La primera vez fue el día que devolviste mi varita después de 6 meses de exilio, tu recién graduado de Auror.
Te invite a entrar a tomar un trago, tú aceptaste a regañadientes.
Y hablamos junto al vino barato que apenas pude costear.
Como un resplandor finito entre mis ojos me ciega. Eran tus labios en los míos.
Los abrazos, las palmas sudorosas, y la incomodidad de las primeras veces presente.
Al final Harry me sonrió, y se sintió como el sol.
En el periódico, una semana después él se comprometió con Ginny Weasley.
Me pregunté por tu mirada si mi lencería de encaje seria de tu agrado, blanco como los huecos de mi piel, suave como las lágrimas de las tardes, carente de color y calor como mi mirada.
La puerta siempre sonaba a la misma hora, el mismo día.
El vino, el beso y la sonrisa que quema, se repiten.
Son hombres de rutina, nunca se preguntan cuándo acaban lo que coexiste afuera de su casa, no pueden.
Pero Harry no pregunta tampoco qué queda cuando él se va.
Ni una sola vez.
Pero la página de ellos juntos en la portada del profeta en su mesa, permanece.
Lo despido con un te amo susurrado.
Y este no fue devuelto.
Pero te amé.
Te amé desecho.
Un dia antes de tu boda, llegaste en la madrugada
Pensé allí, que era la despedida de tu sonrisa de sol, del vino y besos.
Lo entiendo, ella te ama completa y correctamente.
Lo entiendo, aunque mis lágrimas me nublan y mi voz se rompa.
Pero dijiste que no, no era un adiós.
Pensabas continuar como estamos, paralizados en esta vieja cabaña polvorienta, donde las preguntas no pueden ser dichas y no se pueden preguntar si existen los te amos.
Pero esta vez, lo intenté.
Me despojaste pieza por pieza sin piedad ni consuelo, rogué, rogué que te detengas, pero mis súplicas se perdieron en el viento.
Te enteraste que tendrías tu primer hijo, James.
Eran las 3 de la mañana y te escapaste de la celebración de tu familia.
No pensé que tú me consideras parte de la tuya te bese con ternura solo por eso.
Y me arriesgué.
Te pregunté si me amabas, tus ojos perdieron toda la calidez, tus labios se fruncieron y tu rostro se cerró por completo.
Y dijiste: Es hora de volver a casa.
Me diste la espalda y te observé.
A casa.
Pero te amé desecho.
Desgarrado y sangrante ante tu presencia.
Cuando te enteraste de Albus, Ginny ya sospechaba que tienes un amante me dijiste.
Qué tienes miedo de perder a tu familia.
De perderlo todo.
Y yo me pregunté, si acaso te importa que yo lo haga mientras besas mi cuerpo ardiente.
Me puse a llorar, pensaste que era del placer de tu toque pero si alzas tu vista a mi ojos tal vez me vieras.
Que te llevas todo de mi cada vez y te lo dije, que deberías quizás parar por tu bien.
Por él mio.
Tu te enfureciste.
Pero no hubo palabras, ni aliento en tu rostro, te hundes en mi en frenesí hambriento empapado en sangre y fluidos violentos.
Lily fue la última, el tiempo pasa y James fue a Hogwarts después lo hizo Albus.
Harry Potter es un hombre cálido pero distante.
Sus intenciones son siempre honestas, pero guarda secretos.
Ama con todo lo que tiene, pero con ciertas personas no lo hace en absoluto.
Salva vidas, pero miente mientras arruina la mía.
Deje de invitar, deje el vino y los besos.
Deje de insistir que me amé o al menos muestre que le importo un poco.
Pero él siguió viniendo, y yo le dí la bienvenida.
Ginny eventualmente dejó de sospechar con el esfuerzo y dedicación a su familia fortaleció sus lazos de pareja y familiares.
Un día, después de lo más cercano hacer el amor le pregunté:
¿Por qué seguimos con esto?
— Porque te amo, pero no lo suficiente.
Y eso, podía jurarlo.
Pero lo amo, aunque ya no me queda nada que pueda amar dentro de mí, lo hace aún solo por ti, aunque quisiera que no lo hiciera.
Pero te amo aunque duela.
Mi cuerpo cruje en intervalos de locura y sueño.
Deje de rogar, de pedir ser visto, de que me ames, de que ya no duela.
Porque te amé incluso cuando moría.
Te amé, cuando no me amé a mí mismo.
