Esa jóven
Pensaba miéntras se peinaba su largo y lacio pelo
- ¿Cómo es posible que sea idéntica a mi? - susurró - ¿Por qué vi esas imágenes cuando ella apareció?
- Kiyou... yo... no pude salvarte - comenzó a llorar
- No llores Kagome - la miró por sobre el hombro del jóven que la sostenía - Porque si pudiste salvar mi alma
- Siento una fuerte conexión espiritual con esa niña... casi tan fuerte cómo la que siento con Inuyasha...
- Kikyou - su madre abrió la puerta de la habitación - Te busca un jóven
Entro al living y sonrió ante aquel rostro angélical
- Jóven Suikotzu - sonrió
- Señortia Kikyou - se levantó del sofá - Disculpe mi atrevimiento, pero... me preguntaba si, ¿podríamos ir juntos a la escuela?
- Claro - sonrió con sus ojos cerrados - Sólo déjeme ir por mis cosas
- Si, por supuesto - sonrió el castaño de ojos serenos
- Es muy apuesto y amable - susurro su madre
- ¿Acaso estabas escuchando? - murmuró la jóven, su madre sonrió - Así es, el jóven Suikotzu es una buena persona
Los jóvenes tenían mucho más en común que la amabilidad. Ambos soñaban con poder ayudar a las personas en el futuro, siendo médicos
Salió de su habitación, en dirección al living, con su mochila en los hombros
- ¿Vamos? - le dijo
- Si... por supuesto - respondió el jóven, poniéndose de pie
Ambos salieron en dirección a la escuela
- ¿No vas a desayunar? - preguntó su madre
- ¡No! - respondió bajando apresuradamente las escaleras - Se me hace tarde, comeré algo en la escuela
Salió corriendo de la casa, sin embargo, al pasar frente a aquel árbol, no pudo evitar detenerse
- Es el... realmente es el mismo árbol - murmuró, acercándose - Tiene... tiene una marca
Puso su mano sobre ella y abrió sus ojos de par en par
- ¡Muere Inuyasha! - gritó aquella jóven de cabello negro, visiblemente herida, al mismo tiempo en que lanzaba una flecha
- ¡Hmg! - aquel jóven de cabello plateado fue atravesado - Ki...Kikyou... miresable ¿cómo te atreviste? - cerró sus ojos, miéntras una perla caía al suelo
Kagome se asustó, apartandose de un salto
- Esa chica - susurró - ¿Era la misma de la escuela? Pero... ¿acababa de matar a ese chico? - miro, por sobre su hombro, descolgando su mochila - Acaso... ¿esa era la verdadera perla de Shikon? ¿Qué significa todo esto?
- ¡Hermana! - gritó Sota miéntras se acercaba corriendo - ¡Ya es muy tarde!
- ¡La escuela! - gritó y salió corriendo
- ¡Kagome!
La jóven volteó y sonrió ante el llamado de su nueva amiga
- Buenos días Sango - sonrió al verla correr con su mochila en los hombros
- Buenos días - le devolvió la sonrisa - ¿Cómo amaneciste?
- No muy bien - suspiró - Anoche no pude dormir bien
- Se nota en tu cara - rió
- Oye no te burles - la miró, sonriendo
- Y dime... ¿no habrás estado pensando en Inuyasha? - la miró, picaramente
- ¡Sango! - abrió sus ojos - ¿Qué cosas dices? - desvió la mirada, sonrojada
- Ay vamos - puso la mano sobre su hombro - Ayer le prestabas mucha atención
- Suenas como Miroku
- ¿Hum? - se sonrojó para sorpresa de la jóven
- Sango... ¿acaso te gusta Miroku?
- ¿De que háblas? - desvió la mirada - Jamás podría fijarme en alguien como él
- Pues, eso no es lo que dice tu rostro - puso su mano en la nuca
- Buen día Inuyasha - lo saludó su amigo - ¿Qué haces aquí? - preguntó al verlo en la entrada
- Estoy esperando a Kikyou
- Vaya, te felicito amigo - puso su mano en su espalda, sonriendo
- ¿He? ¿De que hablas?
- Al fin estas avanzando con la señorita Kikyou
- ¡¿Haaaa?! - se sorprendió - Oye, no se que estás pensando, pero yo sólo quiero asegurarme de que esté bien
- ¿He? - lo miró, confundido - No comprendo ¿que le ocurrió?
- ¡Nada! - gritó - O eso espero - murmuró
- Ay Inuyasha - suspiró - A veces me preguntó porque soporto ese mal genio tuyo
- Cierra la boca - dijo entre dientes - Sólo me preocupo por su seguridad - lo miró
- Pues, yo la veo bastante bien - respondió mirando al frente
- ¡Hmn! - reaccionó al girar su cabeza - ¿Quién es ese? - preguntó al ver a la jóven charlando con Suikotzu, miéntras se acercaban a la escuela
- Creo que es uno de los 7
- ¿Los 7? - lo miró, confundido - ¿Los 7 qué?
- No lo sé - respondió el jóven - Se hacen llamar los 7 hermanos, van al mismo salón que la señorita Kikyou
- Pues se ve muy a gusto hablando con él - dijo frustrado
- Acaso ¿estás celoso Inuyasha? - lo miró, sonriendo
- ¡Qué tonterías! - gritó
- ¡Muchachos! - dijo la voz de otra jóven - ¡Hola!
Ambos miraron a un costado
- Mira Inuyasha, son Sango y la señorita Kagome
- Ja - volteó, ingresando al edificio
Me siento un estúpido... ¿cómo pude hacerle caso a un sueño? Kikyou está bien, no me necesita
- Buenos días amores mios - dijo, sonriendo
- Cállese - dijo en un tono poco amable
- Sango, ese mal humor te hace daño, pero me enloquece
- ¿Hmm? - se sonrojó
- ¿Qué le ocurrió? - preguntó Kagome, ignorando la situación, mirando al interior del edificio
- Sólo esta celoso porque la señortita Kikyou está hablando con ese jóven
La morena giró la cabeza y se encontro con la mirada de ella
- Buenos días - dijo, dulcemente, al igual que Suikotzu
- Buenos días señorita Kikyou, Suikotzu - sonrió el castaño
- Bueno días - dijeron las mújeres al unísono
Inuyasha está celoso... entonces es verdad... Inuyasha está enamorado de Kikyou
- ¿Quién es ese? - preguntó Sango
- Sólo es un estudiante del otro salón - respondió, ingresando al edificio, seguido por ellas
Se paró en la puerta del salón de clases y lo vió. Estaba sentado, con su mirada clavada en el piso, era evidente que estaba pensando
Se ve triste... está triste por Kikyou
Puso su mano en el pecho, intentando entender el porque de ese vacío que le generaba el vínculo del jóven con aquella chica
Ingresó y se sentó al lado de él
- Buenos días - sonrió. Él la miró y desvió sus ojos - Al menos podrias ser un poco más cortés - se quejó
- Hola - respondió - ¿Conforme?
- Bueno, es un comienzo - suspiró
- ¿Por qué trata con tanto respeto a esa jóven que se parece a Kagome? - preguntó Sango
- Bueno, siendo la mujer de Inuyasha, no podría propasarme con ella
- ¡Qué no es mi mujer! - gritó, volteándo a ver a su amigo
¿Por qué lo niega? Si ya todos saben lo mucho que le gusta
Pensó la morena, observándolo
- Al menos tiene un poco de sentido común - murmuró Sango
El timbre sonó y la profesora ingresó al salón
- Esa señora - susurró Kagome al ver ingresar a aquella anciana de cabello blanco, largo, sujetado en una media cola
- Es la señora Kaede - dijo Inuyasha
- ¿He? ¿Me escuchaste?
- Pues ¿qué esperabas? Si estoy a tu lado, tonta
- ¿Cómo me llamaste? - dijo, más sorprendida que molesta
- ¿Acaso estas sorda?
- Señor Inuyasha - dijo la anciana - Puedo notar que esta muy a gusto con su nueva compañera, sin embargo, me gustaría comenzar con la clase si no le molesta
- Hmn - se sonrojó - Sólo estaba comentandole algo - miró a un costado
- Y bienvenida a mi clase de historia, señorita Kagome - sonrió
- Muchas gracias señora Kaede - le devolvió la sonrisa
- Señorita Sango - miró a la castaña - Lo mismo para usted
- Muchas gracias señora Kaede
- Bien jóvenes - caminó hacía el pizarrón - Hoy comenzaremos con el período Sengoku
La era Sengoku
Pensó Kagome y, como por inercia, miró al pelinegro que estaba a su lado, sólo para sorprenderse al ver que él hacía lo mismo
La época feudal
Pensó, mirándola
- Para este trabajo, tenía pensado que formaran gurpos de dos estudiantes
- Inuyasha, ven con papi - se burló el jóven
- Me temo que esta vez no será posible señor Miroku - intervino la docente
- Ay, me escucho - dijo sorprendido y sonrojado, ante las risas de sus compañeros
- Usted y el señor Inuyasha necesitan mejorar sus calificaciones...
- Podría decirlo más bajo - se quejo el jóven
- Y debido a los buenos informes de sus compañeras, he decidido que ambos trabajen con ellas
- ¡¿Qué?! - dijeron Kagome e Inuyasha al unísono
- ¡Muchas gracias señora Kaede! - sonrió, con sus ojos iluminados, mientras miraba a Sango
- ¿Qué... que le pasa? - dijo la jóven, perturbada
