REY DE LOS DEMONIOS
¡Hola! Nueva actualización.
- Carli89: Hola¡La trama de Inuyasha es realmente intensa, y siempre hay giros inesperados a la vuelta de la esquina! Espero que sigas disfrutando de la historia y que los próximos capítulos siguen manteniéndote en vilo. Veremos qué es lo que pasará... ¡Gracias por leer! :)
- Lin Lu Lo Li: Es cierto los secretos traen consecuencias. Y sí, al ser su reencarnación podemos ver que algunas cosas que vivió Midoriko también las está pasando Kag :( De todas formas veremos cómo se seguirá desarrollando la historia ¡Espero que sigas disfrutando de la historia y que te sorprenda aún más a medida que avanza!
Al fin, hoy es domingo y toca actualización :)
Creo que a este paso será cuestión de unos más o menos cinco capítulos para que se termine la historia. Pero quien sabe, a veces suelo alargarlo más de lo que planeo :D
En esta semana estaré nuevamente en exámenes, así que no sé si podré actualizar entre esos días, pero si tengo algo de tiempo prometo hacer. De todas formas, siempre estaré el domingo. ¡Nos leemos!
Atte. XideVill
Disclaimer: Los personajes de esta historia son de Rumiko Takahashi.
CAPÍTULO 26.
KAGOME
Esperé pacientemente hasta que el sonido de la puerta me alertó.
–Majestad.
Miroku apareció y al verme hizo una reverencia antes de entrar.
–¿Cómo te sientes Miroku?
–Mucho mejor y todo es gracias a usted Majestad, no sé cómo lo hizo, pero las heridas en mi cuerpo desaparecieron por completo, tenga por seguro que le estaré agradecido de por vida.
–Me alegra escuchar eso porque ahora mismo necesito de toda tu ayuda.
–Estoy a sus órdenes mi Reina.
–Tú eres el único que sabe en dónde puedo encontrar a Inuyasha.
–Majestad… –agachó la cabeza.
–¡No lo digas! –advertí– Él está vivo Miroku, yo lo sé –llevé una mano a mi pecho– Lo siento. Por eso quiero saberlo todo, lo que planeaban hacer, su plan y sobre la emboscada, quiero saberlo todo y luego de eso quiero que llames al consejo para una reunión de suma urgencia.
–Me temo que no sabré cómo enfrentar a esa gente Majestad.
–Bueno, entonces no tendrás que hacerlo, lo haré yo –afirmé y él hombre frente a mí me miró incrédulo– Yo soy la Reina de Lothar, es mi deber y puedes estar completamente seguro de eso.
–Sí majestad.
Tras haber tenido una charla larga de al menos dos horas, Miroku se fue para reunir al consejo, ya era muy noche, pero la urgencia del asunto lo ameritaba. Una vez que lo hizo esperé impaciente hasta que éste llamó nuevamente a la puerta.
–¿Ya están todos? –pregunté al instante.
–Sí Majestad, los llamé como usted me lo ordenó.
–Bien. Ya es hora.
Él asintió, no sin antes ofrecerme su brazo para poder caminar. Lo acepté no tan segura, ya que le había contado a Miroku sobre la pérdida espontánea del bebé, y lo que menos quería es que todos empezaran a tratarme con lástima.
Arrugué la nariz al verme frente a la puerta del Gran salón. Tomé aire y lo solté lentamente.
–¿Está segura de que quiere hacer esto ahora Majestad?
–Completamente.
Le regalé una pequeña sonrisa para tranquilizarlo, di un pequeño golpe sobre su brazo y lo solté para entrar. El bullicio se hizo notar, todos esos ancianos no paraban de hablar, probablemente ajenos a todo mi dolor.
Miroku cerró la puerta de golpe y recién en ese momento todas las miradas se plantaron en mí.
–Consejo Real con ustedes su Majestad la Reina, Kagome Higurashi. Reina de Lothar.
Por protocolo todos inclinaron la cabeza hasta que ocupé el lugar junto al trono.
–Majestad, disculpe la intromisión, pero ¿A qué se debe que nos haya despertado a estas horas? Como verá somos gente ya mayor y el aire fresco de la noche no nos hace nada bien.
–Si… Exacto –murmuraron algunos.
Miré al anciano y le sonreí con amabilidad.
–Me pareció ver que en la boda real no tenían ese tipo de inconvenientes –respondí sin titubear y de inmediato el silencio volvió a restaurarse.
A lo lejos pude ver la pequeña sonrisa que se le formó en el rostro a Miroku.
–Como ya sabrán, el Reino está atravesando por un momento muy difícil y es ahora donde necesito de su ayuda. El Rey necesita de su ayuda.
–El Rey ya no está –increpó otro anciano de barba blanca.
Tuve que mantener el control para no hacer notar lo mucho que me pegó aquel comentario.
–¿Usted estuvo ahí? –cuestioné sosteniéndole la mirada y este negó– Entonces ¿Qué le da el derecho de insinuar que el Rey está muerto?
–Bueno… Como sabrá, Naraku, o lo que sabemos de ese hombre, es muy poderoso y dudo mucho que alguien sea capaz de salir con vida si llegara a enfrentarlo.
–Así es Majestad, unos simples humanos como nosotros o como el Rey, no le seríamos rivales.
Fue entonces donde la esperanza se instaló nuevamente en mi pecho. Y es que eso era exactamente, Inuyasha no era un simple humano como ellos, pero claro, ellos no lo sabían.
–Y aun sabiendo de las desventajas no apoyaron a su Rey –acusé.
Sus miradas viajaron entre ellos.
–La pérdida de vidas sería incontable.
–¿Y qué hay de todas esas personas inocentes que morían en cada ataque que Naraku? ¿Acaso ellos no cuentan? ¡¿Acaso la vida de su Rey no cuenta?! Entonces dígame ¿para qué se gobierna a un Reino? –miré al anciano– ¿No es para otorgarles un lugar seguro? o ¿Simplemente es para llenarnos los estómagos de todo lo que ellos nos dan?
Las voces se alzaron y cada uno quería hablar, el bullicio empezó y de una los mandé a callar con un golpe sobre la mesa.
–Por favor les voy a pedir que recuerden y apliquen sus modales caballeros, están frente a una dama –Intervino Miroku quien me miró y yo asentí en agradecimiento.
–Majestad –dijo un hombre– Claro que nosotros servimos al Reino como también ellos nos sirven a nosotros.
–Así es –intervino el mismo anciano de barba –, entendemos y somos conscientes de nuestro error, por eso ahora queremos hacer las cosas bien y le ofreceremos toda nuestra ayuda para acabar con ese horrible monstruo.
No podía ser tan fácil. Me dije a mi misma cuando vi la sonrisa de aquel hombre.
–Lothar se encuentra en desventaja.
–¿Qué quiere decir? –cuestioné sabiendo a donde quería llegar.
–El reino necesita de un Rey, necesita de una figura de autoridad que nos lidere y lleve a cabo el plan. Sin Rey, me temo que no tendremos oportunidad.
–Mi Reina –dijo uno de ellos captando por completo mi atención – Lo que Lothar necesita ahora es un nuevo Rey y en común acuerdo creemos que no hay nadie mejor que el Príncipe Sesshomaru para ocupar tan importante puesto.
El latido doloso que soltó mi corazón hizo que se me paralizara todo el cuerpo.
–Así es Majestad, cásese con el Príncipe y a cambio le ofrecemos toda nuestra ayuda.
–¡De ninguna manera! –rugió.
Miré hacia la puerta y el salón se quedó en completo silencio al ver entrar a Sesshomaru. No estaba bien, para nada, su expresión era de enojo o tal vez ira. Caminó hacia nosotros y se posicionó a lado mío, pude escuchar su respiración pesada tras de mí.
–Me gustaría saber del por qué no fui informado de esta reunión –susurró.
–Creí que no sería de su interés –respondí sin tapujos.
–Qué bueno que está aquí Majestad, justo estábamos acordando con su Majestad la Reina sobre su compromiso.
–¿Compromiso? –cuestionó rígido –Espero que ese "Compromiso" no me incluya a mí.
Una risa nerviosa provino del hombre mayor.
–Es justamente eso Príncipe Sesshomaru, Lothar necesita de un nuevo Rey y…
–¿Un nuevo Rey? ¿Y cuándo se perdió al único?
Lo miré incrédula, ¿en serio esas palabras salían de su boca?
–Majestad…
–Inuyasha seguirá siendo el Rey hasta que vea su cadáver con mis propios ojos.
Formé un puño con mis manos. Sentí la mirada dorada de Sesshomaru sobre mí, pero no lo miré.
–Y les exijo que respeten el dolor de la Reina, no es el momento de increpar nada, ella ya ha perdido bastante.
Lo miré con enojo. Ahí estaba esa mirada llena de lástima que no quería ver en nadie. Desvié la mirada hacia los ancianos y me puse de pie.
–Bueno, supongo que el asunto de buscar un nuevo Rey ya ha quedado cerrado. Y siendo así espero contar con su ayuda de todos modos.
–Las cosas no son así de simples. En los más de sesenta años que trabajamos para el Reino nunca hemos hecho nada sin una cabeza al mando.
–Exacto, si no hay un Rey entonces ¿quién guiará al ejército de hombres?, ¿quién los mantendrá a salvo? y ¿quién cuidará del Reino mientras ellos no estén?
–Yo lo haré.
Todas las miradas incrédulas viajaron hacia mí. Incluida la de Sesshomaru.
–¿Usted? –cuestionó el anciano de barba– Con todo respeto majestad, pero dudo mucho que algún Reino vecino quiera unirse a la causa sabiendo que una mujer estará al mando.
Vi a Sesshomaru dar un paso, pero lo detuve extendiendo una mano.
–¿Eso cree? –cuestioné.
–No soy solo yo Majestad, yo creo que todos aquí pensamos lo mismo.
–Pues te equivocas anciano.
Nuevamente miré hacia la puerta y solté un suspiro ahogado al ver quien era.
–Rey Koga –saludó un anciano y todos se inclinaron.
Lo vi caminar hacia nosotros y una vez que estuvo al frente se inclinó para tomar mi mano y llevársela a sus labios.
–Mi Reyna, déjeme felicitarla por su gran boda, lamentablemente no pude asistir por obvios motivos –susurró burlón.
–Es bueno verte de nuevo joven Koga.
Me regaló una sonrisa sincera antes de acercarse a mí y atraerme hacia su cuerpo en un abrazo. Percibí la tensión que se generó en el cuerpo de Sesshomaru al presenciar aquel arrebato.
–Sé dónde está y para mi desgracia también sé que está bien… –me susurró al oído.
Abrí los ojos en sorpresa y de inmediato sentí las lágrimas acumularse.
–Kagome… –volvió a susurrar– ¿Aún está en pie la promesa que me hiciste la última vez que nos vimos?
Sonreí con tristeza y asentí.
–Qué bueno –dijo separándose de mí y tomando mi mentón para que levantara la mirada– No vine solo –Miró a los ancianos sentado y luego hacia la puerta– Majestades, Consejo Real, con ustedes la Princesa Ayame.
Vi entrar a una mujer alta y delgada, de cabello rojizo y de unos ojos verdes impresionantes.
–Como verán, nuestros Reinos planean unirse –continuó caminando hacia ella para tomarla de mano– Y le ofrecemos, en mutuo acuerdo claro, a su Majestad La Reina todo nuestro apoyo.
–¿Habla de apoyo militar? –cuestionó uno de los ancianos.
–No solo eso, sino también suministros –respondió Ayame.
–Así es, Naraku no solo afectó a esta región sino también a nuestros Reinos y no poder permitir que siga así –concluyó Koga.
–Aun así, es muy peligroso, dejar a Lothar tan desprotegido no me parece bien –insistió el mismo anciano –Si perdemos en esta batalla nos quedaremos sin nada, sin un Rey, sin la Reina y sobre todo sin un heredero.
Mi pequeña sonrisa desapareció de inmediato y sentí la pesada mirada de Sesshomaru y Miroku sobre mí.
Iba a responder, pero la voz desesperada de Sango me interrumpió de inmediato.
–¡Majestad! –gritó al entrar– Se ha ido…
Una dolorosa punzada golpeó mi pecho y retorcí la tela bajo mis manos.
–¿Quien? ¿Quién se ha ido? –preguntaron los hombres aún sentados.
–Kikyo, la fui a buscar y ya no estaba.
–Pero muchacha, qué más da si una dama se escapa en estos momentos, francamente como están las cosas yo también habría tomado esa decisión – dijo en tono de burla y yo lo miré mordaz.
–Ustedes le han venido exigiendo a Inuyasha por un heredero desde que ocupó el puesto del Rey y no se midieron en ningún momento cuando le propusieron que tuviera un hijo con mi dama.
–Pero Majestad, es una regla que…
–¡Que impusieron hace más de sesenta años, lo sé! –interrumpí– Y por aquella estupidez tuve que sufrir mucho al no verme capaz de cumplirla.
–Kagome –escuché la voz de Koga a la distancia.
–Kikyo no era una simple dama, ni tampoco una cocinera más del Reino –continué– Ella es aliada de Naraku, fue ella la responsable de la muerte del padre de Inuyasha.
–¿Eso es cierto? –exigió saber Sesshomaru y yo asentí.
–No solo eso, también es la única responsable de que yo no pudiera concebir un hijo y cuando al fin lo logre…
Bajé la mirada cuando ya no pude continuar más y un par de lágrimas mojaron mis mejillas.
–Fueron sesenta años caballeros, sesenta años que sirvieron al Reino y serán recompensados por eso – Levanté la cabeza y los miré fijamente–, pero de hoy en adelante no formarán parte del consejo.
–¡No podrán ganar sin nuestros hombres!
–¡Nos necesitan!
–¿De qué hombres está hablando? –le dije firme– Le recuerdo que sus hombres hicieron un juramento y es servir al Reino pase lo que pase. Y yo caballeros soy el Reino en estos momentos. Soy su Reina y por tanto yo estoy al mando.
Continuará...
