R18 Explícito
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12
Aburrimiento
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Las voces de sus alumnos las oía en segundo plano. Algún cuento sin importancia de Yuji, no era lo suficientemente interesante como para dejar de pensar en sus recuerdos. Se encontraba a sí mismo continuamente pensando en su nuevo pasado, era extraño, pero no solía detenerse a buscarle explicaciones, prefería concentrarse en descubrir qué nuevos momentos descubriría en su memoria. Últimamente solía encontrarse con bastantes.
Desde que la estudiante de Kioto había quedado atrapada en el pasado, que sus recuerdos cambiaban continuamente. Imaginaba que tenía que ver con que su versión adolescente pasaba rondándola y cada encuentro que tenía con Kasumi dejaba secuelas en su memoria. Medio sonrió al pensarlo, sin embargo, tenía la ligera sospecha de que los recuerdos nuevos lo engatusaban por otro motivo. Porque si se trataba de recordar todo lo irrelevante de su adolescencia, pasaría pensando en sus compañeros con los que pasó más tiempo y compartió diferentes situaciones, con Kasumi era siempre lo mismo, o al menos el contexto en que su versión joven buscaba seducirla, y era lo que tenía en la cabeza casi todo el tiempo.
Todas las mañanas despertaba con una erección estirándole el pantalón de su pijama, y le dedicaba su atención en la ducha rememorando cada caricia y beso con ella y en el momento no se sentía culpable o mal por lo que estaba haciendo, bueno, tampoco después. No era una buena persona, lo sabía, pero tenía la ligera sospecha de que debería sentirse mal por estar pensando de ese modo, dedicándole sus masturbaciones matutinas a una joven estudiante de hechicería, y al pensarlo le hacía dudar de sus propios valores ―que a menudo le costaba reconocerlos― a esas alturas, para Satoru era difícil discernir si lo que estaba haciendo era condenable o no.
Cuando se detenía a pensarlo ―que no era muy seguido, no solía cuestionarse― lo primero que se respondía era que, si fuera algo malo, sentiría remordimientos y, por el contrario, no se sentiría tan bien cuando sucumbiera a esas tentaciones ni mucho menos estaría ansioso porque su versión adolescente consiguiera una noche más con Kasumi. Pero al mismo tiempo, esa misma respuesta le hacía ruido pues no era muy objetiva viniendo de él. Para saber si lo que estaba sintiendo y pensando no era correcto, debía planteárselo a algún tercero, sin embargo, no tenía la confianza con nadie para preguntarlo.
Que no quisiera comentarlo con alguno de sus colegas como Shoko o Nanami le auguraba que sus actos eran inmorales, y en vez de sentirse mal, su sonrisa se amplió aún más.
―Qué asco ―el tono de voz cargado de desagrado de Nobara le hizo levantar la vista en su dirección. Su estudiante lo miraba con el ceño fruncido y se apoyaba en el hombro de Yuji, como si quisiera alejarse de él―llevas sonriendo raro desde hace rato ¡compórtate como un adulto!
―Le estás pidiendo mucho ―murmuró Megumi sin mirarlos, tomó su vaso y le dio un sorbo.
―Todos tenemos derecho a ser feliz, dejen a Gojou-sensei sonreír. No le hace daño a nadie ―se quejó Yuji.
― ¡Claro! Pero no como un rarito ―negó Nobara.
― ¡Hey! Más respeto con el mejor sensei, o tendrás que pagar tu almuerzo Nobara ―bromeó fingiendo molestia. La joven soltó un quejido desviando la mirada, Yuji no alcanzó a reír demasiado cuando Nobara le pegó un codazo en el costado.
―Compórtense, no estamos en la escuela ―dijo sonriendo, no le avergonzaba que sus estudiantes juguetearan así, pero necesitaba desviar la atención de lo realmente importante.
¿Realmente parecía un viejo degenerado al pensar en ella? Intentó no dejar de sonreír mientras miraba a sus alumnos, mostrándose lo más natural que pudo, temía que sus gestos delataran su preocupación al preguntárselo ¿cómo conseguía saber si lo que sentía y pensaba estaba correcto o no? Todo apuntaba a que debía ser inmoral o prohibido, y si podía entenderlo ¿Por qué seguía disfrutándolo? ¿era por el mismo motivo? A menudo pensaba que él se forjaba su propio camino, pero habían normas que incluso alguien como él estaba dispuesto a seguir con tal de no caer en el caos, quizás por lo mismo se empujaba a formarse una postura sobre el tema de Kasumi.
Se sentía un poco confundido. No había intentado dejar de pensar en ella, no tenía motivos suficientes para planteárselo aparte de sus dudas, e incluso estaba disfrutando demasiado toda la situación de su pasado fluctuante por su presencia. La novedad y la curiosidad por saber qué habría de nuevo en su vida era algo que extrañaba a pesar de que en el mundo en que se desenvolvía no había espacio para la rutina. Sin embargo, la presencia de la joven de Kioto en Tokio del 2007 era más interesante que su presente. Constantemente pensaba en ella, e incluso se calentaba la cabeza buscando una manera de poder darle consejos a su propio yo versión adolescente, lo cual era imposible.
No dejaba de pensar que, si estuviera en su lugar, la situación sería completamente diferente. Su arrogancia adolescente le jugaba en contra, junto a su inexperiencia eran una mala combinación y la pobre Kasumi sufría las consecuencias. Pero el imaginarse estando con la joven, siendo él un maestro de 28 años y ella una estudiante de 17 años, le dejaba peor, porque no le disgustaba la idea. Incluso se había tomado el tiempo para justificar su imaginación; ya no se sentía incómodo al saber que era mayor que las gemelas Zenin, Kasumi estaba por cumplir 18 años. Lo importante era que el interés fuera mutuo, y se lo había dejado claro a su versión adolescente. Mordió su mejilla interna para no reír, bebió un sorbo de su jugo de frutas y soltó un suspiro. Antes no se había fijado en ella de ese modo, si no tuviera recuerdos sobre ella tocándola, besándola e incluso follándola, no la habría considerado jamás como una compañera de cama.
Era distinto ahora.
Por el momento seguiría como un expectante ansioso ―no le quedaba otra opción― seguramente seguiría cuestionándose el desearla, y a la vez esperaría que su versión adolescente consiguiera volver a acostarse con ella, tal vez cuando pasara dejaría de pensar tanto en su nuevo pasado.
(…)
Kasumi no se sorprendió de verlo en su cama, lo que llamó su atención fue la fuente con palomitas de maíz, los dulces de chocolates y la botella de gaseosa sobre el velador junto a su cama. Satoru le sonrió ampliamente cuando la vio salir del baño, y no se avergonzó de que la viera solo usando su playera, a esas alturas ya no le apenaba que él la viera desnuda. No es que hubiera perdido el pudor, tal vez se había contagiado con su confianza en ese aspecto al menos, era algo natural y después de lo que había hecho con él por las noches, era una tontería avergonzarse por algo así.
Porque se había repetido en las últimas noches. Él la había tocado, ella a él y había vuelto a hacerle sexo oral en cada ocasión en que se lo sugirió, sin protestar y, por el contrario, bastante dispuesta a complacerlo, porque le gustaba. Kasumi sentía que había despertado un pequeño poder, era una tontería, lo sabía, pero el poder satisfacer a nada menos que a Gojou Satoru le llenaba de confianza de alguna manera que no conseguía entender del todo. Además, él la buscaba, sabía que quería más de ella, pero aun así él seguía allí, rondándola, casi acechándola porque la deseaba, algo que jamás pensó que sucedería le estaba pasando y prefería aprovecharlo.
―Supongo que vienes a ver una película ―murmuró mientras caminaba a la cama.
―Entre otras cosas ―respondió medio sonriéndole y Kasumi tuvo que mirar hacia otro lado para que no la viera reír.
― ¿Qué verás? ―preguntó sentándose en el otro extremo de la cama. Satoru le extendió la fuente con palomitas y ella negó meciendo su cabello―acabo de cepillarme los dientes.
―Te los lavas muy temprano ―se quejó él―todavía se puede seguir comiendo golosinas.
―A esta hora… no es una buena idea ―dijo pensando en las consecuencias que Momo y Mai la acostumbraron a considerar.
―Tú te lo pierdes ―se encogió de hombros―veremos… "Una noche divertida con el repartidor de pizza" ―Kasumi frunció el ceño al oírlo, buscó el estuche del DVD, pero no lo encontró.
―No me suena esa película ¿de qué trata?
―Es una porno ―respondió él con naturalidad y Kasumi se congeló. Satoru no aguantó la risa por demasiado tiempo, estalló en una fuerte carcajada que tuvo que calmar con su mano sobre la boca― ¡es broma! Dios… hubieras visto tu cara ―dijo entre risas―es "Piratas del Caribe, el cofre de la muerte" ¿ya la viste?
―Sí, es la segunda ¿verdad? ―sonrió aliviada―hay 5 hasta el momento en el 2018, aunque no he visto la última ―murmuró pensativa al recordar que no le llamó la atención.
― ¡¿Eh?! ¡¿5?! Vaya, cuéntame ―pidió acercándose, invadiendo su espacio personal. Kasumi sonrió nerviosa, a pesar de todo lo que había pasado entre ellos, los nervios y la ansiedad que él le provocaba no disminuía.
―No creo que sea buena idea ―murmuró―mejor espera a que salgan ¿sí? ―Satoru resopló y se acomodó los lentes, tomó el control y apuntó hacia la pantalla de la televisión.
―No pude ver la tercera en el cine, estuve con mucho trabajo el mes en que se estrenó ―dijo curvando las cejas mientras hacía una mueca―el maldito de Suguru fue con Shoko, así que compré el DVD para verla. Pero soy el único que no la ha visto. Pensé en que podríamos verlas juntos, pero no tiene gracia si ya la viste.
―Pero la vi solo una vez ―dijo sonriéndole, y le dio un suave empujoncito con su hombro―quiero verla contigo.
Satoru la miró por unos segundos, se obligó a apartar la mirada y tragó con disimulo. Los gestos de Kasumi lo embobaban un poco, no era malo reconocer que la encontraba linda, pero a veces se sentía idiota y no estaba acostumbrado. No alcanzó a reproducir la película cuando la joven apoyó su cabeza en su hombro, tensándolo. De repente se puso nervioso, frunció el ceño algo incómodo, pero supo de inmediato por qué se sintió de ese modo. Su cercanía se estaba volviendo muy íntima para su gusto, si bien buscaba tener sexo con ella, un abrazo, un beso o incluso acurrucarse a su lado sin ninguna connotación sexual no era parte del plan. El calor que el cuerpo de Kasumi irradiaba le recordó que estaba permitiendo que la relación entre ambos avanzara y eso no debía pasar. Se alejó con la excusa de servirse gaseosa, y se quedó en el mismo sitio de la cama, dejando entre ellos una distancia prudente de cinco centímetros.
La película avanzó, pero para Satoru fue una pérdida de tiempo. No se concentró, a cada rato miraba de soslayo a la joven, como si esperara alguna queja por alejarse o que volviera a intentarlo y era estúpido de su parte, porque no quería lidiar con ella quejándose o haciéndola enojar y perder todo el avance que había conseguido. Fue quizás a la mitad de la película cuando notó que Kasumi estaba cabeceando, pausó la película y le dio toquecitos en el hombro con su dedo índice.
―Oye, oye ―Kasumi abrió los ojos de golpe apenas le habló, la vio frotarse el dorso de la mano en su ojo izquierdo y murmuró―no te duermas, aun no hacemos cositas.
―Creí que no debía dormir para ver la película ―respondió ella mirándolo con una ceja arqueada.
―Da igual, ya la vi ―dijo encogiéndose de hombros―la tres es la que no he visto.
Kasumi bostezó cubriéndose la boca y sin decir nada, se recostó acomodando las mantas y sábanas. Satoru sonrió y se acomodó a su lado, llevando su mano directamente hacia su abdomen, colándola debajo de la tela. Ahora no pedía permiso, solo la tocaba y ella no se quejaba.
―Oye… ―le susurró sin dejar de sonreírle―hoy es como el quinto día ¿no? ―Kasumi parpadeó confundida, y él carraspeó su garganta, algo avergonzado con lo que preguntaría, pero se recuperó rápido y con su confianza habitual, habló―de tu período, ya se terminó ¿verdad?
―S-sí ¿por qué? ―preguntó con desconfianza, mirándolo con los ojos estrechados. Él sonrió malicioso y se le acercó más, subiendo su torso al torso de ella. Kasumi contuvo la respiración por unos segundos, comprendió rápido que su pregunta estaba demás.
―Entonces ya no tienes excusas ―le dijo sonriendo, exhibiendo sus caninos―vamos a follar ―le susurró en un tono juguetón.
―No quiero ―respondió desviando la mirada―podemos… hacer lo otro, pero no quiero hacerlo.
― ¿¡Eh!? ―dijo estirando su exclamación― ¡pero quiero cogerte! Anda Kasumi, no seas así conmigo ―continuó diciendo en un tono juguetón.
Incómoda, evitó mirarle. El miedo y los nervios afloraron nuevamente, intentó respirar profundamente para calmarse. Los latidos de su corazón se aceleraron bruscamente, y por un momento deseó que él se alejara, que no siguiera tocándola. El calor culposo le invadió el pecho, y el poco color que le quedaba en el rostro se le centró en sus mejillas. Tragó saliva, intentando pensar en una respuesta que convenciera al hechicero para que no siguiera insistiendo, y al pensarlo se dio cuenta de que no necesitaba de ningún argumento, si no quería acostarse con él era una respuesta válida. Con un poco más de determinación, volteó a verlo y tragó saliva. Satoru estaba cerca de su rostro, lo vio quitarse los lentes y dejarlos en el mueble junto a la cama, relamió su labio inferior y soltó un suspiro.
―No quiero ―repitió―estabas acechándome estas noches ¿no? Esperando que se terminara mi período ―le acusó estrechando los ojos.
―Pero si te dije que quería acostarme contigo ¿de qué te extrañas? ―respondió riéndose por verse sorprendido, la palabra "acechar" definía a la perfección lo que estaba haciendo.
―Supongo que tienes razón ―susurró. Él se acercó un poco más, al mismo tiempo que masajeaba su pecho izquierdo, se le soltó un quejido que le apenó, por lo que prefirió hablar rápido para desviar la atención―pero no quiero tener sexo otra vez.
― ¡Pero Kasumi! Creí que ya habíamos superado esto ―blanqueó los ojos y soltó un suspiro―es solo sexo ¿por qué te niegas tanto? ―preguntó cansado.
― ¿Y tú? ―respondió mirándolo seria, sorprendiéndolo. Satoru alzó ambas cejas al ver su expresión― ¿por qué insistes tanto en tener relaciones… sexuales conmigo? ―fue perdiendo la confianza a medida que soltaba su pregunta, terminó desviando la mirada e intentó no temblar para no demostrarle lo nerviosa que le ponía su respuesta.
―Uhm… porque quiero follar ―se encogió de hombros―me aburriré después de conseguirlo, quizás después de un par de veces ―dijo pensativo.
Kasumi se tensó, y los nervios que le revolvían las tripas se esfumaron, así como vinieron. Volteó hacia él y le miró por unos segundos, procesando lo que acababa de decir ¿se aburriría de ella cuando consiguiera tener sexo? La respuesta le heló. Sabía que él no quería nada más de ella, se lo había dicho en reiteradas ocasiones, pero inferirlo otra vez le dolió.
― ¿Te aburrirás… una vez que lo consigas? ―repitió, como si aún no pudiera comprenderlo del todo.
― ¡Claro! Donde te niegas, haces que me interese más ―dijo en un tono obvio―dejaré de insistir si consigo lo que quiero ―le sonrió y acomodó un mechón de su cabello celeste dejándolo detrás de su oreja― ¿Te molesta?
―Me desconcierta tu sinceridad ―reconoció―pero prefiero que sea así ―susurró más para sí misma, obligándose a matar todas las ilusiones que habían despertado por las últimas 5 noches que había pasado con él. Quiso preguntar por su amabilidad, si se comportaba así con ella por lo mismo, pero cambió de opinión rápidamente. No podría soportar si escuchaba que toda su atención tenía que ver con su interés por acostarse con ella.
―En fin ¿Por qué no quieres hacerlo? ―preguntó él y se inclinó para besarla. Kasumi apenas respondió su beso, parecía pensativa. ― ¿Estás molesta por lo que dije?
―N-no ―sonrió sin ganas―estoy algo cansada, solo es eso ―no podía derrumbarse por él, lo sabía. Pero se sentía mal, era quizás su primera desilusión amorosa, aun así, no era el momento para demostrarlo.
― ¿Y bien? ¿por qué no quieres acostarte conmigo? ―preguntó ansioso― ¿tan mal estuve la primera vez? ―preguntó medio bromeando, porque sabía la respuesta y le frustraba.
―No me gustó ―respondió desviando la mirada―dolió… no quiero volver a hacerlo.
―Será diferente esta vez ―le sonrió con confianza―te gustará, lo prometo ―Kasumi le miró por unos segundos y negó, sin decir una palabra le dio la espalda al mismo tiempo que alejaba su mano de su pecho y Satoru la miró sorprendido―oye, oye ¿no confías en mí?
―De verdad no quiero hacerlo, deja de insistir con eso ¿sí?
Satoru no respondió. Kasumi contuvo el suspiro y abrazó su almohada, sentía ganas de llorar, pero se contuvo. Intentó no pensar demasiado en el asunto, porque se sentía estúpida por sufrir con algo que ya sabía, y no culpaba a Satoru por ello, lo entendía. Estaba molesta consigo misma, por creer que era suficiente para él, por pensar en incluso la posibilidad de tener algo romántico con el hechicero. Siempre supo que él solo quería sexo, y pensó por un momento que estaba bien con eso. Sin embargo, el saber que incluso así no tendría su atención asegurada y que, por el contrario, duraría poco una vez que él consiguiera lo que quería, le mataba toda su ilusión. Tal vez por eso le hacía un poco más difícil la tarea al joven hechicero, porque quería prolongar lo que más pudiera la atención que tenía de él, quizás lo del miedo era solo una excusa.
―Oye ―le susurró él acercándose por detrás, rodeando su cintura con su brazo―Kasumi ―dijo y apoyó su barbilla en su hombro―de verdad que no te dolerá, dame una oportunidad para demostrártelo.
―Y sí me duele o no me gusta ¿dejarás de insistir? ―preguntó mirándolo por el rabillo del ojo.
―Estoy seguro que te gustará, y luego serás tú la que me persiga para que lo hagamos de nuevo ―dijo soberbio, sonriéndole. Kasumi frunció el ceño, pensando en sus palabras. Tenía la ligera sospecha de que tenía razón y se sintió patética al comprenderlo, soltó un suspiro cargado de cansancio―no quiero ser molesto… ¿quieres que me vaya? ―preguntó al ver su semblante sombrío al mismo tiempo que tamborileó sus dedos con suavidad sobre su vientre y la joven se retorció entre sus brazos dejando salir una risita.
― ¡N-no me toques así! ―exclamó entre risas.
―Así que eres cosquillosa ―dijo malicioso y sin esperar por una respuesta, pasó suavemente sus dedos por su cintura y abdomen, haciendo que la joven se encorvara entre sus brazos mientras soltaba una risa entusiasta― ¡no te rías tan alto! ―exclamó divertido.
Kasumi apenas podía respirar, los dedos de Satoru pasaban rápido y suave por su piel, la desesperación le recorrió el pecho, necesitaba detenerlo de alguna manera, pero sus manos eran más lentas que las del hechicero y mientras intentaba atraparlas, él ya las había ubicado en otro sector de su vientre. Pronto se le acalambró el abdomen de tanto reír, por más que se sacudía y estremecía entre sus brazos intentando defenderse del ataque de Satoru, no lo conseguía. Él se burlaba de ella, pero no le molestaba su risa, incluso le agradaba. No recordaba cuando fue la última vez que le dolió el vientre de tanto reír, se le escaparon varias lágrimas por el esfuerzo. Estuvieron así quizás cinco minutos, pero para la joven avanzaron lentamente prolongando su desesperación bajo los dedos traviesos del hechicero.
La expresión alegre de la joven lo tenía hipnotizado. Sus ojos captaban cada rasgo de felicidad de su rostro femenino, y poco a poco su propia sonrisa fue apagándose a medida que la admiraba. Mientras ella reía, fue acercándose más y más a su cuerpo, ella de espaldas a él, la abrazó por completo, casi posesivamente y dejó su perfil rosar la curva de su cuello, deteniendo el juego. Ella respiraba con dificultad, aun riendo, y él serio respiraba sobre su piel, memorizando su aroma. Relamió sus labios y luego besó la curva de su cuello con suavidad, lentamente dejó su huella en su piel y ella se estremeció.
Sus manos masculinas envolvían por completo su abdomen, era prisionera de su abrazo, pero no se sentía atrapada. Aun no controlaba sus jadeos cuando él comenzó a besarle el cuello, el cosquilleo volvió, pero no de la misma forma. Tragó saliva, sintiendo como el calor se concentró en sus bragas, subiendo por todo su cuerpo. Contuvo la respiración por unos segundos, pensando, sin embargo, su mente se apagó cuando él subió hasta su mejilla buscando sus labios.
Sus bocas se unieron en un beso necesitado, no le molestó girar el cuello para poder besarlo, y no tardaron en meter las lenguas en la boca del otro. Besarlo a esas alturas para Kasumi se había vuelto en una necesidad y en una trampa de la que le era difícil escapar. Lo deseaba, quizás más de lo que él la deseaba a ella por un mero capricho. A ella le gustaba en serio, todo de Gojou Satoru a ella le gustaba. Su versión adolescente, el hombre que había conocido en la reunión con el director, todo lo que tuviera que ver con él lo admiraba y atesoraba. Por eso, a pesar de saber que seguramente sería la última vez en que compartiera un momento así con él, prefirió disfrutarlo y memorizarlo para convencerse de que había sucedido.
― ¿Podemos frotarnos sin ropa interior? ―le preguntó él cuando se alejó un poco de sus labios, al mismo tiempo que sus manos subían por debajo de su playera hasta sus senos y los apretaba con firmeza.
―B-bueno ―dijo y tragó saliva algo nerviosa.
Sintió como los dedos expertos del hechicero bajaron rápido hasta su cadera y deslizaron los bordes de sus bragas hasta la mitad de sus muslos. Él también se bajó su pantalón y bóxer, liberando su erección. Y en la misma posición, ella de costado dándole la espalda y él pegado a su cuerpo, Satoru buscó un espacio entre sus piernas para deslizar su verga dura.
Kasumi soltó un gemido suave cuando sintió su carne caliente. Se tensó un poco, pero él la relajó rápido al besar su cuello y tal como le dijo, solo estaba frotando su pene en su intimidad. Una mano de él sostuvo su cadera y la otra no soltó su pecho, mientras que besaba su cuello y con esa combinación, el calor y el deseo poco a poco fueron dominando la mente de la joven.
No se dio cuenta cuando Satoru la fue empujando con su pecho hasta dejarla boca abajo y él se le subió para tener mejor control de sus movimientos. El hechicero afirmaba sus caderas y aun con sus calzones a medio de sus muslos, él continuó meciéndose entre sus pliegues, haciendo que la fricción entre sus cuerpos agarrara un ritmo que disfrutaron ambos. Kasumi se aferró a su almohada, escondió su boca para acallar sus gemidos, mientras que Satoru tenía la mandíbula tensa para no meter demasiado ruido.
Su torso estaba a unos veinte o veinticinco centímetros de distancia de la menuda espalda de Kasumi, podía ver su bien formado trasero y como su erección se hacía un espacio entre la carne hinchada y mojada de la joven, estaba tan cerca de concretar su deseo, la ansiedad lo empujaba a hacer otro movimiento, a simplemente agarrar su miembro y guiarlo a su abertura, pero no se atrevió. No a hacerlo sin preguntarle al menos.
―Kasumi ―susurró inclinándose sobre su espalda sin dejar de moverse detrás de ella. Dejó su barbilla apoyada en su hombro derecho― ¿puedo meter la punta? Solo será eso, lo prometo.
Kasumi lo miró de soslayo, no lo pensó demasiado cuando asintió, porque también se le hizo insuficiente con solo frotar sus cuerpos. Alejó un poco su boca de la almohada cuando él se introdujo suavemente, tal como le prometió, solo la punta y ella contuvo el suspiro, mordió su labio inferior y volteó a verlo. Satoru se afirmaba de sus caderas, se había quitado la remera en algún momento en que no se dio cuenta, sus ojos azules miraron con atención su torso marcado, desde su posición no podía tocarlo y tuvo que conformarse con admirarlo mientras él concentrado, movía su pelvis con cuidado.
―Esto es difícil ―le confesó sonriendo sin dejar de mirar como metía la punta por unos segundos y luego la sacaba.
― ¿Qué cosa? ―preguntó mirándolo hacia atrás. Satoru levantó la vista y sacó su lengua por la comisura izquierda, tardó unos segundos en responderle.
―No meter más ―dijo en un tono grave que le sorprendió― ¡esto es una tortura! ―se quejó sin dejar de sonreír. ― ¿Te duele? ―preguntó levantando la vista.
―N-no ―Satoru sonrió y se apoyó en su espalda, acortando la distancia entre ambos sin sacar la cabeza de su pene y con el movimiento, deslizó un poco más dentro. Kasumi frunció el ceño, porque lo notó y él a su vez, le sonrió a modo de disculpa y besó su mejilla mientras se abrazaba de su cintura―así… así está bien ―le dijo, dándole permiso para meter un poco más.
―Pero no te duele ¿verdad? ―besó su hombro y le dio unas mordidas suaves y ella gimió en respuesta. Satoru aprovechó ese momento y buscó entre su monte de venus con su mano derecha, bajando hasta su intimidad dejando que un par de dedos jugaran con sus pliegues―estás mojada.
―N-no digas eso ―dijo con la voz entrecortada.
Los dedos de Satoru sabían cómo hacerla sentir bien. Desde esa ocasión en el hostal, parecía que hubieran memorizado su cuerpo, y con la excitación previa, fue una tarea fácil para su mano el complacerla. Con su dedo del medio se movió de arriba hacia abajo por su abertura, mientras movía lentamente sus caderas para que la mitad de su erección disfrutara de su calidez húmeda. La respiración del hechicero le chocaba en la curva del cuello, tan cálida y suave que Kasumi no lograba concentrarse en nada de lo que estaba pasando. Los dedos de Satoru se quedaron un poco más arriba, justo donde su carne hinchada demandaba atención, y para ese punto la joven ya no pudo contenerse.
Los gemidos femeninos de Kasumi fueron una melodía delicada para Satoru. Sonrió soberbio por su reacción, las yemas de sus dedos podían sentir el nivel de lubricación de su intimidad, estaba en su punto, era el momento en que, si la convencía de follar, no le dolería y sería agradable para ambos.
―O-oye ―le susurró―no tan alto ―le recordó y mordió con suavidad el lóbulo de su oreja derecha.
―S-sí, lo siento ―cerró sus ojos y se afirmó fuerte a la almohada, intentando controlarse. Sentía los dedos moverse a un ritmo constante sobre su intimidad, mientras que su pelvis chocaba suavemente contra su trasero, deslizando poco a poco su erección en su interior y tal como le había prometido, no le dolía. No lograba entender como conseguía ese nivel de sincronización.
―Kasumi ―continuó él y besó su cuello― ¿puedo meterlo? ―ahí estaba la pregunta que sabía haría, y para la que ya había pensado en una respuesta, simplemente no se había atrevido a decírselo. Nerviosa, pero no asustada, volteó a verlo y le besó por unos segundos, lo que su cuello logró aguantar en esa posición― ¿eso es un sí?
―S-sí, hazlo ¡pero con suavidad! ―le recordó.
―Gracias ¡eres la mejor! ―dijo sonriéndole y le besó la mejilla.
Alejó un poco su torso, pero no dejó de acariciar su sexo. Y con cuidado, introdujo su erección hasta que no hubo distancia entre sus intimidades. Ella gimió al sentirlo, y él no pudo evitar sonreír arrogante ante su reacción. Cerró sus ojos para captar cada sensación, frunció el ceño, algo extrañado por el calor que envolvía su erección, se sentía demasiado bien, incluso más que la primera vez y no entendía bien cuál era la diferencia. Relamió sus labios, se afirmó de su cadera y comenzó un tímido vaivén, entonces se dio cuenta de un importante detalle que había olvidado. Tragó saliva y miró la espalda de la joven, su cabello caía como una fina cascada por cada extremo, dándole un vistazo amplio de su nívea piel. Mordió su labio inferior y pensó en sus opciones, lo mejor sería interrumpir el momento para ponerse el preservativo que tenía en el bolsillo, pero la ansiedad por seguir follándola, por culminar su encuentro y su inmadurez, le obligaron a pensar en continuar, tenía confianza en sí mismo, creía que iba a poder salir a tiempo de su interior, y sin más interrupciones en su mente, se entregó al momento.
Kasumi no paraba de gemir con cada embestida y movimiento combinado con su dedo en su carne, estaba por tocar el placer otra vez, pero se sentía tan diferente a esa ocasión en que la tocó en el hostal. Supuso que tenía que ver con que ahora no estaba enojada, en que estaba de acuerdo en que pasara todo eso. El calor empezaba a molestarle, entre su respiración cortada y el sudor, de pronto necesitaba quitarse de encima todo lo que le sobrara a excepción de Satoru. Sin apartarse de él, buscó el borde de su playera y se la quitó con dificultad por la posición en la que estaba y con él detrás.
Satoru detuvo su vaivén para ayudarla, antes de que la joven pudiera acomodarse otra vez, dejó de tocar su intimidad para aprovechar de tocar sus pechos desnudos. Estaban apoyados en sus rodillas ahora, él agarrando su pecho y sin dejar de moverse detrás de ella. Kasumi cubrió su boca con su mano para silenciar sus gemidos, Satoru la empujó suavemente hacia la cama, pero solo su torso, dejando su trasero inclinado para él. Soltó sus senos y se agarró fuerte de su cadera y se movió con más rapidez.
― ¿Te duele? ―preguntó entre jadeos y ella negó meciendo su cabello, escondiendo su rostro en la almohada otra vez, silenciando sus gemidos. ―Te follaré más duro ―le advirtió y se movió más fuerte y rápido.
Kasumi cerró sus ojos con fuerza, no extrañó los dedos en su carne pues la habían dejado sensible a los movimientos del hechicero. La penetración de Satoru bastó para hacerla sentir bien. Estaba avergonzada por la posición en la que estaba, tan expuesta a él, pero en ese momento era lo de menos cuando lo que importaba era lo que estaba pasando entre ellos y no el cómo estaba pasando. La respiración se le dificultaba, a él igual, lo sentía jadear con esfuerzo, supuso que un enfrentamiento con una maldición no lo dejaría así de cansado, sonrió al pensarlo. El calor poco a poco se fue expandiendo por su cuerpo, sentía su intimidad tensarse y el placer le golpeó fuerte a medida que Satoru se movía más profundo, haciendo que el choque de sus cuerpos durara un poco más. Él pareció notarlo, dejó su miembro dentro por varios segundos mientras ella se estremecía debajo de él, sintiendo como la corriente eléctrica le recorría desde su carne hinchada hasta el resto de su cuerpo, dejándola lánguida y sin fuerzas de poder continuar de rodillas para él.
Satoru miró orgulloso como Kasumi caía rendida al colchón, si hubiera soltado sus caderas la unión de sus cuerpos se hubiera roto, pero él aun no terminaba. Su interior aún se estremecía, sus fluidos aumentaron notoriamente por su placer y él los supo aprovechar. Se salió por un momento de su cuerpo, mientras ella seguía respirando entre cortado la volteó rápido para dejarla boca arriba y sin preguntar, le quitó las bragas que seguían en su muslo, se subió a su cuerpo haciéndose un espacio entre sus piernas y volvió a introducirse. Ella gimió al sentirlo y aprovechó para besarla, y continuó moviéndose sin salir por completo de su interior, ella rodeó su cintura con sus piernas y Satoru apoyó su frente en la de Kasumi, sin importarle el sudor que los envolvía a ambos. Jadeaba grave sobre su rostro, la miraba gemir y fruncir sus cejas, sus mejillas sonrojadas y labios entreabiertos eran una bella postal para el hechicero.
Reconoció rápido la señal que su miembro le envío, estaba por culminar su momento, se obligó a reaccionar, a recordarse que no podía eyacular estando dentro, pero apenas lo pensó, se cuestionó ¿iba a interrumpir lo bien que se estaba sintiendo?, se respondió rápido que debía hacerlo, pero no reaccionó más que para continuar moviéndose sobre ella, acelerando el ritmo cuando sintió su orgasmo golpearle. Ella lo abrazó con fuerza con sus brazos y piernas, y él perdió la batalla sin siquiera dar la pelea. Se dejó caer sobre su pecho al mismo tiempo que la penetraba profundamente, permitiéndose tiritar en su interior. Gimió grave en su oreja, y ella aprovechó de besarle la mejilla, apenas sintió sus labios mimarlo con tal dulzura, decidió que los quería en su boca, que los necesitaba.
Buscó su boca y la besó con pasión, como si tuviera energías para seguir, cuando su cuerpo y el de ella, estaban completamente agotados por lo que habían hecho. Respiraban agitados, sus cuerpos pegados por la transpiración y el abrazo que no querían romper.
― ¿Lo ves? ―logró decir luego de unos minutos, mientras recuperaba el aliento. Estaba apoyado en la almohada junto a la cabeza de la joven―te gustó.
―Sí ―reconoció sonriéndole―se sintió tan… distinto ―dijo aún bajo los efectos del reciente placer.
Satoru frunció el ceño al recordar su actuar irresponsable, y el buen ánimo que tenía se esfumó dando paso a la culpa y la preocupación. Se alejó un poco de su cuerpo, intentó no desconcentrarse con sus senos desnudos y la miró a los ojos. Kasumi sonreía dulcemente, como solía hacerlo, se veía demasiado linda con el cabello revuelto, las mejillas rosadas por el esfuerzo físico y sus ojos brillosos. Y tragó saliva al pensar en lo que le diría cuando supiera su error ¿y si no le decía? Frunció el ceño, no podía actuar como un cobarde, porque no lo era y lo que debía decirle era importante.
―K-Kasumi ―comenzó nervioso y la joven lo miró alzando ambas cejas―yo… ehm… me corrí dentro ―confesó apenado―lo siento.
― ¿Cuándo corriste? ―preguntó Kasumi, mirándolo confundida y Satoru estalló en una fuerte carcajada que se apresuró en callar con su mano. Seguía sobre ella, aun dentro y ella abrazándolo con sus piernas y brazos― ¿qué? ¿de qué te ríes?
―Es una forma vulgar de referirnos a la eyaculación ―dijo aguantando la risa. Frunció el ceño cuando la vio seria, carraspeó su garganta y la miró con culpa―lo siento… se me olvidó ponerme el preservativo.
― ¿C-cómo dices? ―la voz de Kasumi se oyó temblorosa, y lo entendía. Satoru se hizo pequeño de repente, la miró riéndose por los nervios y se rascó la cabeza― ¿Gojou-kun?
― ¡Lo siento! No pensé que me dejarías hacerlo y me puse ansioso. Un poco impaciente, debo reconocerlo, y lo olvidé ―reconoció curvando las cejas.
― ¡Bájate! ―exigió rompiendo el abrazo e intentó empujarlo con sus manos.
―Déjame quedarme un ratito así ―pidió haciendo un mohín infantil―si ya me corrí dentro, no habrá mucha diferencia ―y se encogió de hombros.
―N-no lo sabemos ―dijo frunciendo el ceño―tengo que… limpiarme ¿Qué voy a hacer? ―preguntó angustiada mirando hacia el techo.
―Oye, oye ―se quejó mirándola serio― ¿Qué vamos a hacer? Es problema de los dos, no te dejaré sola si algo pasa.
― ¡Nada puede pasar! ―le corrigió asustada―iré a ducharme, bájate ―Satoru resopló cansado, como si no les tomara el peso a sus propias acciones y se alejó un poco de su torso y con cuidado, tomó su miembro y lo retiró suavemente.
―Oye, esto se ve excitante ―murmuró mirando como sus fluidos salían del cuerpo de la joven. Kasumi lo empujó con todas sus fuerzas, no lo movió demasiado y él le frunció el ceño―tranquila, con una vez no creo que pase nada.
― ¡Así no funcionan las cosas! ―se quejó frunciéndole el ceño, pero a los segundos alzó ambas cejas y lo miró ilusionada― ¡Mi celular! Tráelo.
―No es el momento de pensar en recuperar tu celular, Kasumi. Sé más comprometida con esto ―se quejó fingiendo preocupación. La joven alzó una ceja y lo miró con sospecha―está bien, pero ¿por qué lo necesitas?
―Tengo una aplicación que puede ayudarnos, es un calendario menstrual. Lo uso para poner las fechas en que me llega el período, puede servirnos. ―Satoru la miró confundido, se encogió de hombros y se subió los pantalones.
Kasumi lo miró por quizás un minuto, en que lo vio ponerse la playera y salir del dormitorio. Ella buscó su remera y no alcanzó a ponérsela cuando él volvió. La joven jadeó con sorpresa al ver el móvil en su mano, lo miró asombrada y sonrió emocionada por su destreza.
― ¡Qué veloz! ―le halagó, él sonrió orgulloso y se encogió de hombros, como si su comentario fuera innecesario cuando en el fondo quería oírle halagarlo más. Le entregó el aparato y Kasumi lo desbloqueó rápido con su huella digital, se quedó unos segundos viendo el fondo de pantalla, que ya no eran sus hermanos sino una fotografía de Satoru haciendo amor y paz con tres dedos de su mano derecha.
―Es mejor ―explicó él cuando la vio mirar la pantalla.
― ¿Qué la foto de mis hermanos? Tal vez está dentro del top 3 ―reconoció haciéndolo sonreír, Kasumi negó para sí misma y buscó la aplicación. Satoru se apoyó en su hombro a mirar lo que hacía. Entró al icono de un calendario rosado con una flor, la vio ingresar unas fechas y luego volver al calendario, donde se posó en el día en que estaban. Sus ojos celestes leyeron con claridad y repitió en voz alta.
― "Baja posibilidad de quedar embarazada" ―susurró pensativo―oye, oye ¡qué interesante! Entonces podemos hacerlo sin condón ¿no? Estos días al menos ―dijo mientras pinchaba con su dedo cada día hasta que se encontró con los días marcados con flores, donde decía que la posibilidad aumentaba hasta llegar a los días fértiles―en estos definitivamente no.
― ¡No! ―negó Kasumi volteando a verlo―no podemos, aunque sea baja, sigue habiendo una posibilidad ―dijo seria.
―Qué aburrida ―se quejó resoplando―pero podemos hacerlo otra vez ―le medio sonrió―tengo tres acá ¿crees aguantar? ―dijo sacando los tres sobres de su bolsillo.
Kasumi mordió su mejilla interna. No le respondió, se puso de pie con cuidado de no ensuciar con lo que estaba saliendo de su intimidad y dejó el móvil en la cama. Él lo volvió a tomar y se lo metió al bolsillo, la joven blanqueó los ojos y caminó rápido hacia el baño.
―Te esperamos ―dijo Satoru jugando con los sobres metálicos, lanzándolos hacia el techo y atrapándolos con rapidez, sin dejar de sonreír victorioso.
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N/A: Holi! espero estén bien!
Otro cap de solo gojomiwa! bueno, Kasumi cayó por completo en la labia de Satoru, pero tenemos la letra chica, el aburrimiento. Veamos cuanto le dura hahahahaa
Mientras que el Satoru adulto... es como si lo animara desde su presente hahahaha,
Espero que les haya gustado el cap, que no haya sido muy vulgar y eso, espero leernos pronto!
Muchas gracias por comentar!
