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Capítulo 4
Nueva Estudiante
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Kasumi no dejaba de mirar la playera que Satoru le había entregado, estaba sola en su habitación y ya no era necesario contenerse, por lo que no dejaba de sonreír y mirar ensoñadora la prenda. La acercó a su nariz y cerró sus ojos mientras la olfateaba, no sabía si la había usado alguna vez, pero no olía a detergente, era otra esencia que no supo identificar, quiso pensar que era su aroma particular. Se quedó pensando mientras abrazaba la remera, sin borrar la sonrisa de su rostro, sus mejillas se sonrojaron pensando que usaría la misma ropa que él alguna vez llevó puesta y que encima le había obsequiado. Aunque él le había dicho que ya no la usaba, no entendió porque pues la prenda parecía casi nueva.
―No debería haberla aceptado ―murmuró mirando la tela de color blanco hielo. Pero le fue imposible rechazar un regalo de él. Uno más para su colección, pensó, claro que el amuleto protector de alguna tribu quedó en su habitación en Kioto, en el 2018.
Su entusiasmo por tener otro obsequio de Gojou Satoru se desvaneció lentamente, estaba viviendo en una época que no le correspondía. Soltó un profundo suspiro, intentó animarse, no sacaba nada con seguir triste o preocuparse, debía concentrarse en descansar, para así tener energías para el día siguiente y comenzar su investigación para volver a su época. Frunció sus cejas, no tenía ni idea por dónde empezar, pero ya se le ocurriría, estaba segura que podía resolver aquel embrollo. Tenía que hacerlo, debía reparar su error y volver con los suyos.
Volvió a mirar la remera, relamió sus labios y se quitó la toalla, pero antes de ponérsela notó la etiqueta, "Versace" leyó y sus ojos se abrieron de par en par.
― ¡¿Versace?! ¡esto es carísimo! ―exclamó escandalizada. Pensó por unos segundos, quizá se había equivocado. Tragó saliva meditando sus opciones, no sabía si ir a preguntarle, era tarde y sería mal visto que fuera a su habitación a esas horas, además no sabía dónde quedaba. ―Mejor se la devuelvo mañana…
Pero la usaría esa noche, solo esa noche. Después de ponerse la ropa interior que Shoko le compró, se vistió solo con la remera a pesar de la noche fresquilla de otoño, soltó un suspiro lleno de alivio al sentir la tela suave rozar su piel, sus mejillas se sonrojaron nuevamente al pensar que Gojou Satoru usó esa misma prenda, seguramente a él le quedaba perfecta, a ella en cambio no, era al menos tres tallas más grande, las mangas le llegaban hasta la mitad de su antebrazo, el largo le cubría hasta arriba de sus rodillas, parecía que usaba un vestido ancho, pero no le importaba, si era un regalo de Gojou-sensei lo usaría encantada. Al apagar la luz, se quedó un buen rato mirando el techo, había dormido bastante por la tarde y las emociones del día no dejaban su cuerpo. Tomó su móvil y vio la hora, pero la olvidó al ver la foto de sus hermanos en el fondo de pantalla, sonrió al recordar el momento en que se las tomó, ambos salían sorprendidos por el flash, parecían unos niños ingenuos que no saben de los peligros que hay en el exterior. Tragó saliva, le gustaría pensar que era así, pero hace mucho tiempo que sus hermanos dejaron de ser esos niños encantadores, ahora eran muchachos buenos, pero realistas con lo que les había tocado vivir. Entendían que ella estudiaba en la escuela de magia Metropolitana de Kioto porque recibía un buen sueldo, que exponía su vida para proteger a personas como ellos que no podían ver maldiciones, pero lo hacía para apoyarlos, porque no tenían mejores opciones.
Se preguntó si ellos ya sabían de su desaparición ¿habrían cerrado su expediente como "desaparecida en misión" o "fallecida"? tragó nuevamente. Cerró sus ojos, respiró profundamente, sintiendo sus propios latidos, siendo consciente de cada sentido y comprendió que, dentro de sus opciones, la había sacado barata y debía estar agradecida por ello, porque estaba viva. Sí, no estaba con sus hermanos, pero podía encontrar la solución, podía buscar alternativas, pero al final volvería con ellos, estaba segura. Cerró sus ojos, se obligó a apagar su mente y después de unos minutos, consiguió dormirse.
(…)
Cuando se despertó esa mañana, tardó unos segundos en comprender dónde estaba. Todos los momentos del día anterior golpearon su cabeza, cerró sus ojos por unos segundos, repitiéndose mentalmente que a pesar de todo el lío en que se había metido, estaba viva y debía buscar la solución a su problema, animándose a no rendirse e intentar ser la misma Kasumi de siempre. Debía concentrarse en lo positivo, aparte del hecho de que al menos estaba sana y salva, no podía negar que el conocer a los chamanes de grado especial de jóvenes era lejos la mejor experiencia que podía rescatar.
Luego de bañarse, se quedó sentada en la cama pensando qué ponerse. Shoko le había comprado ropa interior y un buzo deportivo, no tenía más alternativas. Se encogió de hombros y tomó el conjunto, antes de sacudir el pantalón, tres golpecitos suaves en la puerta la distrajeron. Caminó hasta la puerta, pero no abrió, se afirmó la toalla en el pecho y levantó la voz lo suficiente para que la oyeran del otro lado.
― ¿Sí? ―frunció el ceño esperando por una respuesta.
― ¿Kasumi-chan? Soy Shoko ―alzó ambas cejas y se apresuró en girar el pomo para dejarla entrar. La joven hechicera le sonrió apenas la vio, levantó la mano para enseñarle una bolsa café.
―Buenos días ―saludó Kasumi y miró la bolsa― ¿qué es?
―Tu uniforme ―dijo. La joven de Kioto alzó ambas cejas y recibió la bolsa mirando el interior―te esperamos en la sala. Escucharás las discusiones de Satoru y Suguru, no te perderás.
―Gracias Ieiri-san―Kasumi la reverenció antes de que se fuera, afirmando la bolsa contra su pecho para evitar que su toalla se resbalara.
―Llámame Shoko ―pidió la joven y se despidió levantando la mano en un gesto despreocupado.
Kasumi sonrió agradecida viendo a la estudiante alejarse. Cerró la puerta y miró nuevamente el interior de la bolsa, frunció el ceño y metió la mano para sacar el juego de dos prendas.
―Una falda ―susurró al ver la prenda de color azul oscuro con tablas―diablos.
(…)
Shoko bostezó sin cubrirse la boca al entrar a la sala, apenas movió su mano para saludar a sus compañeros, la pereza no se le quitaba a ninguna hora, no podía culpar a la mañana. Miró aburrida a sus compañeros, que, a diferencia de ella, estaban a toda hora llenos de energía. Frunció el ceño cuando notó a Satoru mirándose en un pequeño espejo, y a Suguru peinándose el cabello con disimulo. Soltó una carcajada y los apuntó sin dejar de reírse, a pesar de que no decía nada, ambos supieron que se burlaba de ellos.
― ¡¿De qué te ríes?! ―dijo Satoru frunciéndole el ceño. Shoko siguió riéndose hasta llegar a su pupitre que estaba al lado del de Suguru.
―Parecen desesperados, como si nunca hubieran interactuado con una chica ―dijo al sentarse, apoyó su barbilla en su mano y continuó sin dejar de mirarlos con burla―no creo que Kasumi-chan esté pendiente de chicos.
―Nadie está desesperado ―dijo Suguru con calma mientras se cruzaba de brazos―pero ¿por qué piensas eso?
― ¡Es obvio! ―soltó dejando de reír―debe estar preocupada por volver a su época, no va a estar pendiente de un par de idiotas como ustedes.
―Lo estará si se trata de mi ―murmuró Satoru sin molestarse en el tono de burla de su compañera, convencido de sus propias palabras.
―Chicos ―dijo Shoko, anormalmente seria. Ambos esperaron atentos a sus palabras, casi ansiosos se inclinaron en sus mesas para poder verla―no la molesten. Lo que sea que están haciendo, no sigan. No es una chica que se encuentran en el centro comercial, será nuestra compañera.
Suguru agachó la mirada por unos segundos y luego volteó a ver a Satoru, que, a diferencia de él, parecía que las palabras de Shoko no habían surtido efecto y, por el contrario, parecía aburrido por escucharla.
―Bien, me retiro ―dijo sonriendo mientras cerraba sus ojos, soltó un profundo suspiro y miró a Satoru―esta chica no cuenta.
― ¡Lo sabía! ―exclamó Shoko mirándolos con disgusto― ¡iban a seguir con su jueguito de "quién conquista más chicas"! son de lo peor… por eso no consiguen novias, no entienden a las mujeres.
― ¿Y tú qué sabes? Soy bastante reservado, podría tener un par de novias y ni te habrías enterado ―Suguru y Shoko se miraron al mismo tiempo y estallaron en risa, Satoru frunció el ceño al verlos burlarse y molesto, exclamó ― ¡Cállense ya!
― ¿Satoru Gojou reservado? ―repitió Suguru―que buen chiste ―rio un poco más y negó sin mirarlo―pero creo que Shoko tiene razón. Kasumi-chan será nuestra compañera por un tiempo, es como si contáramos a Shoko por tener su número.
Satoru no respondió, bufó haciendo una mueca de disgusto y soltó un suspiro. Le había costado convencer a su compañero de ese juego que había empezado hace un par de meses, luego de que en una tarde en el patio de comidas del centro comercial se le acercaran dos chicas a Suguru para pedirle su número telefónico. Como no podía ser menos que él, se quitó las gafas y en unos minutos consiguió tres números. Siempre competían en tonterías, pero Suguru no se entusiasmó por aquella competencia infantil de conseguir más números, después de insistirle terminó aceptando. Esa mañana por primera vez en varias semanas, llegó temprano a clases, su amigo entendió rápido la razón al verlo arreglarse el cabello y sin decir una palabra, se sentó en su pupitre y se peinó con más tiempo, dando por hecho que el juego seguía en pie.
No quería discutirles a ambos, pero no consideraba a la chica de Kioto como una compañera, la habían conocido recién hace un día y no sabían cuánto tiempo se quedaría. Suspiró, no tenía sentido conseguir su número si Suguru no iba a participar, guardó el espejo en el cajón de su pupitre y sacó su móvil, iba a abrir un juego cuando escuchó pasos suaves ingresar al salón, levantó la vista por encima de sus lentes oscuros justo para ver a la nueva compañera.
Kasumi entró algo tímida, sonrió nerviosa a los presentes y miró hacia el escritorio al ver que aún no llegaba ningún maestro.
―Siéntate junto a mí, Kasumi-chan ―dijo Shoko apuntándole al pupitre que habían instalado junto al de ella, más cerca de la ventana.
―Buenos días ―saludó a Suguru y Satoru, se detuvo en el primer pupitre, y miró por unos segundos a Satoru―hoy lavaré su playera, para regresársela. ―Dijo sonriéndole mientras le miraba agradecida.
―Ya te lo dije ―respondió encogiéndose de hombros―no la uso, quédatela. ―Kasumi alzó ambas cejas y sonrió, pero rápidamente volvió en sí e intentó persuadirse a sí misma de que recibir aquello estaba mal, por mucho que quisiera conservarla por ser de Gojou Satoru.
―No puedo ―dijo afligida―es demasiado costosa ―Satoru volvió a encogerse de hombros y sin mirarla murmuró.
―Da igual, no la uso ―Kasumi parpadeó confundida, miró a Suguru buscando alguna explicación o ayuda, pero el joven simplemente le sonrió restándole importancia al asunto. Kasumi asintió a Satoru y le reverenció por unos segundos y caminó hasta su puesto junto a Shoko.
―Esa playera la compraste hace un par de semanas ―le acusó Suguru en un susurro―no sabía que eras tan amable, Gojou-sensei ―dijo con burla.
―Cállate ―blanqueó los ojos y volvió su atención a su móvil. Suguru rio con disimulo y volteó hacia Kasumi, estiró un poco el cuello para hablarle.
―Te queda bien el uniforme de Tokio ―la joven no alcanzó a sentarse cuando le oyó, se miró a sí misma la falda por unos segundos, levantó la mirada apenada y murmuró tímida mientras se reía nerviosa.
― ¿Sí? Gracias ―dijo y se acomodó el pelo detrás de la oreja, que a los segundos después el mechón volvió a su sitio―no estoy acostumbrada a usar falda ¿será posible que me den pantalones?
―Lo dudo ―respondió Shoko―los únicos pantalones que hay son de hombres y bastantes grandes ―dijo pensativa―pero luces bien ¿Por qué te incomoda la falda?
― ¿Es por tu espada? ―preguntó Suguru. Satoru fingía no escuchar la plática, pero estaba atento, después de todo, no todos los días tenían un compañero nuevo y que encima era de otra época.
―Sí ―murmuró Kasumi mientras se sentaba―desde que dejé la secundaria de mi colegio que no uso falda. Ingresé a la escuela de Kioto ya sabiendo usar un poco la espada… opté por los pantalones para que fuera más cómodo para las misiones.
― ¿Qué ritual usas? ―preguntó Shoko―si quieres contarnos, claro.
―No tengo un ritual propio ―murmuró mirando la mesa de su escritorio―uso el Nuevo estilo de sombras ―el silencio se prolongó por unos segundos, no fueron muchos, pero para la inseguridad de Kasumi se sintió eterno, levantó la vista algo temerosa, pensando que vería expresiones de burla o lástima por su debilidad. Pero Shoko y Suguru la miraban atentos, no parecían aburridos o pensar mal de ella. ―Aun soy muy inútil… ―soltó una sonrisa nerviosa y desvió la mirada, sintiendo sus mejillas sonrojarse.
―Ah, el Nuevo estilo de sombras ―murmuró Satoru―la técnica de los débiles. ―A Kasumi se le escapó un jadeo breve, pero que se oyó con claridad. No pudo evitarlo, él entre todas las personas decía en voz alta lo que ya sabía, y aun sabiéndolo, dolía escucharlo. Se quedó congelada en su sitio, sin mirar a nadie, pensando en su propia debilidad, imaginando un y mil escenarios en los que salía adelante, dejaba de ser inútil y se sentía mejor consigo misma, pero volvía a la realidad rápido. Soltó un profundo suspiro y volteó hacia el resto de sus compañeros de aula, sonrió sin ganas y asintió, dándole la razón al chamán que admiraba.
―Satoru ―le reprendió Suguru―no debes burlarte de los débiles, ya te lo he dicho ―dijo frunciendo el ceño. A Kasumi se le volvió escapar un jadeo al oírlo, y a esas alturas ya su rostro estaba sonrojado y estaba conteniendo las lágrimas de vergüenza.
― ¡Tú la acabas de tratar de débil! Yo solo me referí a su técnica ―se defendió―de todas formas, si está aquí es porque perdió con una maldición, por lo tanto, es débil.
― ¡Dejen de hablar de Kasumi-chan como si no estuviera presente! Par de desconsiderados ―resopló Shoko, volteó hacia la joven que parecía tener una nube negra sobre su cabeza, su tímido y alegre rostro de hace unos minutos había cambiado por un semblante sombrío―no les hagas caso.
―Es verdad ―dijo sin mirar a Shoko, observando hacia el frente, ignorante de los tres pares de ojos que estaban atentos a ella―soy inútil. No tengo un ritual de nacimiento, y dentro del Nuevo estilo de sombras sigo siendo muy débil.
―No digas eso ―habló Suguru―no eres inútil. Estás viva ¿qué otra prueba necesitas? Sí, perdiste con esa maldición, pero sobreviviste. ―Kasumi volteó rápido a ver al joven Geto, en ese momento olvidó que era un usuario de maldiciones, famoso por desertar y cometer distintos crímenes, solo pudo ver a un chico amable y considerado, que a pesar de no conocerla buscaba animarla.
―Geto-san… ―murmuró conteniendo la emoción―g-gracias ―susurró apenada, agachando la mirada.
Satoru bufó al ver la escena, ahí estaba otra vez. Suguru y su galantería llamando la atención del género opuesto, le irritaba, pero no porque le incomodara presenciar ese tipo de escenas, sino porque le salía natural, tenía un carisma del que él carecía. Su personalidad era terrible, lo reconocía, pero lograba que la mayoría lo olvidara con su actitud divertida, sin embargo, tarde o temprano se terminaban dando cuenta que era un idiota arrogante, no lo podía evitar. No le nacía ser diferente, a pesar de saber de sus defectos, que no lo consideraba como tal, creía firmemente que era perfecto como estaba y no necesitaba cambiar por nadie, aun así, le molestaba ser opacado por su amigo.
―Llámame Suguru ―pidió con una sonrisa― ¿nosotros podemos llamarte por tu nombre? ―Kasumi abrió los ojos por la sorpresa, sintió sus mejillas sonrojarse débilmente y asintió, sus compañeros de Kioto seguían llamándola Miwa, quizás serían los primeros que no eran parte de su familia que la llamaban Kasumi.
― ¿Y si nos escapamos? ―preguntó Shoko cambiando de tema, estaba desplomada en la mesa, con la mirada perdida en el suelo y los ojos somnolientos―el maestro se está demorando.
―Cualquier excusa es válida para escaparte, Shoko ―dijo Suguru riéndose―vete, nosotros te cubrimos ―su compañera se puso de pie antes de que terminara de hablar, sonrió agradecida y trotó rápido hacia la salida, pero no alcanzó a llegar a la puerta cuando Yaga se asomó por la misma.
― ¿Ibas a algún lado? ―le preguntó severo, la joven sonrió sin remordimiento y se devolvió a su puesto. Kasumi miró la escena en silencio, mordiéndose el labio inferior, algo nerviosa pensando que Shoko se podía meter en algún lío. Le sorprendió un poco escucharla, la joven chamán era un aporte fundamental en la escuela de Tokio, de las pocas hechiceras que podían usar la técnica de maldición inversa, y saber que en su juventud fue como cualquier estudiante que buscaba escapar de las clases fue algo que no se esperó.
―Por favor dinos que el maestro se enfermó ―pidió Satoru sin esconder su aburrimiento, en respuesta recibió un golpe en la cabeza, algo suave en comparación a otras veces como cuando hacía tonterías. No se quejó, maldijo por lo bajo y esperó a que el director se posicionara detrás del escritorio y hablara.
―Miwa ―habló serio, la joven asintió al oírlo y le miró atenta―ya expuse tu caso al director Gakuganji, ambos creemos que lo mejor es que te quedes en nuestra escuela. Asistirás a clases normales con los demás, y se te asignarán misiones de acuerdo a tu grado.
―Está bien ―dijo asintiendo―pero… ¿puedo investigar la maldición que me atacó? ―preguntó tímida―quiero decir… al mismo tiempo, pero priorizando mi problema.
―Sí ―asintió―pero no puedes ir sola en esas instancias ―dijo pensativo―tampoco a misiones asignadas, pero lo iremos viendo con el tiempo ―murmuró cruzándose de brazos―bien, esperen a su maestro ―dijo mirando al resto y salió rápido del salón.
―Deberías haberle preguntado por tu uniforme ―dijo Shoko una vez que estuvieron solos. Kasumi suspiró y negó meciendo su cabello.
―No… ya han sido bastante amables para seguir molestando ―sería un problema luchar con su nuevo uniforme, pero debía adaptarse a las circunstancias, eso la haría una buena hechicera, quiso pensar positivo.
― ¿Tú pelo es natural? ―preguntó de repente Satoru. Los tres voltearon a verlo, frunció el ceño por la mirada sospechosa que le regaló Suguru, e inmediato tomó una postura a la defensiva― ¿qué? ¡es un color raro! Pensamos que eras Punk cuando te vimos.
―Sí ―asintió tomando un mechón de cabello―mi madre lo teñía de negro cuando era pequeña ―y al recordarlo, su inconsciente la trasladó a esas épocas, su semblante se fue apagando de a poco, en cosa de segundos, pero la voz del chamán más fuerte la trajo de vuelta a la realidad.
―Menos mal que no sigues pintándolo ―dijo mirando su móvil―el color negro es aburrido, tu cabello destaca, como el mío. Mi pelo también es natural, si quieres te lo demuestro ―dijo volteando hacia ella. Kasumi frunció el ceño, algo confundida por sus últimas palabras.
―… ¿y cómo piensas demostrarlo? ―preguntó Suguru, previendo la respuesta y al mismo tiempo temiendo oírlo. Vio a Satoru sonreír malicioso al mismo tiempo que apuntaba hacia el botón de su pantalón, frunció el ceño y se apresuró en interrumpirlo― ¡No hace falta! Tus cejas y pestañas son blancas, no necesitas demostrar nada.
―Mis cejas también son del mismo color de mi pelo ―murmuró Kasumi con naturalidad, y los tres se quedaron viéndola, tanto Suguru como Satoru comprendieron que la joven de Kioto no entendió a lo que se referían, Shoko soltó un suspiro completamente agotada, como si llevara horas sentada en clases y no 20 minutos.
―Será fácil jugarle bromas ―murmuró Satoru mirando a Suguru, y normalmente lo habría reprendido, pero no podía dejar de pensar en que su compañero tenía un punto, la joven era bastante ingenua a pesar de venir del futuro, siempre oía que la juventud cada vez era más desvergonzada, por un momento pensó que Kasumi tendría complicaciones al adaptarse a aquella época por diferencias culturales, ahora pensaba que la principal fuente de problemas podría ser Satoru, como siempre lo era.
(…)
Suspiró profundamente, estaba cansada a pesar de que no había hecho demasiado en clases. Para su sorpresa no estaban adelantados a lo que sus compañeros y ella habían pasado en matemáticas e historia, Shoko le explicó que iban algo atrasados porque siempre se escapaban de clases, por eso Yaga-sensei se aparecía temprano por el aula para asegurarse de que estuvieran presentes.
Resultó que los chamanes que eran tan famosos por ser los mejores en sus habilidades, eran irresponsables y holgazanes. Se preguntó si Utahime-sensei se llevaba mal con Gojou-sensei por eso, la hechicera que instruía en Kioto era bastante estricta, ahora que lo pensaba, parecía ser lo opuesto al chamán más fuerte, pero era amiga de Shoko-san, y la joven era más perezosa que Suguru y Satoru.
―Me preguntó porque no pueden llevarse bien―murmuró mientras caminaba por los pasillos. A su parecer, el problema podría radicar en su sensei, pues Gojou Satoru era bastante agradable, divertido y confiable, sonrió al recordar el partido de baseball. El cómo animaba a sus estudiantes, su actitud relajada y se sonrojó apenas pensó en lo atractivo que se veía con camisa y lentes oscuros. El Satoru de 17 años también usaba lentes, aunque redondos, pero no lucía de la misma manera, irradiaba juventud y energía alocada, en cambio el sensei que conoció era más experimentado, se notaba que era un adulto a pesar de su actitud relajada y alegre.
Levantó la mirada al cielo cuando llegó al patio, había unas cuantas nubes que tapaban el sol, no hacía frío, pero tampoco estaba caluroso, parecía que en cualquier momento se nublaría. Sacó su móvil de su bolsillo, la costumbre de revisar las notificaciones no se le quitaba, volvió a suspirar cuando vio el icono de la señal con una cruz. Ni siquiera sabía si podía encontrar alguna señal de Wifi en el 2007. No habría alguna diferencia, no conseguiría comunicarse con sus compañeros o hermanos, pero al menos le distraería un poco el navegar por internet.
Una corriente de aire le hizo estremecer al mismo tiempo que sacudía su cabello suelto y su falda, frunció el ceño al mirar sus piernas cubiertas por una pantimedia que no la protegía del todo del frío. Volvió a mirar la pantalla de su móvil y se espantó al ver el porcentaje de batería, a pesar de que no lo había usado en casi un día, le quedaba un 28%
―Oye, oye ―volteó hacia atrás al oír la voz de Gojou, iba a saludarlo cuando el chico se le acercó demasiado, se inclinó hasta que sus rostros estuvieron frente a frente, Kasumi se ruborizó apenas él invadió su metro cuadrado, pero el joven no la miraba a ella― ¿ese es tu celular?
―Eh… sí ―respondió observando la pantalla apagada de su móvil―le queda poca batería, no sé si encuentre un cargador que le sirva. ―Hablar del aparato le ayudó a calmar su nerviosismo y olvidar lo cerca que estaba del mismísimo Gojou Satoru, claro, no era el chamán que ella admiraba, pero en esencia eran el mismo, su fanatismo seguía latente por el joven Gojou al igual que con el de su época.
― ¡Préstamelo! ―dijo casi exigiendo, y sin esperar una respuesta le arrebató el aparato de la mano, volteó hacia atrás justo a tiempo para ver a Suguru que caminaba tranquilo hacia ellos con las manos en sus bolsillos― ¡mira el celular de Kasumi! ―la joven sonrió divertida al verlo, parecía un niño abriendo un regalo en navidad, y claro que debía ser emocionante pues su móvil era mucho más avanzado que los que estaban de moda en el 2007. ― ¡Mierda! No tiene botones ¡Es solo pantalla! ―dijo asombrado mirando el aparato mientras lo giraba.
― ¿No tiene? ―preguntó Suguru acercándose curioso―pero ¿Cómo funciona? ―dijo confundido y miró a Kasumi.
―Es táctil ―explicó sonriendo. Ambos se quedaron en silencio, observándola, Kasumi soltó una risa nerviosa y se alejó un par de pasos―la pantalla… hay que tocarla para que funcione ―dijo entre balbuceos, no conseguía acostumbrarse a tener la atención de ambos jóvenes.
― ¿Cómo una pantalla interactiva? ―preguntó Suguru―pero es tan delgado y… no entiendo ―murmuró mirando el aparato. Satoru continuó examinando el aparato, buscaba prenderlo sin preguntarle a Kasumi, pero antes de que pudiera decir algo, la joven se acercó a él, al ser más baja que Gojou tuvo que acercarse bastante, estaba ruborizada cuando se inclinó hacia el celular y presionó un botón en el borde mientras aún seguía en las grandes manos de Satoru.
―Es el único botón que tiene ―explicó sin mirar al chamán, porque si lo hacía se pondría a titubear y no soportaría el calor, prefirió concentrarse en su celular―ahí te pedirá la clave para desbloquearlo, o puedo tocar aquí con mi dedo índice y ¡Voila! ―exclamó divertida cuando ambos jadearon sorprendidos al ver como la pantalla se iluminaba y mostraba el menú para acceder a las aplicaciones.
― ¡Tiene identificador de huella digital! ―exclamó Satoru completamente extasiado―p-pero ¿qué más tiene? ―preguntó entusiasmado. Kasumi no dejaba de sonreír, no creía que hablar de tecnología fuera provocar algún problema, por lo que no se limitó en hablarles, después de todo se sentía bastante agradable poder enseñar algo a habilidosos hechiceros como ellos, aunque fuera una tontería.
―Lo normal ―murmuró pensativa―cámara, se conecta a internet por Wifi y datos móviles ―dijo enumerando las cosas―aplicaciones que están de moda en el 2018… ¿qué más?...
―Ellos son tus hermanos ¿verdad? ―Kasumi miró a Suguru al oírlo, agachó la mirada hacia la pantalla y asintió sonriendo―se parecen a ti, aunque no tienen el pelo como tú.
― ¿Esa foto la tomaste con este celular? ―preguntó Satoru aun incrédulo con el tesoro tecnológico que tenía en sus manos. Kasumi asintió y soltó un silbido mirando la imagen―mira la calidad de la foto Suguru, mira, mira ―repitió mostrándole la pantalla.
― ¿Y cómo funciona lo de la pantalla táctil? ―preguntó Suguru observando el celular, Kasumi extendió su mano a Satoru para enseñarles, el joven le entregó el aparato y ambos se pusieron uno en cada lado y se agacharon para observar lo que hacía.
―Es bastante sensible ―murmuró mientras mostraba como con la yema de su dedo movía la pantalla―si quiero ir a la galería o a la agenda, busco el icono y lo presiono con el dedo, y aparece ―dijo sonriendo.
― ¡Déjame intentar! ―Exigió Satoru estirando la mano para que le devolviera el celular, Kasumi se lo pasó sin pensarlo demasiado.
―Creo que no te lo devolverá ―murmuró Suguru y Kasumi se rio, él también sonrió y se acercó a su compañero para ver como hacía funcionar el celular. Satoru movía suavemente el dedo por la pantalla, ya le había pillado el truco.
―Presiona la flecha de la esquina inferior para devolverte ―explicó Kasumi, y Gojou asintió obediente. La joven se apoyó en el pilar que daba al patio, los observó por unos minutos y luego miró hacia el cielo otra vez. Los escuchó discutir un poco, Suguru pidiendo usarlo unos minutos y Satoru exigiendo que no molestara aún.
―Oye… ¿ése eres tú? ―Kasumi levantó la vista cuando escuchó a Suguru. El joven miraba la pantalla del celular, luego a su compañero y luego hacia ella. La joven se acercó rápido hacia ellos y se puso de puntitas para poder ver la pantalla, entonces vio la foto que se había tomado con Gojou Satoru. Se sonrojó abruptamente y se alejó de ambos― ¿Es Satoru? ¿verdad?
―S-sí ―dijo nerviosa y miró al joven Gojou que se había quitado los lentes para observar con mayor detalle la fotografía. Sintió su pulso acelerarse, cuando le pidió la foto no se había puesto nerviosa, la emoción por conseguir una selfie con su ídolo era más grande. Pero era diferente explicárselo a su versión joven, tragó saliva e intentó no balbucear―y-ya sabes, Gojou Satoru es toda una celebridad entre los hechiceros ―dijo y se encogió de hombros―y… fue muy amable al tomarse esa foto conmigo ―susurró sonriendo mientras recordaba ese momento. Su corazón no dejaba de latir deprisa, y no sabía si era por vergüenza de estar contándole eso a ellos, o era por recordar aquel momento en que él se había acercado por detrás y posó junto a ella por unos segundos mientras se acomodaba para que salieran ambos en la fotografía a pesar de la diferencia de estatura.
Tanto Suguru como Satoru notaron su actitud nerviosa, el rubor era evidente, pero había algo más. Se miraron entre ellos, y la teoría de Suguru resonó en sus cabezas, no necesitaron hablar para entender lo que pasaba, la chica del futuro estaba enamorada o era una gran admiradora de Satoru Gojou.
―Claro que te dijo que sí, es comida para su ego ―dijo Suguru para alivianar un poco el ambiente―ese paño en tus ojos te sienta fatal.
― ¡Cállate! Envidioso ―se quejó Satoru mientras le pegaba un codazo para que se alejara.
― ¡No es así! Se ve genial ―habló Kasumi apenas oyó a Suguru, y el rubor se intensificó apenas terminó de hablar. Ambos se quedaron viéndola, el moreno un poco sorprendido, Satoru en cambio, medio sonrió divertido―no debí decir eso… esto es vergonzoso ―reconoció agachando la mirada, escondiendo sus ojos con su flequillo.
―Creo que Kasumi es gran admiradora de Satoru, el del 2018 ―recalcó mirando a su compañero para bajarle los humos de grandeza, pero era tarde. Satoru no dejaba de reír arrogante y mirarlo por sobre los hombros. Suguru blanqueó los ojos y miró la fotografía nuevamente, parpadeó confundido y apuntó a la pantalla―se puso rojo eso de la esquina y parpadea.
― ¡Ah es la batería! ―explicó Kasumi―se apagará, no tengo cargador ¿Cómo son los de sus celulares? El mío sigue usando el micro USB, es un modelo de la temporada pasada después de todo ―dijo agradecida por cambiar de tema y que Satoru no dijera nada de su obvio fanatismo.
― ¿Estás diciendo que tu celular es de los antiguos? ―preguntó Satoru―entonces ¿hay más modernos y geniales? ―Suguru alzó ambas cejas al oír a su compañero y volteó hacia el celular de Kasumi, entendía su incredulidad, el aparato de la joven era toda una revelación tecnológica y saber que había mejores parecía una fantasía.
―Sí ―dijo―el mío es de los básicos, pero que dentro del precio es bastante bueno ¿me muestran sus celulares? Es para ver la conexión del cargador ―explicó afligida. Satoru fue el primero en sacar su aparato del bolsillo y se lo extendió, Kasumi se sonrojó al tocar su celular, pero intentó restarle importancia, lo volteó y miró la entrada del cargador y alzó ambas cejas mientras sonreía― ¡También es micro USB! ¡qué bien! ―dijo alegre mientras brincaba―menos mal que mi celular no es tan moderno ―murmuró agradecida.
Suguru sonrió y miró a su amigo, que también sonreía, pero su sonrisa era inquietante. Frunció su entrecejo y le pegó un codazo, Satoru lo miró con el ceño fruncido, pero entendió su llamada de atención. Volvió a sonreír al verse sorprendido.
―Lo cargaré en mi habitación ―dijo y sin esperar una respuesta, corrió hacia el interior del colegio.
―Ahora sí que no lo recuperarás ―soltó Suguru y Kasumi miró hacia Satoru, se quedó viendo su espalda ancha, agachó la mirada al mismo tiempo que sus mejillas se sonrojaban―así que eres fan de Satoru.
― ¡N-no es así! ―se apresuró en explicar y Suguru se carcajeó.
Kasumi se tocó el rostro con ambas manos, esperando que sus palmas frías calmaran el bochorno, pero era inútil. Llevaba un día en el 2007 y ya se habían dado cuenta que era admiradora de Gojou Satoru, ya veía venir las burlas y no lo podía evitar, en el fondo lo entendía, por eso nunca les dijo a sus compañeros que admiraba a Satoru Gojou, que guardaba recelosa el recuerdo que les dio en el torneo entre las escuelas y que cada vez que lo veía su corazón latía deprisa y no podía evitar sonreír. Levantó la mirada cuando oyó pasos acercarse, era él. Venía sonriendo con las manos en los bolsillos, sacó la derecha y se echó a la boca una paleta y Kasumi comprendió que no importaba la época, él seguía siendo genial y fuerte, y ella seguía siendo inútil, lo opuesto al chamán más fuerte.
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N/A: Gracias por leer y comentar! me alegra que les guste el fic, me tiene bastante emocionada escribir esta trama y sobre ellos. Tengo muchas ideas en mente, me emociona.
Espero leernos pronto, lamento si hay muchas letras faltantes o sobrantes.
