tal vez algo más…-
-No, gracias.- contestó rápidamente, retrocediendo un paso pero sin dejar de sostenerle la mirada, demostrándole que ella no se acobardaría ante él.
-¿Qué pasa? ¿Acaso quieres complacer a ese viejo? Te aseguró que sí me das la oportunidad lograré que te enamores de mí.- sonrió "seductoramente", haciéndola rodar los ojos.
En ese milisegundo que apartó la mirada para poner los ojos en blanco, Mozu de repente se acercó muchísimo más a ella y, a una gran velocidad, le quitó el relicario del cuello.
Kohaku jadeó horrorizada mientras él observaba con curiosidad el collar.
-¡Devuélveme eso!- apretó los puños, resistiendo el impulso de sacar su cuchillo allí mismo.
-Qué collar tan interesante…- lo toqueteó con sus asquerosas manos hasta que, de alguna forma, logró abrirlo. —Oh…- abrió mucho los ojos. -¿Dibujos?- alzó las cejas. —Eh…- frunció el ceño al ver las fotografías. —Una bebé… ¿Es tu hija? Y entonces supongo que este sería tu esposo.- arrugó profundamente las cejas. —Que espanto… se nota que es un debilucho. ¿Este es el tipo de hombre al que quieres complacer?- sonrió burlonamente. —Ven conmigo ahora y yo te mostraré lo que es el verdadero placer…- arrojó el relicario a los árboles.
Crujiendo los dientes, Kohaku se lanzó a atrapar el collar, logrando tomarlo de la cadena y aterrizar en una rama cercana que uso como soporte para dar una voltereta hacia atrás y volver hacia el puente, aterrizando sobre una rodilla antes de apretar el relicario contra su pecho.
-Te diré algo, Mozu… Mi esposo es un hombre al que tú nunca podrías igualarte.- se puso en pie lentamente. —Alguien como tú, que nunca se ha esforzado por nada, que ha obtenido victorias sin pena alguna y que sigue órdenes como un perro para garantizar su comodidad no puede compararse a mi marido.- se colocó el relicario otra vez en su cuello, sonriendo llena de seguridad. —Tú nunca tendrás la fuerza de su corazón ni su perseverancia para cumplir algo en lo que realmente cree… paso a paso… no importa cuánto le cueste…- sus ojos se llenaron de nostalgia al pensar en el hombre que amaba. El único hombre para ella. —No me interesa un hombre tan patético y débil como tú, un hombre que no piensa por sí mismo y no es capaz de salir de la sombra de alguien más.- ahora ella le sonrió burlonamente. —Lo siento mucho, Mozu, pero prefiero a mi esposo debilucho.- diez billones de veces más.
Bruscamente, él apoyó el filo de su lanza contra su cuello, tan afilada que le extrajo una minúscula gota de sangre.
La miraba como si pudiera matarla allí mismo. Pero Kohaku le sostuvo la mirada.
-Te diré algo, Kohaku-chan… aunque tengas una cara tan linda, eres totalmente horrible.-
Ella sonrió arrogantemente.
-¿Y qué? ¿Vas a matarme?- lo miró con burla. -¿Vas a hacer que tu jefe se enfade contigo?-
Gruñendo, él presionó más la lanza contra su cuello, haciendo la herida levemente más profunda, extrayendo otras diminutas, pequeñas gotas de sangre, antes de apartarse.
-Muy bien, entonces. Ve allá… a ver cuánto tiempo duras con vida… Sobre todo teniendo en cuenta que probablemente tú eres ese infiltrado que menciono Ibara… ¿o no, Kohaku-chan?-
Ella frunció el ceño duramente.
Quería enfrentarse a este bastardo, pero lastimosamente era consciente de lo escasas que eran sus posibilidades de ganar. Además él ya dijo que la dejaría ir, así que lo mejor era continuar con su camino.
Solo esperaba que, en cuanto tomara al Cabeza de rehén, Mozu no fuera tan estúpido como para atacarla de todos modos y arruinar todo.
Una vez llegó a los aposentos del Cabeza, se sorprendió al ver una gran silueta detrás de una cortina. El lugar estaba pobremente iluminado, pero… había algo raro allí…
Carraspeó, apartando la mirada por un segundo.
¿Qué diablos había dicho la maldita anciana cuando les estaba diciendo cómo debían comportarse al ser llamadas por el Cabeza?
Debería haber prestado más atención…
Bueno, pensando como Senku, lo más lógico era presentarse primero, obviamente.
-Mi nombre es Kohaku. Vine a…- eh, probablemente no sería buena idea decir que vino a raptarlo todavía. —Vine a… complacerlo…- hizo una mueca de asco con solo decir eso.
-Hmm. Entra.- habló el Cabeza. Aunque…
Kohaku entrecerró los ojos.
La manera en la que ese tipo no se movía en lo absoluto era… un poco siniestra. Había algo muy extraño pasando allí…
Se quedó observando la cortina fijamente hasta que por el rabillo del ojo notó a Ibara detrás del Cabeza, inclinado ante él.
-¿Me llamaste, Cabeza?- Ibara bajó mucho la cabeza y se oyeron unos murmullos extraños que hicieron que Kohaku entrecerrara los ojos sospechosamente. —Sí, sí. Entiendo… procederé como de costumbre.- se puso de pie, sonriendo de una forma asquerosa. —Muy bien, Kohaku-chan… comprenderás que no es seguro dejar a una desconocida como tú cerca del Cabeza de la isla ¿verdad? Debemos asegurarnos de que realmente seas adecuada para él así que antes de que lo veas… Primero deberás complacer a este viejo~.- su sonrisa se volvió todavía más repugnante, de alguna forma.
Kohaku retrocedió un paso, completamente asqueada de los pies a la cabeza, pero también nerviosa por cómo afectaría esto a su plan de raptar al Cabeza.
-Esto no es lo que me dijeron.- intento discutir. —Dijeron que el Cabeza sería el primero en pasar una noche conmigo…- dijo intentando combatir su asco.
-El Cabeza necesita asegurarse de que seas realmente digna de él.- sonrió de esa forma tan repulsiva. —Y este viejo estará muy feliz de comprobarlo en su nombre…- rió de forma repulsiva. —Sabes… ha pasado tiempo… desde que tuve a una joven madre como tú bajo mis manos.-
Kohaku se congeló.
-¿Qué?-
-Soy un hombre viejo muy experimentado, dulce Kohaku-chan… puedo darme cuenta de cuando una mujer está amamantando…- miró de forma asquerosamente lujuriosa a sus pechos. -¿Estarán llenos ahora? Muero por averiguarlo.- pasó su asquerosa lengua por su boca.
Conteniendo sus ganas de vomitar, Kohaku sacó la piña de debajo de su vestido y la arrojó al suelo cerca de Ibara, que la miró con curiosidad antes de comenzar a sentir los efectos de aturdimiento que Senku mencionó.
¡Esta era su oportunidad!
¡Tomaría al Cabeza como rehén y la victoria sería suya!
Miró con cautela hacia la cortina.
Aunque Ibara había dicho en voz alta que se sentía mareado, el Cabeza no se movió ni un milímetro. Seguía quieto en la exacta misma posición en la que se quedó cuando llegó…
No entendía… ¿Qué estaba pasando allí?
Rápidamente sacó su cuchillo como medida de seguridad y abrió la cortina, ampliando mucho los ojos al ver el contenido detrás de esta. Era…
El Cabeza era una estatua de piedra. ¡Estaba petrificado!
Y… se parecía muchísimo a Soyuz… Tanto como Tsukiku se parecía a Senku.
Él… ¿acaso sería el padre de Soyuz? Pero… ¿por qué estaba convertido en piedra?
Frunció el ceño, mirando de reojo a Ibara que seguía postrado en el suelo.
Esto cambiaba todos los planes… No podía tomar como rehén a una estatua.
Pero… tal vez podría usar esta información para ganar ventaja sobre el reino de la petrificación. Era obvio que la gran mayoría de ellos creía que el Cabeza daba las órdenes… Pero aparentemente era todo un engaño de Ibara. Ese maldito viejo repugnante.
Sí, definitivamente tenían que usar esta información a su favor.
Lo mejor ahora sería inmovilizar a Ibara y usarlo a él como rehén. Aunque eso no les daría la victoria, al menos debería servirles para poder salir de allí.
Volteó a ver a Ibara, solo para sorprenderse al no encontrarlo en el lugar donde lo había visto por última vez.
¿Dónde… estaba?
Justo en ese momento, Kohaku se dio cuenta de dónde estaba Ibara… cuando unas pequeñas cuchillas le atravesaron la garganta desde atrás, perforando su nuca, el espacio en medio de sus omóplatos y justo por encima de su cintura, cuatro de sus dedos revestidos con garras atravesando su carne y huesos y un par de órganos importantes.
Quiso gritar por el dolor, pero todo lo que salió fueron borbotones de sangre de su boca que se derramaron por su barbilla hasta manchar su cuello y su vestido… también llenando de sangre el relicario.
-Hubieron unas cuantas en el pasado… chicas que vieron la estatua… Qué pena… no es que a este anciano le guste matar. Que desperdicio, Kohaku-chan… Verdaderamente… qué lastima.-
Todavía con sus garras incrustadas en su garganta, Ibara se encaminó a la puerta y, como si Kohaku no fuera nada más que basura, la arrojó fuera del palacio para dejarla caer los metros y metros que los separaban del suelo.
Ella sintió su cuerpo estrellarse con varios árboles antes de que finalmente llegara a impactar con fuerza contra el suelo, golpeando dolorosamente su cabeza y magullando todo su cuerpo en general. Pero apenas lo sintió.
Estaba más ocupada sufriendo con el conocimiento del hecho de que no iba a salvarse.
No tenía fuerza para levantarse… Ginro y Amaryllis no estaban cerca… y estaba sangrando mucho como para sobrevivir más que unos pocos minutos más.
Iba a morir…
Realmente iba a morir allí…
Jamás iba a regresar con su hija.
Su pequeña bebé… su dulce hijita… su Tsukiku…
No volvería a verla nunca.
Le había prometido volver… y le falló. No pudo ser suficiente.
Las lágrimas se escaparon de sus ojos mientras miraba hacia el cielo nocturno.
Lo siento… Perdóname, bebé.
Mamá no podrá volver contigo…
Senku… por favor cuídala… Vuelve con ella y cuídala… Nunca permitas que nada le falte.
Y por favor… dile que la amo.
Lentamente, cerró los ojos.
Tsukiku…
Continuara...
Hola...
Emm... espero que este capítulo les haya gustado nwnU
Quería darles muchas gracias por sus reviews! Es mi segundo fic en llegar a 400 reviews! Estoy muy feliz por eso :'D
Y emm... espero actualizar pronto x'D
Los amo, no lo olviden por fis~
Comenten! *w*
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
EDIT: No sé qué pasó pero este capítulo y el 24 de alguna forma fueron eliminados sin mi conocimiento. No sé si fue error de FanFiction o me hackearon pero por las dudas ya cambie mi contraseña y les pido que por favor me avisen si ven otra cosa inusual como algun fic eliminado o con menos capítulos para poder corregirlo!
Disculpen las molestias, espero que esto no vuelva a pasar.
