Baby Stone.
Capítulo treinta y uno: Regalos en el mundo de piedra.
Después de una larga mañana trabajando, Senku llegó cansado a casa, pero todo el cansancio se esfumó de inmediato cuando, apenas abrió la puerta, una familiar vocecita adorable lo recibió.
-¡Papá!-
Sonrió inmensamente viendo a su mocosa en brazos de su madre, extendiendo sus manitas hacia él. De inmediato casi corrió a cargarla, riendo al sentirla comenzar a masticar su cabello de forma automática.
-¿Así que solo para eso me extrañas, eh? Mocosa oportunista.- rió divertido.
-Que bueno que llegas, Senku. Atsumi-sensei y Francois están aquí, vamos a empezar con eso de alimentos con elementos.-
-Alimentación complementaria, pequeña idiota.- rió burlonamente.
-Como se llame. De cualquier forma, me pone nerviosa.- se frotó los brazos con nerviosismo. -Esto no significa que ya no podré amamantarla, ¿no?...- intentó tomar a Tsukiku en sus brazos, pero ella se negó a dejar ir el cabello de su padre.
-No. Se llama complementaria porque es un complemento a la leche materna. Lo recomendable es que la amamantes el mayor tiempo posible, por lo menos hasta los dos años si es posible.-
-Oh, qué alivio.- hizo otro intento para tomar a Tsukiku, pero Senku la abrazó contra su pecho y pasó de largo a su esposa.
-¡Bueno, vamos a preguntarle a Atsumi-sensei para que puedas estar diez billones por ciento segura!- rápidamente huyó.
-¡Oye, vuelve aquí con mi bebé, bastardo!- lo persiguió molesta, aunque acabó riéndose.
Lo atrapó antes de entrar a la cocina, solo para decepcionarse cuando Tsukiku se negó a ir con ella, abrazada al cuello de su padre, la pequeña traidora.
-Una lástima, la pequeña leona ya ha decidido.- él pareció increíblemente complacido.
-Traidores.- alzó la barbilla orgullosamente. -Aunque bueno… no puedo negar que ambos son bastante adorables.- sonrió inevitablemente.
-Ja… ¿Adorable, yo? Me parece que tu vista absurdamente aguda te está comenzando a fallar, leona.- él rió entre dientes, rodando los ojos.
-Te dije que no soy una leona.- se quejó juguetonamente.
Sin poder contenerse, tomó su barbilla y le plantó un beso, que fue interrumpido cuando su hija de inmediato chilló disgustada y de repente pareció desesperada porque Kohaku la cargué.
Ambos se quedaron boquiabiertos cuando hasta empezó a mirar ceñuda a Senku desde los brazos de su madre.
-Mini-leona posesiva.- una vez pasada la incredulidad, él empezó a carcajearse. -¡Hasta que sacas esas diminutas garritas tuyas! No te vayan a salir dientes pronto o estaré jodido al diez billones por ciento.- se inclinó para hablar a su altura, picándole la mejilla con la punta de su dedo índice.
-Oh, veo que ya llegaron, queridos.- Atsumi-sensei se acercó a ellos de pronto. -Estaba a punto de llamarlos. Ya le encargué a la encantadora Francois preparar la papilla para su princesa, ¿ya tienen su sillita, verdad?-
-Ah, sí.- Senku se tensó un poco. -La terminé justo ayer en la madrugada. Pero de hecho quería preguntarle sobre eso, doc. ¿Puede comenzar a comer incluso aunque no dura mucho tiempo sentada sola?-
-Oh, claro, claro. Solo le pondremos algunas almohadas cuidadosamente a su alrededor y asunto resuelto. Aunque claro que hay que vigilarla bien. Volviendo al tema de la papilla, descongelaron ese biberón de leche materna que les dije, ¿no? Necesitaré un poco para la preparación.-
-¿Creí que era importante que solo sintiera el sabor de la papilla?-
-Es solo para ablandar, además podría ayudar a que la dulzurita no rechace la papilla de buenas a primeras. Claro que se podría usar agua sin ningún problema pero siempre he recomendado el uso de leche materna.-
-Ya veo… Bueno, usted es la experta, doc. Por cierto, Francois, ¿qué tal funciona la nueva licuadora?-
-Excelente, Senku-sama. No presenta ningún problema.-
-Bien, bien. Iré por el biberón ahora.- Senku se apartó de su hija y se marchó para buscar el biberón.
Kohaku entró a la cocina detrás de Atsumi-sensei, viendo a Francois cocinando en algunas ollas mientras preparaba un extraño aparato que Senku había creado hace poco.
-Disculpe, Atsumi-sensei, Senku dijo que Tsukiku seguirá bebiendo del pecho incluso comiendo todas estas cosas nuevas. ¿Eso significa que puedo seguir dándole como siempre, no?-
-Por supuesto, señora mami. Solo vamos a intentar introducir la alimentación complementaria en la hora del almuerzo y la cena. Esto porque también ayuda a su crecimiento el tener horarios. Este nuevo paso no solo es importante para su desarrollo y sus reservas de hierro, sino para su desarrollo neurológico. Por ejemplo, si tenemos en cuenta que…- al ver su mirada completamente en blanco, la doctora se interrumpió y sonrió divertida. -En fin, puedes estar tranquila, querida. Tú sigue amamantando a pedido siempre que tu bebé quiera, no te preocupes.-
-¡Muy bien, eso haré!-
Senku llegó al poco tiempo con el biberón, viendo con curiosidad cómo Francois preparaba todo para la comida de la pequeña.
-¿Le dará carne blanca?- la miró escéptico. -¿No es muy pequeña para eso?-
-Oh, no, no, tranquilo. La carne también puede ser papilla preparada correctamente, además justamente se debe empezar con la alimentación complementaria a los seis meses porque la leche materna comienza a bajar sus niveles de hierro. Así que se recomienda que los primeros alimentos sean ricos en hierro. La creencia de empezar con frutas y vegetales ya fue dejada atrás. Y esta carne es buena, a falta de pollo pedí que cazaran aves que también son ricas en nutrientes.-
-¡Ja, la próxima vez puede pedirme a mí que caze por usted, Atsumi-sensei! ¡Atraparé lo que sea por la salud de mi bebé!.- aseguró Kohaku con una mirada feroz, mientras Tsukiku la miraba maravillada por alguna razón.
-Será un placer, querida. Aunque no es un pedido común que les haga a las mamis.- rió cantarinamente. -Por cierto, ella es la primera bebé en ser hija de una persona moderna y alguien de esta época, ¿no es cierto?- pellizcó la mejilla de Tsukiku con una sonrisa azucarada.
-Je, no lo había pensado así.- Senku sonrió divertido ante la idea. -Pero sí, eso parece.-
-Eso la hace aún más interesante para monitorear. Eso me mantendrá entretenida, ya que es la única bebé bajo mi cargo. Solía tener cientos a los que ver cada semana.- suspiró con nostalgia.
-¿Cientos de bebés?- Kohaku se quedó con la boca abierta. -¡¿De verdad puede haber tantos?!-
-Creo que solo en Japón cada año nacen alrededor de novecientos mil bebés.- murmuró Senku con un dedo sobre la barbilla.
-¡¿Novecientos CUÁNTOS?!- Kohaku casi se va de espaldas con todo y la bebé en brazos.
-Y más de ciento treinta millones por año.-
-¡¿Ciento treinta CUÁNTO?!- está vez sí que se tambaleó por la sorpresa.
-Mejor dame a la niña.- Senku de inmediato se acercó a ella con los brazos extendidos.
-No.- la abrazó protectoramente contra su pecho.
-Vamos, leona, de todos modos hay que llevarla a su nueva silla para comer y toda esa mierda.-
-Yo puedo sentarla…-
-Kohaku, que me la des.- lloriqueando, ella por fin accedió a entregarle a su bebé.
Cuando Francois sirvió el almuerzo, Senku y Kohaku se sentaron junto a su hija, los dos con los brazos listos para acomodar a la bebita en caso de que las almohadas fallaran en su labor de sostenerla. Atsumi-sensei sonreía divertida por su paranoia, pero decidió no decir nada.
Kohaku miró con una mueca la decoración de la nueva sillita mientras Senku le colocaba un babero a su niña.
-¿Por qué tiene osos rosas? Los osos no son rosas, y no son tan lindos como los dibujan.-
-Fue idea de Yuzuriha…-
-Un oso casi me mata cuando tenía trece años, sabes…-
-Solo es decoración, Kohaku.-
-¡¿Y por qué hay un león rosa en el reverso de la silla?!-
-Eh… Idea de Yuzuriha.-
Cuando colocaron la papilla en la pequeña mesilla de la sillita, Kohaku la miró con disgusto.
-Parece excremento de alguna bestia del bosque.-
-Se supone que es saludable para ella. ¿Quieres intentar alimentarla primero o me lo dejas a mí?-
-Mmm… Bien, tú empieza.- suspiró.
-De acuerdo, come mientras tanto.- tomó la cuchara y juntó un poco de la papilla, midiendo a ojo cuántos gramos estaba recogiendo. -Muy bien, mocosa, este es tu momento de niña grande. Esto debe saber mejor que mi cabello.- sonrió ladinamente mientras dirigía la cuchara a la boquita de su hija.
Ella lo miró curiosa, pero abrió la boca cuando acercó más la cuchara.
Él, con la mano temblándole un poco (¿era muy paranoico de su parte temer que se atragantara ahora?), introdujo la comida en su boca, retirando la cuchara con cuidado. Ella frunció el ceño de inmediato, haciendo todo tipo de muecas extrañas.
-No la escupió, ¡buena señal!- Atsumi-sensei se vio optimista mientras que Senku y Kohaku vigilaban las reacciones de su hija como halcones.
La bebé finalmente tragó la papilla, pero no pareció contenta ni tan disgustada, poniendo a sus padres todavía más nerviosos con sus muecas raras.
-Je, diez billones de puntos para ti, mini-leona.- Senku intentó sonreírle pero Tsukiku lo ignoró. -Bueno… tu turno.- le pasó la cuchara a Kohaku.
Ella llevó la cuchara con papilla hacia su hija con labios temblorosos, sin saber por qué estaba tan nerviosa. Cuando su madre le dio su próxima cucharada, el ceño fruncido de la pequeña se deshizo, y ahora solo pareció curiosa mientras hacía muecas extrañas luego de comer. Y cuando Kohaku le sonrió y le dijo palabras dulces y juguetonas Tsukiku también volvió a sonreír como siempre.
-¿Otra vez con tu mamitis?- Senku sonrió divertido mientras se preparaba para darle su próxima cucharada. Tsukiku abrió la boca expectante, haciéndolo sonreír. -Que buena niña, serás una leona fuerte y grande como mamá algún día.-
-¡Que no nos digas leonas!-
Después de tragar esa tercera cucharada, Tsukiku sonrió contenta al ver a su padre reír y movió sus bracitos enérgicamente mientras chillaba de alegría, dándole un golpe a la mesilla y un buen golpe al platito con la papilla que acabó volando directo a la cara de su padre, con toda la comida acuosa derramándose en su ropa.
Oh, las maravillas de la paternidad…
Afortunadamente Francois había preparado más, así que Kohaku, después de dejar de rodar en el suelo por la risa mientras Senku se quitaba la comida de la cara, le dio dos cucharadas más a su bebé antes de que ella apartara la cuchara de un manotazo y le extendiera los brazos.
En la noche a la hora de cenar, se aseguraron de poner el plato lejos del alcance del pequeño demonio que tenían por hija, aunque esa vez ella solo comió dos cucharadas antes de exigir ir con su madre.
Atsumi-sensei, que los había estado acompañando durante el día para discutir algunas cosas con Senku aparte de monitorear a Tsukiku, observó curiosa como llevaban el cesto de la niña hacia la habitación de arriba una vez ella se durmió.
-¿No hacen colecho?- preguntó con tono inquisidor.
-¿Co-qué-cosa?- Kohaku ladeó la cabeza.
-Ella pregunta si no dormimos en la misma cama con nuestra mocosa.- Senku bostezó con cansancio, antes de hurgar en su oído con el meñique y mirar seriamente a la doctora. -Solo lo hacemos a veces, no me gusta la idea porque sé que hay riesgo de muer…- se calló, mirando con cautela a Kohaku. -Hay riesgo de SMSL. Es una de las principales causas.- frunció el ceño duramente.
-Bueno, eso es cierto, pero es que hay formas de realizar el colecho, señor papi. Yo personalmente lo recomiendo por sus múltiples beneficios. Aunque al final es decisión de los padres, por supuesto.-
-No entiendo. ¿De qué hablan?- Kohaku se acercó con el cesto de su hija y una mirada curiosa.
Senku hizo una mueca.
-¿Y qué beneficios serían esos, doc? Sé que obviamente es bueno compartir calor corporal y favorece el apego pero no veo mucho más… Bueno, también facilita las tomas, obviamente.-
-Oh, hay mucho más.- curvó su dedo índice sobre su barbilla. -Por ejemplo, existen estudios científicos que han comprobado que el colecho favorece la tranquilidad y la sensación de seguridad en los bebés. Disminuye los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Y en general se ha comprobado que los niños que practican colecho tienen una autoestima más alta.-
-Oh…- Senku de repente pareció contrariado y pensativo.
-Eso por el lado del bebé, por el lado de la madre…- miró dulcemente a Kohaku. -Se ha demostrado que el colecho facilita la producción de leche materna, y tiende a producir una sincronía en el sueño de mamá y bebé. También puede ayudarla a dormir más, aunque sea un poco. Y, aunque esto ha causado polémica y opiniones contrariadas, de hecho hay estudios que señalan que el colecho en realidad disminuye el síndrome de muerte súbita del lactante.-
-¿Síndrome de qué?- Kohaku palideció.
Senku suspiró profundamente.
-Te explicaré luego… Como sea, doc, realmente no me convence eso… no teniendo en cuenta que es una de las causas más comunes del SMSL. Aunque los beneficios son… buenos, creo que me sentiría más seguro sin eso.-
-Es totalmente su decisión.- sonrió con calma. -Aunque debo decir que ustedes son personas sanas y padres precavidos, pero el único riesgo real aquí es tu constante exposición a químicos, señor papi, no voy a negar que eso podría dañar a tu princesa.-
-Soy muy cuidadoso con eso, lo aseguró.- se llevó sus manos a la cintura. -Desde que mi mocosa nació he estado evitando estar expuesto a químicos y cuando lo estoy tomó todas las precauciones necesarias.-
-Bien, entonces yo diría que es seguro practicar colecho. Conversen entre ambos y decidan.- se dio la vuelta para retirarse.
-Espere, doc.- Senku la detuvo rápidamente. -Una última cosa… teniendo en cuenta que me iré… ¿no sería mejor… que no se apegue más a mí?...- miró con tristeza hacia el cesto de su hija felizmente dormida, tranquila y tan adorable como siempre.
Atsumi-sensei sonrió suavemente.
-De cualquier forma tu hija te va a extrañar, cariño, ella ya te ama. Si quieres hacer más fácil tu partida para ella, adelante, pero si quieres aprovechar el tiempo que les queda tampoco es nada malo acercarse más. Como dije, es su decisión.- sonrió de forma maternal antes de seguir su camino y retirarse.
Kohaku volteó a ver a Senku con el ceño fruncido.
-¿Qué es eso de muerte súbita, Senku?-
Él suspiró.
-Algo que he estado temiendo desde el primer día que nació e incluso antes. No quería preocuparte con eso pero supongo que la doc no está muy de acuerdo.- rió entre dientes. -¿Te apetece un té?-
Mientras bebía un té saludable y él café, le explicó lo mejor que podía con palabras simples todo sobre el SMSL, el espantoso síndrome de muerte súbita del lactante… y que aún sería un riesgo hasta que su bebita cumpliera el año de edad.
-Bueno… esto explica más tus ansias por un piedrata…-
-Pediatra.- le sonrió divertido. -Te lo estás tomando mejor de lo que pensé…-
-Ja, estoy aterrada.- sonrío ladinamente. -Pero siempre lo he estado. Siempre he estado tan asustada como tú, Senku. Pero te tenía para calmar mis temores.- acercó su silla a la suya, posando la cabeza sobre su hombro. -Quiero calmar tus temores también. Puedes compartir ese miedo conmigo.- tomó su mano, enredando sus dedos con los suyos.
Él la miró en silencio un momento, antes de reír suavemente.
-En verdad es absurdo que siempre sepas qué decir.- recargó su mejilla en la coronilla de su cabeza.
-¡Ja, solo sigo mis instintos!- se apartó con una sonrisa resplandeciente. -¿Sabes qué dicen mis instintos ahora, Senku?...-
Él alzó una ceja.
-¿Tienes ganas de sexo ahora, en serio? Luego dices que yo mato el romance…-
Ella le dio un suave golpe en el hombro, aunque él igual siseó por el impacto.
-No hablo de eso, pervertido. Habló de eso del coleche…-
-Colecho, pequeña idiota.- esta vez el puñetazo en su hombro no fue tan suave, pero igual él rió para ocultar el dolor.
-Pues eso. Creo que me gusta lo que dijo la doctora, aunque no entendí del todo, pero suena bonito. En realidad me gusta mucho estar los tres juntos.- miró amorosamente el cesto donde su pequeña dormía. -Y mi instinto me dice que estará bien. Así que supongo que estaría bien que estas… estas últimas semanas pasemos más tiempo con ella de esta forma.-
-Bueno, la inmensa mayoría de mamíferos duerme con sus crías, eso es cierto. Sobre todo las leonas…- eso le ganó otro puñetazo, pero valió la pena. -Ya, ya… Estoy de acuerdo. Vamos a intentarlo.- sonrió suavemente, aún frotando su hombro.
Fueron a la habitación y su bebé se despertó por unos minutos solo para alimentarse antes de volver a dormirse, esta vez recostada en medio de sus padres, con una pequeña sonrisa aún en medio de su sueño.
.
Chrome estaba curioso respecto a Senku y qué tanto estaba haciendo estos días.
Se estaban tomando con calma las cosas, preparando algo llamado "cerveza" aparte de más provisiones para el barco, y ahora mismo Kaseki y el tal Yoshio hijo de Atsumi-sensei parecían ser los mejores amigos. Era casi como unas vacaciones para el reino científico, aunque aún trabajaban pero relajados. Aún así Senku parecía tan ocupado como siempre.
-¿En qué trabajas ahora?- sin poder acallar su curiosidad, Chrome decidió decirle a su esposa (aunque aún le era un tanto raro pensar que se casó con Ruri por fin) que llegaría un poco tarde a casa para poder indagar en el nuevo proyecto de Senku.
Su concuñado estaba rodeado de pequeñas piezas de madera, pero ahora parecía muy concentrado trabajando con una pequeña pieza cilíndrica de metal, insertando lo que parecían ser agujas diminutas en este.
Se tomó su tiempo para colocar la aguja que tenía sujeta con una pequeña pinza antes de suspirar y voltear a verlo.
-Justo a tiempo, Chrome. Esto me está tomando más tiempo del que pensé… necesito tu ayuda para fabricar una aleación de cobalto, níquel y cromo, aquí tengo los detalles.- levantó un plano en una mano y un montón de hojas desordenadas llenas de fórmulas y números en la otra mano. -Solo debes lograr crear una lámina larga y fina, eso debería ser suficiente. También ya que estás enróllala en una proporción de dos centímetros de ancho e introducela en la otra pieza que harás con los materiales que te pedí. ¡Tienes todos los detalles aquí!- le dio el plano y los papeles y lo echó del laboratorio. -¡Y lo necesito para hoy!- acto seguido le cerró la puerta en la cara.
Chrome suspiró pesadamente.
Aparentemente tendría que avisarle a Ruri que llegaría más tarde de lo pensado a casa.
Aunque sería bueno salir de casa un poco. Kokuyo no estaba nada contento con él, parecía odiarlo más que de costumbre. Pero bueno, la esposa de sus sueños venía con el suegro de sus pesadillas, eso ya lo sabía. Aunque seguía pareciéndole un poco injusto que Kokuyo tratara mucho mejor a su otro yerno...
Cuando terminó el pedido de Senku ya había atardecido y probablemente estaba llegando tarde para cenar, pero aún así la curiosidad le ganó al llegar y verlo cortar una fina pieza de metal en tiras, pero sin dividirlo, dándole la forma de un peine o algo así.
-Tengo esta cosa que querías.- alzó en su mano la diminuta pieza que había logrado hacer luego de varias horas de trabajo.
Senku la tomó y la observó con ojo crítico, antes de reír emocionado.
-¡Diez billones de puntos para ti, Chrome! Ya eres libre de irte si quieres.- comenzó a trabajar en unir la pequeña pieza que hizo a los engranajes.
-¿Pero qué haces?- asomó la cabeza hacia las pequeñas piezas con las que estaba trabajando. Ahora también tenía engranajes, tornillos y cuerdas metálicas.
-Lo que tú has hecho es un muelle espiral o un resorte motor. Esta pequeña pieza acumula energía que se transmitirá a través de este conjunto de engranajes, dándole energía al tambor, que es ese cilindro lleno de púas que voy a unir al motor cuando ensamble todo.- señaló la pieza de metal con la que había estado trabajando antes. -El muelle espiral se enrolla girando el eje de la pieza que lo contiene y se desenrrolla con el giro del cilindro. Es una fuente de energía bastante útil y sencilla.-
-Oh, creo que entiendo. Realmente es muy sencillo.- asintió, con una mano en la barbilla, antes de abrir mucho los ojos. -¡Espera, espera, espera! ¿Esto no giraría demasiado rápido para piezas tan pequeñas? ¡¿No va a romperlo todo?!-
-Si, ¡y es justo por eso que hice esto!- tomó una pequeña pieza que parecía un pequeño ventilador. -Es la pieza fundamental para el mecanismo de control de velocidad, al que llamaremos "director". El director utiliza la resistencia del aire para tener todo bajo control y que el cilindro no gire demasiado rápido, ya que de hacerlo destrozaría básicamente todo lo importante.- rió entre dientes.
-Entiendo el funcionamiento pero no entiendo para qué lo quieres…- lo miró curioso. -¿Qué hace exactamente? ¿A qué le está dando energía?-
-Ah, eso.- rascó su oído con indiferencia. -Tú no conoces este invento aún, te lo mostraré cuando termine.-
-Ok…- aunque se había quedado con la curiosidad, ya era hora de que regresara con Ruri. -Muy bien, ¡te veo mañana!-
Senku siguió trabajando un par de horas, colocando una tabla de resonancia y un sistema aparte para el correcto funcionamiento de la pieza estrella de su nuevo proyecto hasta que finalmente llegó la parte más difícil: la decoración femenina e infantil.
Tendría que pedirle ayuda a Yuzuriha para eso, así que decidió seguir mañana y fue a casa a pasar el resto de la noche con su familia.
Al día siguiente mandó a llamar temprano a su amiga y le contó de su proyecto, a lo que ella lo felicitó por su "ternura" y lo ayudó en todo.
Para el mediodía ya todo estuvo terminado y Senku estaba a punto de guardar el proyecto en el cofre pero recordó que Chrome quería verlo y lo mandó a llamar.
Desgraciadamente, Chrome llegó con Kohaku.
-¿Y tú qué haces aquí, leona?- se sorprendió al verla.
-Mi padre insistió en cuidar de Tsukiku esta mañana así que cuando vi que querías hablar con Chrome pensé en venir a preguntarte si ibas a ayudarme a alimentar a nuestra hija ahora. Atsumi-sensei dijo que ya podemos darle frutas o vegetales ahora que ya comió carne blanca por tres días.- sonrió con entusiasmo.
-Sí, de hecho esto me tomará solo un momento. Aunque quería que fuera sorpresa pero supongo que también puedes verlo si quieres.- suspiró con falso dramatismo.
Sacó de una caja de madera simple una cajita de madera pulida, redondeada y decorada con patrones y colores vibrantes, con algunas gemas pequeñas incrustadas. Tenía una pequeña manivela al costado.
-¡Oh, wow! ¡Una…!... ¿Una caja?- Chrome lo miró incrédulo.
-Espera, idiota.- rió por lo bajo, abriendo la caja para luego comenzar a girar la manivela. -Esto es una caja musical.-
Kohaku y Chrome se quedaron con la boca abierta al escuchar una melodía dulce y suave llenar el ambiente y al ver una parejita de muñequitos bailando sobre la superficie de la cajita abierta.
-Vaya… ¡nunca había escuchado ese tipo de melodía!- Chrome sonrió como un idiota, acercando mucho su rostro a la cajita. -¡Es como metálico… pero es muy suave! Diría que hasta es bonito.- rió, apartándose y llevando sus manos tras la nuca.
-¡Ja, es realmente hermoso! Me sorprende que hicieras algo así.- Kohaku observó maravillada la cajita, para luego ladear la cabeza, pestañeando con confusión. -Eh… ¿y por qué demonios esos muñequitos bailando se parecen a ti y a mí, Senku?- lo miró incrédula.
-Ah, eso.- frunció el ceño profundamente. -Fue idea de Yuzuriha. Le dije que no lo hiciera pero antes de que me diera cuenta ya los dejó así.- bufó, hurgando en su oído con fastidio.
-Bueno, es bonito de todos modos.- ella sonrió encantada, mirando más de cerca la cajita.
-Sí, es bonito, aunque no puedo imaginar a Senku bailando con un gorila…- comentó Chrome, solo para que Kohaku lo sacara del laboratorio de una patada.
-Desgraciadamente solo conozco cómo hacer una sola melodía para este tipo de dispositivo, aunque suena como una canción de cuna así que supuse que quedaría bien de todos modos.- Senku sonrió con ojos suaves al mirar su nuevo invento.
-Es para Tsukiku, ¿verdad?- preguntó con una mirada llena de algo parecido a la ternura.
-Sí… Aunque no es para dárselo ahora.-
Ante esa contestación, Kohaku pestañeó aturdida.
-¿Qué quieres decir? ¿Por qué no?- volvió a ladear la cabeza.
-Es para su cumpleaños.- sonrió con tristeza. -Quiero que le des esto para cuando cumpla su primer año de edad.- la melodía se detuvo y él cerró la cajita suavemente.
Kohaku se quedó muda por un momento.
-Pero…- su gesto se oscureció.
-No es seguro que vaya a regresar antes de abril. Solo el viaje tomará casi dos meses…- apretó los labios. -Por eso hice esto… ¡y tengo planeados muchos otros regalos para esa pequeña leona mimada!- de repente su tono cambió por completo, sorprendiendola. -Navidad, año nuevo, el día del niño y cualquier otra excusa que se me ocurra para malcriarla y arruinar cualquier intento de enderezarla que ustedes quieran hacer.- rió como un desquiciado, contagiandole un poco su buen humor.
Cierto, no había tiempo para estar tristes.
Sin saber bien qué decir, se lanzó a besarlo, aunque se alejó rápidamente cuando Chrome se recuperó del golpe y les gritó que se consiguieran una maldita habitación.
Mientras Kohaku marchaba a golpear a Chrome otra vez, Senku guardó la cajita y luego los tres se dirigieron a la torre de la sacerdotisa.
Tsukiku chilló encantada al verlos, aunque no les tendió los brazos de inmediato, muy cómoda con su abuelo.
-Le estaba enseñando a decir abuelo, pero aún no le sale.- Kokuyo estaba llorando cascaditas, aunque con una sonrisa y las mejillas rosas. -¡Vamos, hagamos un último intento!- colocó a su nieta frente a su rostro, sosteniendo su cabeza con cuidado, mirándola decidido. -A ver, bebé. ¿No quieres decir abuelo? Vamos~, vamos~. Yo sé que puedes~. Abuelo. A-bu-e-lo. Abuelo.- gesticuló todo cuidadosamente, haciendo muecas exageradas y ridículas que tenían a Tsukiku riendo a carcajadas.
-Es muy raro ver a Kokuyo de este modo…- murmuró Chrome casi sintiéndose como si pudiera vomitar.
-Definitivamente.- Senku asintió, pero con una mirada distante, como si pensara en otra cosa.
-Vamos, pequeña. ¿No quieres hacer a tu abuelito feliz? Abuelo. Abuelo. A-bu-e-lo. Abuelo.-
-Ah… eh…- Tsukiku trataba de imitarlo, pero al final solo acababa haciendo un montón de muecas raras antes de volver a reírse con ganas. Luego de un rato finalmente empezó a revolverse incómoda en brazos de su abuelo, mirando a sus padres. -¡Eme!- gritó casi molesta, agitando los brazos.
-¿Quiere a Kohaku?- preguntó Ruri confundida.
-¡Eme!- volvió a gritar la bebita. -¡Eme! ¡Eme!-
-¿Quiere… emergencias?- Chrome estaba más perdido que el personaje más poderoso de un shonen.
-Tiene hambre.- aseguró Kohaku muy convencida, sorprendiendo a todos menos a Senku. Tomó en brazos a su hija, que de inmediato quiso bajarle el escote de su vestido, solo haciéndola reír.
-Sí que tenía hambre…-
-Por supuesto que la tenía, Kohaku siempre tiene razón.- Senku hurgó en su oído con una mirada de aburrimiento.
-Creí que tú eras el que siempre tiene razón.- Chrome lo observó con una ceja en alto.
-En todo lo demás, sí.- admitió sin pena, ignorando la mala mirada de su esposa. -Pero cuando se trata de la mocosa la palabra de Kohaku es diez billones por ciento más fiable. No me pregunten porqué, hace tiempo que me rendí en buscarle lógica a eso.- encogió los hombros mientras se retiraba del lugar, ya listo para regresar a su casa.
Kohaku se despidió de su familia antes de seguirlo, aún amamantando felizmente a su hija en el camino.
Algunos trabajadores miraron de forma bastante indiscreta su pecho semi descubierto al verlos pasar, ganándose que Senku los mirara con promesas de que pasarían unas diez horas extra trabajando en su próximo proyecto científico. Por suerte eso fue suficiente para ahuyentarlos.
Kohaku solo se rió ante su obvia escena de celos.
Al día siguiente Senku empezó a trabajar en un nuevo proyecto, sin detenerse a descansar ni por un momento.
Quedaban menos de tres semanas y aún tenía mucho trabajo que hacer para llenar de regalos dos cofres para sus dos personas más importantes.
Ese día estaba trabajando en algo para Kohaku, así que cuando ella vino a verlo tuvo que esconder todo e inventar una excusa para que se fuera, prometiendo que a cambio llegaría más temprano a casa.
Kohaku se marchó refunfuñando, aunque por dentro se estaba aguantando la risa, preguntándose si estaba haciendo algún otro regalo adorable (y cursi según él) para su hija.
Apenas dio unos pasos lejos del laboratorio cuando el hijo de Atsumi-sensei se le acercó.
-Hola.- la saludó alegremente.
-Oh, hola… Yoshio.- recordó su nombre con una sonrisa.
-Kaseki-san me envió a buscar unos materiales y… eh… no pude evitar escuchar lo que hablaste con… con tu… esposo.- hizo una mueca. -¿Él es siempre así? Quiero decir… prácticamente te echó… Era muy obvio que estaba haciendo excusas.-
-¡Ja, créeme que Senku puede ser mucho peor!- sus palabras bromistas solo hicieron a Yoshio mirar con rencor hacia el laboratorio, tomándola muy en serio. -Pero no te preocupes, dudo que te eche del laboratorio a ti. Ve con confianza.- le palmeó el hombro, haciéndolo sonrojarse hasta las orejas, antes de darse la vuelta para marcharse.
-Kohaku-chan…- la hizo detenerse y voltear con curiosidad. -Respóndeme algo… ¿Senku-kun… alguna vez te ha dicho que te ama?-
La pregunta tomó a Kohaku completamente por sorpresa, haciéndola congelarse de pies a cabeza.
Por el incómodo minuto más largo de su vida, no tuvo idea de qué decir. Y en su lugar se puso a pensar en lo mucho que le habría gustado poder decir que sí…
Finalmente reaccionó, tensándose y mirando molesta a Yoshio.
-Escucha... me agradas pero eso no es asunto tuyo. Así que por favor no te metas en mi vida con mi marido.- dijo con una mirada feroz que lo hizo estremecerse, antes de finalmente marcharse de allí pisando fuerte.
Yoshio se quedó pensativo, hasta que por fin se decidió a entrar al laboratorio, sorprendiéndose al ver a Senku ya esperándolo allí con una mirada muy seria.
-Sí, escuche todo.- rascó su oído, aparentando indiferencia. -Dime, Yoshio, ¿cuáles son tus asquerosas y penosamente obvias intenciones con mi esposa?- sonrió ferozmente.
Él le frunció el ceño amargamente.
-Yo no… no soy esa clase de hombre.- hizo una mueca. -¡Es solo que no lo entiendo! Ella es… es la mujer más hermosa que he visto y…-
-Y es mía.- Senku lo interrumpió, con las manos en la cintura y una mirada casi amenazante. -Kohaku es mi mujer.-
Yoshio tragó saliva, mirando nerviosamente a los lados.
-Pues no parece importarte mucho.- murmuró por lo bajo, pero aún plantándole cara. -Si ella fuera mi esposa…-
-No lo es. Es mi esposa. ¿Cuántas veces quieres que te lo repita?- se acercó un paso a él.
-¡Pues quizás debas repetirlo, repetirlo hasta que tú te lo creas!- Yoshio finalmente encontró su voz. -¡Acabas de echarla como si fuera basura y siempre se portan como si su vida juntos fuera un infierno! ¿Sabes lo que creo?-
-No podría importarme menos lo que creas, tú no nos conoces.- avanzó otro paso hacia él.
-¡Creo que ella solo está contigo porque la embarazaste, eso es lo que creo!-
-Pues solo compruebas que no sabes absolutamente nada de nosotros.- respondió con calma.
-¿Me vas a negar que solo se casaron porque la embarazaste?- Senku se quedó sin palabras un segundo y el imbécil sonrió victorioso. -Lo sabía. No hay forma de que una chica como ella esté con alguien como tú sino es porque…-
-Oh, ¿y entonces crees que ella debería estar con alguien como… no sé… tú?- lo miró con las cejas en alto, ladeando su postura y volviendo a rascar su oído con el meñique.
Yoshio dudó por un momento, antes de alzar la barbilla orgullosamente.
-Creo que hasta yo sería mejor opción que tú.- lo miró venenosamente.
Senku rió burlonamente.
-Pero qué tierno. Entonces adelante, quédatela.-
Yoshio se quedó en blanco por un momento.
-Espera, ¿qué?-
-¡Toda tuya! ¡Ve a mi casa si quieres y declárale tus superficiales sentimientos! ¡Hasta puedes decirle que yo te dije todo esto para hacerme quedar mal y tener más posibilidades!-
Yoshio lo miró con incredulidad que rápidamente pasó a ser repulsión.
-¿Pero qué clase de esposo eres tú? Realmente no la mereces…-
-Te diré qué clase de esposo soy.- se acercó más a él y posó su codo confianzudamente en su hombro, como si fueran amigos de toda la vida. -Soy la clase de esposo que confía diez billones por ciento en su esposa. La clase de esposo que sabe que si fueras ahora a mi casa y le dijeras todo esto a Kohaku ella solo se reiría en tu cara y te mandaría muy a la mierda. Luego probablemente me regañe, pero todo el enojo se le pasará luego de que le haga el amor y nuestro matrimonio seguirá con la misma estabilidad que nos tomó meses construir y que no se caerá porque un niño bonito como tú cree que no me la merezco. ¿Quedó claro, Hoshieda Yoshio?- lo miró fijamente durante todo su discurso, sonriendo con pura burla y arrogancia.
Él lo miró en silencio un largo rato, indignado, frustrado y hasta avergonzado, antes de asentir y retirarse a paso veloz del laboratorio.
Senku bufó.
La verdad… era cierto que sí había algo de lo que dijo Hoshieda Yoshio que si llegó a molestarlo. No con Yoshio, sino consigo mismo.
Porque era cierto que aún tenía algo pendiente que decirle a Kohaku, algo que normalmente no querría decir pero… debido a las circunstancias, estaba diez billones por ciento seguro que ella querría que se lo dijera de una forma u otra.
Mientras pensaba, no notó a Atsumi-sensei acompañada de Ukyo en la entrada de su laboratorio.
El arquero había escuchado a la distancia y por una vez decidió ser tan entrometido como Gen y Ryusui y hablar con Atsumi-sensei, que decidió acercarse a escuchar la conversación entre su hijo y el hombre que los revivió.
-Gracias, querido.- le pellizcó la mejilla, avergonzándolo un poco. -Hablaré con mi hijo.-
Ukyo hizo una reverencia y ambos se retiraron.
Esa noche, Senku le contó a Kohaku todo acerca de Yoshio, sorprendiéndola.
-Ja… No voy a negar que es halagador, pero eso no le da excusa para comportarse de esa forma.- bufó mientras veía a Senku peinar a su hija después de un baño. -Me aseguraré de ser clara en mis sentimientos si vuelve a sacar el tema.-
-Dudo que lo haga, pero supuse que te gustaría que yo te dijera todo antes de tener que enterarte por otros medios.- murmuró ausentemente, más concentrado en peinar con mucha delicadeza el cabello de su bebita con un cepillo especial que había mandado a hacer para ella.
-Hiciste bien.- sonrió complacida. -Pero… ¿realmente no estás preocupado por este chico, verdad?- lo miró preocupada.
-Para nada.- rió burlonamente. -Conozco a mi esposa.- la miró con una sonrisa traviesa que parecía ocultar algo más profundo, algo que la tuvo sonrojada y con ganas de besarlo hasta quitarle el aliento.
-Qué bien.- suspiró aliviada. -Porque solo te amo a ti, ya sabes.- lo miró juguetonamente, sabiendo que decirle eso lo ponía incómodo.
Él rió por lo bajo y abrió la boca por un momento, como si fuera a decir algo, antes de negar con la cabeza y cargar a Tsukiku hasta apoyarla sobre su hombro.
-Es hora de sus masajes. ¿Te unes?-
Kohaku sonrió encantada.
-¡Por supuesto!-
A la mañana siguiente, antes de irse a trabajar, Senku la sorprendió diciéndole que iría a trabajar más tarde ese día.
-¿Tú vas a entrenar hoy?- preguntó mientras ataba el cabello de su hija esta vez, en dos pequeñas coletitas.
-No, hoy no, solo unos cuantos ejercicios, supongo. Pero mañana aprovecharé que Tsukasa ya despetrifico a Hyoga, Homura y Mozu para ver su entrenamiento. Aunque lo que más me interesa es entrenar con Matsukaze, tiene un estilo más parecido al de la Aldea.-
-Interesante.- acabó con el cabello de su hija y le dio uno de sus sonajeros para jugar antes de dejarla en su cesto. -Puedo cuidarla mañana mientras haces eso, pero ya debería irme ahora.-
-¡Ja, eso sería lo mejor!- sonrió alegremente. -Aunque te advierto que es posible que me tarde mucho.-
Senku se acercó para darle un beso, pero en ese momento alguien golpeó a la puerta.
Era Yoshio, con su madre muy seria detrás de él.
-Atsumi-sensei, ¿pasa algo?- Senku de inmediato volvió a cargar a Tsukiku, abrazándola con pánico.
-Nada grave, querido, solo estoy aquí porque mi hijo estaba muy avergonzado de venir solo.- rió cantarinamente.
-¡Mamá, por favor!- la miró apenado, antes de voltear hacia la pareja luciendo aún más apenado. -Yo… vine a disculparme por… bueno, por todo, en realidad.-
-Ah.- Senku y Kohaku hablaron al mismo tiempo, frunciendo el ceño.
Tsukiku miró a sus padres con curiosidad mientras mordía su sonajero, antes de apartar el juguete de su boca y también fruncir el ceño hacia el hombre extraño para ella.
Yoshio se tensó aún más ante la mirada seria de la familia de tres.
-Yo… tengo ciertos problemas. Me ilusionó muy rápido y cuando algo se mete en mi cabeza es difícil para mí cambiar de idea o de opinión. Y sé que eso es… terriblemente malo. Y yo… solo…- suspiró profundamente. -Lo siento mucho.-
Senku y Kohaku intercambiaron una mirada, antes de sonreír. Tsukiku los vio, pero ella siguió mirando ceñuda a Yoshio de todas maneras, aunque ahora volviendo a morder su juguete.
-No te preocupes.- Kohaku sonrió comprensivamente. -Quiero decir, fuiste un gran idiota pero no somos rencorosos.-
-Cierto, Tsukasa intentó matarnos a ambos y ahora es padrino de nuestra hija.- Senku sonrió enormemente.
-¡Oh, por la pura y verde tierra de Dios!- Yoshio se fue de espaldas, mientras su madre solo rió como si no hubiese un mañana.
-¡Te dije que te perdonarían, príncipe mío! Espero que esto te haya servido de lección para esa terquedad tuya.- Atsumi-sensei recogió a su hijo del suelo y comenzó a arrastrarlo lejos.
-Pe-pero dijeron que Tsukasa-san…-
-Estoy segura de que eso tiene explicación. Por mientras no te entrometas más, hijito.-
-Eh… ¡gra-gracias por su comprensión y lo siento de nuevo!- solo alcanzó a decirles él mientras su madre lo arrastraba lejos.
-¡Descuida, sin rencores!- Kohaku agitó una mano hacia él.
-¡Seh, todo bien mientras accedas a construir ese motor refinado para el Perseo!- Senku sonrió emocionado, también ya sin ningún rencor.
-¡E-está bien, lo haré!- gritó Yoshio antes de desaparecer de su vista entre los árboles.
Solo después de que se fue Tsukiku dejó de fruncir el ceño y sonrió tan risueña como siempre mirando a sus padres.
-Oh, parece que alguien aquí sí que es una rencorosa.- Senku se carcajeó divertido, alzando un poco a su hija para que estuviera a la altura de su rostro. -¿Quién es una pequeña leona rencorosa? Tú lo eres. Leoncita rencorosa. Leoncita celosa y posesiva.- entró a la casa con Tsukiku riendo como loca por sus gestos exagerados.
Kohaku los siguió casi derritiéndose, queriendo cargarla para hacerla reír también.
Luego de un rato Senku se fue a trabajar, esclavizando todo el día a Yoshio en el proyecto para refinar el motor, pero al menos ahora ambos se llevaban mucho mejor. Luego de eso siguió trabajando en sus regalos antes de volver a casa.
Llevaba un regalo adelantado para darle a su esposa ese mismo día, aunque no era exactamente algo nuevo. Simplemente modificó algo que ella ya tenía desde antes.
Como pasaron otros tres días desde que le dieron a probar un vegetal a su hija, ese día habían probado con fruta y le gustó muchísimo más. Así que estuvo de un humor especialmente bueno todo el día y noche hasta que cayó dormida.
Una vez se durmió, Senku decidió dejarla en su cesto temporalmente mientras él y Kohaku tenían un momento a solas en el sofá de la habitación.
Tomaron turnos para ducharse y, apenas estuvieron ambos listos para dormir, Senku tomó su muñeca, llamando su atención.
-Tengo algo para ti.- alzó su puño cerrado con una mirada traviesa.
-¿Oh?- ella lo miró expectante. -¿Qué es?-
-¿Recuerdo esto?- abrió el puño, dejándola ver un aro de plata con un pequeño circón coronándolo y dos pequeñas piedras de ámbar a los costados del circón.
-No.- contestó ella sinceramente.
Él se carcajeó, encantado, antes de tomar su mano y colocar el anillo en su dedo anular de la mano izquierda.
-¿Y ahora?-
Kohaku pensó un largo rato, antes de que sus ojos se iluminarán.
-¡Oh! ¿Nos dieron esta cosa cuando nos casamos, no?-
Él volvió a reír, asintiendo.
-Diez billones de puntos para ti. Aunque lo modifique un poco. Le puse esas dos piedras extra.- señaló las piedritas ambar. -Y también hice esto.- le enseñó una cadena de metal. -Es rodio, buen metal. Pensé que sería más práctico llevar el anillo como collar para que no estorbe en los entrenamientos…-
-¿Quieres que lo lleve siempre conmigo?- preguntó curiosa mientras lo veía abrir el pequeño cerrojo de la cadena para poder meter el anillo.
-No siempre… Cuando tú quieras, supongo.- se acercó a ella con la cadena extendida. -Voltéate, quiero ver qué tal te queda.-
Kohaku se volteó y él ajustó su coleta gentilmente, moviéndola hacia un costado para poder colocarle el collar con más comodidad.
Ella hizo una mueca cuando el frío del metal tocó su cuello, pero la sensación pronto fue opacada por los dedos de su esposo en su cuello. Siempre que él la tocaba todo su cuerpo se sentía cálido, aunque no estaba esperando que de repente le besara la nuca, estremeciéndola por completo.
-¿Ya…?...-
-Sí.- sintió su sonrisa traviesa contra su cuello antes de que se apartara unos pasos. -Ya está. Déjame verte.- Kohaku se volteó sonrojada, mirándolo con un tanto de timidez sin saber porqué.
Bajó la mirada, viendo el pequeño anillo descansando contra su esternón. Era un peso ligero, con un brillo agradable y una sensación fría pero reconfortante. Le gustaba.
-Ja, me gusta. Intentaré llevarlo todos los días.- le sonrió sinceramente.
-Me gusta como te queda también.- rió por lo bajo. -Yo igual tengo el mío, por cierto.- desajustó una de las costuras de su ropa y la dejó ver un anillo simple de plata y dos pequeñas líneas de oro, unido a otra cadena de rodio oculta por su ropa.
-Sabes, aunque son bonitos, realmente no entiendo por qué son importantes…- ladeó la cabeza.
-Bueno, era común en la era moderna que las personas casadas lleven su anillo de bodas en un dedo y eso, pero esto no es muy práctico que se diga para ciertas actividades, así que un collar debería servir.-
-¿O sea que llevando esto las personas de la era moderna sabrán que somos una pareja casada?- de repente sonrió divertida, comenzando a entender más por dónde iba todo este asunto.
-Básicamente…- apartó la mirada.
-Celoso.- se rió de él abiertamente.
-No es por celos… Bueno, no del todo. Como sea, ya te dije que si no quieres no lo uses.- escarbó en su oído con el meñique, más que muy fastidiado.
-Ya te dije que quiero.- negó con la cabeza, aún riendo. -Lo bueno es que funciona en ambos sentidos ¿o no? Así yo tampoco tendré que preocuparme que otras chicas estén corriendo detrás de ti en América.- lo miró juguetonamente.
-Eso es diez billones por ciento improbable…-
-Pero no imposible.- de repente lo miró seria. -Como vuelvas con otra chica aquí te castraré. Estás advertido.-
Senku rodó los ojos, pero entonces se dio cuenta de que Tsukiku estaba despierta y mirándolo desde su cesto. Y ella estaba mirándolo mal también, por alguna extraña razón.
-¿Nos despertamos de mal humor, eh?- Senku rió tiernamente mientras se hincaba para tomarla en sus brazos, con Kohaku a su lado más que dispuesta a mimar a su hijita.
Toda seriedad o irritación se esfumó y pronto los tres se recostaron para dormir tranquilamente juntos en familia.
Quedaban dos semanas para la inevitable separación.
Continuara...Holaaaaaaaaaaaaa :D
Lamento la tardanza, pero espero que este cap les haya gustado uwu
Saben... creo que solo quedan como 3 capítulos para que esto se acabe, en realidad TwT
Ya veremos, ni yo estoy tan segura para ser sincera x'P Igual me quema, me arde y me lastima TToTT
Muchas gracias a todos por su apoyo! Los amo con todo el kokoro! :'D
COMENTEN! *o*
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
