CAPÍTULO XLVIII

RETORNO

En algún momento de la madrugada dejó de llover, pero que el frío viento siguiera azotando no sería impedimento para que el tren partiera a su destino, siendo que lo haría hacía el mediodía.

Y aunque aún faltaba un par de horas para que el tan esperado momento llegará, desde muy temprano el andén se abarrotó no solo por aquellos que se iban, sino también por los que se quedaban.

Entonando alegres cantos y bailando, unos y otros celebraban el retorno.

"Que envidia me dan, ellos pronto se reunirán con sus familias"

"Parece mentira que llegó el momento de volver"

"Estoy impaciente por abrazar a mis hijos"

Eran cosas que entre el gentío se podían escuchar.

"¿Tienes todo?", cuestionó Mina, quien acompañaba al rubio Nikolai.

"Si", nervioso contestó.

"¿Qué será lo primero que harás cuando llegues?", fue la pregunta que siguió.

"Quitarme este maldito uniforme y comprarme un buen traje, luego iré a una cafetería para sentarme a ver a través de sus cristales… y si ella quiere me casare", desvió el rostro para que no notará como sus mejillas se encendieron.

"Lo mismo haré. También me compraré muchos pasteles y todas las delicias que en todo este tiempo no pude comer"

"Luego de tanto lo merecemos"

Por su parte Mizuno acompañaba a Kirill.

Ambos en silencio, caminaban a la par.

Él, llevando la mirada baja, deseaba poder tomar su mano una última vez. Ella, desviando el rostro esperaba que él no notara que de vez en cuando una lágrima brotaba.

"Amy, aún estamos a tiempo. Pídemelo y no diré que no", él hombre pensó.

"Sabes que tu obligación es regresar", también encerrada en sus propios pensamientos, trató de sonreír.

Mira, ahí están Mina y Nikolai", expresó la joven Masha para con Olga.

"Me duele mucho verlo solo", dijo la otra al recordar al pelinegro Alexei.

"¿Están nerviosas?", cuestionó la rubia enfermera.

"Y mucho", respondieron ambas.

"Me alegra mucho que tengas que regresar. No olvides escribirme", Mizuno, abrazando al joven Nikolai, expresó.

"No lo haré... Aquella noche juntos salimos de su clínica y fuimos puestos en el mismo camión rumbo a Mostrov. Juntos peleamos y juntos vencimos, así que ¿Por qué no regresa conmigo?. Nuestros vecinos se pondrán muy contentos al verla a salvo", cuestionó a su oído para evitar que Kirill lo escuchará.

"Porque aquí hay mucho que hacer", ella replicó.


(En casa de los Kremer)

El reloj del fondo con su monótono tic tac marcó una hora más mientras que a lo lejos el sonido de la pesada máquina se dejó escuchar, llamando a que se reunieran junto a ella todos aquellos que se quedaban atrás.

Y ahí en el recibidor y de pie frente a la ventana, el rubio Haruka contemplaba a todos los que a lo largo de las calles festejaban.

Michiru, sin atreverse a hablar, en un tortuoso silencio lo contemplaba. "Aún está a tiempo de recapacitar y subir a ese tren. No sabemos cuándo es que volverá a tener oportunidad de hacerlo", pensó mientras dirigía la mirada hacia la habitación, donde el equipaje esperaba por él.

El coronel consultó su reloj una vez más y volviéndose hacia ella, por fin hablo; " Ya casi es hora"

"Es cierto", con la voz entrecortada respondió.

El rubio caminó hacia el perchero y tomando su pesado abrigo lo vistió, dejando a un lado su arma. "Voy a la estación, no me tardo"

"Si, coronel"

Asintiendo un poco y sin decir nada más, cerró la puerta detrás de sus pasos.

Quedándose a solas con el tortuoso sonido del reloj de fondo, la aguamarina sonrió de forma débil; "Lo que la otra noche dijo tan solo se trató de una mentira para que no me preocupara. Sé que él no va a volver", limpiándose el llanto que acudió a nublarle la preciosa mirada, expresó. "Me habría gustado mucho decirle adiós, y que siempre estaré en esta ciudad por si algún día decide conocer a su hijo"


(En la estación)

"Ahi viene el coronel", señaló el tuerto Fiódor, quién también llegó a tiempo para despedirse de sus camaradas.

La castaña Lita al contemplarlo frunció el entrecejo; "¿Dónde está su equipaje?"

"Es verdad, él también tiene que volver", confundido señaló el pelinegro Dimitri.

A Fiódor y a Mizuno fue algo que no los tomó por sorpresa.

"¿Pensaron que me había olvidado?", cuestionó

"No, por supuesto que no", siendo que él llevaba un equipaje pequeño y el coronel nada, fue algo que también a Nikolai lo desconcertó.

"Coronel, usted también regresa al Sur, ¿No?", cuestionó Kirill.

"Si, pero he tomado la decisión de quedarme un poco más. La lluvia estropeó los cultivos y voy a trabajar en ello. Mi solicitud fue aprobada por el general Volkov", replicó, aunque no muy contento porque aún había otra solicitud que requería ser aprobada, o negada.

Ante sus palabras el comandante bajó la mirada, luego de forma discreta la posó en la médico; "Me gustaría ser igual de valiente que él, sin embargo ella ya ha decidido por los dos"

La máquina dejó escapar una densa fumarola, avisando qué ya había llegado la hora.

"Todos a bordo", alegre un oficial llamó.

"Te… tengo que irme", emocionado y titubeante dijo Nikolai. "No se olviden de mi hermano, pronto volveré para llevarlo junto a mis padres"

"No lo haremos", replicó Mina.

Deseando que hubiera algo que retrasara su viaje, Kirill se volvió para con la cirujano, a quien no se atrevió a abrazar.

"Tengo que irme, te escribiré en cuanto llegué"

"¿Crees que es lo más conveniente?", cuestionó ella.

Él la tomó por los hombros y habló en voz baja; "Amy, ahora soy capaz de responder tu pregunta. No creo que hayamos hecho mal, porque sino hubiera sido por ti yo habría muerto. Fuiste un gran apoyo para mí y aunque no lo creas, mi esposa siempre lo supo"

"¿Eh?"

"Ella no ignora nada de lo que entre nosotros sucedió, así que estate tranquila, no nos odia y muy por el contrario te agradece que me hayas cuidado"

"Última llamada", el oficial anunció.

"No olviden escribirnos", "Cuando regresen nos reuniremos", Masha y Olga gritaron para con sus amigas.

"No lo haremos, saben a dónde enviar sus cartas", replicó Lita.

"Adiós, Amy", soltando su mano y sin mirar atrás, contra su voluntad Kirill abordo.

"Adiós", ella murmuró.

Titubeante, Nikolai se dirigió hacia el tren, pero no pudiendo abordar, se volvió para con la rubia enfermera; "Tengo que irme, pero no sin antes…", expresó y tomando a la joven por las mejillas, deposito un corto beso en sus carnosos labios. "Perdoname, Mina, siempre fui un cobarde. Sé que debí decírtelo antes. Si decides regresar al Sur no dudes en buscarme, te estaré esperando", dijo y sin darle tiempo de quejarse, con presura subió.

Ante ese gentil toque y sus cariñosas palabras, sin aliento Mina se sonrojo.

Entonces una alegre marcha de despedida fue entonada mientras que la negra máquina poco a poco los iba separando de la estación.

"Adiós, adiós", emocionados unos y otros gritaban, extendiendo las manos a través de las ventanas.

Por fin volvían a casa convertidos en héroes, sin embargo para otros siempre serían villanos…

Pensativos, Haruka, Mina y Mizuno se quedaron contemplando como el tren se perdía en la distancia.

"Ahí van. ¿Lo ven?, todos tenemos la oportunidad de volver a empezar. No seamos egoístas con nosotros mismos, porque jamás sabremos qué podrá pasar mañana", el tuerto hombre dijo para con los tres. "Y ustedes no estén tristes, también llegará nuestra hora de retornar"

El rubio, agachando la mirada, asintió un poco.

Mina, llevándose los dedos a los labios, sonrió un poco. "¿Cómo no me di cuenta antes?", murmuró con el corazón acelerado.

"¿Estás bien?", cuestionó la cirujano al ver cómo su rostro se había encendido.

"Si", replicó satisfecha.

"Entonces vámonos, deje café en la tetera", expresó para con ella. Contemplando al rubio, en medio de la tristeza que la embargaba sonrió para él; " Que bueno que ha decidido quedarse, coronel"

"No habría podido regresar sabiéndolo", respondió.

"Ha hecho bien, ahora con su permiso"

Así pues ambas mujeres emprendieron el camino de regreso a la clínica.

"¿Sabes el verdadero motivo por el qué el coronel decidió quedarse?", confundida preguntó la rubia enfermera.

"No, pero quizás luego él mismo nos lo diga, aunque supongo que lo hace para no estar solo. Después de todo ahí no le queda nada", ocultandole lo que sabía, respondió.

Ante sus palabras Mina asintió un poco. "Me pesa mucho no haberte escuchado. En cuanto lo supe debí regresar a mi hogar"

"No te culpes. Lo hecho, hecho está", conociendo muchos de sus pesares, la cirujano contestó.

"Me he quedado sola... pero mi vida pudo haber sido diferente", tratando de alejar esos pensamientos que acudían a llenarle la cabeza, expresó.

"Todos cargamos con algo que nos tortura y nada ganamos con empesinarnos en pensar en lo que pudo ser. Mina, vuelve a sonreír, la vida continua, quizás no como la conocimos, pero continua. Ya ves, hay alguien que en el Sur te estará esperando"

"Tienes razón, será mejor que lo deje en el pasado", dijo, sin embargo difícilmente podría deshacerse del dolor más grande que una mujer puede padecer.

"¿Qué vas a hacer, coronel?", cuestionó el tuerto hombre.

"¿Qué voy a hacer?, continuar trabajando. La lluvia y el frío destruyeron mis cultivos"

"¿Solo eso?"

"Si", nervioso replicó.

"No sé porqué, pero por un momento pensé que decidiste quedarte para comenzar una nueva vida. Después de todo este lugar no es tan malo"

"¿Crees que es conveniente?, nos odian por lo que les hicimos"

"Ellos nos provocaron, ¿Qué esperaban?"

El rubio asintió. "La guerra ya terminó y con ella la venganza"


(En el tren)

Por su parte y sin compartir la alegría que embargaba a todos los que viajaban a su lado, el rubio Kirill trataba de no llorar.

"Amy, sé que no volveré a saber de ti y eso me hiere como no tienes idea", ahogado en un agónico dolor, en silencio se lamentaba.

-Flashback-

Tomando sus manos entre las suyas, la miro a los ojos.

"Amy, tengo que volver, pero si tú me pides que me quede a tu lado para siempre, lo haré sin dudarlo. Porque bien sabes que te amo"

Ante sus palabras, las cuales no la tomaron por sorpresa, la peliazul negó con la cabeza; "Sabes que es un imposible, tu familia te espera y no importa que tanto me ames o cuánto yo te quiera, ambos sabemos que tienes que volver a su lado"

"Pero…"

"No hay cariño ni pero que justifique lo que pretendes hacer. No les causes a tus hijos un nuevo dolor, ellos te esperan"

Ante sus palabras él bajó la mirada.

"Han sido cuatro años los que han vivido sin su padre, fueron cuatro años los que vivieron con el temor de no volver a saber de ti, así que por favor no prolongues más tu ausencia", escapando a su tierno agarre, ella agregó.

-Fin flashback-

Limpiándose las lágrimas que le habían nublado la mirada, asintió un poco. "Tiene razón, debo hacerlo por mis pequeños… que digo pequeños, ya han crecido", tomando la última fotografía que de ellos recibió, rió un poco.


(En casa de los Kremer)

Y entonces el sonido de la pesada máquina de hierro se perdió en la distancia y cuando sobrevino el silencio, Michiru bajó la mirada y su erguida postura.

"Se ha ido, tu padre el coronel se ha ido. Pese a todo él es bueno, tan solo fue una víctima más de las circunstancias", derrumbándose a llorar gimió.


(En el edificio)

Ingresando en su habitación, Mina tomó la carta que recibió la mañana pasada para volver a leerla.

"En un principio pensé que había sido Armand quien la envió, lo cual fue por demás ingenuo... pero ahora estoy segura de que esta declaración de amor la escribió Nikolai. ¿Quién más sino él?", colocándola entre sus más preciadas pertenencias, sonrió contenta."La felicidad está al alcance de mi mano, no puedo escapar a ella"


(Del otro lado de la ciudad)

"La mitad de los soldados se han ido", expresó el menor de los hijos de Dietter. "¿Los viste?, todos llevaban uniformes nuevos", emocionado ante el brillo de sus tintineantes medallas, agregó.

"Jamás debieron venir, ¿Ya olvidaste lo que le hicieron a mamá?", enfadado replicó su hermano.

"No discutan y por favor no estén tanto tiempo junto a la ventana, de lo contrario se resfriaran", expresó su madre.

"Dejó de llover, mamá. Ya vamos a buscar a papá", el chiquillo volvió a insistir. "Ya no tiene que ocultarse de esos hombres"

"Papá no es un cobarde", aún más molesto su hermano mayor gritó.

"Ambos, dejen de pelear", su madre reprendió.


(Esa noche)

En esa abrumadora soledad y sentada a la mesa, Michiru contemplaba cómo los alimentos que había preparado comenzaban a enfriarse.

"No tengo apetito, pero por mi bebé debo hacer el esfuerzo y comer algo", en medio de su tristeza sonrió llevándose una mano al vientre. "Jamás volveré a estar sola, pero al mismo tiempo no puedo negar que tengo mucho miedo", escuchando como el viento golpeaba los cristales amenazando con reventarlos, agregó.

Y para acrecentar sus preocupaciones, la luz parpadeo.

"Muy probablemente nos quedaremos sin electricidad", dijo y poniéndose de pie, de uno de los cajones extrajo un par de velas. "Creo que lo más conveniente es que esta noche duerma en el sótano"

Ingresando en la habitación para tomar las mantas y la almohada, hubo un par de sonidos que con rapidez la hicieron volver la mirada.

"¿Eh?", sus labios emitieron y caminando hacia la escalera, pero quedándose a prudente distancia, se asomo y entonces lo que vio casi la hace derrumbarse.

Ingresando en el recibidor, el rubio se deshizo del pesado abrigo y los guantes.

"¡Demonios, hace mucho frío!… ya volví", anunció en voz alta.

"Es él… volvió", llevándose la mano a la boca para no gritar, Michiru murmuró.

"¿Mujer?,¿Dónde estás?", dirigiéndose a la cocina, echo un vistazo a lo que cocinó.

"A... aquí, coronel", pensando que despertaría de cara a la realidad, titubeante acudió a su encuentro.

"¿Ya cenaste?", cuestionó y sirviéndose un plato, se sentó a la mesa. "¿Por qué me ves así?", nervioso cuestionó. "¡Anda, acompáñame!"

"Yo… yo pensé…"

"¿Qué?, ¿Pensaste que de último momento decidí irme?, pues ya ves que no. ¡Anda!, esto comienza a enfriarse", poniéndose de pie, se sirvió un poco de café.

Ella obedeció, tomando lugar a su lado. "Gracias", embargada por la emoción, fue fuerte al contener su llanto.

"Por lo que vi de camino a casa, en cualquier momento de nueva cuenta comenzará a llover", llevando un bocado a sus labios, expresó.

Ella, aún sin poder creer lo que estaba viendo, sonrió mientras disfrutaba de su compañía y la cena…

Encerrándose en la soledad de su habitación y alejándose de toda buena emoción, Michiru comenzó a llorar.

"Estoy muy contenta porque él no se marchó, pero al mismo tiempo no puedo evitar sentirme culpable. Ahora más que nunca pienso que no debí decirle que estaba esperando un hijo suyo, porque estoy segura de que es por eso que decidió quedarse. Lo único que logré fue separarlo aún más de su familia", limpiándose el llanto murmuró. Pero entonces una idea aún más terrible acudió a llenarle la cabeza. "¿No… no será que está esperando que nazca para apartarlo de mi lado y llevárselo lejos?"


Notas de autor;

Entonces continuemos con las actualizaciones :D

Isavellcota; Espero que todo haya mejorado. Al menos Haruka tomó la mejor desición. De haberse ido habría dejado en claro su egoismo.

Kaiohmaru; Cierto, esos hombres nada más piensan en lo que mejor les conviene, como Haruka, que por miedo a que Michiru lo rechace se calla y la hiere.

Michelle; A parte de tratarla de esa forma, sin duda la culparian de lo que sucedió. Harían de su vida un infierno peor de lo que Haruka hizo en un inició.

Szer; Hola, gracias por leerme. Haruka cometería un error muy grande si la lleva al Sur, recordemos que incluso sus vecinos intentaron matarlo.

Fátima; Me alegra mucho que te guste. Nos seguimos leyendo.

Kyoky; Aunque en la guerra todos los.imvolucrados comparten casi el mismo destino, cada uno la vive a su manera y los afecta de diferente forma. Nicolás lo único que hace es lamentarse sin ver más allá de él, y la verdad Rei esta mejor sin él. Mas bien pasa que Amy como muchos de sus comapeñeros, se acostumbro a esa vida. En efecto, Haruka sigue en el Norte, poco probable que regrese al Sur.