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La primavera estaba por terminar dando paso al verano, una estación tan cálida como el amor que rodeaba a Candy y Terry.

-Ven amor, ya vamos a empezar.

-Estás seguro que no van a lastimarla? – tenía las manos enlazadas entre sí, su mirada era de pena y temor.

-Claro que no cariño. – sonreía al verla tan desconfiada - Ya se está sintiendo el calor y con toda esa lana se va a sofocar, además con tanto peso no podrá moverse ni un milímetro sin tropezar. – tenía una sonrisa traviesa en el rostro.

-Mentiroso! – lo golpeó en el brazo. – me estás embromando otra vez!

-Jajaja, es en serio Candy, lo normal es quitarles todo el exceso de lana. – miraron a Miena, quien sin saber lo que harían, se acercaba a su dueña. – mírala ya le está cubriendo el rostro.

-No la lastimaremos mi Lady, ellas no sienten dolor cuando las trasquilamos. – dijo Mark, quien se acercaba con tijeras especiales.

-Tenemos que hacerlo mi amor, ya verás que después estará más ligera y contenta.

No muy segura Candy aceptó, aunque no pudo evitar que las lágrimas escaparan de sus ojos cuando escuchó a su querida Miena llorar e intentar soltarse del agarre de uno de los trabajadores de la villa; pero como lo había dicho Terry, una vez que terminaron se la vio feliz correteando por el jardín.

-Ya estás más tranquila? – la tenía abrazada a él, estaban sentado bajo el árbol frente al lago, Miena y Clint correteaban cerca de ellos.

-Sí – dijo bajito – me asusté al verla nerviosa y al escucharla berrear de esa manera… me partió el corazón, solo quería protegerla.

-Eso es porque te encariñaste bastante con ella – la miraron jugar – sabes amor? – ella lo miró – serás una buena mamá – puso sus manos sobre el vientre de la rubia. – estoy seguro que cuidarás muy bien a nuestros hijos.

-Ya quiero tenerlos – posó sus manos sobre las de su esposo.

-Esperemos un poco más – besó su nuca – quiero tenerte solo para mí, ya sabes que una vez que nazca nuestro hijo tendré que compartirte con él – acarició su vientre. – además todo tu tiempo será para el bebé.

-Estás celoso? – sonrió mientras lo observaba.

-Claro que no, entiendo muy bien que eso pasará y estaré feliz de darle también mi atención. – contestó enseguida – no pienses que no quiero tenerlo, es solo que egoístamente, por ahora, te quiero sólo para mí. – volvió a besar su nuca – mientras tanto, que te parece si seguimos practicando concebir a nuestro hijo. – besó su cuello. - qué opinas de eso?

-Bueno… no me opongo a eso – sonrió al sentir la caricia y dándole mejor acceso ladeó la cabeza.

Sí, Candy todavía no estaba embarazada, aunque ella ya quería tener un hijo, Terry le había pedido esperar un poco más; él quería pasar más tiempo solo con ella, disfrutar de su vida de recién casados, pues así lo determinaron al haber jurado voluntariamente frente a Dios amarse por siempre. La rubia aceptó esperar, sabía su esposo tenía razón, si se embarazaba enseguida su tiempo juntos disminuiría, algo que no quería que pasara aún, le gustaba tenerlo sólo para ella.

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Estaban en pleno invierno, el frío era crudo ese año, los campos estaban cubiertos por un manto blanco, el lago estaba congelado, los árboles habían perdido su follaje; según decían los lugareños, ese año, el invierno había llegado con todo.

-Tienes que ir a trabajar?

-Sí mi amor. – se acomodaba el saco – pero llegaré temprano – besó su frente mientras la rubia se arropaba más en las colchas.

-Quisiera acompañarte; pero de verdad tengo frío.

-Lo sé cariño y prefiero que te quedes en casa, no quiero que enfermes. – desde que empezó el invierno, Terry le pidió que se quedara en casa, pues la rubia solía acompañarlo a la empresa casi todos los días.

-Terry… - dijo al ver que abría la puerta – trabaja duro hoy, sal a la hora que tengas que salir, adelanta trabajo – él solo la miraba sonriendo ante la orden de su esposa – así mañana no vas a trabajar y te quedas conmigo todo el día.

-Me parece una buena idea, entonces… - regresó donde estaba su esposa – haré lo que la Marquesa me ordena.

-Cumpla al pie de la letra mi orden mi Lord, mañana no dejaremos esta habitación en todo el día.

-Ya quiero que sea mañana. – le dio un beso apasionado antes de alejarse nuevamente para ir a su oficina.

Con una enorme sonrisa Candy se echó boca arriba, pensando en lo que sucedería al día siguiente, instintivamente llevó su mano a su vientre deseando engendrar pronto a su hijo.

Sin quererlo recordó lo que había pasado hace unos días atrás.

Flashback

Habían sido invitados a una cena en honor al cumpleaños de Lord McGregor. Terry estaba reunido con algunos hombres que hablaban de negocios; Candy se había alejado del grupo de mujeres con quien la había dejado su esposo; desafortunamente, Elisa no pudo asistir ya que su hijo apenas tenía unos cuantos meses de vida; la rubia salió al balcón; estaba en una esquina algo oscura cuando escuchó que dos mujeres salían y hablaban sin darse cuenta de su presencia.

-Pero de verdad lo crees?

-Terry es hombre y estoy segura que pronto buscará a alguien para que le dé un heredero, es obvio que su mujer está seca por dentro. – eso le había dolido, pero sobre todo enfurecido.

-Es posible, hasta ahora no tienen hijos – contestó su acompañante – quisiera ser yo la escogida por el Marqués, tú no?.

-Lastimosamente Terry me dijo que no volvería conmigo; pero me alegrará ver que la abandone, ja! que sepa lo que es perder a un hombre con él.

-Para su desgracia – Candy salió de las sombras – mi esposo no planea abandonarme y mucho menos engañarme con musarañas rastreras como ustedes – las miró con desprecio – Pobre Marqués! Verdad? – fijó su mirada en Kate – Haber escogido a una mujer… cómo dijiste? – se llevó un dedo al mentón – ah! Seca; pero, dime… tú debes saber muy bien de eso, verdad? Acaso no intentaste atraparlo de esa manera y no te funcionó? Ahora dime quien está seca realmente? – sus ojos estaban fijos en las jóvenes y su voz fue mordaz - No pierdan su tiempo con mi esposo, sólo terminaran peor de lo que ya están.

Candy regresó al salón, hubiera querido saltar sobre ellas y golpearlas; pero se contuvo, no quería armar un escándalo, además sabía que con lo último dicho esas mujeres no harían nada, ya que sabía bien la situación económica por la que pasaban sus familias.

Más tarde en su casa, cuando se lo contó a Terry, él se puso furioso y más cuando la vio afectada por el comentario de Kate.

-Qué dijiste? – la alejó con cuidado – esa desgraciada me las va a pagar!

-Es la verdad… si no podemos tener hijos es porque estoy seca y pronto buscarás a otra mujer que pueda darte el heredero que tanto deseas - lo empujó, de repente se había molestado.

-Espera, qué? – estaba confundido por la actitud de su esposa, primero la vio desecha y ahora estaba furiosa acusándolo de algo que ni siquiera entendía.

-Ya sabes… eres hombre! - el desconcierto de Terry fue reemplazado por una semisonrisa – querrás un heredero y vas a deshacerte de mí! – golpeó su pecho – no puedes cambiarme por nadie! Prometiste amarme y quedarte conmigo por siempre. – Terry no aguantó más y su risa llenó la habitación - No te rías! – golpeó su pecho.

-Amor… - dejó escapar una estruendosa carcajada – sinceramente estoy perdido, no entiendo nada de lo que dices.

-Eres un tonto Terruce! – se tiró a la cama para dejar salir el llanto – tú mismo dijiste que ya querías tener hijos y de eso ya pasó casi un año.

-Mi amor… - acarició su espalda – es verdad que dije eso; pero recuerda que yo quería esperar y tenerte solo para mí un tiempo, acaso no te convencí de eso?

-Y… ahora? – alejó su cara de la almohada.

-Ahora – hizo que se sentara – no estoy desesperado por tener hijos, me gusta estar sólo nosotros dos y si viene, pues lo amaré mucho.

-De verdad?

-Cuando nos casamos prometí amarte y cuidarte hasta la eternidad, crees que lo hice sólo porque sí?

-No… es que…

-No debes temer, recuerda que para mí, ante todo y todos, tú siempre serás primero. – acarició su mejilla y limpió sus lágrimas – ahora, si tengo que hacerte ese hijo hoy mismo, lo haré con gusto, así te amarró a mí para siempre. – Candy sólo sonrió.

Nuevamente Candy rodeó el cuello de su esposo para jalarlo hacia ella y besarlo. Lo amaba tanto que temía perderlo. Ella era consciente de la situación de su hermana mayor con su esposo, reprochó el comportamiento de su cuñado y le molestó la aceptación de Annie; aunque de algún modo la entendía, no era fácil para las mujeres sobrevivir solas en aquella sociedad cerrada y machista.

Fin de flashback.

No quería dejar la cama, lastimosamente la habitación no tenía chimenea; pero la salita sí, sabía que antes de irse, Terry la habría encendido para que calentara la casa. Algo perezosa salió de la habitación y como lo supuso había fuego en la chimenea y cerca de ésta, estaban sus queridas mascotas, pues sí, al iniciar el invierno, Candy le suplicó a Terry para que le permitiera meter a Miena a la casa, por suerte ya se comportaba bien, parecía más un perro que una oveja.

-Se ven tan lindos juntos. – acarició la espalda de Clint, quien dormía sobre Miena.

-Mi Lady, buenos días.

-Dorothy! – se sorprendió al verla – qué haces aquí en tanto frío?

-Ya estoy acostumbrada a este clima mi Lady, así que no se preocupe. – sonrió al verla cubierta con su abrigo y una colcha. – le traje pan, queso y leche fresca para el desayuno, iré a calentarla en seguida.

-No te preocupes, yo puedo hacerlo.

-Es mi trabajo mi Lady, por qué mejor no se sienta cerca de la chimenea para calentarse, no está muy acostumbrada a este frío, verdad?

-Terry me dijo que no hace tanto frío como yo lo siento. - la siguió a la pequeña cocina – pero en mi defensa, cada invierno solíamos viajar con mi tía a lugares más cálidos.

-Entonces no está acostumbrada al frío.

-No tanto, pero el señor Willis (el jardinero de la casa principal) me dijo que este año el invierno es más crudo.

-Sí, algo.

Cuando la leche estaba lista, Dorothy la sirvió en un vaso, cortó el pan y el queso para ponerlo en la mesa y Candy pudiera desayunar.

-El pan está delicioso. – dijo dándole una buena mordida – quien lo horneó?

-Yo lo hice. – sonrió satisfecha, pero de repente, Candy se puso de pie y corrió al cuarto de baño, Dorothy la siguió asustada.

-Mi Lady está bien?

-Sí – se limpiaba la boca – Dorothy… creo que el queso estaba dañado.

-Imposible mi Lady, es queso fresco. – dijo pasándole un vaso con agua. – yo misma le ayudé a Doris a hacerlo.

-Entonces qué pudo hacerme daño?

-Oh mi Lady! - se cubrió los labios – a mi madre le pasó lo mismo cuando estaba esperando a mi hermano pequeño.

-Qué?

-Mi Lady… - susurró como si alguien estuviera cerca – su sangrado… - el rostro de Candy se tiñó de rojo profundo – es normal?

-Normal?

-Llegó este mes?

-No… por qué?

-Creo que debemos llamar a un médico mi Lady, es posible que…

-Dorothy tú crees que…!?

-Debemos estar seguras, ahora que veo, está algo pálida y ayer le dio un pequeño mareo, verdad? – Candy asintió – mi madre pasó por todo eso. – Candy no decía nada, estaba pensativa – mandaré a Mark para que traiga al médico.

-Dorothy! – la castaña la miró – que no diga nada. No quiero que nadie lo sepa, si no estoy esperando un bebé, no quiero que…

-No se preocupe mi Lady, le diré que entren por la parte trasera de la villa.

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Finalmente Terry llegaba a su casa, cuando cruzó la puerta encontró a la rubia sentada cerca de la chimenea acariciando a Clint, quien estaba recostado en su regazo y Miena estaba a un costado de ella con la cabeza sobre una de sus piernas. Para Terry fue otra imagen tierna y hermosa de su esposa, ya tenía guardadas muchas en su memoria, aunque en esta ocasión, la sonrisa de Candy era más radiante.

-Hola amor.

-Terry! – lo miró – ya volviste! – dijo emocionada.

-Creo que me extrañaste más de lo habitual – se acercó para besarla - Pasó algo bueno hoy? Te veo más feliz que nunca.

-Muchas cosas buenas pasaron hoy. – tenía una enorme sonrisa en su rostro.

-Ah sí? – con su dedo delineó su sonrisa – me contarás las buenas noticias?

-Lo haré. – acarició su mejilla – pero antes, quiero que vuelvas a besarme.

-Algo que haré con gusto. – se acercó a ella y la volvió a besar, no de una manera casta como su saludo, sino una más apasionada y hambrienta.

-Al parecer alguien también me extrañó hoy.

-Siempre te extraño cuando no estás cerca de mí.

-Eso quiere decir que mañana te quedarás con nosotros todo el día?

-Puedes apostarlo mi amor – se sentó junto a ella y acarició a Clint, quien al sentir la caricia, se levantó para acomodarse en los muslos del castaño – ahora vas a contarme lo qué pasó? Me tienes intrigado. – sonrió al ver el nerviosismo de su mujer.

-Pues… hoy tuvimos que llamar al doctor…

-Por qué? – se enderezó preocupado. – estás bien? – comenzó a revisar si tenía alguna herida

-Sí cariño, estamos bien - dijo con una risita.

-Entonces por qué llamaron al doctor? – vio que ella sonreía - dijiste… estamos? – ella sólo asintió sin perder su sonrisa – Candy… sé clara por favor… amor no quiero equivocarme…

-Sí Terry… es lo que estás pensando – sonreía radiantemente – pronto seremos padres!

No dijo más, Terry la atrajo hacia sí y la besó como solo él sabía hacerlo. Candy no se opuso, rodeó su cuello y lo besó tan dulcemente como él lo hacía.

-Amor… - tomó su rostro entre sus manos – qué te dijo el doctor? Estás bien? Tienes algún problema? – preguntaba muy rápido, no le daba tiempo a responder.

-No cariño, todo está bien. – Candy le contó todas las recomendaciones que le había dado el médico, le informó que estaba saludable y no había ningún problema con su embarazo.

-Te amo tanto mi amor. – acarició su vientre, ella estaba sentada entre sus piernas, con vista a la chimenea – tú y ahora nuestro bebé, son lo más importante para mí.

Como se lo había pedido, Terry no fue a trabajar al día siguiente, se quedó en casa cuidando y consintiendo a su esposa. A partir de ese día Terry se convirtió en un esposo sobreprotector, temía que algo malo le pasara a Candy durante su embarazo.

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-Te ves muy linda con tu barriguita.

-Terry me dice lo mismo, dice que es pequeña – acarició su vientre – aunque creo que me miente, sinceramente me siento enorme.

-Enorme estaba yo – se quejó Elisa – ya tienes 7 meses y todavía puedes moverte por ti misma, yo apenas me ponía de pie, Tom tenía que ayudarme todo el tiempo.

-Mi tía me dijo que el embarazo es diferente para cada mujer – recordó la charla con su tía, cuando temió no poder conocer a su bebé. – dice que no debo temer, que si algo malo hubiera pasado, habría sido en los primeros meses, cuando el bebé era pequeño.

-Por suerte ese no fue tu caso – sonrió levemente – me alegra verte más tranquila.

-Terry me ayuda con eso - recordó lo atento que era su esposo – me cuida mucho, al inicio él también tuvo miedo… ya sabes por todo lo que les paso a mi abuela, a mi madre y a Annie.

-Me agrada tu esposo – con cuidado puso a su bebé en su moisés, apenas se había dormido. - la manera en cómo te cuida y respeta.

-Soy muy feliz a su lado. – sonrió no sólo por sus palabras, sino también porque Elisa mecía a su bebé, pues casi se despierta con el cambio.

-Ya se durmió – susurró la pelirroja, mientras Candy guardaba el biberón en la bolsa del bebé.

-Es tan lindo y tranquilo – también susurraba.

-Cuando duerme. – contestó la madre – a veces no nos deja dormir cuando se despierta a media noche. Y cuando lo despertamos, se pone de mal humor.

Las amigas compartieron la tarde juntas, mientras que Terry y Tom fueron a cabalgar, ambos se habían hecho buenos amigos.

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-Terry… ya estás dormido?

-No mi amor – la abrazaba por detrás – te sientes bien?

-Sí… bueno…

-Qué pasa mi amor? – se preocupó al oír la duda en su esposa.

-Es qué creo que ya es hora… - dejó escapar un pequeño quejido. – estoy sintiendo los dolores…

-Qué!? – se levantó rápidamente – llamaré a tu tía… y al doctor… - fue hacia la puerta para llamar a la tía de Candy.

Por petición de sus padres, la pareja se instaló en la casa principal de la villa, pues así Candy estaría más cómoda, además podrían cuidarla ya que toda la familia había decidido quedarse en Escocia hasta que el bebé naciera.

-Está tardando mucho… - estaba asustado, hacia horas que Candy estaba en aquella habitación y aún no daba a luz.

-Cálmate Terry – su padre trató de calmarlo – tú tardaste más en llegar al mundo, es normal, verdad? – observó a su amigo, quien parecía nervioso. – recuerden que el doctor nos dijo que Candy y el bebé estaban bien, que ambos estaban saludables y fuertes.

-Sí… claro – dijo William – todo estará bien.

-Ya nació – salió Pony con un bebé en brazos. Los hombres la miraron sin entender, pues no habían oído llorar al bebé.

-Cómo está Candy!? – preguntó un asustado esposo.

-Está bien, pensamos que te morías por conocer a tu hija. – le sonrió mostrándole a una pequeña bebé que dormía arropada en una mantita blanca.

-Mi hija…? – le tembló la voz.

Después de que los tres hombres conocieran a la bebé y Terry la cargará por primera vez, Pony regresó con su sobrina.

-No la oí llorar – Terry estaba recostado a lado de su esposa, mientras ella tenía en brazos a su hija.

-Pero sí lloró – contestó mirando a su bebé – tu padre me dijo que estabas muy nervioso, tal vez por eso no la oíste.

-Es lo más probable – contestó acariciando la cabecita de su hija – tuve miedo… que algo les pasara. – se le quebró la voz – Candy, prométeme que no vas a dejarme nunca… que estaremos juntos hasta el día de nuestra muerte y eso será cuando nuestros hijos sean adultos y hayamos conocido a todos nuestros nietos.

-De acuerdo mi amor… no voy a dejarte solo nunca – giró su cabeza para besarlo – lo prometo, además… no sería capaz de dejarte solo para que cualquier mujerzuela se acerque a ti y trate de conquistarte. – trató de bromear.

-Mi marquesa celosa – sonrió ante el comentario de su esposa, pues sabía que había algo de verdad en sus palabras – acaso no fui yo quien te pidió que no me dejaras? - Antes de que Candy pudiera contestar su pequeña bebé comenzó a llorar.

-Qué pasó mi amor – besó su cabecita.

-Creo que tiene hambre.

Para Terry fue algo hermoso haber visto a su esposa alimentar a su hija; y para Candy, fue simplemente maravilloso hacerlo.

-Terry… - el castaño estaba embelesado mirando a su hija alimentarse. – cómo la llamaremos? No hemos decidido un nombre aún.

-De las opciones que teníamos… que te parece…?

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Debajo del árbol que estaba cerca del huerto de Candy, estaba una mesa con un pastel, vasos con refrescos y algunos postres que la cocinera de los Granchester había preparado para el cumpleaños número tres de la primogénita de los marqueses de Granchester.

-Candy – le llamó su suegro – donde está mi nieta?

-Está jugando por allá. – señaló un lugar.

Richard y William, quien acaba de acercarse a ellos, miraron hacia donde señalaba la rubia. Sonrieron al ver a su amada nieta correr detrás de Miena y Clint, seguida por Madeline Tomy y finalmente Bert, el hijo de Albert y Rosemary.

-Candy – se acercó Annie – ya deberíamos cortar el pastel.

-Claro, iré por los niños.

-No te preocupes, yo iré – dijo Rosemary dirigiéndose hacia los niños, Elisa la acompañó.

-Yo iré a llamar a los demás – Annie entró en la casa para llamar a sus esposos.

Cuando los hombres salieron de la casa, una pequeña castaña, de ojos tan azules como los de su padre y unas pequitas hermosas que había heredado de su madre, corrió a los brazos de su tío favorito.

-Tío Tony! – levantó los brazos para que la levantara.

-Cómo está la princesa de los Granchester?

-Bien! – lo abrazó con fuerza y lo llenó de besos.

-No volveremos a invitar a Anthony. – murmuró un padre celoso.

-No seas celoso – dijo riendo su esposa – sabes que Anthony la mima mucho, es por eso que siempre corre a sus brazos cuando lo ve.

-Sí claro, ya viste lo que le trajo de regalo? – Candy sólo sonrió. – le conseguiré una esposa para que tenga sus propios hijos.

-Ya Terry – dijo riendo – eres un exagerado, mejor tráela para sentarla y cortar el pastel. – gustoso el castaño se acercó para tomar en brazos a su hija y acercarse a la mesa.

-Muy bien, vamos a cantar antes de cortar el pastel. – pusieron a la cumpleañera frente al pastel, Candy y Terry se pusieron detrás de ella y comenzaron a cantar el feliz cumpleaños.

-Vamos Eleonor, sopla las velas! – dijo un orgulloso abuelo.

-Sí, Rose, pero pide un deseo primero – completó el otro abuelo.

Así es, Candy y Terry nombraron a su hija con los nombres de sus madres. William y Richard no pudieron evitar emocionarse cuando sus hijos les dijeron el nombre de su nieta, para ellos fue un lindo detalle lo que sus hijos hicieron, pues, desde la partida de sus esposas, ninguno de los dos hombres dejó de pensar o amar a quienes hubieron sido sus compañeras.

Para Candy y Terry, la vida no podía ser mejor, el nacimiento de su hija había completado la felicidad que sentían en aquel momento, y ahora, simplemente se acrecentaba día a día al ver crecer a su pequeña hija.

FIN.

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Disculpen la tardanza de este capítulo, no tengo excusa válida, pues ya lo tenía escrito hace una semana; pero constantemente la modificaba ya que no me convencía el resultado; Pero finalmente lo terminé, espero que haya quedado bien y les haya gustado.

Bueno… como se habrán dado cuenta en esta historia fallé demasiado en las fechas de publicación, lastimosamente el trabajo no me dejó mucho tiempo libre. Por ahora descansaré un poco antes de comenzar otra historia, pues no quiero fallarles con las publicaciones.

Espero volver pronto con otra historia ya que tengo algunas ideas rondando en mi cabeza. Hasta pronto mis queridas lectoras, les agradezco mucho el apoyo que me dieron hasta ahora, sus palabras siempre fueron un aliento para mí, muchas gracias. Se cuidan mucho.