.
.
.
16
Sentimientos
.
.
.
¿Qué era el amor? Se preguntó mientras miraba por la ventana como Panda lanzaba por el aire a Nobara varios metros más adelante. Normalmente aquello le divertiría y los vería en secreto con una sonrisa en sus labios, pero ahora solo tenía la declaración de Kasumi en su cabeza.
Esa mañana había despertado con una pesadez diferente. Como si el recordar aquello le robara energía, muy distinta a la que solía despertarle cuando rememoraba sus encuentros nocturnos-no se enorgullecía de ello, pero tampoco se sentía culpable-ahora era diferente en tantos sentidos.
Sentía una peculiar incomodidad en el pecho, su mente estaba inquieta y los ojos azules y ensoñadores de la joven le atormentaban cada vez que pensaba en sus palabras. No sabía si se debía a lo poco que sabía del amor, o a la culpa por haber enamorado a una adolescente a la que no podía corresponder y que no merecía ser usada como lo estaba haciendo su versión más joven.
Quizás ambas.
Intentaba a menudo defender su actuar adolescente con la excusa de que él fue siempre claro con ella y nunca le dio falsas esperanzas, pero esa idea se derrumbaba rápido al pensar en todo el tiempo que pasaba con la joven de Kioto. No era consecuente con sus acciones, quizás porque era inmaduro y no se daba cuenta, pero temía reconocer la verdad que se estaba instalando hace unos días en su mente. Su versión joven pasaba demasiado tiempo con Kasumi y se divertía con ella, compartían a diario, y se acostaban, eso no terminaría bien para ninguno-ella era la primer víctima-y lo sospechaba porque él ya estaba sintiendo las consecuencias, y a diferencia de su versión adolescente, no era tan idiota para no reconocerlas. Y no sabía qué pensar al respecto.
Suspiró profundamente y se alejó de la ventana.
—Sensei —la monótona voz de Megumi interrumpieron sus pensamientos y por un momento lo agradeció. Era lo que debía hacer, distraerse en otra cosa durante el día. Pues ella ya le quitaba el sueño por las noches, no podía permitir que también se quedara en su mente durante el día.
— ¿Qué ocurre? —preguntó sin mirarlo mientras sacaba su móvil y miraba los mensajes, alzó las cejas al ver uno de Utahime, pero supuso de qué se trataba y no quería seguir pensando o hablando de Kasumi ese día, por lo que la ignoró.
—Lo estamos esperando hace una hora —dijo en tono de fastidio, Gojou alzó una ceja extrañado y antes de que pudiera preguntar, Megumi frunció el ceño y habló alzando la voz— ¡Usted nos citó a esta hora!
—Ah… sí, sí… cierto —asintió pensativo—no recuerdo para qué. —El adolescente lo miró con rabia, pero era algo propio en él, como también era que no tomara en serio sus quejas—me acordaré en el camino, vamos —dijo sonriendo, Megumi suspiró. —Te preocupas demasiado para ser tan joven, se te harán arrugas.
— ¿Y la culpa de quién es? —preguntó entre dientes.
—Pues tuya. Tú eres el que se preocupa —murmuró burlesco y le dio unas palmadas en la espalda.
(…)
A menudo se agotaba de dirigir a personas, pero cuando debía hacerlo con un grupo de adolescentes alborotadores e idiotas, su cansancio mental aumentaba al triple. Pero aun así no se arrepentía de su carrera.
Leyó los últimos informes de la noche de fin de año y suspiró aliviado. No habían bajas de hechiceros ni grandes problemas a los que debiera rendirles cuentas a los viejos del consejo. Dejó la última carpeta sobre el escritorio después de firmarla y buscó en su ordenador alguna novedad de los directivos o algo pendiente que hacer antes de ir a almorzar, frunció el entrecejo cuando notó un correo inusual en su bandeja, tardó dos segundos en reconocer el remitente, hizo una mueca de desagrado, pero lo abrió rápido y curioso.
Sintió que se le detuvo el tiempo por segundos cuando leyó el contenido, en cada oración que avanzaba fruncía más el ceño, sus cejas casi se tocaban cuando terminó de leer el correo del clan Gojou. Respiró profundamente, intentando calmarse, pero no lo consiguió, a su memoria vino la estúpida risa de su estudiante y la ira estalló. Le dio un fuerte golpe a la mesa del escritorio, algunos lápices se cayeron junto a las últimas carpetas que había firmado. Resopló molesto y estiró sus dedos antes de responder el mail.
Se levantó de su asiento apenas le respondió al representante del clan más poderoso-en tantos sentidos-del mundo de la hechicería y casi corrió para salir de su oficina.
Sus pasos eran ruidosos, pero no le importó hacer notar su molestia. Miró de soslayo a un solitario Nanami en su salón mientras leía un libro, tuvo que mirar dos veces cuando le pareció verlo acompañado, pero solo eran recuerdos que su mente le instalaba y le hacía pensar que Yu seguía allí, como tantas otras veces, sacudió su cabeza y siguió su camino.
La puerta del salón estaba abierta, oía murmullos fuertes, pero no lo suficiente para entender lo que decían. Apresuró el paso y entró dando pisadas sonoras y fuertes, pero toda su ira se redujo al mínimo cuando vio a sus estudiantes. La joven del futuro estaba sentada junto a Suguru, ambos con el cabello suelto, y detrás de éste, estaba Shoko peinándole la mitad de su cabello, la otra mitad tenía una trenza. Detrás de la joven estaba Satoru, haciendo lo mismo que Shoko, cepillando y dividiendo el cabello lacio mientras trenzaba mechones y le ponía horquillas de colores y decoradas con animales y frutas.
Los cuatros se quedaron en silencio al verlo, pero a los segundos después siguieron hablando, como si no estuvieran perdiendo el tiempo en vez de estudiar.
— ¡¿Acaso este salón es una peluquería?! —exclamó molesto.
—Por supuesto que no —se quejó Shoko—nos iría fatal, mire las trenzas de Satoru, son un asco. Kasumi, estoy segura que te costará sacar esos nudos…
— ¡Oye! —reclamó Satoru—mi estilo es más moderno —se defendió mientras movía el cepillo—el tuyo es aburrido.
—Al menos está desenredado —sonrió triunfante Shoko—yo que tú le quitaría mi cabello, Kasumi-chan —Miwa la miró preocupada y trató de voltear hacia atrás.
— ¿En serio tiene muchos nudos? —Satoru no la dejó girarse y sonrió nervioso.
—Tú tranquila, tu pelo está bien —rio—el estilo Gyaru te queda.
— ¡¿Qué?! ¡te dije que no le pusieras tantas! —se lamentó, pero lo dejó continuar.
—Por eso elegí a Shoko —sonrió Suguru—sabía que encontraríamos alguna actividad en la que Satoru era malo.
— ¡No soy malo! —dijo entre dientes y a esa altura la rabia ya se había ido dando paso al hastío. Soltó un profundo suspiro y se acercó al grupo de adolescentes.
— ¡Satoru! —exclamó haciéndolo brincar en su sitio— ¿Me puedes explicar por qué recibí un correo del clan Gojou, preguntando porque no asististe a las celebraciones de año nuevo? —y el joven se quedó mudo.
La clásica personalidad ruidosa y arrogante del hechicero más fuerte de su generación-y quizás en la historia de la hechicería-se esfumó por completo, dejando a un crío nervioso titubeando una respuesta incoherente.
—Pero si se fue con Kyosuke —murmuró confundido Suguru—lo vimos irse ¿No, Shoko? —preguntó Suguru volteando hacia atrás.
— ¿A dónde fuiste? —preguntó Shoko con suspicacia— ¿hay algo que nos quieras contar?
Yaga los miró con sospecha, pero no vio señales de encubrimiento, ellos realmente no sabían qué había hecho o dónde había estado el adolescente problemático. Volteó hacia la joven de Kioto, no pudo verle los ojos, parecía que miraba sus propias manos y su flequillo escondía sus grandes ojos azules.
— ¡¿Qué tiene de malo?! —terminó diciendo el joven en un tono de indignación— ¿Acaso no puedo tener vida social?
— ¡Ese no es el problema! ¡idiota! —soltó exasperado—les avisé a sus padres que irían, y no solo eso, les di permiso para salir a sus casas no a pasear. Ustedes están bajo mi responsabilidad ¿Qué crees que pensarán tus padres? ¿O el directivo? ¡Que no puedo controlar a un grupo de mocosos malcriados! ¡no hacen caso! ¡no estudian! ¡Me mentiste Satoru! ¿A dónde fuiste? —preguntó alzando la voz al mismo tiempo que golpeaba la mesa, los cuatro jóvenes pegaron un brinco en su sitio.
—S-si fui a mi casa —dijo frunciendo el ceño, pero sus gafas escondían sus ojos por lo que no pudo descifrar del todo su mentira—solo que luego quise ir a ver el árbol de navidad del centro, compré algunas cosas y me quedé en un hotel. No quería ir a casa —dijo alzando la barbilla—las fiestas en el clan son aburridas.
—No te creo —respondió el director y se acarició la sien—y con esto quebraste la confianza, Satoru —soltó un profundo suspiro y giró sobre su talón, parecía más viejo que cuando entró al caminar cansado y encorvado.
El grupo se quedó en silencio por largos minutos. Suguru fue el primero en abrir la boca, volteó a ver a su compañero y serio habló.
— ¿A dónde fuiste? —preguntó curioso—no te he visto nada nuevo que hayas comprado…
— ¡¿Qué te importa?! —se quejó soltando el cabello de Kasumi—merezco privacidad ¡tengo derechos! —bufó molesto y se quitó las gafas para refregar su dorso derecho en sus ojos.
—Esto me huele a una chica —dijo Shoko y los tres la quedaron viendo con sorpresa.
— ¿U-una chica? —balbuceó Miwa y Suguru volteó a verla.
—Oh… lo siento, Kasumi-chan. Quizás no lo sabías, pero Satoru es algo mujeriego. Demasiado para ser tan joven —murmuró pensativo.
— ¡Cállate! —se apresuró en interrumpir—estoy harto de que hablen mierda de mi ¿Qué clase de persona creen que soy? —preguntó con indignación falsa, intentando cambiar el tema de conversación.
—Un tarado —respondió Shoko.
—Mala persona —dijo Suguru.
—El más fuerte —contestó Kasumi con completa convicción, sacándole una diminuta sonrisa. Porque, aunque fuera la única que pensara así de él, con eso le bastaba. Y entonces su sonrisa se borró de inmediato ¿por qué era importante lo que la joven pensara de él? De pronto su pecho se sintió pesado, y el buscar la respuesta a esa pregunta le hizo sentir sumamente incómodo y confuso.
—Bien… —bufó molesto—fingiré que no los oí —dijo y removió un poco sus lentes para lanzarles un vistazo con desprecio a sus compañeros—pero sepan que no me olvidaré de esto fácilmente.
— ¡Oh dios mío! —exclamó preocupado— ¿ahora qué haremos, Shoko? ¿cómo vamos a dormir por las noches sabiendo que ofendimos a Satoru?
—No podremos, no hay forma —murmuró preocupada la joven mientras llevaba su mano derecha hacia su sien. Satoru frunció el entrecejo un poco harto de ser el blanco de sus bromas, pero no dijo nada.
—Ya cuéntanos —sonrió Shoko— ¿estás viendo a alguien? ¿qué hiciste en año nuevo? —preguntó entusiasmada.
Miwa tragó con disimulo, le daba vistazos rápidos al hechicero más fuerte, intentando descifrar qué diría a continuación, pero le era imposible. Satoru Gojou era quizás, la persona más impredecible que conocía. Ni siquiera podía jactarse del tiempo que pasaba con él como para sentir o pensar que lo conocía un poco, no se atrevía. Por lo que su corazón latía deprisa pensando qué decir en caso de que el joven dijera que se quedó con ella. Por una parte, la idea le gustaba, que no fuera un secreto que compartían tiempo a solas, pero por otra, temía el qué dirían o pensaran de ella. Era vergonzoso también, pues bien sabían que admiraba mucho al hechicero ¿y si se daban cuenta que no solo pasaban tiempo a solas? Sus mejillas se sonrojaron casi al instante. Por muy amables que fuesen con ella, si se enteraban que se había acostado con él, la etiqueta de chica fácil no se la sacaría jamás.
— ¡No les contaré ni mierda! —chilló con escándalo y los apuntó a ambos— ¡malos amigos! ¡malos! —se quejó como si regañara a un perro.
—Deja el drama —sonrió Suguru con su habitual calma—si no nos cuentas, nos inventaremos una historia y será peor —los ojos celestes del chico se escondieron tras sus gafas oscuras nuevamente, lo que encendió las alarmas en Suguru. Lo miró con atención, tratando de fijarse en cada detalle de la historia que contaría, porque estaba seguro de que les mentiría.
—No fue nada —se encogió de hombros—solo quería una noche libre de ser el líder del clan Gojou y de un hechicero ¿es muy difícil de entender? —suspiró.
—N-no lo es —susurró Miwa—estás bajo mucha presión, Satoru-kun —dijo preocupada, iba a decir algo más pero su voz quedó en su garganta al ver la sonrisa ladina del hechicero, y sus mejillas se incendiaron o eso pensó ella, esperaba que fuera solo calor y que no se notara lo avergonzada que estaba. Su sonrisa, esa maliciosa y burlesca sonrisa le enrostraba lo cínica que estaba actuando, pero de verdad pensaba que Satoru estaba cansado de sus responsabilidades y no buscaba desviar la atención de lo que de verdad había hecho esa noche, pero no podía explicárselo con miradas por lo que optó por callar.
— ¿Y qué hiciste de entretenido? —quiso saber Shoko. Sacó su móvil y revisó unos mensajes mientras escuchaba.
—Fui a ver el árbol de navidad del centro comercial, comí mucho helado. Estaba en rebaja por el frío… ¿qué más? —pensó fingiendo que recordaba—pedí una suite en un hotel cercano y pedí comida al cuarto. No fue muy extraordinario —se encogió de hombros.
—Debiste invitar a Kasumi-chan —dijo serio Suguru—si perdiste el tiempo, al menos le habrías hecho compañía. Eres todo un caso… —se quejó negando.
— ¡N-no es así! —se apresuró en decir la joven mientras negaba—está bien que Satoru-kun haya querido estar a solas, merece un tiempo para sí mismo —sonrió—y yo estaba bien. —Fue su turno de encogerse de hombros y notó lo ligera que se sentía en su espalda, intentó tocar su cabello y frunció el ceño al sentir la trenza áspera que hizo el hechicero, soltó un lamento al pensar en lo que le costaría desenredar su melena.
—Kasumi-chan… —sonrió sin ganas Suguru—estás cegada de fanatismo, Satoru podría raparte o pegarle a un perro, y aun así lo defenderías. —Shoko y Suguru rieron al mismo tiempo.
—Jamás haría algo así —se defendió Satoru—deja de calumniarme. —El grupo soltó una carcajada casi al unísono, y él también se rio, pero no con tantas ganas como los demás.
(…)
Desde hace unos días sentía una pesadez difícil de entender para él. Algo no andaba bien, y sabía bien qué. Miró la hora en su móvil y lo guardó en su bolsillo. Suspiró cansado y caminó hacia el bosque. El viento sacudía ruidoso las ramas de los árboles, pero no lo suficiente como para desconcentrarlo, aun así, se sentía distraído. Volvió a mirar la hora y notó un mensaje de texto, lo abrió curioso y alzó ambas cejas al leer la invitación cordial de Suguru a amanecerse jugando videojuegos con Nanami. Lo primero que pasó por su cabeza fue "¿y en qué momento iré con Kasumi?", apenas se lo preguntó, respondió con rapidez aceptando la invitación.
Eso debía parar. Sudó frío, sintió el corazón latirle deprisa y al mismo tiempo con exageración al punto de sentir el pecho pesado. Su respiración se aceleró un poco, tuvo que concentrarse para calmarse, para cuando lo consiguió, comprendió que sus encuentros con Kasumi debían parar pronto, porque ya había llegado muy lejos.
Desde un principio se dijo-pensó-que una vez consiguiera relajarse con unos cuantos encuentros, eso se detendría, pero no por un tema de ponerse una meta de cierta cantidad de veces en que podía estar con ella, sino más bien porque creyó que con eso bastaría para que se aburriera de una joven débil, no solo físicamente, sino que también de perfil bajo y algo correcta-demasiado para su gusto-y ahora ahí estaba, pensando en que debía detenerse no porque estuviera aburrido, sino porque ya había pasado demasiado tiempo con ella. Y ya había consecuencias de eso.
"Te amo" se repitió en su cabeza y tragó con dificultad ¿cómo se lo decía después de que ella se le había declarado?
—Era obvio que se enamoraría de mí —susurró con soberbia, pero no le causó gracia. Al contrario, sus ojos carecían de brillo al pensarlo.
La molestia en su pecho ahora era constante y más intensa. Temía hacerla llorar, no quería hacerla sufrir, pero sabía que debía detener lo que había iniciado con ella, no podía seguir escapándose ni mintiendo para estar con la joven. Y lo más peligroso, y que le alertaba que definitivamente debía hacerlo, era el hecho que se encontraba pensándolo no porque le naciera detener sus encuentros, sino porque ya había ido demasiado lejos con su relación casual.
Que de casual le quedaba poco. Frunció el entrecejo, era su culpa que la situación hubiera escalado a esos niveles, debía ponerle un alto y no podía seguir evitando tomar una decisión. Suspiró con pesadez ¿cómo se lo decía? Hizo una mueca, pero pronto una idea se le presentó de lo más cuerda. No había nada que hablar ni terminar porque nunca hubo un "algo". Él fue honesto y directo desde el principio, y ella lo sabía.
Ya estaba decidido. Simplemente no iría a visitarla a su habitación por las noches, decidió mientras apretaba sus manos dentro de su bolsillo. A pesar de ya tener un plan de acción, su pecho siguió molestándole, apretado y pesado. Volvió a suspirar, sacó la mano de su bolsillo con rapidez y golpeó al ente que osó con acercarse, le apuntó con su dedo y lo exorcizó en segundos.
—Los chicos tienen razón… soy una mierda de persona —susurró al pensar en que ni siquiera iría a darle una explicación a Kasumi.
Frunció el ceño enojado consigo mismo. Pensar o sentir que la joven merecía una explicación era otro motivo de alerta ¿por qué debía decirle que dejaría de ir a verla? No tenían ningún acuerdo, no había nada más que una amistad con ciertos beneficios, quiso convencerse. Pero entonces ¿Por qué se sentía tan miserable?
Necesitaba despejarse. Y los videojuegos eran perfectos para ello.
(…)
Se quedó un largo rato mirando el techo de su habitación. La alarma había sonado hace unos veinte minutos, y si no se levantaba en los próximos cinco, llegaría tarde a su clase. Sentía un malestar en el estómago, quiso pensar que quizás había comido algo que le hizo mal, pero se conocía lo suficiente para saber a qué se debía: nervios. Estaba más inquieta de lo usual, algo ansiosa tal vez, pensando que algo no andaba bien. Pero por más que pensaba, nada estaba fuera de lugar. A excepción de una situación.
Él.
Tragó con dificultad. No quería parecer intensa o como esas chicas que dependen emocionalmente de un hombre, pero estaba confundida. Satoru no había ido a visitarla en las dos últimas noches, y desde que empezaron a relacionarse, él iba siempre, incluso cuando no hacían nada sexual. No se atrevía a preguntarle por qué no había ido, pues siempre era él quien la seguía, ya se había acostumbrado a ese juego. Él insistía, ella se hacía la indecisa para finalmente caer rendida a sus brazos.
Su presencia era muy notoria, y su ausencia era peor. Suspiró y se reincorporó, se duchó rápido y se puso el uniforme. Cepilló sus dientes y salió sin desayunar. Sentía el corazón latirle deprisa, estaba nerviosa por verlo esa mañana, creía que si algo andaba mal lo notaría por el cómo la trataría. El día anterior pareció normal, por lo que supuso que solo estaba ocupado y se enteró después que había pasado la noche con Suguru y Nanami, pero ¿qué había pasado anoche? Tragó nuevamente y caminó hacia el salón.
Quizás era paranoia, pero no dejaba de pensar que la distancia tenía que ver con lo que le había dicho. Aunque en el momento de su confesión él no pareció aturdido ni asqueado y la había besado ¿entonces? Se sentía tan confundida. Respiró profundamente y caminó lento hacia el salón. Escuchó las voces de sus compañeros y sonrió, se asomó por el umbral y saludó como de costumbre.
—Buenos días —dijo y caminó hacia su puesto junto a Shoko.
— ¿Qué te pasó? —preguntó la joven—normalmente llegas primero.
—Lo sé —sonrió con culpa—estaba despierta, pero no quería levantarme.
—Se entiende —asintió Suguru mientras leía su libro—el cansancio es mucho últimamente. —Murmuró sin mirarla con su tono calmado de voz.
Kasumi asintió y se ubicó en su puesto, dio un vistazo rápido hacia Satoru que jugaba en una consola portátil, contuvo el suspiro y sacó su cuaderno de historia.
Escuchó a medias cuando llegó el maestro y comenzó la clase, sus ojos azules viraban a cada rato hacia el joven hechicero, que en ningún momento miró en su dirección o le hizo alguna mueca como siempre lo hacía. Las alertas se encendieron, pero intentó calmarse pensando que seguramente eran imaginaciones suyas, trató de poner atención a la clase y tomar apuntes.
Para el primer receso, sus ánimos no eran los mejores, pero lo disimulaba bien. Ordenó sus útiles escolares antes de que empezara la segunda clase, escuchó al dúo de hechiceros salir del salón, y evitó mirarlos. Iba a buscarle platica a Shoko, sin embargo, al verla sacar su cajetilla de cigarros prefirió no interrumpirla. Miró el salón vacío y se deprimió, normalmente Suguru o Satoru la invitarían a donde fueran a pasar el receso, pero ahora ni siquiera le habían preguntado si quería algo. Suspiró, quizás estaba sobre pensando demasiado.
Salió del salón con pesadez y buscó a Nanami en el suyo, el rubio hechicero miraba una revista, levantó la mirada al oírla entrar, ella le sonrió con timidez y entró mirando el salón como si fuera la primera vez que lo visitaba.
— ¿No te aburres aquí solo? —quiso saber mientras miraba las anotaciones del pizarrón.
—No —dijo levantando la vista de la revista de viajes. Kasumi se quedó mirando la portada— ¿quieres verla?
—N-no, descuida… ¿planeas un viaje? —preguntó curiosa mientras se acercaba. Nanami lo pensó unos segundos y negó, el silencio los envolvió por unos minutos hasta que decidió responder.
—Más adelante. Quiero jubilarme en un país tropical —Kasumi sonrió ante la idea, no se imaginaba al rubio hechicero bajo un quitasol disfrutando de la playa, pero se oía un plan de retiro interesante.
—Iré a la máquina expendedora ¿quieres algo? —preguntó buscando el monedero en su bolsillo.
—Una soda estaría bien —Kasumi sonrió en respuesta y salió del salón.
A pesar de lo reservado, le gustaba compartir con Kento Nanami, sentía que era más parecido a ella. No había nacido en un clan de hechiceros, se esforzaba a diario en su entrenamiento y buscaba cosas cotidianas como tener un buen vivir, ella lo comprendía y él no la juzgaba ni se burlaba de sus motivaciones.
Se apresuró en ir a comprar, el no haber desayunado le estaba pasando la cuenta y a diferencia de los días anteriores, Satoru no le ofreció ningún dulce o galleta esa mañana. Daba pasitos suaves mientras pensaba qué comprar que no fuera caro y que la satisficiera. Estaba por doblar en el pasillo donde estaban las máquinas cuando oyó voces masculinas, por instinto detuvo el paso y se apegó a la pared, su corazón latió deprisa al distinguir las voces de sus compañeros de clase, sonrió tímida al pensar en hablarles-a Satoru específicamente-iba a asomarse y saludarlos cuando escuchó su nombre en la plática.
(…)
Se quedó viendo los diferentes paquetes de dulces y galletas, ninguno llamó su atención. Estaba sin apetito, pero quería comer algo más que nada por costumbre. Miró de soslayo a su compañero que también parecía indeciso.
—Siempre traen lo mismo —se quejó Satoru, llamando la atención de Suguru. El joven lo miró por unos segundos y volvió su atención a la máquina, insertó un billete y seleccionó una patata frita sabor jamón.
— ¿Por eso luces tan irritado? —preguntó sin mirarlo, atento al resorte que giraba hasta soltar su compra, la vio caer con suavidad y se inclinó hasta tomarla.
—No lo estoy —respondió frunciendo el entrecejo, optó por seleccionar una soda de cola y suspiró. —No se me ocurre qué comer.
—Algo te pasa y quieres hablarlo —afirmó mirándolo con atención, abrió sus papas y sacó una sin dejar de mirarlo—en tu rostro tienes escrito "¡pregúntame qué me pasa!" —soltó lo último en un tono de burla, pero su risa murió cuando vio el rostro pensativo de su compañero. — ¿Qué tienes?
—No es nada —negó y abrió su soda—he estado… haciendo estupideces.
— ¿Y cuál es la novedad? —sonrió Suguru y le ofreció de sus papas, Gojou lo pensó unos segundos y negó. Geto frunció el entrecejo preocupado al no oír una réplica por parte de su amigo, normalmente se defendería o lo atacaría con una broma o burla más grosera, en cambio se quedó viendo su reflejo en el vidrio de la máquina expendedora, parecía calmado, pero lo conocía y pudo notar que estaba inquieto. — ¿Qué hiciste? —preguntó en un tono más bajo.
—Yo… —tragó saliva insípida, como si no hubiera bebido un trago de quizás una de las sodas más dulces que había. Contuvo el suspiro y antes de responderle a su compañero, se preguntó ¿realmente haría aquello? El corazón le latió deprisa, sabía que no era necesario, pero de una forma u otra, creía que lo que estaba a punto de hacer le ayudaría a no retractarse. Volvió a tragar, bebió un sorbo de su soda y miró a su amigo que, aunque tuviera sus lentes puestos, estaba seguro que podía notar su preocupación, que lo que estaba a punto de decirle no era una broma como siempre—Yo… me tiré a Kasumi.
— ¿Qué?
El rostro estupefacto de Suguru le puso nervioso. Sus ojos negros estaban fijos en él, y no sabía si lo estaba juzgando o no sabía qué decir, o ambas. En ese momento la culpa empezó a instalarse en su pecho ¿tan mal estaba lo que había estado haciendo con Kasumi? Pero se sintió bien ¿por qué algo que se sentía tan bien podía ser tachado como algo malo o incorrecto? Sinceramente no lo comprendía.
— ¿De verdad? —quiso saber. No se sentía avergonzado por hablarlo o preguntar sobre sexo, nunca había sido tema de conversación entre ambos, pero eran adolescentes después de todo, aunque sus vidas estuvieran repletas de situaciones anormales, no pudo evitar sentir un poco de envidia de Satoru por tener al menos una parte de su vida como cualquier joven. Pero entonces el sentido común borró su asombro inicial, dando paso a la preocupación—pero Satoru… —dijo en tono de reproche— ¿Por qué con Kasumi-chan? Estoy seguro que tuviste otras opciones… Creí que Mei Mei y tú…
— ¡No! —negó rápido— ¿por qué pensaste eso? —preguntó extrañado.
—No lo sé… me pareció que se te había insinuado un par de veces y tú reconoces su fuerza, creí que podrían congeniar…—murmuró pensativo.
— ¿Y Kasumi por ser débil no congeniaría conmigo? —preguntó serio.
—No —respondió tajante y con una expresión severa—no es por eso. Es porque ella no pertenece aquí y es una chica buena ¿cómo le hiciste eso?
—No te diré cómo —murmuró desviando la mirada—ella quería ¿cuál es el problema? —se defendió alzando la barbilla.
—Sabes muy bien cuál es el problema o no me estarías contando esto como si estuvieras confesando una travesura de la que te sientes culpable ¡madura! —le regañó—ella se debe ir en algún momento ¿cómo crees que se sentirá? O más importante ¿crees que se acostó contigo porque eres "Satoru Gojou" solamente? ¡Ella siente cosas por ti!
—Lo sé —susurró apenado—por eso ya no seguiré… no —no pudo terminar la frase. Soltó un suspiro e hizo una mueca de desagrado. Creyó que exponiéndose con Suguru se sentiría más aliviado, pero ahora la culpa era más grande gracias a los juicios de su compañero. —Se acabó.
— "¿Ya no seguiré?" —preguntó con sospecha y Satoru sintió una gota de sudor recorrer su sien, desvió la mirada avergonzado y bebió un sorbo de su soda— ¿hace cuánto tiempo que estás haciendo eso? —Satoru no respondió, miró la máquina y echó más dinero para sacar un paquete de chocolates— ¡Satoru!
— ¡No lo sé! —se quejó—unas cuantas veces… no sé —soltó hablando rápido para finalmente susurrar—unos meses…
— ¡Satoru! —exclamó indignado, vio a su amigo nervioso retirando el dulce y sus monedas, suspiró y miró de soslayo hacia el pasillo— ¿Por qué me cuentas ahora?
—Supongo que ahora que ya no seguiré haciéndolo, quería solo comentarlo ya que somos amigos, ¿no? Los amigos hablan de estas cosas ¿no? —preguntó genuinamente confuso.
—Creo que sí… —susurró sin dejar de mirar hacia el pasillo— ¿lo hablaste con ella?
—Nah —dijo restándole importancia—era solo sexo —se encogió de hombros—ella lo sabía. Se lo dije desde el principio.
—Eres una mierda —se quejó con desprecio.
—Lo sé —susurró para sí mismo, pero Suguru lo oyó.
—Ya se fue… —murmuró el joven mirándolo expectante. Satoru soltó un suspiro y se quitó las gafas, pasó el dorso de su mano libre por su ojo izquierdo— ¿por qué lo hiciste? —quiso saber, no entendía qué pasaba por la mente de su compañero. A su parecer, su discurso era sumamente cruel con la joven, y nunca lo imaginó viniendo de él. Quizás no lo conocía lo suficiente o la relación con el sexo opuesto no se le daba bien a su amigo.
—No… no me atreví a decírselo por mí mismo —susurró apenado—si iba a su cuarto, terminaría haciendo otra cosa ¡no puedo quedarme a solas con ella! —exclamó asustado.
—Eres un puerco —soltó rodando los ojos—bueno, ahora destruiste toda oportunidad de repetirlo. Seguramente te odiará.
—Sí… seguramente —tragó con dificultad.
Sentía un nudo en la garganta ¿era angustia lo que estaba sintiendo? Intentó compararlo con alguna otra sensación, pero nada vino a su memoria. Regresaron al salón a paso lento, notaba la mirada de Suguru sobre él, pero no se quejó. Estaba bien que lo juzgara, lo merecía y a la vez, si no lo hacía no se daría cuenta del todo si sus acciones estaban mal, su amigo entendía mejor sobre relaciones sociales. Suspiró nuevamente, no estaba en sus planes hacerle eso a Miwa, pero encontró que era el mejor momento para hacerle saber que ya no seguiría visitándola. Realmente no podía hacerlo en su habitación porque terminaría cambiando de opinión y aquello era otra alerta más que le gritaba que su decisión de terminar sus visitas nocturnas con la joven estaba bien y no podía seguir aplazándolo.
Pero no podía evitar sentirse culpable y mal por lo que había hecho ¿ella estaría bien? ¿lo odiaba ahora? ¿estaría decepcionada? No solo le había puesto un alto a su relación, sino que más grave aún, la había expuesto con alguien más y aquello era vergonzoso para las chicas ¿no? Después de todo ellas se esmeraban por guardar las apariencias y tener una imagen que cuidar, ahora que Suguru sabía lo que habían hecho, quizás la joven tomara distancia de ambos.
Sintió el corazón acelerársele cuando llegaron al salón, aun con sus lentes puestos miró con disimulo hacia el escritorio de Miwa, como si ella pudiera notar que la estaba viendo. Pero la joven no estaba en el salón. Su pecho se oprimió y al imaginarla llorando sola en los baños o en su cuarto, la desesperación fue más grande y giró sobre su talón para ir a buscarla, pero se quedó en su sitio cuando la vio salir del salón de Nanami. No esperó que ella lo viera y entró rápido al salón a sentarse.
La vio caminar hacia su puesto y frunció el ceño. La joven parecía normal, no lucía afectada por lo que había escuchado y en cierta forma lo alivió, pero a la vez, le incomodó un poco el hecho de que quizás se estaba dando demasiada importancia en la vida de Kasumi, pero si ella lo amaba ¿significaba que era importante, no? Tal vez ni siquiera era amor ¿qué sabían dos adolescentes hormonales del amor después de todo? Tragó en seco y agachó la mirada.
¿Qué sabía él del amor?
Hizo una mueca de hastío y miró hacia Kasumi, no logró ver su rostro, su cabello lacio escondía gran parte de este, volvió su atención a su mesa y suspiró por quizás la quinta vez esa mañana. Necesitaba distraerse.
(…)
Había decidido actuar como si nada hubiera pasado, porque en estricto rigor, se suponía que ella no había escuchado la plática de los hechiceros más fuerte de su generación. No le costaba actuar, toda su vida lo había hecho fingiendo ser una adolescente normal, tiñéndose el cabello de negro, trabajando cuando no era legal por ser menor, disimular que estaba de acuerdo con decisiones de los superiores cuando jamás en la vida lo habría decidido por su propia cuenta.
Solo era un corazón roto y no era la primera ni la última chica a la que le pasaría. En el fondo, tampoco estaba molesta con Gojou Satoru porque tenía razón-no aprobaba sus métodos ni sus tratos-ellos jamás hablaron de una relación «aunque nos comportábamos como si tuviéramos una» se dijo, él fue muy directo desde el minuto uno, solo quería acostarse con ella unas cuantas veces creía recordar que le dijo «¿entonces por qué venías todas las noches? ¿por qué te quedabas incluso cuando no hacíamos nada?» se preguntó y el brillo en sus ojos desapareció.
Eran segundos en los que, si se ponía a pensar en lo que había vivido con él esos meses, su humor se iba a la basura. Volvían las preguntas, los reproches incluso la rabia en contra del chico. A veces sentía hasta rencor y se extrañaba consigo misma, se veía cuestionándose y pensando en lo idiota que fue, pero rápidamente se repetía que la culpa no había sido del todo suya, porque de algún modo él le había ilusionado con sus visitas, con su actuar gentil ¡la había acompañado en año nuevo y les había mentido a todos! ¡incluso a su clan! ¿para después hacer como si nada hubiera pasado entre ellos?
—Idiota —susurró, y no sabía si era dedicado a ella o a él. Seguramente a ambos.
La verdad era que, aunque ya hubieran pasado un par de meses desde que él dejó de visitarla, aun dolía y se preguntaba por qué cuando sabía la respuesta. A menudo se arrepentía de haberle dicho que lo amaba, no por amarlo, sino porque con ello él se había ido. Sin embargo, también pensaba que estuvo bien, no tenía que avergonzarse de sentir y también estaba bien que él se hubiera alejado, después de todo no era recíproco y lo mejor era ponerle un alto «pero ¿hacía falta ser tan cruel?» suspiró.
Se bajó del auto y sacudió las tablas de su falda, pero las manchas de musgo no salieron. Soltó un quejido despacio al pensar en llegar a lavar la ropa a su dormitorio, tenía otra falda, pero no quería dejarla sucia tantos días, temía que no saliera.
—Has suspirado todo el día —habló Nanami—y los anteriores ¿estás bien?
—Sí —sonrió—es solo que estoy cansada y tendré que llegar a lavar la ropa.
— ¿No usas la tintorería? —preguntó mientras subían por la escalera hacia la entrada del establecimiento.
—No —negó—estoy ahorrando —dijo pensativa—espero me sirva para mi época ahora que lo pienso.
—Cierto —asintió el rubio—si el efecto de la maldición es modificar el futuro, nos acordaremos de ti y te podrán dar tu dinero —Kasumi detuvo su andar y lo miró estupefacta.
¿Se acordarían de ella? Tragó en seco. Sintió sus mejillas sonrojarse y tuvo que poner su mano en su pecho izquierdo arriba de su corazón para calmar los latidos de éste. Si todos la recordaban… si el futuro era modificado ¿Gojou-san recordaría que…? No. No podía ser de ese modo ¡¿Cómo podría vivir tranquila sabiendo eso?! Hizo una mueca, el mismo sensei que se había fotografiado con ella, el que le había dado un recuerdo en el evento de intercambio ¿se acordaría de ella y él en su habitación? El aire empezó a escasear de repente. Era fácil relacionarse con un chico de su edad, pero pensar en Gojou adulto y ella juntos era una escena que no podía describir. O imaginar qué pensaría de ella después de lo fácil que había caído a sus pies.
La vergüenza no la dejó por el resto de la tarde. Definitivamente prefería que todo lo que había vivido fuera una realidad alterna para ella, y que la vida de los demás siguiera su curso. Rogaba que fuese de ese modo.
Prefirió tender su ropa dentro de su habitación, aunque aún hiciera calor durante la tarde, pronto oscurecería y no le gustaba dejar la ropa toda la noche al aire libre. No alcanzó a prepararse la cena por lo que decidió ir al comedor, donde estarían todos los demás y como siempre, se le hizo un nudo en el estómago al pensar en ver a los hechiceros, pero ya era una experta en esto de la actuación así que podía compartir con ellos como si nada pasara.
Tal como ellos lo hacían. Satoru la trataba como siempre, a diferencia que ya no buscaba momentos para compartir ni se le acercaba tanto como antes, pero seguía siendo alegre y amable, le compartía dulces y aún tenía su celular secuestrado. Suguru no la miraba diferente y apreciaba mucho eso, porque la vergüenza que sentía era demasiada y apenas viera un atisbo de burla o indiscreción por su comportamiento inapropiado, no podría dirigirle la mirada nunca más. En momentos como ese, le gustaría ser un poco como Mai, estaba segura que le daría lo mismo lo que pensara el resto y actuaría orgullosa con la barbilla en alto. Sonrió al recordarla.
— ¿Queda de comer? —preguntó al asomarse por el umbral. Estaban Shoko y Suguru solamente, lo que agradeció en parte.
—Sí —apuntó Shoko hacia cocina—puedes servirte todo, Satoru anda en una cita, no creo llegue a cenar —y Kasumi detuvo su paso. Su pecho se apretó al mismo tiempo que sus latidos se volvieron lentos casi como si su corazón hubiera parado de bombear, pero actúo brillantemente y sonrió alzando las cejas.
— ¿Una cita? —miró a Shoko y luego a Suguru, los ojos negros del joven estaban fijos en ella, y aunque él supiera de su no-relación con Gojou, no le importó preguntarlo. Era lo normal ¿no? Si no lo hacía era igual de sospechoso. Solo trató de no demostrar lo mal que le hacía saber eso.
—Sí —asintió Shoko—tiene muchas últimamente —murmuró pensativa— ¿son con la misma chica? —preguntó a Suguru y el joven se encogió de hombros.
—No le pregunto muchos detalles —murmuró mirando a Kasumi que continuó su camino hacia la cocina. —Necesita distraerse.
— ¿Por qué? ¿pasó algo? —preguntó Shoko. Kasumi los miró de soslayo mientras se servía sopa de miso y apartaba unos bolillos de carne, no quiso servirse nada más, se le quitó el apetito de golpe.
—N-nada en particular —titubeó Suguru—las misiones, las obligaciones del clan… está estresado.
—Siempre ha sido lo mismo y no andaba tan casanova —dijo con sospecha— ¿crees que se consiga novia?
—Quizás —se encogió de hombros— ¿deberíamos salir también?
— ¿Tú y yo? —preguntó Shoko extrañada y Kasumi los miró asombrada.
—N-no… por supuesto que no, quiero decir, buscar con quién salir… —se rio nervioso— ¿no crees, Kasumi-chan? —sonrió con su calma habitual y Kasumi contuvo el suspiro.
—Menos mal… mira que ustedes serían mi última opción —dijo en tono cansado—ni así, preferiría estar sola.
—Ah, es bueno saberlo —sonrió Suguru.
—No creo tener tiempo para eso —respondió Kasumi—Satoru-kun lo tiene porque termina rápido sus misiones.
—Es cierto —concordó Suguru y ella tragó con dificultad. Miró sus platos e hizo una mueca, el hambre se había ido por completo.
Estaba bien que saliera con otras personas, pero sentía que le dolía el pecho al imaginarlo. El saber que mientras se seguía cuestionando, seguía con dudas y reproches hacia ella misma y a él por lo que hizo-y no hizo-, Satoru ya había dado vuelta la página.
No era justo.
No lo era en tantos sentidos ¿por qué solo ella había caído enamorada? ¿solo era suficiente como para que se acostara con ella y no para algo más? ¿qué le había faltado para ser suficiente para él? ¿había alguien que fuera lo suficiente para el gran Satoru Gojou? se preguntó con resentimiento. No es justo, se repitió una y otra vez en su cabeza hasta que volvió a su dormitorio en piloto automático. No quería caer en el despecho, ni pensar cosas que normalmente no haría, ella no era así. Odiaba en lo que se estaba convirtiendo por culpa del hechicero.
No. Era suya. No debió seguirle el juego y mucho menos enamorarse ¿cómo había sido tan estúpida? No es que esperaba que se volvieran novios o algo parecido, pero ingenuamente pensó que al menos tenía un espacio en su vida y que no la descartaría tan pronto. Sus ojos se llenaron de lágrimas, le ardieron y al momento en que parpadeó, estalló en llanto. Pero no duró demasiado, no lo permitió. Era una chica fuerte, quizás no como todos esperaban o admirarían, pero no era una joven común, se preocupaba por cosas importantes como el darles una buena calidad de vida a sus hermanos, la que no tuvo ella. Era una chica fuerte, al menos de carácter porque había que serlo para decidir trabajar como hechicero poniendo tu vida en riesgo todos los días a pesar de no ser talentosa. Era fuerte a su manera y un chico no iba a romper eso.
Aunque fuera Satoru Gojou.
A pesar de su determinación, sentía que merecía una última plática. Al menos dejar las cosas en claro. Quizás solo era una excusa para verlo y volver a estar en sus brazos. Lo que fuera, lo necesitaba para así también dar vuelta la página. Cuando lo decidió, eran las 2 de la madrugada. Se levantó de un brinco de su cama y se puso una bata, salió del dormitorio haciendo el menor ruido posible y caminó hacia el cuarto de él en el ala de los chicos. Si tenía la luz apagada o no oía ruido, se iría y no lo intentaría otra vez, por el contrario, si notaba que estaba despierto, no se iría hasta hablar con él y decirle lo que pensaba. Tragó saliva cuando llegó al pasillo donde estaban los cuartos de los chicos y caminó lentamente, al llegar al de Satoru se detuvo y miró por el espacio de la puerta y el suelo, las luces parpadeaban segundo tras segundos por lo que supuso era la televisión.
Levantó la mano para golpear, se quedó así por unos minutos, sus latidos a mil por hora, el rostro acalorado y su respiración profunda, tragó con dificultad y golpeó suavemente, y apenas lo hizo pensó ¿y si está con alguien más? Y el pánico se apoderó, pero no tuvo mucho tiempo para titubear, pues a los segundos la puerta se abrió. Dejando ver a un Satoru con el pijama puesto, una remera y pantalón claro, el cabello un poco húmedo y comiendo una paleta. No usaba sus gafas, por lo que fue testigo en primera fila de su expresión sorprendida al verla allí. Duró solo unos segundos y volvió a la normalidad.
— ¿Puedo pasar? —preguntó sin titubeos y él dudó. Lo vio en sus ojos y en su cuerpo que en un principio iba a hacerse a un lado, pero luego se detuvo, para el segundo después moverse. La joven se abrazó a sí misma y entró a la habitación, vio el juego en pausa y él cerró la puerta. Satoru pasó por su lado y se ubicó en su cama, tomó el control de la consola y volvió a jugar.
Kasumi se quedó en silencio, tragó saliva y habló, aunque no le estuviera dando la atención que deseaba.
—Yo… —dudó al no verlo muy atento, carraspeó su garganta y consiguió una mirada de dos segundos y volvió su atención al juego— ¿Satoru-kun? —el joven volvió a mirarla y ella escupió rápido antes de perder el valor que había conseguido reunir— ¿te espanté por lo que te dije en año nuevo? Quiero decir… sé que no es mutuo, y estoy bien con eso.
Él no respondió, pero pausó el juego. Kasumi esperó por unos minutos que sintió fueron eternos, contuvo la respiración por dos segundos y salió rápidamente de la habitación. Se quedó de pie afuera en el pasillo, sintió sus ojos humedecerse, pero los secó casi al instante con la manga de su bata y caminó de vuelta a su habitación. Era una chica fuerte después de todo.
Tenía que serlo.
.
.
.
.
.
.
N/A: Lo sé! pasó mucho tiempo, pero las obligaciones del mundo real me tenían secuestrada, y el regreso de Gojou en el manga me animó a hacerme un espacio para escribir.
Espero que a quienes sigan por acá les guste la lectura y no les decepcione, me sentí oxidada al principio.
De verdad espero volver pronto por acá con otro cap c: amo este ship y el fic me gusta mucho hahaha
Que estén bien y nos leemos.
PD: espero se haya entendido el capítulo, de verdad siento que lo redacté re mal hahah, por cierto, no sé si en todos lados se entiende igual pero la palabra "tirar", es como "coger, follar" etc, en mi país al menos xd.
