R18
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Persuasión
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Kasumi se quedó viéndolo por varios minutos. Aun no dejaba de sorprenderse con las ocurrencias de Gojou, pero sobre todo por su personalidad. Cada gesto y reacción del chamán la dejaba pensando o admirándolo, no dejaba de preguntarse si Gojou-sensei tenía destellos del atrevido adolescente que estaba acostado en su cama.
― ¿Por qué…? ―empezó diciendo, mirándolo visiblemente confundida.
―Te vine a cuidar ―respondió él exhibiendo una amplia sonrisa―ven. ―Dijo dándole unas palmaditas a la cama.
―Ya me siento mejor, no es necesario… ―murmuró insegura. Gojou frunció el entrecejo y negó, Kasumi lo miró confundida mientras se acercaba a la cama―no es apropiado que se quede…
―Pero tu período dura varios días ¿no? ―Kasumi abrió los ojos de par en par apenas le oyó, sintió todo su cuerpo tensarse al mismo tiempo que sus mejillas se acaloraban por la vergüenza, no logró modular ninguna palabra, pero él entendió rápido lo que quería decir―Shoko nos dijo ¿van dos días más o menos?
― ¿P-por qué sabes eso? ―preguntó con un hilo de voz, seguía de pie junto al borde de su cama, sentía el corazón latirle deprisa mientras lo miraba. Sus ojos celestes estaban fijos en su rostro, Kasumi no estaba segura si prefería que usara sus lentes en ese momento o que se quedara así. Estaba tan avergonzada que no quería saber que la viera, sin embargo, siempre era un agrado ver sus hermosos ojos.
―Shoko nos explicó que te sentiste muy mal porque te enfermaste de anemia y más lo de tu período… no fue una buena combinación ―murmuró pensativo. Kasumi desvío la mirada, el poco color que tenía en el rostro se acumuló en sus mejillas. Satoru la miró por unos segundos y se rascó la cabeza, entendía que estuviera avergonzada. Cuando ellos supieron también se inquietaron, quizás debió ser más sutil para decir aquello―bueno… es normal, no te apenes. Por eso usas esas calzas ¿verdad?
―S-sí ―reconoció, soltó un suspiro y se sentó en el borde de la cama―pero me siento mejor, no es necesario que te quedes.
―Quiero hacerlo ―dijo él apoyándose en la pared―me iré antes de que amanezca ―aseguró y Kasumi lo miró de soslayo.
Era cierto, las dos noches anteriores en las que se había quedado a acompañarla, él se había acurrucado junto a ella, sin propasarse ni molestarla, simplemente abrazándola mientras se dormía. Y a la mañana siguiente se encontraba sola, preguntándose si eso realmente había pasado. Estaba confundida, quizás su plan estaba dando frutos y empezaba a pensar que era un buen chico, medio sonrió y se recostó mirando hacia el techo.
Apenas su cabeza tocó la almohada, sintió sus ojos pesados. Llevaba un par de días tomando las pastillas que le habían recetado, y sentía que poco a poco iba recuperándose, al menos ya no tenía mareos ni se quedaba dormida de pie, pero apenas era la hora de dormir, caía a los minutos en un profundo sueño y le costaba levantarse al día siguiente. No sabía cuánto tiempo estaría así, pero empezaba a acostumbrarse. Soltó un profundo suspiro y volteó hacia Gojou, sus ojos somnolientos se abrieron de golpe apenas notó los ojos del joven fijos en ella.
― ¿Q-qué? ―frunció el ceño cuando oyó su propia voz. No entendía porque no podía relajarse estando a su lado, no se sentía incómoda, pero tampoco tranquila. Quizás la palabra que englobaba sus sentires era la expectación. Se encontraba constantemente esperando por sus palabras o lo que haría, en el fondo esperaba que volviera a besarla de la nada, y a la vez, temía que lo hiciera porque sería su punto sin retorno. Si volvía a tocarla con esa gentileza que le había mostrado las últimas dos noches, estaba segura que caería en su juego y no lograría salir jamás de eso.
― ¿Tenías novio o algo en tu época? ―Kasumi alzó ambas cejas al oírlo, lo quedó viendo unos segundos, él se acomodó debajo de las cobijas sin dejar de mirarla.
―No… ¿por qué lo preguntas? ―frunció el entrecejo algo extrañada ¿por qué era importante a esas alturas? Lo vio apoyar su barbilla en su mano mientras se acomodaba de costado para verla.
―Es extraño que una chica como tú no tenga novio o pretendientes ―dijo encogiéndose de hombros. ― ¿Acaso en el 2018 los japoneses siguen siendo tímidos y poco sociables? Creí que la sociedad sería más liberal ―murmuró pensativo.
― ¿Una chica como yo? ―prefirió preguntar. Gojou la miró serio por unos segundos, Kasumi desvió la mirada inquieta, tragó con disimulo y volvió a mirarlo para encontrarse con su sonrisa.
―Bonita ―explicó él y la joven se paralizó―oh vamos, estoy seguro que te lo han dicho muchas veces ―dijo en tono acusador.
―N-no es así ―negó mirando hacia el techo, sintiendo como su rostro se abochornaba de repente ¿Gojou Satoru la encontraba bonita? Su pecho se llenó de ilusión, sobre todo al pensar que si Gojou-kun la encontraba linda, seguramente Gojou-sensei también, pero, así como vino, se fue al pensar en que solo estaba diciendo esas cosas para convencerla de tener sexo con él. ―Nadie me ha dicho eso… ―susurró sin mirarlo.
―Pero tienes compañeros ¿no? Seguramente más de alguno lo piensa y son demasiado tímidos para decirte ―sus ojos viraban desde su perfil hasta su pecho, luego subían a sus labios. Cada vez que la admiraba, la encontraba más bonita. Normalmente no le ponía mucha atención a su entorno, era primera vez que pasaba tanto tiempo con alguien que no fuera un amigo, quizás por eso se había dedicado a estudiarla.
Kasumi pensó en Mechamaru, Kamo-san e incluso Todou y frunció el ceño, segundos después sonrió al imaginar una escena así. Nunca les prestó demasiada atención a los muchachos, y el poco interés que tenía en el género opuesto se extinguió cuando entró al colegio de Kioto. En el mundo de la hechicería no había tiempo para pensar en buscar novios cuando el principal objetivo era sobrevivir cada misión y salvar a la mayor cantidad de no hechiceros posibles. Además, tenía que velar por sus hermanos menores, definitivamente no tenía tiempo para esas cosas y nunca le preocupó. Miró de soslayo a Gojou, él continuaba observándola, seguramente esperando por una respuesta.
―Tengo compañeros… pero no hay tiempo para esas cosas ―murmuró insegura.
―Ah… ―soltó mirándola a los ojos y luego a su pecho otra vez. No estaba usando sujetador, lo había notado apenas la vio salir del cuarto de baño y no lograba concentrarse―bueno… entonces también soy el primero en decírtelo. Eres muy linda, me sorprende que no seas popular en tu época. Quizás lo eres y no te das cuenta, eso también atrae mucho a los chicos.
Kasumi tenía los labios pegados. Sus latidos acelerados eran molestos, estaba segura que su rostro estaba sonrojado a esas alturas, y es que no solo era oírle decir que era guapa, el que hiciera alusión a que era el primero en su vida le ponía nerviosa. Gojou tenía una personalidad extrovertida para todo, no tenía problemas para hablar de temas controversiales para la mayoría, o vergonzosos. Mientras que para ella aún era difícil mirarlo a la cara después de haberse acostado con él a menos de una semana de estar en Tokio del 2007.
―M-me dices estas cosas… porque quieres que me acueste contigo ¿verdad? ―susurró avergonzada.
―Ya estamos acostados ―Kasumi volteó a verlo con las cejas encorvadas y un puchero en los labios. Satoru soltó una risa breve y negó dos veces, meciendo sus mechones rebeldes. ―Te encuentro muy linda, Kasumi-chan. Creo que eres la más bonita de las hechiceras que he conocido, e incluso de las chicas que he visto por ahí. Claro, tendría que estudiarlo con tiempo. Pero sí estoy seguro que eres más linda que Shoko, Mei Mei o Utahime ―murmuró pensativo― ¡Ah! Pero también quiero tener sexo contigo otra vez, quizás es por lo mismo. Porque te encuentro linda.
―N-no diga esas cosas, por favor ―logró decir, soltó un suspiro y se tocó el rostro con las manos frías, intentando calmar el calor de sus mejillas― ¿lo hace para molestarme?
―No, es la verdad. Te encuentro linda y quiero acostarme de nuevo contigo ―dijo serio―hacerlo bien esta vez… ―susurró, lo suficientemente bajo para que Kasumi no lo oyera.
―Creo que debería… ir a su cuarto ―murmuró sin mirarlo, sintiendo el corazón latirle deprisa.
― ¿¡Eh!? No quiero ―se quejó acercándose un poco y Kasumi volteó a mirarle estirando un poco el cuello para alejar su rostro de los peligrosos labios de Gojou Satoru. ―Me iré cuando te duermas, lo prometo.
―E-entonces no diga esas cosas por favor ―pidió desviando la mirada.
―Pero es la verdad ―Satoru miró su perfil por unos segundos, luego su pecho, tragó saliva con disimulo y murmuró―oye, oye ―Kasumi volteó a mirarlo, y titubeó unos segundos al ver sus grandes ojos azules, pero recuperó el entusiasmo rápido cuando bajó su vista hasta su pecho otra vez, y en un movimiento rápido acercó su dedo índice derecho al pecho de Kasumi―tienes frío ¿eh?
Kasumi alzó ambas cejas cuando sintió la punta de su dedo tocar con suavidad su pezón derecho. Su cuerpo se tensó rápido, al mismo tiempo que sus mejillas se abochornaban aún más desde que le había dicho que la encontraba linda. Levantó rápido la vista hasta el rostro del hechicero que, a diferencia de ella, no parecía nervioso o tímido por lo que estaba haciendo.
― ¡Gojou-kun! ―exclamó escandalizada, quitó su dedo con su mano derecha y le miró con el ceño fruncido―n-no haga eso.
― ¡No es mi culpa! Me distraen ―se quejó encorvando las cejas― ¿me dejas tocarlos? ―sus ojos parecieron brillar más que de costumbre, Kasumi se quedó estática en su sitio sin poder apartar la mirada de su rostro iluminado. Por un momento le pareció familiar su expresión, entonces lo recordó, era muy similar a sus hermanos cuando esperaban abrir su regalo de cumpleaños.
― ¿Q-qué? ¿por qué? ―dijo con la voz algo quebrada. Tragó saliva y con mucho esfuerzo, logró apartar la mirada de sus ojos. ―En serio creo que es mejor que se vaya.
― ¿Eh? ¿estoy siendo insoportable? ―Kasumi suspiró y negó sin mirarlo―entonces ¿lo estás pensando?
―No… ―no esperaba que su voz se oyera dudosa, y se lamentó apenas lo notó. Si él veía o percibía su duda, seguiría insistiendo. ―Es hora de dormir ¿sí? ―dijo volteando a verlo, para cambiar el tema.
―Kasumi ―lo miró expectante al oír su nombre sin un sufijo acompañado, trató de no mostrarse muy emocionada, o quizás no lograba reaccionar del asombro― ¿puedo…? ―insistió sonriéndole y la joven cedió.
Asintió sin mirarlo, completamente rendida a los encantos del hechicero. Él no tardó en acercarse, sintió su respiración chocarle en el cuello y se estremeció por su cercanía. Gojou rodeó su cintura con su brazo derecho y la mano de su mismo brazo se apoderó de su seno izquierdo. Se avergonzó cuando se le escapó un débil gemido, evitó mirarlo, mientras que él acariciaba suavemente su pecho. Sintió la punta de su nariz rozarle la curva de su cuello y los nervios la descompensaron al pensar que planeaba besarla. Era extraño que se impacientara más por un beso que por su toque.
― ¿Puedo tocarte debajo de la playera? ―le susurró en un tono grave y varonil, erizándole los vellos, al que no pudo negarse. Asintió sin mirarlo, y él sonrió. Podía percibir que estaba nerviosa, y el que le dejara tocarla significaba que ya había ganado, seguía teniendo efecto en la joven de Kioto.
Relamió sus labios cuando su palma tanteó su vientre hasta subir a su pecho izquierdo. Tragó la saliva que se le acumuló en la boca al tantear su pezón erizado y sin timidez lo agarró entre dos de sus dedos jugueteando. Ella respiró profundamente, elevando su pecho en el proceso y la miró de soslayo, el poco color de su rostro se había acumulado en sus mejillas haciendo que el rubor destacase más. Se apegó más a su cuerpo, sin preocuparle que sintiera su erección en su cadera, al contrario, necesitaba frotarla en ella, el deseo estaba encendido y solo Kasumi podía aliviarlo.
Tragó saliva y llevó su mano izquierda hasta el dorso de la mano derecha de Gojou, no lo detuvo, pero se quedó allí, sintiendo su calor. Lo miró de soslayo, él estaba inclinado ligeramente sobre su hombro, su aliento le chocaba en el rostro, alcanzó a ver sus labios entreabiertos, casi invitándola, entonces lo besó. Perdió el control por completo, atrás quedó su discurso de que no se involucraría con un adolescente egoísta, y aunque sabía que seguía siéndolo, su plan dio resultados. Fue el fruto de mostrarse preocupado y atento esos días.
Gojou alzó ambas cejas, los labios de Kasumi chocaron abruptamente contra los suyos, casi con torpeza, pero a los segundos la joven los movió con suavidad, seduciéndolo. El beso de Kasumi era delicado, casi afectuoso, pero no estaba seguro de eso último pues no estaba acostumbrado a que lo besaran con tal ternura. Estaba un poco desconcertado, la dulzura con la que la joven lo besaba hacía un contraste con el deseo que él mostraba mientras palpaba con entusiasmo su pecho. No le incomodaba, pero no era suficiente para calmar sus ansias por ella. Por lo que rápidamente guio el beso a niveles más intensos, dominando el momento.
Los labios de Gojou eran dulces, lo que era normal para la cantidad de golosinas que consumía, pero era agradable. Intentó no prestarle oído a los jadeos que se les escapaban a ambos a medida que movían sus labios con entusiasmo, porque se avergonzaba de sí misma. Estar así con el adolescente Gojou Satoru la hacía sentir culpable por desearlo bajo su circunstancia. Debería estar preocupada por volver a su época, sin embargo, el calor que el hechicero más fuerte despertaba en ella la sacudía por completo en tantos niveles que no lograba pensar con claridad en algo más que en su boca y caricias.
―Quiero follarte ―susurró contra sus labios al mismo tiempo que se subía a su cuerpo.
Kasumi contuvo la respiración por unos segundos, como si no supiera que era eso lo que él quería. Porque claro que lo sabía, se lo había dicho en repetidas ocasiones y su pene erecto chocando contra su cadera era la prueba. Tragó saliva y relamió sus labios, suspiró lentamente y lo miró a los ojos. Sus pestañas blancas eran largas, quizás más que las suyas y sonrió al notarlo. Él la miró confundido por unos segundos y volvió a besarla, mientras empujaba con su rodilla sus piernas para que le diera un espacio.
―G-Gojou-kun ―logró decir entre jadeos―no puedo ahora ―y apenas lo dijo, se regañó por dejar la puerta abierta para otra ocasión, quizás era por el calor del momento o si era más honesta consigo misma, era lo que realmente pensaba, un "tal vez otro día" le podía dar tiempo para pensar lo que realmente quería o debería hacer. ―Estoy… tú sabes.
―Ah… ―Satoru respiró profundamente sin dejar de mirarla, tragó saliva y se inclinó hacia su boca―no me complica… podemos poner una toalla o algo ―dijo serio.
―N-no ―Kasumi frunció el ceño y mordió su labio inferior, definitivamente esa opción no le agradaba―tal vez deberías irte a tu cuarto… ―susurró mirándolo con timidez.
―Deja de echarme ―exigió con el ceño fruncido―podemos hacer otras cosas ―murmuró con una sonrisa maliciosa a los segundos después.
― ¿Otras cosas? ―Satoru sonrió y la besó, volvió a agarrar su pecho y lo amasó con entusiasmo, segundos después se alejó un poco para subir por completo su playera, Kasumi no se lo impidió, y con su visto bueno podía conseguir mucho, pensó. La actitud de Kasumi era todo un logro para él, después de su rechazo constante, el que se dejara tocar y que lo besara, era la señal que buscaba. Había ganado y siempre tuvo la razón.
Ella lo deseaba, quizás más que él a ella y con eso su ego se sentía en calma otra vez.
―Sí… ―susurró y la besó. Pasó su lengua por sus labios y ella abrió la boca para dejarlo pasar.
Satoru frunció el ceño, Kasumi le seguía el ritmo con facilidad y aquello era un problema para él. El deseo estaba en su punto de ebullición, influir con tanta facilidad en la adorable joven de Kioto le excitaba más de lo que estaba dispuesto a admitir. Tenía una fijación con Kasumi que suponía tenía que ver con su negativa a hacer lo que él quería, y creía firmemente en que se le pasaría una vez que corroborara que no le era indiferente, y se aburriría fácilmente como siempre le ocurría.
Al menos por ahora, ella le interesaba y quería llegar hasta el final, y con su negativa combinada con sus besos apasionados no le ayudaba. Estaba seguro que la tela de su bóxer estaba mojada, la impaciencia por satisfacer sus deseos era un mal consejero y con el calor subiéndosele a la cabeza y concentrándose en su erección, terminó pensando en una atractiva propuesta ―al menos para él― que no se avergonzó en decirle.
―Oye… Kasumi ―dijo entre besos, haciendo presión con su pelvis en su muslo― ¿me ayudas? ―le susurró apartándose de su boca, medio sonriéndole.
―Claro… ¿en qué te puedo ayudar? ―su voz sonó bajita, casi sin fuerzas como si sus besos le hubieran robado las energías.
―Estoy aburrido de masturbarme por tu culpa ―le dijo sin timidez― ¿me echarías una mano? ―y alzó ambas cejas sin dejar de sonreírle.
Kasumi se tensó, entendió rápidamente qué le estaba pidiendo. Su cercanía de repente se le hizo sofocante, mordió su labio inferior, pensando su respuesta y el que lo pensara le decía bastante. Tragó con disimulo, entendió ahí mientras estaba debajo de su cuerpo mirándolo a los ojos, que por más que le avergonzara lo que le pedía, si se lo pedía él podía considerarlo. No sabía si podía asociarlo con su admiración a Gojou-sensei, porque no era capaz siquiera de pensar en una posibilidad en la que pudiera estar en esas instancias con él, en cambio con el adolescente tenía chances y entonces lo comprendió, que lo mismo que la había empujado a acostarse con él, era lo que la hacía dudar y caer a sus pies. No podía desaprovechar una oportunidad como esa, que estaba segura no se volvería a repetir.
―N-no sé hacerlo ―dijo desviando la mirada y Satoru sonrió triunfante.
―Descuida, nadie nace aprendiendo ―murmuró mientras se bajaba de su cuerpo sin dejar de mirarla. Kasumi iba a bajar su playera, y él la detuvo con su mano apenas lo notó―no, quiero verlas. ―Y ella le dio en el gusto.
Satoru se bajó rápido del cuerpo de Kasumi y se sentó apoyando la espalda en la pared, relamió sus labios, ansioso, al ver como la joven se acercaba tímidamente. Tenía el rostro sonrojado, incluso le pareció que temblaba, pero no tanto como la primera vez que estuvieron juntos, por lo que no se alarmó y supuso que era normal por su inexperiencia. Sus ojos se quedaron fijos en sus pechos que se sacudían con gracia a medida que la joven se acercaba. Él no tardó en bajarse los pantalones junto con su ropa interior, dejando libre su pene erguido. Se rio cuando la joven desvió la mirada apenada al verlo, le tomó la mano derecha y la acercó a su cuerpo. Kasumi jadeó por la sorpresa, pero no le dio tiempo para que se quejara y la besó con urgencia. Ella correspondió a su beso a los segundos, y aprovechó esa instancia para guiar su mano hasta su miembro.
―N-no sé hacerlo ―repitió contra sus labios. Satoru se alejó brevemente soltando un profundo suspiro cuando la palma fría de Kasumi envolvió su erección.
―Agárralo firme ―susurró―y sube y baja la mano ―Kasumi lo miró a los ojos, el cian de sus iris se veía en tonos oscuros, pero no le restaba atractivo a su mirada. Sentía que, viéndolo así a la cara, cualquier cosa que le dijera ella le haría caso sin pensarlo.
Quizás se volvía su muñeca sin darse cuenta, o, por el contrario, le gustaba que fuese de ese modo, darle en el gusto. Estaba dispuesta a ceder, a dejar su vergüenza y timidez por él. Si lo pensaba con detenimiento, aquello no era bueno, sin embargo, sentía que aquello le podía ayudar de alguna manera a dejar su inseguridad. Tal vez solo buscaba excusas para no sentirse culpable por lo que estaba haciendo, quería disfrutar de lo que hacían tal como él, no sentir pudor ni arrepentimientos. Con eso en mente, le obedeció otra vez.
El choque de temperaturas hizo temblar a Satoru. La mano fría de Kasumi no se sentía nada mal, sonrió mientras soltaba un profundo suspiro y mordió su labio inferior sin dejar de mirarla. Algunos mechones de su cabello cayeron hacia delante y se movían al ritmo de su mano sobre su pene, tragó con disimulo sin dejar de estudiarla. La joven parecía concentrada en su labor y solo miraba su erección, tal vez estaba demasiado avergonzada como para mirarlo. Sus ojos bajaron hasta sus pechos, tenían una caída atrapante, le costó apartar la mirada del tono rosa de sus pezones para luego verla a la cara otra vez. Se inclinó hacia su rostro y sujetó su mejilla izquierda con su mano para guiarla a sus labios. Sin dejar de besarla, murmuró en un hilo de voz provocador.
―Y si… ―mordió su labio inferior ¿tenía vergüenza por preguntar aquello? No, simplemente no quería arruinar el momento con sus ocurrencias, pero sentía que podía conseguir más si se lo pedía, ella estaba dispuesta. Volvió a besarla y continuó susurrando―Kasumi… escupe para hacer más fácil el trabajo de tu mano ―la joven entreabrió los labios por unos segundos, agachó la mirada hasta lo que hacía y detuvo su movimiento.
― ¿Escupir? ―repitió incómoda―eso es… no lo sé ¿es necesario? ―preguntó encorvando las cejas.
―Es para que la fricción no nos lastime ―explicó―o podrías… ―Kasumi alzó ambas cejas y lo miró expectante. Soltó una risa nerviosa que disimuló bien, y sin dejar de sonreír, habló―chupármelo.
― ¿Eh? ―Kasumi apartó su mano bruscamente de su pene y le miró espantada, pero él lejos de avergonzarse o molestarse, solo la miraba riéndose, y no entendía qué le causaba gracia si ella o la situación― ¿c-cómo chuparlo?
―Como si fuera una paleta ―explicó sonriéndole, estrechó sus ojos cuando la vio dudar y supo enseguida cuál sería su respuesta. No pudo evitar sonreír arrogante, es que las cosas habían retornado a su curso. ―Si no quieres, lo entiendo. Solo escúpelo ―dijo fingiendo desinterés.
―Pero… quieres que haga lo otro ¿verdad? ―dijo desviando la mirada, tragó con dificultad, sentía el corazón latirle deprisa y fuerte, tanto que le dolía. Temía que incluso él pudiera oírlo, la vergüenza se le subió al rostro de solo imaginar hacer lo que le pedía, que no lo encontraba extraño, sabía que a los chicos les gustaban esas cosas, pero ¿y a ella? ¿sería agradable o incómodo como el sexo? Supuso que la única forma de saberlo era haciéndolo.
―Solo si quieres ―dijo él y acarició sus hombros debajo de su playera arremangada―no quiero presionarte.
―Lo haré ―respondió sin mirarlo, perdiéndose la sonrisa socarrona del hechicero―pero… no sé cómo, temo hacerlo mal.
―Ah… ―pensó unos segundos frunciendo el ceño, no podía decirle que lo que sabía lo había visto en material pornográfico, le daría la razón a Suguru y no era el momento, por lo que prefirió fingir inocencia―lo averiguamos en el camino ¿no?
― ¿No lo habías experimentado antes? ―preguntó sorprendida volteando a verlo. Él negó y Kasumi contuvo la respiración ¿sería la primera chica que le haría sexo oral? ¿por fin sería la primera en algo para él? Y la respuesta le motivó. ―Bien… intentémoslo.
Satoru alzó ambas cejas al verla animada con su petición, pero sonrió a los segundos y miró expectante el espectáculo. Kasumi se arrodilló entre sus piernas y tragó saliva, la vio inclinarse hasta su pelvis y con sumo cuidado tomó su pene, no había duda en sus ojos y aquello le excitó aún más, pensar que ella deseaba complacerlo le alimentó el ego a tal punto que no podía dejar de sonreír, casi como si se burlara de la ironía. Hace unos días ella lo había abofeteado y echado de su cuarto, ahora la tenía de rodillas dispuesta a darle en el gusto.
Estaba controlando sus temblores, no quería parecer una niña, quería mostrarse decidida por una vez al menos. Soltó un profundo suspiro y acercó sus labios a la punta de su erección, tragó nerviosa, abrió la boca y lamió la punta tal como él le había dicho, como si fuera un caramelo. Después de neutralizar el sabor ácido del principio, el trozo de carne erecto no le supo a nada, se echó toda la cabeza a la boca y succionó despacio.
―No saques tu mano y muévela como antes―dijo con la voz temblorosa por la excitación. Kasumi le miró hacia arriba, y aquella postal quedó grabada en la cabeza de Satoru. Se tensó, se contuvo de empujar su cabeza para que su boca abarcara más de su erección, se quedó ahí viendo en lo que estaba convirtiendo a la dulce joven de Kioto y no sabía si asustarse o disfrutar de ello, prefirió optar por la segunda opción.
Oyó a Satoru gemir cuando le obedeció, se felicitó mentalmente por su trabajo y continuó más animada. Era extraño sentir su pene en su boca, pero no malo. Le costaba hacer ambas cosas al mismo tiempo, chupar y mover su mano, pero se esforzó en hacerlo en un ritmo constante. Se le escapaba la saliva entre la comisura de los labios, por un momento pensó en disculparse para secarlo, sin embargo, recordó que él le estaba pidiendo escupirlo hace uno minutos por lo que supuso que no era un problema. Continuó chupando y moviendo su mano sin detenerse, hasta que sintió la mano de él apoyarse en su cabeza y levantó la vista. Intentó no mostrarse sorprendida cuando vio su rostro acalorado y sus ojos estrechados que la miraban fijamente, a él le gustaba lo que estaba haciendo.
―M-más rápido ―pidió él y ella le dio en el gusto.
Él gemía bajito, imaginó que estaba controlándose porque en unos cuartos más allá se encontraba Shoko. Los ruidos que salían de su boca eran vergonzosos, pero intentó no prestarle demasiada atención y concentrarse en las reacciones de Gojou Satoru. Él enredaba sus dedos en su cabello, como si jugara con su pelo mientras movía su boca y mano, no la empujaba contra su erección, era como si buscara un poco más de contacto.
―K-Kasumi… me voy a correr ―dijo con la voz entrecortada y ahogada por el placer, ella simplemente levantó la mirada encorvando las cejas, mordió su labio inferior y frunció el ceño, para ser su primer oral lo estaba haciendo demasiado bien. Sintió como su miembro se calentaba y comenzaba a temblar, ya venía, lo sabía e intentó alejarla de su erección, pero la joven no soltó su pene y continuó moviendo su mano mientras succionaba―diablos… ―alcanzó a decir cuando sintió su miembro estremecerse, él tembló también y soltó un profundo suspiro mientras sentía como soltaba su semilla y algo tarde reaccionó para alejar a la joven, terminó eyaculando en su boca y su rostro y se quedó pasmado viéndola―lo siento… ―logró decir respirando agitado.
Kasumi alzó ambas cejas, su semen caliente en su boca era viscoso como si fuera una salsa, pero lo que llamó su atención fue su sabor sorprendentemente dulce. Frunció el ceño, confundida y lo miró. Él tenía los ojos bien abiertos, parecía asustado lo que le extrañó, tragó lo que tenía en su boca ante los ojos sorprendidos del hechicero y pasó dos de sus dedos por su cara para sacar lo que quedó.
―Es dulce ―le dijo sorprendida con su revelación y se echó a la boca lo que había sacado de su rostro― ¿será porque comes dulces todo el día?
Satoru se congeló. Estaba seguro que lo que estaba haciendo Kasumi no lo haría cualquier chica, es más, había incluso un apartado en el material para adultos sobre ese fetiche, sin embargo, la joven parecía indiferente ante lo que estaba haciendo. Pensó que se enojaría o le daría asco, pero jamás pasó por su cabeza que se mostrara tan receptiva e incluso le gustara.
―Deja limpiarte ―logró decir aun sorprendido―lo hiciste bastante bien ―le halagó medio sonriendo, aun con las mejillas sonrojadas―creo que te lo pediré seguido ―medio bromeó.
―Bueno ―sonrió ella y Satoru guardó silencio ¿ella era real? ¿era lo que se ganaba por ser su ídolo? Se lo merecía, claro estaba, pero no dejaba de sorprenderle―fue más agradable de lo que esperé. ―Kasumi miró hacia su miembro medio erguido y sonrió satisfecha, no era un logro del cual enorgullecerse, pero era un avance importante―iré a limpiarme.
Satoru la miró bajarse la playera y asintió. Soltó un suspiro y apoyó la cabeza en la pared, sonrió arrogante observando al techo, sentía que se había encontrado con un diamante en bruto que solo él tenía permitido pulir y estaba más que dispuesto a hacerlo.
(…)
Abrió los ojos de golpe cuando escuchó un ruido cerca y brincó reincorporándose en el asiento. Aún estaba media somnolienta cuando vio la bolsa sobre su pupitre, frunció el ceño, algo desorientada y levantó la vista encontrándose con Gojou. Usaba sus lentes negros, por lo que no pudo ver sus ojos, pero parecía serio por sus cejas fruncidas. Miró a su alrededor, Shoko miraba su mesa y Suguru estaba recién sentándose en su puesto, entonces lo recordó. Era de mañana y se había quedado dormida en el receso. Volvió a mirar su mesa y frunció el ceño al ver la bolsa blanca, levantó la mirada hacia el hechicero y negó confundida.
―Come ―habló Gojou, casi ordenándole.
― ¿Y a mí qué me trajiste, Satoru? ―preguntó Shoko medio sonriendo viendo la bolsa llena de cosas. Su compañero volteó hacia ella con el ceño fruncido y metió las manos en los bolsillos de su pantalón.
― ¡Nada! Tú no estás enferma, puedes ir por ti misma a comprar.
― ¡Eh! ―se quejó Shoko― ¿Por qué eres tan amable con Kasumi-chan y a mí me tratas así? ¡No es justo! ―dijo en un tono dramático.
― ¿Todo esto? ―preguntó Kasumi abriendo la bolsa, alzó ambas cejas al ver la cantidad de golosinas y sándwiches, jugos y galletas―es para todos ¿no? ―dijo sonriendo hacia Satoru, y él alzó una ceja―… ¿es solo para mí? ―él no respondió y caminó hacia su asiento y Kasumi se sonrojó agachando la mirada. Desde que habían compartido noches juntos, que él ya no la molestaba, no con empujones ni zancadillas al menos. Al contrario, parecía más atento y no sabía si se debía a su condición de salud o por lo que estaba pasando entre ellos, aun así, no podía evitar conmoverse con su atención. Le gustaba que él estuviera al pendiente de ella.
Sabía que no debía emocionarse, que tal vez era simple camaradería, sin embargo, su inocencia le hacía ilusionarse. Sonrió mirando las cosas en la bolsa, sacó un sándwich y le acercó la bolsa a Shoko sin dejar de sonreír.
― ¡Tienes que comer, Kasumi-chan! No regalar tu comida ―se quejó Satoru estirándose para poder ver el contrabando de golosinas.
―Es demasiado para mí sola ―respondió Kasumi sonriéndole―gracias ―dijo tímida desviando la mirada.
―Y lo que debe comer son cosas ricas en hierro, no dulces. Idiota ―dijo Shoko alargando la última palabra.
― ¡Cállate! ―se quejó desviando la mirada―eso lo sé ―Suguru soltó un suspiro y miró la revista de mangas de esa semana.
―Le llevaré a Nanami-senpai ―dijo Kasumi poniéndose de pie. Tomó la bolsa sin dejar de sonreír y caminó hacia la puerta, perdiéndose la reacción del hechicero más fuerte cuando la oyó.
―Al final se lo comerán todo ustedes ―bufó molesto cuando se quedaron los tres.
―Andas muy servicial con Kasumi-chan, hace una semana la molestabas ¿a qué se debe el cambio? ¿te conmueve la gente enferma? ―preguntó con ironía mirándolo por el rabillo del ojo.
―A Satoru le gusta Kasumi-chan, es muy obvio ―dijo Shoko mientras se echaba una galleta a la boca.
Satoru frunció el ceño y resopló, pensando en su respuesta. Volteó a verlos al mismo tiempo que se bajaba los lentes, medio sonriendo respondió con su actitud desafiante de siempre.
―Que ustedes necesiten motivos para ser amables es su problema ―y sin dejar de sonreír se puso de pie―ahora no se puede ser atento con una chica sin tener segundas intenciones ―suspiró con dramatismo y caminó hacia la salida―me decepcionan, chicos.
Apenas puso un pie en el pasillo, caminó rápido y sigiloso hacia la sala de Nanami. Desde que Kasumi se había ido que quería saber de qué hablaban, o por qué la joven tenía tanto interés en el hechicero rubio. No es que se sintiera celoso o inseguro, era mera curiosidad, nada más. No es que pensara que, porque con él se acostó a los días de conocerla, fuera a ser igual con Nanami. Frunció el ceño, no tenía nada con Kasumi y aun así si aquello pasara, no tendría por qué importarle, eso lo sabía, sin embargo, al imaginarlo le incomodaba. Supuso que tenía que ver con que si eso pasara le restaría méritos a su logro, quiso creerlo al menos.
Cuando llegó al salón de Nanami, se apoyó en la pared y se asomó ligeramente por el umbral para verlos. Kasumi había acercado un pupitre junto al de Nanami y había sacado todas las cosas de la bolsa, lo miraba alegre mientras le platicaba y el joven simplemente asentía mientras la miraba. Frunció el ceño, la actitud desinteresada y distante del hechicero era un imán para las chicas ¿Kasumi estaría afectada por sus encantos? Apenas se lo preguntó, se respondió con lo mismo que les había dicho a sus amigos minutos atrás, no tenía que haber interés de por medio para que uno fuera amable con alguien. Y estaba seguro que era el único que despertaba el interés en Kasumi.
«Entonces… ¿qué hago aquí?», su semblante se ensombreció de repente al preguntárselo. Suspiró molesto negando para sí mismo, y así como llegó, se fue.
―Que estupidez ―susurró con el ceño fruncido.
Lo que fuera que lo había orillado a espiarlos, debía descartarlo. No podía competir en tonterías con Nanami, no valía la pena. No podía compararse con ningún chico, él era Satoru Gojou, nadie era lo suficiente como para siquiera llegar a considerarlo, y mucho menos podía pensar tonterías por una chica cualquiera. Porque lo era. La atracción por Kasumi se iría cuando se aburriera, lo sabía. No podía pensar tonterías por un par de revolcones. Con eso en mente, ignoró la molesta sensación que le invadió al dejarlos solos y prefirió concentrarse en algo más importante, cómo qué haría durante esa tarde si es que no le daban alguna misión.
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N/A: Holii, espero estén super!
No me quise autocensurar con el oral, sorry hahahaha pero es que normalmente suelo escribir cosas así, y pensé mucho en si avanzar del mismo modo con esta pareja, pero es mi esencia, me gusta escribir de estas cosas hahahaha
Satoru ya ganó xD Kasumi (y la mayoría, me incluyo xd) está a sus pies. Lo que me emociona es el cómo se construirá su relación a partir de ahora xD este cap fue solo gojomiwa, lo necesitaba mi alma.
Espero leernos pronto y lamento las palabras revueltas, errores ortográficos etc. Edité recién, pero siempre se escapan dedazos.
Muchas gracias por comentar, en serio me emociona que haya más personitas interesadas en este ship!
