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Estafadores y policías. Un juego de traiciones y mentiras.
Chapter VI: Encrucijada.
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Gintoki dejó escapar un suspiro, sus parpados se cerraban por el cansancio, pasaban de las cinco de la mañana, observó a la chica dormida entre sus brazos como si de dicho modo pudiera evitar que se marchará. Kagura por primera vez le mostró quien era realmente, hablaron de muchas cosas y de sus infancias que resultarían "poco común" para cualquiera; entendió de apoco la relación tóxica de los hermanos Yato. Kagura respetaba demasiado a Kamui, aunque entre líneas podía interpretar que la pelirroja le tenía miedo a su hermano mayor y también al abandono…
Kagura despertó enredada en los brazos de Gintoki, fue una de las pocas veces en las que realmente deseaba quedarse acurrucada junto a su compañero, el primero había sido Hisashi, el único muchacho por el que sintió real atracción y quien logró despertar en ella emociones que para ese entonces desconocía, pero también fue el primero en desearle la muerte a los Yato tras llevar a su familia a la quiebra; la pelirroja miró la expresión serena en el rostro de Sakata, las últimas palabras que él pronuncio fueron como la más dulce melodía para ella, pero no podía fiarse de alguien como él, pertenecían a la misma calaña y, después de todo, como decía su hermano: un mentiroso reconoce a otro.
La joven Yato con cuidado para no despertarlo se deshizo del cálido abrazo, se levantó de la cama y camino hasta la puerta sin mirar atrás, su mano estaba sobre el frío pomo, quería regresar sobre sus pasos, acariciar los suaves y rebeldes rizos de Gintoki, depositar un suave beso en su frente y marcar el final definitivo, aunque eso no era su estilo, no quería seguir perdiéndose a sí misma. Un nudo en la garganta fue suficiente para saber que se había involucrado más de la cuenta, fue ingenua y rompió una de las reglas de oro de su padre "nunca quedarse más tiempo del necesario". Al ser una chica criada en un ambiente frívolo le fue difícil no caer rendida a una muestra de compañerismo, la familia que anhelaba en esta ocasión no era de sangre, quería que su familia fueran los tontos Yorozuya, pero ahí era cuando su sentido común la traía a la realidad, ellos eran peligrosos, no dudaba que Kamui hubiese descubierto algo siendo la razón de que la contactará de manera repentina.
El reloj marcaba las 5:43 a.m. No había duda de que los hombres dormían profundamente, lo que le facilitaría marcharse y cubrir sus huellas, tras salir de la habitación de Sakata fue directamente a la suya, donde se vistió y empaco solo cinco mudas de ropa, el dinero ganado, identificaciones falsas y un viejo álbum de fotos. Cuando el reloj marcó las seis en punto Kagura había dejado el edificio.
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A las ocho en punto Okita Sougo estaba al tanto del plan del día, como castigo por incumplir con su deber con Hijikata se le encomendó trabajar en conjunto con Itou, quien seguía de cerca la pista de un distribuidor de drogas, la redada estaba planeada para las once de la noche cuando sería la reunión de un policía encubierto, responsabilidad que recayó en los hombros de Yamazaki.
Dicha redada tendría el éxito esperado, no por el valioso y arriesgado trabajo de Yamazaki sino que por su informante, Takasugi Shinsuke, quien realmente estaba utilizando al policía como a cualquiera de sus títeres, le ayudaba a deshacerse de sus estorbos como lo fue el tipo que "perdió" tres gramos cocaína y quien además marcaría el ascenso de Itou.
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Shinpachi despertó a las nueve por culpa de una pesadilla, su estómago rugió por comida obligándolo a ir por algo de comer, buscó algo comestible en la nevera y vio el pastel que Sakata había hecho para la pelirroja, no estaba seguro si la chica había regresado durante la noche o si le había pasado algo, preocupado fue a la habitación que pertenecía a la chica sin importarle si recibía un golpe a cambio, tuvo un mal presentimiento al encontrar el cuarto complemente vacío, sin pensarlo corrió a buscar al hombre de cabello plateado.
—¡Kagura no está! —Gritó cuando abrió la puerta.
Gintoki escondió la cabeza entre las mantas ignorando completamente a Shimura, los ojos del más joven se quedaron en las prendas de vestir femeninas que estaban regadas por el suelo, no había que ser un genio para saber a quién pertenecían.
Toushirou se levantó de inmediato alertado por los gritos y la misma expresión neutral se apodero de su rostro.
—Yorozuya, eres basura.
—¡Idiota que le hiciste!
—¿Enserio se lo preguntas? —añadió indignado el ex policía— ¿Qué edad tienes?
—Kagura se fue —respondió, por fin atrayendo la atención de los mayores.
—No exageres, seguro fue a comprar sus apestosas algas —añadió Toushirou, restándole importancia al tema.
—No volverá, la llamó su hermano.
Hijikata se puso alerta ante la nueva información. Había un cuarto jugador más con los Yorozuya o, quizás, habían perdido a su tercer jugador. Estaba confundido no había registro sobre la pelirroja o sobre su supuesto hermano, mucho menos del veterinario que los ayudo hace algún tiempo.
—¿Escapó de su casa? —indagó con más curiosidad de la que hubiese querido demostrar.
—¿Por qué tanto interés en la chica? ¿Tú igual te la querías echar al plato? —contratacó Gintoki.
—Si la reportaron desaparecida, aunque haya estado con ustedes de forma voluntaria se añadirán más cargos a su expediente. Espero que esa cara bonita no les traiga más problemas de los que ya tienen —chasqueó la lengua con cierta arrogancia.
—Hablas como si todavía fueras un perro del gobierno —contratacó Sakata con molestia mal disimulada.
Por primera vez el permanentado sintió lo peligroso que podría ser Hijikata. La coincidencia de que Kamui le exigiera a Kagura abandonarlos, probablemente el mayor de los Yato había descubierto algo importante y debía proteger a su hermanita, si ese era el caso la pelirroja lo tenía al tanto de todo lo que ocurría y estaba la posibilidad de que ella en realidad estuviera espiándolos. La charla nocturna llena de intimidades pudo ser una forma de sacarle información, se dejó llevar por la belleza de la chica olvidando que era una mentirosa de renombre como él.
—¡No puedo creer que se refieran a Kagura de esa forma! —gritó Shinpachi— de todas formas, ella se iba a ir después del atraco —finalizó desanimado.
No hubo más palabras por parte de ninguno, el desayuno fue silencioso y en el almuerzo no se miraron las caras. Sakata estaba más preocupado de lo normal, temía que Kagura hubiese sido la carnada y como un tonto pico el anzuelo sin dudar, por el momento lo único que tenía claro es que debía abandonar el edificio y entregar a Hijikata para ganar algo de tiempo.
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Kagura ya se había instalado en un cuarto del lujoso hotel Takamagahara, durmió una larga siesta, al despertar solicito servicio al cuarto, pidió un desayuno tan simple que parecía una broma hacía el chef, aunque para ella significaba algo más que nostalgia.
Al terminar su café y tostadas salió de su habitación para recargar su móvil y contactar una vez más a Kamui. En el ascensor subió con ella un hombre que vestía un elegante traje Armani, aunque lo más llamativo en su apariencia era el parche en su ojo izquierdo. Un presentimiento extraño rodeo a la pelirroja, podía imaginar que algo no estaba bien y que tendría que encontrar un nuevo lugar pronto.
—¿A qué piso vas? —preguntó Takasugi al presionar el botón con el número uno.
—Al primero —respondió de forma amistosa, tratando de evitar cualquier tipo de problema.
El móvil de Shinsuke quitó la tensión que sentía la joven Yato y escuchó un nombre que se le hizo bastante familiar "Itou". Antes de que pudiese unir cabos sueltos, la puerta del ascensor se abrió y Takasugi siguió su camino.
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La noche había caído y los Yorozuya estaban pasando la hora en un bar de mala muerte en compañía de un molesto Hijikata. Su humor era peor cada día por culpa de la frustración, no estaba logrando nada; bebió lo poco que le quedaba de cerveza de un solo trago, mientras veía a los "idiotas" jugar billar. Toushirou se alejó unos cuantos pasos de la barra y su sentido de justicia se hizo presente al ver como un borracho tocó le trasero de la joven camarera, quien sorprendida dejo caer la bandeja con los jarros llenos de cerveza. El sujeto no paro ahí, comenzó a insultarla y humillarla con palabras hirientes. Hijikata no se detuvo a ver la situación, ni tampoco en las posibles consecuencias. Encolerizado, descargó toda su irá en el borracho que estaba frente a sus ojos, lo derribo con un puñetazo en la mandíbula, lo patio en el suelo y aun al no escuchar disculpas, continúo golpeándolo en el suelo. Sus nudillos comenzaban a doler y la sangre salpicaba su ropa, algo así de simple no lo detendría a menos que lo escuchará suplicar por piedad, pero su ataque se vio frenado por un tercero.
—Puede ser basura, pero si lo matas no limpiarás tu nombre.
Hijikata vio como el permanentado sostenía su mano, para luego bajar la mirada al hombre que en el suelo parecía estar al borde de perder el conocimiento incapaz de pedir perdón, su nariz estaba rota al igual que dos costillas del costado derecho y en su rostro comenzaban a marcarse los moretones e hinchazón además del derrame ocular por la intensidad de los golpes.
—¡Tenemos que irnos la policía llegará en cualquier momento! —añadió Shinpachi tironeado el brazo de Toushirou para que se reincorporara.
El ex-policía observó como "las ratas" que debía vigilar, también tenían rastros de golpes, dándose cuenta que habían cubierto su espalda.
Las sirenas de policía resonaban en la calle. Parecía un chiste la rapidez con la que llegó la patrulla y siendo los protagonistas del disturbio escapar sería difícil. La entrada principal estaba bloqueada, estaba siendo más habitual ser ingenioso y encontrar o "fabricar" una salida. Esta ocasión con la adrenalina en sus venas y con los evidentes signos de lucha impresos en sus cuerpos suponía un riesgo para los hombres, aunque ninguno comprendió por qué el policía no los acorralo si los tenía, ni tampoco llamó refuerzos con todos los destrozos que dejaron. Toushirou sabía que había policías corruptos, creyendo que ese bar podía ser un cliente que pagó protección, Shinpachi pensó que el policía apoyaba la violencia contra la basura humana. Gintoki sospechaba que su suerte no era normal y tenía razón puesto quien patrullaba en esos momentos era Kondo Isao, quien sin problemas reconoció a su subordinado.
Los tres hombres regresaron al departamento que compartían, no se hablaron y cada uno fue a su cuarto. Shinpachi reconoció que la ausencia de Kagura había marcado cierta inestabilidad, podía ser una loca, pero mantenía la armonía del grupo. No estaba seguro de las intenciones de Hijikata, su forma de hablar y actuar no era propia de alguien que quisiera pasar desapercibido, seguía actuando como un policía. Empezaba a entender el plan de Gintoki, aquel día en el hipódromo le dio una razón vaga, ahora comprendía que debían sacar de quicios a Toushirou para que se delatará y pudieran usar bien su comodín, "mantener amigos cerca y aún más a tus enemigos".
Gintoki por su parte al ver las prendas de Kagura aun en el suelo, dejo escapar un suspiro, recogió la blusa blanca de tirantes. Recordando la conversación con la pelirroja, trayendo como consecuencia las memorias que mantenía celosamente para él, una historia que jamás revelaría, ya sea por vergüenza o porque no pudo salir del circulo vicioso y continuo en la sombre de la doble vida de su padre.
Sakata a sus diez años supo que le gustaba Tsukuyo, ella era la única persona con la que tenía gestos amables, el martes doce de abril, por ejemplo, le regaló su leche de fresa cuando ella olvido su colación en casa, en otra ocasión le dio las pegatinas que había ganado en la feria escolar y tres años después fue la rubia de ojos amatistas, quien le dio el primer chocolate de San Valentín. Gintoki llegó con una sonrisa a su casa, por fin había tomado la mano de la rubia y dado su primer beso con lengua, y, si eso no los hacía novios se lo pediría el viernes después de clases cuando fueran al cine.
El joven se recostó en su cama y vació el contenido de su mochila, buscando su nueva golosina favorita. Escuchó ruido fuera de la puerta principal, corrió a ver qué pasaba, no esperaba encontrarse con su papá a esas horas del día, su ropa estaba manchada de sangre, había tropezado en la entrada y no podía levantarse.
—¡Metete a la casa! Tienes que desaparecer— ignorando las palabras del hombre, se paró a su lado ayudándolo a reincorporarse y fue entonces cuando vio la herida de bala en su muslo izquierdo. A los trece años supo que su padre no era el abogado que creía, los errores de este no podían ser corregidos y le costarían su vida. Su último acto paternal sería salvarle la vida a su primogénito como se lo había prometido a su esposa tras salir de la última quimioterapia, la que tristemente no logro salvarla, pero su promesa se mantendría en pie y mientras su hijo viviera bastaría para permitirle descansar su consciencia sucia.
Fue al cuarto del muchacho y tomó la mochila que aún seguía sobre la cama, como pudo y aguantando el dolor fue hasta su habitación, en el suelo del clóset había un fondo falso, el cual quito y dejo a la vista fajos de billetes de estafas a clientes y un poco que fue ganado honradamente. Metió todo en la mochila y obligó a Gintoki a escapar por la puerta trasera de la casa, sin entender la situación el muchacho siguió las instrucciones del viejo y días más tarde se enteró por los periódicos sobre la muerte de su papá y del ajuste de cuentas por sus pecados.
Sakata dejó escapar nuevamente un suspiro, dejándose caer pesadamente sobre la cama, metió la mano en el bolsillo izquierdo del pantalón sacando unos chocolates, mientras que en la otra mano continuaba sosteniendo la prenda de la Yato, el permanentado se la llevo a la nariz confirmando que aun conservaba su aroma.
Hola! actualizado después de mucho tiempo xD primero que nada gracias por sus reviews en el capitulo anterior,me hacen el dia :'3
Espero que les haya gustado,ya veremos que pasa con estos chicos :P
