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Capítulo 20
Llevaba muchos días esperando el momento oportuno, propicio para poder acercarme a ella nuevamente. Pero ningún momento parecía serlo, así que finalmente me decidí a que tan pronto la viera la invitaría a cualquier lado.
Ya me sabía parte de su rutina. Todos los días tenía clases que terminaban alrededor de las 2 de la tarde y de ahí iba a los diferentes clubs que eran ceremonia de té, ikebana y artes marciales. Después al consejo estudiantil y eso era lo más complicado porque no tenía hora de salida. Pero después de eso creo que ya no tenía ninguna actividad, así que era mi mejor opción, esperarla a que saliera del consejo.
Me encaminé hacia el aula donde se reunían y me asomé rápidamente por la ventanita que tenía la puerta corrediza y la vi ocupando el escritorio. Tomaba el té mientras miraba la laptop, se veía tranquila.
A un lado estaba Reito quien también trabajaba en algo, haciendo unas notas en unas hojas.
Me fui rápidamente, no quería poner a Shizuru sobre aviso.
Me senté a esperarla fuera del edificio del consejo. Al salir Shizuru tenía que pasar por este pasillo. Me senté bajo un árbol a esperarla mientras avanzaba con la tarea.
La castaña se tardó demasiado en salir, tanto que casi había terminado la tarea. Apenas alcance a guardar todo en la mochila antes de ponerme de pie y gritarle.
–¡Shizuru! – La presidenta se giró rápidamente ante mi llamado.
– ¿Ara, Natsuki?
– ¡Hola! – Corrí un par de metros para alcanzarla.
– ¿Que necesitas?
– Quería invitarte a salir.
– Ah, eso. Lo siento estoy algo ocupada– Y como siempre retomo su paso dejándome ahí plantada. Pero no me daría por vencida tan fácilmente, así que la seguí.
– El día que quieras, a la hora que quieras – Con tal de estar contigo, no me importa nada más. Shizuru se detuvo abruptamente y me miró unos segundos.
– Lo siento Nat, de verdad estoy ocupada. Además sabes que no soy de esas chicas con las que acostumbras salir…
– Vamos Shizuru, una salida de amigas – Me alzo una ceja.
– Nunca hemos sido otra cosa – Me respondió con frialdad.
¡Auch! ¡Eso duele!
La castaña retomó su camino luego de decir eso, pero la alcancé y me puse frente a ella para evitar que se fuera.
– Tienes razón. Podríamos ir a comer ó caminar un rato. Te invito un helado o un té… ¿Qué dices?
Suspiró.
– ¿Y a dónde iríamos?
– A dónde tú quieras – Necesito pasar tiempo contigo.
– ¿Y solo tú y yo?
– Esa es la idea – Shizuru parecía indecisa – O si quieres puedes invitar a quien gustes. Reito o quien sea, cuantos sean… – Realmente estoy desesperada para aceptar estas condiciones.
– Pero habría que organizarnos y eso estaría más difícil – La miré atentamente. Por un momento pareció que lo estaba considerando y me tenía esperanzada. – Tal vez en otra ocasión… – Me dijo finalmente y se alejó de nuevo.
– ¿Y ahora que harás? – Le pregunté dándole alcance.
–¿Por qué tanto interés?– Me respondió sin detenerse pero con una sonrisita en su boquita preciosa.
– Solo responde Shizuru, por favor.
– Tengo que ir a comprar unas cosas.
– ¿Qué cosas? – Me puse enfrente de ella para que se detuviera de su marcha.
– Solo voy a hacer mercado.
– Te llevo – Le dije emocionada, la castaña sonrió de nuevo.
– ¿En tu moto? – Me preguntó.
– Si, pues no tengo otro transporte– Le dije sonriendo como boba.
– Mmm no, mejor no. Pero gracias – Dijo indecisa.
No me rendiré tan fácilmente y menos ahora que parece dudar.
– ¿Por qué no? – insistí y se detuvo para mirarme.
– Es que esta lejos…– Shizuru se veía algo apenada.
– No hay problema. Déjame llevarte. ¡Por favor! – Insistí, pero luego me calmé un poco. Desvié un momento la mirada de esos hermosos ojos rubí. Sabía que estaba insistiendo demasiado y posiblemente acosándola más de la cuenta.
– ¿Estás segura que quieres llevarme?
– ¡Por supuesto!
–Ookini
– ¿Eso es un sí?
– A menos que te hayas arrepentido…
– Para nada – Tomé su mano decidida y la llevé hacia los jardines, hasta que llegamos ante mi feroz Ducati.
La ayudé a subir, Shizuru me abrasó por la cintura acercándose a mi cuerpo y paralizando mi corazón momentáneamente. Respiré profundo, me estaba poniendo un guante cuando sentí un suspiró en mi nuca, mi cuerpo se contrajo por sí solo.
¡Dios mío!
Shizuru sí que me pone mal.
No me atreví a mover un musculo. Me pareció que Shizuru estaba oliendo mi cabello. Sentía su cálida respiración sobre la base de mi nuca, y ahora sobre mi piel.
Me sentía débil, muy vulnerable.
Respiré profundo y me puse el casco.
Encendí la moto y tras preguntarle a dónde iríamos salimos a toda velocidad.
Llegamos sin problema al centro comercial. Estaba súper feliz de poder pasar tiempo con la castaña. Esta vez me aseguraría de no arruinar las cosas.
– ¿A dónde vamos primero Shizuru?– La castaña me sonrió.
– Pareces muy divertida con esto de las compras.
–Estoy feliz de poderte acompañar.
–Bueno, vamos entonces al supermercado.
–Espera, antes de ir por tus compras ¿Quieres ir a comer algo? ¿Tienes hambre?
– Bueno, es verdad que no he comido… – Suspiró.
–Vamos a comer. Yo invito.
–No, Natsuki. No necesitas invitarme, yo tengo dinero.
–Bueno, ahorita vemos la cuenta. Solo vayamos a comer. ¿A dónde quieres ir?
–¿Y qué hay de ti? ¿Qué se te antoja?
– Por mí no te preocupes. Vamos a dónde tú quieras.
–Ara, ¿Siempre eres tan complaciente?– Me dijo divertida y yo sonreí.
–Es que cualquier comida me gusta, la que sea está bien. Tú elige.
– Bueno, vamos a ese sitio. Ya se me antojo el okonomiyaki.
–Vamos
–¿Si quieres?– Me preguntó.
–Si, vamos.
Entramos al sitio. Pedimos nuestros Okonomiyaki y las bebidas y nos sentamos en una mesa.
No podía parar de sonreír. Trataba de no mirar mucho a la castaña para no incomodarla.
–¿Y cómo te ha ido Natsuki?
–Bien, en general creo que las clases van bien…
–¿Has repasado lo del club?
–Un poco…– Suspiré– Creo que si he mejorado algo. ¿No crees?
–Sí, has mejorado algo…
–Tú eres muy buena con la katana. ¿Dónde aprendiste?
– Me enseño mi abuelo y un poco mi padre.
–¿En serio?
–Si, es una tradición en la familia. Aunque soy mejor en el uso de la naginata.
–¿Algún día me harías una demostración?
–Fufufu, ¿te gustaría ver?
–Obviamente, Shizuru.
–Ya veremos.
–Bueno, podría ser un día que no estés tan ocupada… Bueno creo que siempre estas ocupada, ¿Verdad?
– Casi siempre, fufufu
–Señoritas, aquí tienen– Nos dijo el mesero sirviéndonos nuestra comida.
–Se ve delicioso– Comentó la castaña con una sonrisa.
–Buen provecho Shizuru.
–Que aproveche.
Comimos en silencio un momento.
–Oye Shizuru.
– ¿mm?
– ¿Y dónde aprendiste el arte de las flores?
– Eso lo aprendí de mi madre y mi abuela que está en Kyoto.
– ¿En serio?
– Si, yo vengo de una familia de Geishas. Me enseñaron muchas cosas. Los ikebanas que son los arreglos florales, la ceremonia del té, la danza tradicional, y a tocar el shamisen. Pero mi abuela dejó el camino de las geishas aunque la tradición la tenemos presente.
– Vaya, eres un verdadero estuche de monerías Shizuru.
–Fufufu, ookini.
– ¿Y eso de abandonar el camino de una geisha no fue un problema?
–Lo fue, incluso mi bisabuela dejo de hablarle por años a mi abuela. Pero ella quiso casarse con mi abuelo y tener una vida diferente. Cuando yo nací se reconciliaron. Mamá prometió a la bisabuela y a la abuela que yo crecería con la tradición familiar y así fue.
–¿Y fue difícil?
–A mí me encanta la tradición. Y todavía sigo aprendiendo. Cuando voy a Kyoto aprovecho para practicar.
–¿Algún día me enseñarás alguna de tus habilidades de geisha Shizuru?– La castaña sonrió levemente y se quedó pensando– Sin presiones…– Le dije– algún día que de casualidad quieras…
–Tal vez…
–Gracias
– No dije que si
–Bueno, pero por lo menos no fue un no. Ósea que hay una pequeeeña posibilidad de que sea un si.
La castaña volvió a sonreír. Y yo también.
Continuamos hablando de Kyoto un poco más, mientras comíamos y luego me adelanté a pagar la cuenta.
Shizuru quiso pagarme pero me negué y finalmente la convencí para que fuéramos a hacer sus compras.
Llevábamos el carrito juntas y para variar Shizuru parecía estarla pasando tan bien como yo.
–Me encanta esta marca de champú y acondicionador
–¿Es buena?
– Muy buena, tiene aromas deliciosos, humecta muy bien el cabello y lo deja muy suave y brillante, mira– Me dijo señalando su cabello.
Tomé un mechoncito de su cabello suavemente, fue de manera inconsciente. Shizuru se sorprendió tanto como yo y noté como sus pómulos se coloreaban de carmesí.
Se veía verdaderamente hermosa y esa expresión suya me aceleró el corazón.
Quería besarla.
Por instinto me acerqué a sus labios y sentí de pronto mucho calor en la cara.
Estuve demasiado cerca de arruinarlo todo de nuevo pero Shizuru retrocedió un poco y reaccioné.
Enseguida solté su cabello y me alejé de la castaña.
– Se ve que es muy bueno… creo que también compraré uno… –Le dije esquivando su mirada.
Use toda mi fuerza de voluntad para contenerme. Y traté de concentrarme en los champús.
– ¿Cu-cuál me recomiendas Shizuru?
–¿Ara? Bueno, a mi me gusta mucho este de frutos rojos…
– Ese llevaré entonces… – Shizuru lo tomó y me lo pasó. Cuando lo tomé nuestras manos se rozaron ligeramente. Sentí más calor en el rostro. Shizuru desvió la mirada. Tomó sus productos y los puso en el carrito.
Nuevamente contuve el impulso de abrasarla por la espalda y pegar mi nariz a su cabello.
Cada vez me costaba más trabajo controlarme.
Lo único que me detenía de mis impulsos era esa mirada de decepción que Shizuru puso cuando la besé en el kiosco. Y su voz defraudada diciéndome "Siempre arruinas todo".
Suspiré.
Ella debe tomar la iniciativa. Me repetí para calmar mis ansias.
– Oye Shizuru
– ¿Mande?
–Discúlpame por tomar así tu cabello… no quería incomodarte…– Le dije apenada.
–Está bien Natsuki, no pasa nada.
–¿A dónde vamos ahora?
–Vamos por acá.
Caminaba a un lado de la presidenta mientras trataba de poner toda mi atención en los ingredientes del champú para distraerme y no seguir recordando la expresión que puso cuando tomé su suave y sedoso cabello que no me percaté en dónde estábamos.
Shizuru se detuvo de pronto a mitad de un pasillo y tomó unas gokusui de 24 cm (toallas sanitarias).
–¡Ahh! ¡Shizuru!– Sentí entonces unas enormes ganas de correr– ¡Yo no vi nada!– Le dije tapándome los ojos. Ahora si sentí mucho calor en el rostro y es que eso era algo muy intimo de la presidenta.
–¿Ara? Fufufu, Natsuki no actúes como un hombre. Esto no tiene nada de raro.
– ¡¿Q-Qué?!
– Natsuki, somos mujeres. No deberías avergonzarte por comprar toallas…– Lo dijo en voz alta y un par de personas que iban pasando nos miraron.
–¡Shh!– Le dije nerviosa– ¡Que nos están mirando!
–Fufufu… Es más, también deberías aprovechar porque hay oferta. ¿Cuándo será tu periodo Nat-su-ki?
–¿¡Ahh!? ¡Shizuru, eso no se dice! –Estaba que me moría de la pena y ella parecía estar de humor para hacerme bromas.
– ¿Tú de cuáles compras?
– ¡Shizuru!– Susurré nerviosa
–Natsuki. Fufufu ya ni Reito se pone así como tú.
–¡¿Qué?! ¿Acaso sales a comprar esto con Reito?
–¿Tiene algo de malo?
– Esto es algo intimo Shizuru.
–Fufufu, bueno. No vas a aprovechar la oferta, supongo…
–¡Tsk!
Tomé un paquete del estante a regañadientes.
–¿Ara, 21 cm Natsuki?
–¡Shh!
–Osea que tu periodo no es tan abundante.
–¡Shizuru! –Le tapé la boca a la castaña por instinto, en ese momento otras personas voltearon a vernos. Me percaté de la sensación de sus suaves labios en mi mano y sentí que el calor me subía de nuevo al rostro. –Pe–perdóname… – Le dije quitando mi mano.
–Fufufu, no Nat, perdóname tú a mí… Estaba bromeando, es que fue inevitable, por tu reacción. Fue gracioso.
Suspiré.
–V-vamos.
Continuamos comprando, esta vez fuimos por té y ya era todo.
Pagamos nuestras cosas y salimos del centro comercial.
–Shizuru ¿Quieres un helado?
–No, gracias Natsuki.
–Bueno, ¿Qué tal un té?
–Ya tengo los tés que compré
–Pero esos son para el consejo. Vamos te invito uno para ahorita.
–Ara… Natsuki– Shizuru dudó un segundo y aproveché. Tomé su mano y la llevé a la cafetería.
Después de insistir unos minutos finalmente la castaña pidió un té de un nombre extraño y yo aproveché para pedir una malteada.
En la cafetería había una música agradable.
–¿Está bueno?
–Si, delicioso… ¿gustas?
–No, gracias. ¿Tú quieres malteada?
–Bueno… ya se me antojo, ¿Me invitas?
–Claro.
Shizuru bebió de mi popote y yo me sonrojé pensando en que eso era un beso indirecto.
–Está muy buena…
Cuando tuve de nuevo mi vaso en mis manos, miré el popote y lo lleve a mi boca, pensando inevitablemente en recibir el beso de Shizuru.
Suspiré.
Shizuru no lo notó porque en ese momento miraba por la ventana.
La admiré discretamente, se quedó pensativa.
¿Qué estará pensando? Moría por saberlo, quería preguntarle. Pero no me atrevía a sacarla de ese trance, se veía tan linda.
Frunció un momento el entrecejo, sus labios se fruncieron ligeramente, respiro profundo y luego relajó el semblante. Después de un momento volvió en sí y me miró sorprendida.
–Perdón, me quedé pensando…
–Sí, no pasa nada– Sonreí
– ¿De qué te ríes?
–Haces caras graciosas cuando te quedas pensando.
–¿Ah, si?– Me preguntó apenada.
–Así– La imité y Shizuru rió. –¿Qué pensabas?
–Ah, nada…
–¿Te preocupa algo? Si quieres, puedes contarme.
Se tomó un momento antes de responder.
–Extraño a mi padre– Me dijo suspirando.
–¿Hace cuanto no lo ves?
– Hace como un mes. Es algo difícil. Ambos estamos muy ocupados.
–¿Por qué no lo llamas? Solo 5 minutos. Seguro se pone feliz de escucharte.
–Tienes razón, 5 minutos es muy razonable.
–Sí, solo para saber cómo está– Le ofrecí mi teléfono.
–¿Qué?
–Llámale.
–¿Ahora?
– Si, ¿Por qué no?
Shizuru sonrió y tomó su celular de su mochila. Se tomó un momento para tomar su té antes de marcar.
–Otoosan… Si, si, todo está bien. Solo te extrañaba y quería saber ¿cómo estabas?... Qué bueno que estas bien…Fufufu yo también estoy bien… Estoy tomando el té con Natsuki. Aja, mi amiga que te presenté en el hanami…
Shizuru sonreía mientras hablaba con su padre. Y yo también me sorprendí sonriendo.
–Si, muy ocupada… ¿Qué?... Claro que me gustaría ir… solo confírmame la fecha en cuanto la tengas y organizo los horarios…
Shizuru continuo hablando con su papá, le di su tiempo para que hablara con tranquilidad.
Cuando finalmente colgó ya nos habíamos terminado las bebidas.
–¿Todo bien?
–Muy bien– Me dijo feliz, ahora tenía un brillo en su mirada. Sonreí.
–Supongo que todavía tienes cosas que hacer.
–Bastantes– Suspiró
– Entonces lo mejor será regresar.
Me puse de pie y le ofrecí mi mano.
Shizuru la tomó, la tuve frente a mí unos segundos y me sentí débil. Con ganas de besarla pero respiré profundo.
–Vamos.
Salimos de la cafetería, no solté su mano en todo el trayecto.
Finalmente llegamos hasta mi moto. Acomodamos las compras. Me subí y le tendí una mano. Shizuru me sujetó por la cintura y mi corazón comenzó a alborotarse. Sonreí y me percaté que me estaba mordiendo el labio. Respiré profundo para relajarme.
Me estaba poniendo los guantes cuando Shizuru se recargó en mi nuca. Me paralice un momento. Con claridad sentí como sus labios se posaban justo en donde comenzaba mi espalda. En ese huesito tan sensible de mi espina dorsal. Apreté los ojos y contuve el aliento. No me atreví a mover ni un solo músculo. Y así estuvimos apenas unos segundos, pero me parecieron una eternidad.
Cada respiración que Shizuru hacia sobre mi piel me provocaba mil sensaciones en toda la espalda. Yo era incapaz de moverme. Solo cerré los ojos y me quedé sintiendo su respiración, sus brazos rodeándome.
Shizuru deslizó su nariz hacia arriba y por más que intenté permanecer quieta me fue imposible, mi cuerpo se sacudió involuntariamente ante tal acto.
– ¿Por qué no avanzamos? – Me pregunto como si nada.
– N-necesito p-ponerme el c-casco – La voz me salió tan débil que dudé que me hubiera escuchado.
– Claro, disculpa – Reuní aire.
– No hay problema – Sentía la espalda en llamas, mi cuerpo había quedado muy sensible.
Me apresuré a ponerme el casco y prendí la moto enseguida.
Arranqué y avancé despacio, quería que Shizuru disfrutara el camino. Pero después de un rato ocurrió algo que no pude ignorar.
Busqué un lugar para estacionarme con urgencia, y lo encontré junto a una pequeña plaza. Me quité el casco.
– ¿Ya llegamos? – Me preguntó con la voz ligeramente quebrada.
– No… – Ella me abrasó con fuerza – Shizuru ¿Por qué estás llorando?
– No estoy llorando, se me metió una basura a los ojos – Mentía.
– Déjame ver…
– No es necesario, sigamos, se va a hacer tarde – Me bajé de la moto con dificultad y con un poco de trabajo logré que la presidenta bajara también, pero me dio la espalda.
– ¿Shizuru, qué tienes? – Me sentía preocupada como nunca antes.
– Nada, vámonos ahorita se me quita.
– Te llevaré al doctor, que tal que te lastimaste el ojo – Decidí seguirle el juego con tal de que me dejara verla.
– No es para tanto.
– Déjame comprobarlo – La hice girar. Tenía los parpados enrojecidos, toqué su rostro con cuidado – Tengo unas gotas en el portaequipaje… ¿Quié… – Shizuru me abrasó – …res? ¿Shizuru?
Mis brazos la rodearon al instante con sumo cuidado. Shizuru se apretó a mi cuerpo, sollozaba, la abrasé con fuerza incapaz de decir nada más.
Sentí un enorme nudo en la garganta. A pesar de que ella era la que estaba mal, yo sentía el corazón destrozado.
Traté desesperadamente de consolarla a través de mi abraso.
Después de un largo rato Shizuru dejo de llorar y nuestras respiraciones se armonizaron, respiraciones profundas e intensas, comencé a sentir calor. Un calor muy agradable.
– Natsuki… discúlpame…– Comentó Shizuru en una exhalación y se apretó más a mi cuerpo, acaricié su espalda, había un cálido estado de bienestar en nosotras.
–No tienes nada de que disculparte, ¿Estás mejor?– Le pregunté con temor a la chica que se aferraba a mi cuerpo
– Si… no es nada.
– ¿Segura? – Le pregunté preocupada
–Me siento mejor… – Sonreí. Así abrazada a ella era como si todo rastro de soledad se borrara de pronto.
Shizuru comenzó a separarse de mí, pero esta vez la que se aferró al abrazo fui yo.
Sentí miedo de perderla, de que se alejara nuevamente.
No entendí muy bien que me pasaba, solo no quería apartarme de ella. Se sentía tan bien estar entre sus brazos.
– ¿Natsuki? – Sentí que algo resbalaba por mi mejilla – ¿Qué pasó? – Shizuru me miró preocupada, me limpié los ojos rápidamente.
– Me entró una basura en el ojo también…
– ¿Por qué lloras?
– Ya te dije… que fue una basura… – No quería que me interrogara más así que la dejé para tomar mi casco nuevamente
– Espera… si te lastimaste el ojo es mejor que no conduzcas… podríamos chocar… – Sonreí para mis adentros y afirmé con la cabeza – Déjame ver… – Shizuru se aceró a mí para mirar mis ojos, me recargué en la motocicleta.
– Mejor no te me acerques tanto – Le advertí y Shizuru se detuvo abruptamente.
– ¿Por?
– Ya sabes que soy débil… – Me reí con malicia.
– Natsuki tu siempre abusas del momento, contrólate quieres.
Shizuru se acercó un palmo más para inspeccionar mi ojo, sin previo aviso la sujete de la nuca con mi mano y le di un suave y lento beso en la mejilla. Es que ya no podía contenerme más, necesitaba besarla así solo fuera en su mejilla.
Me separé de ella con dificultad. Shizuru parecía sorprendida. Inhalé despacio y es que quería seguirme a probar sus labios. Pero no quería que la castaña volviera a decirme que arruino las cosas.
–¿Estás mejor?– Le pregunté sujetando su rostro con mis manos.
– Si, no te preocupes, ya estoy bien. ¿Por qué lloraste? – Me preguntó.
La castaña me miró a los ojos, profundamente. Quería decirle que últimamente solo pienso en ella. Que me hace falta y que muero por besarla y que sus desplantes me lastiman. Que quiero salir con ella y que verla llorar me pone mal, que solo quiero abrasarla y protegerla de todo…. Pensé en responderle esto y en decirle tantas otras cosas que me pasaban, pero sentí que podía abrumarla con tantos sentimientos. Incluso yo me sentía abrumada.
–No sé, me contagias… es que… no me gusta verte mal. ¿Me dirás por qué llorabas?
– No, eso no te lo puedo decir…
–¿Por qué no?
–Es algo personal… pero no te preocupes, estoy mejor.
– ¿En verdad?
Shizuru afirmó con la cabeza, pero se seguía viendo triste. Volví a besar su mejilla suavemente y luego volví a hacerlo. Shizuru no retrocedía, estaba dócil. Volví a besarla y si tan solo me recorriera unos centímetros podría sentir sus labios.
La abracé, estuve a punto de perder el control.
No quiero arruinar las cosas– Pensé pero de nuevo ya estaba dejando otro beso en su mejilla.
Me separé un poco. Shizuru no se alejó. Mire sus ojos y me sentí muy tentada a besarla. En lugar de eso esperé para ver si ella tomaba la iniciativa y tras unos tortuosos segundos me rendí.
– ¿De verdad no quieres hablar de lo que te pasa? – Le pregunté mirando fijamente sus hermosos ojos mientras acariciaba sus suaves mejillas con mis pulgares.
– La verdad no, solo quiero llegar a mi dormitorio– La castaña puso sus manos sobre las mías, y lentamente las apartó de su rostro pero se quedó unos segundos sujetando mis manos.
– Está bien, Shizuru. No me tienes que contar si no quieres. Solo quiero saber si ya te sientes mejor.
–Si, gracias, y lo siento, no quería contagiarte.
–No te preocupes. Ven, vamos. – Subí a la moto y me apresuré a ponerme el casco, sentía los pómulos ardiendo y no quería arruinar las cosas. Desde arriba le tendí una mano y la ayude a subir.
Cuando llegamos la acompañé a su dormitorio, el caminó fue lento y silencioso.
La castaña no se veía con ánimos de hablar y yo no insistí.
– Descansa Shizuru y cualquier cosa que necesites avísame.
Antes de irme no me resistí a dejar un besito en su mejilla.
Luego ella entro a su cuarto sin mirar atrás.
Suspiré.
Shizuru, me encantó estar contigo hoy.
¿Cuándo será que volveremos a salir?
[-]
Natsuki. ¿Por qué será siempre tan insistente?
Cuando estoy cerca de ella me siento débil.
Cada vez me cuesta más trabajo negármele.
Cada vez parece más dulce y tierna.
Cada vez me confunde más.
Esta vez me estaba esperando afuera del consejo estudiantil. Me abordó y me suplicó que saliera con ella. Intenté de todo para zafarme. Puse de pretexto las ocupaciones, la moto, la distancia, lo aburrido del plan que era hacer las compras cotidianas, pero al final terminó por acorralarme.
Tomó mi mano y me llevó con firmeza hasta su motocicleta, mis brazos la rodearon y sentí mi corazón latiendo y esa sensación en el estómago. Aspiré el aroma de sus cabellos y suspiré.
El camino fue lento y agradable. Me sentía segura con ella, aunque las motos no eran de mi total agrado. No me quedaba duda de que Natsuki era muy buena al volante.
Cuando llegamos la peliazul me invito a comer. Se veía feliz y era demasiado complaciente conmigo.
Sus detalles eran muy lindos y seductores, a ratos me dejaba llevar.
Por más que quiero permanecer seria es imposible con ella, buscaba la forma de sacarme plática y no podía solo ser cortante, no con esa sonrisa amplia y esa carita tierna que ponía.
Me quedaba claro que estaba intentando seducirme, sabía perfectamente lo que la motorista quería de mí. Lo mismo que quiere con todas, quería besarme y yo también quería besarla, pero no debe saberlo.
–¿Te gustó la comida Shizuru?
–Sí, estaba muy buena. ¿Y a ti te gustó?
– Si, elegiste muy bien el restaurante. Se ha convertido en uno de mis favoritos.
– fufufu
–¿Y ahora a dónde iremos?
– Entremos a comprar, tengo que darme prisa ya que aún tengo tarea pendiente.
La peliazul se apresuró a tomar un carrito y juntas entramos al centro comercial.
–¿Tienes una lista?
– No, más bien vamos avanzando e iremos haciendo paradas paulatinamente… Me encanta esta marca de champú y acondicionador – Le comenté casualmente.
–¿Es buena? – Me preguntó mirando con interés.
– Muy buena, tiene aromas deliciosos, humecta muy bien el cabello y lo deja muy suave y brillante–Le mostré mi cabello para que viera la suavidad, pero me arrepentí en el acto.
Natsuki se me acercó y cuando me tocó el cabello me paralice. Me sentí débil porque sus ojos se habían dirigido hacia mis labios, me miró con deseo y se activaron mis ganas de sentir sus labios sobre los míos cuando se me acercó. Reviví ese momento en que su beso fue tan dulce en el jardín de la directora y me sentí débil. Pero reaccioné alejándome.
– Se ve que es muy bueno… creo que también compraré uno… ¿Cu-cuál me recomiendas Shizuru?
–¿Ara? Bueno, a mí me gusta mucho este de frutos rojos…– Le respondí esperando a que a ambas se nos pasara el calor.
– Ese llevaré entonces… – Me dijo nerviosa.
Le pasé el champú, pero hasta dárselo me puso nerviosa. Natsuki se sonrojó demasiado cuando nuestras manos se tocaron de manera casual.
Ya comenzaba a arrepentirme de salir con ella. A Nat le encantaba la cacería. Pero si me dejaba todo acabaría en un santiamén.
– Oye Shizuru
–¿Mande?
–Discúlpame por tomar así tu cabello… no quería incomodarte…
–Está bien Natsuki, no pasa nada.– Sus disculpas parecían sinceras y hasta ahora había tenido una actitud amistosa. Por lo menos lo estaba intentando.
–¿A dónde vamos ahora?
–Vamos por acá.
En el siguiente pasillo estaban las gokusui y necesitaba comprar puesto que ya casi no tenía y se veían buenas promociones pero Natsuki al darse cuenta se puso extremadamente nerviosa, cosa que se me hizo bastante graciosa.
–¿Ara? Fufufu Natsuki no actúes como un hombre. Esto no tiene nada de raro.
– ¡¿Q-Qué?!
– Natsuki, somos mujeres. No deberías avergonzarte por comprar toallas…
–¡Shh! ¡Que nos están mirando!– Me daba la impresión de que quería salir corriendo y que nadie la mirara cosa que me hizo reír.
–Fufufu… Es más, también deberías aprovechar porque hay oferta. ¿Cuándo será tu periodo Nat-su-ki?
–¿¡Ahh!? ¡Shizuru, eso no se dice!
– ¿Tú de cuáles compras?– Seguí molestándola
– ¡Shizuru!
–Natsuki. Fufufu ya ni Reito se pone así como tú.
–¡¿Qué?! ¿Acaso sales a comprar esto con Reito?
–¿Tiene algo de malo?
– Esto es algo intimo Shizuru.
–Fufufu, bueno. No vas a aprovechar la oferta, supongo…– Le comenté dando por terminada las bromas.
–¡Tsk!– Expresó y tras mirar a ambos lados del pasillo finalmente agarró un paquete que miré de forma indiscreta para molestarla.
–¿Ara, 21 cm Natsuki? –Retomé divertida.
–¡Shh!
–O sea que tu periodo no es tan abundante.– Molesté.
–¡Shizuru! – La peliazul estaba tan nerviosa que me tapo la boca, pero enseguida me soltó muy abochornada –Pe-perdóname…
–Fufufu, no Nat, perdóname tú a mí… Estaba bromeando, es que fue inevitable, por tu reacción. Fue gracioso.
–V-vamos.
– El periodo es de lo más normal Natsuki, no entiendo por qué te pones tan nerviosa.
–¡Ahh! Por favor, deja de hablar de eso– Me dijo apenada, al ver que otras dos chicas que pasaban a nuestro lado reían y la miraban con curiosidad.
– Vayamos por un té… quiero terminar con tu agonía fufufu, otro día no vas a querer volver a salir de compras conmigo.– Comenté tanteando el terreno.
– No, no es ninguna agonía, solo soy algo reservada con esas cosas. Y me gusta venir de compras contigo. – Debo admitir que su respuesta me provocó una sonrisa.
– ¿Hasta para comprar gokusai?– Volví a decirle para molestarla
–Si, Shizuru, para comprar lo que sea que necesites– Me respondió nerviosa, lanzando miradas hacia todos lados para cerciorarse de que nadie me escuchaba.
Reí con disimulo. Molestarla era algo muy divertido.
Finalmente tomé los tés que necesitaba del estante y nos encaminamos a pagar. Pero al salir Natsuki me convenció para ir a una cafetería.
Ella pidió una malteada y yo aproveche para beber un delicioso genmaicha (té que lleva granos de arroz integral tostado).
No tardaron en servírnoslo y bebimos con gusto. Natsuki me incisito para probar su malteada, la cual estaba muy buena.
Me vino a la mente el recuerdo de la primera vez que estuve en una cafetería con Natsuki. Antes de que esta me besara, antes de saber cómo era ella en realidad. Ya en ese momento ella me parecía muy agradable y guapa. Quien diría que poco tiempo después comenzaría con sus planes de seducción. Jamás lo habría imaginado, que me iba a enamorar de una chica que no era seria que solo jugaría y sigue jugando conmigo.
De pronto me dí cuenta que Natsuki me miraba en silencio.
–Perdón, me quedé pensando… – Me disculpé por quedarme sumida en mis pensamientos.
–Sí, no pasa nada– Me dijo sonriendo.
– ¿De qué te ríes?
–Haces caras graciosas cuando te quedas pensando.
–¿Ah, si?– Sentí que me sonrojaba. ¿Qué caras habré puesto?
–Así– Natsuki frunció el entrecejo, y puso cara de preocupación. Se vio graciosa y me reí. –¿Qué pensabas?– Me preguntó curiosa. En verdad Natsuki no perdía detalle de mí cuando estaba cerca. Me dedicaba toda su atención.
–Ah, nada… – Disimulé lo mejor que pude.
–¿Te preocupa algo? Si quieres, puedes contarme.
Pues de hecho me preocupa lo insistente que eres y como has hecho para que caiga en tu red. Pero eso no te lo puedo decir.
Puse de pretexto a mi padre. No tengo muchos motivos para estar preocupada. La escuela y el consejo me gustan y llevo una vida tranquila a excepción de Natsuki que es la única que ha perturbado mi vida, pero ese es mi gran secreto.
Natsuki por su parte se mostró muy comprensiva y me incentivo a llamar a mi padre. Accedí porque tenía que sostener mi historia.
Me dio gusto saludar a mi padre y él se puso feliz con mi llamada.
–¿Todo bien?– Me preguntó cuándo colgué.
–Muy bien– Le sonreí. Ese fue un detalle muy lindo de su parte.
–Supongo que todavía tienes cosas que hacer.
–Bastantes.
– Entonces lo mejor será regresar.
Natsuki me ofreció su mano y la tomé con timidez. Ella se quedó mirándome un momento, me miró como si quisiera besarme, pero solo tomo aire y me dijo:
–Vamos– y de la mano me llevo hasta su moto.
Cuando subí y la abracé de la cintura. Me acomodé acercándome a ella… De pronto sentí que sucumbía en una absoluta obscuridad, Natsuki se estremeció y entonces me percaté de lo que estaba haciendo…
Yo había perdido el control de mí, la había besado.
No supe que me pasó solo que su cabello olía delicioso y su piel estaba ahí, demasiado a mi alcance.
– ¿Por qué no avanzamos? – Pregunté de la manera más fría que pude, aunque sentía el rostro ardiendo y mi corazón desenfrenado.
– Ne-necesito po-ponerme el ca-casco… – Me dijo con dificultad. Jamás había escuchado a Natsuki de esa manera. Parece que le alboroté las hormonas. ¿Y cuando no? Natsuki se alborota con cualquier cosa. Eso debo recordarlo siempre.
– Claro, disculpa – Me separé lo suficiente de ella, para poder recobrar fuerza.
– No hay problema – Me dijo al tiempo que se ponía el casco y encendía la moto.
Partimos enseguida, el momento de separarnos se aproximaba. Estar tan cerca de Natsuki comenzaba a lastimarme.
Me dolía el corazón.
No debí aceptar esta salida, con esto solo me presto a tus juegos.
Es doloroso… muy doloroso no poder tenerte Natsuki.
Las lagrimas comenzaron a salir de mis ojos, sin poderlas contener.
La peliazul se orilló de repente.
– ¿Ya llegamos? – Le pregunté sintiendo que mi tristeza crecía, el trayecto fue demasiado rápido.
– No…– Me dijo con voz dulce– Shizuru ¿Por qué estás llorando?
– No estoy llorando, se me metió una basura a los ojos – Dije para disimular la profunda tristeza que me invadía.
– Déjame ver…
– No es necesario, sigamos, se va a hacer tarde – Intenté que retomara el camino pero mi respuesta no era nada satisfactoria, por una basura en los ojos uno no solloza.
Natsuki se bajó y me hizo bajar también.
Evité su mirada. Me sentía demasiado vulnerable. Demasiado débil como para ocultar mis sentimientos.
– ¿Shizuru? ¿Qué tienes? – Me preguntó con ternura.
Con esa voz tan dulce que me confundía todavía más. ¿Por qué tienes que ser tan tierna Kuga Natsuki?
– Nada, vámonos ahorita se me quita.– Traté de evitarla.
– Te llevaré al doctor, que tal que te lastimaste el ojo – Me dijo preocupada
– No es para tanto
–Déjame comprobarlo – Me miró con un noble semblante – Tengo unas gotas en el portaequipaje… ¿Quieres? – Sin más preámbulos me lancé sobre su regazo.
Solo quiero que me abrases Natsuki.
– ¿Shizuru? – Natsuki estaba sorprendida, pero me abrasó con cuidado.
¿Por qué tenias que jugar conmigo Natsuki?
Si no me hubieras besado.
Si no fueras tan insistente, no estaría avergonzándome en estos momentos.
Eres tan cálida, tal linda, que apenas puedo soportar tenerte tan cerca.
Extraño tanto tus besos.
Me hace tanto daño estar cerca de ti.
Y a la vez me hace tanto bien.
Hasta pareciera que te importo Natsuki. Pero yo sé que solo soy una más.
Verdaderamente es reconfortante estar así contigo Natsuki.
Eres como una adicción que es difícil de controlar.
Eres una deliciosa droga adictiva, pero dañina a la vez.
Es tan maravilloso estar así contigo fundida en tu cuerpo, protegida por tus brazos.
Quisiera tenerte así para siempre.
Y tú no me ayudas si me abrazas de esa manera.
Me haces sentir débil.
¿Cuánto más tiempo vas a complacerme?
En estos momentos estoy necesitando más de ti... y si sigues así de cerca va a pasar algo de lo que me voy a arrepentir después.
Reuní aire.
– Natsuki… discúlpame…– Suspiré abrazándola más profundo.
–No tienes nada de que disculparte, ¿te sientes bien?– Me preguntó suavemente.
– Si… no es nada– Solo necesitaba abrazarte.
– ¿Segura? – Afirmé con la cabeza, todavía aferrándome a su cuerpo.
–Me siento mejor…
Reuní aire y con pesar me separé de su cuerpo, pero de pronto Natsuki se aferró al mío y me quedé en Shok cuando la escuché sollozar.
– ¿Natsuki? – Mi corazón se apretó, un fuerte deseo de protegerla surgió en mi como nunca antes – ¿Qué pasó? – Le pregunté.
La peliazul no dijo nada, solo se aferró a mi cuerpo un momento para después separarse lentamente y limpiarse los ojos.
– Me entró una basura en el ojo también… – Me dijo esquivándome.
Entonces no se había creído mi mentira.
– ¿Por qué lloras? – me acerque a ella, con preocupación. Esas lagrimas, ese llanto ¿no será por lo mismo que me atormenta a mí?
– Ya te dije, que fue una basura… – Natsuki me evitó y tomó su casco.
Necesitaba saber que le pasaba.
– Espera, si te lastimaste el ojo es mejor que no conduzcas… podríamos chocar. Déjame ver… – Se giró despacio y me acerqué para mirar sus ojos.
– Mejor no te me acerques tanto – Me dijo en un tono extraño.
– ¿Por?
– Ya sabes que soy débil… – Comenzó a reírse con cierta lujuria.
– Natsuki tu siempre abusas del momento – Le reclamé – Contrólate quieres – Me acerqué para mirarla más de cerca desafiando su advertencia.
Moría porque Natsuki me diera un beso y es que hasta ahora se había comportado conmigo. Eso me ponía más inquieta y deseosa. Pero no debía demostrárselo.
Puse mi mano en su mejilla y me acerqué entonces. Abruptamente su mano sujeto mi nuca y me acercó a ella. Cerré los ojos puesto que sabía lo que se avecinaba, pero me llevé una enorme sorpresa cuando sus labios se posaron en mi mejilla dejando un dulce y lento beso que me provocó de todo.
–¿Estas mejor?– Me preguntó con un hilo de voz.
–Sí, no te preocupes, ya estoy bien ¿Por qué lloraste?– Natsuki, necesito saber si lloras por lo mismo que yo. Necesito saber si me quieres.
La acorralé y la miré profundamente. La peliazul separó sus labios para responderme. Pero se arrepintió y volvió a cerrarlos. Permanecí así y no me iría hasta que me diera una explicación.
–No sé, me contagias… Es que, no me gusta verte mal. ¿Me dirás por qué llorabas?
Su respuesta fue linda y a la vez fue un poco decepcionante. Natsuki no lloraba por lo mismo que yo. Era dulce y empática pero no sentía lo que yo.
Suspiré.
¿Ahora qué debía inventarme?
¿Qué podía justificar el abrazo que acababa de darle?
¿Qué cosa podía hacerme llorar así? No había nada en mi mente que pudiera salvarme de esta encrucijada en que me encontraba.
– Eso no te lo puedo decir…
– ¿Por qué no?
–Es algo personal… pero no te preocupes, estoy mejor.
– ¿En verdad?
Afirmé con la cabeza.
La peliazul volvió a dejar un suave beso en mi mejilla. Y otro más tierno. Y uno más que me hizo sentir cosas.
Y luego me dio otro abrazo y todo ese tiempo permanecí así inmóvil.
De nuevo sentí sus labios en mi mejilla que ya estaba sensible por los besos que había dejado hace un momento, esta vez los dejó ahí unos segundos más. Y su abrazo se acentuó.
Oh no, si Natsuki sigue así ¿Qué voy a hacer?
Cerré los ojos.
Me sentía vulnerable.
Demasiado.
Natsuki había sido muy especial conmigo hoy.
La peliazul me miró a los ojos profundamente. Comencé a sentir un calorcito extendiéndose por mis mejillas.
– ¿De verdad no quieres hablar de lo que te pasa?– Me preguntó haciendo unas suaves caricias a mi mejilla con sus pulgares haciéndome sentir vulnerable y triste a la vez.
Tomé sus manos y no queriendo muy lentamente las alejé de mí.
– La verdad no, solo quiero llegar a mi dormitorio.
– Está bien, Shizuru. No me tienes que contar si no quieres. Solo quiero saber si ya te sientes mejor.– Eres demasiado dulce.
–Si, gracias, y lo siento no quería contagiarte.
–No te preocupes. Ven vamos.
Natsuki me ayudó a subir a la moto y retomó el camino.
El camino continúo sin más contratiempos y finalmente llegamos al instituto. Entró por el otro lado del campus, el más cercano a mi dormitorio.
Me ayudó a bajar y también me apoyó llevando mis compras hasta mi dormitorio. Y muy rápidamente antes de irse volvió a darme un beso en la mejilla.
Un dulce y suave beso que me aceleró el corazón.
¿Qué significa este comportamiento Kuga Natsuki?
Aunque ahora que lo pienso. Natsuki siempre me consuela cuando me encuentro mal.
Aunque ella es la que me pone mal.
Me pregunto si este ciclo terminará en algún momento…
N/A: ¡Hola! Ha sido un largo tiempo, principalmente por el trabajo me he atrasado en la escritura. Pero sigo poco a poquito.
Un abrazo para ustedes y espero hayan disfrutado el cap. Prometo que el siguiente va a ser más interesante. Cof cof.
Espero puedan dejarme un review para ver que les va pareciendo. ¡Gracias!
