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Capítulo 10
Confuso
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Su respiración era pausada, tal vez intentaba controlar su respiración por los nervios, sentía que sus mejillas estaban sonrojadas y aun ni siquiera empezaba a ejercitarse. Miraba de reojo a Nanami a cada momento, él también calentaba moviendo sus brazos y piernas, con el semblante serio, y mirada en un punto fijo de la cancha de pasto.
―G-gracias por esto ―habló Kasumi mientras hacía sonar su espalda al doblarse hacia atrás.
―Dije que te ayudaría ―mencionó él mirándola―aprovechemos la luz del día.
Kasumi asintió y afirmó su pelo en una coleta alta con una liga rosa. Las clases habían terminado hace unas horas, aun no les asignaban misiones por lo que era el momento ideal para entrenar un poco. El día anterior un asistente les había preguntado qué necesitaban para ir a comprar ―pues estaban todos castigados― Kasumi pensó en encargarle ropa entre otras cosas, pero Shoko la convenció de no hacerlo, pues el gusto del administrativo era bastante simple y anticuado, y se ofreció a ir de compras por ella, cosa que agradeció, después de todo había artículos femeninos que hubiera sido incómodo pedirle al hombre que no conocía. Ahora vestía un conjunto deportivo de color azul muy parecido al que usaba en Kioto.
―Bien, Miwa-chan ―Kasumi detuvo sus movimientos y giró hacia el rubio hechicero, expectante esperó por sus indicaciones―da 5 vueltas alrededor de la cancha.
― ¿Eh? ―soltó casi sin pensar. Nanami alzó una ceja y la joven se tensó riendo nerviosa―digo… ya calenté ¿es necesario…?
―Debes fortalecer tu cuerpo ―explicó serio cruzándose de brazos―el nuevo estilo de sombras depende mucho de la fuerza del usuario, si te fortaleces, tu técnica también lo hará ―Kasumi alzó ambas cejas al oírlo.
―Siempre creí que lo único que podía hacer era el nuevo estilo de sombras para defenderme y en ocasiones muy particulares, poder atacar ¿realmente crees que pueda mejorar? ―preguntó mirándolo seria.
―Sí ―dijo sin dudar, sorprendiéndola. Kasumi alzó ambas cejas y entreabrió los labios para hablar, pero su voz quedó atorada en su garganta―porque quieres mejorar.
― ¡Bien! cinco ¿verdad? ―murmuró entusiasmada y antes de que el rubio respondiera, se puso a trotar.
Nanami contuvo el suspiro y se quedó viendo a su compañera trotar a ritmo constante. Esperaba que ese ánimo que mostraba no se esfumara a mitad de camino, era fácil comenzar con determinación y perderla cuando no veías resultados. Pensó en sentarse, pero le pareció de mal gusto estar descansando sin siquiera supervisar a su compañera.
―Vaya, Kasumi-chan sí que tiene energías ―oyó a su lado, miró por el rabillo del ojo a Geto-senpai que venía acompañado de sus compañeros, todos comiendo chucherías y bebiendo sodas azucaradas.
―Dijo que quería entrenar con Nanami-kun, pero no creí que hablara en serio ―murmuró Shoko viendo como la joven corría, ya había recorrido la mitad de la cancha.
―Eres muy amable al ayudarla ―sonrió Suguru y bebió un sorbo de su bebida de naranja―Kasumi-chan es muy aplicada en los estudios, esperemos que en el entrenamiento sea igual.
―Ya lo veremos ―respondió Nanami. Kasumi iba llegando junto a ellos cuando los vio, se detuvo justo frente al grupo y sonrió cansada, con la respiración entrecortada―faltan 4.
―S-sí ―asintió sin dejar de mover los pies en el mismo sitio―pero se siente raro correr con todos ustedes mirándome.
―Entonces no nos veas ―habló Satoru encogiéndose de hombros. Kasumi frunció el ceño y soltó un suspiro, sin decir nada continuó trotando a un ritmo suave.
― ¡Tú puedes, Kasumi-chan! ―le animó Shoko.
―Correré con ella ―suspiró Nanami y sin esperar por un comentario, la alcanzó en unos minutos y bajó el ritmo para trotar a su lado.
―Siempre tan amable, aunque se muestre rudo ―carcajeó Shoko y Satoru blanqueó los ojos.
Se sentó en las gradas y miró aburrido como ambos jóvenes corrían alrededor de la cancha, tenía una mueca de desagrado pintada en los labios y por más que comía donas, no se le borraba. Sus lentes escondían la mirada fúnebre que le regalaba a la pareja, y es que no quería asumir que estaba enojado porque Nanami entrenara con Kasumi, lo que realmente le molestaba era que la joven no le hubiera pedido ayuda a él cuando era el más fuerte. Sentía que al final la joven no lo admiraba tanto como parecía.
Cuando terminaron de correr, Nanami no la dejó echarse en la hierba. Sentía el cuerpo caliente y sudado, no lograba controlar su respiración y eso que habían trotado a ritmo suave, pero no se habían detenido en ningún momento. Se limpió el sudor de la frente, sacudiendo su flequillo de paso, miró de soslayo a su público, resopló al verlos relajados comiendo frituras.
― ¿Por qué no se nos unen? ―preguntó entre jadeos débiles.
―Soy muy perezosa ―murmuró Shoko negando, se echó una patata frita a la boca y masticó relajada.
―No lo necesito ―habló Satoru―y opacaría a Nanami si me uno ―dijo arrogante y bebió un largo trago de su soda de fresa.
―Creo que les haré un poco de compañía ―dijo Suguru, sonriendo se puso de pie y se acercó a ambos jóvenes― ¿debería correr, Nanami-sensei?
―Sí ―dijo serio―o te dará un calambre.
Kasumi sonrió divertida al ver como el hechicero de grado especial le hacía caso al estricto Nanami, estiró un poco las piernas y se puso a correr. Volteó hacia Nanami esperando su siguiente orden, lo miró emocionada, no lograba imaginar qué le diría esta vez ¿iba a conseguir un enfrentamiento cuerpo a cuerpo con el mismísimo Nanami Kento? Sabía que perdería de ser así, sin embargo, estaba ansiosa por intentarlo, por aprender de él.
―Miwa-chan ―Kasumi asintió atenta, sin dejar de sonreír―haz 50 abdominales.
― ¿Eh? ―volvió a decir―c-claro… ¿no entrenaremos… cuerpo a cuerpo? ―preguntó tímida.
―No esta semana ―dijo serio― ¿necesitas una colchoneta o puedes hacerlas en la hierba?
―Estoy bien así ―respondió mirando hacia el pasto― ¿me afirmas las piernas?
― ¿Eh? ―fue el turno de él, la miró perplejo y Kasumi se sonrojó al verlo, su inseguridad le susurró lo tonta e inapropiada que era su pregunta, agachó rápido la vista pensando qué decirle.
― ¡Yo lo hago! ―volteó hacia Shoko al escucharla y sonrió aliviada al verla ponerse de pie sin soltar el paquete de sus patatas―Nanami es tímido con las chicas, yo te ayudo ―dijo sonriendo.
―N-no soy tímido con las chicas ―murmuró el rubio desviando la mirada.
Satoru frunció el ceño, Shoko le ganó al hablar primero, pero era lo mejor pensó con rapidez. Lo mejor era mantener la distancia de la joven de Kioto, debía controlar esos impulsos que le afloraban de repente, era difícil pensar cada acción o palabra que diría cuando normalmente se dejaba llevar por la corriente, decía y actuaba según lo que se le antojaba. Quizás por lo mismo estaba más irritable, quería creer que era eso. Miró aburrido como Kasumi se estiraba en el suelo doblando las piernas, para que Shoko se sentara en sus pies y la joven pudiera hacer las abdominales.
Suguru no tardó en dar las cinco vueltas y como Nanami había ordenado, se estiró junto a Kasumi a hacer abdominales, claro que él no necesitó que le sostuvieran los pies al suelo. Incluso empezando después de la joven, terminó antes que ella en hacer la secuencia. Para cuando la joven terminó, lo único que necesitaba era un poco de agua. Se puso de pie rápidamente, y al hacerlo todo a su alrededor dio vueltas. Esperó por unos segundos que el mareo se le pasara, cuando por fin pudo dar un paso sin sentir que todo se movía, trotó a paso suave para ir al bebedero.
A esa hora de la tarde la corriente de aire era algo fría, pero con el ejercicio reciente sentía el cuerpo acalorado, sus mejillas tenían un tono rojizo y el flequillo lo tenía bastante desordenado, en el camino a beber agua intentó peinarse pasándose los dedos. Cuando llegó a la fila de bebederos, se sorprendió un poco al ver a Gojou Satoru apoyado en la pared cerca de la primera llave. Su corazón latió deprisa apenas cruzaron miradas, sus lentes no estaban bien puestos por lo que pudo notar como sus ojos celestes se posaron en ella. Tragó saliva, el trago le irritó un poco en la garganta seca, agachó la mirada hasta las llaves y pensó en usar la que estaba en el otro extremo, sin embargo, sentía que hacerlo era mostrar enemistad de su parte cuando no la sentía.
Ya se había disculpado con él, y desde entonces, no parecía tan indiferente. Seguía molestándola con hacerla caer o empujándola, pero siempre se excusaba con una burla que le restaba importancia al asunto, por lo que creía que las cosas entre ambos de a poco empezaban a ser normales. Aun así, era difícil para ella actuar como si nada hubiera pasado, se había acostado con él y hecho otras cosas que le avergonzaban, se esforzaba en mostrarse tranquila.
Le sonrió tímidamente, simulando un saludo y se inclinó para beber del segundo bebedero, no hizo más que girar la llave cuando el agua salpicó con fuerza hacia su cara. Kasumi chilló en respuesta y se alejó un poco cerrando los ojos para que el líquido no le golpeara en ellos, oyó la carcajada de Gojou en respuesta y abrió un ojo para verlo, entonces lo comprendió. El hechicero había metido sus dedos en la salida del agua para mojarla.
― ¡Pareces un perro mojado! ―exclamó Gojou sin dejar de reír, apretándose el abdomen por los calambres que le acompañaron.
Kasumi lo miró aun algo aturdida, soltó una risa sin ánimos, no le divertía la situación, pero tampoco consideraba que fuera algo como para molestarse. Una simple broma, o eso prefería pensar.
Satoru secó un par de lágrimas que se le escaparon de tanto carcajearse a costa de la joven. Su expresión de sorpresa aun le causaba gracia, para ser una broma que no había pensado con premeditación le había resultado bastante bien. Lo cierto era que, nuevamente sus manos se movieron solas. Había ido a los bebederos para despejarse un poco y cuando la vio acercarse pensó incluso en alejarse para evitar hablarle o mirarla, sin embargo, sus pies no se movieron y apenas vio su sonrisa, el rencor por su rechazo le susurró qué hacer. Sabía que no estaba siendo muy maduro, pero prefería centrarse en lo que le convenía, en lo que le haría reír antes que en lo que le molestaba y por quién se molestaba, si lo pensaba con detenimiento, eran como pequeñas venganzas. Nada sano si lo meditaba.
― ¡Satoru! ¿cómo se te ocurre mojarla con este clima? Kasumi-chan se puede resfriar ―la voz de Suguru se oyó molesta, Kasumi volteó a verlo y alzó ambas cejas al ver su expresión seria.
― ¡Ella debería estar atenta a su alrededor! ―se quejó frunciendo el ceño―eres muy despistada, Kasumi-chan. Si quieres ser más fuerte, debes corregir eso ―le regañó en un tono irónico.
―C-claro… iré a cambiarme ―dijo cuando sintió un escalofrío estremecerla―ya vengo.
Satoru sonrió y miró a su compañero, pero Suguru lo miraba con reprobación, se encogió de hombros y sacó su lengua, restándole importancia a su inocente broma.
―Últimamente has molestado mucho a Kasumi-chan… ―le dijo Suguru cuando se encontraron a solas. Satoru no respondió, miró hacia el otro extremo donde Nanami conversaba con Shoko― ¿hay algo que no sé? ―preguntó con sospecha. Sus ojos afilados lo miraban atentos, buscando cualquier señal que su expresión pudiera delatar, pero el joven hechicero más fuerte parecía aburrido como cualquier otra tarde.
―Solo es divertido molestarla ―dijo encogiéndose de hombros―siempre cae ¡es demasiado ingenua! ―se burló y bostezó sin cubrirse la boca―piensas mucho las cosas.
―Uhm ―Suguru continuó mirándolo por unos segundos, Satoru actúo con naturalidad, tal vez demasiada para no levantar sospechas en su amigo. Lo vio alejarse silbando una melodía pop y frunció sus cejas. Lo que estaba esperando en Satoru era que reaccionara con gritos y reclamos, demasiado desinterés se le hizo extraño cuando últimamente lo que veía en el joven era todo lo contrario hacia la chica de Kioto.
(…)
Por lo que sabía, cada cuarto de sus compañeros estaba preparado con lo necesario para que pudieran cocinar, menos el suyo. El director Yaga le había dicho que la próxima semana le instalarían una estufa y un refrigerador de tamaño adecuado a su cuarto, intentó negarse, después de todo ella estaba de paso, pero el director le había recordado una verdad que evitaba pensar: estaría allí mucho tiempo.
Suspiró, revolvió su sopa sin mucho ánimo. Los palillos y risas de sus compañeros la distrajeron por unos segundos, los miró de soslayo y volvió su atención a su sopa de miso. No tenía apetito, sus ojos se cerraban solos y no entendía por qué si había dormido bien la noche anterior, es más, incluso había tomado una siesta esa tarde. Supuso que tenía que ver con su período menstrual, no siempre era de ese modo, pero algunos meses era más molesto que otras veces. La risa estrepitosa de Gojou la hizo brincar, levantó la vista rápido, pero no le prestó atención a lo que hablaban por lo que no supo de qué se reía. Todos cenaban en el comedor, la mayoría de las veces al menos, cuando todos estaban en el colegio y no en misiones, se reunían a compartir, incluso Nanami comía en silencio escuchando los disparates de los mayores.
Kasumi miró el resto de su plato y una mueca decoró sus labios, aun le quedaba mucho para terminar su cena y solo quería dormir. No se sentía cómoda dejando la comida, se obligó a comerse todo, pero no se le antojaba nada.
― ¡Se ve mejor el tuyo! ―oyó decir a Gojou en un tono cantarín mientras acercaba rápidamente sus palillos hasta uno de sus platos, sacando un par de camarones empanizados. Kasumi abrió la boca para protestar, pero terminó rindiéndose al ver como el hechicero se los echaba a la boca.
―Gojou-senpai ―le reprochó Nanami―deje de robarle comida a Miwa-chan ―Kasumi sonrió negando.
―No importa ―dijo suspirando―no tengo mucho apetito ―y estaba acostumbrada que le comieran sus cosas, sonrió al recordar a Mai y a Momo.
―Estás muy delgada ―respondió Shoko mirándola con preocupación―y te ves algo fatigada ¿estás bien?
―Solo tengo sueño ―dijo riendo, moviendo su mano restándole importancia―creo que me iré a dormir temprano.
―Aun así, no está bien que le quites la comida Satoru, es abusivo ―reprochó Suguru mirándolo con el ceño fruncido.
― ¡Cállate! Dijo que no le molesta ―se encogió de hombros―además soy muy alto y necesito comer bien, Kasumi-chan es pequeña y no necesita estos camarones ni el postre ―dijo sacando la ensalada de frutas con nata dulce que estaba al lado de las verduras cocidas de la joven.
―Kasumi-chan también necesita comer bien ―se quejó Suguru y volteó hacia ella, alzó ambas cejas al verla cabecear en su silla―K-Kasumi-chan ―susurró despacio para no asustarla y le tocó suavemente el hombro. La joven abrió los ojos rápido apenas la tocó y él le sonrió―ve a descansar, nosotros levantamos las cosas.
―Gracias… buenas noches, nos vemos mañana ―dijo sonriendo y se puso de pie refregándose un ojo.
―Que descanses ―dijo Shoko al verla salir del comedor―está muy pálida…
―Deberíamos ir a la playa a broncearnos ―dijo Satoru mientras se comía el postre de Kasumi―podríamos escaparnos.
―Estamos castigados ―dijo Suguru―no quiero que sumen más semanas a nuestro encierro.
―Sí, cierto ―asintió pensativo.
Miró de soslayo el asiento vacío de la joven, por unos segundos pensó en ir a verla esa noche, pero desechó la idea tan rápido como vino. Imaginó la secuencia, intentando convencerla de que se acostara con él y las palabras "eres insoportable" resonaron fuerte en su cabeza, su semblante ensombreció apenas lo recordó y soltó un bufido, molesto consigo mismo. Miró hacia lo que quedaba de la cena de Kasumi y frunció el ceño cuando vio a Suguru bebiéndose la sopa de la joven y a Shoko comerse su arroz.
(…)
Kasumi sonrió al ver su calificación, a los segundos pensó que era una tontería, después de todo sus notas no irían en ningún registro en esa época. Suspiró y volteó hacia Shoko, la joven miró con expresión aburrida su 75 y luego bostezó, restándole importancia al asunto.
― ¿Cómo les fue en el examen de física? ―preguntó Suguru estirando un poco el cuello para poder ver a ambas, yo saqué 84.
―Vete a presumir a otro lado ―respondió Shoko blanqueando los ojos.
―Saqué 95 ―respondió Kasumi mirando su hoja―me equivoqué en unas alternativas.
― ¡Vaya! Eres cerebrito ―sonrió Suguru―Satoru sacó 100, como siempre ―murmuró en un tono cansado al mismo tiempo que blanqueaba los ojos.
Kasumi alzó ambas cejas al oírlo y miró hacia el hechicero, que jugaba con su celular. Su dedo lo pasaba con agilidad por la pantalla táctil, por un momento olvidó que el aparato era suyo y de otra época.
―No me imagino a Gojou-kun estudiando ―murmuró para sí misma.
―No lo hace ―respondió Suguru encogiéndose de hombros―todo hace bien, es molesto, pero no hay mucho que hacer al respecto.
―Te estoy escuchando ―dijo Satoru sin mirarlo― ¡por supuesto que todo hago bien! Soy perfecto. ―La arrogancia en su tono de voz y actitud a Kasumi no le molestaba, al contrario, aquella confianza que desprendía el chamán le gustaba. Sonrió, seguramente se debía a que, por su parte, era lo opuesto. Cuando veía a una persona con tanta confianza en sí misma, los admiraba y se alegraba por ellos, además, lo que Gojou Satoru decía era verdad, él era casi perfecto a excepción de ciertos detalles en su personalidad en el ámbito privado, pensó. Sus mejillas se sonrojaron levemente al recordarlo.
―Iré al sanitario ―dijo en un susurro dejando su hoja sobre el pupitre. Se puso de pie lentamente, se aseguró que las tablas de su falda no estuvieran dobladas y caminó hacia la salida, pero no alcanzó a llegar a la puerta cuando se cayó al suelo.
― ¡Satoru, deja de hacer caer a Kasumi-chan! ―le regañó Suguru, pero antes de que continuara, vio al joven dejar el celular en su mesa y levantarse bruscamente para llegar junto a la chica que seguía en el suelo.
― ¡No la hice caer! ―respondió con el ceño fruncido al ver a Kasumi boca abajo. Se agachó a su altura y la giró lentamente, iba a hablarle cuando Suguru llegó a su lado y le dio suaves palmadas en su rostro al verla con los ojos cerrados al mismo tiempo que la rodeaba con su brazo para inclinarla un poco.
―Kasumi-chan ―la voz de Suguru era más agradable que de costumbre, casi compasiva. Satoru lo miró de soslayo, ese tacto que tenía con sus pares era natural en su amigo, hizo una mueca con los labios y miró a la joven que seguía dormida.
―Parece que se desmayó ―habló Shoko al llegar junto a ellos. La joven le dio suaves palmadas en la mejilla―Kasumi-chan.
Cuando abrió los ojos, tenía a los tres hechiceros rodeándola. Kasumi los miró confundida, entonces notó que estaba en el suelo y en los brazos de Suguru. Intentó sentarse, pero el cuerpo no le respondía. Frunció el ceño, sentía las extremidades pesadas, le costaba mantener los ojos abiertos, soltó un suspiro débil y sonrió tímida a los tres jóvenes que la miraban preocupados.
―L-lo siento, solo me caí ―dijo insegura. Intentó sentarse, pero no lo consiguió. Sus piernas apenas respondieron y cuando su torso se alejó un poco de los brazos de Suguru, volvió a caer hacia atrás, pero el hechicero seguía alerta y la atrapó antes de que tocara el suelo―lo siento… no logro ponerme de pie ―dijo con un hilo de voz y se durmió.
―La llevaré a su dormitorio ―habló Suguru poniéndose de pie con ella en brazos.
―Vamos ―murmuró Shoko―Satoru avísale a Yaga-sensei.
― ¿Eh? ¿por qué yo? También quiero ir ―se quejó frunciendo el ceño―luego lo llamo ―dijo sacudiendo su mano, restándole importancia.
Miró de soslayo a la joven en los brazos de su amigo. Suguru lucía como todo un héroe cargando a la damisela en apuros, contuvo el bufido. Él había pensado en hacer lo mismo, pero su compañero había sido más rápido. Miró el rostro pálido de Kasumi, frunció el ceño, algo inquieto por la situación. La joven de repente había caído desmayada y la noche anterior no había querido comer, eso se le hacía extraño, y a la vez sumamente familiar, entonces algo en su cabeza hizo clic. A su mente vinieron todas las escenas de dramas coreanos y películas que había visto en su vida, donde las mujeres empezaban con mareos y desmayos y el resultado siempre era el mismo: embarazo.
Palideció de repente. Su mandíbula se tensó al mismo tiempo que un escalofrío le recorrió el espinazo, por segunda vez en su vida sintió verdadero terror, pero por algo completamente distinto. Toji Fushiguro se había encargado de enseñarle a ser precavido, que, aunque fuera el más fuerte, siempre debía permanecer alerta y no confiarse del todo. Pero la situación que tenía en frente ―Kasumi desmayada sin motivos aparentes― era completamente diferente. Lo primero que pensó para intentar calmarse fue que había usado protección, pero se respondió casi al instante «esas cosas fallan...» y sudó frío.
Tragó con dificultad y miró a la joven, luego a sus pies ¿qué debía hacer? ¿cómo podía averiguar que no la había embarazado? ¡no podía simplemente decirles a sus amigos que le compraran un test de embarazo para descartar! No tenía sentido y todo apuntaría a qué él sabía más de lo que aparentaba. Volvió a mirar a la joven cuando Shoko abrió la puerta de la habitación de Kasumi, casi pensó en no entrar. Pero se obligó a actuar con naturalidad, no podía mostrarse tímido de repente.
―Deberíamos llamar a un doctor ―habló apenas Suguru recostó a la joven en la cama.
Shoko se acercó a Kasumi y desabotonó su chaqueta, luego los primeros botones de su blusa y levantó la vista hacia sus compañeros que miraban atento sus movimientos.
―Salgan ―exigió seria.
―Si está enferma no puedes curarla, Shoko. Llevémosla al hospital, sabrán qué hacer y si le pasa… algo raro, podrían hacerle exámenes ―dijo intentando no sonar nervioso.
―Kasumi-chan aparecerá como una niña de 6 años en la ficha médica ―dijo Suguru―dejemos que Shoko la revise por ahora, salgamos.
Satoru resopló molesto y salió de la habitación. Oyó a Suguru cerrar la puerta detrás de sí, pero no le miró. Estaba demasiado preocupado por su teoría, se apoyó en la pared en frente a la puerta y se dejó caer hasta quedar sentado en el suelo. Estaba nervioso, movía su pie inquieto sin dejar de pensar qué iba a hacer. La idea ya se había instalado en su mente, se imaginó hablando con sus padres, explicando que había embarazado a una alumna de su versión del futuro, luego pensó en contarle a Yaga-sensei y abrió los ojos de par en par, casi podía escuchar sus gritos y entendió que le asustaba más enfrentar al director que sus propios padres ¿podrían expulsarlo de la escuela por embarazar a una compañera? No necesitaba realmente asistir al colegio de magia, pero sus amigos estaban allí, seguir su enseñanza en la finca Gojou no era una buena idea, ni mucho menos divertida.
―Mierda ―dijo al pensar en lo que diría Suguru o Shoko.
―Tranquilo, no creo que sea nada grave ―dijo Suguru sentándose a su lado―quizás solo está cansada.
―Ah… c-claro ―tragó en seco― ¿por qué… una chica se desmayaría de repente?
―No soy doctor ―respondió pensativo―pero pueden ser muchos factores, quizás le bajó la azúcar ¿qué más podría ser? Uhm ―apoyó su cabeza en la pared, su moño le sirvió de cojín en la superficie dura.
―Shoko está tardando ―dijo y se puso de pie. Gracias a sus largas piernas, no hizo más que dar dos pasos para llegar junto a la puerta y se inclinó para apoyar su oreja en la madera. Frunció el ceño, no lograba oír nada, resopló y metió ambas manos a los bolsillos de su pantalón.
―No lleva ni cinco minutos allí ―Suguru sacó su móvil y marcó al director Yaga para contarle la situación.
Gojou se paseó de un lado a otro, lo cierto era que Suguru tenía razón, su compañera no llevaba más de cinco minutos encerrada con Kasumi, pero su desesperación por saber le inquietaba, estaba al borde de un ataque de nervios. Las palmas le sudaban, cuando Shoko abrió la puerta pegó un brinco y se acercó rápido hacia ella sin esconder su preocupación.
― ¿Qué tiene? ―preguntó disimulando los nervios.
―Creo que tiene anemia ―dijo ella mirándolo con curiosidad, era raro ver a su amigo preocupado.
― ¿Cómo sabes? Tal vez es otra cosa… debería hacerse exámenes para descartar cualquier cosa ― «como un embarazo», pensó. Miró hacia Suguru y le frunció el ceño―llama a un doctor, por último, podemos… no lo sé ¡que la vea un doctor privado!
―Tranquilo ―dijo Shoko medio sonriendo―no es grave lo que tiene, solo necesita tratamiento y descansar.
― ¿Por qué estás tan segura que es anemia? debería hacerse exámenes ―dijo Suguru poniéndose de pie.
― ¿Saben cada cuantos meses los hombres pueden donar sangre? ―preguntó sonriendo. Ambos chicos se miraron el uno al otro y negaron al mismo tiempo―cada tres meses ―respondió mostrando tres de sus dedos― ¿y cada cuanto tiempo creen que las mujeres podemos donar sangre? ―preguntó sin dejar de sonreír, como si estuviera contando una gran revelación.
― ¿Lo mismo? ―preguntó Suguru alzando una ceja.
―No ―negó Satoru―ellas hacen todo mejor que los hombres, seguramente es menos ―dijo asintiendo convencido con su raciocinio.
―Sí, es verdad. Todo lo que ustedes hacen, lo hacemos mejor ―sonrió soberbia Shoko―pero te equivocas, Satoru. ―Ambos la miraron expectantes, aunque no entendían qué tenía que ver con la situación, sabían que la información tenía un punto para su explicación―cuando uno dona sangre, te sacan alrededor de 450 a 500ml, dependiendo del banco de sangre. Esa es la cantidad que un cuerpo adulto puede perder sin descompensarse, y tarda alrededor de 3 meses en recuperar las plaquetas, los glóbulos rojos y blancos. Las mujeres tardamos 4 meses, porque perdemos sangre todos los meses.
―Ah… ―lograron decir al unísono cuando comprendieron a qué se refería con la pérdida de sangre. Miraron el suelo, algo avergonzados, Satoru fue el primero en levantar la vista con el ceño fruncido―pero… ¿qué tiene que ver con Kasumi-chan?
―Kasumi-chan perdió más de 450ml este mes por la herida con la que llegó, a eso sumarle su período menstrual le debe haber provocado un déficit de hierro… ―murmuró pensativa―pero tiene razón Satoru, un doctor debe hacerle exámenes para que confirme mi teoría y le haga una receta acorde a lo que necesita para su tratamiento.
―Ah… ―volvieron a decir al pensar en que su compañera estaba pasando por esos días. Ambos guardaron silencio por unos minutos, tantos que Shoko los miró extrañada al verlos tan callados y tímidos, entonces estalló en carcajadas al comprenderlo.
― ¡Son unos idiotas! ¿cómo se pueden avergonzar por esas cosas? No son unos críos.
― ¡Tú hablas con demasiada naturalidad de esas cosas! ―se quejó Satoru sintiendo las mejillas sonrojarse.
― ¡Porque es natural, tonto! ―sonrió Shoko―mejor haz algo útil y llama al doctor privado de tu familia, él podría hacerle exámenes si el líder del clan se lo pide ¿no? ―Satoru alzó ambas cejas al escucharla, con la preocupación había olvidado por completo que tenía esa opción.
―Sí, cierto ―dijo sacando su móvil. Shoko se adelantó y caminó de regreso al salón. Satoru buscó rápido el número de algún empleado de la familia para que se hiciera cargo, pero sus ideas aún estaban algo revueltas. Miró de soslayo a Suguru, carraspeó su garganta y murmuró en un susurro solo para su amigo―o-oye… si Kasumi-chan está en esos días del mes… eso significa que no está embarazada ¿verdad? ―Suguru volteó rápido hacia él con el ceño fruncido, lo quedó viendo con sorpresa y un poco de espanto.
― ¿En qué mierda estás pensando, Satoru? ―preguntó incrédulo.
― ¡No la juzgo! ―dijo levantando las manos―esas cosas pasan… no sabemos qué pudo hacer antes de llegar aquí ¿no? ―balbuceó nervioso y Suguru lo miró con sospecha, desvió la mirada a su celular y continuó diciendo―digo, es que eso de desmayarse lo sentí muy de dramas coreanos ¿no te pareció?
―Ves demasiada televisión ―suspiró―no creo que Kasumi-chan sea esa clase de chica…
―Sí… claro ―susurró y tragó saliva. Marcó el primer contacto que encontró y esperó que le respondieran.
(…)
Kasumi abrió los ojos por unos segundos, pero los volvió a cerrar para continuar durmiendo, frunció el ceño cuando notó que necesitaba ir al sanitario. Se obligó a despertar, intentó reincorporarse aún somnolienta, levantó la vista y alzó ambas cejas al ver que no estaba sola. Shoko estaba sentada a los pies de la cama leyendo una revista, Satoru sentado al lado de Shoko jugando con su móvil, y Suguru en una silla cerca de ellos leyendo un libro.
― ¿Qué…? ―susurró confundida y los tres voltearon hacia ella.
― ¡Al fin despiertas! ―exclamó Satoru―tengo hambre ¿qué les apetece comer?
―Pizza ―dijo Shoko y Satoru asintió sacando su móvil para llamar― ¿cómo te sientes?
―Bien ―respondió con pesadez, cerró los ojos unos segundos y los abrió lentamente, quería seguir durmiendo. Refregó el dorso de su mano en su ojo derecho y murmuró―siento dormirme de repente, nunca me había pasado.
―Sí ―asintió Suguru―pero no fue tu culpa, lo importante es que estarás mejor en unos meses ―Kasumi frunció el ceño mirándolo confundida.
―Tienes anemia, Kasumi-chan ―habló Shoko antes de que preguntara―te revisó un doctor que llamó Satoru y te hizo un examen rápido, como trabaja para la familia de Satoru, los resultados se lo dieron en unas horas.
― ¿Me revisó un doctor mientras dormía? ―preguntó espantada―pero… no sentí nada
―Descuida, yo estuve presente en todo momento ―la calmó la joven―además es de confianza, es el doctor del clan Gojou. Atiende hechiceros, claro que él no es hechicero ―murmuró cerrando la revista.
―Y-ya veo ―asintió frunciendo el ceño―siento las molestias ―dijo reverenciando― ¿Cuánto le debo? ―preguntó mirando a Gojou, el joven no le miró, seguía atento a la pantalla de su móvil
―Nada ―respondió y se puso el celular en la oreja―tranquila ¿doble queso y pepperoni? ―preguntó poniéndose de pie para salir a hablar al pasillo.
―Y una con anchoas y champiñones ―pidió Suguru.
―Y helado ―dijo Satoru mientras salía del cuarto.
―Debes tomar esta pastilla todos los días por 6 meses ―dijo Shoko acercándose al mueble que estaba junto a la cama. Kasumi frunció el ceño leyendo el frasco―es hierro. Debes cuidar tu alimentación, estarás débil los primeros meses. Puedes presentar fatiga, mareos… dolor de cabeza, mucho sueño… ¿qué más dijo el doctor? ―peguntó mirando a Suguru.
―Palidez, pies y manos frías… creo que solo eso ―suspiró―pero estarás bien si tomas las píldoras.
―Gracias ―murmuró, soltó un suspiro y levantó las cobijas. Seguía con el uniforme, solo le faltaba la chaqueta―me daré un baño y dormiré.
―Debes comer algo ―habló rápido Shoko―Satoru ya pidió la cena, ve a ducharte. Nosotros no nos moveremos de tu cuarto hasta que comas.
Kasumi contuvo la respiración por unos segundos, la preocupación que mostraban sus compañeros la conmovió. No la conocían hace mucho y la trataban como una más, como si hubieran sido compañeros de toda la vida. Sonrió agradecida y asintió, se puso de pie lentamente y fue hasta la cómoda para sacar su ropa de dormir y ropa interior. Oyó la puerta abrirse y vio como Gojou entraba sin timidez a su dormitorio. Tragó saliva y volteó hacia la cómoda otra vez, cerró el cajón y volteó a su cama justo para verlo recostarse en la cabecera con tal confianza que le avergonzó. Pues si él se mostraba así de cómodo se debía a una sola cosa, él ya se acostado en su cama antes, había ido a su cuarto muchas veces y que alguien más pudiera notar la confianza con la que se movía en su habitación se debía a eso le aceleró los latidos de su corazón.
Sacudió la cabeza de lado a lado y se apresuró en meterse al baño, necesitaba urgente una ducha, frunció el ceño al sentir el calambre en su vientre bajo. Después de ducharse y cambiarse el uniforme, salió a los quince minutos del cuarto de baño. Se encontró a los tres jóvenes en su cama estirados, cada uno concentrado en su lectura.
―La pizza ya debería estar por llegar ―dijo Suguru―vamos a buscarla, Satoru ―murmuró sin mirarlo, cambiando la página.
―Ve tú ―dijo mirándolo por el rabillo del ojo, iba a reclamar cuando notó la mirada de su amigo. ―Ah… bien, vamos ―dijo bostezando. Se levantaron al mismo tiempo de la cama y salieron rápido del dormitorio, dejando solas a las chicas en el dormitorio. Apenas salieron del cuarto, Satoru murmuró en un tono inseguro― ¿por qué debíamos dejarlas solas?
―N-no lo sé ―se encogió de hombros―quizás Shoko quería decirle algo sobre su condición… y Kasumi-chan podría avergonzarse si sabe que nosotros sabemos que está… tú sabes ―volvió a encogerse de hombros―esto es raro… ―reconoció apenado.
―Sí, agradezco ser hombre ―Suguru sonrió, no lo dijo en voz alta, pero le encontraba razón.
(…)
Recién cuando sintió el olor de la masa con ingredientes se le abrió el apetito. Kasumi miró atenta como abrían las cajas y las dejaban sobre la cama usándola de mesa. Suguru continúo en su silla, así como Shoko y Satoru en su cama. Satoru fue el primero en sacar una porción, no esperó que ninguno agradeciera por la comida y se la echó a la boca. Suguru tomó su porción y al unísono con las niñas, agradecieron por la cena. Se oyeron golpecitos suaves en la puerta a los minutos después, Kasumi frunció el ceño algo confundida.
― ¿Quién te visita a esta hora? ―preguntó Satoru mirándola por encima de los lentes. La joven volteó hacia él apenas le oyó, y si no hubiera estado tan pálida se le habría notado que aquel comentario le había avergonzado.
―Es Nanami ―sonrió Suguru poniéndose de pie―le avisé que Kasumi-chan estaba enferma.
Satoru frunció el ceño, miró de soslayo a la joven que miraba expectante por el ingreso del joven hechicero. Suguru no se equivocaba, apenas abrió la puerta un tímido y sucio Nanami Kento se asomó por el umbral.
― ¡Nanami-senpai! ―saludó emocionada― ¿vienes de una misión?
―Lo siento, llegué recién. No pasé a cambiarme ―murmuró mirándose el uniforme― ¿cómo te sientes?
―Hola, Nanami-senpai ¿cómo estás? Nosotros bien, gracias por preguntar ―dijo Satoru con sarcasmo al mismo tiempo que lo miraba por el rabillo del ojo. El rubio lo miró por unos segundos y luego le ignoró, centrándose en la joven.
―Mejor, gracias por preocuparte ―sonrió tímida al pensar que había preferido ir a visitarla antes de ir a su cuarto.
―Pero no te quedes en la puerta, pasa a comer ―dijo Suguru―lo siento, Kasumi-chan. Estamos invadiéndote ―sonrió mirando en su dirección.
― ¡No es ninguna molestia! ―se apresuró en decir―m-me siento cómoda con todos ―sonrió mirando la porción de pizza en sus manos― ¿cómo te fue en la misión, Nanami-senpai?
―Bien ―dijo mirando al grupo―pero paso, me iré a dormir.
― ¡Ven a comer con nosotros! ―exigió Shoko―luego te duchas y duermes, ven.
―No lo obliguen ―susurró Satoru, pero habló entre dientes por lo que solo Suguru lo escuchó, lo miró en silencio, buscando el motivo de su hostilidad camuflada y el único factor que notó diferente fue la presencia de Nanami, entonces sonrió. Satoru tenía problemas serios de personalidad, le gustaba ser el centro de atención y estaba seguro que lo que le molestaba era la atención que Kasumi le daba al joven hechicero.
―Quédate unos minutos ―pidió Kasumi sonriéndole. Nanami miró las cajas de pizza, olfateó con disimulo y decidió quedarse, no podía decirle que no al queso fundido.
―Permiso ―dijo cuando entró al cuarto de la joven, le dio un vistazo rápido, no había mayores detalles que delataran que la habitación era de una chica, supuso que tenía que ver con que Kasumi había llegado hace muy poco y esa no era su época.
Kasumi dio unas palmadas a su lado en la cama, invitándolo a ubicarse junto a ella. El rubio no se incomodó por el detalle, pero si disimuló la sonrisa al pensar en lo agradable que era la joven. Para Nanami, Kasumi le recordaba como a una hermanita pequeña preocupada por su familia, de esas que se hacen responsables de deberes que no le corresponde y estaba seguro que era de ese modo por lo que Suguru le había contado. Pasó primero al sanitario a lavarse las manos y luego volvió a sentarse donde la joven lo había invitado, bajo la atenta mirada de Gojou.
Satoru no hizo ningún comentario más. Se dedicó a comer y beber gaseosa en silencio, atento a la interacción de la joven de Kioto y Nanami. No quería centrarse en por qué los estudiaba con tanto detenimiento, se convencía que se debía únicamente a su curiosidad. Pero en lo que se quedó viéndolos, no encontró nada sospechoso aparte de la excesiva amabilidad de Kasumi hacia el serio hechicero. Le incomodaba verlo, a pesar de que no había mayor intimidad, no dejaba de pensar que a él lo debería estar tratando de ese modo y no ignorando. Si bien, era él quien había estado distante en las últimas semanas, en ese momento su ego no entendía razones y en lo único que pensaba era en que debía ser el centro de atención. Normalmente diría algún comentario burlesco o cambiaría el tema de conversación para que todo se centrara en él, pero su irritación no lo dejaba pensar.
Apenas terminaron de cenar recogieron las cajas y basura que quedó. Se despidieron rápido de la joven al verla cansada, y cuando Kasumi quedó sola, decidió ir al sanitario una última vez esa noche, cepillarse los dientes y dormir, le urgía dormir. Mientras se miraba en el espejo notó lo que Shoko le había comentado, estaba ojerosa y su piel demasiado blanca, una palidez que había atribuido a su ciclo menstrual, lo mismo la fatiga. Suspiró con pesadez, no dejaba de pensar que lo único que estaba haciendo en el último tiempo era ser una molestia para todos, sin embargo, la amabilidad y preocupación con la que la trataban le hacía borrar esos pensamientos funestos.
Buscó unas calzas cortas entre los cajones, se quitó el pantalón de su pijama y se la puso rápidamente para afirmar su ropa interior, necesitaba un poco de seguridad para dormir en esos días. Alcanzó a acostarse cuando oyó un par de golpecitos suaves, frunció el ceño, iba a levantarse, pero se quedó en su sitio al ver como la puerta se abría lentamente y Gojou asomaba el rostro. Kasumi alzó ambas cejas, le miró sorprendida y expectante. No había pasado más de media hora desde que se había ido junto a los demás.
― ¿Gojou-kun? ―preguntó cuándo lo vio entrar y cerrar la puerta detrás de sí― ¿se te olvidó algo?
― ¿Cómo sigues? ―respondió él―vine a cuidarte. ―Kasumi abrió los ojos de par en par y balbuceó nerviosa una excusa que él no escuchó. En cambio, se aceró con calma a la cama, se quitó los lentes y los dejó sobre la cómoda. Levantó las cobijas y murmuró sonriéndole―hazme un lado.
―N-no ―se quejó nerviosa―no puedes dormir aquí ―tragó saliva, y le miró perpleja. Pero él se encogió de hombros y se metió entre las sábanas, empujándola con su cuerpo para la orilla―Gojou-kun…
―Solo vine a cuidarte, no te haré nada ―dijo mirándola serio―me dejaste preocupado ―reconoció apoyando la cabeza en la almohada.
― ¿S-sí? ―preguntó ilusionada. Desvió la mirada, sintiendo el calor subírsele al rostro, se preguntó si por fin tenía algo de color en las mejillas―gracias por lo del doctor…―lo miró tímida, él se encogió de hombros y murmuró volteando hacia ella.
―Pensé que había fallado el condón ―Kasumi se tensó apenas le oyó y lo miró con los ojos bien abiertos mientras en sus labios se formaba una mueca nerviosa―hasta me imaginé un pequeño Satoru corriendo por los pasillos de la escuela. ―Bromeó y rio al pensarlo.
― ¡N-no juegue con eso! ―dijo sin mirarlo, sintió las palmas sudar al imaginar una situación de esa índole. Tragó saliva y murmuró nerviosa―es mejor que se vaya a su cuarto.
―Me quedaré contigo hasta que te duermas ―dijo él― ¿temes que te haga algo mientras duermes? ―susurró mirándola fijamente.
Kasumi volteó rápido al oírle, sintió el corazón latirle deprisa. Su cabello estaba desordenado y algunas hebras le cubrían los ojos. Se quedó unos segundos viéndole a la cara, buscando la respuesta a su pregunta en sus facciones, aunque ya la sabía. Relamió su labio inferior y negó meciendo su flequillo y algunos mechones que estaban cerca de su rostro.
―No ―dijo susurrante―sé que no me harás nada.
Satoru medio sonrió, y fue su turno de darle palmaditas a la almohada, invitándola a recostarse. Kasumi tragó saliva otra vez, tímida y nerviosa le obedeció. Sentía todo el cuerpo temblarle, y era algo bobo si lo pensaba. Había cruzado la línea con Gojou Satoru ¿Por qué estaba nerviosa por dormir junto a él? Porque era Gojou Satoru se respondió con rapidez.
―No quiero que me veas dormir, es extraño ―murmuró una vez que se acomodó a su lado, y apenas su cabeza tocó la almohada, sintió los ojos pesados otra vez, exigiéndole dormir.
―Ya te he visto dormir y sé que babeas ―dijo él encogiéndose de hombros.
Kasumi sonrió y cerró los ojos, pero al estar de espaldas a la cama no pudo conciliar el sueño. Se acomodó de costado mirando hacia él y desvió la mirada cuando notó sus ojos fijos en ella. Seguramente a esas alturas estaba ruborizada, esperaba que no demasiado, se sentía expuesta ante sus ojos celestes. Volvió a mirarlo, él seguía observándola. Un silencio peculiar los envolvía, seguían con las luces encendidas, pero la intimidad que se había formado entre ambos jóvenes no era incómoda para ninguno. Kasumi no sentía la necesidad de hablar para distraerse o calmarse, y Satoru no buscaba ser quien dominara el encuentro. Simplemente quería estar junto a ella, no pensó en el porqué.
―Gojou-kun ―susurró Kasumi. Él alzó ambas cejas en respuesta―no eres insoportable ―repitió en un tono dulce, y al no ver molestia en sus rasgos se atrevió a sonreírle con timidez―lo siento.
Satoru no respondió. La miró a los ojos, el azul se vía un poco más oscuro al darle la espalda al foco de luz. Notó las manchas violáceas debajo de sus ojos, en sus mejillas había un tono rosa pastel, que debía ser rojo intenso, pero con su anemia aquello era imposible en ese momento. Bajó su mirada hasta sus labios que dibujaban una diminuta y amable sonrisa, entonces se abalanzó rápido hacia ellos y la besó castamente.
Kasumi se alejó unos centímetros por la sorpresa. Él la observó atento, buscando el rechazo con el que lo trataba últimamente, pero no vio nada más que expectación, entonces se animó a besarla otra vez. Ella respondió el segundo beso, le permitió mover sus labios e introducir su lengua, no duró demasiado, él prefirió parar antes de que sus hormonas se volvieran insoportables, como ella le había dicho antes. En cambio, se alejó unos centímetros al mismo tiempo que la rodeaba con su brazo derecho y Kasumi lo permitió.
El calor que Gojou le transmitía era reconfortante. Su aroma era una mezcla extraña, pero agradable, aquel olor que su playera ya había perdido. Sonrió en contra de su pecho, sintiendo como sus propios latidos se volvían locos por estar abrazada con él. Era un abrazo inocente, carecía de segundas intenciones, estaba segura, podía sentir como su mano acariciaba lentamente su espalda, como si la hiciera dormir. Sonrió al pensarlo, cerró sus ojos y susurró.
― ¿Por qué haces esto…? ―realmente quería saberlo, pero también sabía que, si él no era honesto con su respuesta, no le molestaría y no entendía por qué. Seguramente se debía a que, sin importar sus intenciones, aquel momento era invaluable y nadie se lo arrebataría.
―Para hacerte cambiar de opinión. Para que pienses que soy un buen chico y quieras acostarte conmigo ―dijo en un susurro mientras apoyaba su barbilla en la cabeza de la joven.
―Ya veo, lo pensaré ―dijo en un susurro dulce que le hizo sonreír.
No pasaron más de cinco minutos cuando la oyó respirar pausadamente, aun así, no dejó de acariciar su espalda, al mismo tiempo que se preguntaba lo mismo que Kasumi le había preguntado minutos atrás:
¿Por qué hacía eso?
Lo cierto era que no tenía una respuesta clara. Sabía que lo que le había dicho era en parte verdad, sin embargo, no dejaba de sentirse extraño, incluso confundido ¿por qué llegar a ese punto por Kasumi? Sonrió, se sentía como si quisiera caminar sobre hielo quebradizo cuando podía levitar fácilmente controlando el infinito con su técnica. Tal vez solo buscaba diversión, salir de la monotonía, odiaba la rutina y Kasumi era una caja de sorpresas. Seguramente se trataba de eso, no tenía más explicación que esa, no en ese momento al menos.
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N/A: Un Satoru pequeño con ojitos azules necesito! Kasumi y Satoru pls! es necesarioooo! xDDD
Espero que les guste el cap, mis ojos arden mucho, lamento si hay palabras revueltas, letras faltantes o sobrantes y muchos errores ortográficos, sorry.
Gracias por comentar, en serio me anima que más personitas disfruten de esta ship. Este cap fue un poquito más suave para que estos dos se acerquen, Kasumi no se iba a levantar la falda porque sí aunque quisiera hahhaa. Espero no haberme equivocado mucho con lo de la anemia, leí y eso, pero al fin de cuentas no soy doctor xD sorry si hay muchas incongruencias,
Espero leernos pronto!
