Baby Stone.

Capítulo treinta y cuatro: Adiós en el mundo de piedra.

—Entonces… con estas modificaciones al motor… ¿el Perseo será capaz de llevarnos a Estados Unidos en menos de treinta días, o quizás incluso en poco más de tres semanas? —Ryusui observó los planos de Yoshio con atención, sorprendido y maravillado.

—¡Así es! Aunque debo decirles que necesitará más combustible del que tienen almacenado actualmente. —Yoshio frotó su nuca con una sonrisa culpable.

—¿Tenemos suficientes dragos para pagarle a Ryusui por el petróleo extra? —preguntó Gen en un susurro a Senku, que se llevó dos dedos a la barbilla, pensativo.

—Nos faltarían unos cuatro millones —calculó, con el rostro lleno de fastidio.

—¡¿Y se supone que tenemos que reunir eso en menos de una semana?! —Chrome, que estaba cerca, se escandalizó por la noticia, gritando a susurros esa pregunta.

—Será pan comido~ —canturreó Gen, guiñando un ojo, para luego sujetar los hombros de Senku con el rostro lleno de desesperación, con lágrimas en sus ojos y todo—. ¡¿Pero qué dices, Senku-chan?! ¡¿Realmente tendremos que irnos por más de tres meses y nos perderemos la primera navidad de Tsukihime-chan?! —Se apartó de él bruscamente, sujetando su rostro con desesperación—. Ya veo, no tenemos más opción… y serán más de seis meses sin el combustible suficiente, ¿verdad?

Senku, siendo el genio que era, y viendo el rostro preocupado de Ryusui, no tardó en entender el juego del mentalista.

—Así es. —También se llevó una mano al rostro, limpiando una lágrima falsa—. Tendrá que celebrar navidad encerrada en una choza con su madre, no hay más opción. Y sin regalos.

—Y si tardamos seis meses en volver, también nos perderemos su cumpleaños. —Gen colapsó en el suelo dramáticamente—. No estaremos para hacerle su fiesta, ni para obsequiarle regalos en su día tan especial. Crecerá y nos odiará a todos por ser unos tíos tan egoístas que se llevaron a su padre y no le dejaron ni un triste obsequio. —Sacó un pañuelo de la nada y limpió su nariz ruidosamente.

—Qué lástima, si tan solo pudieran dejarle algo para que los recuerde…

—Bueno, yo le puedo dejar el millón de dragos que ahorré —Sacó una pila de papeles falsos con un solo drago real arriba—. ¡De ese modo, sin duda Kohaku-chan le hablará de mí y seré su tío favorito!~

—¡¿Tío favorito?! —Ryusui saltó como esparrago en sartén, directo a la trampa de Gen—. ¡JA, JA! ¡Temó que ese título me pertenece, Gen! ¡Y por supuesto que mi Tsukihime-chan tendrá todos los obsequios por navidad y su cumpleaños que se merece! ¡Francois, abre mi bóveda! ¿Cinco millones serán suficientes?... —se preguntó para sí mismo, caminando detrás de su mayordomo en dirección a su mansión.

—También nos perderemos el día del niño y año nuevo por nuestro viaje, Ryusui-sama —informó Francois con su tono servicial de siempre.

—¡Es cierto! ¡Que sean diez millones!

Todos los vieron irse con sudor frío bajando por sus frentes. Incluso queriendo manipularlo para sacarle dinero, Ryusui siempre los sorprendía con lo derrochador que era.

—Aún no me acostumbró a ustedes, son muy raros. —Yoshio rio nerviosamente mientras guardaba sus planos, antes de voltear hacia Senku—. Senku-kun, Kaseki-san y yo nos encargaremos de todo. Tú puedes ir con tu familia.

—Muy bien, recuerden que pueden mandarme a llamar si necesitan algo. —Bostezó, dirigiéndose a la salida.

Una vez se fue, Gen se acercó a Yoshio disimuladamente.

—¿Cómo van los últimos preparativos para la fiesta? ¿Todo en orden?

—Claro, hasta tenemos más tiempo, todo está casi listo. —Los dos intercambiaron sonrisas cómplices.

Senku llegó a su casa y se encontró con su esposa y su hija todavía dormidas, ya que solo se fue durante apenas una hora. Se sentó en la cama y de inmediato notó la pequeña sonrisa en el rostro dormido de su hija, que soltó una risita, como si soñara algo agradable.

Sonrió emocionado y se volteó del todo, arrodillándose frente a ella para verla mejor, despertando a Kohaku por la brusquedad del movimiento y su sueño ligero. Ella lo miró confundida y él le hizo un gesto de silencio y le señaló a su bebita, que perdió la sonrisa por un momento, antes de soltar un par de carcajadas, revolviéndose.

Kohaku se llevó una mano a la boca, conteniendo un chillido.

—¿Qué crees que sueñe? —susurró ella, sin apartar la mirada de su pequeña.

—No he leído mucho al respecto, pero parece ser que hay opiniones divididas respecto al sueño en bebés, algunos científicos creen que no sueñan hasta los 18 meses y otros que empiezan a soñar desde el útero. Como sea, apoyó más la postura de que sueñan, porque además la conjunción del sueño REM y NO REM ayudan a su correcto desarrollo cognitivo y a su conducta —explicó alegremente.

—Ja, no te entendí ni un milímetro. —Rio por lo bajo—. Pregunto si crees que pueda estar soñando con nosotros o quizás con sus juguetes o sus tíos, ¿qué crees que la hace reír así? —Sonrió dulcemente al seguir escuchando las risitas de su niña.

—Ah, eso. —También rio, rascando su oído con el meñique—. No lo sé, quizás sueña con finalmente arrancarme los mechones de la frente y poder comérselos como la mini-leona glotona que es.

—No le digas leona. —Lo miró ceñuda, pero su gesto se derritió al escuchar otra carcajada de su bebé—. Aw, ¿cómo puede ser tan hermosa? —Se llevó una mano al pecho, resistiendo el impulso de estrecharla entre sus brazos y no soltarla nunca.

Senku desvió la vista de su hija a su esposa, recordando lo que pasó anteayer, lo que le dijo y la sonrisa que ella le dedicó después de besarlo profundamente.

¿Cómo era posible que su hija fuera tan hermosa? Una pregunta totalmente ilógica, teniendo en cuenta lo obvia que era la respuesta. Su Tsukiku era idéntica a Kohaku, Senku siempre lo creyó así.

Rio ante sus propios pensamientos. La paternidad y el enamoramiento lo ablandaron demasiado, se daba nauseas a sí mismo, pero era inevitable.

Otra carcajada de su pequeña lo hizo voltear a verla de inmediato, acrecentando su sonrisa de estúpido.

Siguieron mirándola como idiotas hipnotizados varios minutos hasta que ella se despertó con un gran bostezo adorable y una sonrisa adormilada, mirándolos alegremente con sus ojitos azules.

Senku alcanzó a tomarle una foto antes de que Kohaku la tomara en brazos para alimentarla.

—Esta la voy a enmarcar.

—Lo mismo dijiste de las últimas cinco fotos que le sacaste cuando recién se despertaba los últimos días —murmuró Kohaku divertida.

—Lo sé, voy a enmarcarlas todas —admitió sin pena, antes de mirar atentamente cómo se alimentaba.

—No estás intentando mirar mi pecho, ¿o sí? —preguntó Kohaku, incrédula, pero curiosa por su mirada fija en la boquita de su hija comiendo—. Eso lo puedes pedir en cualquier momento —agregó, divertida.

—Lo sé, estoy viendo su forma de comer. Ayer estaba mucho mejor, pero sigue viéndose cansada. —Los dos fruncieron el ceño con preocupación—. Normalmente come con muchas más ganas.

—Es cierto, pero hoy está comiendo más que en los últimos días. Eso es bueno, ¿no?

—Sí. De todos modos, Atsumi-sensei vendrá a verla en… —Justo en ese momento, oyeron golpes en la puerta—. Oh, debe ser ella.

Como Kohaku estaba alimentando a la niña, Senku fue a recibir a la doctora, que venía en compañía de su hijo.

—Buenos días, queridos. —La mujer entró alegremente a la casa—. Aunque ya es mediodía… Hmm, ¿buenos mediodías? —Curvó un dedo contra su barbilla, pensativa.

—Técnicamente son las 12 p.m. Así que serían buenas tardes —acotó su hijo, con el mismo gesto pensativo. Madre e hijo se parecían demasiado.

—Cielos, ¿dormimos tanto? —preguntó Kohaku, mirando a su hijita.

—Veo que la pequeña sigue soñolienta, pero me alegra verla comiendo. —Atsumi-sensei sonrió dulcemente—. No quiero interrumpirla mientras come, así que por mientras cuéntenme cómo ha estado.

—No ha vuelto a tener fiebre desde anteayer, cuando subió a cuarenta grados —dijo Senku rápidamente, e iba a lanzarse a todo un informe detallado del estado de su niña cuando la doctora lo interrumpió.

—Ah, sí, sobre esos cuarenta grados… En realidad, no fue fiebre, más bien hipertermia. El tipo de meningitis que tiene no podría causar una fiebre tan grave, debió influir el hecho de que no estuvo alimentándose. —Sacó una paletita y se la llevó a la boca—. En otras palabras: culpa de la deshidratación. —Senku y Kohaku palidecieron—. Por eso me tendrán molestándolos con su alimentación, necesitamos asegurarnos de que beba suficientes líquidos. Y quita esa cara, señora mami, te necesitamos muy positiva y con los pechos llenos para amamantar a tu dulzurita. Tú también, señor papi, los dos necesitan mantenerla contenta y sana en su recuperación.

El matrimonio se llenó de determinación ante las palabras de la doctora, mientras que el hijo de la misma se sonrojó, todavía con la mirada fija en el techo para no tener que ver a Kohaku amamantando.

—¿Y qué hay de usted, doc? ¿Cómo se siente? —preguntó Senku.

—Oh, ya estoy mucho mejor, pero seguiré tomando todas las precauciones necesarias para tratar a su princesa. ¿Algo más que comentar de ella? ¿Ha estado irritable? ¿Cómo ha sido su comportamiento en general? ¿La han notado desganada, cansada?

—Ayer tenía muchos ánimos —comentó Kohaku, mirando a Senku, que asintió de acuerdo—. Aunque no tantos como suele tener normalmente. Y ahora mismo está comiendo con menos ganas que lo usual.

—Su temperatura ha estado normal, sin subir de 37,6 grados. Desde la última vez que usted se fue ha dormido un total de 14 horas, despertándose solo en periodos de cuarenta a setenta minutos para comer, jugar un poco y tomar un baño. Teniendo en cuenta la velocidad y desgano con el que succionaba, dudo que haya tomado más de la mitad de lo que suele comer normalmente. Debe haber consumido unos 500 mililitros en todo el día de ayer, con un margen de error de 200 mililitros, según mis estimaciones. Tampoco quiso saber nada de la alimentación complementaria —dijo Senku, lanzándose a su informe detallado del estado de su niña.

—Si eso es cierto, es preocupante. —Atsumi-sensei arrancó el dulce del palillo y guardó este en su bolsillo, antes de empezar a colocarse su mascarilla y guantes mientras todavía masticaba su dulce—. Vamos a probar distintos métodos para alimentarla, sin forzarla por supuesto, pero es primordial que coma y sobre todo que beba más. Es fundamental que se mantenga bien hidratada. Luego le prepararé un suero de rehidratación casero como una medida extra, con solo un poco por hora será una gran ayuda. Primero le haré un chequeo similar al que le hice ayer, luego vamos a…

—¡IIIIIIIH! —Kohaku interrumpió a la doctora con un agudo chillido, para luego empezar a lloriquear—. Otra cosa, Atsumi-sensei… ¡ella no deja de morderme! —La señaló acusadoramente—. Ya dejó de comer, pero no me suelta y sigue mordiendo.

—No te preocupes, es normal. —Rio cantarinamente—. También le conseguí un mordedor.

Cuando Tsukiku tuvo su nuevo mordedor, su sonrisa fue tan grande que Senku tomó otra foto, aunque la más feliz allí fue Kohaku, contenta de que ya nadie le mordería los pechos… eh, casi nadie.

.

Una vez Kohaku dejó a su bebé en brazos de la doctora, Yoshio finalmente pudo bajar la vista del techo, viendo aliviado que la joven ya estaba completamente vestida.

Pasó unas horas ayudando a su madre y a la familia Ishigami en todo lo que pudiera, hasta que alguien llamó a Senku para pedir ayuda con la construcción de la clínica, y el científico no tuvo mejor idea que arrastrar a Yoshio del cuello para trabajar con él.

—Bienvenido a mi mundo —le dijo Gen cuando se encontraron a medio camino de la clínica, él siendo arrastrado por Kaseki.

Estuvieron trabajando en el sistema eléctrico hasta que su madre llegó y mandó a Senku a cuidar de su hija. Yoshio ayudó a su madre a conseguir materiales y luego a preparar el suero de rehidratación para la pequeña Ishigami, y luego se despidió de ella y fue a trabajar en su propio proyecto en compañía de Ryusui y Gen.

—¿Ya eligieron las fotos que quieren que use para "el proyecto"? —preguntó Yoshio con emoción, sentado con las piernas.

—Sí, aunque tus cámaras modificadas eran recientes, logramos hacer una gran cantidad de fotos, por lo que fue difícil elegir~ —canturreó Gen, de muy buen humor—. Yuzuriha-chan y Ruri-chan ayudaron~.

—¡Francois! —Ryusui chasqueó los dedos y su mayordomo colocó la caja con las fotografías frente al estudiante de ingeniería, que bien ya podría llamarse a sí mismo ingeniero, aunque le faltó graduarse.

—Bien, entonces tenemos listo todo. ¿Cuándo será la fiesta?

—Senku dijo que nos iremos temprano el diez de noviembre, así que será el ocho —informó Ryusui, bebiendo un sorbo de su té que sacó de la nada—. Es mejor dejarle el último día enteramente para pasarlo en familia.

—Me gustaría ir con ustedes, pero debo ayudar a mi madre con la clínica. —Yoshio suspiró—. De todos modos, sé que Kaseki no tiene nada que envidiarme, será emocionante saber todos los nuevos proyectos que harán en su viaje. Yo ayudaré a seguir construyendo viviendas y equipo médico aquí en Japón.

—Ya me gustaría a mí poder quedarme en Japón. —Gen empezó a lloriquear de solo pensar en tener que volver a pasar por todo tipo de peligros y trabajos infernales—. Desgraciadamente mi puesto como negociador es indispensable.

—¡JA, JA! ¡Pues yo deseo ir a cada rincón del mundo! —La respuesta de Ryusui no fue para nada inesperada.

Al día siguiente, Senku volvió a arrastrar a Yoshio a trabajar en la construcción de la clínica, esta vez también en compañía de su madre, que estaba haciéndoles un listado de personas a las que necesitaban revivir.

—También sería útil un dentista —aseguró con tono alegre—. Como están vendiendo dulces indiscriminadamente para sacarle más dinero a la gente, estas pobres personas necesitan más cuidados bucales, en especial los aldeanos que no están acostumbrados a este tipo de problemas. —Su tono dulce cambió a uno más oscuro y hasta de regaño, y aunque ella no perdió su sonrisa, Senku se estremeció, sabiendo que la reprimenda era para él.

Su madre pronto partió con un equipo a buscar a un par de personas que podrían ayudarla, ya que Senku insistió en que usara al menos tres frascos de formula despetrificadora antes de que ellos se fueran.

Aparentemente todavía no querían despetrificar a un gran número de personas por la inestabilidad que eso podría traer, pero todos estaban de acuerdo en que necesitaban más profesionales en medicina y construcción, sobre todo ahora que el equipo científico principal partiría al otro lado del mundo por quién sabe cuánto tiempo. Así que su madre eligió a tres personas que consideraba muy útiles.

Yoshio y Senku se quedaron en la clínica a trabajar en las partes más complicadas para que luego el científico estuviera completamente libre.

Justo cuando el joven padre estaba preparándose para irse, oyeron pasos acercarse a toda velocidad.

—¡Senku! —Kohaku entró de una patada en la puerta de pronto—. ¡Tienes que ver esto! ¡Ven rápido! ¡Es una emergencia!

—¡¿Qué pasa?! —Corrió con pánico detrás de ella y Yoshio los siguió, temiendo que la bebé tuviera algo.

—¡Mira, es nuestra pequeña! —Llegaron a la casa y Kohaku señaló a su bebita en los brazos de Yuzuriha—. ¡Ella…!

—Ella… —Senku la miró con la mandíbula por el suelo y los ojos muy abiertos.

—¡Se ve adorable! —chilló Kohaku con lágrimas en los ojos, señalando el nuevo vestidito de su pequeña, con la parte superior amarillo pastel y mangas largas, con algo de tela transparente adornando sus hombros, y una falda blanca con lunares negros, recubierta de más tela transparente con patrones florales, aparte de un gran moño negro en su cintura y una tiara con broche de media luna en su cabeza.

Yoshio se fue de espaldas.

Al ver a su padre, la bebita chilló encantada, extendiendo sus brazos hacia él. Eso fue demasiado para Senku, que colapsó en el suelo de inmediato, aún con una mano en alto como su último intento fallido de conservar la cordura.

Yoshio miró a la familia con varias gotitas bajando por su sien.

Finalmente los estaba entendiendo un poco. Ellos eran como cualquier otra familia normal, excepto por la parte de "normal", pero incluso así se notaba el cariño entre ellos, era algo difícil de ver en un principio, aunque luego de varias semanas con ellos se daba cuenta de que siempre estuvo ahí.

Apenas Senku se recuperó de su golpe de ternura, sacó una cámara de quién sabe dónde y tomó varias fotografías de su pequeña bebé.

—¡Estas también se vienen al barco conmigo! —exclamó, dejando la cámara de lado para acercarse a su hijita—. O puede que no, no quisiera que se arruinen por alguna ola. Y cuando vuelva seguro serás tan grande que ya no entrarás en ese vestido tuyo. —Le pellizcó la nariz, haciéndola reír alegremente.

Al escuchar eso, una idea llegó a la mente de Yoshio.

—Aw, mi bebé es tan hermosa. —Kohaku cargó a su hija, frotando su mejilla contra la suya—. ¡Mamá te ama mucho, mi bebé! ¡Tenemos que probarte todos los vestidos que te hizo tu tía Yuzuriha!

—Antes de eso, déjame cargarla. —Senku quiso tomarla en brazos, pero Kohaku retrocedió, riendo.

—Yo la agarré primero, Senku. ¡Perdiste tu turno!

—Vamos, solo unos minutos antes de que tenga que preparar su baño. —Quiso persuadir a Tsukiku haciéndole gestos graciosos, pero Kohaku se volteó y corrió lejos de él, sin dejar de reír—. ¡Oye, solo será un rato! —La persiguió de inmediato.

—¡Puedes cargarla después de terminar de bañarla, siempre la acaparas con esa excusa!

—¡Esta no será la ocasión, ahora dámela! —Siguió persiguiéndola por toda la habitación, que pronto se llenó de las risas de madre e hija, burlándose del pobre padre que era muy lento para seguirles el ritmo.

Yoshio y Yuzuriha rieron al verlos, pero Yoshio rápidamente volvió su mente a su idea anterior.

Pensó un buen rato, y finalmente llegó a una conclusión justo cuando Kohaku se apiadaba de su esposo y lo dejaba cargar a la niña, aunque ahora estaba tan cansado que tuvo que sentarse para no desmayarse en el acto.

—Oye, Senku-kun —lo llamó.

—¿Qué pasa? —preguntó él sin apartar la mirada de su hijita, que estaba jalándole el cabello de forma que se veía dolorosa, aunque él no se quejaba.

—Cuando tengas algo de tiempo libre, ven al laboratorio. Tengo que decirte algo. —Sonrió.

Senku fue a verlo cerca del atardecer, justo cuando su madre regresaba con tres estatuas, en compañía de Taiju, Nikki y la pequeña Suika. Gen y Ryusui se acercaron también al ver al grupito llegar a la zona de construcción de la clínica.

—Perdón por el retraso, antes de traerlos fuimos con Yuzuriha-chan —dijo la doctora—. Ella hizo ropa adecuada para cada uno.

La doctora y el científico echaron líquido despetrificador sobre las tres estatuas, que a los pocos segundos comenzaron a volver a la vida.

—¡¿Eh?! ¿Atsumi-chan? —El primero en salir del shock fue un hombre mayor que se veía de la edad de Kaseki. Era bajito y con barba y bigote de largo considerable, con la nariz puntiaguda y los ojos muy grandes. Su cicatriz de petrificación parecía remarcarle el bigote.

—Haiku-sensei. —La doctora hizo una reverencia—. Permítanme presentarlo, él es el mejor dentista de Tokio, famoso en todo el mundo por sus trabajos de caridad en países en vías de desarrollo, por lo que está acostumbrado a hacer trabajos excelentes con poco a la mano.

—Oh, me halagas. —El hombre rio, levemente sonrojado—. ¿Pe-pero dónde estamos? ¿Qué es todo esto? ¿Por qué esos adolescentes tienen ropas tan extrañas?

—Explicaré todo luego. Por mientras, déjenme presentarles a la mente prodigio de la farmacéutica y biología, la recién graduada Okitsu Amaya, ella es famosa entre los químicos farmacobiólogos por su tesis que impresionó a todo Japón. —Señaló con orgullo a una chica de apariencia delicada y bonita, que se sonrojó ante sus palabras—. Ella podrá ayudarme a desarrollar vacunas y medicamentos. Tendremos más variedad de antibióticos, analgésicos y antiinflamatorios, pastillas y jarabes para grandes y pequeños.

—Emm… Disculpe, sensei, no entiendo nada de lo que está pasando aquí —murmuró ella, que tenía un peinado muy similar a Atsumi-sensei, voluminoso y peinado hacia atrás en bucles, aunque su cabello era más rubio-anaranjado, a diferencia del castaño claro que rozaba con el rubio de la doctora. También tenía rasgos más dulces y aniñados y parecía no pasar de los veinticinco. Su cicatriz de petrificación eran dos líneas curvas, una por encima de cada ceja.

—Explicaré todo luego —repitió la doctora mayor con paciencia—. Les presentó también a la talentosa Nagashima Maiko. —Señaló a una mujer de cabello negro atado en un bollo y flequillo recto—. Es psiquiatra, psicóloga e ingeniera biomédica, será de gran ayuda para desarrollar maquinaria y recursos tecnológicos para el hospital. A ella no la conozco tanto, pero personas confiables me han dicho maravillas sobre su trabajo y sé que es apta para el puesto.

—Bueno, eso me sonroja. —A pesar de sus palabras, su rostro no mostró ni un ápice de color, era bastante pálida, cosa que contrastaba mucho con sus ojos tan oscuros. A diferencia de los otros dos, ella se veía muy tranquila y dejó su gesto antes serio para sonreír complacida—. También he oído maravillas de su trabajo, Dra. Hoshieda. —Hizo una reverencia llena de gracia. No tenía cicatriz de petrificación visible.

Al ver a esa mujer y escuchar cómo hablaba, Gen frunció el ceño. Él era el mejor mentiroso del mundo, así que, naturalmente, sabía cuándo tenía a otro farsante con talento frente a él. Cuando ella le devolvió la mirada, su sonrisa solo creció y Gen tuvo un mal presentimiento.

Gen se quedó mientras la doctora le explicaba todo a sus tres despetrificados. Los tres mil setecientos años petrificados, el despertar de Senku y su fórmula de despetrificación, la aldea Ishigami producto de los astronautas que estaban en el espacio durante el rayo petrificador y el objetivo de ir al otro lado del mundo para encontrar el origen de todo eso. Ella no mencionó que tuvieran un arma petrificadora ni que el objetivo final era ir a la luna, y rápidamente empezó a hablarles de su propio objetivo de construir una clínica y darles servicios de salud a todos.

Yoshio dejó a su madre hablando con los recién despetrificados y él se encargó de contarle a Senku su plan de antes, sorprendiéndolo ante su ocurrencia.

—Cómo eres alérgico a la laca, pensé en crear un tipo de resina vegetal para mi plan. Puedo hacerla mañana mismo, así que puedes preparar todo lo que quieras y yo me encargaré de todo. Así podrás llevar todo lo que quieras en tu viaje. —Sonrió con entusiasmo.

—Je, no está mal. —Rascó su oído con una sonrisa despreocupada—. Bien, entonces, no es mala idea. Mañana te traeré una caja.

—¿U-una caja completa?... —Empezó a sudar, pensando que tendría que hacer mucha más resina de la que pensó inicialmente.

—Tienes razón, es poco. Serán tres cajas.

—¡¿TRES?! —Rápidamente colapsó en el suelo.

Sin duda no se acostumbraba a este reino de la ciencia. Diría que era una tiranía, pero él mismo le dio el látigo a su esclavizador.

Ni modo, mejor se ponía a trabajar.

.

Los siguientes días, Senku no se despegó de su casa más que una o dos horas a lo mucho, pasando todo el tiempo posible con su esposa e hija.

Para el cinco de noviembre, Tsukiku empezó a comer normalmente y la rigidez de su cuerpecito desapareció casi por completo. Su ánimo volvió a ser el alegre y energético de siempre, y sus padres no podrían estar más felices de verla arrojando comida por todas partes. Un bocado de papilla iba a su boca, y el otro al suelo, al techo, a la ventana o a la cara de Senku.

A Senku le aliviaba el verla sentada tan feliz jugando, así que no se esforzaba en evitar que tirara la papilla por todas partes, siempre tenían preparado otro plato para que comiera más, sobre todo cuando le daban carnes ya sea blanca o roja, y papilla de manzana o un par de otras frutas que también parecían gustarle. Tenía un gusto por las carnes y las frutas, o quizás lo dulce. Toda una leona como su madre.

Para el seis de noviembre, Senku empezó a sentir el peso de la realidad mientras tenía a su niña en su regazo. Intentaba no deprimirse, pero lo más duro era verla crecer y avanzar poco a poco, sabiendo que ella seguiría creciendo y desarrollándose, y él no estaría allí para acompañarla.

¿Era raro que fuera el ver a su hija queriendo comerle el cabello lo que lo estrelló contra un muro de realidad? Se veía adorable como siempre, por supuesto, pero la diferencia era que esta vez ella no había estirado sus manos para que él bajara la cabeza, no, ella solita se agarró de su ropa y empezó a intentar pararse, como escalándolo. Era muy inestable sobre sus dos piernitas, pero logró pararse sujetándose a sus hombros y, triunfante, tomó uno de los mechones de su cabello y se lo llevó a la boca, llenándolo de baba como su premio para ella misma por su gran logro.

Senku llegó a entrar en pánico por un momento al verla queriendo pararse, casi la agarra para asegurarse de que no tuviera riesgo de caerse, pero no hubo necesidad, ella logró estabilidad sujetándose a su hombro al pararse sobre su regazo. Y él sintió emoción por su logro. Ella estaba creciendo correctamente.

Estaba creciendo… y seguiría creciendo, solo que él ya no estaría para verla.

—¿Papá? —Su vocecita llamándolo trajo una sonrisa instantánea a su rostro, y de inmediato volvió a concentrarse en ella.

—¿Qué tienes, mini-leona? ¿No estabas comiendo tu premio de celebración por lograr alcanzar mi cabello sin ayuda? —Rio suavemente, posando sus manos en sus costados, pero sin ejercer presión, dejando que siguiera en pie por su cuenta.

—Papapapa nonodedonoda —sacudió los brazos y casi se cae al perder el equilibrio, pero él la sujeto al instante y ella siguió balbuceando cosas sin sentido—. ¡Papá! —de repente habló con más fuerza y él ladeó la cabeza.

—¿Qué sucede, mocosa? ¿Solo siete meses y ya me alzas la voz? Presiento que serás una adolescente difícil de tratar. —Se carcajeó para sí mismo.

—Papapapapapapa. —Llevó sus manitos a sus mejillas, confundiéndolo más, aunque no negaría que le gustaba la sensación—. Papá, papá, tedamotedamo.

Senku abrió mucho los ojos. ¿Por qué presentía que ella estaba intentando decirle algo para animarlo?

Rio por lo bajo, abrazándola contra su pecho.

—Por desgracia para ti, no puedo entenderte tan bien como tu madre, pero apreció tu esfuerzo. —Besó su cabeza y ella rápidamente la alzó para dedicarle una sonrisa tan resplandeciente que casi lo hace colapsar en el suelo.

Siguió sentado en el sofá con ella, contándole historias científicas, hasta que Kohaku regresó de su entrenamiento ya duchada y con los brazos extendidos para cargar a su bebé.

—Bueno, seguiré contándote sobre el teorema de Gauss luego, mini-leona, esas raíces de polinomios no se van a encontrar solas. —Le pellizcó la nariz, arrancándole varias carcajadas.

En cuanto la alzó para dársela a Kohaku, Tsukiku los sorprendió a ambos al darle un repentino manotazo a su madre.

—¡No! —exclamó, para luego estirar los brazos e dirección a su padre.

Senku y Kohaku se congelaron, con las mandíbulas desencajadas.

—¿Q-qué? —Ella no podía creerlo—. ¿Qué quieres decir con "no"?... ¿No quieres venir con mamá? —Se señaló con un dedo tembloroso, totalmente incrédula.

—¡No! —reafirmó, todavía estirándole los brazos a Senku—. Nonononono. —Cada "no" se clavó como una estaca en el corazón de Kohaku.

—Bueno, una pena. —Senku volvió a acunarla en sus brazos, con una sonrisa tan grande que parecía a punto de partirle el rostro.

—¡Al menos disimula tu alegría, escoria! —se quejó Kohaku, con lagrimitas en los ojos.

Ese día Tsukiku no quiso despegarse de Senku, que estaba en la novena nube, hasta se encargó de darle los biberones que tenían preparados y también le dio sus papillas, casi llorando de alegría cuando ella no sintió la necesidad de arrojarla a su cara. ¡¿Acaso había muerto e ido al paraíso?! ¡Su princesa nunca antes se había comportado tan cariñosa con él!

Senku estaba tan a gusto con su niña que, cuando Chrome vino a pedirle ayuda con algo, el joven padre lo mandó a preguntarle a Yoshio o a los especialistas recién despetrificados. Chrome casi se desmaya por el rechazo tan contundente de su amigo para algo científico, pero al verlo hablándole como idiota a su bebé entendió todo y simplemente se fue por donde vino.

Como Tsukiku estuvo despierta bastantes horas durante el día, apenas cayó la noche y comió su tercera papilla del día, ni les dio tiempo a darle su masaje de siempre cuando cayó rendida, durmiendo como el angelito que era.

—Ja, al fin te le despegas. —Kohaku le envió una mirada rencorosa mientras lo veía dejar a su niña durmiendo en su cesto.

—No me mires así, tú siempre la acaparas y yo no me quejó. —Rascó su oído con fastidio.

—Ja, solo estás celoso…

—La que me parece una leona celosa aquí es otra…

—¡¿Qué dijiste?! —Sonrió con los dientes apretados y lo tomó del cuello de su ropa con ambas manos, acercando mucho su rostro al suyo mientras lo obligaba a retroceder hasta que su espalda chocó con la pared de su habitación—. No soy una leona ni soy celosa, ¿cuántas veces tengo que decírtelo? —habló entre dientes, zarandeándolo un poco.

—Si vas a tenerme contra la pared y en esta posición —Miró con agrado como estaba inclinada sobre él, con sus pechos sobre su pecho— puedes decírmelo todas las veces que quieras.

Una parte de Kohaku se sintió molesta por sus palabras, pero otra parte solo pudo pensar en que llevaban más de una semana sin hacer nada más que besarse… y les quedaba poco tiempo juntos.

—Ja… pervertido. —A pesar de lo que dijo, fue ella la que sonrió traviesamente y no pudo seguir conteniendo las ganas de besarlo.

Sin embargo, a pesar de que Kohaku lo empezó todo, aquello no fue más que otro paso en el elaborado plan de Senku para sacarle el mal humor a su esposa. El primer paso era dejar a su hija en el cesto, el segundo paso era provocar a su mujer, y así hasta llegar al punto en el que terminaron en la cama jugando a su añorado juego de "el que hace ruido pierde".

No obstante… Senku tuvo un fallo en su plan.

No se dio cuenta que desde el principio todo fue una estrategia de su astuta leona. Él solo fue un pobre peón ingenuo que cayó en sus redes como un idiota, creyendo que tenía la ventaja.

Fue al día siguiente que Senku se dio cuenta de su error, al despertar y ver a Kohaku triunfante sosteniendo a su bebita en sus brazos. Quiso levantarse para llamar la atención de su hija, y en ese momento descubrió su gran fallo.

Kohaku lo había destrozado. Estaba agotadísimo, sin fuerzas, desfallecido. Rápidamente volvió a pegar la cabeza en la almohada, sintiendo todo su cuerpo temblar. Aunque ella siempre perdía su juego de hacer ruido, esta vez había ganado la batalla, y se paseó felizmente por la habitación mientras le cantaba a su hija, que estaba despierta y regalándole sus hermosas sonrisas a su madre.

—Maldita leona astuta… —Senku solo pudo reír, aceptando su derrota, aunque solo por esta vez.

Estuvo toda la mañana luchando por recuperar fuerzas, aunque al menos Kohaku tuvo la decencia de llevarle el desayuno y dejarlo sostener a su hija mientras ella desayunaba. Luego Francois llegó a preparar la papilla y Kohaku fue a ayudarla, dejándole a su pequeña otra vez.

—Tu madre es todo un dolor de cabeza, en eso son igualitas. —Le pellizcó la nariz, riendo entre dientes.

—Nonono.

—Sí, sí, sí.

—Nonono, papá.

—Sí, sí, sí, mini-leona.

—¡Nonono!

—Podemos seguir discutiendo todo el día y mi respuesta no cambiará. —Rio maliciosamente y ella empezó a contorsionar su rostro de forma extraña, intentando imitar su risa psicópata con sus balbuceos adorables.

Senku usó la cámara de emergencia para tomarle una foto, aunque maldiciendo mentalmente el no poder grabar video.

Si tuviera un Smartphone, estaba seguro de que necesitaría al menos 50 GB para todos los videos y fotos que tomaría de su niña. Casi parecía que tenía hacks de lindura.

Cuando tuvieron la papilla y el almuerzo listos, Senku finalmente pudo hacer uso de sus piernas de alambre y llevar a su hija al comedor, donde Francois muy amablemente sirvió todo para ellos.

—Ryusui-sama me ha pedido informarles que hoy tiene planes de ir a la playa —dijo con su tono tranquilo de siempre.

—Bien por él —masculló Senku, llevando una cuchara a la boca de su hijita.

—Ryusui-sama desea que ustedes y sus amigos más cercanos lo acompañen en la ocasión.

—¡Ja, suena divertido! —A Kohaku le emocionó la idea—. Tsukiku ya está bien, podemos ir, ¿verdad? —le preguntó a Senku, que la miró rencorosamente porque ella bien sabía que lo había dejado hecho polvo la noche anterior y lo que menos quería era salir de casa.

—¿Cuál es el punto de ir a la playa? Ya está comenzando a hacer frío.

—La temperatura de hoy es agradable y tanto la salud de la pequeña Tsukiku-sama y la Dra. Atsumi-sensei están en óptimas condiciones. Además, Ryusui-sama cree que es una buena oportunidad para conocer más a los especialistas despetrificados por la doctora. —Senku frunció el ceño—. También serviré ramen para cenar.

—Muy bien, aceptó.

¿Ramen echó por Francois? Eso era algo a lo que Senku no podría resistirse.

.

La reunión en la playa era una simple excusa para que Senku no sospechara de la fiesta que celebrarían al día siguiente, por supuesto. Los trabajadores aprovecharían la ausencia del líder para preparar todo sin levantar sospechas. La fiesta debía ser una sorpresa total, para impedirle a Senku poner excusas para no celebrarla o bien no asistir.

Había bastante sol ese día, como si Dios se confabulara con sus planes malvados para distraer a Senku. La idea hizo que Gen soltará una risita mientras sorbía de una botella con su refresco favorito, sentado en un taburete mientras veía a todos divertirse en la playa.

Senku estaba sentado en una manta bajo una sombrilla, vestido como siempre y luciendo increíblemente aburrido desde que Kohaku se llevó a Tsukiku para dejarla meter sus piecitos en el agua. Lo único que parecía hacer sonreír a Senku era ver a su hija carcajearse cada vez que una ola le llegaba de sorpresa.

Kohaku estaba vestida con un traje de baño de seda hecho por Yuzuriha, de una sola pieza y rojo brillante. Al principio varios hombres la miraron descaradamente, hasta que Senku empezó a hacer girar un matraz sellado con la etiqueta de "ácido sulfúrico" entre sus dedos, entonces todos encontraron algo mejor que hacer, y que de paso no pusiera en riesgo sus vidas.

Taiju y Yuzuriha normalmente estaban muy ocupados trabajando, pero ese día se hicieron tiempo para ir a la playa a divertirse, comportándose como un par de niños enamorados jugando a salpicarse agua. En una de esas Taiju envió toda una ola sobre la pobre Yuzuriha, acabando llorando en la arena hasta que ella lo consoló asegurándole que todo estaba bien y volvieron a sus jueguitos.

Chrome y Ruri, la otra pareja de casados, estaban muy pegados sobre otra manta en la arena. Desde que Ryusui y Gen se metieron entre ellos y Chrome de repente le soltó una proposición de matrimonio, acabando los dos casándose a los pocos días, estaban muy pegados. Chrome parecía por fin haber madurado (aunque sea una pizca) y le estaba enseñando a Ruri una caracola que encontró durante el paseo que dieron antes, comentándole los experimentos para los que podría usarla luego, finalmente prestándole toda la atención que ella merecía y tanto había esperado de él desde hace tiempo.

Tsukasa también estaba allí, vigilando a Mirai mientras jugaba en el mar con Suika y otros niños. Minami estaba cerca de él, posando con un llamativo traje de baño que llamaba la atención de todos los solteros menos del que ella quería. Al menos Tsukasa no ignoraba sus intentos de hacer conversación, y asentía cortésmente a todo lo que ella le decía.

Ukyo estaba sentado sobre la rama de un árbol, con ropa más ligera que de costumbre, apoyado sobre el tronco mientras cerraba los ojos, disfrutando de la brisa y el sonido del mar, como si se sintiera en casa.

Sorprendentemente, Hyoga, Homura y Mozu también estaban allí, quizás porque Tsukasa no quería perderlos de vista. Hyoga y Homura estaban sentados en una manta, arrodillados y en silencio, mirando fijamente al mar. Mozu era una historia diferente, él nunca antes había visto chicas en traje de baño como los que tenían las féminas del reino científico, y fue el único idiota que no le hizo caso al matraz de Senku con la etiqueta de "ácido sulfúrico", probablemente porque no sabía leer.

—Así que esta es tu hija —dijo Mozu, parado frente a Kohaku que estaba arrodillada en la parte más baja del mar, dejando que su bebé tuviera sus pies en la arena y los mojara cada vez que la marea subía—. Se parece a su padre flacucho, pero es tan bella como tú. —Sonrió coquetamente.

—Y ella puede patearte tan bien como yo. —Se puso en pie y colocó a Tsukiku frente al rostro de Mozu. La bebé, con cara de que ya había agregado a Mozu a su corta lista de personas que no le agradaban, de inmediato alzó su piecito y lo encajó directo en el ojo del guerrero.

Después de un largo rato siseando por el dolor en su ojo mientras Kohaku y Tsukiku reían, Mozu decidió ir a molestar a otra chica.

Senku sonrió con todos los dientes, sintiéndose el padre más orgullo de todos los tiempos.

Al ver a Mozu ir directito hacia Minami, Gen alzó una ceja con interés.

Estaba sentado frente a la mesa improvisada que pusieron para Francois, demasiado lejos para escuchar lo que Mozu le decía a la reportera, pero no pasó ni un minuto cuando la hizo enojar e incomodarse. Cuando empezó a gritarle y Mozu siguió insistiendo, finalmente Tsukasa empezó a prestarle atención y se metió entre ellos, y Mozu fue lo suficientemente inteligente para no decir nada e ir directo a sentarse con Hyoga y Homura, con cara de amargado, pero todavía mirando a las chicas.

Gen rio para sí mismo, preguntándose si podría aliarse con Ryusui una vez más para juntar al guerrero más fuerte con la reportera más talentosa. Eso sin duda sería un reto más grande que lo de Chrome y Ruri. ¿Sería un reto más difícil que Senku y Kohaku también? Demonios, ahora de verdad quería intentarlo solo para responder a eso.

No solía actuar de cupido tan seguido, en la era moderna a todas las personas que lo rodeaban solo les interesaba el sexo sin compromiso, y él no era diferente. Sin embargo, después de descubrir su don para el romance y las parejas tan compatibles que parecían almas gemelas de verdad, Gen estaba muy tentado a seguir metiendo su nariz donde no lo llamaban. Además, ¡era muy divertido! Más cuando se aliaba con el capitán avaricioso.

Bueno, Tsukasa y Minami irían al viaje al otro lado del mundo también, ya habría tiempo en el barco y en el otro continente para esas cosas.

Al cabo de una hora Kohaku quiso nadar y dejó a Tsukiku con Senku, que felizmente la subió a su regazo y empezó a hablar sin parar, probablemente de alguna teoría científica que haría dormir a cualquiera menos a esa bebé.

Cuando Kohaku se alejó muchísimo de la costa, nadando más profundo que cualquiera, cierta persona llamó la atención de Gen.

El mentalista volteó hacia la manta donde la Dra. Atsumi estaba sentada junto a su hijo y sus colegas, conversando de cosas médicas que él no entendía para nada. El dentista estaba muy a gusto hablando con la pediatra, la farmacéutica parecía muy a gusto charlando con el hijo de la doctora, y luego estaba la ingeniera biomédica barra psiquiatra barra psicóloga. Ella había estado hablando con Yo-kun, que se acercó a los profesionales para presumir ser un policía estrella y acabó siendo interrogado por la tal Maiko-sensei, que le hizo todo tipo de preguntas sobre el reino científico.

Gen se había sentado en la mesa cerca de los doctores a propósito, para poder estar pendiente de la psicóloga Nagashima Maiko, tal como había estado pendiente los últimos días. La estuvo vigilando, dándose cuenta de que ella estaba reuniendo toda la información posible del reino científico y los líderes de este. Estaba especialmente interesada en preguntar por los cinco generales desde que se enteró que existía tal estatus, pero sobre todo estaba interesada en preguntar por Senku.

Cuando vio a Kohaku alejarse para nadar, Maiko-sensei dejó a Yo-kun hablando solo y se paró para caminar hasta el joven padre.

Gen esperó a que ella se alejara lo suficiente y también se puso en pie disimuladamente, caminando hasta sentarse en la manta de Kinro, Ginro y Matsukaze. Ginro estaba lloriqueando desde que Kinro lo arrastró lejos de las chicas y le dejó varios moretones y chichones en la cabeza. Matsukaze estaba indeciso sobre si consolarlo o no, y Kinro estaba en silencio. Gen les ofreció refresco a todos, siendo esa su excusa para sentarse con ellos, que estaban cerca de la manta de Senku.

Fue así como pudo escuchar a Maiko-sensei hablar con él.

—Así que tú eres el famoso líder científico. —Se sentó frente a él sin esperar invitación—. No he tenido oportunidad para hablar cómodamente contigo. Soy Nagashima Maiko, graduada en psiquiatría, psicología e ingeniería biomédica, aunque ya lo sabes, claro, pero yo no sé mucho sobre ti. ¿En qué estás especializado?

—No llegué a la universidad, el mundo se petrificó cuando tenía quince años —admitió Senku con desinterés, más preocupado en evitar que su hija comiera arena.

—¿Quince años? —Maiko-sensei fingió estar sorprendida, aunque ya había interrogado a Taiju y Yuzuriha—. Increíble, ¿lograste todo esto solo con un título de secundaria? Es muy admirable. Imaginó que debió ser difícil despertar siendo prácticamente un niño con todos tus conocimientos en este mundo.

—Me las arreglé —contestó escuetamente, quitándole otro puñado de arena a su hija y sentándola sobre su regazo—. Suficiente, mini-leona. Primero quieres comer pájaros vivos ¿y ahora esto? Debes ponerle un límite a ese apetito tuyo.

Maiko-sensei sonrió, con una vena visiblemente hinchada en su sien.

—Escuché que se van a ir a América en unos días. ¿Quién quedará a cargo durante tu ausencia?

—¿Ah? —Senku la miró con aburrimiento—. No es como que yo me la pasé imponiendo el orden. Los aldeanos tienen a Kokuyo, y la gente de la era moderna solo busca ganarse su sueldo. Esas cosas no me interesan ni un mili… Eh, mini-leona, ¿es que no puedo quitarte la vista de encima ni un segundo? —Senku miró incrédulo a Tsukiku, que de alguna forma había conseguido una ramita y le había arrancado la única hoja que tenía para intentar comerla también, pero Senku se la quitó a tiempo.

La vena en la frente de la psicóloga se hizo más grande, sumada a otra en su cuello.

—Parece que tiene hambre —murmuró secamente.

—Nah, ya comió, solo le gusta masticar todo lo que encuentra, pero no quiero darle algo que pueda tragarse por accidente o que pueda lastimarla o darle una infección. —Arrojó la rama despectivamente—. ¿Necesitas algo o qué? —Volvió a sentar a Tsukiku en su regazo, esta vez mirando al frente.

—No realmente. —Ella sonrió de forma falsa, aunque Gen debía admitir que no era muy notorio. Ella era una buena mentirosa—. Simplemente me interesa conocer más del líder del nuevo mundo. Aunque debo decir que… me sorprende que seas padre tan joven. —Señaló con una mano a Tsukiku, que la estaba mirando con tanto desagrado como cuando le pusieron a Mozu en frente.

Sin duda la pequeña había agregado a Maiko-sensei a su corta lista de personas que no le agradaban.

—Falta de anticonceptivos —reconoció Senku sin ningún tipo de vergüenza, volviendo a rascar su oído.

—Oh. —Maiko-sensei por un momento no supo qué más decir—. Bueno, ¿y cuánto tiempo crees que se tarde tu viaje? —Volvió al tema que le interesaba.

Justo en ese momento, Kohaku salió del agua y se acercó a la manta, mirando con curiosidad a la mujer intrusa.

Maiko-sensei, al ver su plan arruinado, se excusó diciendo querer una bebida y se marchó.

Gen entrecerró los ojos, ya comenzando a deducir qué tipo de mujer era la tal Nagashima Maiko.

¿Sedienta de poder? ¿Egocéntrica? ¿Rompe hogares? La respuesta correcta era: todas las anteriores.

.

Senku agradeció infinitamente que Kohaku regresara del agua. No le gustaba del todo Nagashima Maiko-sensei, parecía mirar con desagrado a su Tsukiku, cosa totalmente imperdonable.

Su esposa se sentó en la manta estirando los brazos, todavía sonriendo por su agradable paseo en agua. Pronto comenzó a secarse con un trozo de tela, ansiosa por poder sostener a su hija.

Al sentir que varias personas estaban volviendo a posar sus ojos en su mujer empapada, con su cabello pegado al rostro y su ropa pegada a su cuerpo, Senku volvió a sacar su matraz con ácido sulfúrico, cosa que funcionó de maravilla para que todos voltearan a otro lado.

Je, en realidad era solo agua de mar, los pobres idiotas no lo vieron llenar el matraz en la orilla de tan concentrados que estaban viendo a su esposa.

Dejó el matraz a un costado cuando vio que Tsukiku había vuelto a sus intentos de comer arena. Su apetito voraz de leona ya estaba comenzando a preocuparlo.

—Alto ahí, mocosa glotona. —La tomó en brazos y se sentó cruzando las piernas, colocándola sentadita en medio de sus piernas, bloqueando así su acceso a la arena. Eso la hizo hacer pucheros—. Oh, vamos, estoy diez billones por ciento seguro de que puedes sobrevivir sin consumir fragmentos de minerales producto de la erosión de rocas y el arrecife coralino. —Sonrió divertido al verla con su carita malhumorada.

—Aw, mi pobre bebé. —Kohaku rio dulcemente, colocando la tela sobre sus hombros y extendiéndole los brazos—. Vamos, ven con mamá.

—¿Mamá dadena eme didonideda?

—No, mamá no te dejará comer arena. —Negó con la cabeza severamente.

Tsukiku siguió haciendo pucheros y se abrazó a la tela de la ropa de su padre, apoyándose sobre su rodilla y negándose a los intentos de su madre por cargarla.

—¡¿Por qué sigue rechazando a mamá?! —Colapsó sobre la manta, sujetando su cabeza desesperadamente, sin dejar de lloriquear.

—Mamá nonono dadena —balbuceó su bebé, agitando uno de sus bracitos—. ¡Mamá digodananadegu!

—Ja, pues bien, quédate con tu padre, él tampoco te dejará comer arena. —Kohaku le sacó la lengua infantilmente, como si estuvieran teniendo una discusión comprensible en ambos sentidos.

Senku rio divertido y les tomó una foto a ambas, pensando que esa sería otra que se llevaría a América.

Kohaku siguió intentando cargar a Tsukiku, que siguió intentando comer arena, siendo frenada por sus padres todo el tiempo, hasta que finalmente pareció aburrirse y empezó a treparse a Senku como tanto le gustaba hacer últimamente, sujetándose de su ropa para intentar ponerse de pie.

—Aw, mi bebé ha crecido tanto. —Kohaku de repente perdió el mal humor y comenzó a mirarla con ojos brillantes.

Al escuchar hablar a su madre en ese tono tan azucarado que usaba cuando jugaban, Tsukiku volteó su cabecita e hizo un intento de girar su cuerpo para estar de cara a ella, aunque solo logró perder el equilibrio y casi cae en picada, pero por supuesto que Senku desde hace tiempo tenía las dos manos listas para sujetarla y la agarró inmediatamente, ayudándola a enderezarse otra vez.

Ahora Tsukiku estaba parada con ayuda de su padre y de cara a su madre, y hasta alzó los brazos para intentar mantener el equilibrio, moviendo un pie en el aire de un lado a otro.

Kohaku jadeó.

—¡¿Crees que quiera caminar?! —preguntó con emoción.

—No, no lo creo. —Senku no tuvo piedad en bajarla de la nube—. Apenas puede pararse con ayuda.

—Ja, yo creo que ella podría si realmente lo intenta. —Apretó un puño con determinación.

—No creo que la terquedad aplique en bebés. —Senku la miró con varias gotitas bajando por su sien—. Hay que dejarla ir a su propio ritmo.

—Cierto, pero Atsumi-sensei dijo que también es bueno alentarla a gatear y pararse si la vemos querer hacerlo. —Kohaku tomó las manos de su bebita con las suyas—. ¿Crees que pueda caminar si la sostengo así?

—No, ni siquiera sabe qué hacer con sus pies. —Señaló con la cabeza a su bebita zapateando con el pie izquierdo, mirándolo como si fuera lo más interesante del mundo.

—¡Ja, deberías ser más positivo! Quizás si me alejó un poco y la llamó… —Soltó sus manos y aplaudió para llamar su atención—. ¡Ven, bebé, ven con mamá! —Puso su tono más dulce y juguetón para tentarla.

Su pequeña sonrió y le extendió los brazos, aunque sin mover los pies. Senku decidió que intentar no los mataría y aflojó un poco su agarre sobre ella, dejándola apoyar completamente su peso en sus dos pies, cosa que la hizo volver a bajar la mirada, dándose cuenta de que ahora zapatear no era tan sencillo.

Kohaku siguió llamándola, pero Tsukiku no la miró, más concentrada en intentar levantar un pie… y claro que pronto la pierna que estaba sosteniendo todo su peso flaqueó y casi se cae de cara al suelo, pero Senku, riendo, la cargó otra vez y la apoyó sobre su hombro.

—¡WAAAAA! —Tsukiku no se quedó nada contenta con su fracaso y empezó a patalear, llorando a gritos.

—¿Y qué esperabas, mocosa ambiciosa? —Senku siguió riendo mientras palmeaba suavemente su espalda y su cabecita—. Sostener el peso sobre tus dos piernas ya te cuesta, ¿creías que con una iba a ser más fácil o qué?

—¡Dadatedadate, papá! —Siguió pataleando y chillando.

—Dice que te calles. —Kohaku también rio, acercándose para acariciar su cabecita y consolarla.

Finalmente, Tsukiku aceptó ir con Kohaku para alimentarse y dormirse en sus brazos luego de saciar su hambre, quedándose dormida durante el atardecer y durante la cena (el ramen hizo que ese molesto día de playa valiera la pena para Senku), e incluso mientras iban de regreso a casa ella no se despertó.

No, Tsukiku eligió despertarse llena de energía en medio de la madrugada, justo cuando Kohaku se preparaba para volver a destrozar a Senku en una tercera ronda (él intentó resistirse, de verdad que lo intentó), haciendo que ambos tuvieran que abandonar todo, vestirse y dedicarse enteramente a su pequeña, que luego de alimentarse no tuvo ganas de volver a dormir, queriendo jugar incluso aunque eran las dos de la mañana.

Los dos acabaron más cansados que su niña, y agradecieron a todos los cielos cuando ella finalmente bostezó. La acostaron en medio de ambos y Kohaku empezó a cantarle para dormirla.

Cuando acabó su canción de cuna, que era una versión más lenta de la canción de Lillian, Tsukiku tenía sus ojos casi completamente cerrados y no dejaba de bostezar, derritiendo el corazón de su madre por lo linda que era.

—Mi bebé… —Besó suavemente su frente—. Si sabes que te amo, ¿no? Te amo, te amo —susurró dulcemente contra su cabecita, arrancándole una sonrisa soñolienta.

—Tedamotedamo, mamá —balbuceó ella, antes de bostezar y finalmente dormirse.

Senku amplió los ojos al darse cuenta de algo, antes de reír suavemente y colocar una mano junto a la cabecita de su hija, cerrando los ojos y durmiéndose al poco tiempo.

Le quedaban solo poco más de cuarenta y ocho horas para despedirse de su familia, planeaba aprovecharlas al máximo.

O eso pensaba… hasta que al día siguiente de repente se vio arrastrado a una ruidosa fiesta con absolutamente todo el reino científico presente.

Esto tenía escrito el nombre de Ryusui y Gen en todas partes.

Iba a matarlos.

.

—¡Anímate, Senku! —Kohaku abrazó a su esposo por los hombros, casi logrando que se cayera de su silla—. ¡Tampoco me gustaba la idea de una fiesta, pero se nota que se han esforzado mucho y de hecho es muy animada y divertida!

Gracias a Yoshio habían logrado crear algunos instrumentos musicales, y había una banda intentando recrear canciones de la era moderna. Para Kohaku las canciones sonaban increíblemente bien, aunque Senku decía que no estaban ni cerca de las melodías originales.

Aparte de la música, el lugar también estaba lleno de comida deliciosa, y Francois hasta se había puesto a preparar cocteles sin alcohol para todos, poniéndoles nombres raros que Kohaku no entendía. El de ella se llamó "Cenicienta Picante". ¿Qué significaba cenicienta? Senku le dijo que tenía que ver con las cenizas, pero otras personas le dijeron que era una princesa de cuentos de hadas.

—Cuando la joven Tsukiku-sama crezca lo suficiente, con gusto le preparé un coctel personificado —prometió la mayordomo luego de acabar de repartir sus cocteles a todos.

Una vez Francois estuvo desocupada, Ryusui ya no tuvo ninguna excusa para seguir cargando a Tsukiku y se la dio entre lágrimas, lloriqueando peor cuando la pequeña abandonó su gesto serio para sonreír enormemente al estar en brazos de la chef.

—¡¿Por qué mi princesa me desprecia?! ¡Seguro no le he dado suficientes regalos! ¡Le daré otros cinco millones de dragos!

—No es nece… —Senku se apresuró a poner una mano sobre la boca de Kohaku, haciéndole un gesto para que guardara silencio.

—Tomaré cada drago que esté dispuesto a soltar, mientras más gasolina podamos comprar más rápido podrá ir el barco, y también es bueno llevar de repuesto —le susurró al oído, con cara de rata rastrera.

—Escoria. —Ella lo miró mal, pero no dijo nada más.

La fiesta avanzó sin problema, con Senku sentado en un rincón con cara de fastidio mientras todo el mundo mimaba a Tsukiku y mientras Kohaku iba de un lado a otro conversando con sus amigos, hasta que se hizo de noche y los sorprendieron atando una manta blanca a dos árboles, extendiéndola bien con varias sogas.

—¡Por favor tomen asiento! —Gen se apareció por sorpresa detrás del matrimonio Ishigami y los instó a sentarse en las sillas de su mesa asignada. Francois también se apareció de la nada y dejó a la bebé Ishigami en brazos de su madre—. ¡Atención, amigos! ¡Científicos, doctores, trabajadores, equipo de la fuerza y etcétera! —Golpeó una cuchara contra una copa, haciendo que todas las miradas fueran a él—. ¡Hoy todos ustedes presenciaran el primer espectáculo cinematográfico! —Ante eso, muchos se fueron de espaldas por la sorpresa.

—¡¿EEEEH?!

—¡¿Ya tenemos cine?!

—¡¿Cuándo reinventaron ESO?!

—¡¿Siquiera es posible?!

—¿No nos harán pagar por esto, verdad?

—¡WOW!

Todo tipo de exclamaciones se oyeron mientras las luces artificiales se apagaban.

—Emm, en realidad… —Yoshio se apareció con una mesa con ruedas con una caja de madera encima— solo es un proyector que puede hacer a las fotos más grandes, aunque fácilmente podría hacer un mecanismo para simular una animación de imágenes, pero tomaría mucho tiempo y ciertos talentos que no tengo. —Rio nerviosamente.

—¡Sigue siendo lo más similar a una película que tenemos en este mundo de piedra! —insistió Gen, ignorando las miradas molestas de varias personas.

Kohaku miró a Senku para preguntarle de qué estaban hablando, qué era eso de cine y proyector, viendo que se veía muy curioso ante la caja de madera que Yoshio tenía en esa mesa con ruedas.

—Creo que ya te han explicado qué es el cine. ¿Recuerdas qué son las películas?

—¡Oh, ya recuerdo! —Asintió con entusiasmo y su hija sentada en su regazo la imitó, moviendo la cabeza de arriba a abajo con una sonrisa igual de emocionada—. Entonces cine es ese lugar donde podías ver la película en un sitio gigante, ¿no?

—Eh, más o menos, sí. —Rio entre dientes, sacándole una foto a su hijita antes de volver a mirar a la caja de Yoshio—. Imaginé que Yoshio tramaba algo desde que me pidió los planos de mis cámaras. Imaginó que creo cámaras capaces de crear transparencias, fotografías traslucidas que se pueden proyectar con una calidad decente en un proyector. En cuanto al proyector… Je, realmente no es difícil hacerlo. De niño hice uno con una caja de zapatos, una linterna y un foco quemado.

—Ja, no entiendo nada de lo que dices. —Kohaku le perdió el hilo desde que dijo "traslucidas".

Antes de que Senku hiciera un segundo intento de explicarle, una música agradable comenzó a sonar.

Una chica de la era moderna sabía tocar el violín, y a ella se le sumaron Suika y Chrome con instrumentos más primitivos, junto con otro chico moderno con una guitarra y otro con una batería. La melodía que produjeron era muy alegre y Kohaku empezó a menear la cabeza, haciendo saltar levemente a su hija en su regazo, cosa que le encantaba, ya que empezó a soltar risitas entusiasmadas.

Senku la miró con ojos brillantes, antes de que la primera foto proyectada en la sabana a gran tamaño hiciera corear a todos con asombro.

El joven padre sintió su ceja crisparse con irritación al ver que la primera foto era de él y Kohaku cargando a su mocosa, sonriéndoles como idiotas ya que ella se había quedado dormida en medio de un paseo.

¿Es que esta proyección iba a ser toda sobre ellos?

A medida que las fotos pasaban, Senku se dio cuenta de que sus temores eran completamente fundados. Casi todas las fotos eran de uno de ellos o los dos con su niña, en momentos donde estaban desprevenidos. Paseando, comiendo en el restaurante de Francois, o incluso a través de las ventanas de su casa. Algunas fotos también eran de otras personas cargando a la bebita, cosa que no le era un consuelo en lo absoluto.

De verdad que iba a causarles una muerte muy lenta y dolorosa a los bastardos de Ryusui y Gen.

Kohaku, al notar el malhumor de Senku, rio divertida, volviendo sus ojos rápidamente a las fotografías tamaño mayúsculo.

No le molestaba que pusieran a su familia en el centro de la atención, era lindo recordar esos bellos momentos, y Tsukiku parecía entre confundida y fascinada al ver la sábana con todas las fotos de ella con sus padres y otras personas.

Para quitarle el malhumor a su esposo, Kohaku dejó a Tsukiku en su regazo, a lo que la bebé se abrazó a la ropa de su padre, quitándole la cara de irritación instantáneamente.

Eventualmente, la irritación de Senku bajó y se relajó en su silla, abrazando a su hija contra su pecho y mirando las fotos, oyendo la música relajante y alegre, tocada con un nivel decente de talento.

Sus amigos comentaban alegremente las fotos, y pronto empezaron a pasar también fotos de grupos de amigos entre toda la población del reino científico, proyectos que hicieron juntos, cenas, excursiones, cacerías y muchas otras cosas.

Su hija se acurrucó en su pecho y Francois se apareció para dejarle una mantita, con la que Senku cubrió a su bebé, acunándola en sus brazos y relajándose en su asiento.

Kohaku, al verlo tan tranquilo, acercó su asiento al suyo y posó la cabeza en su hombro.

Intercambiaron sonrisas cómplices, a lo que flash de una cámara los cegó y sus sonrisas se convirtieron en miradas asesinas para Minami y Gen, que rápidamente escondieron la cámara y salieron corriendo.

Cuando empezó a hacer más frío, Senku y Kohaku abandonaron la fiesta sin hacer caso a las quejas de sus amigos, listos para arropar a su bebé en su cama.

Llegó el día siguiente, el nueve de noviembre.

Ese día, todos dejaron en paz a la familia Ishigami, que se quedó todo el día en casa. Solo Atsumi-sensei y Francois hicieron cortas apariciones para comprobar la salud de la pequeña y dejar la comida hecha para ellos, por lo demás Senku pasó todo el día en compañía de sus leonas, por una vez siendo él el centro de la atención, hasta Tsukiku había estado más apegada a él los últimos días.

—Auch. —Y por apegada Senku se refería a que no dejaba de intentar comerle el cabello y jalar sus orejas—. ¿Así es cómo vas a despedirte de tu padre, mocosa ingrata? Otros hijos dicen "bye-bye" o una mierda de esas, tú atentas con sacarle los ojos. —Rio divertido.

Ella ladeó la cabeza, deteniendo sus garritas ansiosas por arrancarle alguna extremidad.

—¿Baba?

—Baba es lo que no dejas de derramar sobre mi ropa. —Limpió su barbilla cariñosamente con su pulgar, mientras Kohaku los observaba sonriente—. "Bye-bye" significa adiós.

—¿Babadio?

—Ajá, tú le decías "dadio", ¿no? —Rio entre dientes—. ¿Recuerdas cuando te lo enseñé? Adiós, adiós. —Agitó una mano frente a su rostro.

—¿Dadio? —Ella alzó ambas manos y las agitó de arriba a abajo.

—Casi lo tienes. —Le pellizcó la nariz—. Aunque si lo prefieres podemos intentar el bye-bye.

—Babai.

—¡Eso estuvo mucho más cerca! ¡Diez billones de puntos para ti! —La alzó triunfante frente a su rostro, riendo como un loco, y ella también se carcajeó, repitiendo "babai" una y otra vez.

Kohaku los miró con una sonrisa enternecida, viendo a Senku intentar enseñarle más palabras, hasta que Tsukiku se puso inquieta y empezó a treparse a él… aunque, esta vez hubo una ligera diferencia. En vez de querer treparse a él para comerle el cabello o abrazarse a su cuello, ella simplemente uso su ropa para sostenerse mientras se paraba en sus dos piecitos, con una mirada de concentración en su carita.

—¡Oh! —Kohaku se emocionó de inmediato—. ¡Creo que quiere caminar!

—Lo dudó mucho. —Senku rio entre dientes, rascando su oído con una mirada escéptica—. Bien que se ha estado parando mucho últimamente, pero no creo que vaya a dar sus primeros pasos pronto.

—¡Ja, podría sorprenderte! —Kohaku se acercó más a ellos, extendiendo los brazos hacia su pequeña—. ¡Hijita, ven con mamá! ¡¿No quieres venir con mamá, bebé?! ¡Ven, ven conmigo! —la llamó con su voz azucarada, haciendo a su niña voltear hacia ella con una sonrisa entusiasmada.

Senku no creía que ella fuera a caminar, pero aun así la ayudó a voltearse para estar parada dándole la cara a su madre. Sujetó sus costados cuidadosamente, pero dejando muy flojo su agarre, de modo que ella estuviera sosteniendo sola la mayor parte de su peso.

Tsukiku miró a sus pies con confusión, con las manos estiradas a su costado, sin saber qué hacer.

—¡Ven, bebé! ¡Ven con mamá! —Kohaku siguió llamándola, con los ojos brillantes e ilusionados.

Cuando le extendió más los brazos, Tsukiku levantó un piecito tentativamente… solo para que su rodilla temblase y se fuera de cabeza hacia atrás, directo al pecho de Senku.

—¡WAAAAAAAAAAAAA! —chilló desconsolada, pataleando por su fracaso.

Senku rio divertido, abrazándola cariñosamente, palmeando su espalda y susurrándole palabras tranquilizadoras, aunque por dentro también estaba un poco decepcionado.

Ya lo sabía, ella aún no estaba lista para caminar, era normal, aunque pareciera que ya estaba a punto. De todos modos, él se iría mañana. No llegaría a ver ese importante paso en su crecimiento…

Se perdería sus primeros pasos, al igual que muchas otras cosas.

¿Qué otras palabras aprendería a decir claramente? ¿Qué tanto iba a crecer su cabello? ¿Qué otras mañas iba a adoptar? ¿Cómo viviría su primer invierno? ¿Él… tampoco llegaría a tiempo para su primer cumpleaños? Probablemente no.

¿Tsukiku iba a olvidarse de él?

Sonrió tristemente mientras abrazaba a su hija que seguía chillando desconsoladamente. La verdad, él tenía ganas de llorar también.

De repente sintió una mano de Kohaku en su mejilla y alzó la mirada hasta ella, que parecía ver directamente a través de él, con sus ojos cristalizados.

Ella lo besó suavemente, antes de abrazarlo, posando una mano en la cabecita de su hija.

El día pasó más rápido de lo que les hubiera gustado, y pronto llegó la hora de dormir, pero Senku apenas y si pudo pegar ojo, acariciando la manito de su hija entre sus dedos.

Aquellas eran las últimas horas que podría estar junto a ellas. ¿Cómo podría dormir?

No podía evitar preguntarse… ¿Qué les esperaba en América? ¿Siquiera podría volver a verlas?

Las dudas lo consumieron toda la noche, hasta que Kohaku despertó con los primeros rayos de sol y notó su mirada fija.

Ambos se levantaron de la cama y ella lo abrazó de inmediato, para luego tomar su rostro entre sus manos y besarlo larga y profundamente.

Estuvieron un largo rato juntos sin decir nada, compartiendo besos y caricias, hasta que Senku miró por la ventana y frunció el ceño.

—Tengo que irme pronto —susurró, con voz ahogada—. Debo preparar algunas cosas.

Ella asintió, sintiendo lágrimas acumularse en sus ojos.

—Debería despertar a Tsukiku ahora —murmuró ella, frotando sus ojos—. Aunque… no sé cómo vamos a hacer esto. —Sonrió tristemente—. ¿Será una foto de despedida y te irás? Yo… no quisiera que ella lloré como la última vez. —Las lágrimas se le escaparon de solo recordar lo horrible que fue despedirse.

—Yo tampoco. —Él suspiró temblorosamente—. Por eso… creo que sería mejor no despertarla.

—¿Qué? Pero… Senku. —Lo miró con los ojos muy abiertos.

—Déjala dormir. —Posó sus dos manos sobre sus hombros—. No creo que llevarla al muelle sea buena idea… yo… —Tomó aire—. No creo poder irme si ella… —No fue capaz de acabar la oración.

Kohaku ablandó su mirada y volvió a tomar los lados de su rostro, con ojos comprensivos.

—Te entiendo —aseguró, dándole otro corto beso—. Pero te pido que lo reconsideres. Si no te despides de ella podrías arrepentirte después.

Senku no dijo nada, simplemente le dio otro beso, antes de salir de la habitación para preparar todo lo que le faltaba llevar al barco, que era muy poco, ya que preparó las cosas de antemano.

Kohaku se sentó en la cama, mirando a su hijita dormir plácidamente.

En poco tiempo, solo quedarían ellas dos en esa casa.

A Senku le tomó media hora empacar todo lo que tenía que llevarse, y volvió a entrar al cuarto ya listo para despedirse de Kohaku.

Cuando lo vio con una bolsa colgada al hombro, las lágrimas de inmediato escaparon de los ojos de la mujer, que tuvo que cubrir su boca con ambas manos para reprimir un sollozo.

Senku no era bueno con las palabras, ella tampoco, así que los dos simplemente se besaron como si se les fuera la vida en ello.

—Cuídate. —Eso fue todo lo que ella pudo decir.

Senku asintió y se acercó a la cama, sentándose al lado de su hija que aún dormía tranquilamente.

Sus ojos comenzaron a arder de inmediato y él la tomó en brazos cuidadosamente, intentando no despertarla. La acunó en sus brazos y suspiró de forma entrecortada, antes de acariciar su rostro con suavidad y bajar la cabeza para besar su frente.

"Lo siento por ser un padre tan lamentable para ti", pensó para sus adentros, sonriendo con tristeza mientras pequeñas gotitas cristalinas caían en el cabello de su bebé.

Justo cuando Senku estaba listo para volver a dejarla en la cama e irse, ella de pronto abrió los ojos.

—¿Papá? —habló con su vocecita soñolienta.

Él se congeló, sintiendo pánico por un momento.

—Buenos días, mini-leona… —Sonrió, frotando sus ojos rápidamente.

Ella no se lo iba a dejar tan fácil, ¿eh?

—Papapapapapapa —balbuceo ansiosamente, estirando sus brazos de seguro para intentar agarrar los mechones de su cabello.

Él rio suavemente y bajo la cabeza, a lo que ella de inmediato agarró su cabello, pero no para babearlo, sino para bajar más su cabeza y posar sus manitos en su rostro, sorprendiéndolo.

La miró atónito, y ella le regaló una enorme y brillante sonrisa que iluminó todo a su alrededor, llenándole de calidez el corazón y aliviando toda su tristeza.

—¡Papá tedamotedamo! —exclamó con alegría, y él no pudo hacer más que sonreír genuinamente, pegando su frente a la suya.

—También yo, princesa. También yo.

Sin importarle llegar tarde a la hora acordada para que el barco zarpara, Senku se quedó jugando una última vez con su hija, y Kohaku se les unió apenas pudo contener sus ganas de llorar.

Estuvieron toda una hora juntos, antes de que les golpearan la puerta.

Kohaku fue a abrir, dejando a Senku abrazar un poco más a Tsukiku.

Suika y Chrome estaban frente a su puerta, con sonrisas tristes en sus rostros.

Kohaku no perdió tiempo y se inclinó para darle un gran abrazo a la niña, sabiendo que no podría ir a despedirla al puerto como había planeado originalmente, ya que quería respetar la decisión de Senku y dejar que su despedida fuera en casa.

—Suika, eres muy valiente, sé que podrás ayudar mucho al otro lado del mundo. —Frotó su cabeza con cariño—. Todos confiamos en ti. Tsukiku y yo te extrañaremos, y te estaremos esperando. —Volvió a abrazarla—. Cuídate mucho.

—¡Sí, voy a ser útil! —Sonrió enormemente.

Cuando Kohaku se puso en pie, su mirada se encontró con la de Chrome.

—Asegúrate de cuidar a Ruri cuando no esté —le dijo él, sonriendo—. Se ha estado sintiendo mal últimamente, hasta está comiendo más por lo ansiosa que está, no queríamos separarnos tan pronto. —Suspiró, frotando su nuca—. Ella ya cuido de Tsukiku, así que se lo debes. —La señaló acusadoramente.

—Ja, por supuesto que voy a cuidar de mi hermana, me lo hubieras pedido o no. —Lo miró con una sonrisa resignada—. Tú asegúrate de ayudar a Senku y estaremos a mano. —Le tendió un puño y él lo chocó de inmediato, con camaradería.

Finalmente, Kohaku volvió al piso de arriba, viendo que Senku había logrado dormir a Tsukiku y la estaba arropando de nuevo, por última vez en mucho tiempo.

Se enderezó luego de acostarla e intercambiaron sonrisas. Él tomó sus bolsas y se acercó a ella, que una vez más lo besó, esta vez con fuerza y pasión, como si intentara grabar sus labios sobre los suyos.

Cuando se separaron, él le sonrió.

—Esto no es un adiós —aseguró, con firmeza—. Voy a volver, así me tomé años o toda mi vida.

Ella sonrió, con sus ojos llenos de confianza, con fe ciega en todo lo que él le decía.

—Lo sé. Te estaremos esperando.

No dijeron nada más y Senku, con una última mirada a Tsukiku durmiendo plácidamente, salió de la habitación y de la casa, yéndose en dirección al barco en compañía de Chrome y Suika.

Ryusui, Gen, Ukyo y muchos otros compañeros los recibieron en el barco, listos para partir hacia su nueva aventura.

El Perseo abandonó la costa y se lanzó a gran velocidad hacia mar abierto, dejando cada vez más atrás los sonidos de despedida de todos los que se quedaban en tierra firme.

Senku sonrió mientras veía desaparecer la delgada línea de relieve en la que se convirtió Japón al alejarse tanto del lugar. Estaba dejando mucho atrás, pero se juró que, pasara lo que pasara, iba a volver.

Además, ir al otro lado de la Tierra en ese primitivo mundo de piedra sin dudas sería interesante. ¿Quién sabe qué clase de cosas iba a descubrir?

¡Esto sí que era emocionante!

Continuará...

O quizás fin xD

Holaaaa :D

Este era el final que tenía planeado antes de decidir alargarlo, aunq pensé en hacer toda la saga de América y más, pero podría dejarlo aquí, lo pensaré xP

Nunca pensé que este fic seguiría incluso después de que el manga terminara :') Eso me pasa por tanto hiatus :'P

Si hago la saga de América, cambiaré algunas cosas, claro, ahora que tenemos el final del manga siento q tengo más libertad para torcer la trama XD

Ojala q este cap les haya gustado, aunque dolió escribir la segunda despedida, sabiendo todo lo que se viene luego ToT

Quizás este sea el final del fic, si decido no continuarlo, así que de todo corazón les agradezco el haberlo seguido, el haber tenido paciencia en mis épocas de hiatus, perdonar mis errores y mi OOC, y sobre todo muchas gracias a los que se tomaron la molestia de dejarme un comentario :'D

De verdad, de todo corazón les agradezco, los adoró y quiero muchísimo :'3 Gracias por leer este fanfic y gracias por amar al SenHaku!

Pase lo que pase, larga vida al SenHaku!

Muchas gracias por todo.

No olviden que se les ama!

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!