¡Ya volvimos! :D
Capítulo 19
Vaya, no puedo sacármela de la mente.
¿Shizuru, cuando podre estar otra vez cerca de ti?
– ¿No vas a venir Natsuki?
– Nah, no tengo ganas Mai.
– ¿En serio? ¿No vas a venir? – Me preguntó asombrada
– No. Diviértete por mi.
– ¡Pero es tu cumpleaños!
– Ya sabes que no me gusta celebrarlo y además yo… quería estar con Shizuru. – Le dije convencida.
– ¿Y qué vas a hacer? – Cuestionó curiosa
– Voy a entrenar un rato.
– ¿Vas a nadar a esta hora?
– No, voy a correr. Necesito fortalecer la patada, mis piernas andan algo débiles.
–Se me hace tan raro que no quieras venir a una fiesta.
– Ya será otro día, hoy no tengo humor. Pero estoy bien Mai, de verdad. – Aseguré ya que la pelirroja no se veía muy convencida de dejarme.
– ¿No voy a poder convencerte, verdad?– Negué con la cabeza, pero le sonreí para no hacerla sentir mal –Está bien Natsuki, no te esfuerces tanto.
Me despedí de la pelirroja. Ella había quedado en verse con Tate para ir a la fiesta.
Tomé mi ropa deportiva y salí a la cancha. Después de unas flexiones, me puse a trotar.
Desde siempre, correr ha sido una buena terapia para mi, nada como sentir el viento en mi cara. La adrenalina en mi sangre y la energía corriendo por mi cuerpo.
Esa noche ya no esperaba nada. Pero una hora después, a lo lejos, vi a una figura conocida que se acercaba paso a paso. Creí que era mi cerebro jugándome una broma. Pero luego se acercó más y comprobé que era ella.
– ¡Shizuru!– Le grité.
Comencé a agitar las manos para hacerme notar. La castaña se detuvo, a lo lejos vi su sonrisa. Eso me motivo a correr hacia ella.
– ¡Hola! – Solté y me apresuré a llegar a su lado, el aire me faltaba.
– Hola – Respondió con su delicada voz
– ¿Qué haces aquí, no deberías estar en la fiesta? – Me preguntó extrañada.
– ¡No fui!
– Eso veo... ¿Por qué? – Indagó.
– Porque quería ir contigo – Respondí sincera.
–Ara, pero podías ir con otra persona – Me dijo apenada. Su versión tímida me pareció adorable. Me acerque un poco más.
– ¿Qué tienes? – Le pregunté de inmediato. Shizuru tenía el contorno de los ojos enrojecido. Y su mirada tenía un reflejo de tristeza.
– ¿Uh?
– Pareciera que lloraste.
Cuando menos sentí ya había acariciado su mejilla. Shizuru no pareció molestarse, más bien se sorprendió. Enseguida retiré mi mano, me sentí apenada de haber hecho eso. Fue involuntario.
– No, leí demasiado. Estoy bien. – Me respondió y sentí que me mentía pero no dije nada.
– ¿A dónde ibas? –Le pregunté curiosa. Ya era algo noche y normalmente es raro encontrármela paseando por la escuela.
– Sólo caminaba un poco... Me estresó un poco el trabajo y quise parar...
– ¿Necesitas ayuda? Yo estoy disponible – Recordé las palabras de Mai. Ser la presidenta no debía ser nada fácil.
– Fufufu, gracias, pero lo tengo bajo control, terminaré en un rato.
– ¿Segura?
– Si– La castaña sonaba convencida. Insistir con Shizuru nunca ha sido buena idea.
– ¿A dónde ibas?
–Iba hacia los jardines, confieso que las flores de la directora me ayudan a relajarme – Si tan solo pudiera acompañarte. Pensé inevitablemente, pero conociendo a Shizuru no me dejaría.
– Te saliste sin suéter...– Nuevamente mi cuerpo había actuado en automático, esta vez, mi mano volvió a hacer una caricia, pero esta vez en su brazo – ¿No tienes frío?– Pregunté, tratando de desviar la atención de Shizuru, no quería que se molestara conmigo por eso último.
– Mira quien lo dice – Me dijo alzando una ceja, con un tono juguetón.
–Bueno pero yo estoy corriendo y no tengo frío, además es ropa térmica, aunque no lo parezca– Me era imposible guardarme la sonrisa que me provocaba.
– Fufufu – De pronto la note de buen humor.
–Ya sé, ven... – Le pedí, al tiempo que tomaba su mano con timidez. Su mano estaba helada, la sentí frágil y delicada.
Shizuru comenzó a caminar a mi lado y mi corazón comenzó a latir plácidamente. Esto era muy lindo.
Me encaminé hacia mi mochila, dentro tenía una sudadera. Pensé que Shizuru la necesitaba más que yo. La noche era fría, pero mis músculos aún estaban calientes por el ejercicio y la ropa era térmica, así que realmente no la necesitaba.
– Póntela.
–No, Nat. Es tuya... – Me respondió apenada.
– Es un préstamo – Le contesté riendo.
–Obvio no iba a quedármela – La castaña rio también y yo me sentí en las nubes. Shizuru era lindísima.
–Ya, póntela – Le dije de nuevo.
– ¿Pero y tú?
– Yo no tengo frío, estoy calientita, mira…– Le dije intentando abrazarla.
– Ok, ok– Shizuru me paró en seco, sin quitar la sonrisa.
Mi sudadera se le veía muy bien. No pude desviar la mirada de Shizuru. Durante unos segundos me sentí como una tonta. No sabía que decirle, no quería arruinar el momento.
– ¿Todavía vas a correr? – Me preguntó quebrando el silencio
–No, ya tuve suficiente
– ¿Quieres acompañarme? – Me dijo entre risas.
Eso era lo que más quería, en verdad quería estar a su lado.
– Por supuesto... – Tomé mi mochila todavía sin creerme lo que estaba pasando.
Shizuru comenzó a caminar y pronto le di alcance. No podía dejar de mirarla, pero intenté no ser tan intensa. Es que en verdad que se veía muy linda y me sentía muy feliz de estar con ella.
Traté de tomar su mano, pero me sentía cohibida, no estaba segura de cuál sería la reacción de Shizuru y no quería arruinar el momento, así que me aguanté las ganas.
Cuando menos me di cuenta, ya habíamos llegado.
Shizuru aspiraba el aroma de las flores del jardín. Pronto se abrió camino hacia el Kiosco.
La noche estaba tranquila y despejada. Todo estaba en silencio. Nuestros pasos resonaban junto con el susurro del viento que nos rodeaba impregnándonos de la fragancia floral.
La presidenta se sentó en el escalón del kiosco dejando un espacio para mí.
Me senté justo a su lado. Sentí como mi piel se erizaba por el contacto de su cuerpo junto al mío a su vez que el efecto del frio mármol contrastaba traspasando la licra de mi pantalón deportivo y llegando a mi piel.
Recargue mis manos en el piso y miré hacia la inmensidad de la noche.
Pasado un momento Shizuru se recargó en mi hombro, fue algo inesperado, pero sumamente agradable. Su cuerpo ahora era muy cálido. Su cabello olía delicioso.
–Me gusta este lugar–Me dijo en un susurro. Su voz de esa manera, era embriagante. Sentí un agradable hormigueo en el cuerpo cuando ella me habló.
– Es... m-muy lindo – Alcance a decir con dificultad.
Me moría por abrazarla, pero logré controlar el impulso unos minutos. Solo apoye con suavidad mi cabeza junto a la suya que reposaba calmada en mi hombro.
No supe en qué momento mi brazo la había envuelto, cuando menos vi, ya no pude contener las ganas de abrazarla, nuevamente mi cuerpo se movió en automático. Cuando reaccioné me asusté. Pensé que Shizuru se alejaría de mí, pero fue todo lo contrario. La presidenta se acurrucó en mi regazo con suavidad.
Eso se sentía increíble. Me percaté que tenía una sonrisa desde hacía un buen rato en mis labios.
Estaba siendo un buen cumpleaños después de todo.
Shizuru me sobresaltó de pronto. Posó su mano sobre mi muslo y se acurrucó más en mí. No sabía que podía ser tan sensible de mi pierna.
Sentí un calorcito nuevo recorriendo mis mejillas.
Me debatí un momento, pero luego me animé a acariciar su mano. Apenas la rocé Shizuru se sobresaltó.
–Perdóname – Le dije de inmediato, muy nerviosa. La castaña me miró directo a los ojos y su cercanía me dejó paralizada.
–Me asustaste – Shizuru estaba a un palmo de mis labios. Solo tenía que acercarme un poco y estos serían presa de los míos. Trague saliva.
–Lo siento...– Me disculpe de inmediato – Relájate... No pienses en nada... –Le pedí envolviéndola otra vez en mi abrazo. Casi con desesperación de que pudiera alejarse de mí, como siempre lo hacía.
Realmente me sentía muy bien de estar con ella, era lo único que había querido todos estos días, estar a su lado.
Con Shizuru me sentía, diferente. Era una linda sensación, que no se compara a la que pudiera provocarme cualquier otra chica.
Me sentía embriagada por Shizuru, de pronto solo me sentía feliz y en paz, solo disfrutando de la calidez de su cuerpo.
Me encantaba cuando Shizuru bajaba la guardia conmigo, cuando se mostraba dulce y tierna.
Fue muy extraño, la castaña se quedó acurrucada conmigo, confundiéndome. Shizuru era todo un enigma, a veces era tan dulce y otras veces tan distante.
Pareciera que en estos momentos disfrutara de mi compañía, de mi cercanía y yo me derretía con su forma de ser tan dócil.
Comencé a acariciar su mejilla. Con Shizuru siempre tengo que contenerme, pero en estos momentos no quería contenerme, quería demostrarle mi cariño, estar más cerca de ella.
Me fui acercando más y más. Con timidez. Con ese temor de que ella fuera a molestarse y alejarse de mí. Pero no lo hacía. Shizuru tenía los ojos cerrados.
Alce suavemente su rostro. En esos momentos solo podía pensar en sus cálidos y suaves labios. Moría por besarla de nuevo. Por sentirla otra vez.
–No lo hagas… – Me dijo con voz débil, justo en el momento en el qué mis labios iban a posarse en los suyos. Intenté detenerme, entonces mi nariz acaricio a la suya. La sentí fría.
– ¿Por qué? – Le pregunté.
Estaba tan necesitada de sus labios y tan confundida por su cercanía. Por el beso que me había dado en mi habitación, quería…
–Nat, ya basta… –Me detuvo poniendo su mano sobre mi hombro – Te dije que quería que fuéramos amigas– Shizuru estaba muy relajada y yo muy sedienta. Lo suficiente como para ignorar ese comentario que me había hecho. Yo no quería ser solo su amiga, yo necesitaba algo más…
Me perdí unos segundos en el tacto de su rostro. Su piel suave debajo de las yemas de mis dedos. Solo quería continuar haciéndole suaves caricias.
¿Qué es esto que estoy sintiendo?
Mis labios se imprimieron suavemente en los suyos. Los sentí cálidos y suaves. Me sabían tan dulces. Apenas comenzaba a saborearlos cuando Shizuru se giró dando por terminado el encuentro.
– ¿Por qué siempre arruinas todo? – Me dijo con voz apagada.
En ese momento sentí que algo en mi interior se quebraba. Lo que Shizuru dijo me había dolido, pero de una forma diferente.
No era solo el hecho de querer admitir que Shizuru no me quería de esa forma, sino que además había hecho algo en contra de ella.
– Perdóname…
Shizuru me dio la espalda y se abrazó el cuerpo, en ese momento la vi, decepcionada, triste y tan frágil.
¿Por qué me confundí así? Comencé a preguntarme una y otra vez.
Antes de besarla, sentí que Shizuru quería. A pesar de lo que me había dicho, sentí que ella quería un beso tanto como yo.
– Shizuru, lo siento, enserio. – Pero me había equivocado.
La castaña se levantó y yo me incorpore tras ella para darle alcance.
– Shizuru… – Y aún con todo lo que había pasado, me moría por seguirla besando, por abrazarla y no dejarla ir.
– ¿Qué quieres Nat?– Me dijo fastidiada.
Quería decirle que volviéramos al kiosco. Que quería estar con ella. Que me diera la oportunidad de estar a su lado por más tiempo. Pero al ver sus ojos solo pude decirle:
– Quisiera regresar el tiempo… y no haber hecho eso. Perdón Shizuru, perdóname por arruinarlo todo. – Shizuru me lo había advertido y aún así hice lo que quise. Fui egoísta. – Por favor, déjame compensarlo. Te prometo que ya no haré ninguna estupidez.
Tomé su mano para volver al kiosco, esta vez me comportaría. Pero Shizuru no avanzó y me giré para mirarla.
–Ya tengo que irme– Me dijo cortante.
– No, por favor quédate– Le supliqué.
– Tengo cosas que hacer– Shizuru se soltó de mi mano.
– ¡Tsk! – Me sentí desesperada, era verdad. Lo había arruinado todo. ¡Soy una idiota!
– No te preocupes. Solo salí un momento. Solo quería despejarme un poco.
– Shizuru, no te preocupes. Me voy yo. Quédate, tú querías estar aquí– Pensé que era lo mínimo que podía hacer. Dejarla sola en el espacio que tanto le gusta. El problema era yo.
– No, Nat. No me quedaré. Enserio, tengo cosas que hacer. – Me respondió evasiva.
–¿¡Qué hago!? ¿Cómo puedo compensar lo que hice? ¡Por favor, dímelo!– Le grite desesperada, frustrada de no poder arreglar las cosas. De no poder estar con ella.
– Natsuki, tranquila… a excepción del beso todo estuvo bien. Me relajé enserio, pero ya me voy.
Shizuru tomó la sudadera de la parte de abajo, para sacársela, pero la detuve. Yo no la necesitaba, y cada vez me sentía más incomoda de haberla acosado de esa manera.
–Quédatela.
– ¿Eh?
– Me la das mañana si quieres. Por favor – Supliqué– déjame sentir que hice algo bien.
– Gracias– Me dijo la castaña en su hermoso acento de Kyoto.
– ¿Te puedo acompañar a tu dormitorio? No quisiera que te fueras sola– Era lo mínimo que podía hacer, dadas las circunstancias.
–No pasa nada, estaré bien.
– Por favor– Le rogué– déjame acompañarte.
– Ok – Me dijo finalmente y suspiré.
Caminamos en silencio, había tensión entre nosotras y mucha incomodidad. Pero aún con todo lo que había pasado mis ganas de abrasarla y seguirla besando no se habían esfumado. Todo lo contrario, ahora quería con más desesperación estar a su lado y abrasarla.
Algo tenía Shizuru, desde que la vi, parecía que había llorado. Hoy ella estaba más sensible que otros días. ¿O entonces por qué se había refugiado en mí?
Quería saber que era lo que tenía. ¿Por qué había llorado? Porque sé que me había mentido con lo de la lectura y cómo me gustaría que me tuviera la confianza para contarme lo que le estaba pasando y ayudarla.
Pero Shizuru ponía una muralla entre nosotras. Una que no iba a ser tan fácil de traspasar.
Cuando llegamos a la habitación de Shizuru. Esperé a que ella dijera algo. Quería preguntarle si estaba bien, pero entonces abrió la puerta.
– Buenas noches.
– Descansa– Y así la vi perderse detrás de la puerta.
Y yo solo me quedé ahí, mirando esa puerta física que era la misma muralla que nos dividía.
[–]
Después de lo que paso en kiosco. Me costó mucho trabajo, pero esta semana me mantuve al margen con Natsuki, y me centre en mis actividades más que nunca. Hacía tiempo extra en el consejo o me iba a los clubs. Un par de veces tuve que cambiar la ruta para evitarla, aunque esta fuera más larga. La extrañaba horrores, pero era mejor estar alejada de ella.
Por otro lado el club de artes marciales demandaba mucho. Ahora tenía nuevos integrantes y para colmo de males Natsuki también había regresado. No había mejorado en nada y no perdía oportunidad para intentar hablar conmigo. Evadirla se me estaba complicando más de la cuenta.
Afortunadamente durante el club no había oportunidad para que esta me hablara y casi siempre la peliazul se iba con Mai.
Este día me tocaba limpieza, y ya había hecho la rotación completa. Todas se habían quedado a limpiar conmigo a excepción de Natsuki. Pero estaba evitando este momento. No quería quedarme a solas con ella, todavía me sentía débil y más después de sentir su mirada toda la sesión del club.
– ¿Akira-kun, puedes quedarte conmigo para limpiar el dojo?
– Pero, yo limpie la vez pasada– Comentó confundida.
– ¿Haruka? – Intenté a sabiendas de que teníamos trabajo atrasado en el consejo.
– ¡Tengo trabajo en el consejo Bubuzuke! – Exclamó
– ¿Yuukino?
– Lo siento, voy con Haruka chan…
– ¿Tokiha?
– Etoo… Es que tengo que irme Kaichou, se me hace tarde para ir a trabajar… ¡Qué se quede Natsuki a ella no le ha tocado! – Me dijo señalando a la peliazul y hablando lo suficientemente alto para que esta volteara.
– ¡Seguro! – Saltó Natsuki enseguida.
– No es necesario, yo puedo sola – Me giré para darle la espalda a la peliazul.
– Kuga debería limpiar el Dojo… – Interrumpió Miyu con voz inexpresiva.
Suspiré derrotada. Parece que nadie te salvará el día de hoy Shizuru.
– Si, déjame ayudarte Shizuru… – Natsuki que ya había acabado de cambiarse fue a tomar un trapo enseguida.
– Ara… – Todas las otras chicas salieron de pronto del salón.
Tome aire y tomé también los trapos. Resignada.
Estuvimos limpiando el piso del dojo en silencio. Un silencio bastante incomodo. Natsuki me miraba de reojo constantemente y eso me ponía bastante nerviosa. Intentaba calmar mi corazón que se daba saltos cada que nuestras miradas coincidían.
Ya no aguanto.
– ¿Por qué me miras tanto? – Pregunté fastidiada.
– ¿Estas enojada? – Me preguntó intimidada.
¿Cómo puedes ser tan cínica Kuga? ¿Cómo puedes hacerte la inocente? No eres inocente, intentas manipularme para que caiga en tus redes. Para que sea una más de tus conquistas.
– No – Respondí de forma brusca, más brusca de lo que me hubiera gustado. Pero la peliazul me revolvía las emociones y lo que quería era alejarme de ella.
– Oh ¿Sabes? Te ves muy cansada. Deberías descansar, si sigues esforzándote así podría afectar tu salud. Yo puedo limpiar sola el dojo. Puedes confiar en mí. – Ese comentario me estrujo el corazón. Natsuki parecía un cachorrito regañado.
Lo peor de todo es que se veía muy sincera. Tanto que me hizo arrepentirme de mi reciente hostilidad.
– Estoy bien, hagámoslo juntas.
– Shizuru… – La peliazul volvió a llamarme, se veía ¿triste? – ¿Porque ya no me hablas? – Me preguntó abatida.
– ¿Ara? – Natsuki fue directo al grano – No sé… de qué me hablas Natsuki. – Le contesté, fingiendo que no era cierto.
– ¿Estamos peleadas?... Porque eso parece… – Natsuki me miraba con preocupación. – ¿Sigues molesta conmigo por lo que pasó en el kioso?
Recordar ese momento me generó un calorcito en el rostro. Ese beso, fue lindo.
– No estamos peleadas… – Intenté sonreírle, me sentí de pronto muy vulnerable – Y ya no estoy molesta contigo…
– ¡Ahh! ¡Qué bien! Me siento mejor… – Natsuki me devolvió la sonrisa, una sonrisa entre nerviosa y tímida y después de eso volvió a su tarea.
A decir verdad esperaba que Natsuki empezara con sus insinuaciones, pero nada de eso ocurrió. Ella nunca se había comportado así conmigo, me sentía extraña de ver esta faceta suya.
Después de eso la sorprendí a ratos mirándome y dándome una tímida sonrisa, apenas perceptible, suave. Terminé respondiéndolas, sin querer, como por acto reflejo.
¿Qué estás tramando? Pensaba cuando el contacto visual se terminaba. ¿Por qué me miras con esa sonrisita?
La peliazul había bajado mis defensas bastante. Con esa actitud ya no podía ser hostil con ella. No podía marcar distancia, porque en sí, ella no estaba haciendo nada malo. Todo lo contrario, estaba siendo muy amable y agradable.
Finalmente terminamos de limpiar y ordenar todo el lugar. Dejamos la utilería en el rincón y me paralice un momento de tener a Natsuki junto a mí.
– Bueno… Ya terminamos… – Me dijo con voz queda, nuestros ojos se encontraron. Sin previo aviso Natsuki se me acercó, me miro a los ojos.
Estaba muy cerca y me sentí vulnerable, sus ojos estaban fijos sobre los míos y luego miró mis labios, se acercó un poco más. Yo sentí que volvería a besarme y en esos segundos no me pude mover.
Pero no hubo beso alguno, solo me abraso unos segundos de una manera muy suave y enseguida me soltó
– Buen trabajo Shizuru…–Y sin más, abandono el salón.
Me quedé muy confundida, mi corazón se había acelerado con ese abrazó de ella.
Sentí un impulso de perseguirla, de continuar ese abraso y de comenzar a besarla hasta que nuestros labios se consumieran. Pero solo me quede ahí congelada, viendo como Natsuki se alejaba y salía por esa puerta.
[–]
Continuaba sintiendo culpa por lo que había sucedido con Shizuru, ese desliz que tuve me había apartado de ella.
¿Qué podía hacer para volver a estar a su lado?
Si tan solo accediera a tener una cita conmigo.
No me la puedo sacar de la cabeza. Y todo esto es porque ella me rechaza todo el tiempo.
¿Por qué estoy encaprichada con alguien a quien no le gusto? ¿Por qué?
Mai me ha repetido hasta el cansancio que deje de intentar seducirla.
¿Tan difícil es que sea tu amiga? ¿Tan siquiera lo has intentado?
Pero es que no la veo con ojos de amiga.
Solo pienso en sus labios, sus besos y la sensación que estos me provocan.
Mis hormonas se alteran de solo pensar en ella y recordarla.
¿Cómo podría llegar a seducirla?
¿Qué tengo que hacer para poder besarte Shizuru?
La distancia que ponía conmigo, era dolorosa y frustrante. Le tenía muchas ganas y no satisfacerlas me estaba volviendo loca.
Pero también me sorprendía queriendo su compañía.
En este momento podría salir con cualquier chica, pero no. Tenía que ser ella. Solo ella.
Y cada vano intento por estar con ella era inútil.
Toda la semana que la estuve buscando la encontré ocupada y fuera de clases no hubo ni rastro de ella en todo el campus.
Solamente en el club de artes marciales lográbamos coincidir, pero se mostraba tan distante. Me ignoraba, evadía mis miradas. Simplemente, ponía una muralla.
Si no la hubiera besado esa noche. Si no hubiera sido tan débil, quizá ahora podría cuando menos platicar con ella.
Debo bajar el ritmo, sin duda. Ya había logrado que la castaña me diera un beso. Un beso que se sintió increíble. Recordarlo me hacía estremecer.
Ella es quien debe tomar la iniciativa. ¿Pero serás tan paciente? Y que otra opción te quedaba.
Tenía claro que no debía forzar nada, eso solo la terminaba alejando de mí.
-¿Natsuki?
- ¿Eh? – La pelirroja me sacó de mi trance - Ah, hola Mai.
- ¿Estás bien? – Me preguntó sentándose a mi lado en el césped.
- Aja – Contesté sin darle importancia.
- Andas muy pensativa.
- ¿Qué hora es? ¿Hoy tenemos club de artes marciales, verdad?
- Si, ya falta una hora.
Continué saboreando la comida. Me sentía ansiosa por verla.
Esa hora me pareció eterna y cuando finalmente llegue al dojo junto con la pelirroja ya me sentía muy inquieta.
Verla me emocionó demasiado, a pesar de que Shizuru estuvo muy distante.
Todo el rato no logré sacarle los ojos de encima y tuve muchos accidentes con las katanas por lo mismo, me habían dado un par de golpes. Lo bueno que eran de madera, de haber sido reales ya estaría bien muerta.
Shizuru ni siquiera se molestaba en llamarme la atención, solamente miraba. Así de indiferente era conmigo.
Necesitaba disculparme con ella, ya no aguantaba estar peleada. Tenía que ganarme su perdón.
Necesitaba primero la oportunidad de estar a solas con ella y hoy era mi día de suerte ya que al terminar el entrenamiento Mai sugirió que me quedara a hacer la limpieza, cosa que acepté gustosa. Era la oportunidad perfecta.
Insistí aunque noté claramente que a Shizuru no le estaba gustando la idea.
Incluso me dijo que no era necesario que me quedara, aunque ella estuvo pidiendo la ayuda de las demás chicas previamente.
Pero después de insistir un poco finalmente accedió.
Fui entonces por la utilería y me preparé para limpiar.
Shizuru actuaba como si yo no estuviera ahí. Eso dolía. No me gustaba que me ignoraran.
Buscaba su mirada a cada oportunidad hasta que de pronto ella me dijo exasperada.
– ¿Por qué me miras tanto?
– ¿Estas enojada? – Me animé a preguntarle.
Lo que menos quería era hacerla enojar. Quería hacer las paces con ella.
– No – Me dijo, pero su lenguaje corporal me indicaba claramente lo contrario. Si se veía molesta y también cansada.
– Oh ¿Sabes? Te ves muy cansada. Deberías descansar, si sigues esforzándote así podría afectar tu salud. Yo puedo limpiar sola el dojo. Puedes confiar en mí.
La castaña suspiró y relajó un poco su cuerpo.
– Estoy bien, hagámoslo juntas.
Me dijo más tranquila.
– Shizuru… – Me aventuré y volví a hablarle – ¿Porque ya no me hablas?
La verdad es que ya no podía más. Me urgía hacer las paces, no soportaba su indiferencia.
– ¿Ara? No sé… de qué me hablas Natsuki – Shizuru parecía algo incomoda por mi pregunta. Estaba siendo muy directa con ella, pero no quería irme entre las ramas. Yo sabía que seguía molesta conmigo por mi falta de límites.
– ¿Estamos peleadas?... Porque eso parece… ¿Sigues molesta conmigo por lo que pasó en el kiosco?
– No estamos peleadas… y ya no estoy molesta contigo…– Shizuru se había suavizado.
– ¡Ahh! ¡Qué bien! Me siento mejor… – Le dije más tranquila y bastante más alegre de saber que no estaba molesta conmigo.
Nuevamente volvíamos a dirigirnos la palabra. Todo se había suavizado.
Los siguientes minutos fueron más amenos, por lo menos ya no ignoraba mis miradas, incluso me sonreía.
Al parecer habíamos hecho las paces.
No podía aspirar a nada más por el momento.
El dojo había quedado impecable y estábamos guardando las cosas en el estante. No sabía que más decirle, me sentía nerviosa.
– Bueno… Ya terminamos… – Suspiré finalmente. Shizuru me miró y las ansias por besarla comenzaron a surgir. Ella tenía un semblante dócil, me sentí nuevamente débil y atraída hacia ella.
"No lo hagas Kuga"
Me advirtió una vocecilla, en mi interior. Pero ya iba muy tarde. Atinadamente alcance a cambiar la dirección y en lugar de besarla terminé dándole un breve abrazo.
Me separé rápidamente porque me sentía vulnerable. No quería hacer más estupideces por ahora.
– Buen trabajo Shizuru… – Le dije y me separé enseguida.
Salí rápidamente de ahí, conteniendo el aliento.
Esto es más difícil de lo que pensé.
N/A: Quiero mandarles a todas y a todos un saludo muy grande y agradecer su infinita paciencia. Espero que esta historia siga siendo de su agrado. ¡Saludos y nos vemos muy pronto!
