Código Galaxy
Capítulo 41
N/A: Se acercan los últimos capítulos de esta historia.
La adaptación al nuevo ritmo de vida no fue sencillo los primeros días, sobre todo por el horario del Congreso; sin embargo Odd rápidamente ya se hizo a las horas de tener que estar allí sin hacer demasiado junto a Rictania, ésta se encontraba en lo alto de las gradas junto a su alumno. Cruzada de brazos, revisaba con la mirada los distintos puntos de entrada y salida y vigilaba a los clones a su cargo mientras charlaba con el más joven y, a la vez, daba instrucciones al resto de la seguridad del edificio. La cola biónica de él permanecía en torno a su cadera pero estaba más bien pensando en lo que se estaba preparando, precisamente en esos instantes se estaba hablando por los políticos y a puerta cerrada.
-Piensan que van a atacar pronto -coincidió la mayor-. También lo creo, pero… no sé, tras el intento de paz no ha parecido haber una nueva crudeza en el conflicto, espero equivocarme.
Odd se limitó a encogerse de hombros, se había retirado un poco de la primera línea después de los primeros discursos por el aburrimiento que sentía de escuchar las soporíferas palabras de aquella gente. Ellos hubieran sido los ideales para matar del sueño a los Imperiales, sin embargo bostezó suavemente y siguió a su maestra por los pasillos una vez ella se cercioró de que todo estaba en orden. Mientras andaban, de la nada ella atacó con su espada de luz y lanzó al muchacho por los aires con su energía; sin embargo el muchacho se apoyó en la cercana pare y rodó a lo largo de la misma según esquivaba el arma láser de la mujer, y procedió a defenderse con la suya. Rictania era veloz en sus estocadas y se ayudaba de la mano libre para detener las embestidas de él, a la vez que tiraba de su mango con fuerza para retirársela. Él también hacia algo similar al usar su cola biónica para disparar contra la mayor, en ese momento interponía su espada de luz y permitía que él diera un par de saltos atrás y se rearmaba… las energías de ambos estaban en alto y, sin embargo, ella guardó su arma.
-Tus sentidos están afilados como nuestras espadas -comentó, satisfecha-. Y tu uso de la energía parece bastante bueno… ¿sabes crear plataformas con ella?
Exámenes improvisados como ese eran comunes y podían llegar en cualquier momento… él se limitó a asentir a la pregunta y procedió a crear un par de barreras. Ayudado por los guanteletes que le hizo Jeremy en su momento, le era bastante fácil hacerlo… por eso Rictania se acercó y le retiró con cuidado los guantes y le invitó a hacerlo de nuevo.
-Piensa que en cualquier momento puedes quedarte sin ellos -comentó al ver su mirada-. Prueba ahora.
Él frunció un poco el ceño pero asintió, llevaban tiempo diciéndoles eso… por eso se concentró y dejó que sus poderes fluyera a lo largo de su mano y dedos, hasta que se formaron las primeras pantallas de luz. Igual de densas que las anteriores, se sorprendió de ver que ella se subía sobre una que estaba paralela al suelo y dio un par de saltos con ganas y haciendo fuerza en las caídas… de un veloz movimiento llevó su energía a uno de sus dedos y rompió algunas de ellas para sorpresas del otro, que se llevó la mano a una de sus armas.
-Todos los poderes tienen su debilidad -le recordó-. La transportación sólo puede ser usada en apnea y con la velocidad la piel puede quemarse, con la levitación te quedas desprotegido y la creación es agotadora… las hojas de energía requieren de mucha puntería y sólo pueden usarse dos a la vez, así que el nuestro no podía ser menos.
-¿Y cuál es la desventaja de la predicción?
-Ese poder no existe -respondió ella de inmediato-. Aunque… conocí a varios que decían tenerla, y no pudieron evitar que sucediera lo que vieron por mucho que lo intentaron… es inevitable por alguna razón.
-¿No se puede evitar?
Ella le miró con interés y siguieron andando por el pasillo, Rictania se echó las manos detrás de la espalda y penó unos segundos.
-¿Tú tienes esa habilidad? -preguntó con interés- ¿Qué has visto?
-No veo cosas… Al inicio eran fragmentos, ahora son casi minutos completos que veo en segundos -la mayor asentía con interés-, y he confirmado que pasará.
-¿Y cómo lo has hecho?
-Las cosas que veía se han ido confirmando -comentó él-. No le tengo miedo a lo que sucederá, es algo que quiero y deseo.
-Me alegra eso -explicó ella y le abrazó por detrás-. Entrena para que las cosas vayan mejor… yo fui débil y no pude proteger a mi familia como toca.
Ellos dos se habían unido mucho en esas pocas jornadas, se entendían bastante bien y él se juró a sí mismo que nada le pasaría con la llegada del Imperio. Haría jurar a Larfiria, a Shamarya y a quien hiciera falta para asegurar la supervivencia de la Xanium. El muchacho ni se acordó de recolocarse los guantes ni ella tampoco se los quiso dar pues no tenían mayor utilidad, no al menos que ella pudiera pensar.
-¿Y ahora dónde iremos?
-Tenemos que ir a los muelles, han llegado unos refugiados.
Era muy habitual verlos llegar en pequeñas naves de carga donde viajaban hacinados cientos de personas, viajes en los que se jugaban la vida y que en cuanto algo fallara era la sentencia de muerte para todos ellos. El espacio era un lugar peligroso donde en cualquier momento podían fallar muchas cosas pese a la seguridad de los aparatos en los que viajaban, y no eran pocos precisamente los que se mataban en el proceso… las estadísticas eran demoledoras, de cada cien viajes más de sesenta no llegaban a puerto y, los que lo lograban, solían hacerlo en malas condiciones. Desde el inicio del conflicto militar muchos eran los que huían de las zonas de batalla hacia el interior de la República o el Imperio, más por cercanía física que otras cuestiones. Y aunque era impresionante al inicio, eventualmente comprendió que esas decisiones que se tomaban a lo largo de toda la cadena desde que se encendían los motores hasta que alcanzaban el destino eran sólo producto de una necesidad… por desgracia muchos se aprovechaban de esa necesidad y abusaban.
-¿De dónde?
-Desde Alfa – Gamma Acuari 4, desde allí salen muchas rutas de contrabando que sirven a ambos bandos… el Imperio ha decidido ser su único socio comercial y mucha gente ha huido a toda prisa.
Y eso era lo peor que se podía tener en el espacio vacío, a decir verdad… en esos días vio llegar los restos de una decena que intentaron colarse a través de las rutas espaciales de mala manera, sin usar las entradas por las que todos accedían… y con funestas consecuencias. La enorme energía que se necesitaba para unir dos puntos del espacio, y por tanto para doblarlo, era titánica y las paredes de las anchas rutas acababan convirtiéndose en vórtices energéticos que giraban a toda velocidad. Gracias a ser de plasma no resultaban peligrosos y al estar a distancias astronómicas de la trayectoria de las naves que circulaban por ellas el impacto era casi imposible… pero tratar de entrar o de salir de malas maneras sí resultaba arriesgado. Había una manera de lograr ese objetivo, y era aprovechando un punto que se estuviera arreglando o una salida que estuviera disponible… y si estabas dispuesto a apostar la vida, incluso llegaban a intentar surfear por esas lomas.
Las naves en muchas ocasiones acababan partidas por la mitad en el peor de los casos, en el mejor quedaban aplastada y hecha un amasijo deforme en el que los cuerpos quedaban machacados por las poderosas fuerzas de compresión que permitían la existencia de esos caminos. Pero aun sobreviviendo a la entrada o salida quedaba llegar al planeta, y por las enormes distancias podía llegar a tardarse demasiado; a lo que había que sumar la falta de combustible, de alimentos, de oxígeno… y por supuesto posibles cometas, rayos energéticos desde la estrella del sistema, o que la gravedad de otro mundo les atrajera. Eran pues muchos los problemas que podían surgir, y la inexperiencia de los que manejaban los aparatos se volvía más letal que nunca. Cuando llegaron a los ascensores cuánticos ella le pasó un documento a su ordenador del antebrazo y le fue explicando.
-Al parecer éste en concreto llegaron por culpa de un grupo de traficantes de personas -contaba Rictania-. Por desgracia no ha sobrevivido nadie, había sobre todo de la raza de ese mundo, machos jóvenes en su mayoría y alguna hembra.
Odd tragó saliva, según se sentaron en la biplaza y se colocaron los cascos él se removió un poco. La mujer notó su incomodidad y se limitó a suspirar un poco.
-Hay que hacer el reporte, luego entrenamos y te dejo libre para que vayas donde quieras.
-No es eso -se quejó él-. Es la mierda que corrompe todo, la falta de escrúpulos… La República está hecha mierda y no podemos hacer nada para poner orden por la maldita guerra.
Rictania se limitó a conducir por el espacio que les separaba hasta el hangar, tatareando un poco y dejando que Odd se calmara un poco antes de que comenzara a hablar aprovechando que así podría escucharle mejor.
-La vida en general es injusta -explicó-. Cuando todo falla y se va a la mierda, nuestro deber es estar ahí para que los que sufren al menos no lo hagan tanto… Y que tengan algo que llevarse a la boca y una manta con la que cubrirse mejor.
-Estos pobres ya ni tendrán esa opción.
-Lo sé… es lo que tiene la guerra, muchos mueren sin necesidad.
Odd apretó los puños pero asintió, en no demasiado tiempo alcanzaron el punto de destino y después de aparcar se dirigieron al interior de la gran nave que servía de puerto militar y, en cierto punto, comercial. Tenían que ir precisamente a la tercera planta, les recibieron un grupo de clones que estaban desarmando el amasijo y cortando con radiales de plasma las piezas y procurando sacar los cuerpos como podían: el espacio hacía que se hincharan y que la carne quedara ligeramente cocinada por la falta de presión en el exterior. También sucedía que sus lenguas y ojos se salían, que la piel se quedaba púrpura e incluso se rompía por el escape de los gases y líquidos internos. En cualquier caso era una imagen tremendamente desagradable pero Odd ni se inmutó… colocó las manos detrás de la espalda y frunció el ceño suavemente, los clones trabajaban bien y su jefe les iba explicando lo que habían encontrado en los análisis.
-Hemos encontrado también a los contrabandistas, su nave sí sobrevivió y se les remolcó -eso alertó al muchacho-. Les hemos colocado en unas celdas para que les podáis hacer las preguntas que necesitéis.
-¿No sería esa la función de los agentes de policía y no del ejército?
-Eso sería lo ideal, pero ellos están demasiado liados con la delincuencia callejera.
-Algo he oído, ¿sucedió algo en especial?
-Se hablan de cosas… del Imperio.
Ella asintió con cierto interés, su alumno pareció estar realmente interesado pero en un momento dado comenzó a dar vueltas en torno al aparato, observaba con interés y revisaba el trabajo de la cuadrilla pero en total silencio; sólo retiró la vista cuando la mayor le llamó y salieron hacia la zona de celdas para hacer las preguntas necesarias a los traficantes. Odd tuvo recuerdos duros de sus estancias en pasillos y cubículos similares a esos, en uno se encontraron con una habitante del planeta Delta Leoni 7, el mismo que Daya. De hecho se le parecía hasta cierto punto, pero ésta era algo más bajita y no tan atlética… el color de su piel era algunos tonos más claros y ahí podían parar las similitudes.
-¿Estás listo?
Estaban a las puertas, podían observar las muchas personas en las diferentes celdas a través de los cristales de las puertas… él tenía la mirada ligeramente perdida pero asintió un poco y apretó los puños suavemente y movió la cola biónica con ciertas ganas.
-Pues sí… ¿puedo interrogarla yo? -cuando ella asintió, él sonrió algo- ¿Algo que deba respetar? No sé del todo qué puedo hacer o no.
Como ella negó, abrió la puerta y él entró con sus manos en los mangos de la espada de luz y su arma láser respectivamente.
-Adelante, chico… Suerte.
Se quedó en el pasillo a la espera de lo que él hacía. Se acercó hasta ella y la lanzó con violencia contra la pared sin apenas mediar palabra, la sujetaba con su energía y amenazaba su rostro con la punta de la cola biónica. Rictania se quedó cruzada de brazos en todo momento pese a los gritos de la otra, que pataleaba de miedo por la violencia desplegada por el muchacho… los ojos de él analizaban la mirada de la traficante. Observaba su interior con interés y podía ver su miedo, se fue acercando a su rostro y sacó su espada de luz con la cola; la activó y colocó al lado de su cuello y por muy poco no apoyó su filo en la piel de la mujer, que tragó saliva.
-¿Cómo te llamas?
-Talamenia… -murmuró- Oye, no sé quién crees que sea, pero…
-¡Calla! -dio un golpe en la pared con firmeza- ¡Estoy hablando yo, escoria!
Rictania tomaba nota mental de los insultos que su alumno profería, aunque sin llegar a actuar por ahora. Vio que la apretó de nuevo contra la pared con violencia.
-¿Qu-qué quieres saber?
-Vuestras rutas de transporte de personas -murmuró-. Os hemos pillado, señorita, así que será mejor que colabores y seas congruente con lo que has estado haciendo.
-N-no sé de… -Odd la volvió a golpear pero esa vez fue un puñetazo a la altura de la boca del estómago, así que le sacó el aire y comenzó a toser con ganas- Y-yo…
-¿Sí?
Esperó a que dejara de toser para que respondiera y procedió a dar las explicaciones oportunas de por dónde iban, fechas de salida y similares. También quiénes eran los demás compañeros y otros datos que, por suerte, quedaban recogidos en las grabaciones de la sala porque Odd no recordaría aquello llegado el momento de dar las explicaciones al momento de hacer el informe. Por suerte para él Rictania también tomo nota de todo lo que la mujer decía y fue elaborando un borrador de informe que enviar a quien lo necesitara, firmado por ella con su correspondiente omisión del dato de los poco ortodoxos medios de su alumno para sonsacar la información que habían obtenido. Más adelante la confirmarían y podrían descubrir cosas, al menos sobre aquella ruta.
-¿Qué te pareció la experiencia?
-Ha sido instructiva -comentó-. A veces las buenas formas no son útiles, gracias por no pararme.
-En realidad sí que pienso que haya sido de ayuda, las razones son obvias -comentó-. Pero no era necesaria tanta violencia… ¿Por qué lo hiciste?
Quería genuinamente entenderle, pero él suspiró un poco con la cabeza gacha. Se esperaba una reprimenda, no así… se sonrojó un poco, algo avergonzado, pero sí estaba convencido de que esa era la única manera de actuar con personas así.
-No se merecía otra cosa -murmuró-. No soy un salvaje, y ella era una criminal… si no respetaba las reglas, no veo por qué yo debo hacerlo con ella.
Era una lógica que Rictania no compartía, pero le restó importancia.
-Vayamos a un sitio más amplio… quiero ver cómo usas tus poderes en un lugar más adecuado para el combate…
Él asintió y se disponía a salir cuando ella atacó: lejos de usar su espada le lanzó contra la pared cercana y Odd tuvo que girar sobre sí mismo, dio un puñetazo al aire directo a por su rostro y la enganchó por el antebrazo derecho con su cola biónica; sin embargo ella giró sobre sí misma y nuevamente lanzó una onda contra él. Sin darle tiempo a que se recuperara, alzó del suelo una pared de energía y la movió en su dirección; él interpuso sus manos y también usó sus poderes para frenar el avance a lo largo del pasillo de la pared. Apretó la mandíbula con fuerza y giró una mano para deshacer la de su maestra y creó una él mismo e imitó el truco de Rictania, que sonrió de medio lado.
-Probemos tus habilidades con tu arma de luz aquí… -ella sacó una suerte de cuchillo- ¡Veamos cómo te defiendes!
Por el espacio apenas podían moverse más allá de atrás hacia adelante; sin embargo se mantenían a la misma altura del pasillo, jaleados por los presos en las diferentes celdas. Ella era habilidosa y no se dejaba retirar el arma, hasta que la lanzó con firmeza contra el hombro de él… interpuso su escudo de luz y la miró a los ojos, el puñal voló a su alrededor y se guardó entre las ropas de la mujer, que adoptó una postura de combate a puños.
-¿Qué has aprendido?
-Que en espacios pequeños hay que matar deprisa.
-Correcto.
Y se lanzó contra él, en esa ocasión él tampoco usó armas láser o su espada de luz. Los puñetazos iban y venían a buen ritmo, uno se defendía con el antebrazo mientras el otro atacaba en una coreografía que, si bien era relativamente predecible, servía para hacerse una idea de qué se podía llegar a encontrar en un combate real. En un momento dado ella le enganchó y logró llevar al suelo, de hecho, iba a someterle cuando la cola biónica se enroscó en el cuello de Rictania y comenzó a apretar mientras ella también apretaba su brazo y cuerpo con las piernas lo segundo y sus manos lo primero. Comprendiendo que estaban en un empate técnico después de apretar unos segundos, ella deshizo el agarre y suspiró cuando él hizo lo mismo, mientras sonreía le fue recolocando la ropa con la respiración algo entrecortada.
-Lo haces cada vez mejor, chaval… -murmuró- Pero en un combate me tendrías que haber roto el cuello con esa cola.
-Tú hubieras reventado mi hombro…
-Pero estarías vivo y yo muerta -le recordó-. Salvo que hubiera clones por ahí… pero debes pensar siempre que estás sólo, nunca dependas de otros en pleno conflicto.
Esa forma de pensar le cuadraba enteramente, se dijo, así que asintió un poco mientras salían.
-Este era el entrenamiento, ¿verdad?
La mujer sonrió un poco antes de responder, aunque se lo pensó uno segundos. Aunque entendía ciertas cosas de su temperamento y comportamiento… quería guiarle mejor de lo que hizo con su hija, Odd esperó con paciencia a que Rictania hablara.
-Medita sobre esto esta noche y mañana lo hablamos si quieres, me gustaría saber tu postura -él asintió-. Me recuerdas… a mi sobrina, era como tú… demasiado idealista, con ideas nobles, pero… el Infierno está empedrado de buenas intenciones -puso una mano en su hombro-. Controla tu ira y tus emociones… eres mejor que la violencia que muchas veces despliegas, Odd.
Él la miró a los ojos, su corazón latía con fuerza… ¿ella le entendía de verdad? Lo dudaba, y sin embargo algo en él le decía que así era. Pero su dolor era demasiado y veía demasiada podredumbre a su alrededor, una que no iban a sacar salvo que con un cambio de paradigma… y puede que fuera el momento de uno. Que personas concretas fueran verdaderamente valiosas, como los clones o su maestra, no quitaba que todo lo demás tuviera que ser sustituido por una propuesta mejor que la presente. Después de despedirse de su maestra salió hacia los hangares y tomó un biplaza para dirigirse a su objetivo: antes de pasar por la base y descansar un rato ascendió por las grandes fachadas de los edificios cercanos para llegar a los tejados de estos. Recorría el aire con velocidad y aceleraba con fuerza y sin seguir ninguna norma de circulación por estar fuera de las trayectorias que el resto seguía: no tardó demasiados minutos en llegar a uno en concreto donde habían construido un pequeño jardín con unos arbustos y un par de árboles con una fuente… donde esperaba una persona con una manta colocada por encima, su rostro felino se dejaba ver por las luces de la puesta de Sol del planeta… Odd la identificó enseguida y dejó su vehículo cerca, a unos centenares de metros para que nadie le pillara. Se colocó a su vez algo para ocultar su rostro e hizo el camino de vuelta a base de saltos por los distintos tejados hasta alcanzar a su cita, que le sonrió un poco mientras su poderosa cola golpeaba el suelo de alegría… sin embargo no llegó a abrazarle, manteniendo una distancia prudencial en todo momento, su ropa imperial la delataba.
-Me alegra verte por fin, al gran león de Beta Escorpi 15 -los ojos dorados de ella brillaban con la luz de las brillantes lunas del planeta-. Juntos podremos gobernar la galaxia…
-Igualmente, Starfire -la voz de ella ronroneaba, juguetona. Le encantaba el sobrenombre que había elegido para sí el chico-. Te hacía más… alto, la verdad.
-Soy esbelto, sí -reconoció él, siguiendo la broma-. Te he echado de menos, Shamarya…
-Y yo a ti, cachorro -su piel se había erizado de la excitación-. Estaría encantada de tomarte aquí mismo, pero tenemos algo importante de lo que hablar -él asintió, la erección en su pantalón le delataba, pero había que centrarse-. Tenemos las N – 4 y N – 5 a una distancia prudencial, fuera de la vista de la República… a tu señal podremos llegar al planeta y cercar cualquier opción de que nada entre o salga.
-Perfecto… ¿Gran Resplandor funciona?
-A las mil maravillas… los planetas quedan en pocas horas fuera de circulación, nada puede evitar la reacción en cadena -sin embargo, bajó el rostro-. Starlight está radicalmente en contra, no me extraña… pero es nuestra mejor opción -luego le miró a los ojos-. ¿Es cierto el asunto de Aliento de Eos?
-Sí, la información que le dieron a Star es correcta.
-Perfecto… en unas horas… este planeta estará bajo nuestro control y tu espada de nuevo en mis entrañas… -la cola de ella golpeó el suelo- Vete antes de que te quite la ropa a zarpazos…
-¿Estás en celo? -bromeó en ella- No sabía que tuvierais algo así.
-No, pero te echo de menos -le respondió-. Adiós, cachorro…
Él se preguntaba cómo pudo haber entrado y salido de la capital de la República sin ser vista: se encontró con una nave diplomática del Congreso, debieron robar una de alguna manera – intuía que con clones que se infiltraron después de matar a unos Republicanos, aprovechando el lío que siempre había y suplantando su identidad al retirar las identificaciones de ellos – y ella la usaba para ir y venir. Pudiendo pasar sin ser revisada por cuestiones de carácter meramente de facilitar sus funciones, era el medio ideal de ir y venir por tampoco ser revisada su dirección más allá de indicar hacia dónde tenían que ir. La despidió con un gesto y en cuanto salió de su vista él se dirigió nuevamente hacia su biplaza para retornar a casa y descansar apropiadamente… en cuanto diera la señal se formaría el cerco y comenzaría la cuenta atrás para la caída definitiva de la República.
Sólo quedaba una cosa, que era asegurar que sus amigos estaban allí para cuando fuera la encerrona y ponerles relativamente a salvo… aunque les considerara traidores seguían siendo aquellos con los que compartió su vida tanto tiempo y quería darles la oportunidad de seguir vivos… salvo a Jeremy. Bebería de su sangre con gusto, aunque tampoco le importaría hacer lo mismo con los demás si se interpusieran en su camino. En realidad en su fuero interno les quería tener cerca para precisamente ser él el que pudiera quitarles la vida de ser necesario, apretó los puños mientras se sentaba en el aparato y volvía a toda prisa a la base para prepararse para el día que se avecinaba.
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Mientras esa era la suerte de Odd, para el resto del equipo de Jeremy las cosas se tornaron mucho más brillantes. Cuando vieron que las cosas funcionaron respecto del programa para liberar a William y a los demás se alegraron profundamente… sólo los clones estaban desubicados. No entendían a sus líderes y la tensión entre ellos era evidente, al menos con los integrantes del grupo contrario, y hasta con su propios superiores. Eran soldados y estaban mentalizados a matar a aquellos con los que se suponía tenían que enfrentarse, no ser sus amigos o sus aliados. Era un cambio de mentalidad demasiado grande y muchos no estaban dispuestos – o preparados – como para poder hacerle frente.
En un momento dado, horas después de llegar, Jeremy y Jim se reunieron con todos ellos en una sala mientras los demás preparaban el viaje de vuelta a Asmara, habían dado la señal de que recuperaron el punto y también el encuentro con un grupo militar que apoyaba a la República. Todos se sentaron a lo largo de una mesa redonda con los dos superiores en pie y con sendas tablets, habían repartido a los clones en grupos para evitar posibles enfrentamientos… y aún así no evitaron posibles malas miradas o gruñidos de desaprobación, al menos mantenían las formas pero estrictamente por orden de ambos, que comprendían que aquello no iba a ser nada fácil.
-Bien, esto es relativamente sencillo -explicaba Jim-. Nosotros, como bien sabéis, venimos de la Tierra… allí yo era el profesor de Aelita, Jeremy, Yumi, Ulrich y Odd -explicó-. Ellos fueron obligados a unirse a la República después de ser salvados por ellos, nosotros aunque también fuimos secuestrados por el Imperio no tuvimos esas suerte y fuimos obligados a unirnos a ellos… esta es una guerra que ni nos va ni nos viene -todos escucharan con atención-. Yo en su día fui un soldado también, la cicatriz en mi cuerpo es mi señal de guerra -procedió a quitarse la camiseta y la mostró, impresionando hasta a Jeremy-. Y os entiendo, juro por Dios que os entiendo… habéis sido programados para servir a un bando y no veis más allá de vuestro deber… por eso sois los soldados perfectos… y sin embargo sois como mis alumnos, muchachos asustados que sólo miran al frente sin pensar demasiado qué pasaba.
-Señor, con todo el respeto, no somos niños asustados -Muralla se levantó del tirón al escuchar aquello-. Somos valientes soldados de la República, daríamos la vida para defender sus ideales.
-¿Cuáles son esos ideales?
-¡La libertad, la justicia! ¡La igualdad de todos y todas! ¡Cosas que el Imperio quiere destruir!
-En realidad… todos esos valores también dicen desde el Imperio que quiere proteger de la República -le respondió-. Todo es una cuestión de líderes que quieren más poder, nosotros les importamos entre poco y nada.
Hielo permanecía en silencio, él era el que más le preocupaba de los suyos. El resto los podía manejar más o menos, la ayuda de Estrella era enorme… pero el mayor era el problema. Al final comandaba al resto, ganárselo fue una parte fundamental en su actual liderazgo y ante la duda acabarían siguiendo a su hermano clon antes que a él. Y ahora era un momento clave, mucho había logrado con que no les delataran en sus ideas de querer huir pero aquello… puede que fuera pedirle demasiado.
-Veo en ellos… a Floresta y a Tornillos… No se diferencian en nada de nosotros -murmuró-. Ya sabía eso, pero tenerlos delante sin armas ni disparos de por medio… hace que me duela la cabeza, Jim -reconoció-. Esto hace que se caiga todo en lo que he creído durante los pocos años de vida que tengo.
Suspiró pesadamente, y Jeremy decidió ser el que siguiera con el discurso.
-Entiendo que todo esto es difícil para vosotros… como bien decís, estáis programados para obedecer, no habéis conocido otra cosa en vuestras vidas y, por lo que veo, habéis imitado a mis amigos igual que en su día lo hicieron Muralla, Ventura, Fan y Dinamo con nosotros… somos vuestros referentes, ¿verdad? -sonrió un poco al ver que asentían- ¿Y qué os hemos enseñado? O al menos, ¿qué os he enseñado yo a vosotros, chicos?
-Que siempre tenemos que velar por los demás… y que si el enemigo se rinde hagamos prisioneros.
-Siempre hay que ir juntos -añadió-. Pero más importante, es que los clones debéis permanecer juntos… sois una fuerza imparable, si os coordináis bien.
-¿A dónde quieres llegar? -Blanca permanecía cruzada de brazos- No has hecho más que decir palabras bonitas -le espetó-. Pero no nos has dado ninguna razón válida… se nota que eres Republicano.
Comprendiendo que debía hacer las cosas de otra manera, dejó sus cosas a un lado y les miró a los ojos uno a uno.
-Las ordenes han llegado a ser matar a todo enemigo que nos cruzáramos, y por ahora lo somos aunque aquí estemos hablando -comenzó-. La batalla la tenía bastante ganada para cuando Aelita avisó dar el alto el fuego al encontrarse con William y Patrick, y personalmente estoy dispuesto a saltarme las normas por quienes creo… se que vosotros también -señaló a Jim- No lo hagáis por mí, sino por él… ese hombre es como vuestro padre, si queréis enorgullecerle y hacer que todos sus esfuerzos hayan valido la pena, venid con nosotros.
Tocar la fibra sensible sí que pareció funcionar. En una guerra la lógica muchas veces dejaba de tener sentido y sólo las más intensas emociones servían para poder sacar adelante las cosas, los clones de hecho se removieron en el sitio con cierta incomodidad asintieron. Si era por Jim, podían hacerlo… no por nadie más. Puede que por el resto de los oficiales pero especialmente por él. Precisamente a sus mentes llegó Laura, seguramente se hubiera negado a algo así… ella estaba al pendiente de lo que sucedía en la base, podría matarles fácilmente pero no era el momento adecuado aunque lo estuviera deseando… dio unos pasos adelante y tras atravesar la pared se encontró en la sala de espera de un hospital de la Tierra. La familia Knight lloraba ante el cuerpo inerte del abuelo Tom, recién fallecido pero sin un solo tubo recorriendo su cuerpo o rostro. Falleció unas horas antes, en la ambulancia que le trasladaba desde su casa hasta el hospital de Marsella… junto a ellos llegaron Gabrielle, Johnny y Taelia para darles consuelo, le esperaban pacientemente a la altura de los ascensores con algunas bolsas con comida para llevar para que pudieran despreocuparse con algunas cosas mientras el resto se dedicaban a rellenar los papeles de la defunción.
-Vaya mierda… -murmuraba Gabrielle, cruzada de brazos- En poco más de un año primero Ibrahim y ahora Tom… esa pobre familia no gana para discursos.
-Tita… ¿tendremos que dejar nuestras… cosas a un lado?
-Es posible, Johnny -comentó la mujer-. Pero no hables… no aquí.
Él asintió, mientras miraba por la ventana y subido a uno de los sillones, pensativo. Taelia jugueteaba con su móvil mientras chateaba con Percy, saldrían hasta ellos de un momento al otro así que se limitó a mandarle unos pocos corazones como respuesta a su mensaje y guardó el aparato. Cuando llegaron los otros se levantaron y Gabrielle abrazó a Bernadette con cariño mientras ella sollozaba y los muchachos bajaban por las escaleras – tras recoger los hermanos Magné sus cosas – hasta alcanzar el exterior… parecían extrañamente tranquilos. Era un edificio antiguo, con un parque cerca de los aparcamientos donde paseaban algunas personas mayores; se limitaron a sentarse en uno de los bancos en silencio y contemplaron las nubles, sólo entonces se permitieron llorar un poco… Johnny incluso se atrevió a abrazar a Sam, que se apoyó en su hombro mientras buscaba sus brazos con ansiedad.
No se separaron hasta que parecieron calmarse. La muchacha le miró a los ojos y sonrió un poco antes de darle un suave pico, un roce más que otra cosa, y acarició sus mejillas con lo pulgares con cierto cariño antes de alejarse. Johnny se sonrojó un poco pero no llegó a decir nada, Percy hubiera bromeado de no haber estado demasiado triste al respecto. Taelia se limitó a suspirar un poco antes de rebuscar en su mochila y les tendió una lata de refresco a cada uno proveniente de una de las maquinas expendedoras del hospital.
-Ahora que el abuelo ha… muerto… creo que es el momento de actuar -murmuró ella, con aspecto algo más serio- Por su memoria… para honrarle.
-Aunque nada me gustaría más -comentó Taelia-. Necesitamos un líder… no creo que debamos ser ninguno de nosotros.
Hablar a plena luz del día no era lo que más motivara a la adolescente, pero según el tío Tom, precisamente así no llamarían la atención ni nadie se fijaría en ellos más allá de unos instantes. Por eso sitios públicos como ese eran los ideales para conspirar… al menos esa era la teoría, hasta ahora no la habían llevado a la práctica.
-Puede que sea uno de sus antiguos amigos, creo que puede ser una buena opción -dijo Sam, después de beber un largo sorbo-. Hay que armarse bien y actuar deprisa… ¿nos dejaréis vuestros juguetes?
Los muchachos asintieron, seguían guardando sus armas a lo largo de la casa, cada par de semanas cambiaban la posición de todas ellas e iban rotando para que nadie les pudiera pillar. Sam parecía algo ilusionada con la idea de luchar contra aquellos que estaban aplastando su libertad, con suerte incluso podrían llevar la verdadera igualdad a esa parte del mundo y dejar a un lado también las represiones del mercado… en su mente todo era así al menos, en la realidad todo era mucho más complejo pero llevaba el idealismo por bandera. Ya bastante miedo pasó hacía un año cuando, después del discurso de Zormu, hicieron la mayor estupidez posible ella y su hermano… una tal que les hizo perder a su padre, Ibrahim.
-En unos días deberíamos poder hacer cosas… nada del otro mundo, pero al menos molestar.
Siguieron charlando un rato más hasta que las adultas llegaron para recogerles, esa noche harían el sepelio e incinerarían al mayor. Al día siguiente sería la misa y entonces la vida volvería a la normalidad para todos ellos… y es que efectivamente las cosas eran relativamente normales. Si bien es verdad que al principio fue duro, al final la dictadura de Zormu había traído paz y tranquilidad, y al final esas cosas eran bastante aceptables. ¿Qué importaba ceder algo de la libertad por ganar mucha calma? Marsella era un gran ejemplo, la delincuencia había bajado a mínimos, pero no se toleraban las disidencias ni las críticas al poder.
Sin embargo no faltaban los núcleos de personas dispuestas a defenderse, aunque fuera a pequeña escala, de ese poder casi absoluto que demostraban los imperiales. Y Laura estaba encantada con que ellos precisamente quisieran jugársela, pues aquello será el punto perfecto para que Odd terminara de radicalizarse… por eso se disolvió en el aire a espaldas de ellos y reapareció cerca del muchacho, que meditaba sentado en el suelo y los ojos cerrados. Sin embargo sintió perfectamente su presencia pero no llegó a inmutarse más allá de escuchar las suaves palabras de Larfiria.
-¿Recuerdas la misión que te mostré? Cuando tenías que ir a tu Tierra natal para acabar con unos revolucionarios.
-Sí… -él abrió los ojos y sonrió con cierto cinismo- ¿A quién hay que matar?
-Los conoces, cuando llegues te daré la información.
-Quiero estar en Asmara cuando suceda el ataque -explicó él-. Necesito estar aquí.
-No tardarás demasiado -le garantizó-. Moveré las piezas para que puedas ir, te enviará Shmarya.
Y el muchacho se limitó a seguir con su meditación después de ella desaparecer, de hecho volvió a dejarse ver precisamente cerca de la compañera sentimental de él. Los peones se estaban moviendo definitivamente…
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Y mientras estaban en ello, en la Tierra los días pasaron sin demasiados altibajos y sin que llamaran la atención de nadie las actividades de los chavales durante su preparación para el ataque a las fábricas de los Imperiales. Sabían que algo estaban planificando, pero desconocían sus entresijos… aunque lo que quiera que quisieran hacer debía ser malo por definición, cuando los adultos les explicaron las concretas necesidades que tenían para trabajar en lo que estuvieran planificando se dieron cuenta de que, efectivamente, tenía que ser detenido de alguna forma. Aquello tenía que ser un golpe lo bastante fuerte como para detener el proceso en seco pero con la suficiente seguridad de salir con vida… aunque eso mismo fuera a ser imposible.
El peligro estaba ahí y lo asumían. El ataque sería esa mima noche y estaban esa tarde preparándose para lo que iban a hacer: las armas cruzaban la mesa de los Magné pese a que sus mayores no estaban de acuerdo, especialmente el señor Jean – Lois… cuando le preguntaron qué debían hacer para atacar él se lo prohibió tajantemente, Bernadette tampoco estaba muy alegre y la tía Gabrielle, aunque lo iba a permitir, tampoco quería saber del tema. Sin embargo ésta última fue clara: ella también iba a participar. Sabía de sobra que no iba a poder evitarlo y prefería que ellos estuvieran razonablemente seguros dentro de los límites. Y por supuesto la señora Knight puso el grito en el cielo y se negó en redondo a que hicieran nada así… pero ellos igualmente lo iban a hacer, lo tenían totalmente claro y no dudaban. Después de haber limpiado sus armas y cargarlas como corresponde, se los iban colocando en torno al cuerpo y guardaban entre sus ropas; aprovecharon también los trajes de clones que tenían guardados de los inicios de la invasión de la Tierra, así que era el momento.
En silencio se fueron vistiendo, y es que el plan era claro: en las naves de construcción que se habían levantado en lo alto de las montañas cercanas de Marsella se localizaban las zonas de ensamblado de las nuevas armas de destrucción del Imperio… e iban a destruirlas antes de que pudieran dar un solo disparo. Fueron entonces hacia el exterior y se internaron en un coche cuya ventana rompieron, se colaron por el hueco hecho y Percy procedió a hacerle un puente después de quitar el plástico debajo del volante… y lograron encenderlo, el muchacho movió el coche y comenzó a conducir hábilmente hacia su destino, por suerte ninguna alarma saltó y los muchachos se quedaron en silencio, pensativos… a la vez que ellos se desplazaban, en las cercanías del muelle, un encapuchado bajó de un caza que había pilotado desde Asmara.
-Veo que llegaste con bien a este mundo, ¿lo echabas de menos? -a su espalda apareció Larfiria, tenía un USB entre sus manos- Yo también… he pasado aquí mucho tiempo.
-Mucho… me costó deshacerme de las cadenas, pero por fin soy libre.
-Hay un grupito que quiere impedir que controlemos este mundo -le indicó entonces, en ese momento le tendió un pen drive-. Ahí tienes la información relevante, descárgatela en el ordenador de tu antebrazo.
-No lo lograrán, mi señora.
-Lo sé… -sonrió un poco entonces- Pronto tendremos Emperatriz pero tenemos que poner una buena base para que pueda gobernar en paz… y aquí tenemos un pequeño incendio que hay que apagar antes de que se extienda.
-Entendido, mi señora.
Ella desapareció en el aire y Starfire se colocó el aparato en su ordenador del antebrazo. Ante él aparecieron unos rostros conocidos… frunció el ceño suavemente, per0o no por tener un problema con su misión, sino porque… ¿verdaderamente eran una amenaza? Eran adolescentes, sin embargo lo haría. Procedería como tenía que hacerlo así que comenzó a correr aprovechando su energía para ir más deprisa e incluso impulsándose con las plataformas de energía que creaba ante él. Mientras avanzaba preparó su arma de luz y se dirigió hacia el punto que le dio Larfiria después de cerciorarse de que todo estaba correcto: en no demasiado tiempo alcanzó un punto de control imperial y se llevó un biplaza sin dar demasiadas explicaciones a los clones que allí estaban. No callaron hasta ver la placa que él mostró, y ahora sí, se dirigió directamente hacia las naves industriales del imperio.
Allí ya habían llegado los muchachos, entraron a través de un hueco en las rejas que vallaban el complejo y avanzaron en silencio y agachados, aprovechando la oscuridad de la noche. Sin embargo la Luna iluminaba el cielo con intensidad pero al ir cubiertos no creían que pasara nada al respecto… en un momento dado alcanzaron las paredes de uno de los edificios principales, tenían en su mente el mapa y si no se equivocaban ahora estaban precisamente en la zona de ensamblaje. Abrieron una de las puertas que se encontraron y se colaron, entre sus manos llevaban unos explosivos ya preparados y listos para colocarlos. Sin embargo no tenían demasiado claro dónde tenían que colocarlos, al final los planes del imperio eran secretos y, por tanto, necesitaban de la ayuda de Gabrielle: les mandó por mensaje las iniciaciones desde la entrada y con mapas sencillos, lo revisaron y una vez localizados procedieron a ir en esa dirección. A la vez Odd llegó hasta los edificios y se movió cual gato por los pasillos, escuchaba sus pasos y sus murmullos en la oscuridad de la noche; eran demasiado torpes pero ordenaron desde arriba a los mandos locales que les prohibieran hacer nada. Tenía que ser el muchacho el que entrara y acabara con ellos, les dejarían entrar hasta el final y les pillarían con las manos en la masa.
Se los encontró cerca de una de las máquinas de montaje, estaban cuchicheando entre ellos y revisaban las cosas que se encontraban. Querían colocar bien aquello y que la explosión afectara a los más elementos posibles, así que Odd dio unos pocos pasos y golpeó el suelo con su cola biónica con violencia. De inmediato se giraron y Taelia y Johnny dispararon al bulto, el muchacho movió su espada de luz con agilidad y detuvo todas las balas con facilidad; con su mano libre alzó una pared de luz y la lanzó contra ellos, se giraron para ir a dos frentes pero él les atrajo con su energía y de un tirón les llevó contra el suelo. Dio un salto y se encontró ante ellos, Taelia giró sobre su propio cuerpo y siguió disparando con el rifle, aunque con miedo por la habilidad de aquel extraño con un arma de luz, ¿sería un Xanium? No lo comprendían pero estaban dispuestos a vender cara su piel.
Sin embargo él no les dio tiempo a nada, con su cola biónica comenzó a disparar, les acertó en el cuerpo y acabaron en el suelo. Sam acertó a disparar después del estupor, su hermano seguía trabajando pero sudaba en frío por el nerviosismo y no acertaba a preparar aquello… observó con horror cómo el extraño alzaba con sus poderes a Johnny y le decapitó con facilidad, Taelia sacó fuerzas de donde no las tenía y le hizo un placaje de improviso.
-¡Maldito psicópata! -le chilló, quiso disparar contra su cabeza pero el otro la enganchó con su cola por el cuello- ¡Hijo de puta!
-Escoria republicana… -alcanzó a decir, los golpes le habían llegado a retirar el casco y se lo quitó- ¿Me reconoces, Taelia? Estuve en Kadic también…
Los presentes abrieron bastante los ojos, claro que reconocieron a Odd. Sam incluso bajó su arma pese a que él atravesó a su amiga por el estómago sin demasiadas florituras mientras lágrimas caían por sus mejillas.
- No… por favor, no… dime que no eres tú… Dime por Dios que no eres tú… ¡ODD!
-¡Ese imbécil murió! ¡Yo soy mejor! ¡Yo soy Starfire!
Y de un segundo tirón la aproximó hasta él con su arma interpuesta, atravesó su estómago y apretó con ganas para que su punta saliera a través de la espalda de la muchacha, que tenía muy abierta la boca y aún lloraba… pero la vida se escapaba con su respiración y la dejó caer al suelo antes de nuevamente decapitar a un Percy que se había orinado encima, su cabeza rodó por el suelo después de que él la pateara. Bufaba suavemente de la excitación, tragó saliva y tenía la mirada algo perdida.
-Está hecho… Larfiria -murmuró a su aparato-. Esta noche la pasaré de vuelta en Asmara.
-Buen trabajo -ella apareció de entre las sombras-. El Gobierno de la Tierra caerá pero seguirá siendo fiel al Imperio, ahora toca centrarse en la capital… daré la orden, en doce horas estarán haciendo el cierre al planeta.
-Bien… me dará tiempo de llegar sí…
-Te necesito descansado -él asintió y se encaminó hacia la salida-. Durante el viaje duerme, la República te dejará pasar sin problemas.
-Lo sé…
Ella asintió y miró hacia el cielo, sonriendo un poco. Sabía que Zormu se había levantado en plena noche y había bajado hasta uno de los hangares, necesitaba darse una vuelta y despejarse un poco. Estaba atontado por la medicación de Dáraman pero sentía que tenía que hablar con él, puede que fuera el momento… últimamente se sentía algo más cansado de lo que correspondía, así que se dirigió en su lugar al despacho de él. Desde fuera se escuchaban los suaves gemidos de Brynja, rodó los ojos pero eso no era algo que le pudiera incumbir, por lo que tocó a la puerta y se talló algo los ojos por el sueño cuando su médico abrió.
-¿Sucede algo, mi señor?
-Intenta cambiar mi medicación… -murmuró- Me siento torpe últimamente, y encima empieza a afectarme al sueño, haz el favor.
-Claro, pero precisamente le viene bien porque…
-¡Cámbiala, puñetas! -le gritó- ¡Es una orden, Dáraman!
Se sentía demasiado cansado para la diplomacia que normalmente le caracterizaba, así que el otro asintió y bajó el rostro, el otro le colocó una mano en el hombro a modo de disculpa silenciosa y volvió sobre sus propios pasos, el médico cerró la puerta y se fijó en la joven en su cama, abierta de piernas y suplicando con la mirada que volviera.
-Si tanto quiere eso… se lo daremos, ¿no crees?
Ella le sonrió y le recibió entre besos y caricias, sí… mañana pasarían muchas cosas. Los peones estaban todos colocados en su sitio, era el momento. El final de la guerra había llegado, y ahora sí, iba a salir bien para sus intereses.
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Bien, ¿Qué os parece? ¿Os gusta? Como siempre, comentad, decid que os gusta y que no etc... Para acabar, me despido, hasta la próxima, y que la inspiración os acompañe. Código Lyoko ni ninguno de sus personajes me pertenece.
