Suenan campanas a lo lejos del cuarto donde está la novia. Su cabello azul perfectamente peinado reluce su belleza y el sencillo maquillaje en su rostro la vuelve aún más hermosa.

Por alguna razón que no entiende, no se cree capaz de verse al espejo. Sólo observa el ramo de rosas en sus manos y la blanquecina falda de su vestido. ¡Está llorando! ¿Quién llora en uno de los días más felices de su vida? ¿Está llorando de felicidad?... ¿De impotencia? La novia seca sus lágrimas lo mejor que puede para no arruinar su pintura. Pero es inevitable.

Es inevitable llorar en un día donde Ciudad Milagro está a pocas horas de desaparecer.

El velo que cubre su rostro la vuelve enigmática. Tristemente enigmática. Una dama de vestido negro muy elegante y con la cara borrosa se lo recuerda acercándose a ella.

—Te ves preciosa, mija.

—Gracias, señora.— le responde la novia.

Los tacones de la mujer misteriosa resuenan en el cuarto para tomar la mano de la chica frente suyo, conduciéndola hasta la puerta. Ésta se abre dejando ver un pasillo oscuro y entonces...


Una alarma suena incesante en la cabeza de Frida. Al abrir poco a poco sus ojos descubre que es su alarma la que está sonando. La apaga. Son las 6:30 de la mañana.

Sabe que debe levantarse y arreglarse las marañas de cabello que le salen cada que duerme. Bosteza. Hoy es el gran día: El primer día de escuela... En la preparatoria.

¿Quién diría que la estudiante más problemática de la escuela Leone saldría con una de las mejores calificaciones en el examen de admisión?

Claro que... El precio a pagar fue una herida casi insuperable.

Con los ojos entrecerrados se dirige al baño para lavarse la cara y bañarse. A este punto su papá ya está poniéndose el sombrero alistándose para trabajar en el departamento de policía y sus hermanas tendiendo su cama y preparándose para la milicia. Su madre ya estaría tratando de despertar para hacer el desayuno, así que cuando salió de ducharse apenas estaban bajando todos al comedor.

Su característico conjunto de camisa blanca y falda tan roja como sus anteojos hace que cambiarse sea más sencillo aún. Tan sólo toma su mochila con las cosas necesarias del primer día para bajar las escaleras y desayunar.

—¡Buenos días a todos!— le da un beso a su padre y se sienta en su lugar. El olorcito a chocolate caliente y huevos con tocino hacen que casi brinque de alegría. Unos churros extra y se pone feliz para todo el día.

—Dinos hermanita, ¿Lista para tu...

—...Primer día de escuela?

La jugarreta de Anita y Nikita junto con sus caras risueñas es bastante evidente al creer que Frida está nerviosa o asustada por su primer día. Ante ello, la niña solo da un sorbo a su chocolate caliente y responde.

—No es lo que piensan. Estoy completamente relajada. Ya conozco al 90% de los chicos que asistirán a la misma escuela que yo. No es gran cosa.

—Nosotras no dijimos nada...

—De eso. Sólo queremos saber si éstas preparada...

—...Para tu primer día de escuela. — terció Anita mientras el señor Suárez se reía en bajo.

—¡Por supuesto que lo estoy! Especialmente porque no tengo que prepararme en nada. —respondió Frida al terminar de comer un poco de su tocino.— Todo será como en la secundaria excepto por las materias y ... Los profesores.— tembló un poco con sólo imaginar que tan malvados y estrictos serían sus nuevos maestros. Ante su reacción, Anita y Nikita se rieron entre dientes viendo como Frida comía un poco más preocupada. Hasta que el Jefe Suárez tosió un poco, llamando la atención de las gemelas para que se detuvieran.

—No te preocupes, mija. La preparatoria es complicada al principio pero estoy seguro de que harás buenos amigos. Tal vez mejores que Rivera.— dijo su padre desviando la mirada al final.

—¿Cómo eras en la escuela, papá? — inquirió Frida de repente luego de comer más de su desayuno.

— Ah, este... Bueno... — se rascó la nuca y desvió la mirada a cualquier cosa.

—No creo que quieras saber cómo era tu padre antes de conocernos.— interrumpió su madre sentándose a comer al fin intentando ayudar. Pero solo logró echar más leña al fuego.

—¡Sí! Me muero por saberlo.

—¡Nosotras también queremos saber...

—... Cómo era papá en la escuela!

Ante la presión, el mayor se acomodó el cuello de su traje mientras sus 3 tesoros lo miraban expectantes. Todo lo que hace es toser un poco y mirar a su hija.

Mija, sé que estás emocionada por tu primer día. Pero te pediría que no...— se rascó la nuca y siguió— ...Te metieras en muchos problemas estando en la preparatoria. ¿Quieres?

—¿Te refieres a las travesuras que hacía de niña con...?

—¡Sólo...! Haz lo que te digo. En unos años vas a ir a la universidad. Incluso con tu banda necesitas tomar decisiones importantes.

—Sí. Aún tengo tiempo para eso. Pero...

El pitido del autobús escolar a las afueras de la casa los salva del momento y a Frida sólo se le ocurre comer rápidamente lo que queda de su desayuno, levantarse y tomar su mochila.

—Debo irme. Volveré después de la escuela. Los quiero mucho. ¡Adiós! — le dio un beso a sus padres y se lanzó fuera de casa para tomar el autobús, dejando a su padre soltando una bocanada de aire.


Preparatoria Chitas.

La preparatoria Chitas, ubicada curiosamente a pocas cuadras de la escuela Leone es más grande de lo que la peliazul puede explorar. Los nuevos estudiantes admiran los lares de la escuela por la que pasarán los próximos 4 años. Frida toma los colgantes de su mochila y camina con la bolita de ingresados, los cuales reciben indicaciones por parte de un prefecto, de camisa celeste y pantalones negros. El aura enérgico y alocado que siempre desprendía desde que tiene memoria se hace notar y, como de película, llamó la atención de todos los que estaban cerca de su eje. Hasta se podía jurar que sacaba estrellitas, chispitas y rayitos de sí misma.

En respuesta a las buenas vibras, varios conocidos de la escuela Leone le saludaron con la misma alegría. Fue entonces que el montón de alumnos se dividió en cuatro grupos pequeños los cuales se amontonaron con su sana distancia para identificarse entre sí, haciendo un semicírculo alrededor de una tarima en medio del patio principal de la escuela. Allí, un hombre regordete con pantalones caqui y camisa blanca probó un poco el micrófono y anunció.

—Muy buenos días, estudiantes nuevos. Yo soy el director Chapopote. Antes que nada quiero felicitarlos por haber logrado pasar el examen de admisión de la preparatoria Chitas y desearles la mejor de las suertes en sus cuatro años de estancia.

Algunos alumnos se rieron en bajo por un nombre tan peculiar, al igual que Frida. El director no lo notó y siguió hablando.

—En lo que dure la generación, seguirán con su grupo asignado y a partir del segundo año se realizarán actividades para recabar fondos necesarios para su viaje de graduación, y lo que sería la fiesta y baile será financiada por la escuela.

Las risas se volvieron exclamaciones de alegría y emoción y los murmullos no se hicieron esperar. De repente Frida se acomoda la mochila por segunda vez y suspira. Está harta de estar quieta por tanto tiempo y espera que el discurso del director Chapopote termine pronto. Amaba la idea de una fiesta de graduación pero apenas era el primer día y sus pies estaban pesando.

Al voltear la mirada a otra parte, denota algo que la deja estática como piedra: A una esquina, entre el segundo y tercer grupo, una chica vestida casi totalmente de negro y violeta está recargada sobre su novio, un chico moreno y alto de chaqueta negra y cabello rizado.

A Frida casi se le rompe el corazón otra vez.

Ése fue su precio a pagar al ser una estudiante estrella en la escuela Leone al último momento.

Su amigo de la infancia siendo el novio de quien le hizo la vida imposible incontables veces; sin razón justificable en su mayoría.

Manny Rivera.

Zoe Aves.

Dolía de adentro hacia fuera.

La peliazul sintió que el aire se le iba de un momento a otro, y que el pecho le apretaba con fuerza.

No prestó mucha atención al discurso del superior escolar porque estaba ocupada en limpiar sus lágrimas y que nadie cerca de ella notara su cambio repentino de ánimo. Como si Dios la mirara a los ojos, el discurso terminó y los grupos recién formados se dirigieron a sus respectivos salones.

Cuando de repente, un estallido fuerte sonó en las afueras de la escuela que hizo que los estudiantes casi brincaran del estruendo. Frida miró al origen del incidente: a lo lejos estaba el Monstruo Alebrije haciendo destrozos en una carnicería cercana a la escuela. No pasó mucho tiempo para que Manny Rivera volteara su cinturón y se convirtiera en El Tigre para salvar el día. Entre vítores y silbidos de apoyo el superhéroe salió al encuentro del villano y los golpes no se hicieron esperar.

Por otro lado el prefecto guió a todos a una zona de evacuación donde deberían esperar mientras ocurría todo, pues había posibilidad de que en la pelea la escuela fuera afectada. Frida sonrió de lado. Había llegado la hora.

Sin que nadie la viera, el dolor que había sentido hace minutos antes se volvió adrenalina y emoción puras mientras se alejaba del tumulto de gente y colocaba su mochila sobre su pecho, escondiéndose de todos. En un patio alejado saca de su mochila un guante plateado con una calavera negra en el dorso. Tomó el guante y se lo puso sin más ni menos: su traje habitual era ahora un conjunto plateado acompañado de unos aretes dorados y una capa roja; y su cabello azul es ahora de color negro en una coleta. Se había convertido en Plata Peligrosa, lista para la acción.


Carnicería de la Ciudad Milagro.

La pelea contra el Alebrije se volvía más difícil poniendo en peligro a algunos civiles cercanos y Manny no sabía cómo lidiar con ambas cosas. La bestia le ha tomado con uno de sus tentáculos y le ha estampado contra el suelo, hiriéndole la espalda y columna en el acto. Al no tener sus cade-manos disponibles, intenta idear un plan para escapar hasta que ve otra ventosa de su contrincante aproximándose a su cara. Cierra los ojos esperando lo peor...

Imaginó escuchar un rugido rasposo de dolor y cuando abrió los ojos vio a un Alebrije siendo golpeado en la cara y luego en todas partes por una superheroína vestida de plata. El Tigre sonrió como idiota al ver a su salvación presente, viéndola como un ángel rodeado de brillitos y un coro celestial imaginario de fondo.

En algún punto los golpes hacen que el villano pierda equilibrio y suelte al Tigre por inercia. Éste con sus cade-manos amordaza a su enemigo dejándolo totalmente indispuesto. Los ciudadanos alrededor estallan en aplausos en lo que ambos héroes se encuentran uno frente al otro.

—¿No sabías que lo tenía todo bajo control?

—No, lo siento. Soy tan despistada. — respondió la heroína con picardía mirando las uñas de su mano derecha. A pesar de todo Frida conocía a Manny y sabía lo que tramaba con ése sarcasmo.

—Bien, te lo dejaré pasar.— se encogió de hombros El Tigre fingiendo que no le importaba. Plata Peligrosa sólo soltó una risita.

—¿Quieres ayudarme con éste bravucón entonces?— dijo señalando al Monstruo Alebrije.

—Bueno, ¿Por qué no?— y como si se tratara de un balón de volleyball, El Tigre levantó al monstruo y lo lanzó lejos, éste cayendo en un montón de desechos de la Ciudad Milagro.

—Hacemos un buen equipo ¿no lo crees? — sin darse cuenta, Plata Peligrosa había tomado una "sensual" postura, haciendo que El Tigre quedara anonadado y con un nudo de garganta, rascándose la nuca para señalar su vergüenza acompañado de una sonrisa nerviosa.

—Bueno, debo irme. Hoy es mi primer día de escuela y no... Quiero llegar tarde.

—De acuerdo. Nos vemos en la otra aventura. —la heroína se acercó a él y le picó la nariz— Salúdame a tu novia.— y salió disparada surcando los aires.

Manny suspiró completamente hipnotizado.

—No sé quién seas, chica que usa el guante de mamá, pero eres encantadora~.— suspiró y sonrió como idiota.

Preparatoria Chitas.

Aterrizó lo más suave posible para no destruir el concreto del patio y se quitó el guante totalmente nerviosa corriendo con todas sus fuerzas a su salón correspondiente. Se arregló los flequillos sueltos de su pelo azul, los goggles y entró al salón. Resultó que apenas entraban para comenzar las clases tras el simulacro y con algo de pena se sentó en su mesabanco, abrazando la mochila donde guardaba uno de sus más grandes secretos: El guante.


Las clases del primer día no fueron tan malas después de todo. Sólo maestros presentándose y una lista de materiales que no eran gran cosa. Consistían además en presentarse cada quién y de qué escuela venían; cosa inútil porque casi la mayoría provenían de la escuela Leone y por lo mismo se conocían aunque fuera de mirada perdida.

Lo que sí sorprendió a Frida fue que a partir de los 4 años, Manny estaría en el salón de a lado y las únicas cosas que los separarían era la pared entre los dos salones y Zoe. Imaginaba lo celosa que podría ser la chica de la familia Aves y hasta dónde sería capaz con tal de hacerla sentir mal en base a su relación. Eso y un profesor de Química medio estricto eran tal vez las únicas cosas malas de la preparatoria Chitas.

De ahí en fuera habían un montón de cosas buenas para sacar: Lo primero de la lista era que siempre había excusas para hacer un minicarnaval que garantizaba horas libres y mucha comida ajena a la cafetería para comprar y probar. Podías tener un permiso para presentar una banda musical dentro de las actividades recreativas y no era 100 por ciento necesario registrarte en alguna actividad extracurricular. Podría seguir anotando miles de esas cosas buenas, pero por ahora debía revisar su nuevo casillero y ver que tanto debía pulirlo a su gusto.

La hora del descanso. Era perfecta oportunidad. Durante el camino a los casilleros repasó el código de seguridad de su casillero y hasta volteó a todos lados con tal de que no hubiera alguien espiándola, ya que después de su diario, su casillero era casi todo un baúl de secretos que debía ser protegido hasta la muerte.

Lo abre.

—Unas notas, un citatorio, una libreta vieja y una envoltura de galletas. — encogió los hombros. —Bien, nada que un paño y un atomizador no puedan arreglar.

Sonrió y cerró el casillero, al dar la mirada de vuelta al pasillo, estaba nada mas y nada menos que Manny Rivera frente a ella, haciéndola soltar un brinquito.

—Aaah... Hola — inició Frida penosamente.

—Am... Hola. — el chico desvío la mirada al suelo pensando en qué decir— El profesor de Química se parece bastante al vicedirector Chakal, ¿no lo crees?

—¡C-claro! — siguió la peliazul con más confianza. — Lo más gracioso fue el nombre del director— y soltó una carcajada.

—Sí. "Director Chapopote"— se dobló de la risa por un rato hasta que ambos se calmaron.

—Por favor, Frida. ¿Cuándo volveremos a ser amigos como antes?— le preguntó con más seriedad.

Oh no...

—Seguimos siendo amigos, Manny. De verdad.— le sonrió falsamente. No quería cortar la conexión que ambos tenían. No todavía.— Sólo que tu novia es más importante ¿no lo recuerdas?

Crees que olvidaré lo que me hiciste en secundaria. Pero me tomará años superarlo y olvidarlo. Pensó ella.

Manny le miró con algo de pena. Algo dentro de él decía que eso era un sarcasmo pero no sabía con exactitud a que quería llegar con ESO.

—Jamás dije que Zoe era más importante que tú.

La chica de tirantes cerró de golpe su casillero, de tal manera que hizo que su (ex) mejor amigo se asustara un poco. Sólo lo volteó a ver para decirle:

—No me afecta, en serio. Ahora deberías alejarte.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Tu novia te está viendo.

Mnny giró su cabeza en dirección a donde apuntaba Frida y, en efecto, Zoe estaba viéndolos a la distancia "con discreción".

El Rivera pensó enseguida en cómo apartarse de ello sin que Frida fuese afectada.

—¡Eeeeeeen fin! ¡Debo irme! ¡Nos vemos luego! —ambos chocaron palmas y él se dirigió hacia su novia como si nada hubiera pasado. La peliazul suspiró pesado hasta que vio un pedacito de papel en su mano.

Llámame.

Manny ^u^.

Frida quedó perpleja por la nota, que le hizo buscar a su amigo con la mirada. Lo vio en lo que parecía una discusión con su novia de negro. Allí, sólo se quedó pensando en cómo sacarlo de ahí. Lo único que puede ver a simple vista es que Manny ya ha puesto todo bajo control y logró calmar a su gótica pareja. Sabía que en parte era su culpa y de verdad quería que su amigo no se metiera en problemas. Así, lo único que se le ocurrió fue esconder el papelito, tomar su mochila e irse alejando más de la escena.


Preparatoria Chitas.

Parada de autobús.

Más tarde, después del "grandioso" día de escuela, Frida viaja en el autobús escolar de camino a su casa, todavía pensando en el papelito que le dio el chico. Pegando la frente contra la ventana, sólo mira las cosas pasar e intenta recordar todos los momentos que ambos pasaron juntos. Lo único que consigue es que está a punto de llorar, sabiendo que esos momentos son sólo eso.

Recuerdos.

No los separaron unos supervillanos, ni sus padres, ni un internado o escuela militar y ni la fama que implica ser la vocalista de los Sombreros Atómicos.

Los separó su enemiga de toda la vida que se ganó ese título a pecho y ya no por cualquier cosa.

Qué cosas provoca el amor, ¿no?

Y si Zoe no era más importante que ella ¿por qué dejaron de hablarse? ¿Por qué dejaba que su novia le diera órdenes de con quién juntarse y quién no? ¿por qué ya nada era como antes? ¿Era acaso una broma de tantas de como cuando eran niños?

¿Por qué no le dijo nada de su noviazgo y tuvo ella que saberlo por casualidad?

¿Por qué con su peor enemiga en primer lugar?

¿Por qué cuando estaban por tratar de ser novios?

Ah, cierto. Porque Zoe se volvió estúpidamente bonita gracias a la estúpida pubertad.

De repente cae en cuenta de que el tiempo ha pasado para casi todos en Ciudad Milagro y que, al igual que ella y su relación con Manny, las cosas han cambiando tanto como las personas. Pero le duele que no lo haya previsto con anticipación.

Quizá no lo conocía como pensaba y Zoe sí. Y por eso eran pareja.

Lo único que quería era que Manny fuera feliz aunque las cosas tomaran este rumbo.

Mierda, su plan de llevar el primer día de escuela con calma se había frustrado enseguida.

El autobús estaciona en una parada y Frida junto con otros estudiantes más bajan a este punto y se dirigen a sus casas a pie. No es como que tenga un horrible día, pero el encontrarse con Manny se lo ha arruinado casi por completo y le ha quitado las ganas de llegar a casa. Es por eso que camina a pasos monótonos el recorrido hasta doblar una esquina y dar con la escuela Leone. Cualquiera diría que ya era bastante mala suerte saborear más memorias agridulces, pero para la chica de goggles no era así.

Escuela Leone.

Entró y se dirigió hacia la biblioteca. Allí, la señora María organiza los libros que los estudiantes dejaron desparramados en las mesas de la habitación.

—¡Buenas tardes, señora María!— la voz de donde provenía fue suficiente para que la morena sonriera después de tanto caos papelero.

—¡Frida!— se aproxima a la menor y le abraza cariñosamente. Acto seguido le toma de las manos como si fuera su hija y finaliza: — Has crecido por lo menos una cabeza.

—Ha pasado mucho tiempo. Lamento no poder visitarla en vacaciones. Tramitar la inscripción de la preparatoria es más difícil de lo que pensaba.— respondió la mencionada con una mano sobre la nuca.

—Oh, no te preocupes. Estoy feliz de que tus esfuerzos hayan rendido frutos. Sabía que algo bueno además de la música se escondía en esa cabezota tuya.— la mayor da unos golpecitos de cariño a la cabecera de la niña, a lo que esta suelta una risa.

—Gracias por no haber perdido la fe en mí a pesar de conocer todo el historial de mi infancia a lado de su hijo.

La mirada de María de pronto se volvió una mezcla de ternura y pena hacia la joven que tenía frente a ella, pero Frida no pudo notarlo.

—Gracias a ti por ayudar a mi hijo a no repetir el año para que su padre no lo llevara a internado. Tal vez nunca te lo diga pero estará siempre en deuda contigo.

La peliazul soltó una risita.

—Bueno. Para eso son los amigos, ¿no es cierto?

La sonrisa de la mujer morena se amplía un poco más.


Por fin la peliazul llega a su casa y sólo es recibida por una nota de su madre que dice que volverá pronto del trabajo. Ella sólo sube a su cuarto y revisa todas las cosas de su mochila. En ése momento encuentra el papelito que Manny le había dado con anterioridad y lo único que puede preguntarse es si es buena idea llamarle o esperar a que él lo haga. De todos modos, sus sentimientos no están muy claros como para encontrar algo que decir que no tenga que ver con su relación y en lo que terminó antes de acabar la secundaria.

Por ahora debía buscar cosas de limpieza para adornar su casillero y hacerse algo de comer, lo suficientemente bueno para llenar su estómago hasta la siguiente merienda.

En vez de eso se tira a su cama y comienza a llorar despacio. Abrazó su conejo de peluche imaginando que era Manny, que su noviazgo con Zoe nunca ocurrió y que nunca la traicionó. Eso sólo la hace llorar más.

Lo que ignoraba era que un cuervo mecánico la vigila desde un árbol cerca de su ventana. Allí, quien lo controla desde un edificio lejano trata de averiguar qué dice aquel pedazo de papel, sin éxito.

Zoe da un golpe a su escritorio. Ya descubriría luego lo que su novio le ocultó en la escuela.

—No vas a burlarte de mí, Frida Suárez — habló casi entre dientes apagando la cámara de su pájaro robot— Tal vez golpees primero, pero yo golpeo más fuerte. —y salió de la habitación.

Y vaya que pegaba fuerte la escuincla.