—¡Buena suerte, Dragón!
Frente a él estaban los muchachos que tanto lo habían seguido esos últimos días. Conocía sus nombres, o al menos sus alias: Po (el verde), Mo (el azul) y Bo (el rojo).
Rio para ellos y para él, porque sentía que quería reírse. Verlos exudar respeto de esa manera lo hacía sentirse apreciado e, inevitablemente, un paso más cerca de su objetivo. Lograr que tres personas mostraran ese nivel de aprecio le decía que su sueño no era un imposible.
—¡Déjense los pulmones, bastardos! Puede que no lo crean, pero sus energías me dan fuerzas —dijo Ryuki, sacando la lengua y haciendo un gesto roquero con la mano derecha.
—¡Nosotros nos encargaremos de ser su coro, Dragón! —dijo Bo sonriendo.
—¡Y haremos que las gradas enteras entonen su nombre! —Mo, con un manotazo, apartó a Bo de su camino.
—¡Así que delo todo como solo usted sabe, Dragón! ¡Supere este escalón y llegue a Ash Ketchum! —dijo Po, apartando a sus dos amigos del camino.
Ryuki volvió a reírse, la sonrisa ensanchada. Dio media vuelta y tomó su propio camino. Los miró de reojo y, antes de desaparecer de su vista, levantó un dedo índice al cielo.
—¡Dragón! —Escuchó gritar con devoción.
Caminó con aplomo y las manos en los bolsillos. Si hubiese alguien en los pasillos, se habrían apartado de su camino nada más verlo pasar. Su sonrisa confianzuda encerraba detrás una determinación solemne.
Hau Mahalo, la Voz del Mundo, pensó. Recordó al futuro Kahuna. Como él, Hau había perdido a su abuelo en la guerra… Solo que la muerte de Hala Mahalo no había sido carente de significado.
Su sonrisa lentamente se transformó en un gesto distorsionado y sombrío. Las memorias de la imponente figura de Necrozma, recortada en el horizonte, eran imposibles de borrar. Su voz resonante, la cual se había convertido en un susurro con los años, todavía reverberaba en sus oídos.
¡VINISTE TAMBIÉN, REPRESENTANTE DEL ATARDECER!
Esa voz extasiada le producía una repulsión solo comparable a la sensación de miles de pequeñas patas recorriéndole el cuerpo. Era como si su propia intimidad fuese violada por un intruso que nada tenía que hacer ahí. Cuando recordaba a Necrozma, eso era lo que sentía: que era invadido por un fantasma que roía su interior, deseoso de verlo caer a la tentación.
La tentación de dejarse sucumbir por el dolor y el odio.
El rostro torcido desapareció con un chasquido de realidad. Los ojos se le abrieron como platos. Ante él se encontraba un par de chispeantes ojos azules y una boca que se abría y cerraba por los jadeos. Recordaba su rostro, también la horrible cicatriz que parecía exhibir con orgullo en el muslo. Se obligó a sí mismo a espabilar.
—¡Sue! —exclamó, volviendo a sonreír.
Al escuchar su nombre, la joven mostró una gran sonrisa de alivio. Se llevó una mano al pecho, regulando su respiración. Llevaba puesta una gruesa chaqueta y unos shorts que dejaban ver la cicatriz que la guerra le había dejado.
—De verdad me… recuerdas… —dijo entre respiraciones, dando varios pasos al frente—. Quería verte, Olano. Necesitaba verte.
La intensa expresión de Ryuki se suavizó. Con lentitud, concienzudamente, dio un paso al frente. Sus movimientos tan serenos parecían los de un hombre que temía asustar a un niño pequeño. Avanzaba sin ser demasiado brusco; respetando el espacio de Sue.
—Estoy aquí, Sue —dijo Olano.
Sus ojos eran amables, tal como ella los recordaba. Esta vez, sin embargo, no había apuro en ellos. Solo eran un par de ojos amables y amistosos.
La joven aloliana hizo un ademán de levantar los brazos, pero pareció arrepentirse de inmediato. Olano notó su expresión ansiosa y supo de inmediato que era lo que se cocía en su mente.
—Hazlo —dijo con un asentimiento—. Yo también lo quiero.
El labio inferior de Sue se frunció. Abrazó a Olano con fuerza, hundiendo el rostro en su pecho. Con parsimonia, él le puso una mano en la nuca.
—Veo que ya no estás con la Fundación Aether.
—No. Después de la guerra, me retiré —dijo Sue con voz contenida.
—Más vale que esos bastardos te hayan dado una jugosa terminación —dijo Olano en un tono juguetón—. Ya antes le di una paliza a la princesa Aether. Puedo darle otra por ti.
Sue negó con la cabeza, dejando salir una risita. Levantó la mirada.
—Me dieron una pensión. Igual que a todos los que sirvieron en la guerra y se retiraron y a los que se retirarán.
Ryuki asintió.
—Era lo menos que podían hacer. ¿Y es buena?
—Es excelente. Me permite viajar por el mundo todo lo que quiera, cuando quiera —respondió con una sonrisita.
—Me alegro, Sue.
La joven vio a Olano con fijeza. Volvió a estrechar su abrazo.
—Te ves diferente. Tu pelo, tu ropa… tu mirada… ¿Estás bien, Olano?... —preguntó consternada.
Para el pelo y la ropa podía excusarse diciendo que era el atuendo de Ryuki; el aspecto que le daba al público. ¿Pero para su mirada?... No había excusas. Se veía a diario en el espejo, por lo que no lo notaba. ¿Qué veía Sue al mirarlo a los ojos?
—Yo… No pude matarlo, Sue.
Ella no respondió.
—Pero demostraré que pude hacerlo. Si derroto a los que lo mataron, entonces…
—¿Qué pasará entonces, Olano? —Sue volvió a mirarlo a la cara.
La mirada de Olano se ensombreció.
—Entonces el mundo hablará de mí.
—Entonces imagina lo siguiente: un teleférico. Desde pueblo Iki hasta ciudad Hau'oli, pasando por las Afueras de Hau'oli. El teleférico no solo produce menos ruidos molestos para los Pokémon y personas por las noches, sino que también contamina mucho menos. —Hau levantó un dedo índice, apasionándose por su propia idea—. El teleférico consume menos energía que otros sistemas de transporte, por lo que es una alternativa ideal para ofrecer movilidad segura, eficiente y barata. Imagina cuántas personas de pueblo Iki podrían llegar a ciudad Hau'oli en cuestión de minutos, y ya no horas. ¡Los señores Lili'u ya no tendrían que padecer de dolores cada vez que quieran ir a sus chequeos!
Raichu, ante Hau, lo miraba atenta y curiosamente. Se encontraban en los vestidores, solos ellos dos. El tipo Eléctrico ni siquiera se dio cuenta del momento en el que su entrenador se había puesto a charlar sobre sus planes para el futuro.
El moreno se llevó una mano al mentón, frunciendo el ceño.
—Aunque tienes razón. No sé qué tan rentable sea… Pueblo Iki es pequeño, por lo que al día solo van unas pocas personas hacia Hau'oli, y de Hau'oli a Iki el número es incluso menor. —Se detuvo, pensativo—. Podría servir en temporadas altas, pero el resto del año… Había pensado en un minibús como alternativa. Dos de ellos, más precisamente. Que partan de Hau'oli y de Iki al mismo tiempo. Los minibuses son muy útiles y contaminan bastante menos que un autobús normal, pero… No me gustaría que un Pokémon pudiera salir lastimado por culpa de un conductor temerario… Además de que tendría que hacer un camino para que puedan transitar sin problemas…
Raichu vio cómo su entrenador se devanaba los sesos. Lo apoyó dándole unos golpecitos en la espalda con su pata. Mahalo se llevó las manos a la cabeza, quejándose.
—Vi tantas cosas increíbles en Kalos que me encantaría implementar aquí en Alola… Desafortunadamente no contamos con las innovaciones en energía que tienen los kalosianos, pero… —Los ojos de Hau brillaron— ¿Y si comisiono a Clemont? Él es un genio. Muchas de las nuevas tecnologías energéticas de Kalos se han dado gracias a él. Si pudiera hacer que le enseñara a Chris, él seguramente podría aprenderlo todo, ¡y entonces aplicaría esos sistemas en Ula-Ula con ayuda de Ace! ¡Mejoraríamos Melemele y Ula-Ula de golpe! ¡Y Ace estaría feliz! ¡Eres brillante, Raichu!
—Rai Rai —dijo el tipo Psíquico, dándose golpes de orgullo en el pecho.
Hau se levantó de golpe y sacó una cápsula. La extendió hacia Raichu.
—Ya casi nos toca, amigo, pero charlar contigo me puso menos nervioso —dijo, levantándole un pulgar—. Nos vemos en el campo de batalla.
El roedor se despidió antes de ser absorbido por su Poké Ball.
Mahalo se desperezó. Dio una media vuelta brusca, encarando la salida del largo pasillo. Escuchó la voz de Jeekyo por los altoparlantes y supo que era la hora.
—¡… nuestro primer combate del día de hoy! ¡Querido público, por favor prepárense para recibir con una ovación a nuestro primer participante! —dijo Jeekyo, caldeando los ánimos del estadio—. ¡Saliendo por la derecha tenemos a un hombre de armas tomar! ¡Un entrenador vistoso y excéntrico, pero que ha demostrado gran valía en el combate! ¡Un dragón que les ruge a sus adversarios por pura diversión! ¡El hombre que muestra sus colmillos con una sonrisa! ¡Lo llaman La Estrella Dragón! ¡El Solista! ¡ÉL ES RYUUUUUUUUUUKIIIIIIIII!
El oscurecido pasillo liberó a su residente. Ryuki, con la mandíbula en alto, le sonrió al público. Con sus dedos índices estiró las comisuras de sus labios y dio dos sonoras mordidas. Soltó bruscamente su boca para luego ponerse a chasquear los dedos. Los gritos no dejaban escuchar los chasquidos, pero la gente podía ver el gesto. Lentamente, con ritmo, Ryuki fue incrementando la velocidad e intensidad de sus chasquidos. En respuesta a su comando el público también fue haciéndose más y más ruidoso. Ryuki terminó todo su espectáculo cuando dio un último chasquido y extendió los brazos hacia el aire.
—¡ALOLA, ALOOOOOLAAAAA! RYUKI'S HERE! ¡¿Quién está listo para ver al dragón enfrentarse al rey?! —preguntó, llevándose una palma detrás del oído.
Se escucharon gritos intensos en respuesta a su pregunta. Ryuki, sin embargo, no cedió. Hizo un gesto con las cejas, indicando al público que no los había escuchado. Al final, una ola de yoes se escuchó por todo el estadio. Ryuki finalmente rio.
Inteligente, pensó Rotom al verlo tomar posición. Eligió las palabras correctas para que el sector que apoya a Hau se uniese a su numerito en lugar de abuchearlo.
—Este sujeto hoy cae —dijo Lillie a su costado. La rubia tenía la mirada ensombrecida tal como Lana a su costado.
—No me voy de aquí hasta que bese la lona. —Lana se cruzó de brazos, bufando.
Ash y Chirs, nerviosamente, intercambiaron miradas.
Era obvio de quién provenía la mala vibra que se exudaba en el estadio.
—¡Y luego tenemos a este otro hombre! —El grito de Jeekyo alertó al estadio entero, quienes guardaron silencio—. ¡Como su familia, orgullosamente nacido en pueblo Iki! ¡Un joven que nació en una pequeña localidad pero que nació destinado a la grandeza! ¡El último Kahuna que queda en este torneo! ¡Es la luz que se resiste a morir! ¡La Voz del Mundo! ¡ÉL ES…!
Sus piernas se plantaron firmes en el suelo. Su cuerpo hacía tiempo que había dejado de ser el de un adolescente y todos lo notaban en su porte. No era pomposo ni exagerado; simplemente era así. Caminaba emanando autoridad.
La tensión construida fue rápidamente desecha por su amable sonrisa, la cual dedicó con gran cariño a todos los residentes del estadio. Elevó una mano y saludó con efusividad.
—¡Divirtámonos mucho, todos! —dijo, ampliando su sonrisa aún más si era posible.
Hau era naturalmente carismático. La gente podría atribuirle su carisma a su entrenamiento para ser rey, pero estarían equivocados: él había nacido así. Sus gestos eran increíblemente sinceros; amplios mas no exagerados. Su sonrisa no se sentía artificial porque ciertamente no lo era. Hau Mahalo sonreía cuando quería sonreír, y daba la casualidad de que sonreía muy seguido.
Su carisma, caminar y gestos faciales invitaban a tratarlo con cierta deferencia. No de la forma en la que alguien se dirigía a su superior porque debía hacerlo. Era un respeto sincero.
El estadio le respondió con ovaciones que resonaron por todo el monte Lanakila. Sintiéndose halagado, Hau se sonrojó levemente y se rascó la nuca. El efecto fue inmediato.
Ryuki clavó su mirada en Hau. Ellos dos eran distintos. Uno había trabajado su capacidad para mover a las masas; el otro había nacido con ella. A Ryuki, sin embargo, esto no le molestaba. El talento natural era solo otra expresión de habilidad y, si de habilidad se trataba, él no planeaba perder.
Hau pareció percatarse de su mirada, pues se la correspondió. Ryuki notó cierta chispa de rivalidad. ¿Había sido por la forma en la que había derrotado a sus dos amigas? Se sintió intrigado. Rivalidad no era lo mismo que enemistad, y Hau se estaba encargando de dejarlo bien en claro.
Escuchó a Nanu dar las instrucciones de la batalla, pero le puso la atención mínima en caso de que diera una orden inesperada influenciada por el combate pasado. No pasó, por lo que se ensimismo.
¿Cómo podía empezar causando una gran impresión? Garchomp era aterrador para los niños, por lo que, sin el estímulo correcto, no lo apoyarían. Primero debía darles un gancho que los hiciera apoyarlo. Suspiró internamente. Tendría que reutilizar un viejo truco.
—¿Quedó todo claro? —preguntó Nanu desde su silla de ruedas.
—¡Anotado, procesado y asimilado! —saltó Ryuki en el instante en el que el ex Kahuna dejó de hablar.
—¡Todo claro! —Hau asintió con fuerza.
—Entonces envíen a su primer Pokémon —dijo Nanu llanamente.
No era el juez más espectacular, ni el que más le aportaba a su show, pero podía trabajar con él. Con un rápido movimiento de muñeca, Ryuki sacó su Poké Ball y luego la lanzó al aire. Hau hizo lo mismo.
Las Poké Balls volaron y parecía que se encontrarían en el aire, pero no ocurrió. Se abrieron bruscamente, retornando hacia sus respectivos dueños poco después. En el aire estaban Noivern y Dragonite.
Ryuki sonrió para sí mismo. Noivern era genial. Su aspecto era atemorizante y el ruido que producía podía llegar a ser increíblemente molesto para algunos, por lo que no siempre despertaba mucha simpatía.
—Participantes… ¡peleen!
Ninguno de los dos atacó al momento. Hau se quedó analizando al oponente, mientras que Ryuki esperaba a que Mahalo diera el primer golpe. No tenía planeado un contraataque ni nada parecido, pero quería que el público asociara a Hau con el lado agresor, y, por ende, con el lado malo.
Notó en la ceja alzada de Hau que él estaba esperando, consciente de que era siempre el primero en hacer una jugada. Se sintió ligeramente alegre de haber roto sus expectativas. En los mejores shows nunca faltaba un buen manojo de sorpresas.
—¡Vamos con Pulso dragón! —dijo Hau, señalando a Dragonite.
Noivern dio un par de aleteos que lo hicieron ganar altitud y disparó su plasma.
Eso marcó el pistoletazo de salida para Ryuki.
—¡Esquiva con Carga dragón y luego usa Puño trueno! —gritó.
Dragonite se impulsó, ganando un aura morada en el proceso que lo rodeó al completo y mejoró su velocidad. Su repentina aceleración le permitió evadir el Pulso dragón con relativa facilidad, lo que lo tomó con la guardia baja. Imaginaba que el Noivern enemigo sería mucho más rápido.
Ryuki vio a su Pokémon, expectante. El público siempre se ponía del lado que lo hacía mejor; del lado de quien daba el primer golpe. El combate de Chris Hokulani, Elio Asutoro y el último de Lillie Aether lo habían dejado bien claro. Sabía que no era el favorito, y por eso mismo se encargaría de subvertir las expectativas de todos.
Dragonite llegó donde Noivern, cancelando su Carga dragón y dejándose guiar únicamente por el impulso. Fue realmente rápido al atacar con Puño trueno, pero el murciélago logró evadirlo al alejarse un poco de él y golpearle el torso con sus poderosas patas. Dragonite no se rindió. Siguió con su trayectoria y la cambió súbitamente con otro Carga dragón.
Noivern disparó un simple y corto Pulso dragón que obligó a Dragonite a cambiar su curso, para después agitar violentamente las alas. El inicio de un Vendaval se formó, pero no llegó a concretarse; no era el objetivo. La fuerte corriente de viento distrajo a Dragonite por solo un segundo, que era exactamente el resultado que buscaban. Noivern aprovechó para escabullirse hacia su espalda.
Con un rápido movimiento de cadera, Dragonite se dio media vuelta. Imitó a Noivern, agitando violentamente las alas y formando una corriente de viento despiadada. Iba a utilizar el desequilibrio de Noivern a su favor, pero no hubo tal cosa.
Al contrario que Dragonite, Noivern no se opuso a la corriente. Fluyó con ella, alejándose del oponente gracias a ella. Con una distancia bien puesta entre ambos, Noivern disparó un Pulso dragón que comenzó a guiar a Dragonite exactamente a donde lo quería: lejos. Cuando parecía que Noivern utilizaría Danza dragón, Dragonite se lo impidió.
Esta vez no hubo medias tintas. Un Vendaval gigantesco comenzó a formarse entre los dos tipo Dragón, avanzando con presteza hacia Noivern.
El Pokémon de Hau retrocedió gracias a dos poderosos aleteos que lo ayudaron a formar su propio Vendaval. Envió a su tornado en contra del de Dragonite, viéndolos colisionar.
La sorpresa del murciélago fue grande al ver cómo, del choque de vendavales, emergía Dragonite con un Puño trueno por delante. Se apresuró a dejarse caer, sintiendo una electrizante corriente sobre la cabeza. Preparó un Pulso dragón que disparó apuradamente, sin esperar realmente que Dragonite estuviese lo suficientemente loco (o más bien desesperado) para abalanzarse contra él pese a todo.
Pulso dragón chocó contra Puño trueno. El segundo comenzó a ganar terreno, pero eso fue hasta que Noivern intensificó su poder. Se había estado conteniendo esperando un momento como ese: el momento en el que Dragonite se cansara de tanto perseguirlo.
Funcionó. El Puño trueno que estaba casi frente a la nariz de Noivern fue exitosamente repelido. El brazo de Dragonite se apartó de un latigazo, pero si las cosas hubiesen terminado ahí, todo habría sido demasiado sencillo.
—¡Torbellino eléctrico!
Aprovechando los vientos huracanados a sus espaldas y el impulso producido por el retroceso, Dragonite giró deprisa. A su alrededor se formaron pequeñas chispas que se concentraron rápidamente en la punta de su cola.
Noivern sabía que ese extraño movimiento era mala cosa, por lo que se alejó tan pronto como pudo. Se apartó apenas la distancia de un brazo, sin contar con que la cola del enemigo todavía podía alcanzarlo. Lo hizo. El apéndice electrificado de Dragonite abofeteó el rostro de Noivern, quien sintió un ardor extenderse por su mejilla (más desagradable que doloroso). Al replegar las alas comenzó a caer en caída libre, alejándose así de Dragonite.
—¡GOLPEA! ¡El Dragonite del participante Ryuki logra golpear con un inesperado movimiento! ¡¿Estará bien Noivern?!
Si bien las palabras de Jeekyo eran exageradas, Ryuki no se quejaba de su efecto. Ganarse al comentarista era casi un sinónimo de ganarse al estadio. Él sabía que Dragonite había sido el más afectado de su encuentro, pero el retroceso de Pulso dragón no había sido tan visual como su Torbellino eléctrico.
Por los altavoces se escucharon aplausos. No los vehementes vítores de los espectadores, sino tres palmadas rítmicas imposibles de ignorar.
Hau había sido el autor del ruido. Veía a Noivern con una sonrisa serena.
—¡Eso no pudo haberte hecho mucho, ¿cierto, Noivern?!
Desde el aire, a menor altitud que Dragonite, el murciélago asintió.
—Bien, entonces no nos desanimemos. Queda mucho combate por delante.
Las palabras de Hau fueron tomadas como despectivas de cierta manera, pero Ryuki no las interpretó de esa manera. Mahalo simplemente había notado que el golpe no le había hecho mucho a su Pokémon, que parecía algo molesto por haberse dejado golpear. Desafortunadamente (para Ryuki), sus palabras desafiantes emocionaron al público.
—¡No perderemos tampoco, Dragonite! ¡Apenas le estamos dando una probada de lo que somos capaces! —respondió con auténtico desafío. Tenía que igualar las cosas a su favor y lo consiguió parcialmente—. ¡Persíguelo con Carga dragón!
—¡Mantente cerca del suelo, Noivern! —gritó Hau.
Noivern voló al ras del suelo, siendo seguido muy de cerca por Dragonite. El Pokémon de Ryuki era veloz, pero Noivern lo era más. Aun así, no estaba dándolo todo. Parecía estar permitiendo que Dragonite recortara distancia, aunque decir «parecía» sería inexacto. Lo estaba haciendo.
—¡Ahora, Noivern! —dijo Hau—. ¡Pulso dragón!
Demasiado rápido. Si quería golpear a Dragonite, ese Pulso dragón había sido demasiado rápido. Terminó impactando frente al dragón, creando una enorme polvareda que cumplió con su propósito: desorientarlo.
—¡Agita las alas, Dragonite! —dijo Ryuki, tratando de enfocar la mirada.
Dragonite, desde el interior de la polvareda, batió las alas y creó una fuerte corriente de viento. Entonces, cuando todo el polvo se fue, advirtió que Noivern no estaba ahí.
Algo tan simple como una cortina de humo era inútil contra la ecolocalización de Noivern. Valiéndose de sus habilidades naturales, el murciélago se posicionó perfectamente a espaldas del oponente, cargando con un Ala de acero que pudo haber sido más veloz.
La lentitud de Noivern le dio tiempo a Dragonite de girarse, lanzando inmediatamente un Puño fuego en contra de sus alas endurecidas.
Noivern paracía estar esperando ese movimiento, pues se alejó de él con velocidad sorprendente. Interceptó el otro puñetazo de Dragonite con una de sus alas, pateó su torso y golpeó con el ala que tenía libre, perdiendo altitud al no estar aleteando.
Dragonite intentó conectar otro golpe, pero Noivern fuera de su alcance. Frunció levemente el ceño, arrojándose contra el oponente con un Carga dragón. Parecía haber olvidado la distancia a la que se encontraban.
Con una hábil pirueta, Noivern evadió prestamente el movimiento, permitiendo que Dragonite se estrellara contra el suelo. En ese momento, los ojos de Hau se afilaron.
—¡Pulso dragón! —gritó. El cambio de su voz era sutil, pero no inadvertido para aquellos que le conocían.
Noivern dio un corto aleteo que lo elevó medio metro y luego disparó. El ataque era grande, poderoso y anormalmente rápido. Pronto se estrelló contra el lugar en el que debía estar Dragonite, pero su impacto no generó otra humareda, sino una terrible corriente de aire que despejó la que ya estaba.
En tierra, con los brazos arriba, Dragonite interceptaba el Pulso dragón con su propio Carga dragón. Las pequeñas pero fortísimas alas del Pokémon comenzaron a batirse vigorosamente, elevándolo más y más, permitiéndole empezar a sobreponerse al ataque de Noivern.
—¡No te rindas, Dragonite! ¡Tú puedes hacerlo! —gritó Ryuki con un gesto pesaroso. No se sentía particularmente abatido, pero fingir un poco no siempre era malo.
Mientras que Lillie pensaba que nadie se tragaría la actuación de Ryuki, personas comenzaron a apoyarlo, empezando por un trío particularmente ruidoso y una jovencita impetuosa.
Los ánimos parecieron potenciar a Dragonite, quien hizo todavía más fuerza y lentamente comenzó a ganar más y más terreno. Los gritos se incrementaron, especialmente los de aquellos pequeños que, ajenos a políticas y reputaciones, se habían vuelto fans del tierno dragón de rostro inofensivo.
—¡VEEEEEE! —gritó Ryuki con aspereza. Aprovechó el momento para demostrar su capacidad vocal.
Y entonces, Noivern se movió. Ahora sin obstáculo que impidiera su avance, todo el impulso que Dragonite había generado explotó, enviándolo directamente hacia la parte más alta del estadio. Noivern aprovechó la distancia para utilizar un Danza dragón.
El repentino corte de intensidad desconcertó a más de uno, Ryuki incluido. El entrenador, sin embargo, se recuperó mucho antes que los espectadores.
—¡Vendaval! —gritó, señalando hacia Noivern.
Tenía suerte de que la conmoción hubiese impedido que aplaudieran la táctica de Mahalo. Aprovecharía el momento para apantallar a los presentes.
—¡Sumérgete! —ordenó.
Dragonite terminó de crear su movimiento y se arrojó a su interior.
Noivern todavía podía ubicarlo, pero no podía permitirse prestarle demasiada atención: tenía que huir de los vientos arreciados. Aun con todo, sabía que Dragonite se mantenía en el centro del huracán en todo momento, haciendo algo que desconocía.
Las intenciones del Pokémon de Ryuki se volvieron claras cuando del tornado comenzaron a saltar chispas y ascuas. Lentamente el enturbiado color arenisca del tornado fue cambiando de color hasta emitir destellos anaranjados y amarillos.
Noivern tuvo que apresurarse a esquivar un relámpago que pasó zumbando por encima de su cabeza. Levantó la mirada, dándose cuenta de que era solamente viento electrificado.
—¡Contempla nuestra nueva técnica! ¡Viento, rayo y fuego se unen para crear un espectáculo digno de los espectadores! ¡Lo llamo Tornado relampagueante! —exclamó con una sonrisa satisfecha.
—¡¿Y dónde queda el fuego?! —preguntó Hau, confundido pero intrigado a la vez.
—¡En el «ante» de llameante, duh! —rio Ryuki.
Hau pensó que eso era gracioso, igual que muchas otras personas en el público. Otros lo encontraron zonzo, pero nadie quedó realmente indiferente. Eso era lo que Ryuki buscaba.
Mahalo dejó salir una risita, pero inmediatamente se concentró al ver como una corriente flamígera estaba por alcanzar a Noivern.
—¡Vamos a pararle los pies, Noivern! ¡Vuela tan alto como puedas!
Danza dragón permitió que el murciélago se elevara con facilidad, evadiendo las corrientes peligrosas y luchando contra ellas. Vendaval estaba avanzando, por lo que, horizontalmente, se estaba quedando sin espacio. Verticalmente era otro asunto.
Llegó hacia la copa del tornado y ahí se detuvo, esperando la siguiente orden.
—¡Vendaval! —gritó Hau.
Noivern se dio prisa para crear su movimiento, el cual comenzó a formarse en el interior del de Dragonite. Se sorprendió al ver al huracán enemigo crecer en tamaño y la manera en la que los vientos arreciaban. Una corriente que arrastraba fuego consigo lo rodeó repentinamente, obligándolo a agitar con más fuerza las alas. Las llamas que lo envolvían se dispersaron en un estallido.
El Vendaval de Noivern finalmente se formó, arrastrando a Dragonite. Noivern podía distinguir al enemigo por el rebote de las ondas sonoras, pero le costaba un poco. Dragonite se movía a tal velocidad en el interior del huracán que le resultaba laborioso seguirlo. Se movía más y más rápido, cosa que le hizo fruncir el entrecejo.
—¡Ascenso dragón!
Nadie conocía el nombre del movimiento que Ryuki acababa de comandar. Los que pensaron que lo hacían lo confundieron con Ascenso draco, pero se mantuvieron escépticos pues sabían que era un movimiento de leyendas; la insignia del Dios de los Vientos: Rayquaza. El nombre finalmente fue atribuído como uno de los múltiples nombres raros que el músico le daba a sus combinaciones.
Ryuki vio las pantallas del estadio de reojo. El gesto conflictuado de Hau era exactamente lo que estaba buscando. La sorpresa que se va a llevar, pensó con una sonrisa.
Noivern, en el aire, intentaba seguirle la pista a Dragonite, pero su velocidad era sencillamente anormal. No había forma posible de que Vendaval lo estuviese arrastrando de esa manera, ni siquiera por su tamaño duplicado. La única posible respuesta era que Dragonite se estuviese dejando arrastrar, ¿pero con qué propósito? Cuando se dio cuenta, sus ojos se abrieron de par en par.
—¡Aléjate, Noivern! —gritó Hau con fuerza, percatándose de lo mismo que su Pokémon. Él, al contrario que el murciélago, había llegado a su conclusión al unir las pistas que Ryuki le había dado.
De no haber sido por la orden de Hau y su velocidad incrementada, Noivern habría sido golpeado de lleno. Gracias a que había conseguido apartarse, el Carga dragón de Dragonite le había rozado la espalda. Ese simple roce, sin embargo, fue extremadamente doloroso. Un escalofrío rodeó a Noivern, quien comenzó a caer directo al Vendaval que ahora comenzaba a amainar.
Las descargas eléctricas y llamaradas que seguían propagándose al interior del tornado lo azotaron, obligándolo a protegerse con su Ala de acero. Envolvió todo su cuerpo con sus extremidades, como si fuesen una capa, y las endureció.
Noivern finalmente cayó pesadamente contra el suelo, libre del abrazo del ahora inexistente Vendaval. Se recuperó tan pronto como pudo, sorprendido por el milagro de que no había sido ni paralizado ni quemado. Su cuerpo, sin embargo, se sentía abotagado; como si le hubiesen dado una paliza por todas direcciones.
—¡Usa Danza dragón, Noivern!
Danza dragón, ¿ahora? ¿En ese preciso momento? ¿Con Dragonite todavía en el aire? Para muchos habría sido una locura, pero no para Hau. Hau sabía lo que tenía y sabía lo que hacía. Después de todo, Danza dragón solo era un señuelo.
Dragonite tomó una bocanada de aire y procedió a lanzarse contra Noivern con otro Carga dragón. Su velocidad no estuvo al nivel de su ataque anterior, pero estaba lejos de ser lento. Los gritos del público, quienes lo animaban profundamente por su excelente desempeño y movimientos espectaculares, solo lo hicieron sentirse más y más motivado.
Antes de que Noivern terminara su Danza dragón, cuando Dragonite parecía estar por golpearlo, el murciélago cambió por completo su semblante. Sus alas endurecidas se extendieron al frente y con ellas detuvo la carga de Dragonite.
La colisión fue impresionante. La energía cinética de Dragonite se transfirió a Noivern y de él al suelo, de forma que una onda expansiva se creó. Ambos tipo Dragón se encararon con fiereza y, si bien Dragonite seguía siendo más fuerte físicamente que Noivern, le faltaba algo que el último todavía poseía: combustible.
Aunque se sentía apalizado, en el interior de Noivern todavía relucía esa furiosa chispa que lo impulsaba a no rendirse. Dragonite había sido tan fiero que, sin darse cuenta, había consumido su llama. Volvería a aumentar su tamaño, pero Hau no estaba dispuesto a quedarse de brazos cruzados mientras ocurría.
Dragonite, finalmente, fue rechazado por el brusco movimiento de las alas de Noivern, las cuales lo empujaron unos centímetros hacia atrás; tiempo suficiente para que el murciélago utilizara un Pulso dragón que embistió su abdomen y lo impelió hacia atrás.
Bocas se abrieron por la sorpresa. Hau sonrió ampliamente, cerrando un puño en un gesto de emoción.
Dragonite terminó chocando contra la barrera de energía que acababa de activarse, arrastrando la espalda por ésta hasta finalmente caer de sentón al suelo. Su ceño se encontraba fruncido y las piernas parecían temblarle.
—¡QUÉ GOLPE! ¡El Noivern del participante Hau logra dar un impacto certero que manda a volar a Dragonite! ¡¿Podrá recuperarse de esto el participante Ryuki?!
—¡Eso es, HauHau! —Acerola se puso de pie, aplaudiendo enérgicamente.
—¡Fue un golpe increíble! —exclamó Lillie—. No hay forma de que Ryuki no haya sentido eso.
—Hizo gran daño, pero no lo suficiente —dijo Iris, reflexiva—. Considerando lo bien entrenado que se ve el Dragonite de Ryuki, seguramente todavía puede seguir peleando con cierta soltura.
—Háganle caso a Iris. Ella conoce a los dragones como nadie —dijo Ash. Pequeñas arrugas surcaron su entrecejo.
Ketchum no dudaba en lo más mínimo de la opinión de Holt, lo que le hacía plantearse una pregunta. ¿Por qué Dragonite parecía más dañado de lo que estaba?
Ryuki sintió cierto resquemor al ver como las masas comenzaban a animar a Hau. Lo merecía, no iba a negarlo, pero tampoco a aceptarlo. Sus ojos recelosos cambiaron pronto a unos angustiosos.
—¡Dragonite, ¡¿puedes pararte?! —preguntó.
El tipo Dragón lo intentó, pero cayó sobre una de sus rodillas. Se apoyó con una de sus patas para no caer por completo al suelo. Jadeaba pesadamente, agitando la cabeza ocasionalmente en un gesto de aturdimiento. No contenía sus suspiros y su dificultad para recuperar el aliento. Intentó ponerse de pie una vez más pero volvió a fracasar.
Ryuki, afligido, volteó la mirada.
—Está bien, Dragonite. No tienes que…
El repentino bramido del tipo Dragón cayó a Ryuki, que volteó a verlo anonadado. El Pokémon le estaba dedicando una sonrisa y luego liberó un pequeño rugido. Levantó una de sus garras, en un gesto que buscaba tranquilizar a Ryuki.
Las cejas de Ryuki temblaron, pero finalmente se afirmaron. Con una gran sonrisa y unos ojos centelleantes, Ryuki cerró los puños.
—Un último empujón, ¿eh?... ¡Entonces vamos a darlo todo, amigo! —exclamó con fuerza, señalando al expectante Noivern—. ¡DEMOSTREMOSLE QUIENES SOMOS!
Dragonite volvió a rugir, finalmente poniéndose de pie. A su alrededor se creó una fuerte corriente de viento que parecía tan vigorosa como su espíritu.
Hau sonrió al igual que Noivern.
—¡Eso es lo que estábamos buscando! —dijo, chocando su puño derecho contra el izquierdo.
El estadio se encendió. Algunos por la declaración de Hau, la mayoría por la determinación de Dragonite. Gritos de ánimo comenzaron a escucharse a favor del Pokémon de Ryuki, quien mostraba una tenacidad tremenda al mantenerse de pie pese a su estado físico.
Salvo que era mentira.
Dragonite estaba herido, sí, pero estaba lejos de encontrarse al borde del colapso o de estar en su "último empujón". Habían exagerado un poco, de forma que el público se solidarizara con el lastimado Pokémon que lo estaba dando todo para no caer y decepcionar a su entrenador. El numerito había hecho que el apoyo de la gente pasara de Dragonite a Ryuki: el Pokémon se estaba esforzando por él, por lo que apoyarlo era lo equivalente a corresponder la dedicación del "extenuado" tipo Dragón. La técnica había sido increíblemente efectiva y tenía que agradecerle parcialmente a Gladio por ello. La gente tenía fresca su escena con Crobat (la cual había conmovido profundamente a Ryuki), por lo que no podían evitar relacionarlas.
El lado negativo del teatrito de Ryuki era que se había puesto solo un cronómetro. Si Dragonite se mantenía durante mucho tiempo en el campo de batalla, las personas empezarían a sospechar. Tenía que lastimar a Noivern tanto como fuese posible, buscando hacerlo caer, pero también debía permitirle lastimar a Dragonite para que este finalmente cayera. Considerando la situación, la defensa era ya inservible. Cuando la defensa ya no era útil, entonces la atención se centraba en una única cosa: el ataque.
Era, pues, la hora de empezar. Ryuki no tenía idea de saber que la intención de Hau era exactamente la misma.
Mahalo era precavido, más no pusilánime. Esperaba el momento en el que su oponente se encontrara más debilitado para dar todo lo que tenía por ofrecer. Normalmente sereno y juguetón, Hau era una oponente aterrorizante cuando se quitaba todas sus ataduras.
Eso Ryuki estaba por descubrirlo.
—¡Pulso dragón!/¡Carga dragón!
Un Pulso dragón del diámetro suficiente para engullir la mitad del cuerpo de Dragonite fue liberado por el hocico de Noivern. Dragonite, al verlo, frunció el ceño. Forzó sus alas más allá del cien por ciento, obligándose a sí mismo a dar más de lo que había dado en todo el torneo. Chocar contra Pulso dragón sería algo más que simplemente dejar baja su defensa; sería una completa insensatez. Por eso mismo comenzó a evadirlo, volando al raz del movimiento y centrándose en los movimientos de cabeza de Noivern. Cada vez que el murciélago torcía ligeramente el cuello, Dragonite se apartaba ligeramente, lo suficiente para mantenerse a rango pero no para ser golpeado. Esperó atentamente y entonces finalmente llegó el momento.
Noivern agitó con fuerza la cabeza, en un intento por atrapar a Dragonite. El Pokémon de Ryuki, entonces, redujo la altitud de su vuelo de forma que su vientre rozaba contra el suelo. Pulso dragón pasó por encima de él, dejándole vía libre. Noivern canceló de inmediato su movimiento y se defendió del inminente ataque con Ala de acero.
Los puños de Dragonite chocaron contra las endurecidas membranas de Noivern. Ambos se enfrentaron haciendo uso de todas sus fuerzas, pero Dragonite todavía podía volar. Noivern clavó las patas en la tierra y frunció el ceño. Con su cola rodeó la cintura de Dragonite, importándole poco la dolorosa aura dracónida. Con su apéndice hizo retroceder ligeramente al enemigo, quien se opuso impetuosamente. Pese al rechazo de Dragonite, Noivern logró crear unos centímetros de distancia entre ambos, lo que aprovechó para disparar un Pulso dragón a quemarropa.
Dragonite sintió el contacto del movimiento especial contra el aura que lo protegía, frunciendo el ceño. Sujetó con fuerza la cola de Noivern, la cual trataba de apartarse de él, y tiró con fuerza de ella.
El murciélago se vio sorprendido por el repentino tirón, lo que lo hizo dejar de usar Pulso dragón. Rápidamente aleteó, elevándose un poco, dio una rápida vuelta y conectó un Ala de acero que golpeó a Dragonite en la mandíbula. Un aura rojiza lo rodeó. El Pokémon de Ryuki se sacudió por el violento impacto, pero no soltó la cola de Noivern. Al ver la intención en los ojos del oponente, el Pokémon Onda sónica se cubrió con sus alas. Carga dragón lo arrastró violentamente, haciendo que su espalda chocara contra el piso.
Dragonite empujó con fuerza, negándose a rendirse. Vio el rostro de Noivern, que parecía muy determinado a no bajar sus escudos. Repentinamente Dragonite sintió como su cuerpo era envuelto. La cola del murciélago lo había sujetado por el cuello, mientras que sus patas empujaban fuertemente en contra de su torso. Creyó que eso sería todo, pero el oponente todavía tenía otro regalo natural. De las membranas de sus oídos, Noivern emitió un estruendoso sonido que ensordeció a Dragonite. El dragón tuvo la imperiosa necesidad de cubrirse los oídos, pues no podía soportar ese chirrido taladrante. Al mismo tiempo quiso apartarse la cola de Noivern del cuello, pues sentía como el aire era cada vez más escaso y, por si fuera poco, las garras de las patas de Noivern se le encajaban un poco cada vez que se estremecía.
Estuvo a nada de desistir; de utilizar sus patas para defenderse, pero pudo escucharlo. Por debajo de ese estridente sonido pudo escuchar los gritos; el ánimo. Oía la forma en la que la gente lo apoyaba. Eran cientos, tal vez miles. ¿Cómo podía él, Dragonite, siquiera pensar en defraudarlos? Lo había hecho contra el Lapras de Lana. Había aguantado lo imposible. Se había enfrentado al frío del que tanto rehuiría en condiciones normales. ¿Qué era un poco de ruido? ¿Qué eran unos pinchazos? ¿Qué era el dolor?
Rugió con fuerza, incapaz de alcanzar los decibeles de Noviern, pero se dio fuerza a sí mismo. Le dio fuerza a su entrenador.
—¡VAMOS, DRAGONITE!
Finalmente las alas de Noivern cedieron. Su fiera defensa, sin embargo, había logrado reducir considerablemente el impulso de Dragonite. Gracias a eso el daño fue menor… Y eso había sido una suerte.
—¡Noivern! —gritó Hau, preocupado. El golpe se había visto y había sonado bestial.
Dragonite, libre ya de colas y de garras, rugió con fiereza al aire.
—¡No hay nada que Dragonite no pueda hacer si se lo propone! ¡Él es completamente invenci…!
Un repentino Pulso dragón golpeó el rostro de Dragonite, haciéndolo retroceder a tropezones. Agitó bruscamente la cabeza, en un intento por enfocar su nublada vista. Distinguió la silueta de Noivern, la cual parecía hacerse más grande y cercana. Lanzó un puñetazo al aire, sin lograr golpear realmente nada. Sintió un recio golpe en la boca del estómago que lo hizo caer de rodillas. Extendió las patas una vez más, logrando sujetar algo: el cuello de Noivern. Se lanzó en contra de su cabeza con un cabezazo que no llegó a conectar.
En una demostración asombrosa de velocidad y tenacidad, Noivern golpeó sus fosas cubitales (la parte opuesta del codo), obligándolo a soltarlo. Inmediatamente después abalanzó sus alas contra el cráneo de Dragonite, emitiendo éstas un sonido parecido al golpe de un gong. Dragonite retrocedió, todavía más aturdido si era posible, y Noivern se lanzó en su contra con un nuevo Ala de acero.
Dos, tres golpes más. Noivern se preparaba para dar un cuarto aletazo, intentando conseguir su tercer aumento de defensa, cuando repentinamente Dragonite lo sujetó por el ala y se disparó a sí mismo con un Carga dragón, arrastrando a Noivern con él. Jaloneó el cuerpo del murciélago de forma que pudo envolverlo completamente con sus brazos. Noivern no dudó en lanzarle una mordida en el punto donde el hombro y el cuello se unían. Dragonite gimió de dolor.
—¡Pulso dragón, Noivern! —dijo Hau.
—¡Llévatelo contigo, Dragonite! —gritó Ryuki, frunciendo el ceño pero sonriendo a la vez.
Dragonite se elevó en el aire y se dejó caer a toda velocidad, colocando a Noivern de forma que recibiera la enteridad del impacto. Justo antes de que pudieran chocar contra la tierra, el murciélago disparó. Una explosión se creó en el cuello de Dragonite y luego otra en el suelo que acababa de golpear.
El polvo se disipó rápido gracias a Noivern, quien se abrió paso a través de él con sus alas. Con un ojo entrecerrado y la respiración pesada, gritó. Dio unos pasos más, avanzando hacia Hau, y luego se dio la media vuelta para encarar a Dragonite en caso de que fuese necesario.
Hau dejó salir un suspiro y luego rio.
—Me preocupaste, Noivern. Te lo pusieron difícil, ¿eh? —dijo riendo.
El tipo Dragón vio de reojo a su entrenador, sonriéndole en silencioso asentimiento. Cuando escuchó suspiros volvió la mirada al frente.
Dragonite se ponía de pie, la respiración entrecortada. Trastabilló y finalmente se paró recto. Dio media vuelta, avanzando hacia Ryuki en un gesto que parecía imitar el de Noivern.
—¡NO CAE! ¡EL DRAGONITE DEL PARTICIPANTE RYUKI SE NIEGA A CAER! ¡¿CÓMO ES ESTO POSIBLE?! —preguntó Jeekyo.
Los espectadores, de igual manera, estaban anonadados. Que un Pokémon pudiera resistir tantos golpes tan duros como los que Dragonite había recibido era sencillamente antinatural: una muestra absoluta de voluntad… O una farsa. Los niños pequeños y las audiencias más impresionables rápidamente comenzaron a vitorear a Ryuki y a Dragonite.
Estaban ganando adeptos, pero, por sorpresivo que fuese, eso no era lo que preocupaba a Ryuki en ese momento. Con sonrisa excepcionalmente bien fingida y ojos alegres que ocultaban su nerviosismo, Ryuki se dirigió a Dragonite.
—¡Todavía tienes fuego adentro de ti, compañero! ¡Pareces hecho de auténtico titanio! —felicitó de dientes para afuera. Por dentro, Ryuki solo tenía un pensamiento. Se suponía que cayeras. ¡Es muy sospechoso que sigas de pie!
Pero Dragonite lo ignoró. Ignoró todo y a todos. Vio a su entrenador y caminó hacia él. La expresión de Ryuki cambió cuando notó la mirada nublada de Dragonite. Se asustó genuinamente cuando lo vio caer de rodillas ante él, por lo que se apresuró a hacer de soporte.
—Ey, amigo, ¿estás bien? —preguntó con preocupación. Había dejado de ser Ryuki. Su compañero en ese momento no lo necesitaba. Necesitaba a Olano—. Está bien que te esfuerces, pero no hasta este punto. No hay verguenza en caer.
Dragonite buscó el rostro de Olano con su pata y lo encontró. Su ceño se frunció con determinación y le sonrió. Dijo algo en su idioma que pocos realmente pudieron entender. Olano fue uno de ellos.
—Sí. Nos vemos en la próxima ronda, te lo juro. —Le dio un golpecito en el pecho—. Ahora ve a dormir, grandote.
El dragón rio y se dejó caer de espaldas.
—¡Dragonite no puede continuar! —anunció Nanu con su habitual parsimonia.
Hau sonrió ampliamente al igual que Noivern.
—¡Primero de cuatro, amigo! ¡No falta mucho! —animó a su Pokémon.
En las gradas, las reacciones estaban divididas. Hau era el favorito, por lo que obviamente su primera victoria era celebrada por la mayoría, pero la gente no podía evitar sentir cierto apego por Dragonite y su lucha. El hecho de que Ryuki fuese un entrenador poco conocido aportaba a la causa: las historias de origen siempre eran bien valoradas.
Aunque en ciertos sectores de la tribuna las opiniones eran cien por ciento polarizadas.
—¡ESO ES! —gritó Lana, poniéndose de pie y bufando con fuerza.
Lillie contuvo su emoción lo mejor que pudo, pero liberó un gemidito de satisfacción. Apretó los puños con fuerza.
—¡Qué refrescante! —exclamó, los ojos brillosos.
—¡Lo hizo! ¡El primero va para HauHau! ¡Es el mejor, el mejor! —gritó Acerola con viveza. Subía y bajaba los puños de forma alternada.
—¡VAMOS, HAU! ¡SOLO QUEDAN TRES! —gritó Malvácea.
«Aw, amigo… Quería que Dragonite se llevara al menos esta. Se esforzó muchísimo»
«Es cierto que lo dio todo, pero las verdades son las verdades. Hau fue superior y punto»
«Al menos dejó muy dañado a Noivern, lo que ya es algo. Hau es muy escurridizo»
«Me sorprende mucho la calma de Hau. Ni siquiera en los momentos más difíciles parecía demasiado exaltado. Aunque bueno, hubo uno donde sí parecía preocupado»
«En el duelo de dragones, el "Dragón" perdió. Ja. Es hasta irónico»
«AGUANTE HAU, CARAJO!»
«Por fin veo un poco más de aprecio a Ryuki por aquí. Su música es genial y su forma de combatir también»
«Eso ni quien lo dude. Sus combinaciones son un dulce para los ojos»
«Son tan extrañas como las de Ash, pero muchísimo más visuales»
«Me recuerda un poco a Leon, la verdad»
Colette aplaudía encantada por la primera victoria de Hau. Ella sabía que su rival y amigo tenía un potencial enorme, mayor incluso a cualquier cosa que había exhibido hasta el momento. Le fascinaba verlo pelear, pues parecía evolucionar más y más con cada combate. Internamente también se sintió un poco frustrada, pues mientras él estaba ahí abajo, mejorándose a sí mismo, ella estaba en las gradas como una simple espectadora. Como rival, ese era un pensamiento que no podía tolerar. Como amiga, se obligó a sí misma a dejarlo de lado.
Solo espera y verás, mon amour, pensó con una sonrisa en el rostro.
Ryuki se crujió los nudillos y tomó aire. Parecía ajeno al escándalo de las gradas, pero la realidad era muy diferente. En su mente maquinaban todo tipo de escenarios. Se había preparado. Hau Mahalo había hecho preparativos para enfrentarlo directamente, consciente de que era, de base, más débil que él. Había aumentado su ataque para poder enfrentarse cara a cara a Dragonite. Su velocidad, ya de por sí superior, le había permitido escabullirse lejos de la mayoría de los ataques. El incremento de defensa era obvio. Hau sabía que ellos eran luchadores a corta distancia, por lo que había decidido reforzarse en ese aspecto para resistir mejor.
Había sido una lucha de aguante y Ryuki había perdido.
Se sintió conflictuado. Por un lado, no apreciaba mucho las tácticas huidizas que le recordaban a Lillie. Por el otro, se sentía ciertamente satisfecho por la mayoría de encontronazos. Mahalo había demostrado que no temía ensuciarse las manos, solo que era muy selectivo a la hora de hacerlo.
Yo respeto eso, pensó Ryuki, rascándose la cabeza. Pero por mucho que lo respetara, tendría que hacer algo con la estrategia tan particular del oponente. Pausó por un momento esa línea de pensamiento a sabiendas de que había un público que dependía de él.
No hizo un gran escándalo. Sacó su siguiente Poké Ball tras guardar la de Dragonite y la acercó a su rostro.
—No dejemos que los esfuerzos de Dragonite sean en vano —dijo, asegurándose de que fuese lo suficientemente alto para que los micrófonos pudieran captar su voz.
Aunque lo hacía como parte de su espectáculo, una parte suya estaba fuertemente de acuerdo con la idea de vengar a su caído Pokémon.
—¡A romper el escenario, Turtonator!
La Poké Ball se abrió, liberando a la pesada tortuga. El Turtonator de Ryuki era considerablemente distinto al de Kiawe. Mientras que el segundo era, generalmente, más reservado y bonachón, el de Ryuki lucía sereno pero en sus ojos podía verse cierto aire de rebeldía.
—Es un buen Turtonator —dijo Kiawe con los brazos cruzados—. Las puntas de sus espinas se ven firmes pero flexibles, por lo que su dieta está balanceada. Su caparazón también se ve pulido y no hay hollín en su nariz, lo que es muestra de buena higiene. Si su fuerza es siquiera la mitad de buena que su higiene, entonces Hau está ante un oponente peligroso.
Aunque Iris estaba lejos de Kiawe, tomó nota mental de todo lo que acababa de decir. Aprender sobre nuevos tipo Dragón siempre valía la pena.
—No estás muy lastimado, ¿o sí, Noivern? ¿Crees que puedas seguir? —preguntó Hau con voz despreocupada.
El guiverno asintió, extendiendo las alas. Estaba listo para despegar cuando fuera necesario.
—¡Entonces allá vamos! ¡Pulso dragón!
—¡A devolverles el favor! ¡Pulso dragón, Turtonator!
Turtonator definitivamente era lento; todos sus movimientos lo denotaban. Se movía con una lentitud achacable a su especie, pero lo compensaba con algo: una particularidad. Era extremadamente poderoso. El Pulso dragón que disparó opacó incluso al de Noivern, el cual pareció delgado como un fideo a un lado suyo. Ryuki se carcajeó con satisfacción al ver los rostros sorprendidos de la audiencia.
—¡Apártate, Noivern! —gritó Hau, señalando su derecha.
Noivern se movió. Era lo suficientemente rápido para poder apartarse del camino de Turtonator, pero no tan fuerte como para oponérsele directamente. Mientras volaba veía de reojo como el movimiento enemigo lo perseguía incansablemente. Sintió un estallido de dolor recorrerle el cuerpo, lo que ralentizó su vuelo. Se forzó a volar más rápido para compensar el tiempo perdido.
Hau vio a Noivern y supo que no le quedaba mucha energía. Lo aceptó sin pensar mucho en ello. No tenía caso ofuscarse por algo de lo que ya no tenía el control. Dragonite lo había lastimado mucho y era natural que cayera en un minuto, en cinco o en diez. Noivern no podía ganar, pero que no pudiera hacerlo no significaba que tuviera qué. El combate era un juego en equipo, donde cinco jugadores hacían un esfuerzo grupal para conseguir la victoria. Noivern tendría que esforzarse un poco más.
—¡Vendaval! —gritó Hau.
Noivern se detuvo, aprovechando la distancia que había ganado para crear un gran huracán cuyos bordes comenzaron a consumir a Turtonator.
Mahalo sabía que mandar a Noivern al interior del tornado sería una pésima idea, por lo que no lo hizo: no estaba en condiciones para resistir ni siquiera su propio viento. Al final, hizo lo que le pareció más lógico.
—¡Danza dragón!
Noivern se agitó en el aire, envolviéndose en un aura cerúlea que después dio paso a un aura carmín. El tipo Volador esperó pacientemente los resultados de su movimiento. Turtonator no era el enemigo con la mayor defensa especial; no era mala, pero tampoco era excepcional. Frunció el ceño con cierta molestia en cuanto vio como el vendaval se llenaba de fuego y algo más. Una sustancia que oscurecía el tornado y se esparcía por el campo de batalla y sobre él: hollín.
La sustancia cenicienta cayó del cielo como copos de nieve, haciendo que Noivern comenzara a toser con fuerza. Cada respiro era lo equivalente a inhalar cantidades ingentes de humo. Se sintió asfixiado, pero no sabía qué hacer contra ello. Añadir más viento a la ecuación solo arreciaría las bravas corrientes y empeoraría la situación.
Del llameante tornado, cuya temperatura aumentaba más y más conforme el viento esparcía el calor, comenzaron a surgir esporádicos haces de luces amatista, los cuales lo perforaban como los rayos de la luna a las nubes.
Noivern, entre tosidos, no vio nada bueno en la situación. Le costaba respirar y de vez en cuando tenía que cerrar los ojos para alejar la ceniza de sus ojos. Sabía que Turtonator tendría que tener mucha suerte para golpearlo a ciegas, pero la posibilidad existía.
—¡Esta es nuestro movimiento especial! ¡Lo llamamos Bola vendaval! —dijo Ryuki con cierto orgullo—. ¡De bola disco y vendaval! ¡Una exhibición de colores y contrastes!
Desde lejos sin duda era una vista preciosa. La negra ceniza siendo iluminada por el chisporroteante brillo del tornado y los resplandores intensos de Pulso dragón en un espectáculo donde luces y sombras conformaban una belleza fatal.
Noivern era, sin duda, el que menos disfrutaba el show. Con sus ondas sónicas ubicó a Turtonator, pero aunque podía determinar su ubicación y movimientos, realmente no podía conseguir una figura solida. No podía ver a dónde apuntaba el hocico de Turtonator ni mucho menos detalles más pequeños como la dirección en la que señalaban sus patas.
—¡Grita, Noivern! —ordenó Hau repentinamente.
Esa era, sin duda alguna, una excelente idea.
Sus membranas comenzaron a emitir pulsaciones sónicas estridentes, las cuales penetraron el tornado y golpearon a Turtonator (lo supo por el rebote de las propias ondas). Sonrió con cierto cinismo. Tal vez él no podía respirar bien, pero Turtonator no se sentiría muy bien de los oídos.
El gusto le duró poco, pues tuvo que apartarse a toda prisa del camino de una corriente de viento. Por un momento había olvidado que el fuego en el tornado tenía un propósito más allá de su estética. Cuando regresó la mirada a donde sabía que estaba Turtonator, vio un gigantesco rayo de luz acercándose a él.
Dejó de volar al instante, dejándose caer tan pronto como le fue posible. Se dio cuenta de que el Pulso dragón seguía persiguiéndolo, por lo que cambió su dirección. No hubo cambios. Turtonator parecía saber dónde se encontraba y pronto descubrió por qué.
A través del amainado vendaval, Noivern pudo ver los ojos gustosos de Turtonator. El guiverno frunció ligeramente el ceño. El enemigo era un Pokémon que atacaba a larga distancia y era lento, por lo que tenía una debilidad clara: el combate cuerpo a cuerpo. Batió con fuerza las alas, sintiendo una desagradable descarga de dolor recorrerle todo el cuerpo, y se abalanzó contra Turtonator.
Al ver a Noivern acercarse, Turtonator disparó una Llamarada que el murciélago evadió al replegar las alas y girar entre los espacios que el movimiento dejaba libres. Rápidamente el tipo Volador volvió a extender sus membranosas extremidades y aceleró. Turtonator lo vio llegar por su derecha, bloqueando el Ala de acero que iba dirigido hacia su rostro con la parte alta de su cabeza, revestida con una poderosa armadura. Disparó un Pulso dragón, apremiado, pero Noivern se alejó con él solo para aparecer por el otro lado. Turtonator esta vez no logró cubrirse, pero sí echar un poco hacia atrás la cabeza, recibiendo únicamente un rozón; doloroso, pero solo un roce a fin de cuentas.
Noivern intentó repetir su jugada aprovechando su velocidad, pero ni Turtonator ni Ryuki eran tontos. La tortuga disparó su poderoso Pulso dragón a sus pies, creando una gruesa cortina de humo justo cuando Noivern había llegado ante él. Debían de saber que el humo era inútil, pensó Noivern. No tenía caso que hicieran algo como eso para hacerlo perder la concentración, pues sus ondas seguían diciéndole donde estaba Turtonator. Guiado por ellas, conectó un Ala de acero que esta vez sí golpeó al oponente. Por la cercanía, Noivern alcanzó a ver la mirada burlona de Turtonator. Había caído en la trampa.
El humo no era para cegarlo; era para distraerlo. La cola de Turtonator se extendió como un látigo, envolviendo por completo a Noivern. El apéndice de la tortuga salió de la humareda junto con Noivern, azotándolo contra el suelo y arrastrándolo por el mismo. El tipo Dragón trató de defenderse con Pulso dragón, pero Turtonator no lo permitió. Con un brusco movimiento llevó a Noivern rápidamente contra su espalda, haciéndolo estrellarse contra las púas de su espalda. Un estallido estruendoso, menor en intensidad y tamaño que el que producido por el Turtonator de Kiawe, liberó una montaña de humo y hollín.
Noivern salió volando, cayendo de espaldas contra el suelo. Jadeó, adolorido, y trató de levantarse. Volteó a ver a Hau, que le asintió en silencio. Por fin se dejó caer.
—¡Noivern no puede continuar! —anunció Nanu—. El participante Hau debe enviar a combatir a otro Pokémon.
—¡TURTONATOR LO ATRAPA! ¡El pesado Turtonator logró atrapar en sus garras al escurridizo Noivern, negándose a dejarlo salirse con la suya! ¡LA BALANZA SE EQUILIBRA!
—¡¿Qué fue eso?! ¡¿Coraza trampa?! ¡¿Cola dragón?! —Iris buscó a Kiawe con la mirada, quien rápidamente negó.
—Ninguna de las dos. Solo son características físicas de Turtonator —respondió Kiawe, frunciendo ligeramente el ceño con impotencia—. Aunque no estoy muy seguro de cómo funciona la anatomía detrás de eso. Solo sé que sus espinas están cubiertas por un material explosivo.
—Eso es gracias a su dieta a base de azufre y otras sustancias similares que pueden encontrarse en las áreas volcánicas de las que son nativos —explicó Lillie, alternando su mirada entre Iris y Kiawe—. Por otro lado, la cola de los Turtonator puede estirarse gracias a que está segmentada: en su interior hay una fibra muscular muy flexible que permite que pueda extenderse varias veces su tamaño original.
—Entonces así es como funciona… —murmuró Kiawe, sorprendido de buena manera. El gusto le duró poco—. Aunque Hau…
—¡Es solo uno! ¡HauHau todavía tiene tres Pokémon y Noivern lastimó a Turtonator! ¡Las cosas todavía están a favor de HauHau! —exclamó Acerola con un fuerte bufido.
—¡Sí! ¡Menos lamentarse y más apoyar a Hau! —Lana obligó a Kiawe a pararse de un jalón—. ¡Vamos, grita, grita!
A Wela no se le tenía que decir dos veces que gritara.
—¡VAMOS, HAAAAAU!
«Bueno, supongo que Noivern de verdad estaba lastimado…»
«Dragonite le hizo muchísimo daño durante su combate. Me sorprende que se estuviera moviendo tan bien»
«Eso sí, Ryuki es un perro astuto. Se las ingenió para atraer a Hau a su rango y luego lo tomó por sorpresa»
«¡Dragonite fue vengado! Eso se siente refrescante… Aunque, la verdad, sigo queriendo que Hau gane»
«Hau va a ganar, tranquilo. La mayoría de sus Pokémon son muy veloces. Turtonator tendrá mucha suerte si vuelve a atrapar a alguno»
«True. Ya quemó el cartucho con un Pokémon que estaba a un suspiro de caer. No volverá a tener una oportunidad así»
«Sea como sea, yo veo que la balanza comienza a inclinarse a favor de Hau. Su siguiente Pokémon entrará como nuevo, mientras que Turtonator ya está lastimado lo quieran o no»
«Seh. Aunque voy a ser honesto, este sujeto Ryuki me está sorprendiendo»
«Igual a mí. No lo conocía de nada y míralo, codéandose con los mejores»
«Va a tener que aprovechar al máximo este minutito de fama, porque donde se le vaya… Bueno, no creo que vuelva a conseguirlo»
«El Dragón es fuerte y bondadoso. Di lo que quieras, pero esto es solo el inicio. Dentro de poco vas a oír a todo el mundo hablar de él»
«Otro Ryukibot… Eso es lo peor del sujeto»
Dex123: No, esta vez no es un bot de Ryuki.
«Oh, shit. Si Lord Dex lo dice, entonces es cierto. Quién diría que Ryuki de hecho ya está ganando fans…»
«Lo que dije: su minutito de fama. Luego pasa»
Hau hizo regresar a Noivern y luego sacó su siguiente Poké Ball. Levantó la mirada para echarle un vistazo a Ryuki, quien celebraba animosamente su victoria, regodeándose en el favor de los espectadores. Se sintió mal. No porque Ryuki tuviera de su lado a muchos espectadores: eso le era indiferente. Se sintió mal porque no podía ver a su oponente como otra cosa más que un peldaño. Estaba esforzándose al máximo para ver a Ryuki como un rival al que genuinamente quería vencer, y quería hacerlo, pero no podía pensar en él de esa manera. Su cerebro le recordaba constantemente que tarde o temprano se encontraría con Ash y eso… Eso era lo que de verdad lo emocionaba.
No era que no se estuviese divirtiendo; era entretenido combatir contra Ryuki. Pero sencillamente no era lo mismo. No era el nivel de emoción que había sentido al enfrentar a Mallow o al pelear en los Battle Royale. Sintió un poco de miedo. ¿Se estaba volviendo insensible? Lo mismo le pasaba con Colette. Se sentía mal por ella, pero tampoco al punto en el que perdía el sueño como en semanas anteriores. ¿La muerte de su abuelo y el final de su viaje lo estaban volviendo… distante? Se lo preguntó y no pudo responderse.
Se miró a sí mismo y miró a su oponente y se sintió… raro. Como si flotara a la deriva en un espacio vacío e infinito. Vio a Ryuki y luego a sí mismo; a Hau Mahalo. Bajó la cabeza y pensó.
¿Cuál era su objetivo en esa Liga? ¿Por qué peleaba tan ferozmente? ¿Era por diversión? ¿Era para alcanzar a sus rivales? No fue capaz de responderse. ¿Por qué uno respiraba? ¿Por qué necesitaba tomar agua? ¿No era simplemente algo tan primigenio como eso? ¿Los deseos del humano no eran cosas que simplemente existían y ya? ¿Por qué siquiera pensar demasiado en ello? Pero pensó. Y pensó mucho, como tanto había hecho en los meses pasados.
Hazte las siguientes cinco preguntas, chicuelo, recordó la voz de Hapu. La pregunta olvidada, la que nunca había respondido, asaltó su mente.
¿Qué era, para él, la fuerza?
—¡Vamos, Representante del Atardecer! ¡Nuestro combate apenas está comenzando! —exclamó Ryuki con una sonrisa—. ¡No dejemos esperando más tiempo a nuestro público!
Hau entonces espabiló y asintió. Escuchó gritos desde las gradas y miró de reojo. Le costó, pero logró ver a Acerola, Lana y Lillie. Se motivó a sí mismo a pelear por ellas.
El que sigue es Ash, pensó Mahalo. Su ceño se pobló con pequeñas arrugas.
—¡Ayúdame, Raichu! —gritó Hau, lanzando su Poké Ball tan alto como pudo.
La cápsula se abrió y de ella emergió un Raichu de Alola. El roedor rápidamente surcó el aire, posicionándose ante su entrenador.
—¡Turtonator contra Raichu! ¡Fuego contra rayo! ¡Dragón contra ratón! —Jeekyo hizo una pausa—. ¿Oh? ¿No habíamos vivido algo parecido antes, querido público?
Risas y expresiones de sorpresa se escucharon por todo el estadio. Ryuki las aprovechó.
—¡Y en esta ocasión, el Dragón volverá a ganar! —afirmó Ryuki, señalándose a sí mismo.
—No subestimes a un tipo Eléctrico. —Hau sonrió—. Te puedes llevar un shock.
Eso es. Desafíame. Hagamos de este combate un espectáculo, pensó Ryuki con satisfacción.
—¡Vamos allá! ¡Turtonator, Llamarada! —gritó Ryuki.
—¡Esquiva y Rayo!
La gigantesca llamarada de Turtonator se disparó contra Raichu, quien no tuvo problema para apartarse de su trayectoria. El tipo Eléctrico entonces utilizó un poderoso Rayo que la tortuga repelió exitosamente con su Pulso dragón. Las cartas fueron expuestas.
Ambos luchamos a distancia. Raichu puede esquivar, pero Turtonator puede bloquear nuestros ataques con facilidad, pensó Hau al ver como su Pokémon tenía que quitarse del camino para no ser tragado por el plasma amatista. En ese caso solo tengo que abrumarlo.
—¡Vamos a girar a su alrededor, Raichu! ¡Rayo!
El roedor comenzó a surfear en el aire, dando vueltas completas alrededor de Turtonator. La tortuga no se movió mucho, sino que lo siguió con la mirada. Ocasionalmente, chispas eran lanzadas en contra de él. Turtonator no se inmutaba mucho, pues sabía que no eran más que una distracción.
Ryuki veía las órbitas de Raichu. Con solo eso sabía que Mahalo no era tonto. Alternaba la velocidad a la que su Pokémon se movía para que Turtonator tuviera problemas para predecirlo. No iba muy rápido, pero de vez en cuando daban pequeños acelerones que le daban un gran impulso. Estaba ahorrando fuerzas, planeando cansar a Turtonator tal como había cansado a Dragonite.
Sabe administrar su energía, eso lo reconozco, pensó Ryuki, sus ojos siguiendo la trayectoria de Raichu. ¿Pero puede reaccionar lo suficientemente rápido?
Los ojos de Ryuki y los de Turtonator se encontraron en silencioso acuerdo. Esperaron a que Raichu pasara frente a Turtonator y entonces… atacaron. Turtonator dio un barrido completo, alargando su cola de manera que se movía en dirección opuesta a Raichu. La colisión era inminente y lo habría sido de no ser por el Psíquico que el tipo Eléctrico usó.
Una reluciente aura magenta envolvió el cuerpo de Turtonator, inmovilizándolo temporalmente y repeliendo su cola y a él. Trastabilló, pero pronto recuperó el equilibrio. Con presteza golpeó las espinas de su espalda, desatando un infierno de hollín y humo.
Raichu se había alejado rápidamente del enemigo, pero volvió a utilizar Psíquico para contener el humo cerca de Turtonator. Sin saberlo, lo ayudó.
—¡Ahora es la hora! —exclamó Ryuki subiendo un dedo índice al aire—. ¡Cumulonimbos!
Turtonator volvió a extender su cola, pero no para golpear a Raichu. Comenzó a girar y con ella, atrapó el humo y el hollín, arremolinándolos a su alrededor. Creó una alta y densa humareda que lo envolvió por completo. El nubarrón aumentó su tamaño en tres ocasiones, volviéndose una masa insondable.
Hau parpadeó, confundido ante la utilidad de ese movimiento. Raichu se quedó quieto al ver que la nube de ceniza no hacía más que mantener su forma.
—Las cumulonimbos son las madres de todas las nubes. Son pesadas, densas e inclementes. Tenemos suerte de que estén en el cielo y no entre nosotros, porque ¿te imaginas los destrozos que una de ellas podría hacer? —La sonrisa de Ryuki se ensanchó, mostrando sus afilados incisivos.
Hau lo pensó y, al ver como el diámetro de la nube aumentaba nuevamente hasta abarcar un tercio del campo de batalla, supo lo que Ryuki quería hacer. Aunque estaba lejos de comprender la magnitud de su acción.
—Está forzando mucho a Turtonator. —Kiawe frunció el ceño—. Las explosiones consumen energía y el escape de sus vientres se irrita por el calor y la repentina combustión. Esos giros tampoco ayudan.
—Guau… Nunca creí que llegaría el día en el que escucharía a Kiawe decir que alguien se está forzando demasiado. —Mallow dejó salir un silbido, sorprendida.
—Eso no era necesario…
Los tornados de fuego de Ryuki eran espectaculares, sí, pero esto tenía su propio encanto. Era como ver una nube de tormenta originarse y expandirse frente a sus ojos. La nube repentinamente comenzó a destellar en su interior. Por un momento parecía una tormenta eléctrica en miniatura, pero pronto vieron al fuego perforar el nubarrón.
—¡Eso es demasiado! ¡Su Turtonator no será capaz de seguir el ritmo! —exclamó Wela, sobresaltado.
Raichu tuvo que esquivar las llamaradas, moviéndose con súbitos acelerones. El movimiento de Ryuki comenzó a expandirse más por el campo de batalla. Parecía haber reducido la velocidad de los giros de Turtonator, de modo que el humo conservaba su forma pero perdía densidad. Eso dejó a Raichu con cada vez menos margen de maniobra, pues alejarse mucho reduciría la fuerza de sus ataques y acercarse demasiado lo expondría al hollín.
—¡El rey de Melemele se enfrenta al rey del humo! —exclamó Ryuki, extendiendo sus brazos hacia los costados.
—¿El rey del humo? —repitió Hau en voz baja, alzando una ceja. No pudo evitar reírse. Tuvo que dejar de hacerlo.
Raichu lanzó un Rayo a toda prisa, interceptando una llamarada furtiva que lo habría golpeado de otro modo. Frunció el ceño, comenzando a disparar Rayo mientras volaba.
—¡No te canses demasiado, Raichu! —gritó Hau.
El tipo Eléctrico se detuvo por su voluntad y porque humo había entrado en su nariz. Comenzó a toser, utilizando Psíquico para alejar las partículas de su rostro. No tuvo más opción que volar tan alto como pudo, tan lejos del humo como le fue posible.
—¡Son nuestros! ¡Asciende! —gritó Ryuki tras chasquear los dedos.
El humo repentinamente cambió de forma, extendiendo como si fuese un gigantesco cilindro tan alto como un edificio de tres plantas. Entonces los giros cesaron y el infierno fue desatado. La gigantesca nube de humo y ceniza comenzó a caer sobre el campo de batalla, cegando a todos, Raichu incluído.
Incapaz de ver nada que estuviese más lejos de su nariz, Raichu comenzó a surfear a ciegas. Ocasionalmente veía destellos, pero la densidad del humo hacía que fuese imposible detectar del todo su origen. Utilizó Rayo, iluminando sus alrededores por un momento. No fue muy útil.
Dentro del enorme nubarrón hacía un calor despiadado. Raichu, además de sufrir por los violentos tosidos, comenzó a sudar copiosamente. Utilizó Psíquico, creando un campo a su alrededor que alejaba al humo. Intentó extender su control hacia toda la nube, pero no fue capaz. Era demasiado volumen y, aunque podía ejercer un poco de control sobre él, realmente no podía disiparlo. Tendría que esperar a que los sistemas de ventilación hicieran su trabajo.
Repentinamente sintió más calor, lo que lo alertó de inmediato. Vio en todas direcciones hasta que un destello finalmente captó su atención. Cambió el objetivo de su Psíquico del humo a la Llamarada que iba justo por debajo de él, forcejeando por contenerla. Era demasiado poderosa y su capacidad psíquica ya había sido mermada por el control que había tenido que ejercer anteriormente sobre el humo. Sintió una jaqueca terrible, como si una Hélice trepanadora lo golpeara justo en la sien, y perdió la concentración. Llamarada lo golpeó.
Comenzó a caer sin control, demasiado mareado como para pensar en algo. El humo en los pulmones, los terribles dolores de cabeza y el ardor de la quemadura… Parecía que no podía empeorar más, pero lo hizo. El calor se hizo más intenso a su alrededor gracias a la espontánea combustión a la que se vio sometido su cuerpo.
Golpeó el suelo, rebotando antes de finalmente quedarse quieto. Vio que el humo comenzaba a dispersarse finalmente, cosa que lo hizo soltar un suspiro de alivio en su interior. Bufó con fuerza para sacarse el hollín de las fosas nasales y saltó sobre su cola, volviendo a volar. Esperó a que su cabeza se aclarara antes de usar Psíquico para despejar lentamente las tinieblas que quedaban a su alrededor. Finalmente de la nube solo quedaron largos jirones de humo que se arremolinaban sobre sí mismos. Parecían la intoxicante lengua del diablo.
En el suelo, lejos de Raichu, estaba Turtonator. El pesado tipo Dragón emitía largas exhalaciones y tomaba cortas inhalaciones. Su rostro estaba plagado de sudor que perlaba la enteridad de su cuerpo que no era recubierta por el caparazón. Tosió, emitiendo nubecillas de humo negro que ascendieron y se disolvieron en el aire.
—Lo sabía. Ese nivel de esfuerzo es insano para un Pokémon —murmuró Kiawe—. Era el resultado obvio.
—¿Podrá seguir luchando? —preguntó Malvácea, esperanzada.
—Podrá, pero no en óptimas condiciones. Va a tener que tomar un largo descanso si quiere recuperar el aliento —respondió Kiawe.
—Y HauHau no le va a dar ese descanso —sonrió Acerola.
El propio Mahalo sabía que eso no pasaría. Aprovecharía el momento, y lo aprovecharía al máximo.
—¡Vamos a pagarle con la misma moneda, Raichu! ¡Agilidad!
Del cuerpo del tipo Eléctrico comenzaron a surgir imágenes residuales que Turtonator trató de detener al usar un Pulso dragón que salió a medias. Para cuando el ataque de la tortuga llegó a donde Raichu, éste ya se había movido hacía mucho tiempo. Una repentina llamarada rodeó su cuerpo.
Raichu, ni lento ni perezoso, se lanzó en contra de Turtonator. Voló a su alrededor pero a una distancia tan corta que podría tocarlo simplemente extendiendo la pata. El enemigo trató de golpearlo con su cola, pero cayó sobre una de sus rodillas entre jadeos. El roedor aprovechó el momento para tocar su rostro con una de sus chisporroteantes mejillas. Apenas hizo contacto, los ojos de Turtonator se abrieron con fuerza.
El Pokémon de Ryuki desprendió unos extraños efluvios que estaban lejos de ser agradables. Chispas saltaron de su cuerpo, lo que le impidió levantarse tan rápido como quería.
Está acabado, fue el pensamiento general del estadio. La ya de por sí reducida velocidad de Turtonator, disminuída con la parálisis, nunca sería rival para la elevadísima velocidad de Raichu, potenciada por Agilidad.
—¡Rayo! —gritó Hau.
Raichu voló a su alrededor y disparó un potentísimo rayo que lo golpeó en el costado. Turtonator gruñó por el dolor y trató de encañonarlo, cosa que no le funcionó.
—¡Terratemblor! —gritó Ryuki para sorpresa de muchos.
¿Terratemblor? ¿En ese momento? Muchos fueron los que se preguntaron por la lógica detrás de esa decisión. ¿Por qué no utilizarlo antes de haberse cansado tanto? Si hubiera reducido la velocidad de Raichu de antemano, tal vez la situación sería distinta. Ryuki, pese a la opinión popular, no parecía ver su decisión como algo malo.
Grietas hechas de energía surgieron en la tierra por los pisotones de Turtonator, emitiendo cada uno de ellos pulsaciones que resonaron entre sí, creando una alta ola de poder puro. Raichu se alejó de su camino sin mucho problema. Lo malo era su insistencia.
Hau reconoció la habilidad de Ryuki y, ciertamente, se sintió maravillado por ella. Una proeza como la que acababa de llevar a cabo era extremadamente compleja. Él mismo dudaba de ser capaz de algo así. Sin embargo… ¿Había valido la pena? ¿Era funcional crear algo tan visual si al final no se conseguían los resultados esperados? Mientras pensaba en eso, Raichu atacaba con Rayo mientras esquivaba las pulsaciones de Terratemblor. Su interés por Ryuki pareció hacerse mayor.
Tras renovar su Terratemblor, Turtonator se puso en cuatro patas para poder agitar con mayor libertad su cola. El soporte extra también le permitió reposar más cómodamente sin tener que preocuparse por el desequilibrio del cansancio o la parálisis. Movía su cola lentamente, más como si estuviera espantando a una mosca y no buscando activamente matarla.
Raichu, entre tanto, aprovechaba para conectar certeras descargas eléctricas, siendo ocasionalmente afectado por las quemaduras.
Turtonator era serio, pero su mirada seguía mostrando esa sútil rebeldía salvaje. Se movía, pero parecía hacerlo simplemente para no quedarse del todo quieto. Su mirada perseguía atentamente a Raichu pues, aunque lento de cuerpo, sus reflejos eran magníficos. Ninguna parálisis podría disminuir la velocidad de su sinapsis. Recibía ataques y aguardaba pacientemente. Poco a poco, iba notando un patrón.
Raichu era concienzudo con sus movimientos. Hacía lo justo y necesario para mantenerse orbitando a Turtonator, pero tampoco se permitía ser predecible. Su incrementada velocidad, digna de un Pokémon de su tipo, hacía difícil seguirle el paso, mas no imposible. Arriba, izquierda, enfrente, derecha, detrás, arriba y enfrente de nuevo. No era predecible, pero encontró su punto flaco. Tuvo que esperar, pues fue impelido por el Psíquico de Raichu, que lo hizo rodar bruscamente por el sueño hasta casi caer de espaldas. Era una suerte que su peso le pusiera las cosas complicadas al roedor.
—No te apresures, amigo —dijo Ryuki en voz baja.
Sonaba como si estuviese tratando de calmar a Turtonator, pero lo decía principalmente para sí mismo. Veía como el público, ante la notable superioridad de Raichu, lo aplaudía con entusiasmo. El mundo estaba viendo una faceta suya que no debían ver: la de un perdedor. Tomó aire profundamente. Era parte de su estrategia. Se llevarían un gran shock. Todo saldría bien.
Raichu se movió a la izquierda de Turtonator, disparando un Rayo hacia una de sus patas. El chispazo lo hizo saltar levemente. No tuvo tiempo de descansar, pues desde adelante lo empujó un Psíquico que lo hizo caer de sentón. Para evitar caer de espaldas, la tortuga impulsó todo su peso hacia el frente mientras seguía agitando la cola.
Ryuki entrecerró con fiereza los ojos. Arriba, derecha, enfrente, arriba, atrás, izquierda, enfrente, derecha, arriba, izquierda, atrás, derecha, arriba… Sus párpados se separaron violentamente. Sin quererlo, Raichu se había entregado a la rutina: se había vuelto preso de las pautas que su mente había creado.
Cuatro, tres, dos, cuatro… Ese era el número de direcciones distintas por las que pasaba Raichu antes de volar justo por encima de Turtonator. Cuando levitaba solo en dos direcciones (por ejemplo izquierda y luego enfrente), era cuando aceleraba. El corto movimiento no le permitía tomar impulso naturalmente, por lo que tenía que esforzarse para conseguirlo. Ryuki vio como Turtonator caía pesadamente, sin dejar de agitar la cola ni de crear las pulsaciones de Terratemblor.
Ya casi, amigo. Aguanta, pensó con el ceño fuertemente fruncido. No te irás sin un gran boom.
Arriba, izquierda, detrás, derecha, arriba, enfrente, derecha, arriba. Ahora el patrón se reiniciaba y aceleraba para ganar velocidad. Derecha, enfrente, izquierda, detrás, arriba. La vuelta completa, tenía impulso de sobra. Enfrente, izquierda, detrás. Media vuelta. Su impulso no era el mismo que cuando daba la órbita completa y tampoco aceleraba. Ryuki sonrió ampliamente al igual que Turtonator.
Arriba.
Turtonator golpeó las púas de su espalda justo cuando Raichu entró al espacio aéreo sobre él. La explosión, el calor, y la ceniza hicieron que Raichu perdiera todo su impulso. El roedor cayó de su cola, rodando por el piso y siendo inmediatamente interceptado por el Terratemblor de Turtonator. Su velocidad disminuyó.
El público exhaló un suspiro al unísono por la repentina caída del Pokémon Eléctrico. Su velocidad, repentinamente frenada, era lo equivalente a ver un auto de Fórmula 1 estrellándose contra una cuneta. Gritos a favor de Turtonator volvieron a escucharse, pues pocos eran los que no eran conscientes de la gran oportunidad que se había presentado. A las prisas, los simpatizantes de Hau le pidieron a Raichu que se reincorporara.
Raichu intentó saltar sobre su cola tan pronto como pudo, pero una llamarada lo rodeó en ese momento. Incluso si no hubiese sido el caso, la cola de Turtonator ya estaba cerrándose a su alrededor. Raichu intentó utilizar Psíquico para liberarse, pero la tortuga no se lo permitió. Sintiendo como la enteridad de su ser se agitaba y su cerebro se batía como claras de huevo, Raichu no pudo contener la concentración. Terratemblor volvió a reducir su velocidad.
El tipo Dragón no fue piadoso porque Raichu tampoco lo había sido. Como el tipo Eléctrico, aprovechó la oportunidad que tenía. Sin dejar de utilizar Terratemblor, arrastró el rostro de Raichu por el suelo. No lo liberó en ningún momento, pero tampoco se movió. Comenzó a trazar con su cola la misma trayectoria que el roedor había trazado para atacarlo. No lo hizo por mucho tiempo.
Olano no era un hombre precisamente sádico. Le encantaba devolver la moneda con la que le habían pagado, pero eso era innecesariamente cruel. Sin embargo, Ryuki tenía sus motivos para no seguir con la «tortura». No quería que el público sintiera lo mismo que en el combate de Salazzle contra Comfey. Raichu era extremadamente lindo; un icono de Alola y favorito de muchísimos niños. No podía enemistarse con ellos. Por eso, tenía que hacer una salida triunfal que enalteciera a su oponente y a sí mismo.
—¡Raichu fue un oponente abrumador! ¡Utilicé todos mis trucos y mis mejores técnicas, pero me cobraron un alto precio! —dijo Ryuki, mirando directamente a Hau—. ¡Turtonator no podrá seguir a este paso! ¡Cumulonimbos lo dejó agotado y los ataques de Raichu lo hirieron sin retorno! —Sus ojos se afilaron—. Pero no puedo permitir que un enemigo así de poderoso siga ahí afuera. ¡Por los Pokémon que legaran este combate! ¡Por la victoria! ¡HAZLO, TURTONATOR!
Hau sufrió un repentino escalofrío. En las gradas, Gladio, Acerola y Ash también. Eso únicamente para los humanos.
Raichu comenzó a sentir una extraña fluctuación de energía que lo puso en alerta máxima. La cola de Turtonator se enroscó sobre sí misma, obligándolo a acercarse a su rostro. Al tenerlo frente a él, el tipo Psíquico disparó un Rayo que solo aumentó el agarre del enemigo sobre él.
Nos vemos, compañero, dijo la tortuga con una sonrisa satisfecha.
El tipo Eléctrico al principio no lo comprendió, pero no tardó mucho en obtener respuesta.
Del cuerpo de Turtonator comenzaron a salir haces de luces en todas direcciones. Cada uno de sus poros pronto comenzó a excretar rayos de luz que fueron haciéndolo irreconocible. Hau y Raichu abrieron los ojos con fuerza. El roedor se agitó y utilizó Rayo, gimiendo de dolor por el calor que desprendía el cuerpo de Turtonator. Tenía que liberarse. Tenía que…
—¡RAICHU! —gritó Hau con fuerza, sintiendo los nervios a flor de piel.
En las gradas, Rotom volteó a ver bruscamente a Ash. A su dueño le temblaban ligeramente las piernas y sudaba a raudales. Apretaba con fuerza la mandíbula. Pikachu le dirigió una mirada de preocupación.
—Ash, eso es…
Ketchum asintió vacilante. Pocos fueron los que vieron su gesto, pues el inusitado espectáculo de luces captaba la atención del grupo.
—Explosión —dijo con voz trémula.
Ahí fue cuando todos comprendieron el nerviosismo de Ash. La preocupación solo creció cuando se dieron cuenta de lo que eso significaba.
—¡ESCAPA, RAICHU! —gritó con fuerza Acerola.
Múltiples gritos similares llenaron el estadio. Otros querían ver el escenario contrario. El sacrificio de Turtonator era algo digno de esperarse. Y vaya que lo fue.
La tortuga emitió un rugido que se distorsionó por la energía que emanaba su cuerpo. Raichu utilizó Psíquico con todas sus fuerzas, pero no parecía suficiente. Era como si Turtonator hubiese encomendado toda su fuerza restante a mantenerlo sometido. No se rindió. Escuchaba los gritos de Hau y lo último que quería era rendirse. No era suficiente. Todavía no era suficiente.
Gritó en un desesperado intento de conseguir fuerza de una fuente desconocida pero familiar: la determinación. Lo logró. La cola de Turtonator lo liberó de un chasquido. Raichu sonrió, aliviado, y entonces el tipo Dragón estalló.
Una onda expansiva de tamaño superior al de un Movimiento Z engulló a Raichu por completo y al campo de batalla. El radio de la cúpula de energía era tal que habría atrapado en su interior un poste de luz y le habría sobrado altitud. El cegador destello hizo que el público tuviese que cubrirse el rostro. La presión de viento se esparció por todo el estadio.
Hau entreabrió un ojo y separó las mandíbulas.
—¡RAICHUUUU!
La luz desapareció. El polvo se asentó. En medio del campo de batalla estaba Turtonator, cubierto por una gruesa capa de ceniza, completamente fuera de combate. Raichu no estaba por ningún lado. O al menos a primera vista.
El tipo Eléctrico estaba en un pequeño surco de tierra creado por el impacto de su cuerpo contra la tierra. Al igual que Turtonator, estaba ennegrecido por la ceniza. Su estado era el que cabía esperar.
—¡Ni Raichu ni Turtonator pueden continuar! —anunció Nanu, señalando a tortuga y roedor—. Los combatientes deben enviar a su siguiente Pokémon.
Gritos de emoción se escucharon por todo el estadio, especialmente entre la audiencia adolescente. El espectáculo había sido maravilloso; simplemente inesperado y brutal. Raichu, quien parecía estar en completo dominio del combate, había sido reducido gracias a una táctica suicida meticulosamente planeada.
—Raichu… —murmuró Hau, viendo a su derribado compañero. Sus cejas temblaron.
Raichu era el ganador de esa batalla. Debía serlo. Había sido mejor que Turtonator pero al final habían caído juntos. Mahalo apretó un puño con fuerza. ¿Había sido demasiado blando? ¿Se había esforzado poco? ¿Su indiferencia por el combate era el que lo había llevado a ese resultado? Tenían a Turtonator a su merced, ¿por qué no acabarlo en un santiamén?...
—Tu Raichu demostró ser muy peligroso —dijo Ryuki con una expresión aparentemente conflictuada—. Era un riesgo que se enfrentara a mi as. Pero logramos derribarlo. Turtonator y yo, aunque eso nos costará caro.
Mientras Raichu y Turtonator regresaban a sus Poké Balls, Hau veía a Ryuki. Todo lo anterior, ¿había sido una simple actuación? ¿Todo había sido en pos de mantener su narrativa? Se pensó idiota por siquiera dudarlo. Ryuki hacía todo por su espectáculo, incluso si eso significaba perder al inicio. Su inesperado giro de trama había enganchado a la audiencia y le había valido el tan ansiado apoyo que esperaba. Su impredictibilidad ya guionizada era embriagante para quienes querían ver el caos. Aunque él y Raichu habían sido simples títeres en su obra de teatro, Hau realmente no pudo sentirse ni un poco molesto; frustrado sí, mas no molesto.
Semejante habilidad era digna de reconocimiento. Ryuki era un individuo excepcional.
«KABOOM ADIÓS RAICHU! JAJAJAJA QUÉ FUE ESOOO?»
«Eso estuvo muy bien ejecutado. Ya se veía que Ryuki era más que simple músculo, pero es sorprendete lo inteligente que puede llegar a ser»
«Okey, eso fue inesperado COMO LA MIERDA»
«Amigo, qué bajón. Raichu estaba pisando fuertísimo…»
«Liga Pokémon, ya me resigné a que me vas a sorprender. Hazme tuya»
«Y así como así, la ventaja de Hau murió. ¿El combate siquiera tuvo algún sentido?»
«Pues ahora que lo dices…»
«No, pero en serio. ¿Tan amenazante era Raichu que Turtonator tuvo que, literalmente, inmolarse a sí mismo?»
«Hizo un Necrozma»
«Tengo un amigo que está en el estadio y está a unas filas de Ash. Me mandó un vídeo donde literalmente puedes ver su TEPT»
«ENVÍALO YA»
«Broooo, Ryuki no fue nada considerado con los veteranos de guerra»
«La decisión de Ryuki fue muy inteligente, la verdad, aunque no esperaba esa ejecución. Si Raichu hubiese estado libre por ahí, con esa velocidad y Moflete estático… Bueno, simplemente era GG para Ryuki»
«¿Pero Ryuki no tiene un Garchomp? ¿No podría usarlo?»
«Podría, si lo registró. Si no lo hizo era derrota directa. Si lo hizo, Hau pudo haberlo enfrentado con cualesquiera que sean sus otros dos Pokémon. La situación no era nada favorable para Ryuki, pero se las arregló para emparejar las cosas»
«Les dije que no subestimaran al Dragón»
«Okey, ¿pero una foto de perfil de Iron Maiden? Crezcan, roqueritos y salgan a buscar mujeres»
«Soy mujer, emo tonto»
«Dime 5 bandas de rock más que no sean las típicas o eres una poser»
«¿Te puedo seguir, amiga?»
«Raichu: *Va ganando*
Turtonator: *Empieza a sonar megalovania*»
«¿Qué es megalovania?»
«Una canción de un juego que se llama Undertale. Salió hace poco»
En las gradas, el impacto de la derrota de Raichu era claro, mas no abrumador. Sabían que las cosas todavía no terminaban para Hau Mahalo. Si era un dos contra dos…
—La tienes a tu lado, Hau. No puedes perder —dijo Lana en un murmullo.
Gritaron para animarlo.
Hau y Ryuki intercambiaban miradas. Mahalo cerró los ojos por un momento para después abrirlos con revitalizada energía. Sonrió.
—¡Me has buscado todo este tiempo y finalmente me encontraste, rey del humo! ¡Yo, Hau Mahalo, legítimo heredero de la corona de Melemele, acepto tu desafío! —Lo señaló con un dedo índice—. ¡Puede que no salga de esta batalla con una corona dorada sobre mi cabeza, pero sin duda me coronaré como el vencedor!
El público se escandalizó ante la declaración de Mahalo, cosa que puso ligeramente nervioso a Ryuki. No esperaba una declaración de guerra, y menos de Hau Mahalo. Era problemático. Quería que Hau lo desafiara, sí, pero no con esa vehemencia. La actitud serena de Hau era perfecta, pues parecía que no se tomaba muy en serio el combate y, por ello, no causaba mucha conmoción entre los espectadores. Si les dejaba una impresión verdaderamente fuerte mediante sus palabras, entonces los seguidores de Ryuki se encontrarían en peligro de disminuir. Pese a sus preocupaciones, no pudo permitirse no responder al desafío… o a la respuesta de su desafío.
—¡Rey del humo es solo uno de mis muchos alias, rey de Melemele! ¡Permíteme demostrarte aquel que más orgullo me da! —Sacó su siguiente Poké Ball—. ¡Déjame mostrarte porque me llaman Dragón!
Garchomp apareció cuando la Poké Ball se abrió. El tipo Tierra rugió fuertemente, a la espera del oponente que desafiaría su autoridad.
Los ánimos del público se caldearon. La situación entera era bastante infantil, con ellos hablando de esas forma tan pomposa, pero era curiosa como mínimo. A los espectadores parecía gustarles más que los entrenadores tuvieran conflicto entre ellos antes que estuvieran callados durante toda la batalla sin intercambiar palabra.
Hau no dejó esperando más tiempo a su oponente, lanzando al aire su propia Poké Ball. Tauros emergió, bramando fuertemente y golpeando su espalda con los látigos que tenía por colas. Su habilidad se activó al instante.
Por unos momentos Garchomp vio a Tauros más grande de lo que era. La ilusión óptica causada por Intimidación lo hizo retroceder un paso, pero inmediatamente se repuso. Pese a su rápida recuperación, no pudo evitar la reducción de ataque.
—¡ES TAUROS CONTRA GARCHOMP! ¡Un combate entre dos pesos pesados extremadamente veloces y poderosos! ¡Sin ventaja de tipo, solo puños que chocan! ¡O en este caso, garras contra cuernos!
La predisposición al combate de Hau hizo que Ryuki cambiara su enfoque. Era hora de apantallar no solo con exposición, sino con fortaleza. Tenía que ser mejor que Mahalo. Tenía que derrotarlo con todas las de la ley. Dio medio paso al frente en un gesto dominante y mostró las afiladas garras negras de sus guantes, las que utilizaba para rasguear la guitarra. Ellas no eran lo importante. Lo verdaderamente relevante se encontraba debajo: sus uñas, ligeramente más largas de lo usual. Con ellas había recorrido las cuerdas de su guitarra miles de veces. Se habían roto, o por el contrario habían roto las cuerdas, pero siempre volvían a salir. Sus uñas, como guitarrista, eran un orgullo, y como dragón, eran sus armas.
—¡Garra dragón!
—¡Furia taurina!
El tamaño de sus cuerpos hacía imposible creer que pudieran moverse a gran velocidad, pero lo hicieron. Tauros, el más veloz de los dos, llegó primero y con más impulso. El cuerpo del toro, recubierto por un deslumbrante fulgor dorado, chocó directamente contra las garras de Garchomp. Forcejearon.
Colette reconocía Furia taurina. Ella había estado ahí cuando Tauros lo había aprendido. Todo había sido gracias a Ismael, un chico paldeano al que se habían encontrado multitud de veces en el viaje. En fuerza era muy superior a Colette, pero inferior a Hau. Sonrió, contenta al saber que el viaje de Hau por Kalos le había dejado algo más que las mejores noches de su vida.
Garchomp frunció el ceño. Si su ataque no hubiese sido reducido, ya habría doblegado al oponente, pero no era el caso. Sabía que Ryuki no lo retiraría del combate, pues él no iba a dejar que nadie más tocara a la estrella hasta que verdaderamente tuviese que brillar. Así pues, Garchomp dejó de lamentarse y pasó a la acción.
Ambos ataques rebotaron, impeliendo ligeramente a sus usuarios.
—¡Cabeza de hierro! —gritó Mahalo.
Tauros no atacó como tal. Sus cuernos endurecidos apuntaron a las piernas de Garchomp, derribándolo con un rápido movimiento de cuello.
El tipo Dragón comenzó a caer, pero se recuperó con una rápida pirueta. Inmediatamente después lanzó un Puya nociva que Tauros recibió con su cabeza todavía metalizada. Garchomp aprovechó la anatomía del enemigo para darle un rodillazo en la mandíbula que lo hizo retroceder levemente.
Tauros no permitió que simplemente lo golpearan. Agitó violentamente la cabeza, atrapando y torciendo el brazo que Garchomp había utilizado para atacarlo. El cuerno se clavó despiadadamente en la extremidad del oponente, haciéndolo rugir del dolor. Tauros insistió en su agresión, dando largas zancadas con sus poderosas patas.
—¡Terremoto! —gritó Ryuki.
Garchomp clavó las garras de sus patas inferiores al piso e hizo fuerza en el tronco, obligando a Tauros a regresar la cabeza a su posición natural (lo más que pudo). Una vez que recuperó un poco de terreno, el suficiente para que el tipo Normal no lo manejara a su gusto, pisoteó el suelo. Ondas del color de la terracota se expandieron por todo el campo de batalla y, a esa distancia, el toro poco pudo hacer para evadirlas. Garchomp vio las violentas sacudidas y se preparó para volver a atacar. No contaba con que Tauros lo liberaría a propósito.
Con una brusca sacudida, Tauros alejó sus cuernos de las garras superiores de Garchomp, pero no fue una acción de buena fe. Lo hizo para poder cargar directamente contra su estómago para luego elevarlo ligeramente en el aire antes de finalmente estamparlo contra la tierra. La cornamenta de Tauros, reluciente gracias a un aura del color de un chicle de fresa con diamantina, comenzó a arrastrar impetuosamente a Garchomp por el suelo. Ocasionalmente agitaba la cabeza con tanta rudeza como le era posible, clavando sus cuernos en los costados del tipo Dragón.
Entre sacudidas y gruñidos de dolor, Garchomp comenzó a golpear con fuerza el lomo de Tauros. El toro se quejaba por los golpes, pero no lo soltaba, y aprovechaba todas las ocasiones que tenía para latigar los brazos de Garchomp con sus colas. Quiso utilizar Puya nociva en lugar de Garra dragón, pero su cuerpo fue sacudido por un incesante escalofrío que lo hizo sentir que estaba muriendo. Cuando se recuperó del shock inicial, Ryuki le ordenó el uso de Avalancha. Esta vez no apuntó a la espalda, sino que fue directamente por las patas traseras.
Rocas afiladas golpearon las rodillas de Tauros. Sumadas a los constantes rodillazos y arañazos de las garras inferiores de Garchomp, el toro terminó cediendo. Sus patas traseras se doblaron de modo que el peso de su parte posterior hizo a la frontal levantarse, dándole una angulación ligeramente elevada a su postura.
Garchomp aprovechó el momento para tomar los cuernos de Tauros, alejarlos de su torso, y luego zarandearlo haciéndolo caer al suelo de costado. El tipo Dragón se levantó de un salto y se alejó planeando.
—¡ESO ES, HAU! —gritó alguien en el público.
Ryuki escuchó las voces que aclamaban a Hau. Estaba ligeramente sorprendido. Toda esa repentina agresividad era muy contrastante con el estilo de combate que Mahalo había exhibido hasta el momento. ¿Por qué de pronto…?
—¿Vas a alejarte? —preguntó Hau. Dejó salir un pequeño suspiro y luego sonrió muy levemente. Se encogió de hombros—. Creí que íbamos a pelear de frente, pero bueno, no importa. ¡Hagamos esto como tú quieras!
¿Era por eso? ¿Peleaba así porque no tenía que mantener distancias ni cuidarse de la posición del enemigo? Lo pensó y fue lo lógico. Noivern era un combatiente de largo alcance como Turtonator y Raichu, pero Garchomp y Tauros eran luchadores cara a cara; sin sorpresas.
—¡PELEA COMO HOMBRE, RYUKI!
—¡DE FRENTE, DE FRENTE, DE FRENTE!
—¡NO TE ALEJES, RYUKI! ¡DALE AL REY LO QUE QUIERE!
—¡VAMOS, RYUKI! ¡ES EL MOMENTO QUE TANTO QUERÍAS! ¡LO TIENES ENFRENTE!
—¡NO LO DEJES JUGAR CON SUS REGLAS, HAU! ¡DERRÍBALO!
—¡TÚ PUEDES, DRAGÓN!
Ryuki se dejó llevar. Tomó aire y recordó dos combates que habían sido como el que el público quería: la batalla de Charizard y Silvally, y el duelo de los Incineroar de Ash y Elio. Gritó.
—¡El público quiere un combate cara a cara! ¡Sin nada de truquitos! ¡Solo golpes, patadas, arañazos y embestidas! —Se señaló a sí mismo—. ¡Yo me debo a mi público y hago todo por ellos, por lo que estoy dispuesto a pelear de esa manera! ¡¿Qué me dices tú, rey?!
La sonrisa de Hau creció y su rostro se iluminó. Estaba siendo sincero.
—¡Yo digo que hagamos esto, Ryuki! —Chasqueó los dedos con fuerza.
El público los ovacionó a ambos como coprotagonistas que eran. Ryuki pensó que no era suficiente. Si iban a compartir el papel de protagónicos, entonces quería que Hau fuese el deuteragonista.
—¡Kamikaze! —gritó Ryuki.
Garchomp tomó impulso y saltó, comenzando a volar a toda velocidad en contra de Tauros. El tipo Normal se plantó firme y avanzó con su propia Furia taurina. Se vio obligado a cambiar a Cabeza de hierro cuando Garchomp comenzó a girar a toda velocidad mientras usaba Avalancha.
Las rocas chocaron y se estrellaron al entrar en contacto con la cabeza de Tauros, no sin antes lastimarlo. El pesado toro se agitó levemente, incapaz de retroceder o de retirarse. Vio llegar a Garchomp y agitó violentamente la cornamenta, sin contar con el último giro que el dragón daría.
En mitad del aire, el tiburón terrestre dio una pirueta que lo alejó de los cuernos de Tauros y le permitió sujetarlos con fuerza. Tiró de ellos, haciendo que ambos cayeran al suelo. Se levantó a toda prisa tal como Tauros lo estaba haciendo. Aprovechó que estaba a su costado para lanzarse con un Puya nociva que fue desviado por los latigazos de las colas del rumiante, los cuales ardieron de tal forma que Garchomp por un momento creyó que lo habían quemado con hielo.
Tauros aprovechó la distracción para encarar al enemigo y lanzarse en su contra con Furia taurina. Su ataque chocó contra el Garra dragón de Garchomp, obligándolo a retroceder lentamente. La ventaja de Tauros era que su ataque contenía el peso de todo su cuerpo, mientras que el zarpazo de Garchomp contaba con la (increíble) fuerza de su brazo y, dependiendo de la forma en la que hubiera atacado, tal vez de su torso.
El tipo Tierra tuvo que utilizar su garra izquierda para apoyar a la derecha, pues estaba perdiendo terreno.
Ryuki sabía que un simple Garra dragón no detendría a un Pokémon como Tauros, conocidos por ser increíblemente testarudos e insistentes. Su fuerza estaba limitada y su espada era de un solo filo. Se preguntó de qué forma podría atacar mientras defendía sin que luciera demasiado obvio, pues lo necesitaría contra Tauros. Recordó entonces al daisho: la infalible unión de sables samuráis.
El daisho estaba compuesto por la mundialmente conocida katana, retratada en cientos de miles de medios alrededor del globo, y por la wakizashi, un corto sable que los samuráis usaban en combates que requerían un menor rango. Con el pasar de los años, la historia le había dado su fama a la katana, dejando en el olvido a la wakizashi por ser el arma "secundaria". Armas hermanas, diseñadas ambas con un propósito en el que eran excelentes, pero siendo una relegada al segundo puesto porque la otra podía hacer lo mismo y de forma más espectacular.
Ryuki entonces vio sus propias manos. ¿No era lo mismo con los brazos? ¿No se le daba trato preferencial a uno porque era el dominante? Cuando la gente hacía la pregunta de qué brazo preferían perder, inmediatamente saltaban a decir que aquel que no fuera el dominante. ¿Pero por qué? ¿Por qué no luchar un poco más por su otro brazo que funcionaba igual de bien? ¿Por qué deshacerse tan rápido de él como si fuera algo secundario? Había muchas cosas que Ryuki no podría hacer sin su brazo izquierdo; simplemente tocar los acordes de la guitarra le sería imposible. Si era el caso, Ryuki prefería mil veces perder una pierna (aunque no las dos). Vio su brazo izquierdo y supo que era su wakizashi; encasillado siempre como el segundón pero tan confiable como su brazo derecho (katana).
Al pensar en sus brazos como armas, Ryuki llegó a una conclusión. La katana era más larga y robusta. La wakizashi era más corto y delgado. Para mantener la distancia, la katana era la indicada. Para golpear desde cerca y con precisión letal, la wakizashi era la opción. Entonces, ¿por qué no usar la katana para defenderse de los cortes enemigos y la wakizashi para regresarlos? Sabía que no funcionaba así, y sabía que su profesor de historia seguramente le daría un seminario hablando sobre las desventajas e inconvenientes de manejar un sable largo con una sola mano, pero no le importaba. Él había llegado a su propia conclusión. Su propia y única idea.
En la música las ideas lo eran todo. Podías componer la letra más irreverente jamás escuchada por el hombre, pero si la idea era buena; si la base era sólida, entonces tendrías un éxito. Y Ryuki tenía una idea ganadora.
—¡Garra dragón con tu garra izquierda, Garchomp! —gritó con fuerza.
El Pokémon obedeció. Apenas alejó la extremidad del cráneo de Tauros, este comenzó a arrastrarlo. Comenzó a golpear su rostro, pero eran golpes contundentes y, por ende, lentos (para estándares de la velocidad de Garchomp). Ryuki no necesitaba eso.
—¡Más rápido, Garchomp! ¡TAN RÁPIDO QUE NI SIQUIERA PUEDA VERTE! —dijo a todo pulmón.
Garchomp no lo entendió, pero obedeció. Confiaba en Ryuki. Puso todo su peso en el brazo derecho, que empezaba a sentirse adormecido, mientras que con el izquierdo comenzó a dar rápidos y certeros golpes que golpeaban la mandíbula de Tauros. No eran golpes realmente fuertes, pero la cantidad de ellos que eran lanzados era abrumadora. Garchomp se esforzó por mantener una velocidad constante y por incrementarla en medida de lo posible. Frunció el ceño con fuerza al sentir como su brazo derecho se estremecía.
Tauros agitó la cornamenta, adolorido y molesto por la cantidad de golpes. Pasó de la carga al aprisionamiento, obligando a Garchomp a arrodillarse ante él. Cargó todo su peso en su embestida, haciéndolo temblar de pies a cabeza. Pese a la posición desventajosa, Garchomp no dejaba de atacarlo con sus golpes como agujas.
Ryuki escuchó como todo el estadio pronto comenzaba a apoyar a Hau, pero… no le importó. Los calló a todos. Vació su mente de todas las voces que no le eran relevantes y enfocó su atención en lo que sí lo era: su idea. Adoraba a sus fans, pero había algo que adoraba todavía más. Nada lo satisfacía más que crear. Y si había algo que le dolía más que el público no dijese su nombre, era que sus ideas fallaran. Por eso mismo cruzó los dedos y con todas sus fuerzas rezó; no a Dios, sino a sus musas.
Permitan que funcione, abuelos, pensó con el ceño fuertemente fruncido.
Garchomp entonces rugió. Estaba encorvado y con las rodillas encajadas en el suelo. Rugió y aumentó la velocidad de sus golpes sacrificando todavía más poder.
La cabeza de Tauros se agitaba rápida y bruscamente, pero no había problema. Su anatomía le permitía resistir las conmociones. O eso creían todos. Se llevaron una sorpresa enorme cuando, de la nada, los ojos de Tauros se pusieron en blanco y cayó sobre su costado.
El público entonces gritó. Todo el mundo se levantó de su asiento ante lo que acababa de suceder. La gente que apoyaba a Hau inmediatamente pensó lo peor.
Ryuki y Garchomp abrieron los ojos con fuerza. El tipo Dragón se alejó de un salto, esperando a ver lo que haría el oponente. Se puso en posición cuando los ojos de Tauros volvieron a mostrar sus pupilas.
El toro se levantó con torpeza, bramando débilmente. Agitó la cabeza, aturdido. Sus colas comenzaron a moverse erráticamente. Y su mirada lucía desenfocada.
—¡Tauros, ¿estás bien?! —preguntó Hau, arrugando levemente el entrecejo.
Tauros bramó de nuevo. Aunque a primera vista podía parecer que había sido afectado por la confusión, pronto los expertos determinaron que solo estaba increíblemente mareado.
¿Cómo es posible?, pensó Hau, viendo al todavía sorprendido Ryuki. Tauros no es inmune a las contusiones, pero sí es resistente a ellas. Su cuello, su cráneo… ¿Cómo lo hizo?
—Agitó su cabeza como si fuese una sonaja —dijo Lillie—. Aunque los Tauros tienen cierta protección contra las conmociones cerebrales, ciertamente pueden sufrirlas. Tienen cráneos robustos y cuellos gruesos que reducen el impacto de los golpes, pero eso solo ayuda hasta cierto punto. Imaginen a un Tauros moviendo la cabeza a la misma velocidad que un Pikipek.
La idea ciertamente era curiosa, pero precisa.
—Los Pikipek tienen cráneos esponjosos que absorben la energía de los impactos, evitando que lleguen directamente al cerebro —siguió diciendo Lillie—. Tauros no tiene eso. La forma en la que Ryuki zarandeó la cabeza de Tauros hizo que su cerebro rebotara en el interior como una pelota, lo que ocasionó una lesión axonal difusa.
—¿Una qué? —preguntó Elio, alzando una ceja.
Ash comenzó a darle varios golpecitos a Gladio, indicándole con una sonrisa emocionada que escuchara la respuesta de Lillie. Gladio simplemente asintió.
—Imagina un electrodoméstico. Está conectado a la luz por un cable que, a su vez, está compuesto por múltiples mini cables que funcionan en su conjunto para mantener las cosas operativas. Ahora imagina que tiras con fuerza de ese cable; podrías llegar a romper los mini cables, lo que causaría una interrupción en el funcionamiento normal del electrodoméstico —explicó Aether—. Ahora simplemente sustituye «electrodoméstico» por «cuerpo», «cable» por «cerebro», «tirón» por «golpes» y «mini cable» por «axón», que es la parte de la neurona que lleva los impulsos eléctricos a otras partes del cuerpo. Como los axones no funcionan bien, las neuronas no se comunican como deben y se pierde la consciencia.
—E-eso suena gravísimo —dijo Malvácea con consternación—. ¿Tauros va a estar bien?
Lillie asintió. Le dedicó una sonrisa a la señora Mahalo, buscando tranquilizarla.
—Tauros es un Pokémon, por lo que las cosas son distintas para él. Puede recuperarse en cuestión de minutos de una lesión que a nosotros los humanos nos tomaría horas o incluso días.
Malvácea, Acerola y los demás presentes suspiraron con alivio. Ash, sonriéndole a Gladio, comenzó a señalar repetidamente a Lillie.
—Sí, lo escuché, Ash —dijo Gladio.
—¡Vamos, Tauros, necesito saber que estás bien, amigo! —gritó Hau de nueva cuenta—. ¡Camina hacia mí!
Tauros hizo eso mismo. Daba pasos torpes en exhibición de la pobre coordinación de su cuerpo. Su vista parecía nublada, lo que preocupó a Hau. Frunció el ceño, comenzando a buscar la Poké Ball de Tauros. El toro entonces bramó y sus ojos recuperaron cierta lucidez. Hau cedió rápidamente.
—¡Te lo agradezco, rey! —dijo Ryuki con orgullo en la voz—. ¡Es gracias a ti que creé una nueva técnica! ¡Saluda a Daisho, el arma que va a derrotarte!
Garchomp extendió su brazo derecho y retrajo el izquierdo. La gente ovacionó su postura.
—¿«Daisho»? —repitió Hau, confundido pero intrigado—. ¿Es kantonés?
—¡Sí! ¡Significa «"grande y pequeña"»! ¡Es en referencia al par de sables tradicional samurái, la katana y el…! —Se detuvo de golpe. Con el dedo índice comenzó a apuntar a Mahalo mientras reía—. Eres un diablo listo, rey. Por un momento me engatusaste con tu curiosidad. Sabes que me gusta compartir mi conocimiento y querías usarlo a tu favor para comprar tiempo.
Hau apartó la mirada disimuladamente, sonriendo nervioso. Él no sabía que a Ryuki le gustaba "compartir su conocimiento", pero sí sabía que le encantaba hablar. Pero no era tonto, eso saltaba a la vista.
—¡Sin embargo, lo permito! —exclamó Ryuki con fuerza, tomando por sorpresa a Hau—. ¡Es una oportunidad única para derrotarte, pero qué mal espectáculo sería golpear a un oponente que apenas se tiene en pie! ¡Me gusta que mis rivales se defiendan, y más si son oponentes de tu talla, rey!
Hau no sabía si lo decía en serio o era para ganarse la simpatía del público. Entrecerró los ojos por un momento, pero finalmente asintió. Le dolía en el orgullo, pero tenía que aceptar la oferta de Ryuki.
—Sería un gran gesto de tu parte —rio Mahalo—. Gracias, Ryuki.
Olano le dedicó una sonrisa, asintiendo pacientemente. Se giró hacia las personas en las gradas y Ryuki gritó.
—¡Lo siento, querido público, pero les tendré que pedir que esperen unos pocos minutos! ¡Solo será poco tiempo a cambio de un combate espectacular entre el rey y el Dragón! —dijo, con las manos unidas a modo de súplica.
La petición de Ryuki fue sorprendentemente bien aceptada por todos menos por Tauros. El toro bramó con molestia y trató de cargar contra Garchomp, pero la voz de Hau lo detuvo.
—Si estás molesto, solo asegúrate de recuperarte cuanto antes —dijo el moreno con serenidad.
Tauros se detuvo, bufó y cerró los ojos. Cuando los volvió a abrir no habían pasado ni cinco minutos. Rasgó el suelo con sus pezuñas delanteras y respiró con tanta fuerza que sus exhalaciones eran audibles.
Ryuki, que se había quedado dando golpecitos rítmicos al suelo con el pie, sonrió.
—¿Listos?
—Listos. De nuevo, gracias.
—¡Agradéceme con una batalla a la altura! ¡Terremoto!
Acaba de recuperarse y ya quiere sacudirlo de nuevo, pensó Hau, divertido.
—¡Furia taurina!
Vaya que Tauros estaba furioso. Tanto que incluso saltó por encima de la onda de energía en dirección a Garchomp. El tipo Dragón también se abalanzó en su contra.
Ambos chocaron, pero el aire era el dominio de Garchomp. El tiburón tomó a Tauros de los cuernos y voló junto a él, no sin dificultad.
En pleno vuelo, el toro bravo castigó ferozmente las piernas de Garchomp con sus látigos. Tauros también agitó bruscamente la cabeza, haciendo que el enemigo perdiera el equilibrio. El tipo Normal se agitaba tanto que pronto comenzaron a desplomarse.
Garchomp intentó evitar el impacto al arrojar a Tauros, sin contar con que el cuadrúpedo utilizaría Cabezazo zen. Si de por sí el agarre de Garchomp era pobre al no contar con dedos, el zangoloteo de Tauros solo hizo peor las cosas. No pudo arrojarlo, pero sí dejarlo caer.
—¡Furia taurina! —repitió Hau despreocupadamente.
Tauros fue rodeada por aquella aura dorada mientras caía. Su aceleración, masa y la estela que dejaba tras de sí daban la ilusión de que era un auténtico meteorito entrando a la atmósfera. El toro se estrelló contra el suelo, levantando gran cantidad de polvo, pero se levantó sin problemas al cabo de unos segundos. Vio hacia arriba: a Garchomp.
—¡Vamos de frente! ¡Daisho!
—¡Cabeza de hierro!
Ambos Pokémon se encontraron de frente, colisionando sus movimientos. La garra derecha de Garchomp, envuelta por el aura amatista de Garra dragón, interceptó el ataque de Tauros. Al estar todavía en el aire, el tipo Tierra no tenía nada que le impidiera ser impelido hacia atrás. Antes de alejarse del oponente, Garchomp conectó cinco veloces golpes de Garra dragón. Sabía que no tendría tiempo para volver a provocarle una contusión, por lo que había sacrificado velocidad por potencia.
Garchomp aterrizó en el suelo y se disparó de regreso en contra de Tauros, quien había seguido cargando en su contra. El dragón recibió la cornada con el brazo derecho giró en dicha dirección y, mientras lo hacía, dio una sucesión de rápidos golpes contra el costado de Tauros. Antes de que pudiera alejarse, las colas de Tauros latiguearon su cara, haciéndolo cerrar los ojos con fuerza.
Tauros aprovechó la distracción para atacar con un Cabeza de hierro que amedrentó a Garchomp. Usó ese lapso de tiempo para lanzarse con un Furia taurina que expulsó volando al enemigo.
El Pokémon de Ryuki se recuperó en medio del aire, volando rápidamente en contra de Tauros. El toro lo recibió con una embestida, pero Garchomp tenía otros planes. Se barrió por el suelo, golpeando contundentemente las patas derechas del rumiante con Puya nociva. Los látigos intentaron castigarlo cuando pasó por la parte trasera, pero él los repelió con los veloces movimientos de su "wakizashi".
Con presteza, el toro se dio la vuelta. Encaró a Garchomp justo cuando este se había terminado de girar. Se atacaron entre sí. Tauros bloqueó la wakazashi de Garchomp con un brusco movimiento de cabeza y luego encaró su katana con brutalidad.
Garchomp resintió el repentino choque que su brazo derecho recibió, perdiendo ligeramente el balance. Dio un pequeño salto que lo ayudó a recuperar la compostura y, en el proceso, lanzó una patada contra el rostro del toro. Su pierna logró golpear el costado del rostro de Tauros, pero este la atrapó entre sus cuernos y la empujó hacia abajo. Mientras caía, Garchomp se sujetó de la cornamenta del enemigo y tiró con todas sus fuerzas de ella, logrando despegar los cuartos traseros de Tauros del suelo. Ambos Pokémon cayeron al suelo.
El toro había aterrizado sobre la pierna de su enemigo con todo su peso, lo que lo hizo emitir un rugido de dolor. Tauros vio como los ojos de su enemigo se afilaban y, de un momento a otro, sintió un agudo dolor que pronto comenzó a arder como si de una quemadura química se tratase. La pierna derecha y los brazos de Garchomp lo impulsaron hacia atrás, alejándolo de él. Se levantó y se detuvo. Respiraba con fuerza, pero no como muestra de dominancia. Estaba cansándose. Demasiado.
Garchomp se puso de pie con dificultad. La pierna izquierda enviaba agudos dolores a todo su cuerpo, como una grieta en una taza de porcelana; un punto débil que, en cualquier momento, conllevaría al colapso de la vajilla. Dio pasos lentos, cojeando, trazando un semicírculo alrededor de Tauros. La pierna no era lo único que le dolía, pues su "katana" también estaba entumecida. Daisho era una técnica impresionante, pero la defensa sufría mucho con cada uso. Era lo lógico: una hoja se mellaría si era constantemente golpeada por otra.
Hau golpeteó el suelo con el pie derecho. Se llevó las manos a la cintura, bajó la cabeza y suspiró. Levantó la mirada con cierta resignación y colocó los brazos tras la nuca.
—Estamos en las últimas, ¿no? —dijo Hau soltando una risita.
—¡Lo que tú llamas "las últimas" para mí es solo el estribillo! —dijo Ryuki, mostrando las garras de su mano derecha.
Mahalo se cruzó de brazos, cerrando los ojos.
—No tengo mucha idea de música si te soy sincero. Mi oído musical es algo malo.
—¿Y de qué tienes idea? —preguntó Ryuki, alzando una ceja con curiosidad.
—¡De malasadas! —dijo Hau de inmediato. Su rostro mostraba una ilusión infantil—. ¡Dulcesadas, picasadas, acidasada, secasada, amargasadas, maxisadas! ¡Todas me gustan!
En el rostro de Olano apareció una sonrisa que se fue ensanchando. Por un momento pareció nostálgico.
—¡Malasadas! ¡Por… Tapu Bulu! —rio, llevándose una mano a la frente—. ¡Por un momento me había olvidado de ellas, pero las adoraba cuando era niño!
—¡¿Cuál era tu favorita?!
—¡La secasada me encantaba! ¡Mis amigos decían que tenía demasiada migaja, pero nunca entendieron sus puntos positivos!
Hau lo señaló con una sonrisa entusiasta.
—¡Es la mejor para acompañar a la leche Mu-mu! —exclamó—. ¡La leche de por sí es dulce, por lo que acompañarla con otras malasadas con más azúcar puede ser empalagoso!
Olano tembló levemente, incapaz de contener su emoción.
—¡Tú lo entiendes, rey! ¡Nadie comprendía mis argumentos! —dijo con cierta molestia.
Ambos se rieron a carcajadas.
—¿De qué estábamos hablando? —preguntó Hau despreocupadamente.
Olano se lo pensó.
—Imagina que te estás comiendo una malasada.
Hau se pasó una mano por la boca.
—Y que por fin llegas al centro donde está el relleno. El pan estuvo bien, seguro, pero el relleno. Eso es donde está lo realmente delicioso —dijo con cierta ensoñación.
Con una sonrisa, Hau asintió.
—Eso es algo que sí puedo comprender. —Elevó una mano—. Vamos, Dragón. Invítame una maravisada.
Los ojos de Olano brillaron.
—¡¿Todavía las venden?!
—Para descubrirlo tendrás que ganar este combate —dijo Hau con una sonrisa desafiante.
Ryuki entonces se encorvó. Garchomp lo imitó. Había reposado un momento, por lo que se sentía con mayor predisposición a atacar.
—¡Vamos, rey! —gritó el Dragón—. ¡Terremoto!
—¡Furia taurina!
Tauros tomó impulso y saltó, esquivando la onda creada por el pisotón de Garchomp. En medio del aire fue interceptado por el tipo Tierra, quien dio rápidos giros mientras volaba. Ambos se estrellaron, comenzando a caer a tierra. El toro bravo aprovechó la cercanía para latiguearlo, pero Garchomp parecía tener cierta comprensión sobre él, pues sujetó sus colas con firmeza para evitar que se movieran.
Los dos mastodontes golpearon abruptamente el suelo, levantándose tan rápido como pudieron. Garchomp aprovechó para tomar distancia con una patada en el costado de Tauros, la cual desequilibró a ambos. El tipo Dragón caýo de cuclillas pero inmediatamente después se arrojó contra Tauros. Fue interceptado a medio camino.
Forcejearon, indispuestos a ceder. Tauros, en general, se veía más golpeado que Garchomp. Sin embargo, era el tipo Dragón el que parecía más cansado. El dolor de su pierna izquierda y brazo derecho era abrumador. Su katana no logró soportar el peso de Furia taurina, por lo que fue impelido. En mitad del aire se recuperó, lanzándose en contra de la espalda de Tauros. Chocó contra el lomo del toro y comenzó a girar sobre éste como rodaría por el capó de un auto un peatón arrollado. En cada giro utilizaba su wakizashi para dar rápidos y certeros golpes a Tauros. Vio los látigos acercándose y se alejó volando tan pronto como pudo. No llegó muy lejos, pues Tauros se dio una rápida vuelta y lo embistió con un Cabezazo zen.
Viendo a Garchomp caer al suelo, Tauros siguió de largo con su Cabeza de hierro. El tipo Dragón se levantó y cargó en su contra, pero en esta ocasión el toro no se dejó engañar. Dio una cornada ascendente que golpeó la pierna mala de Garchomp, mandándolo a volar.
El tiburón aterrizó con una torpe voltereta, cargando todo su peso sobre la pierna derecha. Si hubiera caído con la izquierda, estaba seguro de que no podría moverse.
—¡Vamos a vengar a Lana, Tauros! —gritó Hau con fuerza y decisión—. ¡Enfado!
Ryuki entrecerró los ojos y frunció el ceño. Su mandíbula se apretó. No era bueno. No podía dejar que Hau se ganara a los espectadores recurriendo al argumento de la venganza, el cual era exageradamente efectivo. Se llevaría a la parte de la audiencia que había apoyado a Lana. Por ello, apeló a algo que el público no podía resistirse: la humildad.
—¡Nos hemos abierto camino desde lo más bajo para llegar hasta aquí, Garchomp! ¡No caeremos ante reyes ni condes! ¡VAMOS A DEMOSTRARLE LA FUERZA DEL HOMBRE DE A PIE! —gritó con firmeza—. ¡DAISHO!
Los ojos de Tauros adquirieron un brillo carmesí comparable al de los Lycanroc nocturno y crepuscular. Su cuerpo fue envuelto por un aura cerúlea que tonificó sus poderosos músculos y removió de su cuerpo la fatiga. Si no terminaba con Garchomp con eso, entonces estaría acabado.
Por su lado, el tipo Tierra extendió el brazo derecho y retrajo el izquierdo, cubriendo ambos en un aura amatista. Sería difícil, pues su katana estaba roma. Pero tenía que esforzarse. Un último empujón para derrotar al oponente que ante él se plantaba.
Finalmente se batieron a duelo. Tauros comenzó a dar feroces cornadas que Garchomp bloqueaba a duras penas con su brazo derecho, mientras que con el izquierdo daba rápidos piquetes de Garra dragón. Su garra, convertida en una certera daga, hacía daño a Tauros, aunque no lo suficiente para derribarlo. Podía intentar ser más contundente, pero si descuidaba la defensa sería arrollado por el enemigo.
—¡Salta, Garchomp! —gritó Ryuki.
El tipo Dragón obedeció. Dio un pequeño salto, puso la pata derecha contra el rostro de Tauros y se impulsó. El empuje lo alejó de Tauros, pero inmediatamente buscó recuperar la distancia. Gracias a su vuelo, Garchomp pudo posicionarse al costado de Tauros. Evadió las colas con su katana y con su wakizashi cargó un ataque tan fuerte como rápido.
El brutal golpe hizo estremecerse a Tauros, pero no lo derribó. El toro rápidamente se dio la vuelta, lanzando una cornada que no asestó pero que obligó a Garchomp a retirarse.
Por las prisas, el tiburón pareció olvidar que tenía una pierna lastimada, pues cayó sobre ella sin reparo. Las consecuencias de sus decisiones lo golpearon pronto, pues cayó de sentón al piso mientras apretaba los dientes por el agudo dolor. Lo que también lo golpeó rápidamente fue Tauros, quien lo aprisionó entre sus cuernos y el suelo, comenzando a arrastrarlo nuevamente.
Los movimientos de Tauros fueron mucho más violentos en esta ocasión. Arrastraba a Garchomp, lo elevaba un poco y luego lo azotaba contra el piso nuevamente. Sus cuernos en forma de media luna se encajaban dolorosamente en el torso del enemigo, haciéndolo retorcerse y gruñir del dolor.
Garchomp no era el Pokémon más lindo; Tauros al menos tenía a su favor su aspecto mullido, pero en esa situación las apariencias poco importaban. Lo que importaba era la percepción del público y, a los ojos de muchos, Garchomp estaba siendo tratado con brutalidad. Por eso mismo Ryuki ganó más fieles que se sumaron a su causa.
—¡PELEA, GARCHOMP!
—¡NO DEJES QUE TE TRATE ASÍ, DERRÓTALO!
—¡GARCHOMP, PÉGALE, PÉGALE!
—¡YA DÉJALO, ESTÁ MUERTO!
El tipo Tierra frunció el ceño con fuerza y rugió. Abandonó su Daisho y comenzó a atacar con sus dos garras y la pierna que todavía podía mover. Dejó caer una rápida mezcla de Garra dragón y Puya nociva contra el lomo de Tauros mientras que con la pierna rasgaba su vientre e intentaba patear sus patas traseras. Las violentas sacudidas comenzaron a marear a Garchomp, pero no se rindió tan fácilmente. Parecía del todo indispuesto a dejarse derrotar y tenía la intención de hacer cualquier cosa por frenar a Tauros. Lo hizo.
Apartó la pierna derecha de Tauros y la clavó en la tierra, creando a sus espaldas un grueso pilar de roca invocado con Avalancha. No tenía la terminación puntiaguda de Roca afilada, pero no era lo que necesitaba; él solo quería algo que detuviera a Tauros. La roca hizo de soporte, aguantando las embestidas de Tauros mejor de lo que Garchomp había imaginado en un primer momento.
—¡Terremoto sobre ti mismo! —gritó con fuerza Ryuki, recordando las batallas de Lillie.
Con la pierna todavía clavada al suelo, Garchomp invocó poderosas ondas que, en lugar de expandirse por el campo de batalla, agitaron su cuerpo. La extrema vibración de Garchomp comenzó a agitar también a Tauros por la cercanía. El tiburón se preparó para atacar con un Puya nociva acompañada de un Garra dragón, pero solo alcanzó a conectar la primera. Fue levantado por Tauros, quien lo estrelló contra la roca, haciéndolo atravesarla y caer rodando al suelo.
Del cuerpo de Tauros surgieron unas burbujas moradas que explotaron a solo centímetros de su cuerpo.
—¡TAUROS SE ENVENENA! ¡Enfado hace de anestésico para Tauros, pero por mucho que no sienta dolor, es solo cuestión de tiempo para que su cuerpo diga basta! ¡Garchomp tampoco luce en buenas condiciones! —dijo Jeekyo con entusiasmo—. ¡¿Será que el participante Ryuki vuelve a estar en una situación donde hasta el último movimiento cuenta?!
—Esa es mi técnica. Ese sujeto tuvo el valor de llamarme debilucha y de usar mi propia técnica… —rezongó Lillie, mordiéndose con frustración la uña del pulgar derecho.
—¡VAMOS, TAUROS! ¡HAZ CAER A ESE GARCHOMP! —gritó con fuerza Lana. Entre ella y Ryuki realmente no había mala sangre, pero definitivamente quería ser vengada.
Tauros, pese a los ánimos, parecía abatido. Rasguñaba el suelo con las pezuñas en un esfuerzo por mantenerse firme, pero sentía que su cuerpo se quedaba sin fuerzas pese a que no hubiese dolor. El veneno solo lo distraía más.
Garchomp estaba en las mismas. Se levantó con mucha dificultad, incapaz ya siquiera de cojear, pues básicamente iba dando tumbos con una sola pierna. Cayó de rodillas, levantando la cabeza para ver a Tauros.
Los pulmones ardían, las extremidades crujían, la vista se nublaba. En un espacio borroso y falto de forma, lo único que sus enturbiadas miradas podían focalizar era al otro. Todo se había reducido a una cuestión de quién caía primero, y ninguno quería ser el perdedor.
Tauros dio un paso al frente, pero una de sus patas traseras se venció por el daño acumulado de las patadas de Garchomp.
Garchomp trató de emprender el vuelo, pero el punzante dolor de su brazo derecho, mellado ya por los golpes que había recibido de Tauros, se lo impidió.
Los fieros pinchazos de los cuernos y las garras pronto comenzaron a emitir constantes punzadas de dolor. Finalmente ambos avanzaron: Tauros con torpes tropezones y Garchomp arrastrando la pata izquierda. Habían fijado un punto de encuentro y llegarían a él costara lo que costara.
—¡USA TERREMOTO, GARCHOMP!
—¡ATACA CON AVALANCHA! ¡AVALANCHA!
—¡VUELA, GARCHOMP!
—¡NO! —gritó Ryuki con dureza—. ¡No hay salidas fáciles, Garchomp! ¡Encaremos a nuestros enemigos de la forma que ellos nos enfrentan! ¡Un duelo cara a cara debe terminar cara a cara!
Hau sonrió para sus adentros y vio a Ryuki cara a cara.
—Eres fuerte, Ryuki. Muchísimo.
Ante el cumplido, Ryuki sonrió.
—Guárdate los halagos para cuando gane, rey.
Garchomp y Tauros finalmente se encontraron en el lugar designado. Se vieron y prepararon sus ataques. El tipo Dragón levantó su Garra dragón, mientras que Tauros tomó impulso para atacar.
Ambos ataques salieron al encuentro del otro, pero no llegar a conectar. En mitad de su carga, el aura cerúlea que rodeaba a Tauros se desvaneció. Afectado por la confusión y el dolor, el toro cayó directamente contra Garchomp.
Debido al desplome repentino del tipo Normal, el débil zarpazo del tiburón pasó por encima de su cabeza, sin lograr tocarlo. Garchomp cayó de espaldas por culpa del tremendo peso de Tauros.
El tipo Normal intentó levantarse y lo logró por cualquier casual. Dio varios pasos antes de caer rendido al suelo. Garchomp nunca se levantó.
—¡Ni Garchomp ni Tauros pueden continuar! —anunció Nanu—. Los participantes deben enviar a sus últimos Pokémon.
—¡OTRO DOBLE K.O.! —gritó Jeekyo con fuerza, agitando el avispero—. ¡LA ENCARNIZADA LUCHA ENTRE TAUROS Y GARCHOMP TERMINA CON UN DOBLE K.O.! ¡Esto es ahora un uno contra uno que determinará al tercer semifinalista!
El público bulló con expectativa y emoción. Gritos desenfrenados se escucharon por todo el estadio en apoyo a ambos bandos de la pelea.
«Okey… Al carajo, hermano. Ryuki es MUY honorable. Si hubiera sido yo, habría aprovechado para derribar a Tauros»
«Fue solo exceso de confianza que le salió mal. Subestimó a Hau y se sobrevaloró a sí mismo. No vean cosas que no son»
«¿Por qué la necesidad de ver el lado malo de las cosas? En ningún momento pareció que Ryuki estuviera tratando de humillar a Hau, al contrario. Fue él el que le pidió al público que esperaran cuando claramente no tenía que hacerlo»
«Ryuki es demasiado humilde. Sabe quiénes fueron los que lo llevaron a donde está. Se debe a sus fans y no lo olvida como muchos otros entrenadores de por ahí»
«? Esa tontería aplica solo a su carrera como cantante, no a la de entrenador. No es como que los fans de sus batallas le hayan pagado el boleto de viaje, la estancia o lo hayan hecho ganar el Battle Royale»
«Eso último…»
«Estoy tomándole aprecio a Ryuki, hombre. Hace las cosas directo: como un verdadero hombre. Da las oportunidades que le dan y responde de la forma en la que le responden»
«Se esfuerza muchísimo, de eso no hay duda…»
«La verdad me sorprende lo bien que Hau pudo luchar contra Ryuki considerando que todos sus movimientos eran de contacto y ninguno era a distancia»
«Empataron sorprendentemente. Garchomp tenía alternativas como Avalancha y Terremoto, además de su vuelo, pero no los usó mucho»
«Fue un combate significativamente distinto al que tuvo contra la Primarina de Lana. Es casi como si Ryuki estuviese experimentando o algo así»
«Eso del daisho solo funcionaría contra rivales cuerpo a cuerpo, imagino. Por eso Ryuki estaría tan terco en utilizarlo todo lo posible contra Tauros»
«No empataron. Hau ganó. Tauros se volvió a poner de pie y Garchomp no»
«Pues si nos vamos a poner quisquillosos, Ryuki tuvo sus oportunidades para derrotar a Tauros y no las tomó»
«Tú lo has dicho. Culpa suya»
«DIOS, DESDE CUÁNDO CAYÓ TANTO LA FE EN EL GENERAL PRINCIPE? POR QUÉ TANTA GENTE DEFENDIENDO AL RANDOM ESE?»
«Porque el random ese es un luchador muy competente»
«El Dragón es fuerte. El mundo solo necesita reconocerlo y pronto estarán coreando su nombre. Tiene la capacidad para codearse con los mejores del mundo»
«Ahora entiendo lo que decían algunos Ryuki fans… Es algo extravagante, pero me gusta cómo pelea»
«A mí Ryuki me da una vergüenza ajena… Me gustaría que Hau no se uniera a su numerito»
«Vergüenza me daría a mí repostear porno»
«¿Por qué Artic's es tan tóxico?...»
«Z*»
«Nadie le va a decir así, la concha de tu hermana»
Aunque parecía que Ryuki se había ganado el favor de la mayoría, ese no era el caso. Lo que pasaba era que el desconocido entrenador estaba comenzando a resonar entre los espectadores y por ello las discusiones sobre él eran más vistosas: porque eran novedosas. Los posts de apoyo a Ryuki estaban entre los que tenían más impresiones, pero no por likes o reposts, sino por comentarios. Las publicaciones de apoyo a Hau eran increíblemente numerosas y sumamente compartidas.
Rotom pensó en lo curioso del caso y se planteó la necesidad de un estudio referente a las redes sociales. Eran el caldo de cultivo ideal para explorar todo tipo de comportamientos sociales… Relegó el pensamiento muy pronto.
—Se acabó para Ryuki —dijo Lana con total seguridad.
Los únicos que no comprendieron las palabras de Lana fueron aquellos que no conocían a Mahalo.
—¿Por qué? —preguntó May al ver que los demás tardaban en hacerlo.
—Porque su as es inmune a los dragones —respondió Chris.
Pensaron en el Pokémon estrella de Mahalo y la recordaron al pensar en el día en el que los Movimientos Z habían regresado. Entendieron la confianza de los amigos del futuro Kahuna.
Ryuki hizo regresar a Garchomp a su Poké Ball con seguridad y luego miró a Hau. El moreno acababa de devolver a Tauros a su cápsula.
—Hemos llegado muy lejos, rey —dijo con cierta satisfacción—. Solo uno de nosotros saldrá bien parado de esta. Lo sabes, ¿verdad?
Hau pareció ignorarlo, pues sonrió mientras se llevaba las manos a la nuca.
—Naciste en Alola, ¿cierto? ¿De Malíe?
La repentina pregunta tomó por sorpresa a Ryuki, quien asintió.
—De la ciudad donde oriente y occidente convergen —asintió Ryuki con orgullo.
—¿De qué barrio?
Ryuki alzó una ceja.
—No creo que lo conozcas.
—¡Yo conozco todas las ciudades de Alola! —rio Mahalo con calma.
Ryuki lo dudó un momento, pero finalmente accedió a responder.
—Arashiyama.
—¡¿Eh?! ¡Si eso está justo al lado del Parque de Malíe! —exclamó Mahalo con sorpresa—. ¡Qué envidia! ¡Me habría encantado poder ir al Parque de Malíe siempre que quisiera!
El músico estaba notoriamente estupefacto. Arashiyama era uno de los barrios cercanos al Parque de Malíe, pero no era ni de cerca el más famoso. Tenía el suficiente prestigio para que sus habitantes fueran insufribles pomposos que se jactaban de su estatus económico y posición geográfica, pero tampoco tanto como para que habitantes de otras islas reconocieran su nombre.
—¿Qué malasadas vendían ahí? —Hau inmediatamente puso una mano en alto, interrumpiendo la respuesta de Olano—. ¡Espera, no me digas! Considerando su ubicación, el clima de Malíe y los gustos de la población… —se rio—. ¡Por eso te gustan las secasadas! Apuesto a que creciste comiéndolas porque eran las que vendían en la tienda más cercana, ¿no es así?
A Olano casi se le salieron los ojos de las cuencas, anonadado por lo que Hau acababa de decir.
—¡Pues tienes razón! —dijo cuando finalmente espabiló—. Mis amigos eran chicos de otros barrios que vivían calle abajo, así que cuando salíamos a jugar nos quedaba más cerca una tienda que se especializaba en picasadas.
Hau se carcajeó.
—Es molesto que la tienda donde venden el sabor de malasada que quieres comer está lejos, ¿cierto?
—Recuerdo que en todos los establecimientos vendían todos los tipos, pero amigo… —Olano miró al cielo con ojos nostálgicos—. Siempre estaba esa tienda que vendía las mejores malasadas de su tipo.
—¡Lo entiendes, lo entiendes! —Hau dio medio paso al frente—. Mi papá amaba las amargasadas por su sabor cítrico y siempre que tenía antojo de una, teníamos que ir a su tienda favorita o no aceptaría ninguna otra —rio, divertido y con cierta añoranza en la voz—. Siempre eran viajes divertidos a las profundidades del barrio de Waimea.
Olano también se rio.
—Mi abuela era una fanática de las dulcesadas. —Se detuvo en seco, procesando lo que acababa de decir. Levantó la mirada al cielo, los ojos vidriosos. ¿En qué momento había olvidado todas esas cosas? Sonrió, suspiró y prosiguió con su historia—. Nos enviaba a mí y a mi abuelo a comprarle una bolsa entera a una tienda en Higashiyama. Pero teníamos que darnos prisa, porque las necesitaba para las reuniones que tenía con su club de té donde se reunían a ver un drama de las cuatro de la tarde.
—¡¿Higashiyama?! ¡Eso está en la otra punta de Malíe! —dijo Hau, abriendo los ojos como platos.
Olano se carcajeó con fuerza.
—¡Mi abuela era terca cuando se trataba de sus dulces! —afirmó. Su sonrisa se hizo más contenida, pero no perdió emoción—. Había olvidado lo divertidos que eran esos viajes con mi abuelo. Eran auténticas travesías donde podía pasar todo…
Hau vio a Olano con una sonrisa en el rostro. La de recuerdos que él tenía con su propio abuelo…
—¿Y no han planeado volver a hacer algo así? —preguntó con los brazos entrecruzados.
Olano negó con la cabeza.
—Los perdí en el incidente del Centro Cultural —respondió, dejando en silencio la enteridad del estadio.
El incidente del Centro Cultural de Malíe era el nombre formal que había recibido el exterminio de las más de tres mil doscientas personas que se refugiaban en el edificio. Entre todos los eventos fatídicos de la guerra contra Necrozma, ese era el más oscuro de todos.
—Necrozma me los quitó, rey. Y ustedes fueron los que mataron a Necrozma. —La mirada de Olano lentamente se hizo más y más desafiante—. Por eso, a mi manera, quiero tener mi revancha. Por eso quiero vencerlos: a ti, a Ash Ketchum, a Gladio Aether y a Lillie Aether de ser necesario.
Hau cerró los ojos con angustia y asintió.
—El mismo dolor nos aqueja —dijo, alzando la mirada—. Encontrémonos después de esto, Ryuki. Te invito una malasada.
—Que sea mi premio por ganarte —sonrió Ryuki.
Al mismo tiempo, ambos sacaron una Poké Ball y la lanzaron al aire. Con fuerza gritaron.
—¡A ROMPER EL ESCENARIO, KOMMO-O!/¡Ayúdame, Primarina!
El gran tipo Dragón cayó al suelo profiriendo un rugido. Primarina, por su parte, se llevó una mano al pecho y entonó una preciosa melodía.
—¡Un combate disparejo! ¡El tipo Hada de Primarina le otorga una ventaja enorme sobre los tipo Dragón y Lucha de Kommo-o! ¡¿Podrá el participante Ryuki superar las barreras naturales que limitan a su Pokémon?! —Jeekyo fue el primero en retornar a la normalidad. El ambiente lúgubre tenía que desaparecer y él se encargó de ello.
—¡No existen barreras; no hay límites! ¡No puedes derribar una dinastía pensando de esa manera! —Señaló a Primarina—. ¡Ya derribamos a una; dos no será difícil! ¡Foco resplandor!
—¡Aria burbuja! —gritó Hau.
Primarina se irguió y profirió una preciosa melodía. Las perlas que ataban su cabello levitaron por sí solas, como si fuesen afectadas por un electromagnetismo que solo las afectaban a ellas. La sinfonía de Primarina se manifestó en rápidas y pesadas balas de agua que se salieron al encuentro del Foco resplandor de Kommo-o. Chocaron contra el haz de luz platino y estallaron al mismo tiempo.
—¡Gancho alto!
—¡Rayo hielo!
Kommo-o corrió hacia Primarina con las manos por delante. Evadió de un salto un corto Rayo hielo, bloqueando con sus gruesas escamas otro más extenso. Su tipo Lucha lo hacía resistir el tipo Hielo, pero seguía siendo un reptil. No le gustaba el frío ni un poco. Apartó su brazo con brusquedad y enfrentó su Foco resplandor contra el Rayo hielo de Primarina, ganando rápidamente terreno.
La leona marina evadió y repentinamente acortó la distancia entre ella y Kommo-o con Acua jet. Pasó por encima de él y fue directo hacia sus espaldas, disparando un Rayo hielo que parecía estar tanteando a Kommo-o. Vio como el tipo Dragón se agachaba a toda velocidad, lo persiguió por un momento con su hielo y, cuando vio que estaba por tocar el suelo, se apartó volando con Acua jet.
Ryuki alzó una ceja. Las comisuras de su boca se elevaron en una sonrisa burlona.
—¡Esto debe de ser una broma, rey! —rio con fuerza—. ¡No me digas que tu Primarina y la de Lana Saltagua tienen exactamente los mismos ataques!
Hau dio medio paso atrás, extendió la mano derecha hacia el frente mientras se colocaba la izquierda en la espalda baja e hizo un gesto provocativo.
—Ven a descubrirlo, Dragón.
—¡No pensé que daría una repetición de mi show tan pronto! —dijo Ryuki, apuntando hacia el frente—. ¡Foco resplandor!
El ataque de Kommo-o no fue hacia Primarina, sino que chocó varios centímetros en frente de ella. La tipo Hada no era tonta y muchas veces había visto esa táctica con anterioridad. Se disparó hacia atrás con Acua jet, marcando cierta distancia. Abrió los ojos con fuerza cuando vio que Kommo-o caía desde el cielo y no salía de la polvareda.
—¡Puya nociva!
—¡Fuerza lunar!
En el aire los ataques colisionaron. El puñetazo de Kommo-o interceptó la esfera de luz blanquecina de Primarina. Con gran escozor, logró repeler el movimiento súpereficaz. Para mala suerte suya tuvo que usar tanta energía en ello que Primarina se le había escapado. Aterrizó.
—¡Sí son los mismos! —rio Ryuki, llevándose una mano a la cara—. ¡Vamos, rey, esperaba un poco de originalidad! ¡Incluso cambié mi set de movimientos para ti!
—Oh, créeme, yo también lo hice. —Hau sonrió—. Me preparé especialmente para cazar dragones.
Ryuki rio con cierto sarcasmo.
—¡Veamos si tu lanza puede traspasar mi armadura! ¡Gancho alto!
—¡Fuerza lunar!
Kommo-o no era realmente rápido, pero su agilidad para reaccionar a los ataques enemigos era excepcionalmente buena. Dio media vuelta, barrió la cola por el suelo y levantó polvo. Utilizó la distracción para saltar. Vio la forma en la que Primarina se preparaba para atacarlo con Rayo hielo y rápidamente juntó sus dos brazos. Estruendosas ondas sonoras salieron disparadas del punto de unión entre las extremidades del dragón, las cuales llegaron hacia la tipo Hada. Un aura azulada rodeó a Kommo-o.
Primarina se cubrió los oídos. Fragor escamas realmente no la lastimaba, pero el impacto del ruido en sus oídos era molesto por decir lo mínimo. Se alejó un poco con Acua jet, pero lo hizo sin pensarlo demasiado. Logró escuchar al entrenador apenas se fue el ruido.
—¡... jet!
—¡Barrido metálico!
Ante Primarina se encontraba Kommo-o. El pesado reptil se colocó en cuatro patas, pegó la cola al suelo, abrió el hocico y comenzó a girar a máxima velocidad. Una cúpula de polvo rodeó a ambos Pokémon y de ella emergían destellos plateados.
Primarina fue expulsada de la polvareda al parecer no por voluntad propia, pero se recuperó rápidamente en mitad del aire. Disparó un Rayo hielo que obligó a Kommo-o, quien acababa de salir de la polvareda, a frenar repentinamente. La leona marina aterrizó haciendo una pequeña mueca de dolor. El Pokémon de Ryuki también hizo una.
Nadie vio bien lo que había sucedido en el interior de esa cúpula, ni siquiera Kommo-o y Primarina. La tipo Hada, al ver el súbito movimiento del enemigo, había saltado rápidamente con Acua jet para despegarse del suelo y posteriormente disparó un Fuerza lunar. Segundos después fue alcanzada por una poderosa explosión que la mandó a volar.
Desde la perspectiva de Kommo-o las cosas habían sido un poco distintas. Él había visto a Primarina saltar, por lo que mantuvo su cola baja y elevó el hocico. Vio un repentino resplandor sobre su cabeza y ahí dirigió su Foco resplandor. Supuso que se enfrentaba a Fuerza lunar, pues tuvo que hacer mucha fuerza para mantener el ritmo. Antes de que se diera cuenta, una explosión lo había golpeado duramente.
Ryuki se cruzó de brazos, viendo a Mahalo.
—Tu Primarina es más escurridiza que la de Saltagua, rey —admitió—. Aunque no estoy seguro si son igual de poderosas.
—¿Tú crees? —preguntó Hau, riéndose sin darle mucha importancia a lo dicho. O al menos no en apariencia.
Por dentro Hau sabía que Ryuki estaba en lo cierto. La Primarina de Lana era, en términos de fuerza, superior a la suya. Lana la había entrenado de manera que pudiera oponerse a rivales fuertes y a mareas tan altas como edificios. Él había entrenado a su Primarina para que tuviera el aguante suficiente como para mover a un barco lleno de pasajeros por sí misma. Eso era lo que iba a utilizar a su favor.
—¡Esta vez no se nos van a escapar! ¡Gancho alto!
Había un motivo por el que Ryuki insistía en atacar con ese movimiento. Quería dejar lo más lastimada posible la mandíbula de Primarina. Si lo lograba, su Rayo hielo se volvería más torpe y dejaría a Aria burbuja casi inoperable. Solo tenía que alcanzarla y golpearla con toda la fuerza contenida en su cuerpo.
Primarina no parecía tener intención de moverse. Esperó atentamente la llegada de Kommo-o y, cuando vio el puño moviéndose hacia su rostro, actuó. Se impulsó hacia arriba con Acua jet, manteniéndose siempre cinco centímetros por delante de Gancho alto hasta que dio una hábil pirueta que la plantó ante el desprotegido tipo Dragón. Saltó inmediatamente, evadiendo el coletazo bajo dado con apuro. Nuevamente con Acua jet logró evadir el Puya nociva que acababan de lanzarle, quedando por encima de Kommo-o. Vio como el tipo Dragón levantaba la mirada y utilizaba Foco resplandor, por lo que se apresuró a dar una media vuelta alrededor de él con Acua jet. Se colocó a sus espaldas y ahí lanzó una esfera blanquecina contra la cola de Kommo-o que este evadió con aprensión. Había logrado evitar el Barrido metálico, por lo que simplemente esperó mientras recuperaba el aliento.
Kommo-o se giró tan rápidamente como pudo sin dejar de utilizar Foco resplandor y lo dirigió hacia Primarina. La leona marina respondió con su propio y poderoso Rayo hielo. Ambos ataques se encontraron en una poderosa colisión. Kommo-o se sorprendió al ver que Primarina no retrocedía, por lo que pasó de su ochenta a su cien por ciento.
El tipo Dragón poco sabía que Primarina acababa de pasar de su sesenta a su ochenta por ciento. Pese a la diferencia de porcentajes imaginarios, ambos se mantuvieron realmente igualados hasta que dejaron de estarlo. Los pulmones de Kommo-o pronto se quedaron sin oxígeno y comenzó a requerir de un respiro. Primarina aprovechó ese momento para empujar con todas sus fuerzas. Rayo hielo engulló a Foco resplandor en su totalidad.
Con presteza el tipo Dragón canceló su movimiento y pasó a utilizar Gancho alto. El movimiento no tenía ningún uso más allá del defensivo, pues el aura del puño le aportaba un poco de protección al tipo Dragón. Primarina no se lo dejó fácil pues lo presionó durante cinco largos segundos con Rayo hielo antes de dispararse a sí misma hacia atrás con Acua jet.
La entumecida garra de Kommo-o reposó frente a su adolorido rostro. Con la otra garra se arrancó todos los pedazos de escarcha que se formaron por culpa del frío.
—¡IMPRESIONANTE! ¡El participante Hau logra evadir a la perfección al participante Ryuki y ataca con un poderoso Rayo hielo! —narró Jeekyo—. ¡¿Tenía todos sus movimientos calculados de antemano?!
El público, por supuesto, ovacionó a Hau. Mahalo lucía tranquilo ante los aplausos, indiferente si se era extremista.
—Bien hecho, Primarina. ¿Estás cansada? —preguntó con cierta parsimonia.
La leona negó tranquilamente tras tomar una larga bocanada de aire.
Ryuki vio con el ceño fruncido a Kommo-o. Hau Mahalo no era débil, lo sabía, pero sin duda era más débil que él. No había forma posible en que pudiese superarlo en un enfrentamiento directo, pero por mucho que pensó en una explicación para la inusitada situación, no dio con ninguna. ¿Sería cuestión de talento natural? ¿De las fuerzas del destino? ¿Por ese motivo Hau Mahalo había…?
Algún día, sin duda alguna, todo el mundo dirá tu nombre.
Apretó los dientes. Más rápido; más fuerte. Tenía que exprimirse más allá de su cien por ciento: tenía que ser el Dragón que proclamaba ser. Un verdadero dracónido era imparable e indoblegable. Los dragones eran los reyes originales; los seres elementales superiores. No se someterían, no agacharían la cabeza, no retrocederían. Tomó aire y lo liberó suavemente.
—No bajemos el ritmo ahora, Kommo-o —dijo con voz rasposa. Su compañero lo miró de soslayo y le asintió. Ryuki recurrió a su voz interior: a aquella que lo llamaba a la rebelión y al combate. La usó para gritar—. ¡FRAGOR ESCAMAS!
Los brazos de Kommo-o chocaron entre sí, produciendo un sonido estridente acompañado por el rugido del propio reptil. Las ondas golpearon a Primarina, ensordeciéndola, lo que el tipo Dragón aprovechó. Corrió al encuentro del enemigo y se obligó a sí mismo a dar su doscientos por ciento. Lanzó un rápido y certero Puya nociva que Primarina tuvo muchos problemas para bloquear.
La tipo Hada primero usó Aria burbuja para mojar la extremidad de Kommo-o y luego atacó con un corto Rayo hielo que la recubrió con esquirlas de hielo. El tipo Dragón no se detuvo, pues aun así la golpeó con todas sus fuerzas en el estómago. Primarina emitió un gemido de dolor y utilizó inconscientemente un Fuerza lunar que alejó a Kommo-o de ella. Con Acua jet tomó todavía más distancia, pero el oponente volvió a abalanzarse en su contra.
Kommo-o se lanzó con la cola por delante, dirigiéndola directamente contra el rostro de Primarina. La sirena se apartó con Acua jet nuevamente, pero esta vez Kommo-o alcanzó a sujetarla de la cola. Tiró con fuerza de ella, estrellando su espalda contra el suelo y luego la atrajo hacia él. Tuvo que evadir el Fuerza lunar de Primarina con un salto, pero no la soltó, al contrario: la arrastró con él. Cuando cayó, Kommo-o azotó a su enemiga como un costal de papas contra el suelo. Lo siguiente que sintió fue un frío atroz en los pies. A base de puro esfuerzo comenzó a romper el hielo que el Rayo hielo de Primarina estaba creando, pero se detuvo al sentir en sus brazos ese mismo frío.
Primarina se había envuelto en agua gracias a Acua jet y luego utilizado Rayo hielo. La gélida agua comenzó a formar una película de hielo que la protegía y helaba las extremidades de Kommo-o al mismo tiempo. Ella no se quedó quieta, pues, aun estando bajo el agarre de Kommo-o, se lanzó directamente contra su rostro. La fina capa de hielo estalló al contacto y Acua jet, beneficiado por la reducida defensa especial de Kommo-o, logró hacerlo retroceder a tropezones.
En un abrir y cerrar de ojos Kommo-o volvió a hacer chocar sus brazos, emitiendo otro estridente chirrido que aturdió a Primarina. La tipo Hada repentinamente recibió un Gancho alto dado con toda la energía cinética que el dragón había ganado al dar una rápida vuelta. Kommo-o no dejó que su presa se fuese muy lejos, pues se apresuró a sujetarla de la cola una vez más. Como si fuese un garrote la golpeó contra el suelo dos veces con la intención de conmocionarla. Finalmente la soltó y disparó un Foco resplandor que fue evadido gracias a Acua jet.
Primarina se posicionó a espaldas de Kommo-o, quien lanzó todo su peso en un coletazo. La leona marina recibió el ataque, pero se sujetó con fuerza de el apéndice del dragón sin intención de dejarlo ir. Preparó un Fuerza lunar que lanzó a medio terminar debido a los fuertes azotes y barridas que Kommo-o le dio. Su imperfecto ataque le dio de lleno a Kommo-o en el costado, creando una explosión. Ella salió volando y rodó por el suelo.
—Esa agresividad de Ryuki… —murmuró Mallow—. ¿Él está…?
—Está en su modo estrella —dijo Lana con rapidez. El modo desenfreno era totalmente distinto: lleno de gritos y poco instinto defensivo—. Solo que esto es diferente…
—¿Será por su oponente?... —Lillie, con una mano en el mentón, comenzó a reflexionar—. Acaba de dejar bien en claro que quiere derrotar a Hau, ¿será que por eso está actuando distinto?
A decir verdad, nadie parecía estar muy seguro. La psique de Ryuki era un misterio para ellos más allá de lo que era evidente.
—Es muy agresivo —dijo Gladio—. Ataca fieramente, buscando dañar al enemigo tanto y tan rápido como sea posible. Piensa en lo que puede lastimarlo y se cuida de ello, pero minimiza su preocupación por lo que sabe que no puede acabarlo con facilidad. Lo hace de tal forma que todos se den cuenta de sus intenciones y hablen de él: que alaben su intrepidez o que juzguen su insensatez.
Cilan, con cierta angustia, pensó en las palabras de Ryuki y en la tristeza detrás de ellas que tan desesperadamente trataba de esconder.
—Está tratando de demostrarle algo al mundo.
—No —dijo Gladio con seguridad—. Está tratando de demostrarse algo a sí mismo.
El pecho de Ryuki subía y bajaba con fuerza. Tenía que ser más contundente. Si ponía más presión; si empujaba todavía más… Sus ojos, ocultos por su cabello, se entrecerraron por el agobio. Escuchaba como de poco en poco las voces que lo apoyaban se callaban para animar a Hau. Por un momento, Ryuki quería que todos simplemente se callaran; que lo dejaran pensar.
¿Cómo era posible que Hau Mahalo estuviese plantandole cara de esa forma? Ryuki pensaba de la forma que él consideraba lógica. La Primarina de Lana era más fuerte que la de Hau, y él la había derrotado con Garchomp, su segundo Pokémon más fuerte. Kommo-o era su as, por lo que él sin duda debía vencer a Primarina. Lo que la lógica de Ryuki no consideraba era que Garchomp no había derrotado solo a Primarina.
Un Dragón puede vencer a cualquiera, pensó con obstinación.
Más rápido; más fuerte. Doscientos por ciento no servía. Tenía que ser más. Más de doscientos; Necrozma lo habría requerido. Enfrentarlo le habría tomado al menos su mil por ciento. Hau Mahalo no era Necrozma; era solo un escalón. Su entrecejo se vio surcado por un millar de arrugas.
—¡Lanzamiento nocivo!
Kommo-o vio su brazo recubierto con ponzoña. Corrió hacia Primarina y, antes de llegar a ella, dio un puñetazo tan rápido y bestial que creó un pequeño estruendo sónico.
El estallido, comparado al de un látigo, sobresaltó a todos por un momento, Primarina incluída. La leona marina abrió los ojos solo para ver como una masa venenosa se movía en su contra a toda velocidad. Utilizó Acua jet para ganar algo de distancia y luego atacó con Aria burbuja. Su apresurado ataque logró contrarrestar los vestigios del movimiento de Kommo-o, pero no le dio el tiempo necesario para protegerse del coletazo que la golpeó en la cien. Primarina cayó pesadamente al suelo, rodó y luego se impulsó hacia arriba con Acua jet. En ese momento fue embestida en mitad del aire por Kommo-o.
Ambos Pokémon cayeron al suelo, el tipo Dragón encima de la tipo Hada. Kommo-o levantó ambas garras envueltas en toxinas a la altura de sus ojos y se preparó para dejarlas caer sobre el pecho de Primarina. La tipo Hada repentinamente cantó y balas acuíferas salieron volando contra las patas superiores de Kommo-o. El agua hizo saltar el veneno por todo el rostro del dragón, quien rugió y se llevó las manos al rostro tras cancelar su ataque. Abrió los ojos con dificultad, sintiéndose dolorosamente irritados. Buscó a Primarina, viendo solo un borrón de su figura, y lanzó un veloz Puya nociva.
Gracias a que el cabello de la leona marina estaba suelto, Kommo-o no había distinguido bien su rostro de entre el mar de reluciente cabello cerúleo, por lo que el puñetazo aterrizó varios centímetros al costado de su cabeza. Primarina aprovechó la postura del enemigo para atacar con un poderoso Rayo hielo que delató su ubicación al enemigo.
A una velocidad impresionante, Kommo-o sujetó a Primarina por el hocico, obligándola a cerrarlo. La levantó lentamente hasta tenerla a la altura de sus ojos y abrió las fauces. El que parecía ser un Foco resplandor terminó siendo un Puya nociva lanzada en contra del estómago de la tipo Hada. Kommo-o tuvo muchísima suerte de haber cambiado su ataque a último minuto, pues gracias a eso logró interceptar el Fuerza lunar de Primarina cuando todavía no estaba completo.
La explosión creada por la colisión de Fuerza lunar y Puya nociva hizo que Kommo-o soltase a Primarina y esta se alejara con Acua jet. El Dragón retrocedió un par de pasos, jadeando bruscamente.
Primarina aprovechó la distracción para disparar un Rayo hielo contra su pierna, comenzando a congelarla. Trató de usar Fuerza lunar, pero Kommo-o comenzó a agitarse violentamente para liberarse del hielo. Con Acua jet golpeó el costado del enemigo, quien trató de sujetar su cola sin éxito. La tipo Hada aterrizó, dio una rápida vuelta y disparó un Aria burbuja que acribilló al enemigo.
Kommo-o juntó los brazos frente a su rostro, los separó un poco y luego los juntó violentamente. La onda sonora interrumpió a Primarina, que se apartó velozmente de la trayectoria de la ponzoña que Kommo-o le había lanzado.
La leona marina aprovechó la cercanía y la falta de visión del enemigo para conectarle un Acua jet cada vez más poderoso a causa de la reducción de defensa de Fragor escamas. Lo zarandeó violentamente, casi haciéndolo caer. Se apartó a tiempo del Gancho alto que Kommo-o acababa de lanzar.
Aprovechando la lejanía de Primarina, el dragón se talló con ardor los ojos. Con fuerza separó los párpados, revelándole al mundo unos orbes enrojecidos y coléricos. Rugió con fuerza en un grito de guerra que poco tenía que ver con las intenciones de su entrenador.
Kommo-o compartía ideales con su compañero y muchos rasgos de su personalidad, pero era un Pokémon. No tenía la capacidad que Ryuki tenía para comprender el público; no planeaba estrategias para ganarse su favor como el humano si lo hacía. Él solo respondía al humor que tenían los espectadores y Ryuki. Por eso es que Kommo-o no se dio cuenta de que su aspecto feroz y furioso hizo de todo menos agradar a las audiencias jóvenes. Se sobresaltó cuando escuchó más de un llanto alrededor del estadio.
Ryuki, a su alrededor, vio como todo el mundo comenzaba a cambiar de bando. Quiso pedirles que le dieran un segundo para mostrarles de lo que el Dragón era capaz de hacer; que no lo abandonaran. Quería que sus voces siguieran dándole fuerzas. Incluso estuvo dispuesto a pedirles perdón individualmente por haber deseado antes que se callaran. Nada de eso fue dicho, solo pensado. Lentamente el gesto del entrenador fue decayendo, así como la firmeza de su postura.
No importaba cuán duro lo intentara, ni que tan bueno fuera, simplemente no era suficiente. Las personas preferían lo lindo; lo conocido. Querían a la heroína Lillie Aether; al héroe Hau Mahalo. Apoyaban a los adorables tipo Hada que debían defenderse a sí mismo de los viles y amenazantes tipo Dragón. El mundo parecía rechazar activamente lo que él era. Si le dieran la oportunidad, tal vez, y solo tal vez… Pero sabía que no se trataba de eso. Ryuki sabía que no se trataba de nada de eso. Todo era mucho más simple: Hau era un ídolo, él no era nadie. Sin importar la situación ni el número de veces que se repitiera el escenario, el resultado siempre sería el mismo. El mundo que tanto quería que dijese su nombre solo tenía ojos para aquellos que lo habían protegido.
Tal vez el mundo no me ama de la forma en la que yo lo hago, pensó Ryuki con angustia.
—¡PELEA, DRAGÓÓÓÓN!
En medio de las voces que ovacionaban a Hau; de aquellas que lo idolatraban, escuchó cuatro gritos nacidos del alma. Gritos esperanzados que le enviaban por el aire sus voluntades. Encontró a Po, a Mo y a Do. A esos tres sujetos que habían sacrificado sus propios pases a la fase del torneo por él. También la encontró a ella.
—¡VAMOOOOS, OLANOOOOO!
Sue… Su ceño se frunció y las comisuras de sus labios se torcieron.
—Eres fuerte, Ryuki.
Al escuchar esa voz, miró hacia el frente. Ahí, con una sonrisa bondadosa y, principalmente, sincera, estaba Hau Mahalo.
—Pero eso no es todo lo que eres. —Mahalo se golpeó el pecho a la altura del corazón—. Tienes pasión.
Con lentitud, Olano fue irguiéndose.
Eres fuerte, Olano, y por sobre todo, tienes pasión. Algún día, sin duda alguna, todo el mundo dirá tu nombre.
La larga y modesta sala era iluminada únicamente por la luz que entraba por el gran ventanal con vistas al patio. El habitual silencio de siempre se encontraba, como las dos semanas anteriores, reemplazado por el ritmo y sonido de una guitarra acústica tan vieja como la misma casa pero de brillantes cuerdas nuevas.
Sobre el sillón principal, con una pierna subida en el mismo, se encontraba un jovencito de trece años. Tocaba el instrumento con rapidez y algo de brusquedad, como si estuviera ansioso por algún motivo. Rasgueaba las cuerdas sin detenerse a escuchar las protestas de su propio cuerpo hasta que fue tarde.
Se quejó audiblemente. Apartó rápidamente la mano derecha de las cuerdas de su guitarra, viendo sus dedos con preocupación. Se había rasgado la piel y la sangre manaba a borbotones. Trató de volver a tocar, pero se detuvo inmediatamente por el dolor. Sin pensarlo mucho intentó llevarse los dedos a la boca para chupar la sangre. Sintió un golpecito en la cabeza.
—¿Qué crees que haces, jovencito?
Se giró, viendo hacia arriba a su abuela. La mujer, aunque poblada por las arrugas de la vejez, mantenía una mirada autoritaria y fuerte. Sus rasgados ojos marrones le dijeron de inmediato a Olano que detuviese lo que sea que estuviese planeando.
—Papá dice que cuando me lastime, me lama las heridas y vuelva a intentar —respondió. Se sorprendió cuando la guitarra le fue repentinamente arrebatada de las manos, extendiéndolas para tratar de alcanzarla—. ¡Abuela!
—¿Y tú escuchas a ese hombre? —rio con cierto sarcasmo—. No tomes sus consejos tan a la ligera, Olano. Ese hombre vive para trabajar, no trabaja para vivir. —Con delicadeza recargó la guitarra de Olano contra el sofá y luego sujetó el rostro de su nieto entre sus manos—. ¿Y esas ojeras?
Olano siempre fue incapaz de ocultarle nada a su abuela, por lo que cedió pronto.
—Jangmo-o y yo queríamos poner al corriente a Gible… —murmuró.
Su abuela suspiró con exasperación, soltándole el rostro.
—Le dije a tu abuelo que había escuchado un ruido de tu habitación. Te escabulliste de nuevo por el tragaluz de tu cuarto, ¿cierto?
Olano asintió en silencio y con la mirada gacha. Escuchó un suspiro y sintió como el cojín al lado de su cama se hundía.
—Sé que sientes que estás a contrarreloj, Olano, pero tienes que darte un respiro. Nadie está persiguiéndote. Tienes todo el tiempo del mundo —dijo su abuela, poniéndole una mano en la espalda.
Él no creía que fuese el caso. Rápidamente negó con la cabeza.
—Las vacaciones van a terminar pronto. Cuando vuelva a Kanto, papá y mamá no van a dejarme tocar ni entrenar —aseguró con frustración—. Tengo que hacer todos los avances que pueda mientras estoy con ustedes.
—Exigirte de más no va a resolver nada. Solo mira tus dedos.
Olano así lo hizo. La sangre escurriéndose por sus dedos hasta llegar a sus nudillos no era una vista particularmente agradable. Cuando volvió a ver a su abuela, ella se había levantado en busca de algo. La esperó hasta que regresó con clorhexidina y unas vendas.
—Tienes abuelos doctores y te atreves a lastimarte. ¿Cómo es siquiera posible? —dijo con reclamo, pero con cierto jugueteo escondido—. Con los dedos así vas a tener que suspender la guitarra por unos días.
—¡Pe…!
—Órdenes de la doctora. Nada de guitarra hasta que esas heridas estén bien curadas —sentenció mientras comenzaba a aplicarle el antiséptico..
Olano frunció el ceño con todavía más frustración y por el pequeño ardor. Sintió como sus pelirrojos cabellos eran repentinamente revueltos.
—Todavía puedes entrenar con tus Pokémon. Hacerlo de día es también mucho más seguro —dijo, desenrollando las vendas.
—No puedo tocar por las noches, abuela… Los vecinos se quejarían… —murmuró él.
—Tú y yo sabemos que no te vas a la plaza del barrio por las noches. En el Parque de Malíe no debe de haber nadie que te escuche tocar —supuso ella.
—Bueno, está ese cuidador…
Se calló al escuchar el sonido de molestia de su abuela.
Estuvieron en silencio hasta que el vendaje se apretó bien alrededor de los dedos del chico. Entonces, y solo entonces, su abuela habló.
—Olano.
Levantó la mirada con curiosidad por el repentino cambio de tono.
—¿Eres feliz, hijo? ¿Hay algo que te falte?
—¿P-por qué preguntas eso de pronto, abuela? —interrogó, anonadado.
—Tus ojos no son los de siempre. Cuando viniste a vernos en navidad, tus ojos relucían como las perlas de un Clamperl —dijo, acariciándole la mejilla—. Ahora luces taciturno, como si tuvieras que mantener la cabeza gacha y tu voz baja para no molestar a nadie.
Olano bajó la cabeza y las comisuras de sus labios temblaron. Nunca había sido capaz de ocultarle nada a su abuela.
—Papá y mamá… vendieron la guitarra que me regalaron y quisieron dar en adopción a Jangmo-o y a Gible —dijo con voz trémula—. Dijeron que me distraían demasiado y que hacía demasiado ruido. Que los vecinos…
Olano no pudo terminar. Vio cómo su abuela se ponía de pie y en silencio la siguió con la mirada. La vio caminar hacia el teléfono, levantarlo y marcar un número. Cerró los ojos con fuerza por el repentino grito de la mujer. Se quedó con los ojos abiertos como platos, viendo como la mayor despotricaba al teléfono por varios minutos.
—¡No me importa que este sea el número de tu trabajo!... ¡¿Cómo se te ocurre hacerle eso a tu propio niño?! ¡Estás cortándole las alas!... ¿En qué nos equivocamos tú padre y yo contigo?...
La contundente frase dejó a Olano fuera de juego. Sus ojos se pusieron vidriosos al recordar lo que tanto escuchaba por parte de su madre.
¿En qué nos equivocamos tu padre y yo contigo?...
La Poké Ball de su bolsillo se abrió y de ella salió Jangmo-o. El pequeño se subió al sofá y se acurrucó junto a él.
—¡Que nunca me vuelva a enterar de que hiciste algo así, Yuri, porque no habrá lugar en la tierra donde tú y el lamebotas de tu marido puedan esconderse de mí! —gritó su abuela con rabia antes de colgar bruscamente el teléfono. Su expresión furiosa desapareció cuando se dirigió a él. Se le acercó y lo envolvió en un abrazo—. Debiste habérmelo dicho antes, Olano. Ya me extrañaba que hubieras "olvidado" tu guitarra en casa, con lo mucho que te habías emocionado cuando te la dimos…
—T-tenía miedo de que mamá se enojara conmigo… —dijo con temor contenido.
—Cuando se lo diga a tu abuelo, él seguro se pondrá furioso. Si se trata de él, ten por seguro que tu madre nunca más volverá a intentar nada parecido —aseguró, sonriéndole—. No sé si te dejen tocar la guitarra o entrenar con tus Pokémon, pero jamás volverá a intentar deshacerse de ninguno de los dos. Al menos no con ese descaro.
Olano apretó los dientes y sintió como se le resbalaba una lágrima por la mejilla, la cual rápidamente le fue limpiada.
—Eres fuerte, Olano, y por sobre todo, tienes pasión. Algún día, sin duda alguna, todo el mundo dirá tu nombre —lo obligó a mirarla—. Pero primero tienes que creértelo tú. Jamás dejes que nadie ni nada ponga un freno a tus sueños. No permitas que nadie dome tu corazón rebelde. No seas un hombre que agache su cabeza ante la adversidad como tu padre. No seas alguien que menosprecia las decisiones de otros como tu madre. —Como a él, su abuela también acarició a Jangmo-o—. Rodéate de personas que te aprecien por quien eres; personas que celebren tus triunfos contigo, que te acompañen a llorar tus derrotas y que te alienten a levantarte cuando creas que no puedes hacerlo.
Los labios de Olano volvieron a temblar. Con los ojos llenos de lágrimas, vio a su abuela.
—¿D-de verdad crees que puedo…?
—Claro que sí. Lo sé porque te conozco. Lo sé porque puedo ver al pequeño dragoncito que duerme en tu interior. —Le dio un beso en la frente—. Lo sé porque eres uno en un millón, mi súper estrella.
Finalmente los sollozos comenzaron. Abrazó con fuerza a su abuela mientras sentía como sus manos acariciaban su espalda.
—Límpiate las lágrimas, dragoncito. No querrás que la dependienta de la tienda te vea con los ojos rojos.
Olano asintió.
La muerte de sus abuelos había distorsionado el mensaje que su abuela le había transmitido en aquella ocasión. Levantó la mirada, sacó el pecho y dio una fuerte cabeceada. La larga coleta que tenía se agitó y la solitaria lágrima saltó.
—Perdiste tu oportunidad, rey —dijo, extendiendo las piernas y cruzándose de brazos con una sonrisa.
—Solo te devolví el favor —dijo Hau con serenidad.
Lana dejó salir un profundo suspiro y negó, resignada.
—Y ahí va su carta de la victoria —dijo con una pequeña sonrisa en el rostro.
—¡Cómo me lo esperaba de HauHau! —sonrió Acerola, complacida.
—Solo asegúrate de no perder, Hau —murmuró Lillie con el ceño ligeramente fruncido y una sonrisa.
—¡Foco resplandor!
—¡Acua jet!
Los gritos proferidos activaron a los Pokémon contrincantes. Del hocico de Kommo-o salió disparado el haz de luz metálico, mientras que Primarina se arrojó prestamente contra el oponente.
Kommo-o siguió a Primarina con la mirada y se preparó al verla llegar. Cuando la tuvo cerca lanzó un rápido Gancho alto que la tipo Hada evadió al impulsarse hacia arriba. En mitad del aire, gracias al impulso de su ataque, Kommo-o logró dar una impresionante voltereta. Su cola salió disparada en contra de torso bajo de Primarina, golpeándola violentamente.
Primarina se recuperó lo suficientemente rápido para responder al Lanzamiento nocivo de Kommo-o con su propio Rayo hielo. Cayó al suelo y lanzó un Fuerza lunar que el dragón hizo hasta lo imposible por evadir. Lo vio saltar y se lanzó contra sus piernas con Acua jet, desequilibrándolo y haciéndolo caer al suelo de cara. Primarina se estaba alejando, pero sintió como el peso entero de la cola de Kommo-o caía sobre su espalda. Chocó contra la terrosa superficie. Comenzó a ponerse de pie, pero no lo logró. Fue arrastrada por la cola de Kommo-o el tiempo suficiente para desorientarla pero no para permitirle lanzar un Rayo hielo contra el apéndice del dragón.
Kommo-o se posicionó sobre Primarina y levantó las garras para atacarla, sin contar con que la tipo Hada se abalanzaría directamente en su contra. La cabeza de la leona marina chocó directamente contra la gran escama que coronaba la frente de Kommo-o. Ablandada por el repetido uso de Fragor escamas, la escama no cumplió con su labor como escudo, lo que hizo que Kommo-o retrocediera conmocionado. El estupor le duró poco, pues lanzó un rápido Puya nociva ascendente que Primarina solo logró bloquear con sus aletas. El puñetazo elevó a la tipo Agua en el aire, lo que le permitió a Kommo-o conectar un poderoso Gancho alto que la alejó todavía más del suelo.
Primarina aprovechó su posición para alejarse volando con Acua jet. Dio rápidas vueltas hasta que se colocó justo detrás de Kommo-o. Utilizó Rayo hielo, recubriendo su Acua jet con aquella fina capa de escarcha, y luego se detuvo. El agua dejó de salir, pero la película gélida seguía ahí. El manto esquirlado chocó bruscamente contra la espalda de Kommo-o, emitiendo un vaporcillo tras estallar.
El tipo Dragón se giró rápidamente, lanzando un revés con la mano derecha que Primarina evadió al impulsarse de nueva cuenta con Acua jet. Trató de atraparla por la cola, pero la leona nuevamente se apartó con un rápido Acua jet que luego canceló. Los repentinos cambios de velocidad desorientaban a Kommo-o, quien decidió terminar con los problemas de raíz.
—¡Barrido metálico!
Sin pegar la cola al suelo y agachar la cabeza, Kommo-o comenzó a girar. Lo hizo tan rápido que no vio que Primarina se había echado al suelo con otro Acua jet. La tipo Hada disparó un Fuerza lunar con la mala suerte de que la punta de la cola de Kommo-o justo iba pasando. El estallido, sin embargo, fue lo suficientemente poderoso para que el dragón retrocediera adolorido.
Kommo-o agitó la cola, sintiendo un escozor horrible que parecía penetrar su mismísima alma. Disparó un corto Foco resplandor, vio a Primarina evadirlo, y entonces dio un salto con barrido. Su cola zumbó por el aire, chocando directamente contra el rostro de la tipo Hada y derribándola al suelo. Su oponente trató de utilizar Rayo hielo, pero él la sujetó por el hocico y la levanto a la altura de los ojos. La soltó abruptamente y lanzó un gancho ascendente con Puya nociva que chocó contra el Fuerza lunar que Primarina intentaba lanzar. Atravesó la esfera, pasó de largo y golpeó el mentón de la leona, mandándola a volar. Se apresuró a dar un rápido coletazo, sin contar con el asombroso tiempo de respuesta que exhibiría la Pokémon.
Con una velocidad pasmosa, Primarina utilizó un Acua jet que le permitió golpear de lleno el estómago de Kommo-o. La tipo Agua empujó con fuerza mientras las bravas corrientes que rodeaban su cuerpo rozaban las carnes del dragón. Finalmente el choque terminó, aterrizando Primarina y Kommo-o cayendo de espaldas al suelo. La leona marina dejó salir un profundo suspiro. Su larga melena y sus ojos relucieron con una profundo brillo cerúleo que le dio un porte místico. Efluvios de poder salían de su cuerpo como el vaporcillo producidos por el aliento en el frío.
—¡ES LA HABILIDAD TORRENTE DE PRIMARINA! ¡Parecido a Mar llamas y a Espesura, Torrente incrementa la potencia de los movimientos de tipo Agua en los momentos de mayor necesidad! ¡¿Eso quiere decir que Primarina está al límite de sus fuerzas?!
De la boca de Hau salió una risa nerviosa. Su rostro liberó una solitaria gota de sudor tan fría como las profundidades del abismo marítimo.
—Supongo que ya es hora de dejarse la piel —dijo, pasándose una mano por la mejilla.
—¡Si no lo haces, jamás podrás aspirar a derrotarme, rey! —exclamó Ryuki, señalando a la tipo Agua—. ¡Foco resplandor!
Kommo-o abrió el hocico, pero tosió violentamente. Se apoyó sobre una de sus patas, comenzando a jadear. Con un ojo cerrado y el otro a medio camino, vio a Primarina. Se levantó de golpe y atacó.
—¡Rayo hielo!
Primarina no enfrentó su ataque contra el de Kommo-o, sino que apuntó a sus piernas. Si le quitaba el soporte al enemigo, entonces indudablemente caería. Rayo hielo golpeó una de las piernas del reptil, quien dio un salto a un lado para esquivarlo. Cayó trastabillando, poniéndose de pie rápidamente y arrastró la cola. Una polvareda espesa se formó entre Primarina y su oponente. La sirena intentó utilizar Aria burbuja, pero sintió un ardor terrible en la mandíbula.
Hau abrió los ojos con fuerza al ver como el humo se agitaba.
—¡Acua jet!
Eso Primarina sí podía hacerlo. Se disparó en contra de la polvareda y evadió hábilmente el Puya nociva que salió de ella. Su cabeza chocó contra la de Kommo-o, logrando tirarlo de espalda al suelo.
El tipo Dragón vio pasar por encima de él a la sirena, extendiendo su garra para sujetarla de cualquier lugar que pudiera. Terminó tirando de su cabellera, haciéndola frenar en seco y caer al suelo junto a él. Kommo-o lanzó un Puya nociva tras otro que Primarina esquivó al rodar por el piso.
La leona marina rodó, evadiendo otro Puya nociva, y disparó un corto Rayo hielo que le dio directamente en el rostro a Kommo-o. Vio al tipo Dragón cerrar con fuerza los ojos y luego disparar un poderoso Foco resplandor. Primarina se alejó a toda velocidad con Acua jet, recibiendo un coletazo en el aire. Cayó al suelo, rodó y utilizó Acua jet nuevamente para pasar por entre las piernas de Kommo-o. Sabía que el enemigo dejaría caer su cola, por lo que disparó un rápido e improvisado Fuerza lunar que le quitó todas las ganas de aplastarla.
Kommo-o cayó sobre una de sus rodillas, jadeante. Levantó la mirada para encontrar a Primarina, quien también lucía significativamente abatida. El dragón sabía que estaba llegando al punto en el que no podía moverse como su cuerpo quería, pero Primarina no parecía compartir su condición.
La leona marina estaba lastimada por los agresivos golpes de Kommo-o. La mandíbula le punzaba, sentía el estómago abotagado y la cola irritada, pero por mucho que le doliera el cuerpo en su interior todavía había el fuego necesario para continuar.
—¡Lanzamiento nocivo! —gritó Ryuki.
—¡Aria burbuja!
Primarina se obligó a cantar. Se forzó a sí misma a dar el mejor performance que jamás hubiese dado. Su voz vibró en el aire y sus cabellos se mecieron libres. Grandes, pesadas y rápidas balas de agua salieron en contra del veneno arrojado por Ryuki, perforándolo con facilidad pasmosa para después chocar estrepitosamente contra Kommo-o.
El dragón se agitó violentamente, retrocediendo a tropezones. Se obligó a dejar de retroceder, plantándose con firmeza en el suelo. Rugió con todo el aire que había en sus pulmones.
—¡No hemos terminado, rey! —gritó Ryuki, el ceño fruncido—. ¡Todavía estamos lejos de rendirnos!
Hau sintió una oleada de nerviosismo recorrer su columna. Su garganta comenzó a cerrarse mientras sus cejas temblaban. Quería ganarle a Ryuki. Necesitaba vencerlo. Nunca había luchado contra un oponente de su calibre. Vencerlo significaría que se encontraba en un nivel que no había imaginado. Tenía que ganar. Debía…
—¡NOSOTROS VAMOS A GANAR! —gritó con fuerza.
La sonora voz de Hau tomó por sorpresa al estadio entero. No estaban acostumbrados a esos poderosos estallidos del entrenador de Iki.
Ryuki se quedó pasmado al ver la determinación en los ojos de su oponente. Se llevó una mano al rostro y comenzó a reírse, intrigando a Hau. Con un movimiento apartó el flequillo de su rostro.
—Eres un formidable oponente, rey —dijo con una sonrisa—. En todo el tiempo que llevo luchando, pocas han sido las personas con las que me he batido a un duelo como el que estamos teniendo.
—Tú también eres excepcional, Ryuki —admitió Hau—. Lograste poner en jaque a personas que admiro por su fuerza y habilidad.
Ryuki asintió repetidamente, cruzándose de brazos.
—Me gusta hacer esta pregunta, pero el combate era tan interesante que por un momento lo olvidé. —Con ojos inquisitivos escudriñó el alma de su contrincante—. Dime, Hau Mahalo, ¿por qué luchas? ¿Qué es lo que te da fuerzas para plantarte ante mí con esa fogosidad?
Hau recordó que la misma pregunta le había sido planteada a Lana. Pensó en la respuesta y su mente automáticamente pasó por todas las estancias de la batalla. Bajó la cabeza.
—Cuando inicié mi viaje por Alola, peleaba para divertirme. Luchaba despreocupadamente porque simplemente era entretenido, pero conforme pasa el tiempo mis aspiraciones se hacen más y más grandes. —Comenzó a levantar los dedos de la mano—. El sueño de superar a mi abuelo. Querer pararme al mismo nivel que mis amigos. La necesidad de vencer a mis rivales… La venganza contra quienes me quitaron a mi familia… En distintas etapas de mi vida, diferentes han sido las cosas que me han motivado a mejorarme. Pero ahora…
—¿Ahora?
Hau frunció el ceño.
Ahora todo se reducía a la quinta pregunta. En el núcleo, la cuestión que Hapu le había planteado y la de Ryuki eran lo mismo. ¿Qué era para él la fuerza? ¿Por qué peleaba? ¿Por qué quería volverse más poderoso? Defender, ganar, divertirse…
Por mucho tiempo, Hau había creído que la respuesta estaba dentro de él. Se había cegado tanto con esa idea que solamente había buscado ahí, pero por mucho que escrutara jamás encontraría nada. Era gracioso que la contestación a su más grande pregunta se encontrara a su alrededor.
—Gracias, Hau. Sé que está mal depender tanto de ti, pero mis rodillas ya no son lo que eran.
—No se preocupe, señora Lili'u. ¡Estoy aquí para ayudar! —dijo, mostrando su biceps.
—¡Hau, ¿podrías ayudarnos con esto?! —gritaron desde la distancia.
—¡Claro! ¡Enseguida voy! —respondió. Volvió a ver a la anciana señora Lili'u—. Bueno, ¡me necesitan en otro lado!
—¡Espera, espera! —Con rapidez la señora Lili'u buscó dentro de la bolsa de víveres que el joven Mahalo había puesto en el umbral de su puerta. Sacó una malasada envuelta en un delgado papel—. No es mucho, pero me gustaría agradecerte.
Los ojos de Hau brillaron con fuerza.
—¡Una dulcesada! —exclamó, sujetándola con cuidado—. ¡Mira esto, Popplio!
La pequeña foca comenzó a aplaudir con entusiasmo. En la punta de su nariz se formó una pompa de agua.
La señora Lili'u se rio.
—Tu buen olfato para las malasadas debe de ser un talento natural —dijo.
Hau se carcajeó.
—¡Tapu Koko le da sus mejores malasadas a sus guerreros más hambrientos! —exclamó, comenzando a dar media vuelta—. ¡Me aseguraré de disfrutarla, señora Lili'u, gracias!
Ella lo despidió. El joven Mahalo no tuvo que desplazarse mucho para llegar al lugar donde lo necesitaban. Entre dos adultos y tres jóvenes adolescentes menores que Hau intentaban levantar un poste de madera rodeado por preciosos arreglos florales donde resaltaban las malvas, amapolas, lirios amarillos y azaleas en representación de los colores característicos de Alola. Al verlo, el joven moreno de quince años silbó.
—¡Qué belleza! El festival de este año va a ser espectacular —dijo, colocándose junto a todos y tomando una cuerda para ayudar a levantar la columna—. Sostén mi malasada, Popplio.
La pequeña la almacenó en una pompa de agua que balanceó sobre su nariz.
—El señor Hala se supera año con año —dijo uno de los adultos—. A la de tres… ¡Uno, dos… tres!
Los seis hombres tiraron con fuerza de la cuerda, logrando levantar el poste. Dejaron salir un suspiro.
—Un pequeño calentamiento para la noche —rio Mahalo, girando el brazo. Alguien se le acercó, llamando la atención.
—¡Más vale que te prepares, Hau! Estoy decidido a elegir a Rowlet como mi inicial, por lo que no tendré problemas para derrotarte —dijo uno de los adolescentes que habían ayudado a levantar el madero.
—Puede que Planta venca a Agua, pero estás muy verde para enfrentarte a mí y vencerme, Kale —Hau se cruzó de brazos y profirió una risa malvada.
—¡Eso lo veremos! ¡Vamos, chicos! ¡Tengo que planear mi combate contra Hau! —exclamó Kale, saliendo corriendo del lugar.
Mahalo sonrió, sacudiéndose el polvo de las manos. Volteó a ver a Popplio para recoger su malasada, pero alguien más lo llamó.
—¡Hau, por aquí! ¡Ayúdame un momento por favor!
El muchacho ni siquiera formuló un pero. Corrió hacia el puesto callejero donde lo habían llamado. Se sintió bendecido cuando supo que lo llamaban para probar el punto de cocción del atún. Aunque a Mahalo le gustaba el atún crudo, sabía que habría extranjeros en el festival que no comían pescado crudo.
—¡Está exquisito, señor Havik! —aseguró con una mano en la mejilla.
El señor Havik suspiró con alivio.
—Si lo dices tú me quedo más tranquilo, Hau —dijo, comenzando a deshuesar con habilidad otro atún—. Okeli siempre me ayuda con estas cosas, pero ya está en esa edad en la que sus intereses están en otra parte.
Mahalo examinó con atención su entorno.
—¿Y dónde está ella?
Él sabía que Okeli nunca estaba muy lejos de su padre, pues Havik era extremadamente torpe y olvidadizo. La jovencita de catorce años, en la mayoría de ocasiones, terminaba pareciendo su madre.
—Fue a buscar flores a las afueras del pueblo. Dice que quiere hacerte una corona de flores para celebrar tu victoria de la noche —respondió Havik mientras fileteaba el pescado.
Hau sonrió ampliamente.
—¡La recibiré con gusto! —exclamó.
—¡Oarf, oarf! —Popplio, con la malasada todavía en la burbuja, aplaudió.
—¡Haaaau, ¿podrías ayudarme?! —Una voz infantil lo llamó.
Mahalo volteó a ver a una pequeña niña que le gritaba a lo lejos. Se giró hacia Havik y agitó una mano hacia él.
—¡El deber llama, señor Havik! ¡Vendré a darme una vuelta más tarde!
—La casa invita, Hau —dijo mientras reía por la densidad del joven príncipe.
Hau llegó hacia donde estaba la pequeña niña de seis años, junto a un gran árbol, y se agachó un poco para estar a su altura.
—¿Qué pasa, Noel? —interrogó con tranquilidad.
La pequeña sonrió al ver a Popplio. Intentó acariciarlo, pero recordó lo importante.
—¡Iakona y Kaleo volvieron a lanzar a Miss Tierna a la copa de un árbol! —dijo, señalando la parte más alta de la frondosa acacia.
Hau forzó la vista, viendo a lo lejos un peluche. Sonrió y asintió. Puso una mano sobre la cabeza de Noel y la acarició.
—¡Voy por Miss TIerna en un pispas! ¡Dile que aguante un poco más en lo que voy a rescatarla! —dijo para comenzar a caminar al tronco del árbol.
—¡Hau va por usted, Miss Tierna! ¡Todo está bien!
Hau escaló el árbol con virtuosismo. Se movió de rama en rama hasta llegar a la más alta. El roce de la corteza era molesto, pero el joven en ningún momento puso mala cara. No tardó mucho en encontrar, entre las ramas más débiles, al peluche de Popplio llamado Miss Tierna. Pudo haber tirado al peluche al suelo, pero sabía que Noel se entristecería si Miss Tierna llegara a ensuciarse. La tomó con cuidado y bajó con lentitud hasta llegar a la base del árbol.
—¡Tachán! ¡Miss Tierna recuperada sana y salva! —dijo, mostrándole el peluche a la dueña del mismo. Se apresuró a quitarle unas hojitas que tenía pegadas a la oreja derecha.
—¡Miss Tierna! —exclamó, tomándola en brazos y abrazándola con fuerza—. ¡Gracias, Hau! ¡Muchas gracias! ¡Salvaste a Miss Tierna!
—Ey, solo cumplo mi deber. Como alguacil de Candyland, debo procurar el bienestar de todos sus habitantes —dijo con orgullo.
Noel se llevó una mano a la boca y rio.
—Sabía que tú serías mejor alguacil que el Barón Bunnelby.
Hau se acercó a ella y bajó la voz.
—Aquí entre nos, siempre supe que el Barón Bunnelby nunca sería un buen alguacil. Lo he visto quedarse dormido en el trabajo más de una vez.
Noel suspiró.
—¡No es cierto! —dijo con incredulidad—. ¡Me prometió que nunca volvería a hacerlo! ¡Está en serios problemas!
—¡Dígaselo, alcaldesa! —animó Hau.
—¡Ah! ¡Hau bajó al peluche!
Tanto Hau como Noel movieron la cabeza para encontrarse a un par de niños de nueve años cuyas ropas estaban llenas de tierra.
—¡Siempre nos arruinas la diversión, Hau! —gritó el más alto. En su cabeza había una gorra de baseball.
—¿Consideras divertido molestar a una niña menor que tú, Iakona? —preguntó Hau con una expresión severa.
—¡Noel es una rara! ¡Todo el tiempo está hablando con sus peluches! —respondió el otro niño, Kaleo—. ¡Le estamos haciendo un favor!
—¡Eso!
Hau suspiró y volteó a ver a Noel. La niña tenía la cabeza gacha.
—Está bien, está bien… —dijo con resignación, caminando hacia ambos niños. Los sujetó del brazo y comenzó a arrastrarlos—. Vamos.
—¿E-eh? ¡¿Adónde nos llevas, Hau?! —preguntó Iakona.
—A acusarlos con sus padres —respondió el moreno.
—¡N-no, por favor! ¡La tía Maki es aterradora cuando está enojada! —aseguró Kaleo.
—Debieron pensarlo antes de molestar a Noel —dijo sucinto.
—¡A-ayuda! ¡Nos está secuestrando! ¡Hau nos está secuestrando! —gritó con desesperación Iakona. Kaleo pronto se unió a sus gritos.
Los que los veían pasar simplemente se reían ante la más que recurrente escena. Iakona y Kaleo no se rieron cuando la señora Maki, madre de Iakona, reprendió con severidad a su hijo.
—¡... y tú, Kaleo, tu padre ha tenido la misma charla contigo miles de veces! ¡Dejen en paz a esa pobre niña!
Hau, junto a Popplio, se fueron del lugar. El moreno se había cubierto los oídos, mientras que el tipo Agua no pudo hacerlo: necesitaba sus aletas para moverse.
Mientras caminaba de regreso, Hau vio a alguien pasar corriendo a toda velocidad a su lado. Giró la cabeza con rapidez, reconociendo al pequeño.
—¿Tristán? —murmuró. Volteó a ver a Popplio—. ¿Por qué tendrá tanta prisa?
La tipo Agua se encogió de hombros pero rápidamente volvió a su postura habitual. No podía descuidar la malasada.
—Estas nuevas generaciones siempre tan impacientes…
Hau vio a quien había dicho eso, alzando una ceja. Sentado en una banca cercana, debajo de unos luminosos focos y con una paleta de caramelo en la boca, estaba un niño de la edad de Tristán.
—¿Por qué has estado diciendo tanto eso últimamente, Akoni? —preguntó Hau, intrigado y divertido por igual.
—Las nuevas generaciones no lo entenderían. No sabes nada de las nuevas generaciones, Hau —respondió con voz solemne y una mirada regia.
Hau y Popplio voltearon a verse. Se rieron.
—¡Disfruta el festival, Akoni! —dijo, alzando una mano y retirándose.
—¡Oarf!
Se retiraron mientras el niño monologaba sobre las nuevas generaciones y sus maravillas. Pasearon por tranquilidad por la parte alta del pueblo hasta que finalmente llegaron frente a la residencia Mahalo. Las cosas estaban volviéndose más y más animadas conforme la noche caía y los invitados llegaban. El moreno puso los brazos en jarra, viendo el gran cuadrilátero de madera.
—En unas horas tú y yo estaremos ahí arriba, amiga —dijo con ensoñación.
—Oarf.
—Solo nos tardamos unos años más de lo normal, pero al fin nos subiremos —rio a carcajadas.
La sonrisa de Mahalo pronto decayó. Sus ojos se entrecerraron, su mente manchada por el peor recuerdo de su corta vida. Pensó en que su padre no lo vería luchar; pensó en lo mucho que lo quería ahí con él. Su cabeza se llenó de veneno. Recordó a aquella bestia y lo único que quiso fue…
—Gracias por echar una mano por el pueblo, hijo. —Una mano se posó sobre el hombro derecho de Hau. Se trataba de Hala, quien también veía el campo de batalla ceremonial de Iki.
—¡No fue nada, abuelo! —respondió con una sonrisa.
Hala lo miró, le correspondió el gesto y le acarició la cabeza con su gran mano.
—Hoy darás un paso al frente en tu camino para convertirte en Kahuna.
—Algo tarde… —rio Hau con cierta incomodidad.
—Nunca es tarde para empezar cuando de verdad se tiene la intención, Hau —aseguró Hala—. Las posibilidades y los sueños solo mueren cuando nosotros morimos, y eso si no son legados a alguien más.
El joven Mahalo no supo bien qué decir. Nunca sabía qué responder cuando su abuelo se ponía filosófico.
—Serás un gran líder, Hau —dijo de pronto Hala.
—¡Uno mejor que tú, abuelo! —exclamó con seguridad—. ¡Ese es mi sueño!
Hala asintió, gustoso.
—Serás el mejor de todos nosotros, de eso no tengo duda. Tu corazón y anhelos están en el lugar que deben: con tu pueblo. —Puso un dedo sobre el pecho de su nieto, a la altura del corazón—. Hay líderes que protegen; líderes que administran; líderes que educan, pero la mejor clase de líder es aquella que guía.
Hau se rio.
—Ya estás diciendo cosas raras de nuevo, abuelo. ¡Un líder lidera y punto! ¿No se basa el trabajo en eso? —preguntó con ingenuidad.
Hala soltó una carcajada.
—Algún día lo entenderás, hijo. Llegará el momento en el que te darás cuenta de que el mejor líder es aquel que hace de faro para los perdidos. —Le dio unas palmaditas en la espalda—. Pero eso no será hoy. Por hoy, disfruta de tu juventud, diviértete y atesora todos los recuerdos que hagas. Las preocupaciones de adulto déjalas para cuando tengas problemas de adulto.
—Bueno, pues eso haré. ¡Voy a atiborrarme de cosas deliciosas hoy! —exclamó con seguridad, los brazos en jarra.
—¡Oarf!
Hala asintió y le dio una última palmada en la espalda.
—El profesor Kukui y la profesora Burnet vendrán a verme, por lo que debo ir a la casa un momento. Si los ves, ¿podrías enviarlos conmigo?
—¡A la orden, señor! —exclamó, poniéndose firme y llevándose una mano a la frente.
—Gracias, hijo. —Hala comenzó a caminar hacia el gran umbral de la puerta de su casa. A medio camino se detuvo y volteó a verlo de nuevo—. Y Hau…
—¿Sí, abuelo?
—Dalo todo el día de hoy.
El joven sonrió ampliamente y levantó un pulgar.
—¡Por supuesto!
Hala lo vio una última vez antes de cerrar la puerta detrás de él. Hau y Popplio se quedaron en silencio.
—Bueno, el abuelo dijo que estuviéramos atentos por si veíamos a los profesores, así que… ¡A las escaleras! —exclamó, señalando a los numerosos peldaños que conectaban la parte alta y baja del pueblo—. Esa burbuja tuya ya duró un buen rato, amiga. Tu entrenamiento con la Primarina de Lana de verdad rindió frutos.
—¡Oarf, oarf!
—¿De verdad crees poder sostenerla por cinco minutos más? —Hau se vio dudoso—. Me quería comer la malasada, pero dado que estás tan determinada… ¡Te creo!
Solo que Popplio no aguantó ni tres minutos más. La burbuja se reventó, su malasada salió volando y Hau tuvo que saltar detrás de ella. El resto es otra historia.
Hau miró con fijeza a Ryuki. Su pecho se irguió y en sus ojos pudo apreciarse una mirada regia de tal determinación que parecía capaz de grabarse a fuego en las pupilas de quienes la apreciaran.
Para Hapu, la fuerza era un medio para honrar a sus antepasados y a todos aquellos que seguirían después de ella. Para Hau también era un medio, pero uno que utilizaba para otra cosa muy distinta.
—Peleo por mí. Peleo por mis Pokémon. Pero principalmente, peleo por Alola. —dijo con solemnidad— Quiero que mi pueblo sepa que su líder es fuerte; que descansen tranquilos sabiendo que hay alguien que los protegerá hasta el último día de su vida. Peleo porque mi gente necesitará un dirigente que sepa hacerlo. Me esfuerzo porque debo ser el pilar que brinde seguridad a quienes lo necesitan; un faro que pueda indicarles el camino cuando no sepan cómo continuar. Si no le muestro a mi patria de lo que soy capaz, ¿entonces cómo espero ganarme su favor?
Para Hau Mahalo, la fuerza por fin tenía un significado: era el medio que le permitiría pararse frente a su pueblo y decirles «Síganme». Era la capacidad para mostrarles la espalda y que aun así tuvieran la seguridad de que él los veía.
Para Hau Mahalo, el mejor líder era el más fuerte.
—¡Mi nombre es Hau Mahalo VII, heredero de la familia Mahalo y futuro rey de Melemele! ¡En mi potestad está el futuro de mi región y juro por mis antepasados que tengo la fuerza necesaria para protegerla! —gritó con suma formalidad—. ¡Por eso no voy a perder contra ti, Ryuki!
La sinceridad de sus palabras pareció resonar con el pueblo de Alola, el cual tardó unos cuantos segundos en procesar el mensaje que su futuro rey les daba. Cuando lo hicieron, finalmente estallaron.
—¡MI GENERAL PRÍNCIPE!
—¡REY MAHALO!
—¡SEÑOR HAU!
—¡GANE POR MELEMELE, KAHUNA!
—¡LAS NUEVAS GENERACIONES AVANZAN Y SUPERAN A LAS VIEJAS!
Hapu, desde su asiento, sonrió con satisfacción y orgullo. Le había tomado tiempo, pero finalmente lo había hecho. Después de angustiosos meses de dudas y arrepentimientos había sido capaz de responder al deseo de su corazón.
Finalmente lo descubriste, mozuelo. La respuesta a la quinta pregunta…
Ryuki sonrió y asintió. No escuchaba a nadie gritar su nombre, pero podía verlos a ellos esforzarse por hacerlo. Se fijó en Hau y por fin entendió lo que los diferenciaba. Hau Mahalo había nacido líder y él se había formado como uno. Pero que el príncipe de Melemele hubiese nacido en la familia real parecía haber sido solo el inicio de su viaje. Se preguntó si este, a su manera, era también el inicio del suyo. Sintió como un millar de puertas se abrían en el horizonte para él y ahí, a lo lejos, estaba Mahalo, dándole la espalda.
Pero que espalda tan cálida es… pensó con una sonrisa.
—¡TERMINEMOS CON ESTO, REY!
—¡VAMOS, DRAGÓN!
—¡PUYA NOCIVA!/¡ACUA JET!
Primarina se rodeó de agua y salió disparada en contra de Kommo-o. Evadió ágilmente el jab que le fue lanzado, dando tirabuzones alrededor de su brazo y chocando contra su largo cuello.
Falto de oxígeno y conmocionado por el golpe, pero Kommo-o no se rindió. Extendió su pata y atrapó a Primarina, quien disparó un Rayo hielo para tratar de liberarse. La zarandeó con fuerza y trató de estrellarla contra el suelo, pero ella comenzó a volar con Acua jet, arrastrándolo a él. Kommo-o trató de darle un golpe en la espalda con Puya nociva, pero Primarina se dio la vuelta y lo atacó con un Aria burbuja que lo obligó a soltarla.
La leona marina se alejó a toda prisa pero regresó inmediatamente después. Volvió a lanzar contra Kommo-o un Acua jet congelado, creando una nubecilla de vapor que utilizó para intentar golpearlo con Fuerza lunar. Un Puya nociva la obligó a cancelar y tratar de evadir. La primera garra pasó justo por encima de ella y la segunda le dio de lleno en el estómago, haciéndola perder el aliento. Frunció con fuerza el ceño y disparó un Rayo hielo tan corto como poderoso.
Kommo-o retrocedió a tropezones, se abalanzó contra Primarina con Gancho alto y fue esquivado por los rápidos tirabuzones de Acua jet. La sirena se había enroscado como si fuese tan flexible como el Gumshoos de Ash, cayendo al suelo frente a Kommo-o. El tipo Dragón dio una rápida vuelta, pero su oponente no se lo puso fácil.
Primarina, con un nuevo Acua jet, se lanzó en contra de la cola de Kommo-o y logró hacerla retroceder. El dragón trastabilló, por el desbalanceo y la sirena aprovechó para cantar a quemarropa. Las balas salpicaron agua al estallar y Kommo-o rugió de dolor.
El dragón unió sus extremidades en un brusco movimiento, creando una poderosa onda sonora que interrumpió cualquiera que fuese el movimiento que Primarina había tratado de usar. Aprovechó para tomar la cabeza de la tipo Agua entre sus patas, la levantó y disparó un poderoso pero breve Foco resplandor que la mandó a volar.
Primarina cayó de espaldas al suelo, pero inmediatamente se recuperó con un rápido Acua jet.
—¡Esto termina aquí, rey! —aseguró Ryuki con ímpetu.
—¡Entonces asegúrate de dar un buen último golpe! —dijo Hau con una sonrisa de oreja a oreja.
Primarina salió disparada en contra de Kommo-o, quien la recibió con un Foco resplandor que estuvo a punto de golpearla. La tipo Hada aterrizó, se impulsó hacia el aire para evadir el coletazo de Kommo-o y luego se apresuró a tocar el suelo, esquivando el Gancho alto del enemigo.
El tipo Dragón volvió a juntar sus manos para provocar aquel estruendoso sonido, pero Primarina lo ignoró. Con rapidez comenzó a utilizar Acua jet, enroscando su largo cuerpo alrededor del de Kommo-o. Visto por los espectadores, el escenario era fascinante. Primarina, por un momento, había dejado de ser una sirena para convertirse en un dragón acuático parecido a un Dragonair.
Kommo-o trató de atrapar a Primarina, pero la enemiga era resbaladiza y veloz. Comenzó a seguirla con la mirada, incapaz de predecir su trayectoria. Trató de moverse bruscamente, pero ella parecía capaz de reaccionar a todo. Finalmente se preparó para utilizar Barrido metálico solo para darse cuenta segundos después de que Primarina ya no lo constreñía.
—¡A UN LADO TUYO!
El dragón giró la cabeza, encontrándose con Primarina. La tipo Agua tenía entre sus patas una enorme esfera de luz blanquecina que por un momento desconcertó a Kommo-o. El reptil vio en la mirada de Primarina aquella sed de victoria que tantas veces había sentido. Espabiló y se apresuró a barrerse con la cola.
—¡AHORA!
Primarina extendió los brazos hacia el frente y la esfera salió volando. Antes de que Kommo-o pudiese darse la vuelta para golpear a la sirena con su cola, Fuerza lunar golpeó su costado. El ataque, dado a quemarropa, creó una explosión colosal que expandió su sonido por todo el estadio. Kommo-o salió impelido, cayendo pesadamente contra el suelo.
Primarina se tambaleó y recuperó la compostura tan rápido como pudo. Vio al derribado enemigo, llevándose una mano al pecho. Cantó con una vehemencia nunca antes oída en ella.
—¡Kommo-o no puede continuar! —dijo Nanu, apuntando a Hau—. ¡El ganador es Hau Mahalo!
La imagen de Ryuki en la gran pantalla fue relegada por la gran fotografía de Hau que la abarcó por completo. Detonaciones se escucharon por los sistemas de sonido del estadio.
Antes de que nadie reaccionara, él lo hizo. Hau cayó de rodillas al piso, subió los brazos y luego los colocó a la altura de su nariz.
—¡ESO EEEEEES! —exclamó a todo pulmón, mirando al cielo.
La gente entonces se puso de pie y gritó.
—¡HAAAAAAAAAAAAAAAAAU! —Fue el grito que salió de Lana y Lillie.
—¡GANÓ! ¡GANÓ, GANÓ! —Acerola, sujetando las manos de Malvácea, comenzó a dar saltitos.
—Mi niño lo volvió a hacer… —sonrió la señora Mahalo con orgullo.
—¡INCREÍBLE, HAU! —gritó Kiawe.
—¡Bien hecho, Hau! ¡Muy bien hecho! —Chris sonreía ampliamente.
—Verdaderamente impresionante —sonrió Liam con satisfacción en la voz.
—El niño de verdad se ha hecho hombre —dijo Mina con una sonrisa.
—¡Hau cada día se hace más y más genial! —exclamó Ash con ilusión en el rostro.
—Y que lo digas —rio Gladio.
—¡Agh! ¡De verdad está tratando de alejarse de nosotros, Selene! —dijo Elio molesto pero feliz.
—¡No podemos permitirlo, hermano! —dijo la Asutoro con una sonrisa determinada.
Rotom también sonreía como todos los demás en las gradas. Recordaba al Hau Mahalo que había conocido y sabía que seguía ahí, pero el tiempo definitivamente lo había cambiado para mejor.
—Parece que los Mahalo son como el buen vino.
«¡MI GENERAL PRÍNCIPE, GRAAAAAAAAAAAAAAAAAH!»
«¡PRIMARINA ES IMPRESIONANTE, COMO LA AMO!»
«¡¿POR QUÉ NO NACÍ EN ALOLA, CARAJOOOOOOOOOO?!»
«Esos si son políticos, no como los de mi país…»
«Si mi rey es como Hau, entonces que con gusto regrese la monarquía a Galar»
«¡HAU A SEMIFINALES, HAU A SEMIFINALES!»
«MELEMELE GANÓ, CARAJOOOOOOOOO»
«¡MELEMELE VA A SEGUIR GANANDO CUANDO LIAM DERROTE A GUZMA!»
«Desde pueblo Iki para el mundo: Hau Mahalo»
«Mi niño… ¡ÉL ES LA VOZ DEL MUNDO, SEÑORAS Y SEÑORES!»
Olano suspiró y se frotó la nuca. Vio el efusivo abrazo de Hau y Primarina para después centrar su atención en Kommo-o. Lo había intentado, había dado lo mejor, pero al final… Entrecerró los ojos.
Lo siento, abuelo; abuela. No pude mantener mi promesa, pensó con resignación tras hacer regresar a su Pokémon a la Poké Ball.
—Esforcémonos más el año que viene, amigo —murmuró, pegándose la cápsula en la frente. Se dio media vuelta y, cuando estaba por irse…
—¡Espera, ¡¿adónde vas?! —escuchó que lo llamaban.
Olano se giró para ver a Hau correr hacia él junto a Primarina. Supuso que quería cerrar el evento como correspondía.
—Fue una buena batalla. Eres impresionante, rey —felicitó, extendiendo una mano hacia él.
Hau la aceptó con presteza y la agitó con fuerza.
—Tú también, Dragón —dijo con una gran sonrisa—. Así que, ¿vamos por esa malasada? Aunque claro, primero hay que pasar al centro Pokémon.
Olano parpadeó, incrédulo.
—¿Hablabas en serio? —preguntó.
—¡Por supuesto! No hay nada que me tome más en serio que las malasadas. —Soltó la mano de Olano y puso la suya sobre su hombro, comenzando a caminar junto a él—. Muero de ganas por ver como te sabrá tu primera malasada en mucho tiempo.
El entrenador de Carmín se sorprendió cuando vio que Hau se detenía de golpe. El moreno rio, se rascó la nuca y se dio la vuelta.
—¡GRACIAS A TODOS POR VERNOS COMBATIR! —gritó con toda la fuerza de sus pulmones—. ¡ALOOOOLA!
Hau escuchó los fuertes gritos que lo ovacionaban y luego vio a Olano, le dio un pequeño codazo y le sonrió.
—Escucha.
Olano aguzó su oído y pronto algunas voces resaltaron de entre el público. Sus ojos se abrieron de par en par.
—¡TE AMO, RYUKI!
—¡ERES GENIAL, DRAGÓN!
—¡QUÉ COMBATAZO, DRAGÓN!
—¡OTRO FIEL REPRESENTANTE DE CIUDAD CARMÍN!
—¡MALÍE DIO LUZ A UNA FUTURA ESTRELLA!
—¡TE ESPERAREMOS EL AÑO QUE VIENE, RYUKI!
—¡VUELVE PRONTO A ALOLA, DRAGÓN!
El mundo todavía no gritaba su nombre, pero una parte de la tierra que lo vio nacer sí lo hacía. Eso, para Olano, era un inicio excepcional. Sonrió con gran alegría y alzó la voz.
—¡GRACIAS POR TODO, ALOLA! ¡LOS AMO!
—N-no esperaba que hubiera tanta gente…
Frente al puesto de malasadas del Estadio Royale, Hau se encontraba en medio de una avalancha de personas. El disturbio era tal que pronto asistentes de la Liga lo rodearon a él y a Ryuki, comenzando a organizar kilométricas filas de personas que esperaban tomarse una foto con los dos.
—¡Una foto, Dragón!
—¡Por supuesto! —Ryuki, quien parecía estar en su elemento, charlaba animadamente con todos los que se acercaban a él. Parecía haber dominado por completo el arte de firmar autógrafos y de posar para selfies.
—¡H-Hau, por favor, dame tu autógrafo!
Una chica le extendió a Mahalo una Poké Ball y un marcador permanente. Mahalo suspiró internamente, pues no debió haber dicho en voz alta adónde planeaba dirigirse. Se resignó, pues había sido su error. Le dedicó una gran sonrisa a la jovencita.
—¿A nombre de quién?
A lo lejos, cinco personas veían con resignación el mar de gente.
—Yo quería celebrar con HauHau… —murmuró Acerola, inflando una mejilla.
—Quería hablar con Olano… —Sue se veía notoriamente decaída.
—Estoy feliz por el Dragón, pero… —Mo se encorvó.
—Me da miedo que nos haya olvidado… —suspiró Po.
—¡Tontos, el Dragón jamás olvidaría a los que con él pasaron hambre! —exclamó Bo.
Desde un poco más lejos, otras personas reían.
—Toda una súper celebridad —dijo Mallow.
—Ojalá no se le suba a la cabeza. —Hapu negó con la cabeza.
—Dudo mucho que siquiera lo esté disfrutando. —Liam soltó una risita.
—Esto es muy malo para nosotros… —murmuró Lillie.
—Y que lo digas… —Rotom parecía preocupado.
—No creo que sea tan malo que Hau y Ryuki se hayan hecho amigos —dijo Ash con una sonrisa—. ¡Si se une al equipo S&M, incluso podrían hacer las paces, Lillie!
La rubia palideció al instante.
—Yo me refería a la propaganda que Hau le está haciendo a nuestro competidor, pero eso… —Un escalofrío la recorrió de pies a cabeza—. Eso es todavía peor…
Risas se escucharon, opacadas por las voces que clamaban por las estrellas del primer combate. El primero en dejar de reírse fue Liam. Sotobosque pronto adquirió una mirada solemne y, en silencio, se retiró del lugar.
El futuro Kahuna de Melemele ya había combatido, ahora le tocaba al único Capitán de la isla. La batalla tenía todas las papeletas para ser… brutal.
Liam se mentalizó y preparó para lo que sea que estuviese por venir.
Personas en cuartos de final: Liam Sotobosque, Guzma Kiauka.
Personas en semifinales: Gladio Aether, Ash Ketchum, Hau Mahalo.
¡Pues terminé! ¿Cuánto me tardé? ¿Dos semanas? ¿Tres? ¡No pueden decirme que estuvieron sin contenido, porque ahí estaba el interludio! XD
En fin, ya nos quitamos a Ryuki de encima. Cielos, en más de una ocasión llegué a conectar con él. ¿Será que Ryuki es el personaje en el que hago algo de self insert y luego el público odia? XD ¡Aunque espero que su opinión del ruidoso guitarrista de Carmín mejore un poco con este capítulo! Aunque voy a admitir que sí lo hice bastante fastidioso XD
Cosillas, cosillas… Seh, ya recordé. La otra vez me di cuenta de que ALGUNO DE USTEDES, CABRONES, subió casi TODA la historia a Wattpad. Literalmente hasta los tags que vienen en FF. Subieron toda LLDH hasta una batalla que no recuerdo y, como me tardé en actualizar, tuvo el descaro de poner que ese capítulo era el final XD
¡Otra cosa! Por algún motivo alguien o algo se tomó la molestia de poner la mayoría de LLDH en un putísimo PDF con formato de libro XD ¡Pero eso realmente no me molestó ni nada! De hecho, al contrario, lo agradecí… ¿Sabían que, si leyeron hasta el combate de Hau contra Mallow, se leyeron un libro de más de 5 mil páginas o, en su defecto, nueve libros de más de 600 páginas cada uno? Amigo, eso se siente jodidamente irreal visto en perspectiva…
Pero en fin, les adelanto el título del capítulo 159, que lleva por nombre:
Carbón.
Quedan: 11 capítulos para el final.
¡Y eso sería todo! ¡Nos leemos, chicos, y Alola! :D
