Ocurrieron cosas y aquí estamos, en este pequeño pedacito de Kinktober que ya no es Kinktober sino We Love Kinktober (de la página We Love Draco Top).
En fin, uno quiere chisme y no se lo dan completo.
Prompt: Persiana Americana, ahí decía striptease yo dije vouyerismo.
Advertencias: AU de estudiantes universitarios, escritura que me recuerda a cualquier película de adolescentes de Netflix, personajes de DC sin poderes o pasados muy trágicos, vouyerismo, parejas secundarias (DickDami y Jon/Nakamura) para simple drama.
Capítulos disponibles en fanfiction, wattpad y Ao3
Desperate freshman
JonDami fanfiction
Jonathan dejó la última caja de pertenencias sobre la única cama del dormitorio universitario.
Su dormitorio universitario.
Sonriendo satisfecho después de eso.
Pues significaba que ya nada quedaba en la camioneta de su abuelo, por lo tanto, ya no debía subir y bajar las escaleras del edificio, recorrer medio estacionamiento dos veces, repitiendo todo ese proceso por más veces de las que hubiera deseado hacerlo.
A pesar de solo llevar lo más importante.
—Sigo diciendo, Jon —la voz amable de un hombre enorme muy parecido al chico se escuchó detrás de él, con la verdadera última caja de pertenencias, la cual dejó sobre el pequeño y algo viejo escritorio del lugar —Aún es tiempo de que apliques para la Universidad de Metrópoli... Ellos estarán encantados de tenerte en su escuela, ¡Arriba los toros de Metrópoli!
—Clark —una voz femenina habló desde dentro del cuarto, era la madre del chico, Lois Lane quien había empezado a desempacar algunos objetos de su hijo y así acomodarlos de la manera más "hogareña" que recordaba del último artículo de UPSOCL hogar el cual estuvo obligada a leer durante las últimas 7 horas del trayecto... Después de 8 horas más en la carretera —Jon se ganó un sitio en una de las mejores escuelas del país ¿No era lo que querías desde antes que naciera?
—Si, pero... Yo había pensado en algo más cercano, no en Connecticut —Clark Kent suspiró y apretó los labios entre ellos en un intento de calmarse, dar un paso atrás a todo y pensar mejor todo lo dicho y eso que iba a decir.
—Además en Metrópoli no existe el curriculum de la carrera que tu hijo quiere —Lois sonrió, mientras inspeccionaba de cerca las paredes del lugar, hacia algún tipo de medición con los dedos como si pretendiera buscar un nuevo lugar para los muebles.
—¿Qué hay de malo con el periodismo? Tus padres somos periodistas y nos va bien ¿por qué no letras? ¿Por qué no de profesor?
—Pá... —Jon habló por primera vez en toda la conversación, después de rescatarla del secuestro de sus padres, mientras retiraba discretamente las fotos enmarcadas de la familia puestas por Lois en lugares muy visibles y las acomodaba sobre el escritorio —¿No confiabas en mis decisiones? Pues este es un momento perfecto para hacerlo... Además ¿vamos a hablar del elefante en la habitación? ¡Soy bastante malo para el periodismo! Mis calificaciones en redacción durante la secundaria debieron decírtelo muchas veces.
Un nuevo suspiro pesado del hombre mayor se escuchó en el lugar, como si con cada centímetro de aire que salía de la boca de Clark, sus sueños se diluían con ello.
—Jon tiene razón, aunque difiero, sé que, si saca la nariz de los cómics y lee algo más largo, lograría pulir su redacción —la única mujer del lugar volvió a hablar, mientras se bajaba de la cama, después de colocar el par de cortinas azules con pequeños ovnis volando sobre de ellas, algo desgastadas pues habían estado colgadas sobre su ventana en la casa desde que tenía memoria.
—Pues ahora voy a leer enormes documentos sobre medicina veterinaria y... ¡¿Y qué acabas de poner?! Mamá, por dios, ¡esto no se usa aquí! —el joven se subió a la cama tan rápido como pudo, en un intento de quitar los ganchitos de la cortina para descolgarla...
Ganchitos que solo existían para hacer la tarea de poner y quitar esos pedazos de tela más difícil de lo que debía.
—¿Qué tiene de malo? Estas en el 3er piso y solo tienes un dormitorio enfrente que se ve... Abandonado —la castaña sonrió satisfecha viendo a su hijo realizar una tarea manual que por AÑOS le había pedido hacerla y ahora fallaba en el proceso, sintiéndola como una lección de esas que la vida se encarga de dar.
Jonathan suspiró luego de ver que la cortina había quedado medio colgada hacia la derecha en su intento de quitarla, haciendo más evidente su existencia.
—¡Si! Pero para eso existen las persianas, cosas más modernas y universitarias —mientras decía eso tomó la cadena del artefacto mencionado, usándola para bajar el cubreventanas, pero en su intento de demostración jaló tan fuerte que la persiana también se colgó hacia el lado contrario, la izquierda. Dejando 15 cm de la ventana cubierta por la persiana y un pedazo más con la cortina, siendo un desastre doméstico.
La mujer apretó los labios para guardar una risita burlona deseosa de escapar, únicamente mirando a su pequeño niño intentar arreglar el par de desastres que acababa de cometer con la persiana y la cortina.
—Bueno, nosotros ya nos tenemos que ir —Lois sonrió, no sin antes sacar el osito de felpa de la caja más grande y colocarlo sobre la almohada de su hijo.
—Piensa bien si quieres regresar a casa —Clark volvió a decir, antes de ser atrapado por un abrazo de Jon, fuerte mientras se despedía de ellos.
—Los veré en Acción de Gracias, los amo —el más joven sentenció, en el instante en que soltaba a su padre e iba directamente hacia su madre, abrazándola con más cuidado, siendo correspondido con la misma delicadeza y ternura.
—O antes si... —un golpecito en el hombro del mayor lo hizo callar antes de soltar la idea de volver a casa para ir a la Universidad de Metrópolis. Antes de ser llevado por Lois, para que dejara el tema.
Jon solo soltó una risita, antes de poner manos a la obra en acomodar perfectamente el pequeño sitio donde iba a pasar todo el semestre y que, por motivos no identificados, pero quería pensar se trataba de la suerte, tenía un cuarto para él solo.
ᵈᵉˢᵖᵉʳᵃᵗᵉ ᶠʳᵉˢʰᵐᵃⁿ
Una de las cosas mas esperadas y a la vez no para Jon eran las fiestas.
Si, esperaba que existieran, al final de cuentas se trataba de un sitio con un montón de jóvenes existiendo en el mismo lugar, conviviendo unos con otros, con permisos de conducir y de tomar alcohol; era completamente obvio que el escándalo y la diversión iban a aparecer.
Además, todos esos años consumiendo Hollywood lo habían preparado para ese momento en especial.
Pero... Llevaban apenas un fin de semana, el día siguiente era el inicio del semestre y, si lo pensaba bien o alguien le preguntaba en su grandísimo conocimiento moral, nadie debería estar malpasándose antes de clases.
Eso o tal vez haber crecido en una granja en las afueras de Kansas toda su infancia lo habían hecho más susceptible a los ruidos fuertes y cualquier atisbo de desorden pasadas las 7:40 de la noche ya era algo de que preocuparse.
Aun así, un buen par de audífonos sobre sus oídos y la lamparita de trabajo del escritorio alumbrando su lectura semanal de cómics podían mantenerlo fuera del ruido a su alrededor, pues no sólo su residencia había sido capturada por el espíritu de la rebeldía y la fiesta, como a la abuela Martha le gustaba decirle, sino también la residencia de estudiantes enfrente lo estaba y lo único que separaba ambas fiestas era el diminuto pasillo de servicio de apenas dos metros y medio de ancho entre los dos edificios.
Su cuarto permanecía en oscuridad la mayor parte del tiempo desde el incidente de la persiana y, aunque había logrado quitar las cortinas de ovnis decolorados, estaba claro que no iba a dejar que quien fuera el habitante el lugar justo frente a su propio dormitorio tuviera una vista perfecta a su intimidad...
Pues sabía que era visible gran parte del cuarto, él mismo podía ver el dormitorio frente al suyo, si solo se movía un poco por toda la habitación alcanzaba a notar la cama, los libros de su habitante, el ropero móvil y otras cosas dentro de ese sitio, perfectamente acomodados, tanto que parecía un lugar donde su inquilino jamás hubiera tocado nada.
Aunque si, no le gustaba ser tachado como una persona entrometida, más bien solo era algo "curioso".
Dejó de pensar en muchas cosas cuando las letras de su historieta comenzaron a no tener sentido alguno, sus ojos se cerraban debido al cansancio y un ligero bostezo se robaba su aliento, así que dejó a un lado su lectura, desconectó sus audífonos y dejó su teléfono celular justo a un lado de la historieta.
Ya no le importaba tanto la música a todo volumen de la o las fiestas que estuvieran ocurriendo en ese momento, se metió a la cama y cerró los ojos, dejándose caer en los brazos de Morfeo completamente.
No despertaría hasta que su teléfono activará alguna de las 4 alarmas para el día siguiente.
O eso creyó.
Habría mentido si dijera alguna hora en específico, simplemente estaba teniendo el mejor de todos los sueños posibles, donde él defendía al mundo de una invasión alienígena, cuando de pronto, sin ningún tipo de advertencia la luz intensa de algo que entraba por su ventana golpeó sobre su rostro.
Luz la cual le hizo odiar el momento cuando se deshizo de las cortinas de tela sobre su ventana y haber averiado el sistema de las persianas... Se dio media vuelta, puso una almohada sobre su rostro e intentó volver a dormir.
Sin embargo, no lo logró.
Giró de nuevo en la cama, lanzando la almohada hacia la puerta con odio y miró hacia el techo, contando las manchas de color negro debido a la suciedad que había en el blanco de este, suspirando.
Se dio cuenta que la música había dejado de sonar y, lo único llenando el silencio de la noche era el sonido de un mueble chocando en contra de la pared y...
Y si ponía demasiada atención, el sonido iba acompañado de unos cuantos gemidos...
Gemidos.
Gemidos.
Estaba escuchando bien, entre todo el silencio sepulcral que ahora existía, alguien estaba teniendo relaciones sexuales... Muy, muy cerca de él.
Jonathan tomó una bocanada de aire cuando lo pensó detenidamente, estaba seguro de que iba a ser un sonido bastante recurrente, pero ¿en serio el primer fin de semana?
Se levantó de la cama, observando todo a su alrededor, como si esperara de pronto el sonido tuviera su explicación al salir de algún video reproduciéndose en su celular o algo parecido, pero no, todo seguía tan igual como lo había dejado antes de irse a dormir.
Únicamente iluminado por el halo de luz que se colaba por su ventana desde el dormitorio de frente.
Ese dormitorio.
Quizá la persona frente a su habitación estaba teniendo una mala noche por todo el escándalo y los sonidos escapando de alguno de los cuartos en cualquiera de las residencias, así que no podía culparle, él había perdido el mejor de todos los sueños jamás imaginados... Y mataría por volver a él.
Se sentó en la silla del escritorio y pasó una mano sobre su cabello despeinado natural en un intento de aplacarlo y, sin pensarlo demasiado, giró sobre el eje de la silla, hacia la ventana.
Y soltó un jadeo.
Un jadeo el cual en otro momento se habría vuelto un grito o chillido por la sorpresa y tal vez habría llamado a su mamá como reflejo.
Cosa que por supuesto no hizo; Por honor, sobre todo.
Estaba siendo testigo de dos personas teniendo sexo justo enfrente de él, con la luz prendida para que cualquiera deseoso de echar un vistazo pudiese observar todos y cada uno de los movimientos de esa sensual danza.
Y ese "cualquiera" en ese preciso momento se trataba de él.
Jonathan tragó pesado, sintiendo como sus mejillas se sonrojaban, tal vez por la vergüenza de no poder apartar la mirada de los extraños, y sin mediar mucho en esos pensamientos, tan solo se dio a la tarea de disfrutarlo.
Pues eso llenaba su "inocente curiosidad" o mejor dicho su morbo.
La mirada de ese joven de Kansas estaba completamente absorta en la escena regalada, aunque no se trataba de una de las mejores películas porno, tenía un aire de completa morbosidad que le encantaba.
Frente a él una pareja de dos hombres de tamaños bastante desiguales se fundían en pasión, el más grande de cabello oscuro y algo largo estaba sentado en la cama, dándole la espalda a la ventana, mientras sobre su regazo no descansaba el otro, más bien subía y bajaba, dejando ver su rostro lleno de gozo.
Un rostro moreno, de facciones lindas que eran decoradas por el placer y que de él salían los gemidos más obscenos de todos.
Gemidos de verdadero goce.
Podía notar como el cuerpo de ese chico lindo temblaba ante el placer trabajado por él, al penetrarse una y otra vez, sin descanso, sin permitir un solo momento para tomar aire, notaba también el hambre que existía en él, cuando pasó sus manos sobre el cabello de su pareja para jalarlo un poco y robar un beso.
El beso más profundo jamás antes visto, al menos por el chico de curiosos ojos azules.
Y que, por alguna razón, tan solo pensar cómo podía sentirse aquella escena siendo vivida por él y con el mismo chico bonito como coprotagonista, había hecho que sus boxers de pronto se volvieran más apretados.
Bajó la mirada por un segundo, notando como su erección deseaba salir y, sin esperar demasiado, bajó su ropa interior. No pensó más, se acomodó mucho mejor sobre la silla, incluso la movió un poco más hacia el frente para poder ser testigo de lo que sucedía en el otro dormitorio mucho más cerca y rodeó con su diestra su miembro.
Comenzando a moverla de arriba a abajo al mismo ritmo que el chico de la otra habitación llevaba su trabajo, dejándose llevar por el sonido de sus gemidos y jadeos, por la visión de cómo se movía, los gruñidos roncos de su pareja.
Y el pensamiento que él podía estar ahí, en vez de ese tipo que no parecía hacer nada.
"¿Qué pasa, Wayne?" —entre jadeos, la voz del segundo en esa escena se dejó escuchar, seguido de un par de nalgadas sobre el trasero de a quien llamaba, robando un quejido por parte del moreno —"Más rápido, pajarillo"
Seguido de ello, ese tipo se acercó al pecho del muchacho, mordiendo o besando sobre de él, solo provocando más gemidos por parte del que parecía menor y únicamente se abrazaba al otro.
—"C-cierra la boca, Grayson" —con un tono entre lo petulante y la pésima actitud, combinado con todos los sonidos de placer, el otro chico respondió, sin dejar de moverse, sentándose por algunos segundos sobre de él, para mover sus caderas en círculos y robar un gemido ronco por parte del mayor.
Mismo gemido que ahora salía de su boca, al imaginar cuan estrecho debía estar ese tipo, lo delicioso que debía ser tenerlo para él, ser quien robaba esos sonidos de placer y quien lo hiciera llegar al orgasmo, mientras su mano se ceñía con más fuerza sobre su pene.
—"Estoy haciendo todo aquí" —el reclamo volvió a ser parte de la escena, ahora el moreno no se movía, o al menos no lo parecía.
Una risotada salió de la boca del más pálido, mientras lo empujaba por los hombros para quitarlo de encima, levantándose y tomándolo de nuevo.
Con tanta facilidad, que pensaba que tal vez el chico era muy pequeño, de un tamaño perfecto para ser fácilmente usado.
Y tuvo que tragar pesado de nuevo, teniendo en su mente el mejor escenario sacado de cualquier película porno ya filmada, combinándose con esa situación frente de él y su fantasía de estar ahí, en vez del hombre de mayor estatura.
El mayor había puesto a cuatro patas sobre la cama al joven bonito, aunque no lo dejó así, únicamente había hecho eso para poder penetrarlo de una sola estocada, haciendo que el cuerpo de aquel quien se llamaba Wayne se moviera con algo de violencia y de sus labios se escapara el más largo de los gemidos que Jonathan había tenido la fortuna de escuchar por parte del muchacho.
Tan profundo que incluso parecía doloroso.
Y había hecho reaccionar a todo su cuerpo, temblando ante la excitación creciendo dentro de sí.
Volvió a ver como el mayor empujaba al muchacho sobre la ventana, haciendo que sus manos se recargaran en el frágil vidrio de esta, mientras detrás de él continuaba arremetiendo contra su cuerpo, robando los sonidos más dulces, regalándole el mejor panorama para ver a ese joven de quien le había llamado tanto la atención ser cogido sin piedad.
Y su mano comenzaba a llenarse de líquido preseminal.
El más bajo recargó su cabeza contra la ventana, cerrando sus ojos y permitiendo que el más alto hiciera con su cuerpo lo que deseara, se notaba cuanto le encantaba. Derritiéndose no sólo por el sexo o todo el placer regalado, sino también por las caricias toscas que Grayson tenía sobre de él, como apretaba y marcaba su piel para atraerlo hacia él, así como la fuerza con la que sus embestidas eran realizadas y los bufidos que salían de su boca.
Wayne abrió los ojos por un instante, volteando hacia fuera de la ventana, como si no esperara encontrarse con nadie.
Aunque el verde de sus ojos se encontró con la escena de Jonathan masturbándose con fuerza y deleitándose ante la escena, haciendo que ambos brincaran por un momento por la sorpresa de ser cachados el uno por el otro.
Wayne solo mostró una media sonrisa luego de notar como Jonathan miraba a otro lado, claramente agobiado por ser descubierto, aunque había girado un solo instante, pues había vuelto a mirarlos, mientras seguía jalándosela con rapidez, sin un ritmo verdadero.
Acto seguido, el de piel morena atrajo a su amante en un abrazo para besarlo, de la forma más erótica que podía hacer, uniendo el movimiento de su cadera en contra ritmo a las estocadas regaladas, haciendo todo de forma tan sensual con la única intención de hacerlos correrse a los dos.
Tanto a quien estaba tan pendiente de la escena al otro lado del pasillo como al hombre que seguía detrás suyo, cogiéndoselo.
Cosa que funcionó, cuando menos se dio cuenta Jon tuvo que parar por un segundo, dando un último apretón sobre su miembro, mientras se recargaba hacia atrás en la silla, tanto como podía la misma, dejando salir un gemido corto y ronco desde su garganta y su semen salía lo suficientemente rápido para llenar su mano por completo.
Gruñendo al final, frustrado, cuando solo pudo escuchar el orgasmo del tipo bonito en el dormitorio frente a él, alguna maldición en un idioma no reconocido y, cuando habría vuelto la mirada, la persiana de la otra habitación había sido bajada.
ᵈᵉˢᵖᵉʳᵃᵗᵉ ᶠʳᵉˢʰᵐᵃⁿ
A la mañana siguiente su primer pensamiento pasando por su mente fue un ligero regaño de no volver a desvelarse en lo que iba de su vida.
El segundo había sido en los ojos color esmeralda brillante de aquel muchacho con quien había tenido un segundo de intimidad mientras se lo cogían y él se masturbaba en su honor.
Soltó un suspiro y pasó su mano izquierda sobre su cabello para alborotarlo un poco más de lo que ya estaba, en un intento de borrar cualquier pensamiento no apto para evitar ir por la escuela con una erección en sus pantalones.
Continuó caminando hasta el pasillo donde debía estar su salón, notando como en la puerta de dicha aula, un hombre del quien conocía su voz y había visto su cabello parecía estar conversando con un montón de sus alumnas, pues escuchaba como estas mismas lo llamaban profesor y se arremolinaban fuera.
Un escalofrío de desagrado paso por su cuerpo cuando supo que, en efecto, se trataba de ese tal "Grayson" de la noche anterior, se dio dos segundos para tomar aire y continuar su caminata, antes de sentir como alguien lo jalaba dentro de uno de los salones en el interminable pasillo, sin una pizca de delicadeza y bastante más fuerza de la que podía esperar.
Cuando se dio cuenta, estaba con la espalda sobre el pizarrón y frente de él tenía al dueño de sus próximos sueños húmedos, con el rostro menos gentil de todos, el ceño fruncido y esa mirada verde que penetraba hasta su alma, así como su mano derecha tomándolo por la sudadera.
—Así que tú eres el pervertido de ayer —el joven se escuchaba molesto, su voz no era para nada ese armonioso sonido de placer antes escuchado, era más una voz ruda, aunque linda.
—¿de qué hablas? —Jonathan levantó una ceja cuando fue su turno en la confrontación, poniendo una de sus manos sobre la del más bajo, para quitarla de su ropa con un gesto para nada amable.
—Bien sabes de que hablo, niño de los calzones de superhéroe —el moreno con cabello oscuro peinado en un extraño estilo entre picos y todo hacia atrás y que era mucho más lindo bajo la luz de un salón de clases vacío —Pervertido ¿acaso tu mami no te enseño que no debes fisgonear en casas y dormitorios ajenos?
—¿Quién usa la palabra fisgonear? —Jonathan solo rodó los ojos —además, es lo mismo para ti ¿por qué veías hacia mi ventana? Tú eres el fisgón pervertido.
—Idiota —el de ojos verdes suspiró, alejándose un par de pasos hacia atrás —es obvio que si tú puedes verme desde tu habitación yo puedo verte, incluso un tarado lo sabría... —un momento de silencio se apoderó de la conversación —No, olvídalo, si tú no lo sabías entonces los tarados no lo saben.
Kent soltó un suspiro y chasqueó la lengua, de pronto el lindo dueño de sus sueños húmedos se volvía la persona más odiosa y menos sexy del mundo, aun cuando todavía recordaba sus movimientos y sus gemidos. Lo cual agradecía, ya que con esa actitud jamás volvería a tener una erección pensando en él.
—A todo esto ¿Qué demonios quieres?
—Vengo a pedirte de la manera más atenta que cierres la boca sobre lo que viste ¿ok?
—¿Qué? ¿Qué te coge el profesor de ciencias sociales? Mira, no me importa como la gente se gana las calificaciones —Jon soltó con toda la mala intención que podía en sus palabras, sonriendo de forma satisfactoria, negando con la cabeza.
—Serás imbécil —el moreno lo miró con más odio impreso en sus ojitos, contó hasta tres y negó con la cabeza— Como sea, no necesito dar mi culo para tener buenas calificaciones, niño y al final del día ¿Qué te importa?
—Fuiste tú quien sacó el tema de nuevo...
—Aún así, ni una palabra, niño bonito o te mato...
Luego de eso, aquel chico salió del salón para caminar a su clase, que para mala fortuna era la misma a la cual Jonathan debía entrar y, con peor suerte aun, los últimos dos asientos del foro los harían pasar las próximas 4 horas más incómodas.
¡Gracias por leer!
